Hola a todos, disculpen la tardanza, es que esto de la escuela de verdad que quita tiempo!! Hace siglos que no entraba a esta página ni tan solo para leer, pero gracias a Dios ya estoy de vuelta, al menos para este fic... Espero que disfruten el capítulo, y ya saben, por favor, dejen RR!!!!
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Zapping: Muchas gracias de verdad!!
Tania Chang: Gracias!! :P
Malu Snape Rickman: Muchas gracias de verdad, claro que le continúo, cada que pueda, lo prometo!!! Muchas gracias por tu RR!!!
Kasiope: Si, lo se, parece una niña, pero pues... poco a poco lo tocará ir aprendiendo a madurar :P
Daneva: jajajaja si, claro que quiero llegar a una parte con ello, por que la verdad es que se comporta igual que mi hermana pequeña....., esta bien chiflada :P jejejeje bueno, gracias por tu RR!!
Nabiki: Hi!! Muchas gracias por tu RR!! Por cierto, soy de México, y tu?
Aiko: Muchas gracias. Por el momento este capítulo no tendrá flashbacks, por que necesito que Alanis y Snape empiecen a convivir un poco, si no... pues no, verdad ^^´???? Jajajaja gracias por tu RR!!
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La serpiente y el sol
Capítulo 3 "Paseo por Hogsmeade"
Alanis caminaba muy adelante del "amargado" profesor de pociones, tratando de perderlo de vista, desgraciadamente el profesor al parecer era muy hábil en el arte del espionaje, y siempre sabía que hacer para no perderla. Llegó un momento en que Alanis se aburrió, y decidió ignorar al hombre, pero justo cuando iba a entrar a las Tres Escobas para tomar una cerveza de mantequilla, Snape se apareció detrás de ella.
-No puede entrar ahí- dijo firmemente. Alanis se molestó.
-Debe de haber una razón muy poderosa...- dijo ella, mirando al profesor de manera fulminante. Snape no se inmutó.
-Claro que la hay señorita, usted no puede entrar sola a lugares muy concurridos- contestó Snape. Alanis suspiró.
-Bien, podríamos hacer una cosa: entramos los dos y punto. Le prometo que a cambio de ese pequeño favor no le molestaré en unos días- dijo Alanis, mirando fijamente a Snape. Snape sintió un cosquilleo, pero muy leve. No dijo nada, pero le abrió el paso a Alanis.
Entraron y se fueron a sentar en una de las mesas de el fondo, escogida para Snape, mientras susurraba un pequeño "que no me vean de niñera". Alanis alcanzó a escuchar ese comentario, pero como había prometido no molestar al profesor en unos días, mejor guardó sus comentarios para dentro de una semana. Sonrió a Rosamerta, quien la saludó con un violento movimiento de mano, y al instante fue a prepararle un jugo de hidromiel. Alanis sonrió para sí misma, mientras recorría el lugar con la vista, lugar que traía tantos recuerdos de su juventud junto a sus amigos.
El profesor Snape se sentó en frente de Alanis sin decir palabra. Lo minutos transcurrían en un incómodo silencio, mientras que Snape veía fijamente a Alanis, con cara de adulto responsable regañando a una niña, pero Alanis sabía que había prometido no decir nada.
-¿Ha tenido alumnos igual de revoltosos que yo desde que me fui?- preguntó Alanis, mirando unos duendes tomando algo verdusco que hacía revolver el estómago.
-No, usted fue mi mayor dolor de cabeza- contestó Snape fríamente, mientras volteaba a ver a otra parte. Alanis suspiró de nuevo.
-Al menos debo admitir que hice un buen trabajo- contestó la chica. Snape posó sus ojos negros en ella, provocando que le corriera un escalofrío por la espalda.
-¿Era su trabajo amargarme la vida?- preguntó Snape, sin quitar la vista de Alanis.
-A todo Slytherin que se me cruzara en el camino- contestó ella con una sonrisa, haciéndose un poco para atrás. Los ojos de Snape la ponían nerviosa.
-Era su casa- contestó Snape.
En ese momento llegó Madame Rosamerta con dos tarros, uno de hidromiel para Alanis y el otro de agua, para Snape. Alanis contempló el tarro de Snape, pero no dijo nada, dio las gracias a Rosamerta y la invitó a sentarse. Rosamerta se sentó y empezó a platicar animadamente con Alanis acerca de su juventud en Hogwarts, pero desgraciadamente había mas clientes que atender, así que Rosamerta tuvo que retirarse. Alanis miraba el tarro.
-La escucho- dijo Snape.
-Se que era mi casa, no es algo que se pueda olvidar- contestó Alanis, mirando de nuevo a los duendes, que ahora simplemente charlaban entre sí.
-¿Por qué se especializaba en hacerla perder?- preguntó Snape, haciendo que Alanis fuera ahora quien lo mirara con determinación. Snape volvió a sentir ese cosquilleo, pero sabía contenerse.
-Usted fue a la casa que usted quiso, ¿no? Sin duda alguna sus padres debieron estar orgullosos de usted, siempre obteniendo buenas calificaciones y ganando puntos para su casa, ¿no? Pues trate de ver un momento que hubiera pasado si por asomo hubiera tocado en Gryffindor- contestó ella.
Snape pensó por un momento su respuesta, y luego le hizo un ademán a la chica para que continuara.
-Desde que mi primer ancestro fue a Hogwarts, toda la familia había tocado en Gryffindor, era casi una tradición, era ser parte de la familia, después de todo... No importa, el punto es que después de mucho tiempo a mi me ocurre el tocar en Slytherin, que era la única casa en la que ninguna persona de nuestra familia deseó tocar nunca- Alanis miró su tarro. Estaba vacío. Suspiró y continuó.
-Mi padre no me volvió a dirigir la palabra desde que llegué a Hogwarts y le dije en donde había tocado, mi madre no fue tan drástica, pero desde entonces hubo una gran barrera entre ella y yo... Cuando ellos murieron no dijeron palabras de consuelo ni de perdón, nada, simplemente se olvidaron de mi. Mi tío Albus fue el único que se ocupó de mi de verdad, como un padre, no le importó que estuviera en Slytherin. Después me fue explicando las razones de por que estaba en esa casa. Me odié a mi misma por haber nacido de esa forma, por nacer con poderes que si llegasen a caer en un mago oscuro sería terrible. Mis poderes provocaron que hubiera dentro de mi un lado oscuro por muchos años, y eso fue lo que el Sombrero Seleccionador sacó a relucir, por tanto quedé en Slytherin antes de poder decidir yo algo. Fue entonces cuando juré que nunca pertenecería de verdad a esa casa, mi vida en Hogwarts no era vida si no pasaba tiempo con los Gryffindor, mi verdadera casa, mis compañeras y compañeros de Slytherin me odiaron por completo, pero a mi no me importaba, estaba haciendo que su casa se fuera al pique...-
Durante el relato Snape no había hecho movimiento alguno, al igual que cuando Alanis terminó. Snape parecía meditar la historia de Alanis, mientras que en la taberna reinaba el bullicio de todos los días concurridos, hasta que por fin levantó la vista.
-Pero era su casa- dijo él, mirándola fijamente. Alanis sostuvo la mirada por unos momentos, haciendo que a Snape volviera a darle ese cosquilleo.
-Era mi maldición- contestó ella.
-Su maldición o su casa, pero usted pertenecía a ella... En casos como el suyo no se puede escoger, nacemos destinados a algo, aunque sea totalmente distinto de lo que queremos, y esa es la parte en la que se crece como personas- contestó Snape fríamente. Alanis no contestó, simplemente posó su mirada en el tarro vacío.
-Mi maldición- dijo ella entre dientes –jamás deseé que mi padre me retirara la palabra o ser una desconocida para mi madre...- dijo ella, mientras dejaba el tarro vacío en la mesa y se recargaba en el respaldo de la silla, pensando.
-Nuestras decisiones construyen nuestra vida, tal vez esa decisión no fue tomada por usted, pero desde hace mucho usted es dueña de su vida, por lo tanto, capaz de tomar sus propias decisiones- Snape había dejado de lado el tono frío de su voz, pero aún así no había mostrado mas que indiferencia. Alanis, acostumbrada a la frialdad de Snape, se estremeció cuando notó que Snape había dejado de lado eso.
-¿No prefiere hablar de otra cosa?- preguntó Alanis, mientras que los recuerdos de su niñez se cernían sobre su memoria, provocando que empezara a exaltarse. Snape lo notó.
-Como desee, por mi solo la estoy esperando a que termine de tomarse lo que sea que está tomando para poder irnos- contestó Snape.
El resto de la visita a Hogsmeade fue mas tranquila. Alanis había optado por fin dejarse acompañar por el profesor Snape, aunque ninguno hablaba con el otro, ambos iban totalmente sumidos en sus pensamientos, por lo tanto, antes de darse cuenta, ya estaban a las puertas del castillo. Snape le abrió la puerta y la dejó pasar. Alanis no se percató de los gestos de amabilidad de Snape, ya que iba muy turbada por sus recuerdos de la niñez, su tiempo en Slytherin, por tanto apenas alcanzó a murmurar un pequeño "gracias" antes de subir a su habitación, sin siquiera dirigir su mirada al profesor Snape, el cual se había dado la vuelta segundos después del agradecimiento de la chica.
Al día siguiente Alanis se metió a la ducha a eso de las siete de la mañana, y después de envolverse en la toalla, salió a su habitación, la cual estaba cubierta totalmente con el vapor que se había formado desde el baño. Tosió un poco y caminó a tientas por espacio de unos segundos, para luego llegar al armario. Sacó sus ropas y apenas iba a desnudarse cuando de pronto notó una sombra en la habitación.
-¿Quién es?- preguntó Alanis con voz firme. A través de sus años en Slytherin había aprendido que no debía mostrar miedo a sus adversarios.
La sombra se movió entre la densa niebla de la habitación, para después de eso adentrarse en la chimenea y desaparecer por completo. Alanis suspiró y se aproximó a la chimenea, en la cual ardían las llamas, bailando de forma alegre, rojas y amarillas, según se viera. Se encontró con las pisadas de un hombre, pero no logró ver bien nada mas, ya que las llamas y la ceniza empezaban a hacer efecto y a desaparecer las huellas.
Alanis se cambió rápidamente, mientras que la niebla en su habitación iba desapareciendo poco a poco, hasta que la habitación quedó totalmente despejada, se acercó al tocador y empezó a peinarse. Después de haberse puesto un sombrero que combinaba perfectamente con su túnica, se dispuso a tomar sus hojas y sus cosas, para salir a su despacho, cuando de pronto, encima de la cama, encontró un botón en el que estaba grabado el escudo de la Casa de Slytherin. Alanis no entendió nada, hasta que tomó el botón en sus manos, el cual cambió su grabado a unas letras verde y plateado que decían "Orgullosamente Slytherin".
Alanis sonrió de nuevo para sí, y se guardó el botón en el bolsillo de su túnica, para después salir de sus habitaciones.
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Gracias por tomarse la molestia de leer este capítulo, y de verdad que les agradecería mucho si me dieran sus opiniones. Creo que les había prometido actualizar cada semana, desgraciadamente eso se me está complicando mucho, ya que no me están dando casi nada de tiempo libre.... Pero trataré de que las actualizaciones sean rápidas, por favor, solo les pido paciencia. Muchas gracias :D
