En el capítulo anterior:
Al igual que ella, él tenía sus sueños y ahora era tiempo de que viviera su propia vida. ¿Qué sabía Kaoru de todo aquello? Definitivamente tenía que olvidarla. Sonrió y pensó que era un necio. Le esperaba un mundo totalmente diferente y era tiempo de partir. Vió a lo lejos los majestuosos campos de arroz mientras murmuraba.
- Adiós Kaoru..
Capítulo 3
Y nuestros caminos se apartan
Había pasado ya un mes desde su visita al dojo, Kenshin ya se encontraba en América, había sido un viaje largo, Hiko le informó que ántes de que se fuera a Nueva York, tenía que ir con un buen amigo suyo, que se encontraba en San Francisco, Oliver Barkley era juez supremo y tenía excelentes relaciones políticas. .
- Ésta es tu oportunidad Kenshin, no la dejes pasar, le repetía Hiko constantemente
Cuando el Juez Barkley se enteró de que recibiría la visita de Kenshin se alegró mucho e inmediatamente lo invitó a una importante cena, en donde asistirían importantes figuras del mundo de la política. Kenshin pensaba que esto era el principio de todo, así sería su vida de ahora en adelante asistiendo a importantes cenas de gala, rodeado de personas influyentes.
Él estaba instalado en un lujoso hotel, pero todo el ambiente se le hacía bastante frío, no se sentía cómodo, pero no era tiempo para quejarse, se dio una ducha y se preparó para asistir a la cena con el juez.
Cuando llegó a la residencia de los Barkley, Kenshin se sintió peor, no tenía humor de nada, y sobre todo que en esa cena tenía que mostrarse educado, inteligente, de humor para hablar con todos, por un instante creyó que no iba a poder hacerlo, era un gran esfuerzo, lo que verdaderamente necesitaba era sentarse un poco y pensar, saber si en verdad estaba tomando el camino correcto, o solo lo hacía para complacer a Hiko. Su mente era un total caos, y por alguna razón cuando cerraba los ojos solo venía el recuerdo de la dulce niña del Dojo Kamiya.
Cuando de pronto escuchó que la puerta de entrada se abría. Al entrar a la fiesta inmediatamente escuchó que lo llamaban.
- ¡Himura!
Él sabía perfectamente de quién se trataba, la ronca voz del juez Barkley era inconfundible.
- Buenas noches señor, que gusto verlo. El juez no perdió tiempo y lo presentó con sus compañeros, explicando que acababa de graduarse en derecho e informando de quién venía recomendado.
Eran 12 los invitados del juez, pero uno sufrió un accidente así que tuvo que cancelar al último momento. Al darse cuenta de esto la señora Barkley se preocupó demasiado ya que serían 13 personas en total y como ella era sumamente supersticiosa, decidió llamar a su hija para que bajara a cenar con ellos, y completar los 14.
Tomoe se preparaba para salir, luciendo un vestido negro y collar de perlas.
- Tomoe, hija necesito tu ayuda.¿Podrías bajar a cenar con nosotros?
- ¡Pero mamá voy a ir salir!
- Por favor, es que seremos trece en la mesa.
- Hay mamá cuando se te quitarán esa ideas tuyas, está bien les hablaré por teléfono a mis amigos les diré que no voy a ir y bajaré en un momento.
Tomoe Barkley tenía 18 años, aquel invierno sería presentada en sociedad e iniciaría sus estudios en una prestigiosa escuela. Era una joven excesivamente reservada y se veía mucho mayor para su edad y era porque durante toda su vida había estado rodeada por gente mayor y su padre la obligaba a participar en sus reuniones. Su seriedad y cultura habían hecho que tuviera varios admiradores, pero ella jamás se había fijado en alguno de ellos.
En la vida de Tomoe jamás había desastres ni decepciones, no había nada que sus padres no hicieran por ella, no había nada que su padre no la haya comprado, sus únicas preocupaciones en la vida eran : la falta de algún invitado a una cena, o la falta de un vestido que la modista estaba arreglándole.
Cuando Tomoe bajó a la cena miró a su alrededor y vió a los viejos amigos de su padre. Pero algo atrajo su atención, y fue un joven que estaba al lado de su padre, lo miró por un momento y se acercó a ellos.
- Vaya Tomoe que bueno que llegas, nos honra tu presencia, ¿Hiciste un espacio en tu apretada agenda para nosotros?, comentó el juez en tomo burlón
- Mamá tuvo la amabilidad de pedirme que me reúna con ustedes, dijo en un tono bastante serio.
- Quiero que conozcas al señor Kenshin Himura, que acaba de graduarse en derecho.
- Felicidades, dijo ella fríamente, ha de estar muy contento.
- Pues sí muchas gracias, dijo con estudiada frialdad. Calculó que la muchacha no tendría más de 20 años, sin embargo por su forma de actuar parecía mayor. Se preguntó en que ocuparía sus ratos libres, de seguro iba de compras con sus amigas y jugaba tennis como todas estilaban.
- Tomoe irá a la universidad este otoño, añadió el juez.
- ¿Y que escuela escogió, señorita Barkley?
- Me iré a Stanford.
- Vaya, gran elección, la felicito.
En cierto modo a Kenshin le parecía algo intrigante ésta jóven. Mientras la miraba, comprendió que era exactamente lo opuesto a Kaoru.
La cena ya estaba lista y todos se dirigieron al comedor, Tomoe aprovechó para sentarse a lado de Kenshin. Ella se preguntaba si el apuesto joven estaría casado, ese pensamiento la decepcionó un poco, pero no estaba decidida a quedarse con la duda.
Cuando sirvieron el plato principal, los dos se encontraban platicando animadamente. Kenshin estaba maravillado con la inteligencia de la joven, lo bien informada que estaba sobre los acontecimientos internacionales, y de sus conocimientos sobre arte y cultura. Estaba seguro que en la universidad obtendría excelentes notas. Era una mezcla de inteligencia y educación.
- Y dígame señor Himura, ahora que se ha graduado, ¿Qué piensa hacer?
- Trabajaré en Nueva York
- ¿Y ya tiene empleo?
- Sí, trabajaré en Wall Street, en el bufete de Anderson
- ¿De verdad? Dijo ella con gran asombro
- ¿Los conoce?
- He oído a mi padre hablar de ellos. Es uno de los bufetes más prestigiosos en Wall Street.
- Me deja usted perplejo, a sus 18 años sabe usted muchas cosas.
- Gracias, llevo años asistiendo a este tipo de reuniones.
Mientras pasaba la noche Kenshin, sentía una gran intriga por Tomoe, era lo contrario de Kaoru, al parecer a Tomoe solo importaban los objetivos y las acciones importantes. Kenshin no podía imaginarse a Kaoru en aquellas reuniones. Pero por más que trataba de interesarse por Tomoe no podía de dejar de pensar en la niña del Dojo Kamiya.
- Y ¿ cuándo se va de San Francisco?
- En dos días.
- Supongo que ya no lo veremos por aquí
- Pues estaré ocupado, dentro de dos días estaré sepultado de papeles en Wall Street.
- ¿Y está emocionado?
- Pues a decir verdad no estoy muy seguro, ni siquiera sé porqué estudié derecho.
- ¿Qué hubiera estudiado en su lugar?
- Medicina, si no hubiera servido al ejército, creo que la guerra cambió los planes de mucha gente. Muchos quedaron en condiciones bastante penosas, creo que he sido muy afortunado.
- Pues creo que tiene mucha suerte de ser abogado.
Kenshin no pudo evitarlo y soltó una carcajada. - Ah, ¿sí? ¿Y porqué cree eso señorita?
- A mí también me gustaría estudiar derecho.
- Creo que debería hacerlo Kenshin se preguntó si algún día querría casarse y tener hijos, como todas las muchachas de su edad. Ya que en 1948, se tenía que elegir una cosa, por lo general las mujeres no podían trabajar y tener hijos a la vez. Pero dudaba de que Tomoe quisiera ser un ama casa. - ¿No preferiría casarse y tener hijos?
Tomoe dudó un momento
- Tal vez.. Algún día me case Inmediatamente decidió hacer otra pregunta
- ¿Cómo es su esposa señor Himura?
Kenshin no podía creer lo que escuchaba. - ¿Mi..? Yo..disculpe, no quiero parecer grosero pero..¿Qué le hizo pensar que estaba casado..?
Kenshin la miró consternado y después se hecho a reír. *Tan viejo me veo, que no pueda pensar que soy soltero?*
Por primera vez Tomoe se desconcertó un poco y se ruborizó.
- Me temo que no soy casado.
- Lo siento, tal vez no debí de hacer esa pregunta..
- No se preocupe
En ese momento comenzaron a servir el café para las damas y todas se retiraron del comedor. Y comenzaron a platicar
- Me la he pasado muy bien mamá.
- Veo que el señor Himura y tú se la pasaron muy bien ¿cierto?
- Pues a decir verdad me gustó el señor Himura, creo que es un hombre muy apuesto.
- ¡Tomoe!, es muy mayor para ti.
- ¿Y eso que importa?
- Después hablamos sobre eso Tomoe.
Kenshin estaba cansado y quería retirarse así que se dirigió a la señora Barcley y a Tomoe
- Suerte con la escuela
- Muchas gracias, y ojalá le vaya bien en su trabajo.
- Tal vez nos veamos en Nueva York.
Kenshin solo esbozó una sonrisa forzada pensando que esto no sería probable, además.. Estaba Kaoru..
Kenshin regresó al hotel pensando en la interesante conversación que había tenido con Tomoe, pensando que tal vez ella tenía razón, quizá le había convenido el haber estudiado derecho, pero también recordó a Kaoru sentada en su hermoso árbol de cerezos. Como no podía conciliar el sueño observó el amanecer. Mientras que a cientos de kilómetros Kaoru daba un paseo por los capos de arroz cantando en voz baja., pensando en Kenshin y preguntándose si él de vez en cuando pensaba en ella.
Mientras tanto en el Dojo Kamiya el resto del verano transcurrió de prisa, Kaoru ayudaba en las tareas del Dojo, y muy de ves en cuando se entretenía jugando con el hijo de Ayame. Yahiko pasaba todos sus momentos libres con su novia Tsubame del Akabeko, por lo que Kaoru se sentía muy sola, sin nadie con quien hablar.
Así que su única distracción eran sus visitas a Sarah a quién encontraba siempre leyendo o cosiendo. Cuando la escuela comenzó de nuevo, Kaoru tenía la costumbre de pasar con Sarah y hacer sus deberes ahí. A su madre no le importaba ya que siempre estaba con Ayame. Sólo su padre era el único que tenía palabras amables con ella, qué por cierto jamás volvió a ser el mismo desde que contrajo aquella pulmonía. El hombre al que ella consideraba invencible, se encontraba siempre pálido y cansado. Había algo que rondaba por su mente constantemente, el pensar que su padre tal vez podría perder la vida, ya nada tendría objeto, él era su amigo, su aliado y su incansable defensor en contra de los regaños absurdos de su madre. No iba a dejar a su padre, aunque su sueño de Hollywood la acompañaba en todo momento al igual que el sueño de Kenshin. Temía no poder dejar el Dojo, como se lo había propuesto una vez. Aunque el vivir allí no era peor destino imaginable, aunque significara el abandonar sus sueños.
El matrimonio de Ayame no iba nada bien, se escuchaban las constantes peleas. Kaoru temía que Kosuke le estuviera haciendo daño a su hermana. Kaoru buscaba consuelo con su única amiga.
- ¿ Así que se porta mal con tu hermana? Preguntaba Sarah consternada.
- Pues.. creo que la maltrata, y no es que ella me lo haya dicho. Hace unas semanas noté que tenía algunos golpes en su cara. Me dijo que se había tropezado, pero yo no le creí en lo absoluto.
Los días pasaban y las dos eran casi inseparables. Su querida amiga no dejaba de repetirle
- ¡Quizá vayas a Hollywood, y Souijiro y yo iremos a verte!
Un día Soujiro trajo una gran noticia irían a San Francisco, eran unas noticias maravillosas para Sarah ya que estaría en América y vería a su gente y al hogar que tanto extrañaba. Incluso invitaron a Kaoru, ya que su viaje se había cancelado por la enfermedad de su padre. Por supuesto que ella no se atrevió a aceptar, su madre notaría su ausencia inmediatamente y su padre podría necesitarla.
A principios de Enero su padre estaba demasiado enfermo, Yahiko le informó a Kaoru que él estaba agonizando. En esos días Kaoru no se despegaba de su lado, animándole a comer, cubriéndolo con mantas, o sentada junto a su futon, mientras lágrimas resbalaban silenciosamente por sus mejillas. Lo único que le importaba en esos momentos era cuidar de su padre, incluso el recuerdo de Kenshin parecía haberse borrado de su mente.
Ayame había quedado embarazada de nuevo. Por otra parte siempre que Kosuke llegaba al Dojo estaba demasiado bebido. A Kaoru le daba demasiado coraje esto, pero no decía nada, por respeto su padre y el evitar tener peleas familiares. Ella tan solo seguía al lado de su padre sentada día y noche junto a su lecho, solo se despegaba de él cuando tomaba un baño o comía algo apresuradamente. Tenía un profundo temor de que muriera en su ausencia. Incluso dejó de ir a la escuela y sólo salía de la casa para tomar un poco de aire fresco, sentada en el porche del Dojo mirando al cielo, y el pensamiento inmediato era Kenshin Himura.
No había tenido noticias suyas desde aquella vez que celebraron el cumpleaños del hijo de Ayame, en realidad tampoco las esperaba. Soujiro había recibido una carta de él a finales de diciembre. Decía sobre su trabajo en Nueva York y sus esperanzas de poder volver un día a Japón. Desgraciadamente Kenshin estaba demasiado lejos como para poder ayudarla. Aquella noche se sentó al lado de su padre y éste despertó con una gran sonrisa en el rostro. Kaoru le ofreció un poco de agua y su padre la miró con un poco de preocupación.
- Gracias nena, pero por favor ve a la cama y descansa.
- Aún no estoy cansada.. , ¿quieres un poco de sopa? está deliciosa, vamos pruébala.
Su padre se sentía una poco culpable, como hubiera querido haber estado a su lado más tiempo para protegerla, sabía que las cosas no andaban bien. También tenía la sospechaba de que visitaba a Sarah, más de una vez quiso preguntarle cómo era esta muchacha, pero no lo hizo ya que Kaoru tenía derecho de su propia vida y secretos. Hishiro rechazó la sopa y comenzó a decir algo.
- No lo dejes nunca, mi pequeña... Fue apenas un murmullo y Kaoru no entendió bien lo que le quería decir su padre.
- ¿Qué dices papá?
- El Dojo.. Tú perteneces aquí, igual que yo, quiero que veas el mundo, no sientas que este lugar te está atando pequeña, ya que el Dojo siempre estará aquí para ti.
- Eso lo sé papá.., no le gustaba hablar de eso, sentía que era una despedida y no le gustaba. - Ahora duerme, tienes que recuperarte.
Hishiro sacudió la cabeza algo le decía que no le quedaba mucho tiempo y tenía que hablar con su hija menor.
- Kosuke no podrá llevar el Dojo.
Kaoru sabía eso perfectamente y se abstuvo de hacer comentarios.
- Algún día Yahiko se dedicará a otras cosas porque no aman estas tierras como tú y como yo, cuando hayas conocido muchos lugares pequeña, quiero pedirte que vuelvas, encuentres a un hombre bueno y sean felices.
Kaoru apretaba fuertemente la mano de su padre mientras lágrimas llenaban sus ojos.
- Claro que lo haré papá, ahora por favor duerme, ya sabes que te quiero mucho.
En ese momento Hishiro cerró los ojos y una sonrisa apareció en sus labios.
La mañana en el dojo fue una muy fría, se aspiraba un sentimiento de tristeza, y era porque un hombre ejemplar ya no estaba con ellos. El Dojo Kamiya estaba de luto.
Miyako estaba inconsolable y lloraba sin cesar. Sentía que el mundo se le venía encima. Por otra parte Kaoru estaba en un total shock. Se quedó un rato en su dormitorio escuchando el silencio, comprendió en ese momento que su vida ya no sería igual. Su padre se había ido. En ese momento ya no pudo más y comenzó a llorar en su habitación a obscuras...
Continuará...
Aquí está el tercer capítulo!!!!^^ Espero que haya sido de su agrado, y sí awajajaja soy mala y tenía que incluir a Tomoe en la historia. Porfa manden sus reviews y díganme que les pareció si si si ?????^^
También muuuuchas gracias por sus comentarios ^________^!!!!! EN VERDADDDD GRACIAS GRAACIAS GRAAACIAS!!!!
*Y como mensaje especial* Este fic es dedicado a la única persona que pudo traer felicidad a mi vida, que ha sido mi apoyo incondicional en momentos muy difíciles para mí. Ya sabes que te quiero con el alma. Siempre vas a ocupar ese lugar especial en mi corazón.
Fuusina ^.~
Al igual que ella, él tenía sus sueños y ahora era tiempo de que viviera su propia vida. ¿Qué sabía Kaoru de todo aquello? Definitivamente tenía que olvidarla. Sonrió y pensó que era un necio. Le esperaba un mundo totalmente diferente y era tiempo de partir. Vió a lo lejos los majestuosos campos de arroz mientras murmuraba.
- Adiós Kaoru..
Capítulo 3
Y nuestros caminos se apartan
Había pasado ya un mes desde su visita al dojo, Kenshin ya se encontraba en América, había sido un viaje largo, Hiko le informó que ántes de que se fuera a Nueva York, tenía que ir con un buen amigo suyo, que se encontraba en San Francisco, Oliver Barkley era juez supremo y tenía excelentes relaciones políticas. .
- Ésta es tu oportunidad Kenshin, no la dejes pasar, le repetía Hiko constantemente
Cuando el Juez Barkley se enteró de que recibiría la visita de Kenshin se alegró mucho e inmediatamente lo invitó a una importante cena, en donde asistirían importantes figuras del mundo de la política. Kenshin pensaba que esto era el principio de todo, así sería su vida de ahora en adelante asistiendo a importantes cenas de gala, rodeado de personas influyentes.
Él estaba instalado en un lujoso hotel, pero todo el ambiente se le hacía bastante frío, no se sentía cómodo, pero no era tiempo para quejarse, se dio una ducha y se preparó para asistir a la cena con el juez.
Cuando llegó a la residencia de los Barkley, Kenshin se sintió peor, no tenía humor de nada, y sobre todo que en esa cena tenía que mostrarse educado, inteligente, de humor para hablar con todos, por un instante creyó que no iba a poder hacerlo, era un gran esfuerzo, lo que verdaderamente necesitaba era sentarse un poco y pensar, saber si en verdad estaba tomando el camino correcto, o solo lo hacía para complacer a Hiko. Su mente era un total caos, y por alguna razón cuando cerraba los ojos solo venía el recuerdo de la dulce niña del Dojo Kamiya.
Cuando de pronto escuchó que la puerta de entrada se abría. Al entrar a la fiesta inmediatamente escuchó que lo llamaban.
- ¡Himura!
Él sabía perfectamente de quién se trataba, la ronca voz del juez Barkley era inconfundible.
- Buenas noches señor, que gusto verlo. El juez no perdió tiempo y lo presentó con sus compañeros, explicando que acababa de graduarse en derecho e informando de quién venía recomendado.
Eran 12 los invitados del juez, pero uno sufrió un accidente así que tuvo que cancelar al último momento. Al darse cuenta de esto la señora Barkley se preocupó demasiado ya que serían 13 personas en total y como ella era sumamente supersticiosa, decidió llamar a su hija para que bajara a cenar con ellos, y completar los 14.
Tomoe se preparaba para salir, luciendo un vestido negro y collar de perlas.
- Tomoe, hija necesito tu ayuda.¿Podrías bajar a cenar con nosotros?
- ¡Pero mamá voy a ir salir!
- Por favor, es que seremos trece en la mesa.
- Hay mamá cuando se te quitarán esa ideas tuyas, está bien les hablaré por teléfono a mis amigos les diré que no voy a ir y bajaré en un momento.
Tomoe Barkley tenía 18 años, aquel invierno sería presentada en sociedad e iniciaría sus estudios en una prestigiosa escuela. Era una joven excesivamente reservada y se veía mucho mayor para su edad y era porque durante toda su vida había estado rodeada por gente mayor y su padre la obligaba a participar en sus reuniones. Su seriedad y cultura habían hecho que tuviera varios admiradores, pero ella jamás se había fijado en alguno de ellos.
En la vida de Tomoe jamás había desastres ni decepciones, no había nada que sus padres no hicieran por ella, no había nada que su padre no la haya comprado, sus únicas preocupaciones en la vida eran : la falta de algún invitado a una cena, o la falta de un vestido que la modista estaba arreglándole.
Cuando Tomoe bajó a la cena miró a su alrededor y vió a los viejos amigos de su padre. Pero algo atrajo su atención, y fue un joven que estaba al lado de su padre, lo miró por un momento y se acercó a ellos.
- Vaya Tomoe que bueno que llegas, nos honra tu presencia, ¿Hiciste un espacio en tu apretada agenda para nosotros?, comentó el juez en tomo burlón
- Mamá tuvo la amabilidad de pedirme que me reúna con ustedes, dijo en un tono bastante serio.
- Quiero que conozcas al señor Kenshin Himura, que acaba de graduarse en derecho.
- Felicidades, dijo ella fríamente, ha de estar muy contento.
- Pues sí muchas gracias, dijo con estudiada frialdad. Calculó que la muchacha no tendría más de 20 años, sin embargo por su forma de actuar parecía mayor. Se preguntó en que ocuparía sus ratos libres, de seguro iba de compras con sus amigas y jugaba tennis como todas estilaban.
- Tomoe irá a la universidad este otoño, añadió el juez.
- ¿Y que escuela escogió, señorita Barkley?
- Me iré a Stanford.
- Vaya, gran elección, la felicito.
En cierto modo a Kenshin le parecía algo intrigante ésta jóven. Mientras la miraba, comprendió que era exactamente lo opuesto a Kaoru.
La cena ya estaba lista y todos se dirigieron al comedor, Tomoe aprovechó para sentarse a lado de Kenshin. Ella se preguntaba si el apuesto joven estaría casado, ese pensamiento la decepcionó un poco, pero no estaba decidida a quedarse con la duda.
Cuando sirvieron el plato principal, los dos se encontraban platicando animadamente. Kenshin estaba maravillado con la inteligencia de la joven, lo bien informada que estaba sobre los acontecimientos internacionales, y de sus conocimientos sobre arte y cultura. Estaba seguro que en la universidad obtendría excelentes notas. Era una mezcla de inteligencia y educación.
- Y dígame señor Himura, ahora que se ha graduado, ¿Qué piensa hacer?
- Trabajaré en Nueva York
- ¿Y ya tiene empleo?
- Sí, trabajaré en Wall Street, en el bufete de Anderson
- ¿De verdad? Dijo ella con gran asombro
- ¿Los conoce?
- He oído a mi padre hablar de ellos. Es uno de los bufetes más prestigiosos en Wall Street.
- Me deja usted perplejo, a sus 18 años sabe usted muchas cosas.
- Gracias, llevo años asistiendo a este tipo de reuniones.
Mientras pasaba la noche Kenshin, sentía una gran intriga por Tomoe, era lo contrario de Kaoru, al parecer a Tomoe solo importaban los objetivos y las acciones importantes. Kenshin no podía imaginarse a Kaoru en aquellas reuniones. Pero por más que trataba de interesarse por Tomoe no podía de dejar de pensar en la niña del Dojo Kamiya.
- Y ¿ cuándo se va de San Francisco?
- En dos días.
- Supongo que ya no lo veremos por aquí
- Pues estaré ocupado, dentro de dos días estaré sepultado de papeles en Wall Street.
- ¿Y está emocionado?
- Pues a decir verdad no estoy muy seguro, ni siquiera sé porqué estudié derecho.
- ¿Qué hubiera estudiado en su lugar?
- Medicina, si no hubiera servido al ejército, creo que la guerra cambió los planes de mucha gente. Muchos quedaron en condiciones bastante penosas, creo que he sido muy afortunado.
- Pues creo que tiene mucha suerte de ser abogado.
Kenshin no pudo evitarlo y soltó una carcajada. - Ah, ¿sí? ¿Y porqué cree eso señorita?
- A mí también me gustaría estudiar derecho.
- Creo que debería hacerlo Kenshin se preguntó si algún día querría casarse y tener hijos, como todas las muchachas de su edad. Ya que en 1948, se tenía que elegir una cosa, por lo general las mujeres no podían trabajar y tener hijos a la vez. Pero dudaba de que Tomoe quisiera ser un ama casa. - ¿No preferiría casarse y tener hijos?
Tomoe dudó un momento
- Tal vez.. Algún día me case Inmediatamente decidió hacer otra pregunta
- ¿Cómo es su esposa señor Himura?
Kenshin no podía creer lo que escuchaba. - ¿Mi..? Yo..disculpe, no quiero parecer grosero pero..¿Qué le hizo pensar que estaba casado..?
Kenshin la miró consternado y después se hecho a reír. *Tan viejo me veo, que no pueda pensar que soy soltero?*
Por primera vez Tomoe se desconcertó un poco y se ruborizó.
- Me temo que no soy casado.
- Lo siento, tal vez no debí de hacer esa pregunta..
- No se preocupe
En ese momento comenzaron a servir el café para las damas y todas se retiraron del comedor. Y comenzaron a platicar
- Me la he pasado muy bien mamá.
- Veo que el señor Himura y tú se la pasaron muy bien ¿cierto?
- Pues a decir verdad me gustó el señor Himura, creo que es un hombre muy apuesto.
- ¡Tomoe!, es muy mayor para ti.
- ¿Y eso que importa?
- Después hablamos sobre eso Tomoe.
Kenshin estaba cansado y quería retirarse así que se dirigió a la señora Barcley y a Tomoe
- Suerte con la escuela
- Muchas gracias, y ojalá le vaya bien en su trabajo.
- Tal vez nos veamos en Nueva York.
Kenshin solo esbozó una sonrisa forzada pensando que esto no sería probable, además.. Estaba Kaoru..
Kenshin regresó al hotel pensando en la interesante conversación que había tenido con Tomoe, pensando que tal vez ella tenía razón, quizá le había convenido el haber estudiado derecho, pero también recordó a Kaoru sentada en su hermoso árbol de cerezos. Como no podía conciliar el sueño observó el amanecer. Mientras que a cientos de kilómetros Kaoru daba un paseo por los capos de arroz cantando en voz baja., pensando en Kenshin y preguntándose si él de vez en cuando pensaba en ella.
Mientras tanto en el Dojo Kamiya el resto del verano transcurrió de prisa, Kaoru ayudaba en las tareas del Dojo, y muy de ves en cuando se entretenía jugando con el hijo de Ayame. Yahiko pasaba todos sus momentos libres con su novia Tsubame del Akabeko, por lo que Kaoru se sentía muy sola, sin nadie con quien hablar.
Así que su única distracción eran sus visitas a Sarah a quién encontraba siempre leyendo o cosiendo. Cuando la escuela comenzó de nuevo, Kaoru tenía la costumbre de pasar con Sarah y hacer sus deberes ahí. A su madre no le importaba ya que siempre estaba con Ayame. Sólo su padre era el único que tenía palabras amables con ella, qué por cierto jamás volvió a ser el mismo desde que contrajo aquella pulmonía. El hombre al que ella consideraba invencible, se encontraba siempre pálido y cansado. Había algo que rondaba por su mente constantemente, el pensar que su padre tal vez podría perder la vida, ya nada tendría objeto, él era su amigo, su aliado y su incansable defensor en contra de los regaños absurdos de su madre. No iba a dejar a su padre, aunque su sueño de Hollywood la acompañaba en todo momento al igual que el sueño de Kenshin. Temía no poder dejar el Dojo, como se lo había propuesto una vez. Aunque el vivir allí no era peor destino imaginable, aunque significara el abandonar sus sueños.
El matrimonio de Ayame no iba nada bien, se escuchaban las constantes peleas. Kaoru temía que Kosuke le estuviera haciendo daño a su hermana. Kaoru buscaba consuelo con su única amiga.
- ¿ Así que se porta mal con tu hermana? Preguntaba Sarah consternada.
- Pues.. creo que la maltrata, y no es que ella me lo haya dicho. Hace unas semanas noté que tenía algunos golpes en su cara. Me dijo que se había tropezado, pero yo no le creí en lo absoluto.
Los días pasaban y las dos eran casi inseparables. Su querida amiga no dejaba de repetirle
- ¡Quizá vayas a Hollywood, y Souijiro y yo iremos a verte!
Un día Soujiro trajo una gran noticia irían a San Francisco, eran unas noticias maravillosas para Sarah ya que estaría en América y vería a su gente y al hogar que tanto extrañaba. Incluso invitaron a Kaoru, ya que su viaje se había cancelado por la enfermedad de su padre. Por supuesto que ella no se atrevió a aceptar, su madre notaría su ausencia inmediatamente y su padre podría necesitarla.
A principios de Enero su padre estaba demasiado enfermo, Yahiko le informó a Kaoru que él estaba agonizando. En esos días Kaoru no se despegaba de su lado, animándole a comer, cubriéndolo con mantas, o sentada junto a su futon, mientras lágrimas resbalaban silenciosamente por sus mejillas. Lo único que le importaba en esos momentos era cuidar de su padre, incluso el recuerdo de Kenshin parecía haberse borrado de su mente.
Ayame había quedado embarazada de nuevo. Por otra parte siempre que Kosuke llegaba al Dojo estaba demasiado bebido. A Kaoru le daba demasiado coraje esto, pero no decía nada, por respeto su padre y el evitar tener peleas familiares. Ella tan solo seguía al lado de su padre sentada día y noche junto a su lecho, solo se despegaba de él cuando tomaba un baño o comía algo apresuradamente. Tenía un profundo temor de que muriera en su ausencia. Incluso dejó de ir a la escuela y sólo salía de la casa para tomar un poco de aire fresco, sentada en el porche del Dojo mirando al cielo, y el pensamiento inmediato era Kenshin Himura.
No había tenido noticias suyas desde aquella vez que celebraron el cumpleaños del hijo de Ayame, en realidad tampoco las esperaba. Soujiro había recibido una carta de él a finales de diciembre. Decía sobre su trabajo en Nueva York y sus esperanzas de poder volver un día a Japón. Desgraciadamente Kenshin estaba demasiado lejos como para poder ayudarla. Aquella noche se sentó al lado de su padre y éste despertó con una gran sonrisa en el rostro. Kaoru le ofreció un poco de agua y su padre la miró con un poco de preocupación.
- Gracias nena, pero por favor ve a la cama y descansa.
- Aún no estoy cansada.. , ¿quieres un poco de sopa? está deliciosa, vamos pruébala.
Su padre se sentía una poco culpable, como hubiera querido haber estado a su lado más tiempo para protegerla, sabía que las cosas no andaban bien. También tenía la sospechaba de que visitaba a Sarah, más de una vez quiso preguntarle cómo era esta muchacha, pero no lo hizo ya que Kaoru tenía derecho de su propia vida y secretos. Hishiro rechazó la sopa y comenzó a decir algo.
- No lo dejes nunca, mi pequeña... Fue apenas un murmullo y Kaoru no entendió bien lo que le quería decir su padre.
- ¿Qué dices papá?
- El Dojo.. Tú perteneces aquí, igual que yo, quiero que veas el mundo, no sientas que este lugar te está atando pequeña, ya que el Dojo siempre estará aquí para ti.
- Eso lo sé papá.., no le gustaba hablar de eso, sentía que era una despedida y no le gustaba. - Ahora duerme, tienes que recuperarte.
Hishiro sacudió la cabeza algo le decía que no le quedaba mucho tiempo y tenía que hablar con su hija menor.
- Kosuke no podrá llevar el Dojo.
Kaoru sabía eso perfectamente y se abstuvo de hacer comentarios.
- Algún día Yahiko se dedicará a otras cosas porque no aman estas tierras como tú y como yo, cuando hayas conocido muchos lugares pequeña, quiero pedirte que vuelvas, encuentres a un hombre bueno y sean felices.
Kaoru apretaba fuertemente la mano de su padre mientras lágrimas llenaban sus ojos.
- Claro que lo haré papá, ahora por favor duerme, ya sabes que te quiero mucho.
En ese momento Hishiro cerró los ojos y una sonrisa apareció en sus labios.
La mañana en el dojo fue una muy fría, se aspiraba un sentimiento de tristeza, y era porque un hombre ejemplar ya no estaba con ellos. El Dojo Kamiya estaba de luto.
Miyako estaba inconsolable y lloraba sin cesar. Sentía que el mundo se le venía encima. Por otra parte Kaoru estaba en un total shock. Se quedó un rato en su dormitorio escuchando el silencio, comprendió en ese momento que su vida ya no sería igual. Su padre se había ido. En ese momento ya no pudo más y comenzó a llorar en su habitación a obscuras...
Continuará...
Aquí está el tercer capítulo!!!!^^ Espero que haya sido de su agrado, y sí awajajaja soy mala y tenía que incluir a Tomoe en la historia. Porfa manden sus reviews y díganme que les pareció si si si ?????^^
También muuuuchas gracias por sus comentarios ^________^!!!!! EN VERDADDDD GRACIAS GRAACIAS GRAAACIAS!!!!
*Y como mensaje especial* Este fic es dedicado a la única persona que pudo traer felicidad a mi vida, que ha sido mi apoyo incondicional en momentos muy difíciles para mí. Ya sabes que te quiero con el alma. Siempre vas a ocupar ese lugar especial en mi corazón.
Fuusina ^.~
