Un besazo para LiLiTh, aquí tienes más. Es cortito, pero pronto sigue.

Anita Puelma, ¿qué tal tu selección?

Severus Snape hacía balancear el contenido de su copa, un generoso trago de brandy. Miraba la esfera de cristal, y pensaba en el líquido dorado como un mar cálido, en el que naufragar sería todo un placer...

Harry había tomado el antídoto hacía tiempo. Y todo se había terminado. Ya estaba. Llevaba tres días en Hogwarts, y en ese tiempo había visto a Harry en clase, silencioso; o riendo con sus amigos en el comedor, o entrenando Quidditch; pero el muchacho nunca se había acercado a él, ni siquiera para pedirle que borrara cierto recuerdo de su memoria.

No, se había terminado. La ilusión de haber tenido a Harry durante unas horas parecía pertenecer a un pasado muy lejano, a un territorio inaccesible. Tenía que olvidar la sensación de poderle apretar entre sus brazos, de haberle hecho reír, de haberlo sentido suyo; tenía que quitarse de la cabeza el olor maravilloso del muchacho, que lo obsesionaba. Su cuerpo, elástico y tan suave, entregado a él...

Dio un profundo trago a su bebida... sí, todo iba a ser mucho peor ahora que sabía lo que era estar en el centro de la sonrisa de Harry... con la certeza de que nunca volvería a tenerla.

...oooOOOooo...

Hogwarts. Sólo llevaban cuatro días allí, y la rutina hacía sentir su fuerte inercia. La misma vida de siempre, o aún peor: los exámenes estaban prácticamente encima. Faltaban tres días para el primero, que era el lunes siguiente. Pero aún les quedaba un largo fin de semana por delante. Los tres amigos se divertían juntos, como siempre, agotando sus últimos días en el colegio. Quién sabe si volverían a estar juntos el año próximo...

-Chicos, ¿iremos a Hogsmeade el sábado?- preguntó Ron.

-Pero si ya no hay que comprar chocolatinas- apuntó irónicamente Hermione.

-Bueno, siempre podemos quedarnos a estudiar... hummm... me muero de ganas de repasar geomancia...- la picó Ron.

Hermione le echó una mirada furibunda.

-Chicos, el sábado yo no puedo- dijo Harry-. Tengo una cita.

Sus dos amigos le miraron con una cara de curiosidad. Pero Harry sonreía porque estaba más feliz que en mucho tiempo, aunque muy, muy nervioso.

-¡Oh, Harry! Me alegro mucho... - le felicitó Hermione.

-No es para tanto, ¿no?- dijo Ron-. Por cierto, ¿quién es la chica?

Hermione suspiró.

Esa misma mañana, Harry había tenido una pequeña conversación con Snape, al finalizar la clase. Pero antes esperó a que todos los alumnos se hubieran ido.

-Profesor, me gustaría hablar con usted un momento...

Snape se sorprendió. Pero le ocurría a menudo tratándose de Potter.

-Creo que...- Harry no sabía cómo seguir- ...que en la fábrica usted me hizo una promesa. Y me gustaría que la cumpliera.

Snape se quedó de piedra. Hacía varios días que le había suministrado a Potter el antídoto, y desde entonces su actitud había sido completamente normal... exceptuando algunas miradas de más, quizá... Pero Snape nunca habría creído que su alumno fuera a reclamarle aquella promesa. El corazón le latía con fuerza bajo las alas de cuervo de su vestimenta.

-¿Te refieres a... que pase un día entero contigo?- susurró Snape.

-Creo que sí- reconoció el chico, tragando saliva.

Snape sonrió imperceptiblemente.

-Bueno, el sábado no tengo muchas cosas que hacer.

-¡Estupendo!- a Harry se le iluminó la cara.

-Con una condición, señor Potter: iremos donde yo quiera.

Harry asintió con la cabeza, feliz...

...oooOOOooo...

Lena y Hermione estaban recorriendo el verde césped de los alrededores del castillo de Hogwarts. La hierba era fina y de color claro, y estaba salpicada de florecillas blancas y esponjosas que, de vez en cuando, un conejito venía a mordisquear.

-Hermione, fuiste tan valiente...- la admiración hacía vacilar las palabras de Lena.- Muchas gracias por protegerme.

Hermione la miraba, admirando el perfecto dibujo de su perfil, y el rico color de su pelo, donde brillaban mechones de todas las tonalidades oscuras.

-La primera vez que estás en peligro asusta más... pero cuando ya ha pasado más veces, no es tan grave... ¿nunca te he contado la historia de la piedra filosofal?

Lena negó con la cabeza. Las dos chicas se fueron hablando, mientras caminaban hacia el bosque...