Oracle se encuentra cómodamente sentada en la silla frente al monitor. En
sus piernas se encuentra el teclado y sus dedos se mueven ágilmente de un
lado a otro.
A lo lejos se puede distinguir una nube de polvo que rápidamente se acerca hacia la joven universitaria... cuando solo esta a pocos centímetros de ella, lanza un brinco gritando de felicidad.
Al oír el grito detrás de ella, salta de su silla asustada para ver detrás suyo.
- ¡¡Me asustaste!! - gritó Oracle llevándose una mano a su pecho sin dejar de mirar a su amiga dando pequeños saltitos de un lado a otro.
- ¿Y eso qué importa?, ¡¡¡¡Felicidades!!!!
- ¿De qué? - pregunta tímidamente.
- ¡¡¡¡¡¡Felicidades!!!!!! - repite sin parar Meli haciendo caso omiso a las preguntas de su amiga - Hace poco cumpliste un año como escritora. Pero como no sé muy bien dónde vives, no tengo dinero para salir del país, el correo no llega a tiempo y los aviones son muy costosos prefiero decírtelo aquí.... ¡¡felicidades Oracle!!
- La verdad Meli, es que nunca vas a cambiar - da un pequeño suspiro con una gota de resignación en su frente - Pero te agradezco los saludos.
- Más te vale. Mira que este capítulo lo hice pensando en ti... además que te lo dedico. ¡Ese es tu regalo!
- ¿Mi regalo?... bueno, esta bien. Más vale algo que nada.
- ¡¿Qué dijiste?!
- Que mejor comiences con tu fic ^^U
- Así se habla... y espera de regalo a tu 'querido Eriol' para el año siguiente. Eso te lo prometo...
- ¿Tanto falta?
- ¡Si!... ¿sabes cuanto cuesta hacer un contrato con un personaje de la ficción para que caiga en tu poder?
- Bueno -_-U
- Muy bien.... ahora lee tu regalo - Meli se levanta y le muestra un documento abierto - Espero que te guste - le hace un 'click' para abrir otro. Oracle empieza a leer - ¡Y espero que les guste a ustedes también!
Aclaración: Todos los personajes de la serie Card Captor Sakura pertenecen a CLAMP, los demás son "míos" (excepto Oracle que es ella misma... pero le hago lo que quiero en el fan fic).
- Diálogos.
"..." pensamientos de los personajes
'.' destacamento de una palabra
*...* algún sonido
·~-·~-·~-·~-·~ cambio de escena
Mi misión en el clan Leng
Tratando de arreglar problemas: el trato y un viaje inesperado
"...¿del odio al amor hay solo un paso?"
- ¡Te dije que no te movieras! - gritaba el chico enojado con su compañero de trabajo.
Las verdosas cortinas impedían que alguien viera lo que pasaba dentro de esa habitación. Se escuchaban algunos quejidos, pero no lo suficientemente altos como para despertar sospechas. La sombra de dos figuras humanas se reflejaban en las paredes blancas. Una sentada en una silla y la otra recostada en la cama, la primera parecía estar curando a la segunda.
- Pero no fui yo el que olvidó su papel en la misión - refunfuñó la voz femenina - ¿No Pequeño Lobo? - dijo en forma burlona sintiendo que su cara cambiaba a una sonrisa victoriosa - ¡Auch!, ¡eso me dolió! - sintiendo el dolor al pasarle el algodón en su suave piel - Más cuidado Li.
El chico omitió su queja y siguió con su labor. De chico se había acostumbrado al uso de los productos médicos y como reconocer el uso de cada uno. A veces le atacaban hombres en representación de otros clanes, y para curar sus heridas y no llamar mucho la atención - si la herida no era profunda - se había acostumbrado a tener siempre un pequeño botiquín en su baño privado.
La chica de ojos azules vio con gran atención como eran levantadas las cortinas momentáneamente por el fuerte viento. Los recuerdos de aquella noche no eran muy gratos para ella. Ninguno era de su agrado, menos los dos últimos. El primero de ellos hecho a la fuerza para aparentar entre ellos dos.
- "Tuve que besarlo" - pensó asqueada - "¡Que asco!..." - pero algo en su interior negaban esas palabras. Tenía que aceptarlo, Li era guapo. Pero no por eso un 'cabezota', como ella le llamaba frecuentemente. Pero lo segundo peor que paso esa noche fue... - Casi muero - susurró lenta y pausadamente, tratando de digerir aquella desagradable información.
Sus ojos azules se perdían en las cortinas, pensando en todo lo que pudo perder esa noche. Entre esas cosas, su vida. Pero no todo fue tan fácil, al final de cuentas se lo debía. Debía agradecerle, pero no lo haría. Su orgullo estaba primero y no iba a dejar que se lo pisotearan.
Sin saberlo, las palabras que había pronunciado anteriormente fueron como una bomba de tiempo para Li. Su ceño se acentuó y su penetrante mirada dio paso para fijarse en el rostro de ella. Aunque no lo demostraba, le dolía lo que Leng decía. Después de todo, si a uno le pasaba algo el otro no continuaba. Ese era el lema para ellos pero.... Sacudió su cabeza para dejar de pensar en eso.
- "Debo concentrarme" - se dijo desviando la vista y volviendo a su labor de curar heridas. Las suyas no eran tan graves, 'pequeños rasguños' él le llamaba. Pero ella... ella las tenía al borde de ser profundar. Y la de la espalda era la que más trabajo le daba.
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Habían estado habitando esa casa durante cuatro meses, y aún no encontraban nada. No podía culpar a su amiga, ella no tenía la culpa de no poder sentir el poder. Sabía que cuando el tiempo llegara, ella sabría que hacer. Mientras tanto, era mejor esperar...
En ese momento estaba sentado en un sillón rojo de terciopelo, su favorito. Misteriosamente se había salvado de la demolición de su antigua casa y había aparecido allí. Sonrió. Misteriosamente...
Últimamente se sentía un poco triste, la razón no lo sabía con exactitud. Solo podía pensar que ya no era un niño, sino un adulto, bueno, casi un adulto. No podía hacer caso a viejos sentimientos que habían despertado en él. Simplemente no podía, eso interferiría en su misión.
Recordó aquel día, en los primeros que habían llegado a Japón. No podía evitarlo, la extrañaba....
Sin saber el por qué, sus pies no le respondieron y cuando se dió cuenta donde estaba, decidió arriesgarse y preguntar. Después de todo, ella era su amiga ¿no?
No ha podido olvidar, mi corazon, aquellos ojos tristes, soñadores que yo ame, la deje por conquistar, una ilusion,
- ¿Mansión Daidouji? - se escuchó una voz por el interlocutor.
Respiro profundo, no podía creer que estaba haciendo eso.
- ¿Se encuentra la señorita Tomoyo? - preguntó con voz temblorosa.
Después de un tiempo, volvió a hablar el aparato.
- Lo siento pero se equivoca. La señorita Tomoyo no vive aquí...
- ¿Co... cómo?
y perdi su rastro, y ahora se que es ella, todo lo que yo buscaba, y ahora estoy aqui, buscandola de nuevo ya no esta, se fue,
- Hace seis años que no vive aquí.
Dudo unos segundos, pero las palabras salieron de él.
- ¿Dónde podría encontrarla? - su voz temblaba ante esa pregunta.
- Disculpeme joven, pero no me es permitido darle esa información... Buenas tardes....
- ¡¡Espere!! - grito, pero ya era demasiado tarde. La chica le había cortado.
tal vez si usted la ha visto digale, que yo siempre la adore, y que nunca la olvide, que mi vida es un desierto y muero yo de sed, y digale tambien,
que solo junto a ella puedo respirar, no hay brillo en las estrellas ya ni el sol, me calienta, y estoy,muy solo aqui, no se adonde fue, por favor digale usted.
- "No puedo pensar en eso. ¡No puedo!" - se grito en su interior llevandose las manos a su cabeza. Por primera vez en su vida se sentía inseguro de lo que sentía - Es una gran amiga, es lógico que piense eso de ella. Me ha ayudado mucho. Pero de eso a lo otro, no. ¡¡No, no, no, no, no!!... es una gran amiga, es solo eso: una amiga - se repetía sin cesar la reencarnación de Clow.
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- Necesito ser invocada.....
La voz resonaba a su alrededor. Otra vez estaba envuelta en el ambiente oscuro, y frente a ella la misteriosa laguna de agua azul. Sintió el poder de la luna en ella y una energía la rodeo creando un aura amarilla. Pero sus ojos estaban fijos en el agua y el remolino violáceo que se formaba en ella.
- Invócame... - exigía la voz.
Extrañamente estaba vestida con un atuendo extraño. Le recordaba el que usaban las mujeres aborígenes en la película de Pocahontas, pero además de eso llevaba en su frente el signo de la luna, de Yue. Y en una de sus manos sostenía un arco.
- Úsalo... tu sabes como hacerlo... pruébalo...
Un extraño poder se hacía presente en ella. Su mano izquierda estaba ocupada por el arco, pero la derecha la sentía raramente helada. Se queda viendo su mano con horror, no sabía que hacer. Por lo menos eso pensaba.
- Sabes manejarlo... siempre lo supiste... usa tu poder, es hora de que lo uses....
La chica no sabía que hacer.
- Los hielos... los hielos como flechas para el arco...
Oracle comenzó a mover su mano derecha lentamente, sus ojos no mostraban brillo alguno. Parecía haber entrado en un especie de transe. En la palma apareció una flecha de hielo que agarró con firmeza para luego utilizar el arco y tirar con intensidad hacia el fondo del agua. Sintió como se estremecía su cuerpo al escuchar el ruido del agua haciendo contacto con la flecha. Volvía en si lentamente, pero cuando lo hizo no podía creer lo que le sucedía.
Un brillo violáceo inundó el lugar. Extrañas voces se escuchaban, el grito de una de ellas y luego la música proveniente de un piano. Una música extraña, triste. Su mente voló por el lugar hasta encontrarse en el medio de un bosque, una sombra tocando el piano. Trató de acercarse, pisó una rama. La extraña melodía dejó de sonar, y el que la tocaba dio vuelta su cara para ver al intruso.
Los ojos de Oracle se abrieron lo más que podían al sentir esa mirada sobre la de ella. Esos ojos... sentía que los conocía... ¿pero de donde?
El par de ojos violetas la veía a lo lejos, inspeccionando el rostro de Oracle con atención. Su cara tenía rasgos finos, dignos de una mujer. El semblante serio no dejaba hacerla sonreír. Su cabello volaba con el viento. Sus ojos no tenían casi ninguna expresión... los labios se curvaron para comenzar a hablar...
- Busca a mi hermana... - susurró llevando sus palabras el viento - búscala, antes que sea tarde... protectora del bosque.
Los pesados ojos marrones se abrieron lentamente, tratando de recordar lo que había soñado. Las imágenes vividas comenzaron a inundar su mente, pero solo bastaba un dolor de cabeza para dejarlas de lado.
- ¿Qué me esta pasando? - dijo en voz alta.
Pero, aunque no lo supiera. Aunque no este lista, ya contaba con una misión en su vida. El por qué de sus poderes, el misterio de su vida... todo parecía tener una extraña conexión. Muy pronto lo sabría, muy pronto descubriría... el por qué había ido a Japón.
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Ese día de clases había sido por sobre todo 'normal' para ella. La entrada a la clase a tiempo, las burlas y peleas con la odiosa de Li. El alejarse de cualquiera que se le acercara a la hora del almuerzo, sentir miradas asesinas sobre ellas al ver que Li se le acercaba para hablarle sobre trabajo, cosa que no sabían ellas.
Suspiró. Si, era un día normal.
Repentinamente pararon su recorrido habitual a la vuelta del colegio, cuando ella tenía que huir de las chicas asesinas y él de los chicos.
Li se dio vuelta para verla, pero ella se le adelantó quedando a espaldas suyo pero con una considerable ventaja de lugar. Comenzó a pronunciar cada palabra lo más serio posible, ya tenía curiosidad acerca de la respuesta.
- Dime solo una cosa, ¿a qué le tienes miedo?
Ella se detuvo, no se dio vuelta. Seguía de espaldas a él. ¿Debería de contestarle? ¿tendría que hacerlo?... Si, después de todo, se lo debía. Respiro hondo varias veces tratando de pensar una respuesta que fuera exacta, y no tener que hablar de más con ello. Aún lo detestaba, lo sentía en su interior. Finalmente se decidió.
- Al abandono - contestó con voz amarga volviendo a caminar y con ello, alejarse más del cuerpo del joven.
Li Shaoran quedó estático en su lugar, nunca hubiese pensado que hubiese venido tal respuesta de la chica. Ella siempre era fría con la gente, nunca se dejaba ver como en realidad era. En sí vivía en un mundo de abandono, de oscuridad. Sin dejar que se acercaran para poder ayudarla a salir de él, no se dejaba ayudar.
Optó por comenzar a caminar hacia su casa, más confundido que lo normal. Ahora comenzaba a cambiar su forma de pensar hacia ella y eso le asustaba. Pensó que lo primero que haría al llegar sería darse un baño para calmarse, era lo único que con los años lograba calmarlo. Eso y la meditación con su espada.
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- Si, si Eriol - decía Nakuru sintiendo cada palabra de su amo por el pequeño teléfono celular - ¿Para cuando?... - da un hondo suspiro - Esta bien, llego el viernes en el primer vuelo. Si logro conseguirlo. Pero...
Nakuru Akizuki se encontraba en la larga rutina de su trabajo semanal. Llevaba puesto un pequeño guardapolvo blanco que usaba frecuentemente para las sesiones de cosmetología. Su cara serena que utilizaba en aquel lugar había cambiado a una gran tristeza, y luego a una sonrisa pícara.
- ...no voy a ir sola. Tengo compañía - escuchando el teléfono - ¡Ah no!, ¡no te lo diré!... será una sorpresa.
El grito de una compañera la saca de su alentadora conversación.
- Eriol: tengo que cortar. Después te llamo, si, Supi esta bien. ¡Claro que le doy de comer! - comienza a caminar hacia su lugar de trabajo - Adiós.
- Nakuru, tienes la cita de las nueve. Ya esta esperándote.
- Ya voy, ya voy... - dijo desesperada volviendo a adoptar su característica serenidad - Touya, te tengo una proposición - susurró con una pequeña sonrisa. Esta vez no dejaría escapar su oportunidad.
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Los días pasaban en una forma bastante rápida para ella. Sus heridas habían cicatrizado en forma muy conveniente para la última misión encomendada por el Concilio. Una sonrisa arrogante surgió en su rostro pensando en los papeles que habían tomado. Demasiado conveniente para ella...
- Es un gran misterio lo que pasó en la ciudad de Lanzhou, ¿no lo cree? - preguntó fingiendo ingenuidad en sus palabras, tratando de sacarle información en la forma más fácil para ella. Coqueteando con el hombre de treinta años en forma moderada.
- No tanto... - contestó el hombre viendo la mesa en la que estaban sentados. Con chasquear los dedos llama un mozo - ¿Qué deseas beber?
La chica lo pensó por un momento.
- Vino blanco.
- ¿No prefiere un trago des Wiski?
- Si me permite decirle, yo no bebo esa clase de bebidas. Son muy fuertes para mi.
El hombre se encogió de hombros.
- Como digas.
El mozo aguardaba su pedido pacientemente. Llevaba un traje blanco por su cargo que combinaba con sus ojos ámbares. Sus cabellos estaban bien peinados y misteriosamente en su lugar, a pesar de la rebeldía que tenían. Extrañamente se veía molesto y miraba fijamente a la chica.
- Un Wiski y vino blanco. Que sea del bueno - dijo el hombre con voz de mandato al joven mozo.
El joven comenzó a caminar a paso lento por la sala, pero un grito hizo que parara y se dirigiera a la mesa nuevamente.
- ¿Desea algo señorita? - preguntó destacando la palabra 'Señorita'con cierto enojo.
La chica solo sonrío en forma burlesca. Tenía que aprovechar ese momento para rebajarlo todo lo que pudiera.
- ¡Ah!, ¿sabes algo? - dijo ella con su suave voz al hombre que estaba frente a ella - Mejor cambio el vino por un vaso de agua - viendo al mozo fijamente - Quien sabe lo que pueden ponerle en este lugar.
El joven frunció el ceño ante esa respuesta. A veces podía ponerse insoportable.
- Si tu piensas eso - dijo el hombre - De todas formas, tráigame el Wiski.
- Pero que divertido fue molestar a Li - río placenteramente ante los recuerdos - Nunca antes sentí esas ganas de molestar a alguien.
"Pero sin darse cuenta, ese deseo de molestar llevaba consigo el por qué que ella tanto buscaba... el mayor miedo se estaba haciendo realidad dentro de ella, y cuando llegara el momento... tendría que saber elegir."
- ¡Que sueño tengo! - se dijo en voz alta caminando hacia su cama - Creo que me dormiré en cualquier momento - susurró mientras se acomodaba apoyando su cabeza en la suave almohada.
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Solo dos, dos amigas de toda la vida se veía en ese aeropuerto lleno de gente pero en ese momento no existía nada más que ellas y esa despedida tan dolorosa que no podrían evitar. La chica de pelo castaño hasta los hombros la miraba con una sonrisa tratando de fingir todo ese dolor que tenía guardado para que su amiga no se entristeciera más de lo que estaba "No debes llorar delante de ella" se decía constantemente para no derramar lagrimas en ese momento "Te hiciste una promesa Sakura Kinomoto y esa sería no llorar hasta que se valla" trataba de animarse para no hacer más difícil esa despedida....
- Creo que ha llegado el momento - dijo Sakura con unas gotas relucientes que se asomaban en sus ojos.
- Si, eso creo - dijo una Tomoyo a punto de llorar - Pero antes... - saca una especie de cadena con un medallon y en el grabado en oro "Amigas por siempre" - Quiero que conserves esto como símbolo de nuestra amistad.
Sakura lo toma sorprendida y abre el medallón, adentro hay una foto de dos niñas de doce años abrazadas y una lleva en su mano una cámara de vídeo.
-¡Claro que lo tendré! - se lo pone en el cuello - Nunca me lo voy a quitar...amiga.
- Me alegra saber eso - se acerca una de sus guardaespaldas.
- Señorita, es tiempo de que suba a el avión.
- Esta bien - se despide de su amiga - Te prometo que cuando pueda volveré para visitarte.
- Y yo te prometo que voy a estar aquí esperándote.
Poco a poco se alejan para darse el adiós definitivo, aunque ellas no quieran el destino esta marcado y si alguna vez se vuelven a encontrar en la vida será porque el destino lo quiso así...
- Solo una cosa Sakura - dijo Tomoyo animadamente - Recuerda que este no es un adiós para siempre, solo es un hasta luego.
- Tomoyo - abraza a su amiga con mucho cariño - Te voy a extrañar, no sabes la falta que me vas a hacer.
- Lo sé, porque a mi me pasa lo mismo - se despide - Bueno, si no voy el avión despegará sin mi.
- Si, que te valla bien amiga.
- A vos también Sakura.
La figura de la chica de voz melodiosa se desvanecía a cada paso que daba. La gente hacía que se perdiera de vista fácilmente. Toma la mano de su madre y caminan hacia el avión que las llevaría a su nueva vida. A París...
Quien iba a pensar que esa vida no estaba llena de alegrías como ellas planeaban. Al paso de los años los lazos familiares que las unían se fueron perdiendo, la joven japonesa comenzó a cambiar de manera drástica. Ya no sonreía como antes, sino que cada vez que lo hacía podían congelar una persona. Sus ojos dulces y cálidos se convirtieron en amargos y fríos... Comenzó a odiar a la gente que la rodeaba, incluso a su madre que solo vivía para ella. Al paso del tiempo se cambió el nombre, negando sus raíces orientales.
Muy pronto se conoció como Michael Strangerson, gran modelo en profesión y estudiante de diseños. Más bien conocida como 'La fierecilla de hielo' por sus condiciones emocionales.
Su vida no era perfecta, nunca lo había sido. Por alguna extraña razón, no podía tener por amiga a una mujer. Algo hacía que odiara a cada chica que viera. Todos los que la vieran pensarían que su vida era perfecta, eso era porque no la conocían Si supieran cuanto tuvo que cambiar, que hacer para tratar de convivir con ella misma.
Lo que nadie pensaría, es que dentro de ella aún permanecía la esperanza de volver a ser quién era antes. La forma de ser, su forma de ser además de su frialdad era solo un camuflaje, un refugio que ella había inventado para sobrevivir ante la frialdad del mundo.
El novio que había tenido, el único chico que se había acercado a ella con otras intenciones y que no se había vencido ante su rudeza ahora no estaba para tratar de consolarla. Jan Pierr no había sido más que un aprovechador, un falso que solo había querido casarse con ella por su fama, su fortuna. Afortunadamente su 'madre' había hecho una 'pequeña' investigación a tiempo. Era la única vez que agradecía el haber sido hija de una mujer desconfiada. Pero no se lo agradecería, no volvería a ser humillada durante su vida.
Pero.... ¿cuál es el nombre de la persona que tuvo la culpa en mayor parte por su cambio drástico?... muy fácil, Sakura Kinomoto fue su nombre una vez. La persona que más odió en su vida fue su prima, y no se arrepentía de ello. No importaba que este muerta, nunca la perdonaría por lo que le había hecho... nunca...
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El chico de ojos marrones como su pelo caminaba tranquilamente por las calles de Hong Kong. Era la tarde de un sábado esplendoroso, esperado por muchas personas. Pero desafortunadamente no para él. Se había enterado por su madre sobre un acuerdo entre clanes. Eso no le disgustaba. Firmaba la paz entre ambos pero.... ¿por qué él tenía que actuar de forma directa en él?... ¿por qué con ella?... esas preguntas jamás se las diría a su madre. Conociéndola, mejor era callar y aceptar.
Un grito resonó atrás suyo, el grito de una chica.
- ¡¡Liii!!
- "¿Y ahora qué quiere?" - pensó cansado el joven de ojos fríos. Al igual que su mirada... se volteó lentamente para encontrarse con la molesta mirada de la chica Leng - ¿Por qué me seguiste?
- ¿Por qué va a ser? - preguntó abrumada la joven de ojos azules - ¡Ta, tan!, la respuesta es: ¡¡PORQUE ME ENTERÉ SOBRE EL TRATO DE XIAN FEI Y TU MADRE!!
- Ah - contestó sin sorprenderse el chico.
- ¿Ah? - preguntó imitándolo con ironía - ¿solo eso dices?, ¿ah?
- ¿Y qué quieres que diga?
- Algo más que 'Ah'. ¡Tenemos que hacer algo!
- ¿Cómo qué?
La chica trató de tranquilizarse. No valía estar enojada cuando la situación no era enojarse con él.
- Mira Li: no sé tu, pero yo no estoy enamorada de ti. No deseo estarlo, y no quiero casarme con alguien a quien yo no amo. Eso no esta en mis planes todavía.
El chico alzó una ceja. Esa situación no era favorable para él, pero podría ser interesante saber sobre sus sentimientos. Al menos, ya sabía que él no era el único que se sentía de esa forma, tal vez... podrían ser aliados en eso.
- ¿Qué tienes en mente? - preguntó interesado.
La chica suspiró aliviada, al menos sabía que su plan podría funcionar de esa forma. Ahora tendría que comunicárselo a su compañero.
- Aquí no - dijo con firmeza en sus palabras - Sígueme.
Delicadamente, lo tomó de la mano para conducirlo hacía un local, una cafetería. No le importaba que la vieran con él tomados de la mano, ella sabía que no era lo que los demás creían.
Ausentes a eso, a lo lejos se divisaban las figuras de cinco chicas vagando por el centro comercial. Tres de ellas llevaban bolsas en sus manos, sus caras mostraban cansancio a cada paso. La dos restantes parecían ser la líderes del quinteto, eran las que estaban adelantadas y conducían a las demás.
- ...pero no sé si comprarme las botas negras con plataforma, ¡ya tengo cuatro pares!
- ¡Hay Meiling!, ¡claro que debes comprártelas! - opinó su amiga que la llevaba por el brazo. Afortunadamente eran las únicas dos que no cargaban bolsas pesadas - Todos llevarán ropa nueva a la fiesta de Hua. ¡Tu no puedes ser la excepción!
- Pero, ¿no crees que es demasiado con lo que compré hoy? - preguntó señalando a las otras chicas llenas de bolsas.
- ¡Bah!, una bolsa más no les hará daño - respondió sin importancia llevando a su amiga a la entrada del negocio de calzados - Ven, entra - forzando a la chica a entrar a empujones, porque esta no reaccionaba. Parecía encontrar algo interesante frente a ella.
- Pe-pero... ¿es eso lo que yo creo? - susurró impactada, frotándose los ojos con gran insistencia.
- ¿Qué cosa? - dijo sin entender la otra.
- Ven - la toma de la mano para salir del local - Mira - señalando en medio de la multitud a una pareja sentada en una conocida cafetería.
La chica abre sus ojos con temor en su mirada. A juzgar por su cara, parecía haber reconocido a esa 'parejita'.
- ¡No puede ser! - gritó asustada.
- ¿Entonces?
- Pero si es... si es...
- ¿Qué pasa? - preguntaron las tres chicas que cargaban las bolsas.
- ¡¡Pero si son tu primo y Lin!!
- ¡¡¿¿QUÉEEEE??!!
- ¡Cállense! - gritó Meiling - se callan o nos descubren.
Al instante las cuatro seguidoras se quedaron en silencio. Siguiendo a su jefa.
- ¿Qué planeas? - preguntó la segunda.
- Sígueme... sígueme y verás.
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- ¡Bravo!, ¡magnífico! - gritaba un hombre con emoción reflejada en sus pequeños ojos negros.
La joven modelo caminó con delicadeza por la pasarela sin distraerse un momento. Sus compañeras veían con rencor a la chica, nunca le agradaría la arrogancia de la extraña. Nunca la aceptarían en su círculo, después de todo, no era muy agradable saber que ella era la favorita en ese ambiente.
- Muy bien chicas, la sesión terminó - comunicó un joven con una cámara en las manos - pueden retirarse.
- ¡No! - gritó el jefe - ¡Todavía no!
- Señor.
Deberán quedarse las siguientes modelos - dijo el hombre leyendo un pequeño papel.
Al pronunciar cada nombre, las bellas mujeres se acercan hacia al hombre. Caminaban con la postura enseñada con el pasar de los años, pero cada una no podía borrar de su cara el orgullo de ser elegidas para 'algo especial', y ser apartadas del grupo normal.
Sin embargo, lo que más les agradaba era que... todavía no pronunciaba el nombre de la odiosa fierecilla.
- Sin faltar también, la señorita Strangerson - finalizó el hombre con una radiante sonrisa.
La joven de ojos azules caminó con lentitud. Su expresión era cansancio, por sus poros salía el cansancio de estar las veinticuatro horas de ese día encerrada. Ella no era persona de estar mucho tiempo en espacios cerrados, le encantaba la libertad. Siempre le había gustado ser una chica independiente. Pero esa, no era aquella ocasión.
- ¿Y ahora qué pasa? - preguntó de mala gana Michael.
- Mira pequeña - dijo él sin hacer caso al tono de voz usado por ella - Tenemos que hacer la apertura del desfile oriental que se hace cada cuatro años. Van como auxiliadoras, pero una de ustedes tendrá el privilegio de abrir el desfile.
Todas las modelos, a excepción de Michael, se miraron fijamente. Algunas mantenían las esperanzas de ser aquella mujer, pero otras tenían la mirada de resignación. La respuesta era clara a sus ojos. La favorita no era alguna de ellas.
- ...esta vez yo no seré el que elija a esa persona - continuó el hombre con desilusión - La elegirán allá. Al igual que a las demás.
- ¿Dónde se hará el desfile? - preguntó con voz suave una de ellas.
- Se hará en - fijándose en unos papeles - ... Japón.
Los ojos de Michael Strangerson se abrieron desmesuradamente, la respiración se agitó y por un momento sintió que su sangre se congelaba. ¿Qué le estaba pasando?, ¿por qué a ese país?, pero lo que más le molestaba era ¡¡¡¡¿POR QUÉ ELLA?!!!!
Quizás el destino le estaba jugando una de sus partidas. Quizás querría que ella valla a Japón. Volver a los pasados dolorosos y enterrados en el olvido, volver a encontrarse con el pasado.
Todo el tiempo paró a su alrededor, solo ella quedaba en esa dimensión. Podía ver a lo lejos un borroso edificio, voces infantiles inundaban el antes silencio del lugar. La figura de una niña de once años, el cabello corto color castaño claro y los ojos de un matiz verde esmeralda. La niña de sus recuerdos, de sus pesadillas. La niña a la que debería... ¿odias?
- "Tomoyo" - susurró la niña con una radiante sonrisa.
- "Sakura...."
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- ¿Es ese tu plan? - preguntó asombrado Li.
- Si. ¿Por qué?, ¿tiene algo de malo? - dijo tratando de entender la reacción del joven.
- No tiene algo... ¡Tiene todo! - gritó con enfado golpeando la mesa con las manos cerradas - ¡Es absurda tu idea!
- ¡Hey!, que yo al menos puse una idea.
- Para hacer eso, hubiese sido mejor quedarse callado.
- ¡No tienes derecho a hablarme de esa forma! - dijo con desagrado la joven de dieciocho años.
- A mi no me gustó la idea.
- ¿Tienes otra? - preguntó alzando una ceja.
El chico la miró con enfado. Pero, aunque quisiera llevarle la contraria, no encontraba el como hacerlo. Tuvo que rendirse dando un suspiro de resignación.
- Eso creí - dijo victoriosa mostrando una pequeña sonrisa.
- Bien, ¿cómo lo hacemos?
- Es así...
El ruido de un teléfono se hizo presente interrumpiendo el momento de los dos. Ying Hua saca de su abrigo un pequeño celular que en ese momento rechinaba buscando la atención de su dueña. Tranquilamente se fija en el número que llamaba para luego abrir el aparato y preguntar a aquella persona.
- Xian Fei, ¿qué pasa? - preguntó extrañada por la voz de su amiga - ¿Algo importante?... ¡¿Ahora?!... ¿no puede ser más tarde?
Mientras Ying Fa seguía en la larga conversación con su tutora, Li observaba con cansancio las calles con grandes ventanales de negocios. Esa tarde había sido por más aburrida que lo normal, pero por una extraña sensación había decidido el salir al centro. De vez en cuando le hacía caso a esas sensaciones, pero eran incontables las veces que las dejaba de lado.
- Li... - murmuró Ying Fa viendo fijamente al joven sentado frente a ella.
Lentamente se voltea para verla a ella, pero algo le pareció diferente en su rostro. Sus ojos, siempre duros ante todos parecían haber tomado facciones más humanas. Su mirada cambió, parecía ver los ojos de una niña, una niña sola en el mundo.
Por un momento sintió un sentimiento extraño en él, como un fuego interno subía hacia sus mejillas. Pero no parecía haber sido el único, aún sin percatarlo, ella también estaba en las mismas condiciones.
Los dos se quedaron mirando fijamente, sin poder huir de ella. Ambos se veían con emoción en sus miradas, estaban a pocos segundos de descubrir la verdad de sus sentimientos. Los dos no hablaban, no podían mover su cuerpo. ¿Por qué sería?
Lo que no sabían, era que a pocas mesas de ellos se encontraban cinco mujeres observándolos con seriedad. Cuatro de ellas escondían sus caras en forma ridícula detrás de unas revistas, para no ser reconocidas con facilidad. La quinta llevaba un sombrero negro haciendo contraste con sus lentes del mismo color, su tez no era pálida ni morocha, sino un intermedio entre ambos. Era la líder del grupo y la que más se interesaba en la plática de ese par. Se había dado cuenta de las miraditas entre ambos, y era lo que le tenía más preocupada. Pero no mostraba sus sentimientos antes de cuenta, primero tendría que confirmar sus sospechas...
Ella trataba de hablar, pero las palabras no salían de su boca. Sentía que su cuerpo temblaba, y aunque quisiera liberarse de esa situación... no podía. Al solo verlo y no poder reaccionar bruscamente, sentía los latidos de su corazón cada vez más rápidos. Desesperadamente trata de hablar, pero a su fallo solo puede hacer temblar disimuladamente su labio. Su respiración se agita sin poder evitarlo, se siente vulnerable. Y lo peor es que no sabía el por qué.
Cierra sus ojos largando un suspiro. Trata de tranquilizarse sin poder lograrlo. Abre los ojos dispuesta a terminar esa situación, tratar de que se termine su pesadilla.
- Tenemos que irnos - tartamudeo lentamente, sintiendo que de a poco volvían a la normalidad los latidos de su corazón.
- ¿Por qué? - preguntó Li, no quería irse de su lado tan pronto.
- Xian Fei, quiere que vuelva. Tengo que irme - se levanta decidida a no escuchar más protestas del joven oriental.
- Espera - la detiene tomándola por el brazo. Se quedan viendo en facción de segundos - Voy contigo - saca de su bolsillo unas monedas que deja sobre la mesa.
Ambos comienzan a caminar hacia la salida del establecimiento, no miran a sus costados, no se fijan en las miradas de cinco chicas a sus costados.
- Meiling - susurra una de sus amigas - ¿Los seguimos?
- No - sentenció la chica seriamente.
Todas las chicas se miran confundidas ¿habían escuchado bien?
Prefirieron callar antes que preguntar. Más tarde les diría su razón.
Mientras que ellas discutían, los dos jóvenes caminaban lentamente por las calles del centro. Ninguno de los dos hablaba, tenían demasiado para pensar en esos momentos.
Inconscientemente se toman de la mano, sus miradas quedan fijas por un tiempo. Sonríen, no piensan en lo que están haciendo en ese momento. Solo sienten con el corazón, no con la razón.
Ese sería el principio de un largo camino, donde no tendrían otra opción que caminar juntos.....
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El permanente ruido de las filosas espadas perturbaban el ambiente del cuarto que generalmente utilizaban para entrenar. Dos figuras se enfrentaban a duelo con fervor, a juzgar por sus apariencias se podría decir que hacía tiempo estaban en ese combate sin final.
La más baja tenía rasgos femeninos, empuñaba con orgullo la espada que siglos estaba en su familia. Estaba molesta, no por el tiempo que perdía en la pelea... sino por no poder ganarle a él. El más poderoso de todos... cada vez que pensaba en esa frase se le revolvía el estómago.
Hace un ligero movimiento con su espada, esta a punto de dar en el blanco. A segundos de su victoria, una hoja filosa detiene la suya. El ruido metálico se hace presente y el forcejeo no se hace esperar.
A lo largo de cinco minutos, siguen en esa posición. Los ojos clavados en los del oponente, tratando de adivinar lo que pensaba el otro. Las miradas se cruzan, cada una irradiaba un profundo odio hacia su oponente. En una milésima de segundo ambos cuerpos salen disparados a sus lados. La chica pasa la espada por su espalda, haciéndola desaparecer y en su lugar tener firmemente un bo.
El largo bastón azulado trató de alcanzar con furia contenida los pies del joven, pero este lo esquivó con avidez dando un pequeño salto.
Están a punto de atacarse nuevamente, pero un pequeño grito detiene el combate.
- Xiaolang - gritó Shiefa entrando a la sala de entrenamiento - Mi madre quiere verte. Ying Fa, no sabía que estabas aquí - saludó brevemente con un movimiento de su cabeza para luego dirigirse a su hermano - Está en la sala.
- ¿Su humor?
- Un poco impaciente - sonrío al ver el semblante de su hermano. Al parecer estaba de buen humor, más que de costumbre - Me extraña hermano - comentó con voz baja - ¿Tu?, ¿haciendo esa clase de preguntas?
- Siempre hay una primera vez para todo - dijo el joven antes de salir rápidamente de la sala donde entrenaba.
- ¡Valla que esta de buen humor! - murmuró Shiefa impresionada - ¿Se puede saber la razón?
- Ni yo misma lo sé.
- Que raro... extraño...
Ying Fa pensó preguntar, pero cada vez que trataba sentía que estaba entrando en 'asuntos de familia', lugar donde no debería meterse.
- mmm.... ¿sabes... qué quiere? - preguntó tímidamente entrecerrando sus ojos azules.
Shiefa Li no se inmutó por la pregunta. Sino por la timidez de la chica. Siempre supo que ella era tímida, pero no tanto. Una pequeña sonrisa surgió en su rostro, una idea maravillosa acababa de ocurrírsele.
- ¿Quién? - preguntó con inocencia.
- Este... su... madre...
- ¿Qué dijiste? - volvió a preguntar fingiendo el no haber escuchado o mal entendido la palabra pronunciada por Ying Fa.
- Si... si sabes qué es lo que quiere...
Pero algo repentinamente las interrumpió.
El jadeo de una joven al entrar al gran salón se hizo presente. Sus ojos recorrían el lugar despectivamente, al parecer buscaba algo... o a alguien... La mirada de ella cambió al encontrarse con los ojos azules de su enemiga. Frunció el ceño y sus ojos de un color carmesí se encendieron de odio.
- ¿Dónde está? - preguntó con mal humor la joven entrando por completo al salón.
- ¿Dónde está quién Meiling? - preguntó volteándose hacia su prima la hermana mayor de los Li.
- A mi también me da gusto verte - saludó de mala gana Meiling acercándose al dúo - Xiaolang, Shiefa. ¿Dónde está Xiaolang?
- Hablando con mi madre - respondió con serenidad la mujer de ojos ámbares.
- ¿Sabes qué es lo que desea?
- No - dijo con voz seca, a veces su prima se volvía molesta para su gusto - ¿Te presento a Ying Fa, o ya la conoces?
Shiefa corre a Meiling hacia un lado mostrando el cuerpo de la joven frente a ellas.
- Ah, Lin... ¿o Leng? - dijo bruscamente llevándose un dedo a sus labios - mmm... ¿cómo debería llamarte?, dímelo. Así me ahorras la voz.
- Lin está bien, Li. Pero yo también tengo una duda: ¿debo decirte Meiling o simplemente Li y confundirte con tu primo?... sabes que eso no es muy grave pero me desagrada el llamarte 'Meiling', suena... ¿cómo decirte?... no me gusta mucho como suena ese nombre. ¿Tu qué opinas?
- ¡Eres miserable!, ¿cómo te atreves a burlarte de mi nombre?... Tu eres la menos indicada para decirme tal cosa. 'Ying Fa', ese es un nombre tan común que parece plagiado. En cambio Meiling no es usado mucho, es más extraño. Y eso lo hace único. Cosa que el tuyo no tiene.
- Prefiero mi nombre antes que el tuyo. ¡Que eso te quede claro!
Shiefa Li miraba todo lo sucedido con gran importancia. La verdad era que le resultaba sumamente extraño el comportamiento de la chica de ojos azules, de su prima Meiling era muy común el exaltarse de ese modo con la gente. Pero nunca creyó posible tales palabras salir de la boca de Leng.
Bueno, esas cosas eran de niños, y en ese momento eran un par de niñas discutiendo por algo que no tenía tanta importancia. Cambiaban de tema más rápido que los minutos. Pero... ¿de qué estaban hablando ahora?
- ¡Tu no tienes derecho de llamarlo de esa forma!
- ¡Tu tampoco!, no importa que sea tu primo.
- ¡Yo se muy bien por qué dices eso! - gritó con desesperación Meiling ante las miradas expectantes de tres personas - ¡Lo dices porque te gusta! - viendo la cara atónita de la chica más joven - ¡Si!, ¡ya sé tu secreto!... ¡te gusta mi primo! - acusándola con un dedo amenazados mientras Leng se ponía cada vez más pálida.
- ¡E-eso no es cierto! - gritó con la voz entre cortada subiendo cada vez más el rubor en sus mejillas - ¡Es mentira!
- ¡Si es verdad!.... ¡Yo los vi a los dos ayer en el centro comercial, y estaban tomados de la mano!
- ¡¿Cómo?! - gritó asombrada Shiefa al escuchar las últimas palabras dichas por su prima. Sin poder evitarlo buscó con la mirada la petrificada cara de Ying Fa. Por la forma en que estaba, era evidente el estruendo de las palabras dichas por Meiling en ella - "¿Será verdad...?"
- ¿Qué dijiste? - preguntó nerviosa y a la vez colorada.
- Lo que escuchas, niña. ¡No quiero que te acerques a Xiaolang!... solo una persona puede estar con mi primo - dijo amenazadoramente - esa chiquilla del Cerezo y alguna de mis amigas. ¡Nadie más! - gritó dando por fin a la conversación, caminando lentamente hacia la salida del lugar.
- ¿ "Chiquilla..."
- del...
- ...Cerezo"?
Las tres personas que habían quedado en esa gran salón repitieron la frase dicha por Meiling con gran impaciencia. ¿Qué habría querido decir con esas palabras?... uno lo sabía bien, otra mas o menos y la tercera no había entendido la información. Pero....
- "A mi no me gusta él..." - pensó Ying Fa con extrañeza - No me gustó ni me va a gustar en un futuro... - murmuró irónicamente. Viendo la puerta del salón cerrada por la joven que momentos antes había salido por ella.
- ¿Qué habrá querido decir con 'Chiquilla del Cerezo'? - preguntó en voz alta la mayor de los hermanos Li viendo a su hermano menor - ¿Tienes alguna idea, hermano?
- No - respondió con tranquilidad Li - Realmente, no lo sé.
Ying Fa miró a Li con extrañeza y tranquilidad. No sabía por qué, pero sus palabras no le habían sonado sinceras. Tal vez no lo conocía lo suficiente como para opinar sobre lo que él piensa, pero de algo estaba segura: él mentía... La curiosidad comenzaba a inundar su ser, quería saber... que significaba esas palabras...
Al instante su cuerpo respondió a sus instintos y con agilidad comenzó a caminar hacia la salida del salón. Una vez fuera de las miradas de los demás, una pequeña sonrisa de preocupación apareció en su cara.
- "Tengo que investigar...."
Continuará.....
Notas de la Autora: ¡¡Terminado el capítulo diez!! ¡¡no lo puedo creer!! ¡¡diez al fin!!... tengo que apagar las velitas de la torta :P
Este capítulo esta dedicado 100% a mi gran amiga Oracle, que cumplió hace poco un añito de entrar a este mundo del fan-fic. ¡¡¡Felicidades amigaaaaaaaa!!! ¡¡yo también estoy muy contenta de haberte conocido!!
Bueno, les comento que pronto publicaré (si no es que ya lo hice con este cap. aparte) el primer capítulo de "No me olvides". Espero que me dejen al menos un review con su opinión, sea buena o mala. Por otro lado, como no encuentro a Tebi (o desapareció del mapa o lo raptaron los extraterrestres) comenzaré de nuevo con Destinos Cruzados: The vision of Zion, y esta vez como Kaoru Kinomoto ya que me olvidé la contraseña de la otra cuenta ^^U
¡Ah!, también en este momento estoy escribiendo el primer capítulo de "Recordando el pasado", lo tenía listo y me había salido super lindo pero cuando se me borró el disco duro, el cap se fue con él ¬¬
Perdonen si tiene más capítulos de lo previsto, pero es necesario para poder comprender este fic. Si digo la verdad es que pensaba que terminaría en el cap. 10. Pero ya ven ustedes ^^UUUUU
¡Yuen!, ¡Yuen!, ¿dónde te has metido amiga?... Si alguien la ve denle mis saludos. Y díganle que estoy reconsiderando sus 'pequeñas' sugerencias. ¡¡Gracias amiga!!
Oracle, cada vez estas más enredada en el fic, ¿qué tal?
Saludos a Makita, una chica que parece sumamente amigable. Pero que todavía no pude hablar con ella, ya que cada vez que me conecto ella no esta......
Bueno, me despido.
Besos a todos y coman frutas y verduras (no entiendo porque lo digo, pero todos lo hacen).
Kaoru Kinomoto
PD: Sólo les diré un pequeño dato: presten más atención a los próximos dos o tres capítulos. Serán 'algo importantes' para esta historia. Y resolverá algunas preguntas que la mayoría hizo.
Dudas, comentarios, tortas (preferentemente de chocolate y crema), sobornos, sugerencias o ideas propias, todo a... meligise2002@hotmail.com
¿Saben algo?, quiero que alguien me escriba a mi mail. No es que no me gusten los reviews, pero quiero que me escriban!!!! No es una amenaza, pero pueden considerarla como una... Meli se esta volviendo histérica, ¿qué pasará más adelante?... eso no se sabe. Tal vez vuelva a la naturalidad, pero bueno...
A lo lejos se puede distinguir una nube de polvo que rápidamente se acerca hacia la joven universitaria... cuando solo esta a pocos centímetros de ella, lanza un brinco gritando de felicidad.
Al oír el grito detrás de ella, salta de su silla asustada para ver detrás suyo.
- ¡¡Me asustaste!! - gritó Oracle llevándose una mano a su pecho sin dejar de mirar a su amiga dando pequeños saltitos de un lado a otro.
- ¿Y eso qué importa?, ¡¡¡¡Felicidades!!!!
- ¿De qué? - pregunta tímidamente.
- ¡¡¡¡¡¡Felicidades!!!!!! - repite sin parar Meli haciendo caso omiso a las preguntas de su amiga - Hace poco cumpliste un año como escritora. Pero como no sé muy bien dónde vives, no tengo dinero para salir del país, el correo no llega a tiempo y los aviones son muy costosos prefiero decírtelo aquí.... ¡¡felicidades Oracle!!
- La verdad Meli, es que nunca vas a cambiar - da un pequeño suspiro con una gota de resignación en su frente - Pero te agradezco los saludos.
- Más te vale. Mira que este capítulo lo hice pensando en ti... además que te lo dedico. ¡Ese es tu regalo!
- ¿Mi regalo?... bueno, esta bien. Más vale algo que nada.
- ¡¿Qué dijiste?!
- Que mejor comiences con tu fic ^^U
- Así se habla... y espera de regalo a tu 'querido Eriol' para el año siguiente. Eso te lo prometo...
- ¿Tanto falta?
- ¡Si!... ¿sabes cuanto cuesta hacer un contrato con un personaje de la ficción para que caiga en tu poder?
- Bueno -_-U
- Muy bien.... ahora lee tu regalo - Meli se levanta y le muestra un documento abierto - Espero que te guste - le hace un 'click' para abrir otro. Oracle empieza a leer - ¡Y espero que les guste a ustedes también!
Aclaración: Todos los personajes de la serie Card Captor Sakura pertenecen a CLAMP, los demás son "míos" (excepto Oracle que es ella misma... pero le hago lo que quiero en el fan fic).
- Diálogos.
"..." pensamientos de los personajes
'.' destacamento de una palabra
*...* algún sonido
·~-·~-·~-·~-·~ cambio de escena
Mi misión en el clan Leng
Tratando de arreglar problemas: el trato y un viaje inesperado
"...¿del odio al amor hay solo un paso?"
- ¡Te dije que no te movieras! - gritaba el chico enojado con su compañero de trabajo.
Las verdosas cortinas impedían que alguien viera lo que pasaba dentro de esa habitación. Se escuchaban algunos quejidos, pero no lo suficientemente altos como para despertar sospechas. La sombra de dos figuras humanas se reflejaban en las paredes blancas. Una sentada en una silla y la otra recostada en la cama, la primera parecía estar curando a la segunda.
- Pero no fui yo el que olvidó su papel en la misión - refunfuñó la voz femenina - ¿No Pequeño Lobo? - dijo en forma burlona sintiendo que su cara cambiaba a una sonrisa victoriosa - ¡Auch!, ¡eso me dolió! - sintiendo el dolor al pasarle el algodón en su suave piel - Más cuidado Li.
El chico omitió su queja y siguió con su labor. De chico se había acostumbrado al uso de los productos médicos y como reconocer el uso de cada uno. A veces le atacaban hombres en representación de otros clanes, y para curar sus heridas y no llamar mucho la atención - si la herida no era profunda - se había acostumbrado a tener siempre un pequeño botiquín en su baño privado.
La chica de ojos azules vio con gran atención como eran levantadas las cortinas momentáneamente por el fuerte viento. Los recuerdos de aquella noche no eran muy gratos para ella. Ninguno era de su agrado, menos los dos últimos. El primero de ellos hecho a la fuerza para aparentar entre ellos dos.
- "Tuve que besarlo" - pensó asqueada - "¡Que asco!..." - pero algo en su interior negaban esas palabras. Tenía que aceptarlo, Li era guapo. Pero no por eso un 'cabezota', como ella le llamaba frecuentemente. Pero lo segundo peor que paso esa noche fue... - Casi muero - susurró lenta y pausadamente, tratando de digerir aquella desagradable información.
Sus ojos azules se perdían en las cortinas, pensando en todo lo que pudo perder esa noche. Entre esas cosas, su vida. Pero no todo fue tan fácil, al final de cuentas se lo debía. Debía agradecerle, pero no lo haría. Su orgullo estaba primero y no iba a dejar que se lo pisotearan.
Sin saberlo, las palabras que había pronunciado anteriormente fueron como una bomba de tiempo para Li. Su ceño se acentuó y su penetrante mirada dio paso para fijarse en el rostro de ella. Aunque no lo demostraba, le dolía lo que Leng decía. Después de todo, si a uno le pasaba algo el otro no continuaba. Ese era el lema para ellos pero.... Sacudió su cabeza para dejar de pensar en eso.
- "Debo concentrarme" - se dijo desviando la vista y volviendo a su labor de curar heridas. Las suyas no eran tan graves, 'pequeños rasguños' él le llamaba. Pero ella... ella las tenía al borde de ser profundar. Y la de la espalda era la que más trabajo le daba.
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Habían estado habitando esa casa durante cuatro meses, y aún no encontraban nada. No podía culpar a su amiga, ella no tenía la culpa de no poder sentir el poder. Sabía que cuando el tiempo llegara, ella sabría que hacer. Mientras tanto, era mejor esperar...
En ese momento estaba sentado en un sillón rojo de terciopelo, su favorito. Misteriosamente se había salvado de la demolición de su antigua casa y había aparecido allí. Sonrió. Misteriosamente...
Últimamente se sentía un poco triste, la razón no lo sabía con exactitud. Solo podía pensar que ya no era un niño, sino un adulto, bueno, casi un adulto. No podía hacer caso a viejos sentimientos que habían despertado en él. Simplemente no podía, eso interferiría en su misión.
Recordó aquel día, en los primeros que habían llegado a Japón. No podía evitarlo, la extrañaba....
Sin saber el por qué, sus pies no le respondieron y cuando se dió cuenta donde estaba, decidió arriesgarse y preguntar. Después de todo, ella era su amiga ¿no?
No ha podido olvidar, mi corazon, aquellos ojos tristes, soñadores que yo ame, la deje por conquistar, una ilusion,
- ¿Mansión Daidouji? - se escuchó una voz por el interlocutor.
Respiro profundo, no podía creer que estaba haciendo eso.
- ¿Se encuentra la señorita Tomoyo? - preguntó con voz temblorosa.
Después de un tiempo, volvió a hablar el aparato.
- Lo siento pero se equivoca. La señorita Tomoyo no vive aquí...
- ¿Co... cómo?
y perdi su rastro, y ahora se que es ella, todo lo que yo buscaba, y ahora estoy aqui, buscandola de nuevo ya no esta, se fue,
- Hace seis años que no vive aquí.
Dudo unos segundos, pero las palabras salieron de él.
- ¿Dónde podría encontrarla? - su voz temblaba ante esa pregunta.
- Disculpeme joven, pero no me es permitido darle esa información... Buenas tardes....
- ¡¡Espere!! - grito, pero ya era demasiado tarde. La chica le había cortado.
tal vez si usted la ha visto digale, que yo siempre la adore, y que nunca la olvide, que mi vida es un desierto y muero yo de sed, y digale tambien,
que solo junto a ella puedo respirar, no hay brillo en las estrellas ya ni el sol, me calienta, y estoy,muy solo aqui, no se adonde fue, por favor digale usted.
- "No puedo pensar en eso. ¡No puedo!" - se grito en su interior llevandose las manos a su cabeza. Por primera vez en su vida se sentía inseguro de lo que sentía - Es una gran amiga, es lógico que piense eso de ella. Me ha ayudado mucho. Pero de eso a lo otro, no. ¡¡No, no, no, no, no!!... es una gran amiga, es solo eso: una amiga - se repetía sin cesar la reencarnación de Clow.
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- Necesito ser invocada.....
La voz resonaba a su alrededor. Otra vez estaba envuelta en el ambiente oscuro, y frente a ella la misteriosa laguna de agua azul. Sintió el poder de la luna en ella y una energía la rodeo creando un aura amarilla. Pero sus ojos estaban fijos en el agua y el remolino violáceo que se formaba en ella.
- Invócame... - exigía la voz.
Extrañamente estaba vestida con un atuendo extraño. Le recordaba el que usaban las mujeres aborígenes en la película de Pocahontas, pero además de eso llevaba en su frente el signo de la luna, de Yue. Y en una de sus manos sostenía un arco.
- Úsalo... tu sabes como hacerlo... pruébalo...
Un extraño poder se hacía presente en ella. Su mano izquierda estaba ocupada por el arco, pero la derecha la sentía raramente helada. Se queda viendo su mano con horror, no sabía que hacer. Por lo menos eso pensaba.
- Sabes manejarlo... siempre lo supiste... usa tu poder, es hora de que lo uses....
La chica no sabía que hacer.
- Los hielos... los hielos como flechas para el arco...
Oracle comenzó a mover su mano derecha lentamente, sus ojos no mostraban brillo alguno. Parecía haber entrado en un especie de transe. En la palma apareció una flecha de hielo que agarró con firmeza para luego utilizar el arco y tirar con intensidad hacia el fondo del agua. Sintió como se estremecía su cuerpo al escuchar el ruido del agua haciendo contacto con la flecha. Volvía en si lentamente, pero cuando lo hizo no podía creer lo que le sucedía.
Un brillo violáceo inundó el lugar. Extrañas voces se escuchaban, el grito de una de ellas y luego la música proveniente de un piano. Una música extraña, triste. Su mente voló por el lugar hasta encontrarse en el medio de un bosque, una sombra tocando el piano. Trató de acercarse, pisó una rama. La extraña melodía dejó de sonar, y el que la tocaba dio vuelta su cara para ver al intruso.
Los ojos de Oracle se abrieron lo más que podían al sentir esa mirada sobre la de ella. Esos ojos... sentía que los conocía... ¿pero de donde?
El par de ojos violetas la veía a lo lejos, inspeccionando el rostro de Oracle con atención. Su cara tenía rasgos finos, dignos de una mujer. El semblante serio no dejaba hacerla sonreír. Su cabello volaba con el viento. Sus ojos no tenían casi ninguna expresión... los labios se curvaron para comenzar a hablar...
- Busca a mi hermana... - susurró llevando sus palabras el viento - búscala, antes que sea tarde... protectora del bosque.
Los pesados ojos marrones se abrieron lentamente, tratando de recordar lo que había soñado. Las imágenes vividas comenzaron a inundar su mente, pero solo bastaba un dolor de cabeza para dejarlas de lado.
- ¿Qué me esta pasando? - dijo en voz alta.
Pero, aunque no lo supiera. Aunque no este lista, ya contaba con una misión en su vida. El por qué de sus poderes, el misterio de su vida... todo parecía tener una extraña conexión. Muy pronto lo sabría, muy pronto descubriría... el por qué había ido a Japón.
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Ese día de clases había sido por sobre todo 'normal' para ella. La entrada a la clase a tiempo, las burlas y peleas con la odiosa de Li. El alejarse de cualquiera que se le acercara a la hora del almuerzo, sentir miradas asesinas sobre ellas al ver que Li se le acercaba para hablarle sobre trabajo, cosa que no sabían ellas.
Suspiró. Si, era un día normal.
Repentinamente pararon su recorrido habitual a la vuelta del colegio, cuando ella tenía que huir de las chicas asesinas y él de los chicos.
Li se dio vuelta para verla, pero ella se le adelantó quedando a espaldas suyo pero con una considerable ventaja de lugar. Comenzó a pronunciar cada palabra lo más serio posible, ya tenía curiosidad acerca de la respuesta.
- Dime solo una cosa, ¿a qué le tienes miedo?
Ella se detuvo, no se dio vuelta. Seguía de espaldas a él. ¿Debería de contestarle? ¿tendría que hacerlo?... Si, después de todo, se lo debía. Respiro hondo varias veces tratando de pensar una respuesta que fuera exacta, y no tener que hablar de más con ello. Aún lo detestaba, lo sentía en su interior. Finalmente se decidió.
- Al abandono - contestó con voz amarga volviendo a caminar y con ello, alejarse más del cuerpo del joven.
Li Shaoran quedó estático en su lugar, nunca hubiese pensado que hubiese venido tal respuesta de la chica. Ella siempre era fría con la gente, nunca se dejaba ver como en realidad era. En sí vivía en un mundo de abandono, de oscuridad. Sin dejar que se acercaran para poder ayudarla a salir de él, no se dejaba ayudar.
Optó por comenzar a caminar hacia su casa, más confundido que lo normal. Ahora comenzaba a cambiar su forma de pensar hacia ella y eso le asustaba. Pensó que lo primero que haría al llegar sería darse un baño para calmarse, era lo único que con los años lograba calmarlo. Eso y la meditación con su espada.
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- Si, si Eriol - decía Nakuru sintiendo cada palabra de su amo por el pequeño teléfono celular - ¿Para cuando?... - da un hondo suspiro - Esta bien, llego el viernes en el primer vuelo. Si logro conseguirlo. Pero...
Nakuru Akizuki se encontraba en la larga rutina de su trabajo semanal. Llevaba puesto un pequeño guardapolvo blanco que usaba frecuentemente para las sesiones de cosmetología. Su cara serena que utilizaba en aquel lugar había cambiado a una gran tristeza, y luego a una sonrisa pícara.
- ...no voy a ir sola. Tengo compañía - escuchando el teléfono - ¡Ah no!, ¡no te lo diré!... será una sorpresa.
El grito de una compañera la saca de su alentadora conversación.
- Eriol: tengo que cortar. Después te llamo, si, Supi esta bien. ¡Claro que le doy de comer! - comienza a caminar hacia su lugar de trabajo - Adiós.
- Nakuru, tienes la cita de las nueve. Ya esta esperándote.
- Ya voy, ya voy... - dijo desesperada volviendo a adoptar su característica serenidad - Touya, te tengo una proposición - susurró con una pequeña sonrisa. Esta vez no dejaría escapar su oportunidad.
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Los días pasaban en una forma bastante rápida para ella. Sus heridas habían cicatrizado en forma muy conveniente para la última misión encomendada por el Concilio. Una sonrisa arrogante surgió en su rostro pensando en los papeles que habían tomado. Demasiado conveniente para ella...
- Es un gran misterio lo que pasó en la ciudad de Lanzhou, ¿no lo cree? - preguntó fingiendo ingenuidad en sus palabras, tratando de sacarle información en la forma más fácil para ella. Coqueteando con el hombre de treinta años en forma moderada.
- No tanto... - contestó el hombre viendo la mesa en la que estaban sentados. Con chasquear los dedos llama un mozo - ¿Qué deseas beber?
La chica lo pensó por un momento.
- Vino blanco.
- ¿No prefiere un trago des Wiski?
- Si me permite decirle, yo no bebo esa clase de bebidas. Son muy fuertes para mi.
El hombre se encogió de hombros.
- Como digas.
El mozo aguardaba su pedido pacientemente. Llevaba un traje blanco por su cargo que combinaba con sus ojos ámbares. Sus cabellos estaban bien peinados y misteriosamente en su lugar, a pesar de la rebeldía que tenían. Extrañamente se veía molesto y miraba fijamente a la chica.
- Un Wiski y vino blanco. Que sea del bueno - dijo el hombre con voz de mandato al joven mozo.
El joven comenzó a caminar a paso lento por la sala, pero un grito hizo que parara y se dirigiera a la mesa nuevamente.
- ¿Desea algo señorita? - preguntó destacando la palabra 'Señorita'con cierto enojo.
La chica solo sonrío en forma burlesca. Tenía que aprovechar ese momento para rebajarlo todo lo que pudiera.
- ¡Ah!, ¿sabes algo? - dijo ella con su suave voz al hombre que estaba frente a ella - Mejor cambio el vino por un vaso de agua - viendo al mozo fijamente - Quien sabe lo que pueden ponerle en este lugar.
El joven frunció el ceño ante esa respuesta. A veces podía ponerse insoportable.
- Si tu piensas eso - dijo el hombre - De todas formas, tráigame el Wiski.
- Pero que divertido fue molestar a Li - río placenteramente ante los recuerdos - Nunca antes sentí esas ganas de molestar a alguien.
"Pero sin darse cuenta, ese deseo de molestar llevaba consigo el por qué que ella tanto buscaba... el mayor miedo se estaba haciendo realidad dentro de ella, y cuando llegara el momento... tendría que saber elegir."
- ¡Que sueño tengo! - se dijo en voz alta caminando hacia su cama - Creo que me dormiré en cualquier momento - susurró mientras se acomodaba apoyando su cabeza en la suave almohada.
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Solo dos, dos amigas de toda la vida se veía en ese aeropuerto lleno de gente pero en ese momento no existía nada más que ellas y esa despedida tan dolorosa que no podrían evitar. La chica de pelo castaño hasta los hombros la miraba con una sonrisa tratando de fingir todo ese dolor que tenía guardado para que su amiga no se entristeciera más de lo que estaba "No debes llorar delante de ella" se decía constantemente para no derramar lagrimas en ese momento "Te hiciste una promesa Sakura Kinomoto y esa sería no llorar hasta que se valla" trataba de animarse para no hacer más difícil esa despedida....
- Creo que ha llegado el momento - dijo Sakura con unas gotas relucientes que se asomaban en sus ojos.
- Si, eso creo - dijo una Tomoyo a punto de llorar - Pero antes... - saca una especie de cadena con un medallon y en el grabado en oro "Amigas por siempre" - Quiero que conserves esto como símbolo de nuestra amistad.
Sakura lo toma sorprendida y abre el medallón, adentro hay una foto de dos niñas de doce años abrazadas y una lleva en su mano una cámara de vídeo.
-¡Claro que lo tendré! - se lo pone en el cuello - Nunca me lo voy a quitar...amiga.
- Me alegra saber eso - se acerca una de sus guardaespaldas.
- Señorita, es tiempo de que suba a el avión.
- Esta bien - se despide de su amiga - Te prometo que cuando pueda volveré para visitarte.
- Y yo te prometo que voy a estar aquí esperándote.
Poco a poco se alejan para darse el adiós definitivo, aunque ellas no quieran el destino esta marcado y si alguna vez se vuelven a encontrar en la vida será porque el destino lo quiso así...
- Solo una cosa Sakura - dijo Tomoyo animadamente - Recuerda que este no es un adiós para siempre, solo es un hasta luego.
- Tomoyo - abraza a su amiga con mucho cariño - Te voy a extrañar, no sabes la falta que me vas a hacer.
- Lo sé, porque a mi me pasa lo mismo - se despide - Bueno, si no voy el avión despegará sin mi.
- Si, que te valla bien amiga.
- A vos también Sakura.
La figura de la chica de voz melodiosa se desvanecía a cada paso que daba. La gente hacía que se perdiera de vista fácilmente. Toma la mano de su madre y caminan hacia el avión que las llevaría a su nueva vida. A París...
Quien iba a pensar que esa vida no estaba llena de alegrías como ellas planeaban. Al paso de los años los lazos familiares que las unían se fueron perdiendo, la joven japonesa comenzó a cambiar de manera drástica. Ya no sonreía como antes, sino que cada vez que lo hacía podían congelar una persona. Sus ojos dulces y cálidos se convirtieron en amargos y fríos... Comenzó a odiar a la gente que la rodeaba, incluso a su madre que solo vivía para ella. Al paso del tiempo se cambió el nombre, negando sus raíces orientales.
Muy pronto se conoció como Michael Strangerson, gran modelo en profesión y estudiante de diseños. Más bien conocida como 'La fierecilla de hielo' por sus condiciones emocionales.
Su vida no era perfecta, nunca lo había sido. Por alguna extraña razón, no podía tener por amiga a una mujer. Algo hacía que odiara a cada chica que viera. Todos los que la vieran pensarían que su vida era perfecta, eso era porque no la conocían Si supieran cuanto tuvo que cambiar, que hacer para tratar de convivir con ella misma.
Lo que nadie pensaría, es que dentro de ella aún permanecía la esperanza de volver a ser quién era antes. La forma de ser, su forma de ser además de su frialdad era solo un camuflaje, un refugio que ella había inventado para sobrevivir ante la frialdad del mundo.
El novio que había tenido, el único chico que se había acercado a ella con otras intenciones y que no se había vencido ante su rudeza ahora no estaba para tratar de consolarla. Jan Pierr no había sido más que un aprovechador, un falso que solo había querido casarse con ella por su fama, su fortuna. Afortunadamente su 'madre' había hecho una 'pequeña' investigación a tiempo. Era la única vez que agradecía el haber sido hija de una mujer desconfiada. Pero no se lo agradecería, no volvería a ser humillada durante su vida.
Pero.... ¿cuál es el nombre de la persona que tuvo la culpa en mayor parte por su cambio drástico?... muy fácil, Sakura Kinomoto fue su nombre una vez. La persona que más odió en su vida fue su prima, y no se arrepentía de ello. No importaba que este muerta, nunca la perdonaría por lo que le había hecho... nunca...
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El chico de ojos marrones como su pelo caminaba tranquilamente por las calles de Hong Kong. Era la tarde de un sábado esplendoroso, esperado por muchas personas. Pero desafortunadamente no para él. Se había enterado por su madre sobre un acuerdo entre clanes. Eso no le disgustaba. Firmaba la paz entre ambos pero.... ¿por qué él tenía que actuar de forma directa en él?... ¿por qué con ella?... esas preguntas jamás se las diría a su madre. Conociéndola, mejor era callar y aceptar.
Un grito resonó atrás suyo, el grito de una chica.
- ¡¡Liii!!
- "¿Y ahora qué quiere?" - pensó cansado el joven de ojos fríos. Al igual que su mirada... se volteó lentamente para encontrarse con la molesta mirada de la chica Leng - ¿Por qué me seguiste?
- ¿Por qué va a ser? - preguntó abrumada la joven de ojos azules - ¡Ta, tan!, la respuesta es: ¡¡PORQUE ME ENTERÉ SOBRE EL TRATO DE XIAN FEI Y TU MADRE!!
- Ah - contestó sin sorprenderse el chico.
- ¿Ah? - preguntó imitándolo con ironía - ¿solo eso dices?, ¿ah?
- ¿Y qué quieres que diga?
- Algo más que 'Ah'. ¡Tenemos que hacer algo!
- ¿Cómo qué?
La chica trató de tranquilizarse. No valía estar enojada cuando la situación no era enojarse con él.
- Mira Li: no sé tu, pero yo no estoy enamorada de ti. No deseo estarlo, y no quiero casarme con alguien a quien yo no amo. Eso no esta en mis planes todavía.
El chico alzó una ceja. Esa situación no era favorable para él, pero podría ser interesante saber sobre sus sentimientos. Al menos, ya sabía que él no era el único que se sentía de esa forma, tal vez... podrían ser aliados en eso.
- ¿Qué tienes en mente? - preguntó interesado.
La chica suspiró aliviada, al menos sabía que su plan podría funcionar de esa forma. Ahora tendría que comunicárselo a su compañero.
- Aquí no - dijo con firmeza en sus palabras - Sígueme.
Delicadamente, lo tomó de la mano para conducirlo hacía un local, una cafetería. No le importaba que la vieran con él tomados de la mano, ella sabía que no era lo que los demás creían.
Ausentes a eso, a lo lejos se divisaban las figuras de cinco chicas vagando por el centro comercial. Tres de ellas llevaban bolsas en sus manos, sus caras mostraban cansancio a cada paso. La dos restantes parecían ser la líderes del quinteto, eran las que estaban adelantadas y conducían a las demás.
- ...pero no sé si comprarme las botas negras con plataforma, ¡ya tengo cuatro pares!
- ¡Hay Meiling!, ¡claro que debes comprártelas! - opinó su amiga que la llevaba por el brazo. Afortunadamente eran las únicas dos que no cargaban bolsas pesadas - Todos llevarán ropa nueva a la fiesta de Hua. ¡Tu no puedes ser la excepción!
- Pero, ¿no crees que es demasiado con lo que compré hoy? - preguntó señalando a las otras chicas llenas de bolsas.
- ¡Bah!, una bolsa más no les hará daño - respondió sin importancia llevando a su amiga a la entrada del negocio de calzados - Ven, entra - forzando a la chica a entrar a empujones, porque esta no reaccionaba. Parecía encontrar algo interesante frente a ella.
- Pe-pero... ¿es eso lo que yo creo? - susurró impactada, frotándose los ojos con gran insistencia.
- ¿Qué cosa? - dijo sin entender la otra.
- Ven - la toma de la mano para salir del local - Mira - señalando en medio de la multitud a una pareja sentada en una conocida cafetería.
La chica abre sus ojos con temor en su mirada. A juzgar por su cara, parecía haber reconocido a esa 'parejita'.
- ¡No puede ser! - gritó asustada.
- ¿Entonces?
- Pero si es... si es...
- ¿Qué pasa? - preguntaron las tres chicas que cargaban las bolsas.
- ¡¡Pero si son tu primo y Lin!!
- ¡¡¿¿QUÉEEEE??!!
- ¡Cállense! - gritó Meiling - se callan o nos descubren.
Al instante las cuatro seguidoras se quedaron en silencio. Siguiendo a su jefa.
- ¿Qué planeas? - preguntó la segunda.
- Sígueme... sígueme y verás.
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- ¡Bravo!, ¡magnífico! - gritaba un hombre con emoción reflejada en sus pequeños ojos negros.
La joven modelo caminó con delicadeza por la pasarela sin distraerse un momento. Sus compañeras veían con rencor a la chica, nunca le agradaría la arrogancia de la extraña. Nunca la aceptarían en su círculo, después de todo, no era muy agradable saber que ella era la favorita en ese ambiente.
- Muy bien chicas, la sesión terminó - comunicó un joven con una cámara en las manos - pueden retirarse.
- ¡No! - gritó el jefe - ¡Todavía no!
- Señor.
Deberán quedarse las siguientes modelos - dijo el hombre leyendo un pequeño papel.
Al pronunciar cada nombre, las bellas mujeres se acercan hacia al hombre. Caminaban con la postura enseñada con el pasar de los años, pero cada una no podía borrar de su cara el orgullo de ser elegidas para 'algo especial', y ser apartadas del grupo normal.
Sin embargo, lo que más les agradaba era que... todavía no pronunciaba el nombre de la odiosa fierecilla.
- Sin faltar también, la señorita Strangerson - finalizó el hombre con una radiante sonrisa.
La joven de ojos azules caminó con lentitud. Su expresión era cansancio, por sus poros salía el cansancio de estar las veinticuatro horas de ese día encerrada. Ella no era persona de estar mucho tiempo en espacios cerrados, le encantaba la libertad. Siempre le había gustado ser una chica independiente. Pero esa, no era aquella ocasión.
- ¿Y ahora qué pasa? - preguntó de mala gana Michael.
- Mira pequeña - dijo él sin hacer caso al tono de voz usado por ella - Tenemos que hacer la apertura del desfile oriental que se hace cada cuatro años. Van como auxiliadoras, pero una de ustedes tendrá el privilegio de abrir el desfile.
Todas las modelos, a excepción de Michael, se miraron fijamente. Algunas mantenían las esperanzas de ser aquella mujer, pero otras tenían la mirada de resignación. La respuesta era clara a sus ojos. La favorita no era alguna de ellas.
- ...esta vez yo no seré el que elija a esa persona - continuó el hombre con desilusión - La elegirán allá. Al igual que a las demás.
- ¿Dónde se hará el desfile? - preguntó con voz suave una de ellas.
- Se hará en - fijándose en unos papeles - ... Japón.
Los ojos de Michael Strangerson se abrieron desmesuradamente, la respiración se agitó y por un momento sintió que su sangre se congelaba. ¿Qué le estaba pasando?, ¿por qué a ese país?, pero lo que más le molestaba era ¡¡¡¡¿POR QUÉ ELLA?!!!!
Quizás el destino le estaba jugando una de sus partidas. Quizás querría que ella valla a Japón. Volver a los pasados dolorosos y enterrados en el olvido, volver a encontrarse con el pasado.
Todo el tiempo paró a su alrededor, solo ella quedaba en esa dimensión. Podía ver a lo lejos un borroso edificio, voces infantiles inundaban el antes silencio del lugar. La figura de una niña de once años, el cabello corto color castaño claro y los ojos de un matiz verde esmeralda. La niña de sus recuerdos, de sus pesadillas. La niña a la que debería... ¿odias?
- "Tomoyo" - susurró la niña con una radiante sonrisa.
- "Sakura...."
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- ¿Es ese tu plan? - preguntó asombrado Li.
- Si. ¿Por qué?, ¿tiene algo de malo? - dijo tratando de entender la reacción del joven.
- No tiene algo... ¡Tiene todo! - gritó con enfado golpeando la mesa con las manos cerradas - ¡Es absurda tu idea!
- ¡Hey!, que yo al menos puse una idea.
- Para hacer eso, hubiese sido mejor quedarse callado.
- ¡No tienes derecho a hablarme de esa forma! - dijo con desagrado la joven de dieciocho años.
- A mi no me gustó la idea.
- ¿Tienes otra? - preguntó alzando una ceja.
El chico la miró con enfado. Pero, aunque quisiera llevarle la contraria, no encontraba el como hacerlo. Tuvo que rendirse dando un suspiro de resignación.
- Eso creí - dijo victoriosa mostrando una pequeña sonrisa.
- Bien, ¿cómo lo hacemos?
- Es así...
El ruido de un teléfono se hizo presente interrumpiendo el momento de los dos. Ying Hua saca de su abrigo un pequeño celular que en ese momento rechinaba buscando la atención de su dueña. Tranquilamente se fija en el número que llamaba para luego abrir el aparato y preguntar a aquella persona.
- Xian Fei, ¿qué pasa? - preguntó extrañada por la voz de su amiga - ¿Algo importante?... ¡¿Ahora?!... ¿no puede ser más tarde?
Mientras Ying Fa seguía en la larga conversación con su tutora, Li observaba con cansancio las calles con grandes ventanales de negocios. Esa tarde había sido por más aburrida que lo normal, pero por una extraña sensación había decidido el salir al centro. De vez en cuando le hacía caso a esas sensaciones, pero eran incontables las veces que las dejaba de lado.
- Li... - murmuró Ying Fa viendo fijamente al joven sentado frente a ella.
Lentamente se voltea para verla a ella, pero algo le pareció diferente en su rostro. Sus ojos, siempre duros ante todos parecían haber tomado facciones más humanas. Su mirada cambió, parecía ver los ojos de una niña, una niña sola en el mundo.
Por un momento sintió un sentimiento extraño en él, como un fuego interno subía hacia sus mejillas. Pero no parecía haber sido el único, aún sin percatarlo, ella también estaba en las mismas condiciones.
Los dos se quedaron mirando fijamente, sin poder huir de ella. Ambos se veían con emoción en sus miradas, estaban a pocos segundos de descubrir la verdad de sus sentimientos. Los dos no hablaban, no podían mover su cuerpo. ¿Por qué sería?
Lo que no sabían, era que a pocas mesas de ellos se encontraban cinco mujeres observándolos con seriedad. Cuatro de ellas escondían sus caras en forma ridícula detrás de unas revistas, para no ser reconocidas con facilidad. La quinta llevaba un sombrero negro haciendo contraste con sus lentes del mismo color, su tez no era pálida ni morocha, sino un intermedio entre ambos. Era la líder del grupo y la que más se interesaba en la plática de ese par. Se había dado cuenta de las miraditas entre ambos, y era lo que le tenía más preocupada. Pero no mostraba sus sentimientos antes de cuenta, primero tendría que confirmar sus sospechas...
Ella trataba de hablar, pero las palabras no salían de su boca. Sentía que su cuerpo temblaba, y aunque quisiera liberarse de esa situación... no podía. Al solo verlo y no poder reaccionar bruscamente, sentía los latidos de su corazón cada vez más rápidos. Desesperadamente trata de hablar, pero a su fallo solo puede hacer temblar disimuladamente su labio. Su respiración se agita sin poder evitarlo, se siente vulnerable. Y lo peor es que no sabía el por qué.
Cierra sus ojos largando un suspiro. Trata de tranquilizarse sin poder lograrlo. Abre los ojos dispuesta a terminar esa situación, tratar de que se termine su pesadilla.
- Tenemos que irnos - tartamudeo lentamente, sintiendo que de a poco volvían a la normalidad los latidos de su corazón.
- ¿Por qué? - preguntó Li, no quería irse de su lado tan pronto.
- Xian Fei, quiere que vuelva. Tengo que irme - se levanta decidida a no escuchar más protestas del joven oriental.
- Espera - la detiene tomándola por el brazo. Se quedan viendo en facción de segundos - Voy contigo - saca de su bolsillo unas monedas que deja sobre la mesa.
Ambos comienzan a caminar hacia la salida del establecimiento, no miran a sus costados, no se fijan en las miradas de cinco chicas a sus costados.
- Meiling - susurra una de sus amigas - ¿Los seguimos?
- No - sentenció la chica seriamente.
Todas las chicas se miran confundidas ¿habían escuchado bien?
Prefirieron callar antes que preguntar. Más tarde les diría su razón.
Mientras que ellas discutían, los dos jóvenes caminaban lentamente por las calles del centro. Ninguno de los dos hablaba, tenían demasiado para pensar en esos momentos.
Inconscientemente se toman de la mano, sus miradas quedan fijas por un tiempo. Sonríen, no piensan en lo que están haciendo en ese momento. Solo sienten con el corazón, no con la razón.
Ese sería el principio de un largo camino, donde no tendrían otra opción que caminar juntos.....
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El permanente ruido de las filosas espadas perturbaban el ambiente del cuarto que generalmente utilizaban para entrenar. Dos figuras se enfrentaban a duelo con fervor, a juzgar por sus apariencias se podría decir que hacía tiempo estaban en ese combate sin final.
La más baja tenía rasgos femeninos, empuñaba con orgullo la espada que siglos estaba en su familia. Estaba molesta, no por el tiempo que perdía en la pelea... sino por no poder ganarle a él. El más poderoso de todos... cada vez que pensaba en esa frase se le revolvía el estómago.
Hace un ligero movimiento con su espada, esta a punto de dar en el blanco. A segundos de su victoria, una hoja filosa detiene la suya. El ruido metálico se hace presente y el forcejeo no se hace esperar.
A lo largo de cinco minutos, siguen en esa posición. Los ojos clavados en los del oponente, tratando de adivinar lo que pensaba el otro. Las miradas se cruzan, cada una irradiaba un profundo odio hacia su oponente. En una milésima de segundo ambos cuerpos salen disparados a sus lados. La chica pasa la espada por su espalda, haciéndola desaparecer y en su lugar tener firmemente un bo.
El largo bastón azulado trató de alcanzar con furia contenida los pies del joven, pero este lo esquivó con avidez dando un pequeño salto.
Están a punto de atacarse nuevamente, pero un pequeño grito detiene el combate.
- Xiaolang - gritó Shiefa entrando a la sala de entrenamiento - Mi madre quiere verte. Ying Fa, no sabía que estabas aquí - saludó brevemente con un movimiento de su cabeza para luego dirigirse a su hermano - Está en la sala.
- ¿Su humor?
- Un poco impaciente - sonrío al ver el semblante de su hermano. Al parecer estaba de buen humor, más que de costumbre - Me extraña hermano - comentó con voz baja - ¿Tu?, ¿haciendo esa clase de preguntas?
- Siempre hay una primera vez para todo - dijo el joven antes de salir rápidamente de la sala donde entrenaba.
- ¡Valla que esta de buen humor! - murmuró Shiefa impresionada - ¿Se puede saber la razón?
- Ni yo misma lo sé.
- Que raro... extraño...
Ying Fa pensó preguntar, pero cada vez que trataba sentía que estaba entrando en 'asuntos de familia', lugar donde no debería meterse.
- mmm.... ¿sabes... qué quiere? - preguntó tímidamente entrecerrando sus ojos azules.
Shiefa Li no se inmutó por la pregunta. Sino por la timidez de la chica. Siempre supo que ella era tímida, pero no tanto. Una pequeña sonrisa surgió en su rostro, una idea maravillosa acababa de ocurrírsele.
- ¿Quién? - preguntó con inocencia.
- Este... su... madre...
- ¿Qué dijiste? - volvió a preguntar fingiendo el no haber escuchado o mal entendido la palabra pronunciada por Ying Fa.
- Si... si sabes qué es lo que quiere...
Pero algo repentinamente las interrumpió.
El jadeo de una joven al entrar al gran salón se hizo presente. Sus ojos recorrían el lugar despectivamente, al parecer buscaba algo... o a alguien... La mirada de ella cambió al encontrarse con los ojos azules de su enemiga. Frunció el ceño y sus ojos de un color carmesí se encendieron de odio.
- ¿Dónde está? - preguntó con mal humor la joven entrando por completo al salón.
- ¿Dónde está quién Meiling? - preguntó volteándose hacia su prima la hermana mayor de los Li.
- A mi también me da gusto verte - saludó de mala gana Meiling acercándose al dúo - Xiaolang, Shiefa. ¿Dónde está Xiaolang?
- Hablando con mi madre - respondió con serenidad la mujer de ojos ámbares.
- ¿Sabes qué es lo que desea?
- No - dijo con voz seca, a veces su prima se volvía molesta para su gusto - ¿Te presento a Ying Fa, o ya la conoces?
Shiefa corre a Meiling hacia un lado mostrando el cuerpo de la joven frente a ellas.
- Ah, Lin... ¿o Leng? - dijo bruscamente llevándose un dedo a sus labios - mmm... ¿cómo debería llamarte?, dímelo. Así me ahorras la voz.
- Lin está bien, Li. Pero yo también tengo una duda: ¿debo decirte Meiling o simplemente Li y confundirte con tu primo?... sabes que eso no es muy grave pero me desagrada el llamarte 'Meiling', suena... ¿cómo decirte?... no me gusta mucho como suena ese nombre. ¿Tu qué opinas?
- ¡Eres miserable!, ¿cómo te atreves a burlarte de mi nombre?... Tu eres la menos indicada para decirme tal cosa. 'Ying Fa', ese es un nombre tan común que parece plagiado. En cambio Meiling no es usado mucho, es más extraño. Y eso lo hace único. Cosa que el tuyo no tiene.
- Prefiero mi nombre antes que el tuyo. ¡Que eso te quede claro!
Shiefa Li miraba todo lo sucedido con gran importancia. La verdad era que le resultaba sumamente extraño el comportamiento de la chica de ojos azules, de su prima Meiling era muy común el exaltarse de ese modo con la gente. Pero nunca creyó posible tales palabras salir de la boca de Leng.
Bueno, esas cosas eran de niños, y en ese momento eran un par de niñas discutiendo por algo que no tenía tanta importancia. Cambiaban de tema más rápido que los minutos. Pero... ¿de qué estaban hablando ahora?
- ¡Tu no tienes derecho de llamarlo de esa forma!
- ¡Tu tampoco!, no importa que sea tu primo.
- ¡Yo se muy bien por qué dices eso! - gritó con desesperación Meiling ante las miradas expectantes de tres personas - ¡Lo dices porque te gusta! - viendo la cara atónita de la chica más joven - ¡Si!, ¡ya sé tu secreto!... ¡te gusta mi primo! - acusándola con un dedo amenazados mientras Leng se ponía cada vez más pálida.
- ¡E-eso no es cierto! - gritó con la voz entre cortada subiendo cada vez más el rubor en sus mejillas - ¡Es mentira!
- ¡Si es verdad!.... ¡Yo los vi a los dos ayer en el centro comercial, y estaban tomados de la mano!
- ¡¿Cómo?! - gritó asombrada Shiefa al escuchar las últimas palabras dichas por su prima. Sin poder evitarlo buscó con la mirada la petrificada cara de Ying Fa. Por la forma en que estaba, era evidente el estruendo de las palabras dichas por Meiling en ella - "¿Será verdad...?"
- ¿Qué dijiste? - preguntó nerviosa y a la vez colorada.
- Lo que escuchas, niña. ¡No quiero que te acerques a Xiaolang!... solo una persona puede estar con mi primo - dijo amenazadoramente - esa chiquilla del Cerezo y alguna de mis amigas. ¡Nadie más! - gritó dando por fin a la conversación, caminando lentamente hacia la salida del lugar.
- ¿ "Chiquilla..."
- del...
- ...Cerezo"?
Las tres personas que habían quedado en esa gran salón repitieron la frase dicha por Meiling con gran impaciencia. ¿Qué habría querido decir con esas palabras?... uno lo sabía bien, otra mas o menos y la tercera no había entendido la información. Pero....
- "A mi no me gusta él..." - pensó Ying Fa con extrañeza - No me gustó ni me va a gustar en un futuro... - murmuró irónicamente. Viendo la puerta del salón cerrada por la joven que momentos antes había salido por ella.
- ¿Qué habrá querido decir con 'Chiquilla del Cerezo'? - preguntó en voz alta la mayor de los hermanos Li viendo a su hermano menor - ¿Tienes alguna idea, hermano?
- No - respondió con tranquilidad Li - Realmente, no lo sé.
Ying Fa miró a Li con extrañeza y tranquilidad. No sabía por qué, pero sus palabras no le habían sonado sinceras. Tal vez no lo conocía lo suficiente como para opinar sobre lo que él piensa, pero de algo estaba segura: él mentía... La curiosidad comenzaba a inundar su ser, quería saber... que significaba esas palabras...
Al instante su cuerpo respondió a sus instintos y con agilidad comenzó a caminar hacia la salida del salón. Una vez fuera de las miradas de los demás, una pequeña sonrisa de preocupación apareció en su cara.
- "Tengo que investigar...."
Continuará.....
Notas de la Autora: ¡¡Terminado el capítulo diez!! ¡¡no lo puedo creer!! ¡¡diez al fin!!... tengo que apagar las velitas de la torta :P
Este capítulo esta dedicado 100% a mi gran amiga Oracle, que cumplió hace poco un añito de entrar a este mundo del fan-fic. ¡¡¡Felicidades amigaaaaaaaa!!! ¡¡yo también estoy muy contenta de haberte conocido!!
Bueno, les comento que pronto publicaré (si no es que ya lo hice con este cap. aparte) el primer capítulo de "No me olvides". Espero que me dejen al menos un review con su opinión, sea buena o mala. Por otro lado, como no encuentro a Tebi (o desapareció del mapa o lo raptaron los extraterrestres) comenzaré de nuevo con Destinos Cruzados: The vision of Zion, y esta vez como Kaoru Kinomoto ya que me olvidé la contraseña de la otra cuenta ^^U
¡Ah!, también en este momento estoy escribiendo el primer capítulo de "Recordando el pasado", lo tenía listo y me había salido super lindo pero cuando se me borró el disco duro, el cap se fue con él ¬¬
Perdonen si tiene más capítulos de lo previsto, pero es necesario para poder comprender este fic. Si digo la verdad es que pensaba que terminaría en el cap. 10. Pero ya ven ustedes ^^UUUUU
¡Yuen!, ¡Yuen!, ¿dónde te has metido amiga?... Si alguien la ve denle mis saludos. Y díganle que estoy reconsiderando sus 'pequeñas' sugerencias. ¡¡Gracias amiga!!
Oracle, cada vez estas más enredada en el fic, ¿qué tal?
Saludos a Makita, una chica que parece sumamente amigable. Pero que todavía no pude hablar con ella, ya que cada vez que me conecto ella no esta......
Bueno, me despido.
Besos a todos y coman frutas y verduras (no entiendo porque lo digo, pero todos lo hacen).
Kaoru Kinomoto
PD: Sólo les diré un pequeño dato: presten más atención a los próximos dos o tres capítulos. Serán 'algo importantes' para esta historia. Y resolverá algunas preguntas que la mayoría hizo.
Dudas, comentarios, tortas (preferentemente de chocolate y crema), sobornos, sugerencias o ideas propias, todo a... meligise2002@hotmail.com
¿Saben algo?, quiero que alguien me escriba a mi mail. No es que no me gusten los reviews, pero quiero que me escriban!!!! No es una amenaza, pero pueden considerarla como una... Meli se esta volviendo histérica, ¿qué pasará más adelante?... eso no se sabe. Tal vez vuelva a la naturalidad, pero bueno...
