Disclaimer: Todos los personajes de la serie Sakura Card Captor son
propiedad de Clamp... a excepción de los inventados por mi (ya me estoy
creyendo importante -_-U).
- Diálogo...
"..." pensamientos de los personajes
'...' destacamento de una palabra
*...* algún sonido
·~-·~-·~-·~-·~ cambio de escena
un recuerdo
un sueño
Mi misión en el clan Leng
Capítulo VIII: Encuentro de ¿amigos?
"¿Del odia al amor solo hay un paso...?"
El permanente ruido de la música se escuchaba por todo el lugar. En la discoteca todos bailaban sin cesar, el lugar era grande y equipada de equipo de última generación para el sonido. En la cantina situada a un lado de la pista de baile se encontraba un grupo de mujeres con la mirada fija en cualquier hombre que pasara. Ellas buscaban alguien con quien entretenerse esa noche, tal vez bailar un rato y luego dejarlo en el olvido, como era costumbre en ellas.
- Chicas, miren eso - dijo una de ellas haciendo que todas fijaran su atención a un pequeño grupo de chicos que acababan de entrar al establecimiento.
- Yo me quedo con el de ojos azules - grito una al ver entre ellos a un chico de pelo negro y ojos azules.
- Yo con el morocho que sonríe.
- Yo con el de pelo plateado y anteojos.
- Y yo con el otro morocho que no sonríe.
Las cuatro amigas se miraron con seguridad y se dirigieron a sus presas. Las dos primeras tuvieron éxito al instante, las últimas tuvieron más dificultades.
- Vamos, solo un baile... ¿si? - trataba de intentar una sacar a bailar al chico de anteojos que se negaba rotundamente.
- Oye guapetón... ¿es qué no te atraigo un poquito? - dijo descaradamente la otra con un hombre que solo contestaba con gruñidos - ¡Vamos!, ¡invítame a bailar!
Los dos chicos se miraron a los ojos, uno con preocupación y otro con mal humor.
- Lo siento señoritas - intervino el primero antes de que el segundo respondiera bruscamente - Es solo que en este momento no tenemos ganas de bailar. Más tarde tal vez...
- ¡Más tarde no tendremos ganas de bailar! - gritaron las dos.
El chico solo suspiro, sabía que algo parecido podría suceder pero igual había aceptado la invitación de uno de sus amigos para salir esa noche. No tenía ganas de quedarse en el departamento como siempre, tenía ganas de romper esa monótona rutina.
- Con permiso - interrumpió el segundo retirándose de la mirada de los demás de una forma brusca.
Se podía verlo sentar en una silla del pequeño bar de ese lugar. Comenzando a tomar sin importarle nada.
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Era la madrugada de un domingo que prometía ser soleado. En la habitación del pequeño departamento se podía ver a una chica de cabellos dorados dar volteretas sin despertar. Sus ojos marrones que en ese momento estaban cerrados irradiaban una profunda tranquilidad. Poco a poco se podía observar pequeños rayos del sol traspasar las cortinas blancas.
Un pequeño reloj acomodado en la mesa de luz mostraba la hora que era. Pronto serían las seis de la mañana, hora para despertarse y aprovechar el día.
La cara de la mujer estaba ligeramente manchada, el maquillaje que había utilizado el día anterior no se había quitado como debía ser. Su piel pálida y delicada tenía en los ojos pequeños rayos negros por el delineador y en sus labios se notaba el labial de color rosa que había utilizado aquella noche.
La línea de los segundos llega al número doce y repentinamente empieza a sonar su alarma. La mujer comienza a mascullar por lo bajo mientras trataba de tomar el despertador a ciegas. Finalmente decide levantarse y apagarlo, da un bostezo y comienza a caminar rumbo a la habitación continua a la suya.
Una vez que abre la puerta lentamente fija su vista en las frazadas de la cama. Sus ojos se abren de par en par al descubrir que no había nadie allí. Mira a todos lados ya entrando por completo, nada. Sale a paso rápido del lugar y comenzando a preocuparse. Finalmente ve la figura de la chica en la cocina, comiendo una manzana sin preocupación alguna.
- Buenos días - dijo ella al ver entrar a su amiga.
- Buenos días - contestó sin dejar de verla - Menudo lío el no encontrarte durmiendo a estas horas.
- Lo siento. Pero tenía hambre, además que quería entrenar un poco. Me aburre estar en lugares cerrados.
- No me lo recuerdes - dijo la mujer sentándose a un lado de la chica con pereza - ¿Quieres correr un rato?
- Ya lo hice.
La mujer la miro con asombro.
- ¿Pero que te pasa?, últimamente estas muy cambiada.
- ¿Solo porque me despierto temprano y me preocupo por mi físico?
A Xian Fei le impresionó la mirada que veía en ella. No era la de siempre, dulce y tranquila... Aquella mirada era fría, su cara expresaba seriedad y si ella no la conociera tanto diría que calculadora. Aquello le asusto un poco.
- Lo siento - dijo de improvisto la chica desviando su mirada a la manzana que tenía en su mano - Seguro estarás pensando cualquier cosa por esto.
- La verdad no - contestó.
Ying Fa vio en la cara de su amiga la característica sonrisa tranquilizadora.
- Nunca te entenderé - se atrevió a decir ella con disgusto.
- Esa es una de mis cualidades - sonrío Xian Fei con placer, siempre le gustaba quedar misteriosa ante las personas.
- Bueno - camina hacia un cesto y tira el resto de la manzana - ¿Vamos a correr o nos quedamos perezoneando toda la mañana?
Xian Fei esbozo una sonrisa ante la actitud de su amiga. Había un poco de mandato en esa petición y rebeldía en su mirada. Pensó que esa forma de ser se debería a todas las presiones que tenía frente a ella.
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- ¿Ves por qué te digo que no hay que tomar de más? - dijo un hombre entrando al pequeño departamento con dificultad. Sostenía a duras penas a su amigo de un brazo, a su ayuda estaba una mujer que se divertía de la situación.
- Pero.... hace poco fue su... aniversario - decía el hombre con esfuerzo, cada vez que hablaba su voz ronca se podía oler a la perfección el alcohol que había ingerido esa noche.
- ¿Eso es suficiente para ponerte en este estado? - le reprocho su amigo - A veces no te entiendo Touya.
El hombre no hablo, ni se inmuto ante el reproche hecho por su amigo. Fue llevado hacia un sofá donde se recostó sin dificultad alguna y pocos minutos más tarde quedo envuelto en un profundo sueño.
- Gracias por ayudarme - dijo el hombre viendo a través de sus anteojos a la mujer.
- No fue nada - contestó ella - Fue por lo más... divertido esto - río llevándose una mano a su boca - Nunca me había pasado algo como esto.
- Ni a mi - sonrío Yukito - Es la primera vez que lo veo tomar de esa manera. No es de influencia alcohólica.
- Ya lo note - dijo ella comenzando a caminar hacia el sofá - Con solo tres vasos y cae en este estado. No es de salir mucho, nunca los había visto.
- No somos de ir a lugares nocturnos. A él no le gusta la idea de ir a bailar.
- Por su carácter lo deduje - comenzando a acariciar el rostro del hombre - Además que es muy guapo para ser altanero - un brillo especial adquieren sus ojos marrones intensos.
Yukito mira la escena con una gota en su cabeza, la verdad era que resultaba muy conocida. La chica al sentir la mirada del joven en ella voltea un poco nerviosa.
- ¡Pero que modales los míos! - se quejo con una risa nerviosa - Déjame presentarme... Soy Nakuru - con una mirada divertida ve el asombro de él - Nakuru Akizuki.
- ¿Akizuki dijo? - preguntó con temor el hombre de pelo plateado viendo la afirmación de ella. Una nueva esperanza se encendía en su interior - ¿No te acuerdas de mi Nakuru?, Soy yo, ¡Yukito Tsukishiro!
La mujer lo vio con impacto en sus ojos, nunca habría creído que ese chico era el antiguo juez de las cartas Sakura. Yue...
- E-entonces..... este es..... - señalando al hombre del sofá sin dejar de temblar.
- Tu querido Touya - dijo divertido al ver el grito que daba la guardiana.
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La mañana seguía su rumbo con esplendor, varias personas se veían correr alrededor de la plaza. Una chica de profundos ojos de un color azul grisáceo corría sin parar en un conjunto de la misma tonalidad de sus ojos. A su lado iba al mismo ritmo la mujer de larga cabellera rubia y extraordinarios ojos marrones. Por todo lado que pasaban era muy notable las miradas masculinas que se posaban en sus cuerpos. Pero ninguna hacía caso a ellas.
Iban a doblar una esquina, la primera estaba increíblemente concentrada en lo que hacía, tanto que no se dio cuenta cuando ya estaba en el suelo y una persona bajo ella amortiguando su caída. Ante tal impacto cerro los ojos pero un movimiento brusco le obligó a abrirlos lo más rápido que pudo.
- ¿Eh? - se preguntó viendo hacia abajo de ella, misteriosamente el suelo se movía - ¿Y esto?
- Oye... - se escuchó hablar a la persona - ¿Podrías levantarte para dejarse respirar? - su voz era arisca y se notaba no muy complacida por la situación.
La chica se paro rápidamente viendo a su interlocutor. Frunció el entrecejo al reconocerlo, mala situación.
- ¿Tu aquí? - dijo con un tono de mal humor en su voz.
- ¿Es que acaso me vas a juzgar en todo lo que hago? - contestó tranquilamente, no se iba a inmutar ante su sarcástico comentario - ¿No es este un lugar público?
La chica sintió que su mal humor se convertía en vergüenza. ¿Cómo había llegado a descriminarlo de tal forma cuando él tenía todo el derecho de correr en esa dirección?... Ocultó su rostro, no quería que viesen su sonrojo a causa de su vergüenza.
- Ying Fa - se escuchó la voz preocupada de la mujer rubia - ¿Estas bien?
- Si Xian - contestó la chica disimulando su sonrojo - Li - volteándose al chico - Discúlpame, estaba un poco apurada... y no preste atención al doblar - comenzando a correr al lado de su amiga, la había tomado de la mano de tal forma que a donde ella fuese la otra tendría que acompañarla - Adiós...
El joven de ojos oscuros no contestó, solo se quedo viendo como desaparecían las dos mujeres al doblar una esquina. Analizaba la situación calladamente, como siempre lo había hecho. Su mente trabajaba rápidamente tratando de darle forma a su idea. Ya se había dado cuenta del sonrojo de la chica, algo a causa de la pregunta hecha tan bruscamente. Dio una pequeña sonrisa, se lo merecía.
Una joven apareció tras del chico, aprovechando el pequeño momento de distracción de su hermano fue caminando en forma lenta hacia él. Cuando estaba ubicada a pocos centímetros de su espalda dio un salto acomodándose sobre él.
- ¡Tu que querías salir y no esperarme! - grito desde su lugar.
El joven Li solo dio un pequeño suspiro de resignación. Nunca cambiaría.
- Eres demasiado lenta Fuutie - dijo como toda respuesta el joven - Si te hubiese esperado nunca saldría.
- ¡Que bien que hablas de mi hermanito! - exclamo irónicamente la joven.
El chico hizo un rápido movimiento de su cuerpo haciendo que la mujer cayera en sus brazos. Una vez que la dejo en el suelo se apresuró a hablar mientras comenzaba a caminar en forma rápida.
- Tenemos que apresurarnos se quieres ir a visitar a Fanren.
- ¡Si quiero!
- Entonces comienza a caminar - viendo que la joven no hacía caso - ¿Es que nunca me harás caso?
- No es eso - sonrío su hermana - Solo que me gusta molestarte.
El joven se encogió de hombros, decidió no hacerle caso a ese comentario por esa vez. No merecía que se disgustara con su hermana. Comenzó a caminar sin hacerle caso a los pedidos de Fanren para que la esperara.
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- Me siento feliz pero... ¿existe la felicidad para mi?...
Una densa nube de oscuridad se podía ver alrededor. Nadie había en ese lugar, ni una sombra se distinguiría. Una voz se escuchaba a lo lejos resonante, la voz de una mujer joven.
- No, todos nos merecemos tener un momento feliz en la vida.
Otra voz interrumpió su monótono. Pero, aunque era parecida a la suya, la de aquella mujer sonaba dulce y cálida.
- Todos exepto yo, no me lo merezco. Nunca lo merecí...
- ¡No digas eso!
- Es cierto, sabes que lo es.... Nunca podré descansar en paz.
- Es tu destino....
Una tercera voz comenzó a interferir en esa conversación. Era fría, sin sentimientos.
- ¡Yo no decidí mi destino! - dijo la primera con sufrimiento.
- Pero lo hecho, hecho esta. No puedes hacer nada - continuó fríamente.
- ¡Si que puedes!, lucha ¡Lucha por tu libertad! ¡Lucha por lo que tu crees! - la segunda voz cálida trataba de animar.
- No la escuches, no sabe lo que dice.
- ¡No la escuches a ella!, sabes muy bien lo que yo digo. Hace años que lo sabes.
- ¡¿De que rayos hablan?! - preguntó exasperada la primera y más joven de las tres.
- Lo sabes bien - continuaron las últimas dos convirtiéndose en una - Es tu destino... no puedes escapar a el.... Tu destino es estar con él por la eternidad... no hay trato ni peros que valgan.... casi escapas una vez, la segunda no se perdonará.....
Silencio. No se escuchó nada más, ni una voz o sombra en la oscuridad.
- E-estoy dispuesta a correr el riesgo. No me daré por vencida tan fácil. No esta vez.....
Cuando concluyo de hablar la primera voz ya nada más se escuchó. De repente gritos agudos retumbaron alrededor haciendo eco en el lugar.
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- Me siento un poco rara - se dijo observando su reflejo en el espejo de su pequeño baño - ¿Por qué?
Se podía distinguir a una bella mujer de tan solo veinticinco años mirarse con extrema precisión en sus ojos marrones. Trataba de encontrar una razón a su extrañeza. Tal vez se debería al 'reencuentro' de sus viejos 'conocidos' el día anterior.
- Será porque tome de más. Pero por suerte yo no me desvíe como él... - río divertida al recuerdo - Eso si es de recordar. Si lo encuentro... ¿cómo me comportaré con él?
La mujer se lleva un dedo a la boca, su rostro expresaba duda. Tenía tres cosas para elegir...
- A ver - comienza a verse en el espejo mientras hacía distintas caras - ¿la chica dulce y madura que solo quiere amistad... por el momento? - da una negación con su cabeza en forma brusca - ¡No, no y no! conociendo a Touya, nunca se lo creería.... ¿la joven misteriosa y seductora pero sin salirse de la raya?... mmm, ¡no!
Una gota sale en su pequeña cabeza.
- Esto no va a funcionar...
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La joven aprendiz diseñadora entra a su departamento con desprecio. Odiaba ese país, odiaba esa ciudad y cada día era más notable su humor con todos. Ya no sabía que hacer con su vida, repetidas veces analizaba la situación en forma profunda y no encontraba una respuesta a sus problemas.
Una vez que entra y cierra la puerta con sumo cuidado se descalza tirando sus zapatos sin importancia. Se saca la corbata con expresión de estarse sofocando y la deja en un ropero, cambiándose al instante de su aburrido uniforme a su ropa casual. La que siempre usaba una vez entraba a su departamento.
Cuando sale del cuarto comienza a caminar rumbo a la cocina. Saca un refresco del refrigerador para después sentarse en el gran sofá y comenzar a ver la televisión. Comienza a cambiar los canales con desesperación, ¡no había nada que ver en ese día!
Antes de tirar el control por la ventana - cosa que consideraba hacer - sale corriendo en busca de su equipo de música. Una vez que lo enciende opta por poner uno de sus discos favoritos, dejándose llevar por el compás de la melodía.
Daisuki datta ano uta
furui teepu no naka
chisana kizu
iro asetata itoru
nijinda yowake
Uno de sus discos favoritos... guardado en un gran secreto, nadie lo conocía... una de sus canciones favoritas, una de sus canciones inventadas, al menos eso creía ella....
soshite mata kyou ga kuru
natsu no kaze otsurete
narete yuku hibi no katasumide futto
kodoku ni deau
Sin pensar en los demás, solo en ese momento y que estaba sola. Relajada.....
jidenshi de
doko made mo
kaze okeru hayasa
wasurenai
Relajada, como le gustaba esa palabra... Comenzó a cantar sin abrir los ojos, imaginándose su mundo ideal. Su mundo de sueños....
la la la la utao
sora o miagete
la la la it´s my life
aruiteyukou
watashi no chikara de susumu
hateshi nai kono michi wo
ikutsu mono kousaten
itsumo mayou kedo
nagasaretari oikosaretari shitte
ima o ikiteru
buutsukaru koto
Hubiera seguido cantando en su mundo, en su departamento que para ella era su refugio. Pero algo la interrumpió.....
Sintió un gran dolor en su pecho, el aire no llegaba a sus pulmones, no podía respirar. Sentía sofocarse poco a poco, como la vida se le escapaba lentamente. Un mareo le forzó a tirarse al suelo, ya no le quedaban fuerzas. Sentía como recorrían en su mente distintas imágenes de su vida, la vida que tanto negaba..... Dos aves de un color azul pálido comenzaban a revolotear a su alrededor.
Un intenso llamado la obligaba a recuperar la conciencia, sentía como ardía todo su cuerpo, el terrible dolor de cabeza de la que era víctima a cada momento. Las aves se posaron en sus hombros y un brillo intenso de color azul como ellas comenzó a rodear su cuerpo.
La chica de grandes ojos azules comenzó a sentir como sus fuerzas volvían a ella, ya tenía el poder de manejar su cuerpo. Se levanto a duras penas sin dejar de tocar su cabeza, se sentía extraña. Algo que parecía bastante normal en su agitada rutina.
- ¡Michael! - se escuchaba detrás de la puerta del departamento - ¿No me escucha señorita Strangerson?
La joven comenzó a caminar hacia la puerta principal, su actitud cambio cuando vio de quien se trataba. Su cara se volvió fría, sin expresión de tener sentimientos y su voz cambió a una hostil.
- ¿Usted aquí? - preguntó ella sin modestia de esconder su tono de mal humor.
- Mlle. Strangerson - dijo el joven de apenas algunos años más que ella haciendo una reverencia y besando su mano - El señor desea de sus servicios.
- ¿Ahora? - exclamó extrañada y a la vez enojada - ¿No sabe que estoy en descanso y esta es 'mi' casa?
- Pero el señor dijo...
- ¡El no tiene el suficiente derecho sobre mi para esta falta de respeto joven! - vocifero con su enojo tan conocido por los que trabajaban con ella - ¿Por qué no le dice que espere a mañana para mis servicios?, es lo que cualquier hombre de su altura tomaría.
- Mlle. Strangerson - el joven ya se estaba impacientando, y el ruido de su voz lo decía - Usted sabe a lo que se metía cuando entro a la organización. Ahora la necesitan, no puede darle la espalda a tal acto.
La mujer se estremeció y solo pudo encogerse de hombros, fue a la sala por su cartera negra y acompaño al hombre hacia las escaleras. Necesitaba hablar con él.
- Linda canción - dijo el hombre tratando de iniciar conversación - ¿Quién es el autor?
- No lo sé - trato de disimular su emoción ante alguien que había escuchado una de sus obras - Pero quiero pedirte algo, claro si no es mucha modestia - sabiendo que él haría lo que ella quisiera.
- Dímelo y te apoyaré en todo - le dio una cálida sonrisa - Sabes que eres como mi favorita.
- Gracias - dio una de sus pequeñas y casi inadvertidas sonrisas - Verás, quiero un descanso.
El hombre paro su rumbo y miro a su acompañante con incertidumbre y gran sorpresa.
- ¿Tu un descanso? - dijo dando una pequeña carcajada - ¡¡Pero si hace dos años que no pides nada!!
La chica se enfado ante ese comentario, se sentía ofendida. Prefirió no insultarlo, necesitaba de todas sus fuerzas para convercerlo, y en ese iba en juego su pequeña 'dulzura'.
- Por eso, tengo bastantes vacaciones atrasadas. Quiero uno... - pensando en la petición - no, dos meses por lo menos.
- ¡¿Dos meses?! - grito casi desesperado el hombre - ¡¿Pero qué haremos sin ti en todo ese tiempo?!
- Se las arreglaran como puedas. Pero quiero esos meses, quiero ese descanso - siguió insistiendo hasta convencer al hombre.
- Bueno, veré como me las arreglo para convencer al jefe. Pero dalo por hecho - sonrío sutilmente a su acompañante, la conocía demasiado bien como para temerle.
- Muchas gracias. No sabes el favor que me haces.
El hombre abrió la puerta del estacionamiento para que la mujer pasara primero. Los dos no conversaron más de lo debido en todo ese tiempo. Ambos entraron a un auto descapotado de un color rojo como el fuego con rayas negras, no muy a gusto para la chica.
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- Necesito ayuda... necesito ayuda...... pero....¿a quién se la pido? - se preguntaba sin parar dentro de su habitación.
Se podía ver un pequeño lugar donde había una cama cerca de una ventana que daba hacia los grandes edificios de Hong Kong. Cerca había un gran espejo con un pequeño mueble, a un lado el ropero y una puerta donde daba hacia el baño. De una vasija saca una pequeña llave de oro, se dirige hacia el mueble y con ella abre uno de sus cajones con cerradura. Saca un libro rosa y un pequeño y sofisticado anillo. El poder de sus recuerdos....
- Sé muy bien la respuesta, pero no quiero. ¡Es imposible!, nosotros hemos estado peleados hace años. Esto no puede significar la paz, aunque yo accedí a....
Un silencio permaneció en el cuarto cinco eternos minutos. Ella no podía hacer otra cosa que ver el libro con gran interés y observar el anillo entre sus dedos con sudor. Tenía miedo de que algo pasara.... era lo menos que quería en esos momentos.....
- Clanes..... - dijo en un susurro con ironía - Grandes clanes peleados por el poder, la muerte de dos grandes líderes comienza la pelea..... pelea que duraría años..... hasta ahora - sus ojos se entristecieron sin dejar de ver el pequeño anillo - pero me pregunto... ¿habré hecho bien en aceptar el trato de esa mujer? - tratando de que el anillo entrara en su dedo, pero por una extraña razón no entraba - no lo sé.... solo el tiempo lo dirá..... el tiempo......
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- Buenos días - saludo la mujer que habían conocido la noche anterior - ¿Cómo te encuentras? - fijando su mirada en el hombre de ojos marrones y pelo negro.
- Mejor.
- ¡Nunca había visto a alguien tomar tan poco y quedar emborrachado! - río la mujer sin pensar en lo que decía.
- Este, ¿por qué no dejas que los presente? - preguntó con gran modestia el joven profesor de historia al sentir la tensión del inocente comentario de la joven.
Al ver que los dos le respondían con una cabeceada sonrío dulcemente y comenzó a hablar.
- A ver, él es el que sabe menos de los dos. ¿Le permites que sepa primero tu identidad entes de comenzar a hablar de nuestras vidas? - preguntó a la mujer con gran gentileza.
- Creo que es justo - respondió ella con una pequeña sonrisa al ver a su extraño amigo.
- Touya - volteándose al aludido - ¿No te parece conocida?
- Bastante...
- ¿Podrías adivinar quién es ella?
- No lo creo.
- Bueno, te presento - tomando a la mujer por los hombros y acercándola hacia su amigo - A tu vieja compañera de secundaria - al decir eso el joven abre los ojos desmesuradamente - te presento a...
- Nakuru Akizuki - se apresuró a decir la joven antes de darle un gran abrazo.
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- Que raro - decía la chica leyendo con gran atención una carta que había llegado a su poder hacía varios minutos.
- ¿Qué dice? - preguntó su acompañante con gran interés.
- Algo raro - contestó la joven extrañada.
- ¿Qué es eso raro?
- Algo demasiado raro.
- ¡Dame eso acá! - dijo de mala gana Xian Fei quitándole la carta de sus manos para hacerle una lectura rápida, sus ojos se abrieron de par en par - Nunca pensé que pasaría esto...
- Ni yo tampoco - declaró la chica encogiéndose de hombros.
- Pero ¿qué quieren contigo?
- ¿No esta claro para ti?
- Textualmente no.
- Creo que por primera vez, me siento superior a ti - dijo con una sonrisa triunfante.
- Entonces dime que no entiendo nada.
- Tendrás que esperar... - tomando la carta y leyendo la fecha a la que la citaban - Hasta dentro de un mes.
- ¿Se trata de chantaje?
- No querida madre - dijo en un tono burlón hacia la mujer - Pero quiero que sufras un buen rato.
- ¡Eres mala!
- Y no sabes cuanto... - río por lo bajo viendo la expresión de su 'madre', era muy graciosa.
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La tarde pasaba rápidamente en la ciudad de Hong Kong, pero para ellos, no. En una de las tantas casas de la gran ciudad se encontraban dos jóvenes, uno tratando de hacer comprender y el otro tratando de entender.
Se encontraban en una gran habitación, no tenía mucha decoración. Las paredes eran blancas, estaban intactas. Todo allí era demasiado frío, ordenado.
La chica se paso la mano por sus cabellos negros, tratando de comprender lo dicho por el joven. Él estaba más que irritado, había hablado por más de media hora sobre un ejercicio, pero por más que lo intentaba ella no entendía.
Habían pasado tres semanas desde que había llegado a esa gran ciudad y su recibimiento en la secundaria... no fue del todo buena. Tenía problemas con una de las materias, la peor para ella.
Ya estaba comenzando a cansarse de ser el tutor de ella en matemáticas, y es que en esa materia era MUY torpe para él.
- No entiendo.
- Ya te dije que no puedes sacar ese cinco del ejercicio. Y mucho menos el signo.
- Pero, ¿por qué? - se atrevió a preguntar la chica.
Y eso era lo que más le molestaba de ella, no entendía nada. Era la quinta vez que le preguntaba lo mismo.
- Porque si. Es una regla, no la puedes romper. Como por ejemplo la regla que dice que todos los números elevados a la cero potencia, da como resultado uno.
La chica lo miró con una gota en su cabeza.
- ¡Esto es mas complicado de lo que creía! - dijo mientras cubría su cara con la almohada.
- No es complicada la matemática. Solo es cuestión de entenderla.
- Tu lo dices porque eres de los mejores en la clase - dijo con mirada acusadora viéndolo a los ojos.
Él sostuvo la mirada de ella, si competían podrían quedar en un empate de mirada penetrante. Finalmente volvió su mirada a los apuntes de la chica.
- Tienes que entender esto si quieres pasar el examen. Es sencillo.
La chica se bufó de lo dicho del chico.
- 'Es sencillo' - imitó la voz de él - Para ti es sencillo sabelotodo.
- Yo no te insulté, encima que te trato de ayudar y te quejas - dijo alzando la voz.
- ¡Tu no me gritas!
- ¡Y tu tampoco niña!
- ¡No me trates como niña!
- ¡Lo eres hasta que diga lo contrario!
- ¡No soy tonta!
- ¡Si lo eres!
- ¡Que no!
- ¡Que si!
Se dirigen miradas congelantes. De repente el chico desvía la suya mostrando frustración en su bello rostro.
- Mira lo que me haces decir. Nunca me comporto de esta manera.
- Lo aparentas muy bien - dijo ella volviendo a su mirada fría que la distinguía.
- Y tu que no aprendes nada. Tengo cosas más importantes que hacer en la tarde.
- Nadie te detiene para que te vallas.
Y en verdad, nadie le detenía...
- Le dije al profesor que te ayudaría. Y no me rendiré hasta lograrlo.
- Si tu dices...
Él tomo un lápiz y comenzó a escribir distintas ecuaciones, la chica miraba todo con los ojos abiertos.
- Que... que haces...
- Tratando de ayudarte a comprender - dijo tomando la mano de la chica, cosa que la sobresalto un poco, y entregándole el lápiz - A ver, supongo que sabrás resolver algo tan fácil como esto - ella le mira con una gota en su cabeza - Quiero ver como lo haces.
La gota creció más en la frente de ella.
Definitivamente esa tarde sería larga...
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- ¡Oigan! - grito por detrás de unas cajas la voz de una mujer - Chicos.
La mujer se hacía paso entre la multitud con una gran sonrisa. Hacía unas semanas se había encontrado de nuevo con sus viejos amigos de Tomoeda y eso le hacía mucha gracia. Le había dicho a su 'primo' que tendría que esperarla ya que su viaje había sido suspendido a causa de fuerzas mayores, por lo menos para ella.
- ¡Traje una amiga! - les dijo con una energía irreconocible a ellos - ¿Me esperan un poco?
Fue hacia una tienda de modas apresuradamente, cuando salió todos se encontraron frente a una joven de gran cabellera marrón con rizos en las puntas. Las dos jóvenes vieron a los hombres frente a ellas y se dieron miradas furtivas, algo tramaban entre ellas.
- Les presento - comenzó a decir la señorita Akizuki - A mi 'gran' amiga: Natalia Kiang.
- Un placer conocer a dos amigos nuevos de Nakuru - dijo la joven viendo a los chicos fijamente - Aunque ya los había visto la noche de la discoteca, creo - observando a Yukito con una mirada coqueta.
- Si, eras la chica que bailaba con Yuki - afirmo Touya sin importancia.
- Y muy bien que digamos - afirmo Natalia.
- ¿Vamos a comer unos helados? - pregunto Nakuru llevando a todos hacia una heladería - ¡No desayune ni almorcé nada y tengo mucha hambre!
- Eso explica tu actitud en la mañana - razono la amiga - Fue la primera vez que te vi equivocarte en una de tus sesiones de limpieza - río por lo bajo recordando aquella mañana.
- ¿Sesiones de limpieza? - preguntó Touya extrañado.
- ¿De qué trabajas Nakuru? - preguntó Yukito.
- ¿Yo? - río la chica mientras hacía una pequeña cuenta con sus dedos - Veamos, actualmente soy cosmetologa - viendo a sus invitados - Hice un curso de dos años de cosmetología, ahora trabajo como una profesional en esa materia.
- ¡Pero eso no es todo! - exclamo Natalia - ¡Anda!, cuéntale tus pasatiempos.
- Bueno, estudie cocina china - dijo con gran emoción - ¡Me encanta esa cocina!... después hice otro curso con otra amiga de platos dulces y salados. Terminé graduándome en la cocina para volver a hacer el curso de cocina internacional.
- ¡Y ahora es de las mejores en la cocina! - afirmo orgullosa su amiga - ¡Tendrían que comer algo preparado por ella!
- Pero... pero.... ¿estas segura que cocina bien? - pregunto impresionado por la información recibida Yukito.
- ¡Claro!, ¿por qué?
- Porque yo recuerdo que en la secundaria todo lo que nos hacía estaba envenenado - dijo Touya en forma ruda - Y al final nosotros sufríamos del estomago.
- ¡Y eso fue muy gracioso!
La antigua guardiana de la reencarnación de Clow comenzó a reír sin poder aguantarlo más. Hacía años que no veía a sus amigos y esa reacción, que misteriosamente ella esperaba, era de lo más graciosa. ¿Qué persona cuerda de Londres diría tal cosa a la gran cocinera y cosmetologa Nakuru Akizuki?.... Definitivamente eso era algo para recordar.
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Un gran vacío sentía en su pecho. El deseo de ayudar crecía en su alma y eso le daba ganas por seguir con su misión. Una que era de suma importancia para la vida de mortales comunes, y de grandes hechiceros de todos los tiempos. Entra a la gran sala repleta de libros, evita ágilmente caer a causa de uno de ellos y se dirige a un sillón de terciopelo rojo. Mira al joven hechicero que ocupaba el lugar en ese cómodo sillón y decide hablar, se moría de ganas de saber la verdad. Quería saber cada día más, se interesaba demasiado en esas cosas.
- ¿Encontraste algo? - preguntó en voz baja, tratando de no interrumpir al joven de ojos azules. Él solo sonrío ante el gesto de su inseparable amiga.
- No hay mucha información - declaró con desaliento - Al parecer, en la época de Clow no fue. Habrá que buscar por otros medios.
- ¿Y qué tienes planeado? - preguntó observando el rostro del joven.
- ¿Qué piensas tu que haré yo? - dijo con una mirada divertida.
La chica se sonrojo al ver la cara del joven y solo atino a esquivar su mirada.
- N-no sé...¿me lo puedes decir?
- Por el momento... no - viendo el asombro de la chica - Es más bien una hipótesis, no quiero utilizarla hasta que llegue el momento.
- Sabes más que yo. Eres más experimentado que yo...
- No tanto - respondió con una sonrisa - Solo que tuve la 'suerte' de ser 'solo una reencarnación'.
La chica hizo una exclamación con emoción, le encantaba ser amiga de tal sujeto. Pero ella quería algo más... algo imposible para ella, imposible de alcanzar.
- Eres fascinante Eriol.
El joven se volteo hacia ella, era la primera vez que escuchaba esa frase provenir de Kaori.
- Tu también tienes poder - sentenció el hechicero - Solo es cuestión de darle tiempo para que valla surgiendo en ti.
- ¿Tu crees eso? - preguntó nerviosa.
- No lo creo, lo afirmo.
Ella dio una gran sonrisa a su amigo. Le gustaba la idea de ser elogiada por él al menos una vez. Siempre era ella la que tenía que elogiarlo, y no porque él lo quisiera. Era algo que salía espontáneamente de su cuerpo, no lo podía retener aunque quisiera.
Tal vez... con el tiempo... pueda hacer ver al chico lo tan importante que era para ella.... estar a su lado..... protegerlo y ser protegida al mismo tiempo..... sonrío..... eso no era imposible.....
Notas de la Autora: Idem, vedme aquí. Terminando en dos días este pequeño capítulo para mis queridos lectores. Porque si, me he enterado que alguien al menos puede leer este fic. Eso me pone demasiado contenta ^^, que no importe que tal vez la mayoría que lea esto son mis amigos -_-U
Muy bien, ¿quieren avances?... yo creo que no..... no es que no los quisiera poner o que no se lo merecieran, es solo que: ¿en verdad quieren que les de los avances para que se retuersan de ganas de ver el cap. cuando soy tan lenta sin inspiración?.... creo que la respuesta es sencilla, si alguien los quiere que me los pida por mail. No creo poner los avances nunca más en el fic, eso lo veremos más adelante. Si en verdad los quieren es porque son masoquistas :P
Saludos a Marina, Megumi y Oracle que andan por ahí.
Muchos, muchos pero muchos besos a TODOS los que me dan ánimos para seguir adelante con la historia, ya que sin ellos seguramente nunca seguiría escribiendo.
Besos a todos y nos leemos!!!!!
Kaoru Kinomoto (no tan acostumbrada como quisiera a este nick ^^U).
- Diálogo...
"..." pensamientos de los personajes
'...' destacamento de una palabra
*...* algún sonido
·~-·~-·~-·~-·~ cambio de escena
un recuerdo
un sueño
Mi misión en el clan Leng
Capítulo VIII: Encuentro de ¿amigos?
"¿Del odia al amor solo hay un paso...?"
El permanente ruido de la música se escuchaba por todo el lugar. En la discoteca todos bailaban sin cesar, el lugar era grande y equipada de equipo de última generación para el sonido. En la cantina situada a un lado de la pista de baile se encontraba un grupo de mujeres con la mirada fija en cualquier hombre que pasara. Ellas buscaban alguien con quien entretenerse esa noche, tal vez bailar un rato y luego dejarlo en el olvido, como era costumbre en ellas.
- Chicas, miren eso - dijo una de ellas haciendo que todas fijaran su atención a un pequeño grupo de chicos que acababan de entrar al establecimiento.
- Yo me quedo con el de ojos azules - grito una al ver entre ellos a un chico de pelo negro y ojos azules.
- Yo con el morocho que sonríe.
- Yo con el de pelo plateado y anteojos.
- Y yo con el otro morocho que no sonríe.
Las cuatro amigas se miraron con seguridad y se dirigieron a sus presas. Las dos primeras tuvieron éxito al instante, las últimas tuvieron más dificultades.
- Vamos, solo un baile... ¿si? - trataba de intentar una sacar a bailar al chico de anteojos que se negaba rotundamente.
- Oye guapetón... ¿es qué no te atraigo un poquito? - dijo descaradamente la otra con un hombre que solo contestaba con gruñidos - ¡Vamos!, ¡invítame a bailar!
Los dos chicos se miraron a los ojos, uno con preocupación y otro con mal humor.
- Lo siento señoritas - intervino el primero antes de que el segundo respondiera bruscamente - Es solo que en este momento no tenemos ganas de bailar. Más tarde tal vez...
- ¡Más tarde no tendremos ganas de bailar! - gritaron las dos.
El chico solo suspiro, sabía que algo parecido podría suceder pero igual había aceptado la invitación de uno de sus amigos para salir esa noche. No tenía ganas de quedarse en el departamento como siempre, tenía ganas de romper esa monótona rutina.
- Con permiso - interrumpió el segundo retirándose de la mirada de los demás de una forma brusca.
Se podía verlo sentar en una silla del pequeño bar de ese lugar. Comenzando a tomar sin importarle nada.
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Era la madrugada de un domingo que prometía ser soleado. En la habitación del pequeño departamento se podía ver a una chica de cabellos dorados dar volteretas sin despertar. Sus ojos marrones que en ese momento estaban cerrados irradiaban una profunda tranquilidad. Poco a poco se podía observar pequeños rayos del sol traspasar las cortinas blancas.
Un pequeño reloj acomodado en la mesa de luz mostraba la hora que era. Pronto serían las seis de la mañana, hora para despertarse y aprovechar el día.
La cara de la mujer estaba ligeramente manchada, el maquillaje que había utilizado el día anterior no se había quitado como debía ser. Su piel pálida y delicada tenía en los ojos pequeños rayos negros por el delineador y en sus labios se notaba el labial de color rosa que había utilizado aquella noche.
La línea de los segundos llega al número doce y repentinamente empieza a sonar su alarma. La mujer comienza a mascullar por lo bajo mientras trataba de tomar el despertador a ciegas. Finalmente decide levantarse y apagarlo, da un bostezo y comienza a caminar rumbo a la habitación continua a la suya.
Una vez que abre la puerta lentamente fija su vista en las frazadas de la cama. Sus ojos se abren de par en par al descubrir que no había nadie allí. Mira a todos lados ya entrando por completo, nada. Sale a paso rápido del lugar y comenzando a preocuparse. Finalmente ve la figura de la chica en la cocina, comiendo una manzana sin preocupación alguna.
- Buenos días - dijo ella al ver entrar a su amiga.
- Buenos días - contestó sin dejar de verla - Menudo lío el no encontrarte durmiendo a estas horas.
- Lo siento. Pero tenía hambre, además que quería entrenar un poco. Me aburre estar en lugares cerrados.
- No me lo recuerdes - dijo la mujer sentándose a un lado de la chica con pereza - ¿Quieres correr un rato?
- Ya lo hice.
La mujer la miro con asombro.
- ¿Pero que te pasa?, últimamente estas muy cambiada.
- ¿Solo porque me despierto temprano y me preocupo por mi físico?
A Xian Fei le impresionó la mirada que veía en ella. No era la de siempre, dulce y tranquila... Aquella mirada era fría, su cara expresaba seriedad y si ella no la conociera tanto diría que calculadora. Aquello le asusto un poco.
- Lo siento - dijo de improvisto la chica desviando su mirada a la manzana que tenía en su mano - Seguro estarás pensando cualquier cosa por esto.
- La verdad no - contestó.
Ying Fa vio en la cara de su amiga la característica sonrisa tranquilizadora.
- Nunca te entenderé - se atrevió a decir ella con disgusto.
- Esa es una de mis cualidades - sonrío Xian Fei con placer, siempre le gustaba quedar misteriosa ante las personas.
- Bueno - camina hacia un cesto y tira el resto de la manzana - ¿Vamos a correr o nos quedamos perezoneando toda la mañana?
Xian Fei esbozo una sonrisa ante la actitud de su amiga. Había un poco de mandato en esa petición y rebeldía en su mirada. Pensó que esa forma de ser se debería a todas las presiones que tenía frente a ella.
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- ¿Ves por qué te digo que no hay que tomar de más? - dijo un hombre entrando al pequeño departamento con dificultad. Sostenía a duras penas a su amigo de un brazo, a su ayuda estaba una mujer que se divertía de la situación.
- Pero.... hace poco fue su... aniversario - decía el hombre con esfuerzo, cada vez que hablaba su voz ronca se podía oler a la perfección el alcohol que había ingerido esa noche.
- ¿Eso es suficiente para ponerte en este estado? - le reprocho su amigo - A veces no te entiendo Touya.
El hombre no hablo, ni se inmuto ante el reproche hecho por su amigo. Fue llevado hacia un sofá donde se recostó sin dificultad alguna y pocos minutos más tarde quedo envuelto en un profundo sueño.
- Gracias por ayudarme - dijo el hombre viendo a través de sus anteojos a la mujer.
- No fue nada - contestó ella - Fue por lo más... divertido esto - río llevándose una mano a su boca - Nunca me había pasado algo como esto.
- Ni a mi - sonrío Yukito - Es la primera vez que lo veo tomar de esa manera. No es de influencia alcohólica.
- Ya lo note - dijo ella comenzando a caminar hacia el sofá - Con solo tres vasos y cae en este estado. No es de salir mucho, nunca los había visto.
- No somos de ir a lugares nocturnos. A él no le gusta la idea de ir a bailar.
- Por su carácter lo deduje - comenzando a acariciar el rostro del hombre - Además que es muy guapo para ser altanero - un brillo especial adquieren sus ojos marrones intensos.
Yukito mira la escena con una gota en su cabeza, la verdad era que resultaba muy conocida. La chica al sentir la mirada del joven en ella voltea un poco nerviosa.
- ¡Pero que modales los míos! - se quejo con una risa nerviosa - Déjame presentarme... Soy Nakuru - con una mirada divertida ve el asombro de él - Nakuru Akizuki.
- ¿Akizuki dijo? - preguntó con temor el hombre de pelo plateado viendo la afirmación de ella. Una nueva esperanza se encendía en su interior - ¿No te acuerdas de mi Nakuru?, Soy yo, ¡Yukito Tsukishiro!
La mujer lo vio con impacto en sus ojos, nunca habría creído que ese chico era el antiguo juez de las cartas Sakura. Yue...
- E-entonces..... este es..... - señalando al hombre del sofá sin dejar de temblar.
- Tu querido Touya - dijo divertido al ver el grito que daba la guardiana.
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La mañana seguía su rumbo con esplendor, varias personas se veían correr alrededor de la plaza. Una chica de profundos ojos de un color azul grisáceo corría sin parar en un conjunto de la misma tonalidad de sus ojos. A su lado iba al mismo ritmo la mujer de larga cabellera rubia y extraordinarios ojos marrones. Por todo lado que pasaban era muy notable las miradas masculinas que se posaban en sus cuerpos. Pero ninguna hacía caso a ellas.
Iban a doblar una esquina, la primera estaba increíblemente concentrada en lo que hacía, tanto que no se dio cuenta cuando ya estaba en el suelo y una persona bajo ella amortiguando su caída. Ante tal impacto cerro los ojos pero un movimiento brusco le obligó a abrirlos lo más rápido que pudo.
- ¿Eh? - se preguntó viendo hacia abajo de ella, misteriosamente el suelo se movía - ¿Y esto?
- Oye... - se escuchó hablar a la persona - ¿Podrías levantarte para dejarse respirar? - su voz era arisca y se notaba no muy complacida por la situación.
La chica se paro rápidamente viendo a su interlocutor. Frunció el entrecejo al reconocerlo, mala situación.
- ¿Tu aquí? - dijo con un tono de mal humor en su voz.
- ¿Es que acaso me vas a juzgar en todo lo que hago? - contestó tranquilamente, no se iba a inmutar ante su sarcástico comentario - ¿No es este un lugar público?
La chica sintió que su mal humor se convertía en vergüenza. ¿Cómo había llegado a descriminarlo de tal forma cuando él tenía todo el derecho de correr en esa dirección?... Ocultó su rostro, no quería que viesen su sonrojo a causa de su vergüenza.
- Ying Fa - se escuchó la voz preocupada de la mujer rubia - ¿Estas bien?
- Si Xian - contestó la chica disimulando su sonrojo - Li - volteándose al chico - Discúlpame, estaba un poco apurada... y no preste atención al doblar - comenzando a correr al lado de su amiga, la había tomado de la mano de tal forma que a donde ella fuese la otra tendría que acompañarla - Adiós...
El joven de ojos oscuros no contestó, solo se quedo viendo como desaparecían las dos mujeres al doblar una esquina. Analizaba la situación calladamente, como siempre lo había hecho. Su mente trabajaba rápidamente tratando de darle forma a su idea. Ya se había dado cuenta del sonrojo de la chica, algo a causa de la pregunta hecha tan bruscamente. Dio una pequeña sonrisa, se lo merecía.
Una joven apareció tras del chico, aprovechando el pequeño momento de distracción de su hermano fue caminando en forma lenta hacia él. Cuando estaba ubicada a pocos centímetros de su espalda dio un salto acomodándose sobre él.
- ¡Tu que querías salir y no esperarme! - grito desde su lugar.
El joven Li solo dio un pequeño suspiro de resignación. Nunca cambiaría.
- Eres demasiado lenta Fuutie - dijo como toda respuesta el joven - Si te hubiese esperado nunca saldría.
- ¡Que bien que hablas de mi hermanito! - exclamo irónicamente la joven.
El chico hizo un rápido movimiento de su cuerpo haciendo que la mujer cayera en sus brazos. Una vez que la dejo en el suelo se apresuró a hablar mientras comenzaba a caminar en forma rápida.
- Tenemos que apresurarnos se quieres ir a visitar a Fanren.
- ¡Si quiero!
- Entonces comienza a caminar - viendo que la joven no hacía caso - ¿Es que nunca me harás caso?
- No es eso - sonrío su hermana - Solo que me gusta molestarte.
El joven se encogió de hombros, decidió no hacerle caso a ese comentario por esa vez. No merecía que se disgustara con su hermana. Comenzó a caminar sin hacerle caso a los pedidos de Fanren para que la esperara.
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- Me siento feliz pero... ¿existe la felicidad para mi?...
Una densa nube de oscuridad se podía ver alrededor. Nadie había en ese lugar, ni una sombra se distinguiría. Una voz se escuchaba a lo lejos resonante, la voz de una mujer joven.
- No, todos nos merecemos tener un momento feliz en la vida.
Otra voz interrumpió su monótono. Pero, aunque era parecida a la suya, la de aquella mujer sonaba dulce y cálida.
- Todos exepto yo, no me lo merezco. Nunca lo merecí...
- ¡No digas eso!
- Es cierto, sabes que lo es.... Nunca podré descansar en paz.
- Es tu destino....
Una tercera voz comenzó a interferir en esa conversación. Era fría, sin sentimientos.
- ¡Yo no decidí mi destino! - dijo la primera con sufrimiento.
- Pero lo hecho, hecho esta. No puedes hacer nada - continuó fríamente.
- ¡Si que puedes!, lucha ¡Lucha por tu libertad! ¡Lucha por lo que tu crees! - la segunda voz cálida trataba de animar.
- No la escuches, no sabe lo que dice.
- ¡No la escuches a ella!, sabes muy bien lo que yo digo. Hace años que lo sabes.
- ¡¿De que rayos hablan?! - preguntó exasperada la primera y más joven de las tres.
- Lo sabes bien - continuaron las últimas dos convirtiéndose en una - Es tu destino... no puedes escapar a el.... Tu destino es estar con él por la eternidad... no hay trato ni peros que valgan.... casi escapas una vez, la segunda no se perdonará.....
Silencio. No se escuchó nada más, ni una voz o sombra en la oscuridad.
- E-estoy dispuesta a correr el riesgo. No me daré por vencida tan fácil. No esta vez.....
Cuando concluyo de hablar la primera voz ya nada más se escuchó. De repente gritos agudos retumbaron alrededor haciendo eco en el lugar.
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- Me siento un poco rara - se dijo observando su reflejo en el espejo de su pequeño baño - ¿Por qué?
Se podía distinguir a una bella mujer de tan solo veinticinco años mirarse con extrema precisión en sus ojos marrones. Trataba de encontrar una razón a su extrañeza. Tal vez se debería al 'reencuentro' de sus viejos 'conocidos' el día anterior.
- Será porque tome de más. Pero por suerte yo no me desvíe como él... - río divertida al recuerdo - Eso si es de recordar. Si lo encuentro... ¿cómo me comportaré con él?
La mujer se lleva un dedo a la boca, su rostro expresaba duda. Tenía tres cosas para elegir...
- A ver - comienza a verse en el espejo mientras hacía distintas caras - ¿la chica dulce y madura que solo quiere amistad... por el momento? - da una negación con su cabeza en forma brusca - ¡No, no y no! conociendo a Touya, nunca se lo creería.... ¿la joven misteriosa y seductora pero sin salirse de la raya?... mmm, ¡no!
Una gota sale en su pequeña cabeza.
- Esto no va a funcionar...
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La joven aprendiz diseñadora entra a su departamento con desprecio. Odiaba ese país, odiaba esa ciudad y cada día era más notable su humor con todos. Ya no sabía que hacer con su vida, repetidas veces analizaba la situación en forma profunda y no encontraba una respuesta a sus problemas.
Una vez que entra y cierra la puerta con sumo cuidado se descalza tirando sus zapatos sin importancia. Se saca la corbata con expresión de estarse sofocando y la deja en un ropero, cambiándose al instante de su aburrido uniforme a su ropa casual. La que siempre usaba una vez entraba a su departamento.
Cuando sale del cuarto comienza a caminar rumbo a la cocina. Saca un refresco del refrigerador para después sentarse en el gran sofá y comenzar a ver la televisión. Comienza a cambiar los canales con desesperación, ¡no había nada que ver en ese día!
Antes de tirar el control por la ventana - cosa que consideraba hacer - sale corriendo en busca de su equipo de música. Una vez que lo enciende opta por poner uno de sus discos favoritos, dejándose llevar por el compás de la melodía.
Daisuki datta ano uta
furui teepu no naka
chisana kizu
iro asetata itoru
nijinda yowake
Uno de sus discos favoritos... guardado en un gran secreto, nadie lo conocía... una de sus canciones favoritas, una de sus canciones inventadas, al menos eso creía ella....
soshite mata kyou ga kuru
natsu no kaze otsurete
narete yuku hibi no katasumide futto
kodoku ni deau
Sin pensar en los demás, solo en ese momento y que estaba sola. Relajada.....
jidenshi de
doko made mo
kaze okeru hayasa
wasurenai
Relajada, como le gustaba esa palabra... Comenzó a cantar sin abrir los ojos, imaginándose su mundo ideal. Su mundo de sueños....
la la la la utao
sora o miagete
la la la it´s my life
aruiteyukou
watashi no chikara de susumu
hateshi nai kono michi wo
ikutsu mono kousaten
itsumo mayou kedo
nagasaretari oikosaretari shitte
ima o ikiteru
buutsukaru koto
Hubiera seguido cantando en su mundo, en su departamento que para ella era su refugio. Pero algo la interrumpió.....
Sintió un gran dolor en su pecho, el aire no llegaba a sus pulmones, no podía respirar. Sentía sofocarse poco a poco, como la vida se le escapaba lentamente. Un mareo le forzó a tirarse al suelo, ya no le quedaban fuerzas. Sentía como recorrían en su mente distintas imágenes de su vida, la vida que tanto negaba..... Dos aves de un color azul pálido comenzaban a revolotear a su alrededor.
Un intenso llamado la obligaba a recuperar la conciencia, sentía como ardía todo su cuerpo, el terrible dolor de cabeza de la que era víctima a cada momento. Las aves se posaron en sus hombros y un brillo intenso de color azul como ellas comenzó a rodear su cuerpo.
La chica de grandes ojos azules comenzó a sentir como sus fuerzas volvían a ella, ya tenía el poder de manejar su cuerpo. Se levanto a duras penas sin dejar de tocar su cabeza, se sentía extraña. Algo que parecía bastante normal en su agitada rutina.
- ¡Michael! - se escuchaba detrás de la puerta del departamento - ¿No me escucha señorita Strangerson?
La joven comenzó a caminar hacia la puerta principal, su actitud cambio cuando vio de quien se trataba. Su cara se volvió fría, sin expresión de tener sentimientos y su voz cambió a una hostil.
- ¿Usted aquí? - preguntó ella sin modestia de esconder su tono de mal humor.
- Mlle. Strangerson - dijo el joven de apenas algunos años más que ella haciendo una reverencia y besando su mano - El señor desea de sus servicios.
- ¿Ahora? - exclamó extrañada y a la vez enojada - ¿No sabe que estoy en descanso y esta es 'mi' casa?
- Pero el señor dijo...
- ¡El no tiene el suficiente derecho sobre mi para esta falta de respeto joven! - vocifero con su enojo tan conocido por los que trabajaban con ella - ¿Por qué no le dice que espere a mañana para mis servicios?, es lo que cualquier hombre de su altura tomaría.
- Mlle. Strangerson - el joven ya se estaba impacientando, y el ruido de su voz lo decía - Usted sabe a lo que se metía cuando entro a la organización. Ahora la necesitan, no puede darle la espalda a tal acto.
La mujer se estremeció y solo pudo encogerse de hombros, fue a la sala por su cartera negra y acompaño al hombre hacia las escaleras. Necesitaba hablar con él.
- Linda canción - dijo el hombre tratando de iniciar conversación - ¿Quién es el autor?
- No lo sé - trato de disimular su emoción ante alguien que había escuchado una de sus obras - Pero quiero pedirte algo, claro si no es mucha modestia - sabiendo que él haría lo que ella quisiera.
- Dímelo y te apoyaré en todo - le dio una cálida sonrisa - Sabes que eres como mi favorita.
- Gracias - dio una de sus pequeñas y casi inadvertidas sonrisas - Verás, quiero un descanso.
El hombre paro su rumbo y miro a su acompañante con incertidumbre y gran sorpresa.
- ¿Tu un descanso? - dijo dando una pequeña carcajada - ¡¡Pero si hace dos años que no pides nada!!
La chica se enfado ante ese comentario, se sentía ofendida. Prefirió no insultarlo, necesitaba de todas sus fuerzas para convercerlo, y en ese iba en juego su pequeña 'dulzura'.
- Por eso, tengo bastantes vacaciones atrasadas. Quiero uno... - pensando en la petición - no, dos meses por lo menos.
- ¡¿Dos meses?! - grito casi desesperado el hombre - ¡¿Pero qué haremos sin ti en todo ese tiempo?!
- Se las arreglaran como puedas. Pero quiero esos meses, quiero ese descanso - siguió insistiendo hasta convencer al hombre.
- Bueno, veré como me las arreglo para convencer al jefe. Pero dalo por hecho - sonrío sutilmente a su acompañante, la conocía demasiado bien como para temerle.
- Muchas gracias. No sabes el favor que me haces.
El hombre abrió la puerta del estacionamiento para que la mujer pasara primero. Los dos no conversaron más de lo debido en todo ese tiempo. Ambos entraron a un auto descapotado de un color rojo como el fuego con rayas negras, no muy a gusto para la chica.
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- Necesito ayuda... necesito ayuda...... pero....¿a quién se la pido? - se preguntaba sin parar dentro de su habitación.
Se podía ver un pequeño lugar donde había una cama cerca de una ventana que daba hacia los grandes edificios de Hong Kong. Cerca había un gran espejo con un pequeño mueble, a un lado el ropero y una puerta donde daba hacia el baño. De una vasija saca una pequeña llave de oro, se dirige hacia el mueble y con ella abre uno de sus cajones con cerradura. Saca un libro rosa y un pequeño y sofisticado anillo. El poder de sus recuerdos....
- Sé muy bien la respuesta, pero no quiero. ¡Es imposible!, nosotros hemos estado peleados hace años. Esto no puede significar la paz, aunque yo accedí a....
Un silencio permaneció en el cuarto cinco eternos minutos. Ella no podía hacer otra cosa que ver el libro con gran interés y observar el anillo entre sus dedos con sudor. Tenía miedo de que algo pasara.... era lo menos que quería en esos momentos.....
- Clanes..... - dijo en un susurro con ironía - Grandes clanes peleados por el poder, la muerte de dos grandes líderes comienza la pelea..... pelea que duraría años..... hasta ahora - sus ojos se entristecieron sin dejar de ver el pequeño anillo - pero me pregunto... ¿habré hecho bien en aceptar el trato de esa mujer? - tratando de que el anillo entrara en su dedo, pero por una extraña razón no entraba - no lo sé.... solo el tiempo lo dirá..... el tiempo......
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- Buenos días - saludo la mujer que habían conocido la noche anterior - ¿Cómo te encuentras? - fijando su mirada en el hombre de ojos marrones y pelo negro.
- Mejor.
- ¡Nunca había visto a alguien tomar tan poco y quedar emborrachado! - río la mujer sin pensar en lo que decía.
- Este, ¿por qué no dejas que los presente? - preguntó con gran modestia el joven profesor de historia al sentir la tensión del inocente comentario de la joven.
Al ver que los dos le respondían con una cabeceada sonrío dulcemente y comenzó a hablar.
- A ver, él es el que sabe menos de los dos. ¿Le permites que sepa primero tu identidad entes de comenzar a hablar de nuestras vidas? - preguntó a la mujer con gran gentileza.
- Creo que es justo - respondió ella con una pequeña sonrisa al ver a su extraño amigo.
- Touya - volteándose al aludido - ¿No te parece conocida?
- Bastante...
- ¿Podrías adivinar quién es ella?
- No lo creo.
- Bueno, te presento - tomando a la mujer por los hombros y acercándola hacia su amigo - A tu vieja compañera de secundaria - al decir eso el joven abre los ojos desmesuradamente - te presento a...
- Nakuru Akizuki - se apresuró a decir la joven antes de darle un gran abrazo.
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- Que raro - decía la chica leyendo con gran atención una carta que había llegado a su poder hacía varios minutos.
- ¿Qué dice? - preguntó su acompañante con gran interés.
- Algo raro - contestó la joven extrañada.
- ¿Qué es eso raro?
- Algo demasiado raro.
- ¡Dame eso acá! - dijo de mala gana Xian Fei quitándole la carta de sus manos para hacerle una lectura rápida, sus ojos se abrieron de par en par - Nunca pensé que pasaría esto...
- Ni yo tampoco - declaró la chica encogiéndose de hombros.
- Pero ¿qué quieren contigo?
- ¿No esta claro para ti?
- Textualmente no.
- Creo que por primera vez, me siento superior a ti - dijo con una sonrisa triunfante.
- Entonces dime que no entiendo nada.
- Tendrás que esperar... - tomando la carta y leyendo la fecha a la que la citaban - Hasta dentro de un mes.
- ¿Se trata de chantaje?
- No querida madre - dijo en un tono burlón hacia la mujer - Pero quiero que sufras un buen rato.
- ¡Eres mala!
- Y no sabes cuanto... - río por lo bajo viendo la expresión de su 'madre', era muy graciosa.
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La tarde pasaba rápidamente en la ciudad de Hong Kong, pero para ellos, no. En una de las tantas casas de la gran ciudad se encontraban dos jóvenes, uno tratando de hacer comprender y el otro tratando de entender.
Se encontraban en una gran habitación, no tenía mucha decoración. Las paredes eran blancas, estaban intactas. Todo allí era demasiado frío, ordenado.
La chica se paso la mano por sus cabellos negros, tratando de comprender lo dicho por el joven. Él estaba más que irritado, había hablado por más de media hora sobre un ejercicio, pero por más que lo intentaba ella no entendía.
Habían pasado tres semanas desde que había llegado a esa gran ciudad y su recibimiento en la secundaria... no fue del todo buena. Tenía problemas con una de las materias, la peor para ella.
Ya estaba comenzando a cansarse de ser el tutor de ella en matemáticas, y es que en esa materia era MUY torpe para él.
- No entiendo.
- Ya te dije que no puedes sacar ese cinco del ejercicio. Y mucho menos el signo.
- Pero, ¿por qué? - se atrevió a preguntar la chica.
Y eso era lo que más le molestaba de ella, no entendía nada. Era la quinta vez que le preguntaba lo mismo.
- Porque si. Es una regla, no la puedes romper. Como por ejemplo la regla que dice que todos los números elevados a la cero potencia, da como resultado uno.
La chica lo miró con una gota en su cabeza.
- ¡Esto es mas complicado de lo que creía! - dijo mientras cubría su cara con la almohada.
- No es complicada la matemática. Solo es cuestión de entenderla.
- Tu lo dices porque eres de los mejores en la clase - dijo con mirada acusadora viéndolo a los ojos.
Él sostuvo la mirada de ella, si competían podrían quedar en un empate de mirada penetrante. Finalmente volvió su mirada a los apuntes de la chica.
- Tienes que entender esto si quieres pasar el examen. Es sencillo.
La chica se bufó de lo dicho del chico.
- 'Es sencillo' - imitó la voz de él - Para ti es sencillo sabelotodo.
- Yo no te insulté, encima que te trato de ayudar y te quejas - dijo alzando la voz.
- ¡Tu no me gritas!
- ¡Y tu tampoco niña!
- ¡No me trates como niña!
- ¡Lo eres hasta que diga lo contrario!
- ¡No soy tonta!
- ¡Si lo eres!
- ¡Que no!
- ¡Que si!
Se dirigen miradas congelantes. De repente el chico desvía la suya mostrando frustración en su bello rostro.
- Mira lo que me haces decir. Nunca me comporto de esta manera.
- Lo aparentas muy bien - dijo ella volviendo a su mirada fría que la distinguía.
- Y tu que no aprendes nada. Tengo cosas más importantes que hacer en la tarde.
- Nadie te detiene para que te vallas.
Y en verdad, nadie le detenía...
- Le dije al profesor que te ayudaría. Y no me rendiré hasta lograrlo.
- Si tu dices...
Él tomo un lápiz y comenzó a escribir distintas ecuaciones, la chica miraba todo con los ojos abiertos.
- Que... que haces...
- Tratando de ayudarte a comprender - dijo tomando la mano de la chica, cosa que la sobresalto un poco, y entregándole el lápiz - A ver, supongo que sabrás resolver algo tan fácil como esto - ella le mira con una gota en su cabeza - Quiero ver como lo haces.
La gota creció más en la frente de ella.
Definitivamente esa tarde sería larga...
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- ¡Oigan! - grito por detrás de unas cajas la voz de una mujer - Chicos.
La mujer se hacía paso entre la multitud con una gran sonrisa. Hacía unas semanas se había encontrado de nuevo con sus viejos amigos de Tomoeda y eso le hacía mucha gracia. Le había dicho a su 'primo' que tendría que esperarla ya que su viaje había sido suspendido a causa de fuerzas mayores, por lo menos para ella.
- ¡Traje una amiga! - les dijo con una energía irreconocible a ellos - ¿Me esperan un poco?
Fue hacia una tienda de modas apresuradamente, cuando salió todos se encontraron frente a una joven de gran cabellera marrón con rizos en las puntas. Las dos jóvenes vieron a los hombres frente a ellas y se dieron miradas furtivas, algo tramaban entre ellas.
- Les presento - comenzó a decir la señorita Akizuki - A mi 'gran' amiga: Natalia Kiang.
- Un placer conocer a dos amigos nuevos de Nakuru - dijo la joven viendo a los chicos fijamente - Aunque ya los había visto la noche de la discoteca, creo - observando a Yukito con una mirada coqueta.
- Si, eras la chica que bailaba con Yuki - afirmo Touya sin importancia.
- Y muy bien que digamos - afirmo Natalia.
- ¿Vamos a comer unos helados? - pregunto Nakuru llevando a todos hacia una heladería - ¡No desayune ni almorcé nada y tengo mucha hambre!
- Eso explica tu actitud en la mañana - razono la amiga - Fue la primera vez que te vi equivocarte en una de tus sesiones de limpieza - río por lo bajo recordando aquella mañana.
- ¿Sesiones de limpieza? - preguntó Touya extrañado.
- ¿De qué trabajas Nakuru? - preguntó Yukito.
- ¿Yo? - río la chica mientras hacía una pequeña cuenta con sus dedos - Veamos, actualmente soy cosmetologa - viendo a sus invitados - Hice un curso de dos años de cosmetología, ahora trabajo como una profesional en esa materia.
- ¡Pero eso no es todo! - exclamo Natalia - ¡Anda!, cuéntale tus pasatiempos.
- Bueno, estudie cocina china - dijo con gran emoción - ¡Me encanta esa cocina!... después hice otro curso con otra amiga de platos dulces y salados. Terminé graduándome en la cocina para volver a hacer el curso de cocina internacional.
- ¡Y ahora es de las mejores en la cocina! - afirmo orgullosa su amiga - ¡Tendrían que comer algo preparado por ella!
- Pero... pero.... ¿estas segura que cocina bien? - pregunto impresionado por la información recibida Yukito.
- ¡Claro!, ¿por qué?
- Porque yo recuerdo que en la secundaria todo lo que nos hacía estaba envenenado - dijo Touya en forma ruda - Y al final nosotros sufríamos del estomago.
- ¡Y eso fue muy gracioso!
La antigua guardiana de la reencarnación de Clow comenzó a reír sin poder aguantarlo más. Hacía años que no veía a sus amigos y esa reacción, que misteriosamente ella esperaba, era de lo más graciosa. ¿Qué persona cuerda de Londres diría tal cosa a la gran cocinera y cosmetologa Nakuru Akizuki?.... Definitivamente eso era algo para recordar.
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Un gran vacío sentía en su pecho. El deseo de ayudar crecía en su alma y eso le daba ganas por seguir con su misión. Una que era de suma importancia para la vida de mortales comunes, y de grandes hechiceros de todos los tiempos. Entra a la gran sala repleta de libros, evita ágilmente caer a causa de uno de ellos y se dirige a un sillón de terciopelo rojo. Mira al joven hechicero que ocupaba el lugar en ese cómodo sillón y decide hablar, se moría de ganas de saber la verdad. Quería saber cada día más, se interesaba demasiado en esas cosas.
- ¿Encontraste algo? - preguntó en voz baja, tratando de no interrumpir al joven de ojos azules. Él solo sonrío ante el gesto de su inseparable amiga.
- No hay mucha información - declaró con desaliento - Al parecer, en la época de Clow no fue. Habrá que buscar por otros medios.
- ¿Y qué tienes planeado? - preguntó observando el rostro del joven.
- ¿Qué piensas tu que haré yo? - dijo con una mirada divertida.
La chica se sonrojo al ver la cara del joven y solo atino a esquivar su mirada.
- N-no sé...¿me lo puedes decir?
- Por el momento... no - viendo el asombro de la chica - Es más bien una hipótesis, no quiero utilizarla hasta que llegue el momento.
- Sabes más que yo. Eres más experimentado que yo...
- No tanto - respondió con una sonrisa - Solo que tuve la 'suerte' de ser 'solo una reencarnación'.
La chica hizo una exclamación con emoción, le encantaba ser amiga de tal sujeto. Pero ella quería algo más... algo imposible para ella, imposible de alcanzar.
- Eres fascinante Eriol.
El joven se volteo hacia ella, era la primera vez que escuchaba esa frase provenir de Kaori.
- Tu también tienes poder - sentenció el hechicero - Solo es cuestión de darle tiempo para que valla surgiendo en ti.
- ¿Tu crees eso? - preguntó nerviosa.
- No lo creo, lo afirmo.
Ella dio una gran sonrisa a su amigo. Le gustaba la idea de ser elogiada por él al menos una vez. Siempre era ella la que tenía que elogiarlo, y no porque él lo quisiera. Era algo que salía espontáneamente de su cuerpo, no lo podía retener aunque quisiera.
Tal vez... con el tiempo... pueda hacer ver al chico lo tan importante que era para ella.... estar a su lado..... protegerlo y ser protegida al mismo tiempo..... sonrío..... eso no era imposible.....
Notas de la Autora: Idem, vedme aquí. Terminando en dos días este pequeño capítulo para mis queridos lectores. Porque si, me he enterado que alguien al menos puede leer este fic. Eso me pone demasiado contenta ^^, que no importe que tal vez la mayoría que lea esto son mis amigos -_-U
Muy bien, ¿quieren avances?... yo creo que no..... no es que no los quisiera poner o que no se lo merecieran, es solo que: ¿en verdad quieren que les de los avances para que se retuersan de ganas de ver el cap. cuando soy tan lenta sin inspiración?.... creo que la respuesta es sencilla, si alguien los quiere que me los pida por mail. No creo poner los avances nunca más en el fic, eso lo veremos más adelante. Si en verdad los quieren es porque son masoquistas :P
Saludos a Marina, Megumi y Oracle que andan por ahí.
Muchos, muchos pero muchos besos a TODOS los que me dan ánimos para seguir adelante con la historia, ya que sin ellos seguramente nunca seguiría escribiendo.
Besos a todos y nos leemos!!!!!
Kaoru Kinomoto (no tan acostumbrada como quisiera a este nick ^^U).
