Hola a tods. Sí ya sé he tardado mucho y aún pensaba tardar más, pero decidí subir la mitad del chap, que es por sí sola muy grande. Espero que les guste.
Ya saben nada de lo que reconozcan es mío.
RR:
Ya tengo 157… muchas gracias así como vamos llegaremos pronto a los 200.
Monalex Potter: Quedan 12 chaps y medio porque falta la mitad de este. Bueno te enteras aquí por qué no es y si este ff tiene una segunda parte. Gracias por el rr.
Ivy Potter Black: Bueno en este chap (y su mitad faltante) te enteras de la respuesta de la mayoría de las preguntas. Gracias por el rr las dudas se van respondiendo.
ViolteaPotter: Gracias
Niniel204: Sí Petunia no es tan mala onda. Que bueno que te gustó.
Alyssa Kraft: Hola, no sabes que ilusión me hizo tu rr. Yo tengo muchos ff preferidos y he hecho lo mismo… no podía creer que alguien lo hiciera con el mío. Sí sé que al principio es algo confuso… pero bueno esas partes son necesarias. Gracias por decir que te gusta como escribo y espero seguir sabiendo de ti. Gracias.
Alicia: Que bueno que te gusta… a ver si ya te pones al día porque vas un chap atrás… aunque ya te has puesto como me has dicho por msn es cierto. Las partes Sirius son para ti y que bueno que sigas leyendo. Gracias.
Bueno la carta de Lily esta escrita en cursiva… el diario de Eli comienza con y termina también en cursiva. Espero que les guste y resuelva sus dudas. No está muy bien corregido porque me urgía subirlo… así que perdón por las faltas.
Ahora si les presento el chap (o la mitad) del 23. Gracias por leer.
Capitulo veintitrés
Un lugar llamado Hogwarts.
Las tinieblas inundan los corazones de aquellos demasiado débiles para enfrentarlas.
I
James Potter miró la carta en sus manos. Se sentó en el suelo de piedra y la abrió. "Lily ¿Por qué?" se preguntó como por décima vez. "Allí estarán todas las respuestas" había dicho. ¿Lo estarían? Lo desdobló con cuidado y miró la letra pequeña, junta y elegante de la pelirroja.
Querido James.
Sí estás leyendo esto es porque yo ya me he ido. No sé si me he despedido de ti o no. Pero aquí lo hago. Espero poder explicarte las razones por las que me voy. Espero que tú puedas entender.
-¿James?- Elinor se había acercado y se había sentado junto a él en el saco de dormir rojo. Lo abrazó y no dijo palabra.
-¿Tienes miedo Eli?- la chica asintió. – Yo también.
La noche estaba oscura y las luces se habían ido hacia tiempo. Era imposible saber cuanto, cualquier reloj en el castillo se había parado. Hasta los granos del reloj de arena se habían quedado suspendidos a la mitad de su trayectoria.
Dumbledore había convocado a todos al comedor. Las mesas habían desaparecido. Los adultos y profesores deliberan la situación. Niños de todas las edades desde los cinco años estaba sentados en grupos. Los alumnos estaban agrupados por casas. Muchos sacos de dormir de distintos colores tapizaban el suelo. El llanto de los niños y quedos murmullos era todo lo que se oía ahora.
James se había retirado a una de las esquinas del comedor, la tinta que Lily había usado parecía brillar en la oscuridad, por eso se había refugiado allí.
-¿Por qué nos dejó ahora?- murmuró la chica.- Ahora que la necesitamos. Hay algo allá afuera, nadie quiere decirme que es aunque yo sea premio anual. Los adultos están asustados. Algunos son Aurores, pero parecen tener miedo. Están esperando a que Ale aparezca y les aclaré todo. Me mandaron a buscarla, pero de algo estoy segura ella no está en el comedor.
-¿le preguntaste a Remus?
-Por supuesto. Dijo que después de que se separaron no la ha vuelto a ver. Te digo que algo anda mal.
-Eso ya lo sé.
-Oh, James todo esto es tan confuso. He hablado con Alicia, dice que es difícil saber donde esta Ale, que intentó rastrear el castillo pero que todo parece bloqueado. ¿Puedes sacar tu espada?
-No.
-Lo mismo pasa con el arco de Alicia… tengo miedo James.
-Yo también Eli, tengo miedo por todos nosotros, por lo que pasará, por Lily… tengo miedo de saber que nuestra vida se va a…
-No hables así… es el tiempo que nos tocó vivir… nada más.
Sirius volvió a meterse la cuchara a la boca. Miró la natilla de color amarillo y volvió a meter su cuchara en ella. Movió la cuchara con pereza y luego volteó a ver a sus amigos. Peter y Remus jugaban con unas cartas.
-Estoy aburrido.- murmuró.
-Pues mira que nosotros nos estamos divirtiendo mucho.- repuso sarcástico Remus.
-Sí alguien no me dice que está pasando me volveré loco.
Peter carraspeó sonoramente y masculló algo.
-Sí lo sé Wormtail y eso de que Ale no está por ningún lado me pone los pelos de punta.- murmuró el licántropo.
-Además hace rato se acercó Alicia a anunciar que los poderes de los heraldos parecen no servir.
-Es porque no está Lily.- dijo tan bajo Peter como si fuera para si mismo. Había tenido el valor de decir lo que a los tres les rondaba por la cabeza desde hacia tiempo.
-Es que es tan extraño todo esto.
-Y luego James se fue a no sé donde.
-Está en aquella esquina.- respondió Remus señalando hacia la esquina más cercana.
-¿Por qué no me habías dicho?- dijo en tono normal Sirius.
-Baja la voz pelmazo.- mustió Peter.- Que no te das cuenta que el silencio le da seguridad a algunos.
-habla por ti a mi me desespera y agobia, pero eso no quita nada…. ¿Por qué no me habías dicho?
-Mira Padfood. ¿Por qué no usas eso que llamas cabeza? Te aviso que no está sólo de adorno, si no quisiera estar solo hubiera venido con nosotros. Él es que debe estar peor por lo que pasó con Lily.
-Tú no viste a Elinor llorando hace rato.
-Por eso es mejor que se consuelen mutuamente.- Remus sonrió.
-¿Cómo?
-Elinor está allí con él, desde aquí lo veo.- barajó las cartas que tenía en sus manos y las repartió.- ¿tienes un dos Peter?
-Ve a pescar.- contestó el chico.- ¿tienes un nueve?
A regañadientes Remus le entregó el nueve de corazones.
Sirius mientras tanto tenía la vista fija en la esquina. Se arremolinó en su saco de dormir. Tomó la cuchara y el plato con natilla y se dispuso, una vez más, a comer. Pero algo se interpuso en el trayecto de la cuchara e hizo cesar todo murmullo.
La cuchara cayó al suelo. Sirius se había parado y caminaba a paso rápido por entre los sacos de dormir.
-¿que es Alicia?- preguntó cuando llegó junto a la joven. No tardaron en llegar junto a él Peter y Remus seguidos de cerca por James y Elinor.
-Un grito de guerra.- murmuró la muchacha.- Hay que avisar a Dumbledore. Tenemos que cerrar las puertas del castillo y…
La chica calló.
-No servirá de nada… se acercan.- mustió la joven Ravenclaw.
-Pues lo mejor será ayudar. Remus, Peter ustedes no son heraldos… intenten calmar a los pequeños y buscar a quienes puedan luchar.
Los dos chicos asintieron y salieron corriendo ante las órdenes de James.
-No importa que seamos heraldos, no está la reina del caos y Alessandra que es la más experimentada de nosotros. Además no podemos usar nuestros poderes.- dijo Elinor alarmada.
-Las puertas no resistirán.- dijo Alicia.
Se oyó otro grito y después una explosión sacudió al castillo. Las puertas se abrieron de golpe.
Sirius no cerró sus ojos como muchas personas del comedor hicieron. Comenzaron a escucharse gritos. Desde su posición Sirius podía ver los ojos rojos de sus adversarios.
-Entréguenla.- chilló una voz. – Todo será más rápido.
Un escalofrío recorrió la espalda de Elinor. Un viento frió entraba por las puertas abiertas de par en par. Era tan frío, que helaba hasta los sentidos.
Nadie habló. Todos se preguntaban donde estaban los mayores. En ese silencio se escucharon pasos. Una figura se asomó en la sima de las escaleras.
Remus Lupin levantó la cabeza. Alessandra bajaba la escalera. Toda ella estaba pálida, tenía los pies descalzados y el vestido roto y rasgado. Su cabello negro caía por su espalda y sus ojos brillaban de un azul muy profundo. Su cara era adornada por una sonrisa mordaz.
-¿Por qué han venido?- preguntó con voz fría mientras llegaba al pie de la escalera.
Fue entonces cuando Elinor se lo preguntó por primera vez. ¿Por qué no era Alessandra la reina del caos? Sabía controlar su poder, conocía todo y sabía todo, su madre había sido la reina del caos y… Elinor miró de nuevo a Ale. Así pálida y llena de orgullo parecía una reina de verdad. ¿Por qué había tenido Lily entonces que sufrir? ¿Por qué?
-Sabes bien por lo que venimos, que luchaste con nosotros hace rato.- un relámpago azul eléctrico pasó por los ojos de la chica.
-Soy una insensata.- dijo.- Pero nunca dejó nada inconcluso. No pueden llevársela.
-Sabemos que la ocultas.- esta vez fue una mujer la que habló. Los dos vampiros (tanto el hombre como la mujer) parecían ser los lideres.
-¿y que harán para que se la de?
-Matar.- dijo sencillamente la vampiresa.
-Me das asco.- contestó Ale. La mujer se lanzó sobre ella pero algo la detuvo. Ale negaba con el pulgar. La vampiresa cayó al piso.- No me subestimes.
-¡¡Nadie más que tú tiene poder!!- gritó el líder mientras algunos vampiros ayudaban a la vampiresa.
-Bien… creo que te equivocas… no es la reina del caos quien tiene el poder de los heraldos… digamos que ella sólo dispara el interruptor… son las guardianas las encargadas.
-¡Pero ella no están! ¡Y tú mocosa no podrás con nosotros!- chilló algún vampiro.
-No les tengo miedo… no le tengo miedo a un montón de siervos… de que me sirve temer a aquellos que se sublevan ante mi padre. ¡¡Guardianas yo las llamó!! ¡¡Denle el poder a aquellos que les fue otorgado!! ¡¡Saben quien soy!! ¡¡GUARDIANAS!!
Un temblor recorrió el lugar. Dos flechazos de luz gris cegaron a la mayoría.
Sirius sonrió mordazmente.
-Es divertido ¿no?- dijo.- Sentir este poder.
Elinor rió mientras con sus manos creaba la ilusión de un perro. James tenía su espada y parecía inspeccionarla. Alicia hacia lo mismo con un bonito arco.
-Creo que eso hace que las cosas sean más justas.- dijo Ale con una sonrisa cínica.
-¡Entréganos a la reina!- Un vampiro se precipitó sobre Ale. Una flecha lo atravesó. Un chillido y el humo negro que se disipó pronto además de la flecha que cayó al suelo fue todo lo que quedó.
Alicia bajó el arco y lo dejó caer. Luego cayó de rodillas.
-¿Eso es lo que tienes un montón de chiquillos con miedo a matar?
Ale miró a Alicia que respiraba con dificultad.
-Siempre he dicho que los heraldos son mejores cuando tienen esa sed de poder. – dijo la vampiresa. Antes de que nadie pudiera hacer algo lanzó una daga que le dio en el hombro a Alicia. La chica no pronunció palabra. La vampiresa se acercó a ella y la tomó alzó. Sus ojos y los de la Ravenclaw se cruzaron. La mujer pasó sus dedos por la sangre que resbalaba por el brazo de la chica y se los llevó a la boca.
-Tienes una sangre muy dulce querida.- dijo.- Tal vez sería mejor terminar contigo de una vez.
-¡Alto!- el hombre encapuchado que, por la voz, James reconoció como el Mortífago-diente-de-oro habló. – Bájala. No vinimos a matar heraldos ineptos si no por un pez más gordo. Retiren a sus tropas, esperemos que la ratita salga de su escondite.- se giró a Ale.- Dile a tu amiguita que más le vale salir… tiene dos días hora de este reloj de arena.- el mago conjuro un gran reloj de arena y lo dejó en una esquina.- Si no sale para entonces mataremos a cualquier ser que este aquí. Nos vemos.- y él fue el último enemigo que salió.
Ale lo miró salir. Con un movimiento de su mano las dos puertas volvieron a su lugar y se cerraron. Luego cayó de rodillas y oculto su cara entre sus manos. Los que habían observado la escena permanecieron callados. Alicia sacó la daga y la dejó caer al suelo. Elinor se hincó a su lado y conjuró una venda. Fuertemente la puso sobre la herida deteniendo el sangrado.
-Lo haces muy bien- murmuró la Ravenclaw que intentaba no llorar.
-Quiero ser mendimaga, una de las cosas que sé es que no debes guardar el dolor. Mira que mal le hace a Ale. Llora Alicia.- dijo mientras a abrazaba. Alicia comenzó a llorar.
Remus mientras tanto se acercó a Ale.
-¿fuiste a enfrentarte con ellos cuando nos separamos?
La chica asintió.
-¿Por qué no me dijiste?- Remus quitó las manos de la chica de su cara. La muchacha lloraba suavemente. Se alejó de Remus.
-Soy una tonta… he estado cometiendo error tras error, primero permitir que Lily se fuera, después no avisar de la emboscada y pensar que podría con ella. Luego perder el control aquí. Alicia mató a un vampiro y la pobre no puede soportarlo. Yo… yo aunque les de poder… no puedo pedirles… no puedo pedirles que… que… que maten… si yo ensucio mis manos es porque a mí me han enseñado a matar… yo crecí con eso. Pero no debería decirte nada.
-Deja de hacerte la fuerte Ale.- dijo Remus.- No servirá de nada.
La chica le sonrió suavemente.
-Sirve Remus, tú lo sabes… sí yo no soy fuerte ¿Cómo puedo pedirle a Lily que lo sea? Muchas personas caerían al verme flaquear.
La chica se levantó.
-Gracias por subirme el ánimo. – Murmuró.- Iré a buscar a Dumbledore.
Remus la miró alejarse escaleras arriba.
James se acercó a su amigo. Le puso una mano en el hombro y sonrió.
-Es difícil ¿verdad?
-Mucho.- murmuró el licántropo. Luego miró a James sorprendido. El joven Potter rió alegremente al ver a su amigo enrojecer. En sus manos apretaba la espada y la carta de Lily, que seguía sin haber terminado de leer.
10 horas d.a (después del apagón)
Si alguien hace dos años me hubiera dicho que mi vida llegaría esto no le habría creído, es más me hubiera echado a reír. Pero las catástrofes parecen venir una detrás de otra sin darnos ya ni siquiera un momento para respirar. No hablo sólo de este año nuevo (que sigue sin terminar) no, hablo de todo. Desde la llegada de Ale a nuestras vidas todo parece ir más rápido. Aunque ahora que lo pienso no fue su llegada la que lo comenzó todo. El destino es muy extraño y da muchas vueltas, él fue el que quiso que Ale y Lily se encontraran este verano, él que quiso que Lily la viera cuando tenía trece años. Él fue el que me distancio de Sirius y James para luego volvernos a unir, con una amistad más fuete y en un caso algo más. Es extraño también que Lily acabara enamorada. Como digo todo pasa muy rápido. Pero no todo pesa igual en mi balanza. Una de las peores cosas es peder a Ingrid. ¿Quién lo hubiera imaginado? Ahora estoy aquí sentada, mientras una reunión se prepara. Yo no debo ir. A decir verdad ningún heraldo, más que Ale, estará allí. A veces pienso que aunque estemos metidos hasta el cuello en esto hay cosas que no debemos saber. Sé lo dije a James, es la época que nos tocó vivir. Pero a veces me gustaría que mi vida fuera normal… sin contratiempos… aunque como dice Sirius eso le quita lo divertido a la vida… sólo hay una y hay que disfrutar lo que venga, aunque sean catástrofes a mil por hora.
Elinor dejó al pluma en el suelo y cerró su frasco de tienta. Suspiró suavemente y se dejó caer. El colchó de su cama la recibió. Se arremolino y se tapo con la cobija. No había podido dormir en todo ese tiempo. Cada vez que cerraba sus ojos volvía a ver a los vampiros o se imaginaba a uno clavando sus colmillos en su cuello. Un escalofrío recorrió su espalda. Hizo una bola de pergamino con lo que acaba de escribir y lo lanzó. Luego abrazó sus piernas y se hizo un ovillo. Oculto su cabeza bajo la manta y ya allí comenzó a llorar. Llorar por todo el miedo que sentía, toda la confusión que la llenaba, todo el dolor que de alguna forma le estaba oprimiendo. Había llorado muchas veces antes, tantas que, de haber sabido contar, habría perdido la cuenta cuando era una cría. Pero de todas esas veces nunca lloró con esa y por tantas cosas. Lloraba por odio, por horror, por miedo… miedo que sabía que hasta Ale sentía, por sentirse inútil, por saber que su mejor amiga no estaba, por soledad, por tantas cosas que muchas no logro saber cuales eran. Pero entre tantas lágrimas, sentimientos y pensamientos llegó una idea. Una idea que hizo que el torrente de agua disminuyera. Tal vez esta vez si podría ser útil. Tal vez…
James se acomodo. Él suelo de piedra estaba frío, pero ese pasadizo era el único en el que creía que podría estar solo para leer. Abrió la carta una vez más. Leyó de nuevo el primer párrafo. Tomó aire antes de comenzar el segundo.
Tal vez comenzar por el principio sea lo mejor si es que hay alguno. Quizás todo comenzó cuando supe que era una bruja. Antes de que yo entrará a Hogwarts en mi casa las cosas eran perfectas, pero con la carta todo se arruinó. Mi hermana comenzó a odiarme y aunque mis padres me dijeron siempre que estaban orgullosos de mí, nunca estuve segura y aún hoy sigo sin estarlo. Luego vino lo de mis vacaciones para pasar a tercer año, el ministerio me separó de mi familia, me mandó a un internado y a Petunia a no sé que academia. Mis padres fueron enviados de viaje y desde entonces no los he vuelto a ver. Desde entonces no he recibido una sola carta de ellos. Nada. Viví lejos de ellos y crecí sin familia. El internado no era mi familia. Muchas veces a lo largo de tercer y cuarto pensaba en mis padres y soñaba con que los volvería a ver. A mediados de cuarto me di cuenta de que había elegido ser una bruja, de que mis padres temían lo que pasaría con ellos si se me acercaban, que terminarían como esas personas en el festival. Entonces se adueño de mí un odio inmenso por mis progenitores. Cada vez que pensaba en ellos el odio se incrementaba y hubo momentos en que estallé, si no fuera porque Ingrid y Elinor estaban allí… no sé lo que hubiera pasado. Luego estabas tú, la persona más idiota que hubiera conocido que se la pasaba molestando. No entendía como era que no te hartabas, que no me dejabas en paz. Eras un egocéntrico, un verdadero imbécil. Te la pasabas revolviéndote el cabello, coqueteando con las chicas y molestándome a mí que nunca caí ante ti…. Hasta ahora. Molestaba a Snape todo el tiempo y te creías el mejor. Sí, cuanto me desagradabas. Luego en sexto no sé porque comenzamos a ser amigos. Es difícil explicarlo… pero parecía que habías madurado… luego llegamos a séptimo… oh James no se si te lo dije antes de irme, no sé si debo decírtelo ahora… pero creo que desde finales de sexto ya me gustabas y la cosa fue empeorando. Primero cuando trataste de besarme durante el castigo de McGonagall y yo no pude hacer nada, es más estaba dispuesta a que me besarás. Y luego todo lo que vino… oh James si supieras cuanto te amo y cuanto me duele separarme de ti. Pero tuve mis razones. Las tuve.
James guardó la carta al tiempo que escuchaba pasos. Una figura dobló la esquina. Una figura apreció entre las sombras. James se paró, pero antes de sacar su espada la sombra se quitó la capucha.
-Buenos días James Potter.- dijo la mujer frente a él.- ¿Podrías hacerme el favor de llevarme ante Alessandra?
-¿tú?
12 horas d.a.
Ale miró con enfado a Dumbledore.
-No llegarán muy lejos y es imposible encender un fuego para los polvos flu y cuanto apuesto a que tus transladores no servirán de nada.
-¿Entonces que propones que hagamos niña?- dijo una mujer mirándola de mal modo. – No veo por qué una niña tenga que estar en esta reunión.
-Usted no sabe quien soy. No hable.
-Eres una chiquilla con mucho ego.
-¿Qué ha dicho?- Ale se había parado. Una taza voló y golpeó la pared.- Mi nombre es Alessandra Ryddle, fui criada en las grandes islas y sé más de este asunto que usted.
-Así que tú eres la pobre chiquilla hija de un asesino. Debes de estar orgullosa.
Ale se levantó y se dirigió hacia la mujer.
-Tienes demasiado poder y eso te hace daño, si pudiera usarlo una persona que no estuviera en una etapa tan difícil como la tuya.
-Madame Umbrige podría hacer el favor de cerrar la boca.- dijo Madame Xantelí. – Vaya a darle clases de ética a su hija no a nosotros.
-Celine…
-Es mocosa como usted la ha llamado puede hacerla explotar desde dentro y créame no es agradable… además estoy empezando a creer que es lo mejor.
-Miré usted es sólo una profesora…
-Soy un Auror y usted mujer estúpida no puede hablarme en ese tono.- La profesora se había parado.- Por que si no seré yo quien le haga sufrir.
-Todos pierden…
-¡Basta!- Dumbledore se puso de pie.- Por favor siéntense y hablamos como gente normal. ¿Alguien tiene una solución?
-Yo…
-No estoy dispuesta a oír a esa chiquilla.- Dijo Madame Umbrige. Ale la miró con odio.
-Yo no estoy dispuesta a quedarme. – se paró y salió de la sala. Caminó por los corredores.- Mujer horrible.
Entró a un salón de clase. Cerró la puerta y gritó frustrada. Movió su mano y una mesa salió volando y golpeó la pared.
-¡Estoy fallando!-gritó.- ¡¿Por qué?! ¡Yo no dudo!
Esta vez fue una silla la que se rompió cuando golpeo la pared. Cayó de rodillas y volvió a gritar.
-Que grites no arreglará nada.
Ale miró la puerta. Sirius y Peter estaban allí de pie.
-Haces mucho escándalo.- secundo Wormtail.
-¿Qué quieren que haga?- chilló con furia.- ¿Qué me deje caer y que mueran todos?
-Queremos que te calmes.- dijo Remus saliendo a la vista de la joven.- Podemos lograr esto.
-¿Cómo?
-Yo… yo tengo un plan.- Elinor se acercó a Ale.- Te seguimos. Tengo un plan.
-¿Qué?
-Puedo crear una ilusión.- dijo segura.
-Será muy complicado.- murmuró Ale.
-Acabó de recibir mi poder. Estoy segura que puedo.
-Una tan real que ellos crean que pelean contra la reina. No puede verse etérea.
-Puedo hacerlo. Lo sé.
-Entonces hazlo.
-Bien yo…
Todos estaban ya dentro del salón de clases. La puerta se abrió. James miró a sus amigos.
-¿Una reunión y no me invitan?
-Se acabó la diversión… ya llegó James…- dijo Sirius en broma.
-¿Qué te molesta?- dijo Ale.
-Estaba leyendo la carta que me dejó Lily.
-¿te dejo una carta?
-Creo que debería leerles un párrafo.
Elinor miró a su amigo.
James abrió la carta y pasó varias hojas.
Un día, antes de que luchara con Melizza aunque por esas fechas, me llegó una carta, no le dije a nadie sobre ella. Era de mi madre. La primera carta después de cuarto años y era una petición, una petición de que renunciará al mundo mágico y regresará a ella. Oh, James no sabes como me sentí, es como si todo el odio se hubiera extinguido, hasta la compadecí, pensé lo horrible que debió ser para ella separarse de sus dos hijas, estar condenada a no volver a Inglaterra y luego estaba el hecho de que sabía que yo estaba en peligro. Ingrid le escribió una carta. En ésta decía que yo estaba en peligro, que como amiga mía que era debía avisarle y pedirle que me pusiera a salvo. El dolor y la frustración se apodero de mí. Yo no quería irme, no podía irme. Después llegó otro obstáculo. Melizza prendió en mi cabeza a la duda. Algo que jamás había sentido. Aún ahora, sentada aquí en el camerino escuchando a Elinor y a Alicia cantar a gritos alguna pegajosa melodía mientras que Ale se les une a ratos, puedo sentir la duda en mí. Siento que no soy digna del poder que me dieron, que yo no debería ser la reina del caos. Oh, James soy tan débil. Esa es la principal razón. Me doy cuenta que soy débil. No hablo del aspecto físico, no para nada, yo soy débil de espíritu. No soy digna y menos tengo derecho a recibir ese titulo. Ale, que parece una reina y que tiene el poder, debería serlo. A veces pienso que el ser muggle me hace aún menos digna. No tengo derecho a inmiscuirme así en la magia siendo lo que soy. Sé que lo negarías, que dirás que soy fuerte, pero estoy conciente que del miedo que tengo y de lo tonta e infantil que soy. Alguna vez te pedí que maduraras, no sé como pude pedirte eso. Aún no entiendo como es que soy la reina del caos, es más me apeno de serlo.
Calló y miró a todos.
Elinor giró su cabeza y miró a Ale.
-¿Por qué no eres la reina del caos Ale?
-¿Qué?- dijo la chica.- Pensé que les había quedado claro.
-No… ni la misma Lily lo tiene claro.
-Entonces yo lo explicaré.- Una mujer apareció en el salón, primero como si fuera sólo un vapor y luego como una persona de carne y hueso. A su lado había algo brillante… un hada.
-¿Melizza?-preguntó Ale.
-Bravo Alessandra, sabes quien soy.
-¿que haces aquí?
-Explicar o más bien ayudaré a está hada… tal vez hayas oído de ella ¿Melirdanil?
El hada hizo una reverencia.
-¿Qué tiene que ver con Lily?
-Se los han repetido muchas veces. Sólo algunos dones se trasmiten por la sangre, otros son más extraños, como el de la vida o la lealtad o el caos. Lily Evans estaba unida a la magia desde que nació y que haya liberado a un espectro lo comprueba.
-¿a que se refiere?- preguntó James.
-Lo mejor será que se sienten.- Melizza se sentó en el escritorio del profesor y miró a todos.- Lily tenía una fijación por la magia, a su alrededor (como pasa con cualquier mago o bruja inexperto) pasaban cosas extrañas, pero a veces salían de lo normal. Una tarde cuando ella tenía seis años entró a la sala de su casa y sintió por primera vez la opresión de las sombras. Ella no le dio importancia, pero se acercó a un reloj de péndulo. Allí vivía desde hacía años un espectro de fuego. La niña tocó el reloj y disipó la sombras, por eso el espectro prendió fuego a su alrededor. La sala se incendiaba y Lily estaba en medio de todo aquello, no entendía hacía calor y entonces lo vio.- Hizo una pausa y miró al hada.
-Yo pasaba por allí, el fuego me tomó por sorpresa y caía asfixiada por el humo y por el calor (soy un hada de invierno). Abrí mis ojos esperando hallar mi fin y en su lugar me encontré con una chiquilla pelirroja que me veía. Me tomó entre sus manos y cruzó las llamas como si no le pasará nada. Luego cayó al suelo desmayada. El fuego se apagó y su madre corrió hacia ella. Esa fue la primera vez que la vi.
-Años después llegó a la casa de los Evans la carta para que su hija menor asistiera a Hogwarts, eso parecía explicarlo todo. En esas fechas Melirdanil regresó a la casa de la niña (aunque era verano) porque el hecho de que fuera una bruja la unía al hada. Ella tenía que pretejerla.
-Le hice creer que a todos los niños brujos les pasaba lo mismo. Ella estaba tan feliz por ser bruja que lo creyó y me aceptó. En el tiempo que había pasado averigüe muchas cosas de la niña. Como que cada diez generaciones aparece la magia en su familia, pero a veces en grados muy bajos y siempre en el primogénito. Lily era la segunda hija y tenía mucho poder. Cuando una tradición de sangre se rompe así es que algo extraño ha pasado.
-Un verano Lily fue con sus padres a un festival. Creo que todos saben lo que pasó allí. Lily mientras todo explotaba, mientras las personas morían ella miró a Ale y sintió a las sombras con más fuerza. Buscó la causa de esa opresión y encontró algo en el cielo.
-La marca tenebrosa.- dijo Elinor evocando el recuerdo de Lily.
-Exacto. Luego cuando en este año estaba en peligro o las sombras y opresión era muy grande ella se desmayaba y usaba su poder. – Dijo Melizza.- Ella fue elegida desde siempre. Todo apuntaba hacia ella, hasta sus ojos.
-¿Qué?
-Sí Peter sus ojos- dijo Ale.- Ese verde no es usual.
-es cierto.- Melizza miró a la ventana y la oscuridad.- Todo tiene que ver con un pacto de sangre. Fue hace muchos años. Cuando Isabel era una niña. Merlín le concedió a Isabel el don como a muchos otros niños que nacieron en esa época, para detenerlo a él, sabía que se avecinaba un tiempo oscuro. Por ese tiempo un pacto se hacía entre dos casas. Una que desciende hasta Lily Evans juró sobre su sangre que la magia se perdería en su familia para dárselo a la otra, la otra familia que casualmente llega hasta una persona que ustedes conocen bien. Juró proteger a cualquiera que pudiera vencer a esos desequilibrios con el poder de la familia Ewan (Evans), pero había una cosa en ese juramento. La mujer de los Ewan hizo una profecía y cuando esa se cumpliera el poder regresaría a su familia a aquella persona que estuviera en contacto con la magia.
-Lily.
-Sí, con ella se rompió el juramento y se convirtió en la reina del caos. Las sombras empezaron a crecer desde que ella nació. Ale es un heraldo porque desciende de Slytherine por parte de padre, su madre no tenía poder cuando se caso con Ryddle.
-Pero fue traición.- murmuró James recordando la carta de Lily.
-Sí. – respondió Melirdanil.
-¿Quién es?- preguntó Sirius-¿Quién es el descendiente de la otra familia?
Melizza sonrió.
-Albus Dumbledore.- todos se miraron.- Será mejor que me vaya. Tengo citas con otras personas.
Melizza salió del salón y se perdió en los pasillos de Hogwarts.
-Las cosas se complican.
-No sólo eso no podemos hacer nada contra los vampiros.- murmuró Remus.
-Tenemos que hayas una forma, luego podremos en todo esto ahora hay que vencerlos.- dijo Ale.
-Siempre hay una manera.- todos voltearon a ver a Elinor. No era ella quien había hablado. Si no una figura a su lado. Lily Evans le sonreía a todos. Su cabello rojo que le caía como sangre por los hombros y una túnica blanca. Hasta el signo de los heraldos colgaba de su cuello.
-Es una ilusión ¿verdad?- murmuró James.
-Sí lo es. ¿No está mal?
-Es increíble.- dijo Ale.- Más que eso… parece Lily.
La ilusión miró a Alessandra.
-¿Qué es lo que tengo que hacer?- preguntó.
-Creo… creo que lo mejor será que subas a la torre y te pares allí. ¿Puedes invocar algo de luz?
La ilusión asintió.
-Bien hazlo y espera allí. Luego desaparece.
Volvió a asentir, se dirigió a la salida pero se paró en el umbral.
-James… Lily dice que no te preocupes, que hará todo lo que pueda. – luego desapareció.
-Ahora tenemos otro problema… saben que está aquí, pero no sabemos cómo vencerlos. Creo que no hay manera, somos demasiado pocos… no lo lograremos.
-¡No puedes rendirte!- le gritó Peter a Ale.
-¡No veo cómo lo haremos!
-¡Tiene que haber una manera de detenerlos!- gritó Remus
-¡Tenemos dos días!- chilló la muchacha.
-¡Hay que encontrar un plan!
Se quedaron en silencio viéndose unos a otros. Sirius movía sus dedos y mascullaba cosas.
-Yo… yo creo que tengo un plan.- dijo.
-¿Qué?
-Bueno tengo que hablar con Rufy y con Doug pero creo que puedo hacerlo.
-¿Qué planeas Black?
-Cuando este hecho te lo diré Nori. Ahora me voy.- dijo y salió corriendo.
-¿Qué se trae entre manos?- preguntó Ale.
-Lo que sea… es nuestra única esperanza.
Todos sabían que Remus tenía razón.
Sirius expuso su plan horas más tarde en el comedor. La mayoría lo tomó con gusto y comenzaron a trabajar. Por fin las bromas de los merodeadores servirían para algo.
Los pequeños hasta curto curso y los padres fueron escondidos en las mazmorras y en algunos almacenes. Los elfos domésticos se dedicaban a mandar mensajes y llevar comida. Los demás alumnos y profesores ayudaban.
La única que no estaba entre ellos era Ale que se encontraba en la torre norte. Era hora de que "Lily Evans" hiciera su aparición.
Cuando Albus Dumbledore anunció que habían pasado 24 horas desde el apagón algo extraño pasó.
Sirius estaba amarrando una red al techó. Levaba la camisa del uniforme abierta, aunque era invierno todo ese trabajo le estaba dando calor. Bajó del techó con una cuerda y se paró frente a la mesa donde Doug y Alicia discutían acerca de algunos cohetes.
-¿Cómo van las cosas?- preguntó.
-te vas a enfermas si no te cubres.- contestó la chica.- Además hay alumnas que no se pueden concertar.
-Que graciosa.- dijo el chico.- Que te parece si me quito la camisa por completo como James y le ayudo con los adornos del techo.
-Eres insoportable.
-Gracias.
-¡Sirius podarías dejar de coquetearle!- dijo Elinor apareciendo junto a él. Tenía una escoba en la mano.- Sabes que soy celosa.
-Y yo sólo tengo ojos para ti.
-Sí van a decirse cosas cursis.- dijo Alicia.- Aléjense de mi mesa.
-Que carácter.- murmuró Sirius.- ¿Cómo van las cosas?
-Bien.- dijo Doug.- Será mejor que ayudes a Peter con esas cubetas a penas y puede.
Sirius asintió y se alejó.
-Bueno Alice ¿Qué te parece si te tomas un descansó?
-¿Alice?- murmuró.
-¿Qué? Suena bien.
-Tonto.
Mientras ellos hablaban James y Jessica hacían piruetas motados en sus escobas mientras trabajaban.
-Te vi bailar con Remus.- le dijo el chico.
-La mitad de la escuela o más también me vio. Ale fue muy linda al pedirle que me sacara.
-Ay vamos eres una chica preciosa seguro que te hubiera sacado.
Jessica rió.
-Vamos…- murmuró.- No lo creo.
-¿es él?
-¿Qué?
-Es Remus a quien tanto quieres y por quien puedes sonreír ¿verdad? Si él es feliz tú también.
-Que bueno que te has dado cuenta.- dijo la chica.- Sé que Remus jamás se fijará en mí, pero yo puedo alimentarme de esa felicidad que irradia y hacerla mía.
-Eres genial Jess. La verdad.
-Gracias.- James la abrazó y la besó en la mejilla.
- Verás como siempre serás feliz porque Remus es feliz… aunque tal vez algún día ames a alguien más.
-Lo sé.- dijo ella. Se separó del buscador y le sonrió. A lo que James contestó con una risa.
De pronto un rayo ilumino todo. Ya estaban acostumbrados a la oscuridad así que eso los cegó. Cuando James abrió los ojos se dio cuenta de que caía un diluvió. Llovía y la lluvia se filtraba y mojaba todo. Bajó en picada al ver entrar a Ale corriendo.
-¡Han visto a Lily!- dijo.
-El hechizo es peor. Está lloviendo
-Quieren tener la ventaja.- dijo Alicia.
-Quieren ganar.- murmuró Peter.
-No los dejaremos. No podemos rendirnos. Lily nos necesita.
-Sí… lo sé. Es probable que allí donde ella este esté lloviendo desde hace más tiempo.
-Han pasado veinticinco horas desde el apagón.- gritó Dumbledore.- Manos a la obra tenemos veintitrés horas.
Ale miró el cielo y abrió sus manos. Una gota de color escarlata cayó en ella.
-está lloviendo sangre… esto es la guerra.- murmuró. La lluvia empeoró, pero nadie paró.
47:50 horas d.a.
Alicia volvió a hacer una mueca. Estaba sentada sobre la arena. Un montículo de sacos llenos de arena y cubiertos de la misma crecía a su lado. Movió la cabeza.
-Diez minutos.- murmuró Rufy a su lado. La chica lo miró y asintió.
Le había tocado la segunda fortaleza. A su lado Doug murmuraba hechizos. La lluvia caía sobre ellos. No importaba que estuvieran en el cuarto piso… la lluvia se colaba por le techo, inundaba todo, por las escaleras caían cascadas y una catarata bajaba hasta la entrada del comedor. Se arremolino en su capa y acomodo la capucha. Miró el arco.
-Deberías de dejar de suspirar… puede comenzar en cualquier momento.- Alicia giró sus ojos hacia el hombre que estaba apoyado contra la pared y miraba hacia el vacío pasillo. –Además no veo porque estás aquí.
-No deberías juzgarla Longbotton.- comentó Doug.- Ella es Alice….
-Alicia.- corrigió la chica.
-Ya te he dicho que suena mejor Alice… además que tengas raíces españolas no quiere decir que deban ponerte ese nombre… Alice suena más inglés.
La chica bufó.
-Tú eres la muchacha que disparó un arco y cayó por haber matado… la de espíritu débil.
-No te atrevas a decirme que soy débil. No creo que tú hayas sentido lo que yo sentí hoy.
-Soy un Auror.- dijo el tal Longbottom. – Y he matado tanto que he pedido la cuenta.
-Pues yo no deseo matar.
-¿Y quien lo desea? Pero eres un heraldo… no te sorprendas soy amigo de Dumbledore... pero eres un heraldo… estás condenada a matar, sobre ti recaen muchas maldiciones.
-¡Tú no entiendes!- gritó.- Sentí como si yo fuera la flecha, como me hundí en el cuerpo, sentí que era el grito que luchaba, el humo que se perdía, la vida que se alejaba. Y entonces regrese a mi cuerpo y no puede hacer más que caer.
-Yo también he sentido el dolor en carne propia, pero también estoy ligado a esto… te lo he dicho, eres un heraldo debes vivir como tal.
-No lo elegí.
-¿Y quien elige su destino?
Un relámpago alumbro el corredor a oscuras cegando a los que estaban en él. La lluvia cayó con más fuerza. Alicia extendió sus manos y miró las gotas escarlata caer en su mano.
Todos guardaron silencio. Como le había dicho Ale, la chica cerró sus ojos y miró dentro de su cabeza el comedor.
Alessandra estaba sola. Aún después de haber escuchado la explicación de Melizza, Alicia se dio cuenta que seguía viendo a Ale como una reina… ella era su líder.
Alicia logró ver a los vampiros. Todos en fila y esperando. Tres personas se adelantaron. La muchacha sintió la herida arder cuando su vista se fijó en la vampiresa.
-Entréguenla.- dijo con voz aguda.
-No.- dijo Ale.
-Mira mocosa.- el hombre levantó la mano y la vampiresa enmudeció.
-No necesito que la calles, que profese a los cuatro vientos su odio por mí.
-Te pareces tanto a tu padre.- le dijo en un susurró el Mortífago.
-¿Debo tomar eso como un halago?- preguntó fríamente.
-Eres capaz de matar igual que él.
Ale sonrió. Su mano se movió rápidamente. Sacó una daga y la lanzó. Un vampiro chilló antes de desaparecer. La daga volvió a la mano de Ale.
-Tienes razón soy capaz.- dijo la muchacha.- Gracias por las dagas, ahora tengo dos.
La vampiresa la miró con odio.
-Creo que ha sido demasiada habladuría.
Ale supo lo que el vampiro quería decir. Empezó a mover algo en sus manos, pero nadie más que los heraldos (que observaban la escena) repararon en ello.
-Entrégala.- murmuró.
-JAMÁS.- En el momento en que el vampiro saltó sobre ella la chica pisó con su pie algo en el piso que la hizo saltar. Su mano dejó caer una bola que explotó llenando todo de luz. Chillidos y luego retumbó el clamor de voces y las pisadas.
Alicia abrió sus ojos. Miró a todos y se paró. Tensó el arco.
-¿no tenías miedo?- dijo Longbottom a su lado que tenía la varita preparada.
-A veces el miedo sólo es un alimento más para el espíritu.- La chica soltó un flecha que silbó antes de clavarse en el cuerpo del primer vampiro.
Elinor sonrió a Carina.
-Han entrado-dijo
-Podremos detenerlo.- afirmo la isleña con una sonrisa.
Elinor tomó una amarra y comenzó a deshacer el nudo.
-¿te parece que soltemos todo de una vez?- preguntó a Carina.
La chica sólo hizo un movimiento con su cabeza. También comenzó a deshacer un nudo. Amabas se miraron cuando escucharon pasos en el corredor.
-Una.- murmuró Elinor
-Dos.
-Tres.- la dos chicas dejaron que las cuerdas se soltaran. En el mismo instante que los vampiros entraban al comedor un alud los golpeó. El lodo y tierra que Sirius junto a Rufy y Doug habían juntado los arrastró pasillos atrás.
Las dos chicas comenzaron a correr y resbalarse sobre el lodo. EN el momento en que Carina divisó a un vampiro hizo que el lodo volviera a remontarse. EL viento parecía ir en contra de los vampiros. Pero no así de sus armas. Las dos chicas comenzaron a tener lastimadas graves en todo el cuerpo. Elinor cerró los ojos. Tomó a Carina de la mano e hizo una ilusión. Amabas desaparecieron dejando atrás muchas ilusiones que entretendrían a sus enemigos. Con un suspiro Elinor se dejó caer en la trampilla que habían colocado. Cayó al vacío y fue a toparse con un colchón blando. Carina no tardo en seguirla. Elinor se quitó una flecha, miró la punta. Sonrió con tristeza, cerró sus ojos y se dejó caer. El veneno no tardo en tener el mismo efecto en su acompáñate, pero antes ésta desató la tormenta que los mismos vampiros habían comenzado.
Alicia abrió sus ojos de golpe. En ese momento maldijo la conexión que Ale había hecho. Los rayos comenzaron a caer sin menos pausas y los truenos sacudían al castillo a cada momento. Alicia apartó con un movimiento de su mano su cabello de su rostro. La lluvia seguía cayendo con más fuerza. Aprovechando un momento de luz lanzó otra flecha.
-¿Cuántos?- preguntó Rufy mientras su cabeza sobresalía de entre la muralla de sacos de arena que comenzaban a caer. Lanzó un hechizó.
-Bastantes ¿Cuánto podremos resistir?- preguntó a su vez Longbottom.
-Poco.- murmuró Alicia antes de lanzar otra flecha. Miró la última que le quedaba y la puso en su cinturón luego sacó su varita.
-¿y esa flecha?
-Asunto especial.- comentó la chica.- Cuando llegue una nueva horda usen la trampilla y déjenlos pasar… James debe de estar aburrido.
La chica los miró y luego se internó en el corredor. Entró a un salón y abrió la ventana. Saltó y cayó sobre algunos arbustos. Sus brazos se arañaron y también su cara. Pero no se detuvo.
Comenzó a correr por los terrenos de Hogwarts. Cayó varias veces y resbaló otras tantas. AL llegar a las puertas del comedor estaba llena de lodo, mojada y toda magullada. Se pagó a la pared y cerró sus ojos.
Ale sintió al instante la presencia de Alicia en su mente.
-Calma.- susurró antes de girarse. En su intento de huida la herida se su muslo había vuelto a abrirse. Rasgó otra tira de lo que quedaba del viejo vestido. Después de vendarse se paró. ¿Dónde estaban los demás? Logro percibir a James intentando calmar a quienes estaban a su cargo. Cada vez los vampiros se acercaban más a las mazmorras.
Elinor… la muchacha bufó enfurecida. Seguía sin poder dar con ella y Sirius estaba frente a las puertas de las mazmorras. Alicia en el comedor. Alessandra sabía bien por que. Se paró y caminó con uno que otro tropiezo. Cayó al suelo de pronto. Miró hacia la ventana de su "celda" estaba condenada a esperar allí durante la batalla… al menos por un tiempo.
Isabel se dejó caer. Su mente intentó, fallidamente, aferrarse a la conciencia antes de volver a la oscuridad. Conocía esa celda y sentía, también, esa opresión que llenaba el corazón de su hija. Ambas encerradas sin posibilidades de luchar. Gimió suavemente.
-Da igual lo que hagas.- murmuró una Mortífaga al otro lado de las rejas.- Esta vez no serás perdonada.
-Calla Efime.- murmuró el otro carcelero.- Aún tiene ese poder que en antaño tanto temiste.
La Mortífaga rió fríamente.
-Bellatrix suele decir algunas veces lo mismo… esa chica está hecha par esto… pero siempre le respondo que Isabel es una llama que se apaga, hizo traición, morirá por ello.
-Tú esperas ese trono ¿verdad?
Efime sonrió.
-Espero lo que me merezco. Muchos años espere por él muchos años… Isabel llegó y todo se fue a la ruina… sigo sin entender por qué Aensley trajo ese cuadro.
Esta vez fue el Mortífago quien rió.
-Te burlas de mi ¿verdad?
-Oh amiga… Voldemort nunca sentirá amor y esa es su ruina, esperemos que nadie encuentre un día que su punto débil yace allí… porque Tom sintió amor por esa mujer, que ha caído en desgracia, y ella es la única capaz de sacar a Tom de su encierro, cuando muera estará firmada la sentencia de Voldemort.
-¿Por qué hablas así de nuestro señor?
-Bien sabe tú que él es un simple mortal, sólo Isabel ha podido, a veces, regresarlo a ser humano. Cuando ella se vaya Voldemort enloquecerá… el poder no le deja ver con claridad ahora, entonces lo cegará y ni tú Efime podrás ser capaz de ayudarlo. Sólo hay un alma que seria capaz y ella lo odia como sólo él puede llegar a odiar.
-¿Esa mocosa?
-Tú llamas mocosa a la hija de una reina y del diablo… la subestimas… ahora mismo le da una paliza a tu ejecito porque en ella yace el poder y coraje de su madre y aquel deseo enfermo de lograr sus objetivos que heredó de quien tu llamas señor.
-¡¿Quién eres?!- gritó la mujer mientras se paraba. Horrorizada miró a su compañero.
Una risa salió de debajo de la capucha. Una risa femenina.
-Todo por lo que has luchado se derrumbará algún día, mira el comienzo de su ruina.- dijo el Mortífago… en ese momento Efime supo que era una mujer y que no era un aliado.- Porque quien llamas tu señor a olvidado un detalle y es demasiado tarde… él no comprende como puede alguien sacrificarse y jamás compradera que cuando Isabel muera el firmará su sentencia.
-¡NO!
-Oh, ciega mujer… tú también estás cegada por el poder.- Bajó la capucha y se deshizo de las ropas negras y la mascará blanca. Una casaca de rizos dorados cayó por su espalda y unos ojos verdes atravesaron el alma de Efime y ella se sintió desnuda.
-¿Quién eres?
-Es igual… sólo recuerda que nunca tendrás ese trono, no puedes ser la reina de los hombres, porque Voldemort jamás vencerá. En las filas de los heraldos está su perdición, en el corazón y futuro de dos de ellos.
-¡Alessandra no es un peligro!- chilló la mujer perdiendo la compostura.
-Nadie ha hablado de ella. Es la hija de un ángel y del diablo, antes del fin su sangre la destruirá, al igual que la traición a Isabel.
-¡No hay nadie más!- gritó la Mortífaga cayendo de rodillas.
-No subestimes a los heraldos.- la mujer se volteó a la celda y abrió las puertas. Se inclinó sobre Isabel que abrió sus ojos.
-¿Tirani?- preguntó.- ¿Qué el heraldo de la muerte viene por fin por mí?
-Aún te queda tiempo Isabel, pero me encargaré de tu hija.
-Ale- mustió la mujer.- ¿Quién eres?
-Débora Dulver.
Y eso fue lo único que oyó Efime antes de que un chasquido y una nube de humo ocultaran a la mujer. Cuando el humo níveo se disipó la mujer de ojos verdes había desparecido.
Con un grito Efime se lanzó contra las rejas. Isabel sólo cerró sus ojos y se hundió en el vació. Perdiendo los hilos del presente y remontándose a su pasado… tiempos en los que era feliz y Efime una amiga.
Sirius miró al Mortífago frente a él. James debía de estar ya en algún pasadizo. Debían dirigirse al comedor en cuanto cada puesto de ataque acabará. Su corazón estaba inquieto. Esta era su última defensa y el el último de los heraldos antes de las mazmorras.
-Déjame pasar. La reina del caos se encuentra adentro.
-¿y que si no?- preguntó el chico.
-No hay otro lugar del castillo, todas las protecciones se dirigen hacia acá.
-¿Y si no son para ella las protecciones?- preguntó de nuevo Sirius.
-¿Para que más fueran?- preguntó el líder de los vampiros. Sirius no vio a la vampiresa en la multitud. Sonrió.
-Hay algunas cosas más importantes.- dijo.
Algunos vampiros rieron. El líder se acercó a Sirius. Tomó la barbilla del joven y sonrió cínicamente. En su mano resplandeció un puñal.
-Muévete o muere.- Sirius no se movió. El vampiro rió.
-Bien si eso deseas… que sea tu destino.
Pero en ese momento un grito de guerra llenó el oscuro pasillo. Una persona cayó por una trampilla del techo y la hoja de su espada se hundió en el cráneo del vampiro como so fuera budín.
James Potter se levantó del suelo y sonrió a su amigo. Recogió su espada y miró el vampiro caer. A diferencia de los demás este se desintegro.
Todos quedaron en silencio.
-Las órdenes eran que fueras al comedor.- comentó el joven Black.
-No sin ti amigo.
Sirius sonrió. Los vampiros comenzaron a chillar y gritar… su líder estaba murto ansiaban venganza. Se lazaron y comenzaron a lanzar golpes y sus poderes se mostraron en toda plenitud.
James no tardó mucho en volver a poner en marcha su espada y aquellos que estaban en ese centro de defensa comenzaron también a atacar.
Sirius se dirigió a una pared. De ella sacó un pequeño hilo cuando se disponía a jalarlo una voz lo detuvo.
-Yo no haría eso joven Black.- murmuró alguien a su espalda. Sirius miró al Mortífago.
-Aquí tenemos al esclavo favorito de Voldemort, al que siempre llama para el trabajo sucio.
-Y divertido… no lo olvides Black… matar a veces es divertido… algunos de tus familiares lo han aprendido. Tus padres por ejemplo.
Sirius lo miró con odio pero no dijo nada.
-Sí tus padres, nos sorprende que el primogénito de los Black no quiera ayudar a la causa, tan dispuestos que han estado todos sus familiares y el que debería ser el siguiente cabeza de familia luchando con la reina del caos.
-No soy como mis padres.
-No eres más poderoso. Serías aceptado con honor y gusto… aún hay tiempo. Hay encontrarás lo que deseas.
-No necesito que una alimaña como tú me diga donde encontraré lo que deseo.
Y con esas palabras jaló el cordel. Una lluvia de cohetes, bombas fétidas y demás broma cayeron sobre los vampiros.
-Yo te lo ofrecí joven Black.
-Y yo me negué. Ahora dime le nombre y muéstrame el rostro del Mortífago que morirá en mis manos.
-No hoy, hoy no viene a morir.
-Algún día.
-En tu corazón eres un Black, no puedes negar esa ansia de poder. Atacaste a una de tus amigas por él y sabes que es cierto. Tú poder había despertado desde antes.
Sirius no bajó la mirada pero sus ojos parecían haberse apagado.
-Lo sabía… tienes el poder desde esa excusión la bosque y el gusano gigante.- dijo el Mortífago que se quitó la mascará. Dejó ver su cabello negro y sus ojos igual de oscuros. Sonrió y un diente de oro brilló en su boca. – Mi nombre es Aensley. Eres un Black no puedes negarlo.
-No.- dijo Sirius mientras tomaba su varita.- Yo no soy un Black.
Y con un rápido movimiento expulsó al Mortífago.
-¡Sirius!- gritó James.- ¡Ale nos espera!
-¡Adelántate!- gritó y luego murmuró para sí.- Yo tengo asuntos que atender.
James asintió y comenzó a correr seguido de los otros. La puerta quedo sellada y los vampiros siguieron a aquel acecino de líderes. Sólo quedaron Sirius y el Mortífago.
-¿Por qué sueles enfrentarte a tu sangre? Eso causa problemas.
-Ingrid se unió a ustedes traicionado a todo.
-Ella sigue siendo una cobarde entre dos bandos, en una guerra donde hay que tomar una posición, no tardará en volver a su camino, porque ella traicionará a todo menos a su corazón.
-Hablas como profeta.- dijo Black.
-Soy muchas cosas señor Black. Prepárese.- los dos se miraron mientras se ponían en posición.
Sirius recibió el primer golpe. Golpeó la pared pero se levantó.
-Admite que tenías ese poder, que lo ocultaste y que ese día tus ansias de más pudieron contigo que si no te hubiera detenido hubiera enviado a la muerte a una de tus mejores amigas.
-¡Cállate!
-Admítelo.
-Jamás volveré a sucumbir ante el poder y tú, Mortífago lo sabes. Jamás volveré a traicionar a los que amo, porque si Ingrid sigue a su corazón y traicionará todos menos a sus creencias y su propio sentido del bien… pues igual seré, defenderé con mi vida a todo aquello que amo y amaré algún día. Porque cedí ante el poder, pero ante Merlín juro que no volverá a pasar.
-Bien corazón valiente… piérdete… Crucio.
Sirius cayó de rodillas. El dolor era muy fuerte. Algunas lágrimas cayeron de sus ojos y algunos gemidos salieron de su boca.
-Soporta el dolor. Anda caballero de la naturaleza… soporta o muere.
Sirius se puso en cuatro patas. Tomó su varita. Recordó de pronto las palabras de alguno de sus progenitores. Cerró los ojos intentado alejar aquel recuerdo. "Para que una maldición imperdonable funcione se tiene que tener el deseo de matar, de hacer daño, de controlar"
-Crucio.- dijo suavemente y pronto sintió como el dolor se extinguía. Se paró a tropiezos y miró al Mortífago que sólo hacía una mueca, pero sus ojos de notaban el dolor.
-Eres un acecino en tu corazón.
-Pero no un acecino de débiles y seguidor de un demente.- levantó su varita. – Ava…- "¡NO SIRIUS NO!" el grito retumbó en sus oídos. - ¿Ale?- mustió mientras caía de rodillas. Lanzó su varita lejos y el hechizo se deshizo.
-¡Alessandra! ¡¿Por qué interfieren en asuntos que no te atañen?!- gritó el Mortífago.
-Te doy tú vida por la mía.- dijo la muchacha.
-¿sabes que podría matarte ahora?
-Lo sé, pero no lo harás. VETE.- el Mortífago retrocedió.
-Eres igual a tu padre… poderosa, de un poder superior al de esa reina a quien tanto estimas. ¿Por qué no ser tú la reina del caos?
-Ve a envenenar los oídos de otros, conozco las tretas de mi padre mejor que nadie. LARGO.
La chica se arrodillo junto a Sirius.
-¿Por qué no interrumpiste antes?- murmuró el chico al borde del llanto.
-Porque ahora has aceptado que no eres inmune al poder, te es tan necesario como a tus familiares, pero tu a diferencia suya podrás poner el amor por delante. – Susurró la chica.- Yo también sufro ante el poder, muchas veces me he preguntado si no debo atacar a Lily y hacerme con su poder. Pero es una de las maldiciones que ha caído sobre los heraldos. Muchas maldiciones y juramentos.
Sirius alzó su cara y se paró.
-¿Qué haces para no ceder?
-Recuerdo que pasó cuando mis progenitores cedieron. Mi padre murió ante un hombre llamado Voldemort que utiliza su cuerpo y mi madre hizo traición. Yo no soy como mi padre porque he decidido no serlo y eso hace que yo pueda abstenerme. No es fácil, pero es necesario y tu Sirius Black aprenderás. Porque tú mismo lo has dicho. No eres como los otros Black que precedieron y seguirán. Tú tienes el poder de afrontar al mismo deseo de poder.
-¿Andrómeda?- murmuró el chico.
-Tú prima no es una Black… que sea hija de tu tía no quiere decir que sea una Black, sobre todo en familias como la tuya en las que se dan esas cosas. Anda Sirius tenemos que ir al comedor. James me llama. Nadie atacará este lugar.
Y los dos se alejaron por el corredor. Sirius ahora sonreía.
James tomó su espada y golpeó a otro vampiro. La soltó después y miró su brazo herido. Mustió algo antes de volver a tomar la espada y estocar otro golpe.
Alicia entre las sombras del comedor. Había visto como cada guardia se había presentado allí, su vista estaba fija en una mujer. Tomó su varita y comenzó a caminar. Cojeaba un poco.
Remus mientras tanto había tomado una charola y golpeaba a los vampiros con ella. A rato usaba su varita. Era el que más maldiciones y hechizos sabía. De pronto se encontró ante la vampiresa que le sonrió.
-Un licántropo.- murmuró la mujer mientras se acercaba. Era como si la batalla no existiera, sólo Remus y esa mujer. - ¿Qué haces una criatura de la noche peleando contra sus hermanos?
-Olvídalo no oiré tus tretas.
La mujer rió.
-Voldemort me dio a mi paz, seguro que se la dará a un licántropo que le entregue a los heraldos.
Remus no quería oír. Vio frente a si a Alicia que se deslizaba hacia la mujer.
-¿Por qué haría eso?
-Porque tienes más oportunidades con nosotros que con ellos.
-NO. – en ese mismo instante Alicia sacó su varita. Pero la vampiresa fue más rápida y la atrapó.
-Jamás podrás sorprenderme chiquilla. – Murmuró.- Aún tengo ganas de esa sangre dulce que tienes.
La muchacha no dijo nada. Su varita estaba en el suelo.
-Suéltala.- demando Remus.
-Oh no señor Licántropo. Voy a enseñarte lo que el lord Voldemort es capaz de dar. Poder… mucho poder… Ahora largo… no le seas leal a aquellos que nunca lo serán por ti. – la mujer acercó sus colmillos al cuello de Alicia.
Alicia pasó sus manos por su cinturón y tomó la flecha. Con rapidez la clavó en el pecho de la vampiresa al mismo tiempo que esta clavaba sus colmillos.
La mujer se alejó y quito la flecha de su cuerpo lanzándola lejos. LA batalla había parado ante las carcajadas dementes de la mujer. Alicia cayó de rodillas y pálida como ningún ser vivo podía estar, casi transparente comenzó a temblar. Por su cuello resbalaron dos hilos de sangre. LA chica comenzó a gemir.
-Ven conmigo Remus Lupin… mira lo que puede hacer el poder… no podrá morir con esa estaca improvisada. Se leal a quienes te entiende. A nosotros… tus hermanos de la noche. ¡¡Únete a quien te entenderá!!
-¡¡Me fueron leales yo lo seré con ellos!!- grito Remus y en ese instante, en el mismo que Ale había comenzado a correr hacia Remus presa del pánico y que la batalla cesó por completo, en ese instante Hogwarts se estremeció. La mayoría cayó al suelo por la sacudida. Pocos quedaron de pie, es más sólo la vampiro y el joven Lupin estaban de pie, como si estuvieran pegados al suelo. La vampiresa dejo de reír. Una esfera brillante pasaba por el comedor a toda velocidad. James la vio y supo que pasaría. "Lily" pensó. Las palabras de la carta llegaron a su mente.
La verdad sé que te preguntarás qué pasará ahora, cómo despertaré a los heraldos, cómo lucharé contra Voldemort. Es sencillo. Hablé con Dumbledore. Él me dijo que sí deseaba volver a casa podía hacerlo, pero no podría volver a ver a los heraldos, porque entonces se llamaría traición. Hice un juramento, si no regreso antes del inició de clases no podré volverlos a ver. Dumbledore mismo me dará clases, para que pueda terminar mi educación y usar mi magia. Eso es probablemente lo mejor, no volverlos a ver. Te lo explicaré, no me verás ni aunque pasarás a mi lado me verías, pero yo te veré, si te habló te darás cuenta de mi presencia y romperé el juramento. No quiero que intentes buscarme. Además Dumbledore ha hecho un hechizo. Estoy unida a mi símbolo. Cuando un heraldo se despierte mi mente se presentará ante él y me verá (mi mente sola no puede romper en juramente). Lo mismo pasará en esa batalla. Será mi mente la que luche a tú lado. Pero ella… ella no te amará James. Porque no es mi mente la que te ama… mi mente no sentirá amistad hacia Elinor… no, seré sólo un fantasma. Por favor cuando llegué el tiempo en que me veas así, no me hables y como probablemente te lo diré, intenta olvidarme… será lo mejor. Yo soy la reina del caos, yo te amo, pero eso no quiere decir nada, porque acabó de elegir mi destino y está con mis padres.
Ale que había caído al suelo y desde allí miró la esfera que giraba cada vez más rápido. Sintió las sacudidas que aumentaban. En su cabeza los gritos de la pelirroja estallaron. La tormenta había parado y nada se oía.
La esfera por fin paró. Se quedó estética frente a Remus. EL chico tuvo la sensación que alguien reía en su interior. Y cierto una risa dulce y llena de vida inundo el aire. Mientras tanto la esfera fue tomando forma y frente a Remus quedó Lily Evans que sonreía. Su cabello rojo caía como fuego por su espalda. La chica iba vestida de blanco. Se asemejaba mucho a la ilusión de Elinor. Sólo que daba la sensación de ser la verdadera Lily la que reía. En su cabeza reposaba una diadema que parecía hecha de luz.
-Remus Lupin.- dijo suavemente.- ¿Por qué me llamas con un juramento de lealtad? ¿Lo cumplirás?
-Sí.
-Sabes lo que quiere decir.
-Sí.
-A ti te damos a escoger entre ser un heraldo o no. Tu sangre no lleva escrita esta maldición, eres tú el que forjará tu destino. Te toca elegir.
-¿Por qué puedo yo elegir?
-Por que nadie puede decir quien será leal y quien no antes de que nazca… ¿serás fiel al juramento que presentas?
-Seré leal. Elijo ser un heraldo, quiero ayudar a mis amigos, como ellos me han ayudado.
Lily rió suavemente, su risa parecían campanas.
-Que así sea, Remus Lupin heraldo de la lealtad y heredero ahora de Valtimur Velindol. Te doy lo que te pertenece… no esperaba otra cosa.
Lily cerró sus ojos. En sus manos creció una esfera de color níveo, brillante y luminoso.
-El poder de la reina.- dijo el Mortífago aún junto a la puerta por donde había entrado segundos antes. – Es…
Y allí se quedó la frase porque no pudo encontrar algo para describirlo.
Remus extendió sus manos y recibió la esfera. Cerró sus ojos y sintió el poder entrando en él. Abrió sus ojos y miró a Lily que le sonreía.
-Bienvenido amigo mío, que jamás te arrepientas de tu decisión.- murmuró y luego miró a su alrededor.
-La batalla termino.- dijo suavemente.
Sirius miró a su amiga. Sintió una opresión en el pecho. Pero fue Ale la más sorprendida. Porque ante sus ojos se alzó lo que ella no pensó posible.
El Mortífago miró los ojos de Lily y sitió como si ellos pudieran ver en su interior. Los vio relampaguear, como alguna vez vio los de Ale y sonrió. Salió del comedor bajó la mirada de la muchacha.
La chica cerró los ojos y una vez más su figura comenzó a convertirse en una esfera de luz.
Cerca de uno de los pilares alguien la miraba con la boca abierta. Ingrid se apresuró a salir. Había estado oculta pero no podía evitar sentir miedo ante su amiga.
La esfera volvió a girar por el comedor. Se paró unos segundos frente a James. Quien sintió dolor dentro de sí. Había visto a la pelirroja y ella no ha él. Había rehuido la mirada del joven Potter como lo hubiera hecho la misma Lily. "Regresa" pensó el chico antes de que la esfera desapareciera en un rayo de luz.
Remus cayó de rodillas en el pisó. Los vampiros comenzaron a desparecer como si tratara de una ilusión. La vampiresa miró a Remus.
-Un heraldo.- murmuró.- nos volveremos a ver señor licántropo… no tema.- murmuró y se convirtió en un murciélago para alzarse en la noche.
Ale se paró.
-¡escuchen!- gritó ates de que el clamor se alzara. El reloj de arena desapreció y lejano se oyó la doceava campanada y luego le siguieron muchos otros relojes y las luces se prendieron.
-¡Alice!- Doug no había sido el único en gritar el apodo antes de acercarse a la chica.
Ale con una sonrisa se acerco.
-Estará bien. Tú.- señalo a Longbottom.- Ayúdame a llevarla a la enfermería. Sirius busca a Elinor y Carina que deben estar desmayadas cerca del salón de trasformaciones. James mira que todos estén bien, lo heridos envíalos a la enfermería.
-¿y los profesores?- preguntó algún chico.- ¿Por qué no estuvieron aquí?
Ale sonrió.- Siempre se puede ayudar a dormir a los viejos.
En ese momento Albus Dumbledore despertaba y comenzaba a reír. Había caído en la treta de la chica.
Los demás profesores comenzaron a despertar, pero al ver al director riendo todos se tranquilizaron. La luz regresó a Hogwarts, aunque con ella no llegó el amanecer.
Continuar
Syringen A.L.C.S
(46PP)
(Les dije que era mucho casi tan largo como mi más largo chap)
