¡Penúltimo capítulo! ¡A leer!
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Capítulo X
La oscuridad reinaba en el lugar, y Alanis no alcanzaba a distinguir nada, cosa que le molestaba soberanamente, ya que eso frustraba sus planes para escapar. Tenía el tobillo roto. "Estúpido tobillo, siempre te rompes" , pensó Alanis, mientras trataba de levantarse dolorosamente, para darse cuenta que tenía una fea herida en la cabeza. Sentía la sangre correr por sus cabellos en forma de hilillos, así que rompió un trozo de tela en su vestido y se lo colocó en la herida, tratando de contener la hemorragia. Trató de recordar lo que había sucedido y como había llegado ahí.
Había despertado en una de las mañanas mas hermosas de su vida. Severus estaba ahí, con ella. Sin embargo, no tenían tiempo de nada, puesto que tenían que ir a clases. Después de ello habían ido a comer... ¡Eso era! ¡La comida! Alguien había puesto alguna droga en sus alimentos para hacerla dormir. Se fue a sus habitaciones y fue cuando vio ahí a un par de Mortífagos, a quienes identificó como alumnos suyos. En la lucha había ocurrido lo de su pie y luego todo fue negro.
En esos momentos se escuchó el sonido de cadenas moverse, y de cerrojos, por lo que supuso que alguien estaba abriendo una puerta, cosa no errónea, ya que un poco de luz de antorchas la deslumbró durante unos instantes.
-Veo que esta usted bien instalada- dijo una voz fría, en cierto modo con tono burlón. Alanis sintió que la sangre le hervía en las venas, pero no dijo nada. –Verá usted, se que no era bien recibida en su casa, así que le hice el favor de suprimir a su familia, espero que no me desprecie tanto por eso- Dijo Voldemort, mientras se acercaba a Alanis.
-Púdrase en el infierno- exclamó la chica, mientras volteaba su rostro hacia otro lado.
-Que bonito vocabulario tiene, pero no le daré clases de gramática, si no mas bien necesito que usted me de algo a mi, algo muy apreciado.... Algo que me ayudará en mis planes... Y usted sabe que es... Sin embargo, no sabe como dármelo.... Pero yo se.... Lord Voldemort siempre sabe....- Comenzó a caminar hacia la puerta, y se detuvo, como si esperara.
-Maldición, Snape, se supone que me deberías proteger- exclamó Alanis por lo bajo, sin que Voldemort la escuchara.
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-¡Se la han llevado!- exclamó Snape, entrando al despacho de Dumbledore, en donde estaba Harry. Dumbledore se levantó de un salto.
-Fue antes de lo que esperaba, tenemos que movernos- y al instante, salió del despacho, sin dirigir siquiera una mirada a Harry.
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-Vamos preciosa- dijo Voldemort, apoyando su mano en el hombro de Alanis, donde la ropa estaba totalmente desgarrada. Era una mano fría, dura como el hielo, que a Alanis le pareció mas pesada que todas las penas que hubiera cargado alguna vez.
Salieron de la celda. La sangre que salía de la herida en la cabeza iba dejando pequeñas gotas en el suelo, mientras que Alanis estaba a punto de desmayar.
-No, no niña, no puedes desmayarte en estos momentos, si no, no servirás para nada- exclamó Voldemort, examinando a la chica, para caer en cuenta de que tenía una herida en la cabeza. Muy a su pesar, tuvo que aparecer una bolsa de hielo, la cual puso en la cabeza, para hacer que la hemorragia se detuviera.
-¡Argh!- exclamó Alanis, cuando el hielo toco la herida.
-Duele, ¿Verdad que sí? Y eso no es nada comparado con lo que va a pasar si no me ayudas- dijo Voldemort, mientras retiraba el hielo. La hemorragia se había detenido por unos momentos.
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-¡Remus! ¡Sirius! ¡Los necesitamos aquí en el acto!- exclamó Dumbledore, mientras tiraba unos polvos a la chimenea. Luego de eso, se retiró un poco, para dar espacio a las dos personas que estaban saliendo por ahí.
-¡Malditos polvos Flu...!-exclamó Black.
-No hay tiempo para eso, han capturado a Alanis, necesitamos encontrarla- dijo Dumbledore. –Severus, tu sabes donde la podemos encontrar, ¿No es así?- preguntó Dumbledore.
-Si, pero necesito irme ya, la ceremonia esta a punto de comenzar- exclamó Severus, muy a su pesar, y les entregó un trozo de pergamino, para luego salir del castillo apresuradamente.
-Con que aquí es.....- dijo Sirius.
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-Mis amigos están esperándote afuera, todos estamos ansiosos de que llegue la hora- dijo Voldemort sonriendo.
El atardecer estaba en su último punto, sin embargo, el sol todavía no se terminaba de ocultar, por lo que aún se podía llevar a cabo el conjuro. Las tres piedras estaban acomodadas. El como llegaron ahí, Alanis jamás lo supo. Maldijo su vida y su nacimiento, pero de nada servía quejarse, puesto que eso no la iba a ayudar en nada. Alzó su mano , obligada mágicamente por Voldemort, y fue así como la luz solar, en lugar de irse en el atardecer, comenzó a desaparecer atraída hacia Alanis, que comenzaba a quemarse por dentro. Se podía ver como mil oleadas de fuego descendían en un solo punto, sin que éste se debilitara, y fue cuando los Mortífagos comenzaron a reírse como poseídos: Por fin estaban obteniendo lo que querían.
Alanis estaba en total estado de shock, pero aún estaba de pie, absorbiendo toda la energía del sol, hasta que éste comenzó a apagarse poco a poco. Las lágrimas se le saltaron por los ojos sin querer, pero no eran gotas de agua, si no que eran llamas de fuego que comenzaron a esparcirse por todo el valle que estaba a los pies de la mansión donde se llevaba a cabo la ceremonia.
Comenzaron a destruirse lugares gigantescos, y la gente huía despavorida de lo que parecía ser el fin. Alanis cerró los ojos, tratando de impedir que esto volviera a pasar, pero se comenzaron a quemar sus párpados, y no tuvo mas remedio que abrirlos de nuevo.
Las llamaradas comenzaron a crecer en dimensiones, pero ya no se dirigían al valle, si no que se levantaban para formar una sola bola de fuego por encima de las cabezas de los Mortífagos, que contemplaban la escena sin inmutarse, a excepción de uno, que tras su máscara, contemplaba lo lentamente que sufría una persona muy importante para él.
-Niña, necesitaré que mueras, así que te la pongo de dos maneras, si te obligo yo, matarás a magos y muggles, en cambio, si lo haces por tu cuenta, hay esperanzas de que se salven los magos, tu eliges- dijo Voldemort, señalando la gran bola de fuego que flotaba por encima de las cabezas de todos. Alanis observó esto por un instante, toda la destrucción que se había formado, todo lo que iba a resultar de ello, y decidió que si moría, no iba a morir nadie mas con ella.
-¡No!- exclamó con voz enérgica. Debía controlarlo. Muy a pesar del dolor que sentía comenzó a concentrarse. Voldemort pudo percibir eso, por lo que le propinó un buen golpe en la espalda. Pero eso no la venció. Volvió a concentrarse y esta vez lo logró. El fuego comenzó a disminuir, la bola iba desapareciendo.
-¡No hagas eso!- bramó el señor tenebroso. Alanis sonrió con malicia mientras continuaba su labor. Pero algo mas pasó. Un rayo con luz roja alcanzó a Voldemort, quien se hizo para atrás, sorprendido por el impacto, mientras que un montón de gente, también enmascarada, salía de varios lugares. Alanis pudo notar las máscaras blancas de sus defensores y supo quienes eran. Sonrió, y volvió a concentrarse mas.
Los Mortífagos sabían muy bien que llevaban las de perder, ya que no estaban preparados para el ataque, por lo que unos cuantos comenzaron a huir del lugar. La bola de fuego desapareció, y Alanis cayó de rodillas, totalmente débil.
Voldemort trató de tomarla por las muñecas, pero Dumbledore fue mas rápido, y la jaló hacia sí. Le lanzó un hechizo paralizador que Tom buenamente esquivó. Sabía muy bien de que lado estaba la balanza, así que sin mas ni mas, desapareció.
La lucha duró cerca de una hora, en las cuales la vida de la muchacha pendía de un hilo. Por fin las tropas de negro se retiraban, vencidos.
-Vamos mi niña- le dijo Dumbledore paternalmente. No recordó mas.
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Amaneció en el hospital de la escuela. Miró su tobillo, y ya estaba totalmente restablecido. Todo estaba vacío, a excepción del despacho de la enfermera, a quien se le veía trabajar arduamente en una poción. Por fin la dio por terminada y fue a administrársela a ella.
-¡Despertó!- exclamó. Al punto llamó a Dumbledore por la chimenea.
-¡Alanis! Me da gusto que estés bien- le dijo, mientras la abrazaba con fuerza.
-¿Qué pasó?- preguntó la chica débilmente. El anciano le contó con detalle como había estado la cruenta lucha, que Sirius había estado dos semanas en cama y que Remus por poco pierde la vida.
-¡Momento! Si Sirius estuvo cerca de dos semanas en el hospital....-
-Si, así es, tu llevas mucho mas. Las vacaciones ya comenzaron hace una semana. La mayoría del cuerpo de profesores ya están fuera- exclamó alegremente el director.
-¿T.. todos los profesores?- se le había formado un nudo en la garganta.
-Profesor Dumbledore, le llaman en su despacho- La voz gélida fue reconocida al instantes. El director asintió y se despidió de la muchacha, alegando que volvería en unos momentos. Alanis le sonrió y Dumbledore salió.
-Bien- continuó Severus. Y para su sorpresa, el tono frío había aumentado –Tenemos que hablar-
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Ok. Hasta aquí le dejo ya. El próximo capítulo, ¡¡capítulo final!! Se que este me quedó muy frío, pero tenía que acabarlo antes de cierta hora :S Muchas gracias por los RR!!! A todos les agradezco y ojalá que hayan disfrutado el capítulo.
