N/A. CCS no me pertenece, así que sólo tomé prestados sus personajes. Capítulo dedicado a Lau, por haberme dejado un review. ¡¡¡Gracias!!!

Capítulo Tres: Obsesiones

Eriol Hiiraguizawa era el soltero más codiciado de Inglaterra. No solo por el hecho de que era noble, pertenecía al círculo intimo de la familia real, y era millonario. Además, era un hombre arrebatadoramente atractivo; con un cabello oscuro que hacia contraste con sus hermosos ojos azul zafiro, su elevada estatura y su elegante porte. Tenía también un carácter altivo, y era demasiado inteligente. Todo un sueño para la sociedad femenina.

Por esas razones, a sus veinticinco años, ya había tenido más experiencias amorosas que lunes el calendario. Se rumoreaba que integrantes de la misma realeza europea habían pasado por su cama. Además, tenía más admiradoras que cualquier príncipe.

Pero... eso lo aburría. El temperamento misterioso del joven lo inclinaba a ser indiferente a esas cuestiones. Asimismo, su caballerosidad, le impedía jactarse de sus hazañas, limitándose a sonreír enigmáticamente ante cualquier comentario. Hasta la fecha, no se había enamorado y tampoco creía en la existencia del amor.

Estaba acostumbrado a obtener siempre lo que deseaba, nada se le había complicado en algún aspecto. Por eso estaba aburrido.

Hasta hace dos años.

Exactamente, hasta el día en que conoció a la prima de una de sus aventuras. La conoció por casualidad cuando, al ir paseando por el campo, con la esposa de Lord Mizuki, tropezaron con una expedición arqueológica. Kaho quiso desviarse, pero él se sintió interesado en los descubrimientos de los orígenes de su país.

Se bajó del automóvil, seguido de mala gana de su acompañante, que se quejaba del sol.

Estaba interesado en pedazos de antiguas runas, cuando escuchó un saludo en la voz de un hombre que reconoció a Kaho como su sobrina.

La dama hizo las presentaciones; con gesto fastidiado.

-Mi tío, Fujitaka Kinomoto, un experto en cuestiones arqueológicas y catedrático de Cambridge-

- Es un placer conocerlo. Jamás me canso de leer la historia de mi tierra. Sería un honor, si aceptara conversar conmigo una de estas tardes.- Expresó Eriol con sinceridad, mientras estudiaba el rostro amable de su interlocutor.

Antes de que el hombre pudiera responder, llego hasta ellos el sonido de una risa fresca y juvenil, cuya voz, empezó a cantar con alegría.

-Es una linda canción- Reconoció el lord, aunque en realidad estaba impresionado por la tersura de la voz.

Kaho arrugó el ceño, impaciente.

-Será mejor irnos, nos esperan para el almuerzo de Lady Roswell-

-¿Quién canta?- Preguntó Eriol, después de ofrecerle a la mujer una sonrisa indiferente -No recuerdo haber escuchado una voz tan agradable en mucho tiempo-

Fujitaka sonrió ampliamente.

-Mi sobrina, Lord Hiiraguizawa, que siempre nos anima con sus canciones.-

Eriol pensó en la manera de ser presentado, pero el trabajo le fue ahorrado, porque en ese momento apareció por la vereda que daba al lugar donde estaban, una pareja de adolescentes, corriendo con total felicidad.

-¡¡¡Tío, tío!!! ¡Mira lo que hemos encontrado!- Exclamaba feliz una jovencita de unos dieciséis años, que cortó en seco su alegría al reconocer a Kaho. El joven lord quedó asombrado. Jamás había visto ojos tan puros y de expresión tan feliz. No sólo eso, sino que la niña era preciosa, un rostro digno del pincel de un artista ¡y que cabello! Pura seda negra. Además, le llamaba la atención que vistiera ropa masculina, y sus modales tan desenfadados.

La joven apenas lo miró al dedicarle un saludo casual. Fujitaka la presentó como Tomoyo Daidouji, y a su acompañante, un joven de unos dieciocho años, como Yukito Tsukishiro, ayudante y discípulo suyo.

Desde entonces se formó en la cabeza del noble, conquistar a esa niña. Pensó que sería fácil, pero desde el principio recibió desplantes, sirviendo sólo para motivarlo más. Así que, llevaba dos años, decenas de joyas finas, cientos de flores, miles de invitaciones, y todo tipo de regalos desperdiciados.

La mayoría de estos presentes, iban a parar a las manos de Kaho, quien era su intermediaria desde hace un año y la fecha, Eriol sabía que había perdido completamente la cabeza por aquella muchachita que no se había rendido a sus pies.

La última oferta, la había hecho sin esperanzas, pero todavía con la débil expectativa de que diera resultado, al conocer por boca de Lady Mizuki, el trabajo y los problemas de Tomoyo.

Esa era la historia, y aquel día que amenazaba lluvioso, Eriol se quedó sin habla al anunciársele la visita de quien menos se esperó en el mundo: Tomoyo Daidouji.