En el capítulo anterior:
Kaoru, con paso decidido se dirigió a un armario dónde su padre guardaba sus espadas. Su madre comenzó a gritar, todo había caído en el caos total.
Tomó una espada, y en ese momento entró Yahiko al Dojo, se quedó boquiabierto de ver aquella escena.
- Pero ¿qué demonios? ¡Kaoru, que piensas hacer!
Yahiko no reconoció la expresión de Kaoru. Y por supuesto que no iba a permitir que su hermana cometiera una tontería.
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Capítulo 5
El momento de partir ha llegado
**Este capítulo tiene escenas con contenido de violencia, consideré prudente hacer esta aclaración, en caso de que esto te moleste.**
Yahiko observó la expresión Kaoru, sus ojos eran distintos, la persona que él tenía enfrente, no era su hermana.
- ¡No te metas en esto Yahiko! Contestó Kaoru apuntándole con la espada para que comprendiera que ella no estaba jugando.
- ¡Kaoru te has vuelto loca, dame eso! Le dijo acercándose a ella para tratar de quitarle el arma.
Ella clavó su mirada en la de Yahiko de manera desafiante.
- No respondo por lo que te pueda hacer, apártate, ahora..
Yahiko no sabía que hacer su hermana estaba totalmente fuera de control, se había creado un incómodo silencio el cual fue interrumpido cuando su madre, presa del pánico gritó.
- ¡Quiere matar a Kosuke!
Kaoru la miró con rabia, una rabia acumulada durante meses y nacida de la impotencia y desesperación, de la tristeza por la muerte de su padre, y el sufrimiento de que Kosuke destruyera todo lo que Hishiro había construido con tanto esfuerzo. En el rostro de la chica apareció un esbozo de una sonrisa amarga, un poco irónica.
- ¿Qué si lo mataré? Dijo en un tono sarcástico. - Vaya que si lo haré.
Yahiko, estaba muy preocupado por lo que Kosuke le hubiera hecho a su hermana, sabía que su cuñado bebía en exceso, pero no entendía la reacción de Kaoru.
- ¿Pero qué te hizo?
- Kaoru volviéndolo a mirar a los ojos, le contestó con la misma ironía con la que se había dirigido a su madre.
- ¿Por qué no se lo preguntas a él querido hermanito? Sus hermosos ojos azules se habían convertido en dos témpanos de hielo.
- ¡No le creas! Dijo Miyako ¡Miente!
- ¡¿Porqué lo dices mamá?! ¿Por qué piensas que Kosuke no es capaz de hacerme daño? ¿Porqué soy yo, la que siempre tiene que hacer todo mal?- le dijo con lágrimas en los ojos, le dolía demasiado reconocer que su madre al parecer había dejado de quererla.
-Recuerda cuando yo era pequeña, entonces me creías ¿verdad? Me decías que nunca te contaba mentiras como Yahiko o como Ayame, y nunca lo hice, entonces, ¡¿porqué no me crees ahora?!
Por un instante Kaoru estuvo a punto de derrumbarse.
- ¿Por qué me odias tanto ahora? Desde que murió papá, has actuado como si yo te hubiera hecho algo.
Finalmente su madre le contestó a su pregunta con todo el resentimiento que llevaba por dentro.
- ¡Tú sabes perfectamente lo que hiciste! ¡Engatusar a tu padre, para que al final todo lo que él tenía, fuera tuyo!
Kaoru no entendió ni una palabra, lo que decía su madre no tenía sentido.
- Pero.... ¿de qué estás hablando madre?
- Sabes muy bien de que estoy hablando, ¡pero no tendrás nada!, ¿me escuchaste? ¡Nada, mientras yo viva!
Kaoru no le dio ni la más mínima importancia a esta amenaza, se dio la media vuelta, decidida a encontrar a Kosuke. Yahiko miró confundido a su madre y salió corriendo tras de Kaoru. Sin embargo, ésta fue más rápida y Yahiko no pudo ni siquiera acercarse a ella. Él comprendió que algo muy grave había ocurrido pero no sabía que, estaba demasiado confundido, solo sabía que debía detenerla antes de que le hiciera daño a Kosuke o incluso a Ayame.
Kosuke se encontraba por unas bodegas en los campos de arroz, observó que alguien se acercaba, inmediatamente reconoció que era Kaoru y llevaba una espada consigo. Sin pensarlo dos veces sacó una escopeta que tenía escondida en una de las bodegas, la había conseguido en el mercado negro y sabía que le sería útil algún día.
Cuando Kaoru logró llegar hacia donde estaba Kosuke le apuntó con la espada.
- ¡Deja eso Kaoru! Le gritó Yahiko desesperado.
Kosuke la miró sonriendo, estaba ebrio como de costumbre, pero las manos no le temblaron cuando sacó la escopeta, apuntándole a Kaoru.
- Vaya vaya, cuánto me alegro de verte preciosa. ¿A qué se debe tu visita?
- Kosuke suelta esa escopeta, déjate de tonterías, dijo Yahiko asustado.
De pronto el joven miró a su hermana y comprendió lo que había sucedido, sintió el impulso de arrebatarle la espada a Kaoru y matarlo él mismo.
- He venido a darte las gracias por lo de anoche, y puedo asegurarte que nunca lo intentarás repetir con nadie más. Añadió Kaoru sin titubear un instante, ella quería infundirle miedo que le suplicara perdón, pero nada de esto sucedió en cambio Kosuke solo se limitó a mirarla con una sonrisa burlona.
Al ver esto Kaoru intentó un ataque con la espada, la escopeta de Kosuke no la intimidaba en lo más mínimo, pero falló. Kosuke dio dos disparos, uno pasó rozando la mejilla de Kaoru, mientas que el segundo, se impacto contra el pecho de Yahiko. Kaoru observó horrorizada como su hermano se desplomaba. La bala lo había matado en el instante. Kaoru inmediatamente corrió junto al cuerpo de su hermano y lo tomó en sus brazos, su hermano había muerto y todo por su culpa, era como si ella lo hubiera matado. Estaba en total shock.
Kosuke inmediatamente fue a llamar al jefe de policía, la situación se había salido totalmente de control.
El jefe de policía llegó media hora después, Kaoru aun sostenía a Yahiko en brazos, su Yukata estaba manchada de sangre, mientras que su expresión estaba en blanco. La apartaron de allí y le comenzaron a hacer muchas preguntas. Ella no escuchaba lo que le estaban diciendo, no sentía nada, lo único que podía percibir era los sollozos de Ayame y los gritos histéricos de su madre. Sabía que, había cometido algo imperdonable. Se la llevaron a la jefatura y la siguieron interrogando, querían acusarla de intento de asesinato. Soujiro se enteró de inmediato así que se dirigió a la jefatura para apoyar a su amiga, durante toda la noche no se apartó de ella. El jefe de policía se percató de que Kaoru tenía marcas que indicaban que había sido golpeada la muchacha estaba al borde del colapso así que decidió parar el interrogatorio y le permitió quedarse en casa de los Seta.
Al día siguiente Kosuke consiguió retirar la acusación, ya que sabía que si investigaban más a fondo se sabría que él era el culpable de la muerte de Yahiko.
Se cerró el caso y se calificó la muerte de Yahiko como accidental y Kosuke fue acusado de intento violación hacia una menor. Kaoru no volvió a ver a su madre, y a su hermana hasta el funeral de Yahiko al que acudió acompañada de Soujiro y Sarah. A la ceremonia asistieron amigos de Yahiko y su novia Tsubame, la cuál lloraba sin cesar.
Yahiko fue enterrado junto a su padre. Fue un día que Kaoru jamás podría olvidar. La jóven permaneció un buen rato mirando al cielo, la vida era distinta, todo había cambiado, ya todo había terminado, ya no le quedaba nada.
Solo el remordimiento, las mentiras y un gran dolor, el haber perdido a su padre y a su hermano. Toda su vida iba a cargar con la culpa, tendría que vivir sabiendo que su ira, había provocado la muerte de su hermano. Habría estado dispuesta a todo por evitarlo, incluso si eso significaba dejar a Kosuke sin castigo. De todos modos ya no podría hacer nada, no se le podía devolver la vida a Yahiko. Inmediatamente entendió que la vida de su hermano había terminado y la suya estaba marcada para siempre.
Kaoru estaba sumida en sus pensamientos y no se percató de que su madre se acercaba hacia donde ella se encontraba.
- No vuelvas al Dojo, ahora ya no está tu padre ni tu hermano, para defenderte.
La joven inmediatamente la interrumpió, no quería escuchar un sermón más de parte de su madre.
- No vas a tener que luchar contra mí madre, no quiero volver, el Dojo es todo tuyo, me voy, no me lo tenías que haber dicho.
Soujiro se acercó a ella y le dijo suavemente.
- Vamos Kaoru, ven conmigo.
Las lágrimas resbalaban lentamente por sus mejillas. Kaoru permaneció en silencio durante el camino de vuelta a casa de los Seta. Al llegar allí, se fue a dar un largo paseo entre las hierbas, bordeando la orilla de un arroyo y cantando en voz baja las canciones que tanto le gustaban a su padre. Y fue cuando experimentó una gran soledad. Tenía que hacer lo que años atrás había prometido a su padre. Tenía que irse a otros lugares sola. Pero acompañada siempre por los recuerdos que en parte mitigaban su dolor pero eran al mismo tiempo eran su condena. Si tan solo no hubiera tenido ese arrebato de ira, si tan solo no hubiera sacado esa espada, Yahiko estaría vivo. Nada ni nadie podrían quitar ese remordimiento.
- Adiós, Yahiko... adiós papá, los quiero, dijo en voz baja.
Kaoru se quedó unos días con Sarah, ella hubiera querido marcharse después del entierro pero no se sentía lista. Acompañada de Soujiro fue por sus cosas al Dojo. En varias ocasiones había preguntado cuánto costaba viajar en barco hacia América. Ya tenía el dinero suficiente, así que era el momento de partir.
-¿Pero a dónde irás? Le preguntó Sarah preocupada.
Kaoru había escuchado de San Francisco, algunos japoneses partían para allá en busca de suerte así que ese sería su destino, por ahora, ya estaba decidida.
- A San Francisco, buscaré un trabajo y cuando tenga el dinero suficiente iré a Hollywood.
No tenía nada que perder y quería probar suerte.
- Eres demasiado joven para vivir sola, le dijo Soujiro preocupado.
Sarah no pudo contenerse y comenzó a llorar. Pero Kaoru sabía que podía enfrentarse a todo.
- ¿Qué edad tenías cuando te alistaste en el ejército?
- Dieciocho
- Pues, eso debió de ser mucho más duro que vivir sola ¿no lo crees?
- No se trata de eso. Yo no tuve más remedio que ir.
- Lo mismo que yo.
Soujiro percibió en ella una gran fuerza interior, era increíble la manera en que se había recuperado sabía que su sueño era lo único que la impulsaba a seguir, así que no tuvo más remedio que ceder. Sus amigos la acompañaron hasta el puerto de Osaka. El viaje fue largo, pero en ella comenzaba a surgir cierta emoción. Después de todo haría realidad su sueño. También tenía otro objetivo, ese nadie lo sabía era un secreto que celosamente guardaba, y era el encontrar a Kenshin. Al llegar al puerto Kaoru prometió que les escribiría. Nunca le habían agradado las despedidas.
- Cuídate mucho, le dijo Soujiro. Era como una hermana para él, Kaoru por su parte los consideraba como su única familia, y se le partía el corazón tener que dejarlos, pero un mundo lleno de esperanzas y promesas le esperaba.
Subió al barco y se despidió de su amigo con la mano, después contempló en silencio lo que alguna vez, fue su hogar, tal vez jamás regresaría. Pero no dejó que la tristeza la agobiara de nuevo. El mundo estaba lleno de hermosos lugares que deseaba ver. Tenía toda una vida por delante, estaba decidida a comenzar de nuevo.
El barco fue un total descanso para ella, durante todo el viaje conoció personas maravillosas, todos fueron realmente amables con ella. Le escribía con mucha frecuencia a Soujiro y Sarah, nunca les preguntó por su madre o su hermana, realmente no quería saber de ellos.
Conoció a un caballero inglés muy amable durante el trayecto, su manera de vestir y de comportarse le recordaba a Kenshin, era imposible no hacer comparaciones, aunque había pasado más de un año que no había tenido noticias del capitán Kenshin Himura, Kaoru lo tenía más presente que nunca. En una ocasión se lo comentó a su amigo inglés, con quién había entrañado una profunda amistad.
- Señorita Kaoru durante todo el trayecto la he notado muy pensativa, no sé como decirle esto. sin que me considere un entrometido pero.
Kaoru solo mostró una dulce sonrisa.
- Puede llamarme Kaoru, no hay razón de tanta formalidad.
- Tú puedes llamarme John, Kaoru.
- Y no te preocupes John yo no te considero un entrometido, al contrario gracias por preocuparte por mí, está bien te lo confesaré, estaba pensando que te pareces a una persona que hace tiempo no veo, me recuerdas mucho a él, dijo en un tono un poco melancólico
- Debe de ser alguien especial.
Kaoru lo miró con extrañeza.
- Pero, pero.. ¿Como sabes..?
El joven inglés solo rió ante la expresión de sorpresa de su amiga.
- Tranquila, lo sé, porque tu mirada cambió con el solo recordarlo, y te entiendo, yo también tengo una persona especial a la que estoy buscando.
- ¡OH! Ya veo, espero que la encuentres.
- Muchas gracias, yo también espero que lo encuentres.
Sin duda el viaje, fue mucho mejor de lo que Kaoru esperaba. Había pasado un mes desde su partida, a veces por las noches los recuerdos de su padre y hermano agobiaban su mente. Así que salía a cubierta para admirar las estrellas y aquel implacable mar.
El Barco llegó a su destino una hermosa mañana de abril.
- Creo que es hora de despedirnos John..
- Cuídate mucho Kaoru, pero no creo que sea una despedida, solo un hasta pronto.
- Tienes razón, nos volveremos a ver algún día.
Cuando bajó del barco miró todo su alrededor, era algo completamente nuevo para ella. Le daba un poco de miedo, pero al mismo tiempo era un sensación de aventura. Lo primero que tenía que hacer era encontrar un lugar en donde pasar la noche. Pero no sabía dónde buscarla. Un taxista que iba a lo lejos observó a la joven caminando insegura por las calles, le pareció realmente muy bonita, se veía que era extranjera por la vestimenta que portaba. Se paró a un costado de la calle y amablemente le preguntó.
- ¿Oye necesitas ayuda? ¿Estás perdida?
Kaoru al principio no entendió muy bien, estaba demasiado distraída. En varias ocasiones su amiga Sarah le enseño un poco inglés lo mismo que John.
- Pues sí, bueno en realidad. yo. estoy buscando un lugar en donde hospedarme.
El hombre inmediatamente supo que era extrajera por su acento extraño. Se preguntó que estaría haciendo una muchacha tan linda y tan joven sola en San Francisco.
- Yo conozco una casa de huéspedes, ¿quieres que te lleve?
- Pues sí. muchas gracias.
El taxista había decididlo no cobrarle ni un centavo, tenía que hacerle el favor a esa niña, recién llegada a la ciudad.
- Y dime, ¿has venido a visitar a alguien? De pronto se pregunto si aquella joven había escapado de su casa, tal vez sus padres estarían preocupados por ella.
- No, no tengo familia aquí. Kaoru quería aparentar seguridad, no quería que aquel hombre se diera cuenta de lo inexperta que era.
- ¿De donde eres?
- Vengo de Tokio, Japón.
El hombre estaba sorprendido, aunque ya sospechaba de eso por sus ropas orientales, esa niña había cruzado todo el pacífico.
- Pues ya llegamos, esta es la casa de huéspedes, creo que te llevarás bien con la propietaria. Ella también es japonesa su nombre es Yumi Komagata.
Kaoru observó la casa, era pequeña y sencilla, y estaba ubicada en el barrio chino, esto representó un alivio para ella, ya que se le facilitaba mucho más el chino que el inglés.
- Muchas gracias, ¿cuánto le debo del viaje?
- No te preocupes no me debes nada.
- Pero es que...
- No te preocupes, fue un placer haberte ayudado.
El taxista bajó el equipaje de Kaoru y partió, dejándola frente a la casa de huéspedes.
En el pórtico de ésta se encontraba una mujer de mediana edad, vestía un kimono rojo, era bella, pero su rostro lucía endurecido, tal vez a causa de los ratos amargos de la vida, no parecía tener mucho amigos.
Tomó su equipaje y armándose de valor se acercó hacia la mujer.
- Disculpe ¿usted es la señorita Yumi Komagata?
- Así es, ¿Qué deseas?
- Quisiera ver una habitación
Yumi solo se limitó a mirarla con recelo, no muchas jóvenes japonesas estaban por ahí. Y menos en busca de una habitación.
- ¿No se supone que tendrías que estar en la escuela?
- No, ya la he terminado. Obviamente esto era una mentira, solo le faltaban unos meses para terminar sus cursos. - ¿Podría ver la habitación? No iba a permitir que la intimidara.
- Tal vez ¿Tienes trabajo?
Kaoru sonrió aparentando confianza. ¿Qué tal si le exigían trabajo para el alquiler de una habitación? Tenía miedo, pero decidió decir la verdad, por lo menos una parte de ella.
- Todavía no. Acabo de llegar esta mañana, empezaré a buscarlo cuando tenga una habitación.
- ¿De donde eres?
- Vengo de Tokio
- ¿Tus padres saben que estás aquí?
Al igual que el taxista, temía que se hubiera fugado de casa.
- Mis padres han muerto.
Yumi se le quedó mirando un momento, no parecía que la estuviera engañando.
Te ensañaré la habitación, ven conmigo. Kaoru sonrió, no había sido tan difícil, aunque esta mujer aparentaba mucha dureza sabía que en el fondo tenía un buen corazón. Mientras subía las escaleras, sólo podía pensar.
*Lo hiciste Kaoru, lo hiciste, ahora debes de encontrar trabajo, y después... encontrar a Kenshin*
Continuará...
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Espero que les haya gustadoo^_____^!!! Y disculpen el retraso, lo que pasa es que ya voy a entrar a exámenes, y pues ya saben a estudiar -_____- Muuuuuchas gracias por sus reviews!!!! ( Muchísisisisismas gracias a Chizuru, mer, Madam Spooky, Kaily el Angel Diabolico y jennifer. ^______^!!!! Gracias por sus reviews, espero que el cap, haya sido de su agrado. Y ahora sí jaja lo prometo Kenshin ya se va a encontrar con Kaoru, solo esperen un poco más jeje.
Y bueno ya lo saben. Manden Reviews!!!!!!!! Porfaaa porfaaaa porfaaaaaa si si si?????^_______^ en verdad son muy muy importantes para mí.
Fuusina ^.~
Kaoru, con paso decidido se dirigió a un armario dónde su padre guardaba sus espadas. Su madre comenzó a gritar, todo había caído en el caos total.
Tomó una espada, y en ese momento entró Yahiko al Dojo, se quedó boquiabierto de ver aquella escena.
- Pero ¿qué demonios? ¡Kaoru, que piensas hacer!
Yahiko no reconoció la expresión de Kaoru. Y por supuesto que no iba a permitir que su hermana cometiera una tontería.
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Capítulo 5
El momento de partir ha llegado
**Este capítulo tiene escenas con contenido de violencia, consideré prudente hacer esta aclaración, en caso de que esto te moleste.**
Yahiko observó la expresión Kaoru, sus ojos eran distintos, la persona que él tenía enfrente, no era su hermana.
- ¡No te metas en esto Yahiko! Contestó Kaoru apuntándole con la espada para que comprendiera que ella no estaba jugando.
- ¡Kaoru te has vuelto loca, dame eso! Le dijo acercándose a ella para tratar de quitarle el arma.
Ella clavó su mirada en la de Yahiko de manera desafiante.
- No respondo por lo que te pueda hacer, apártate, ahora..
Yahiko no sabía que hacer su hermana estaba totalmente fuera de control, se había creado un incómodo silencio el cual fue interrumpido cuando su madre, presa del pánico gritó.
- ¡Quiere matar a Kosuke!
Kaoru la miró con rabia, una rabia acumulada durante meses y nacida de la impotencia y desesperación, de la tristeza por la muerte de su padre, y el sufrimiento de que Kosuke destruyera todo lo que Hishiro había construido con tanto esfuerzo. En el rostro de la chica apareció un esbozo de una sonrisa amarga, un poco irónica.
- ¿Qué si lo mataré? Dijo en un tono sarcástico. - Vaya que si lo haré.
Yahiko, estaba muy preocupado por lo que Kosuke le hubiera hecho a su hermana, sabía que su cuñado bebía en exceso, pero no entendía la reacción de Kaoru.
- ¿Pero qué te hizo?
- Kaoru volviéndolo a mirar a los ojos, le contestó con la misma ironía con la que se había dirigido a su madre.
- ¿Por qué no se lo preguntas a él querido hermanito? Sus hermosos ojos azules se habían convertido en dos témpanos de hielo.
- ¡No le creas! Dijo Miyako ¡Miente!
- ¡¿Porqué lo dices mamá?! ¿Por qué piensas que Kosuke no es capaz de hacerme daño? ¿Porqué soy yo, la que siempre tiene que hacer todo mal?- le dijo con lágrimas en los ojos, le dolía demasiado reconocer que su madre al parecer había dejado de quererla.
-Recuerda cuando yo era pequeña, entonces me creías ¿verdad? Me decías que nunca te contaba mentiras como Yahiko o como Ayame, y nunca lo hice, entonces, ¡¿porqué no me crees ahora?!
Por un instante Kaoru estuvo a punto de derrumbarse.
- ¿Por qué me odias tanto ahora? Desde que murió papá, has actuado como si yo te hubiera hecho algo.
Finalmente su madre le contestó a su pregunta con todo el resentimiento que llevaba por dentro.
- ¡Tú sabes perfectamente lo que hiciste! ¡Engatusar a tu padre, para que al final todo lo que él tenía, fuera tuyo!
Kaoru no entendió ni una palabra, lo que decía su madre no tenía sentido.
- Pero.... ¿de qué estás hablando madre?
- Sabes muy bien de que estoy hablando, ¡pero no tendrás nada!, ¿me escuchaste? ¡Nada, mientras yo viva!
Kaoru no le dio ni la más mínima importancia a esta amenaza, se dio la media vuelta, decidida a encontrar a Kosuke. Yahiko miró confundido a su madre y salió corriendo tras de Kaoru. Sin embargo, ésta fue más rápida y Yahiko no pudo ni siquiera acercarse a ella. Él comprendió que algo muy grave había ocurrido pero no sabía que, estaba demasiado confundido, solo sabía que debía detenerla antes de que le hiciera daño a Kosuke o incluso a Ayame.
Kosuke se encontraba por unas bodegas en los campos de arroz, observó que alguien se acercaba, inmediatamente reconoció que era Kaoru y llevaba una espada consigo. Sin pensarlo dos veces sacó una escopeta que tenía escondida en una de las bodegas, la había conseguido en el mercado negro y sabía que le sería útil algún día.
Cuando Kaoru logró llegar hacia donde estaba Kosuke le apuntó con la espada.
- ¡Deja eso Kaoru! Le gritó Yahiko desesperado.
Kosuke la miró sonriendo, estaba ebrio como de costumbre, pero las manos no le temblaron cuando sacó la escopeta, apuntándole a Kaoru.
- Vaya vaya, cuánto me alegro de verte preciosa. ¿A qué se debe tu visita?
- Kosuke suelta esa escopeta, déjate de tonterías, dijo Yahiko asustado.
De pronto el joven miró a su hermana y comprendió lo que había sucedido, sintió el impulso de arrebatarle la espada a Kaoru y matarlo él mismo.
- He venido a darte las gracias por lo de anoche, y puedo asegurarte que nunca lo intentarás repetir con nadie más. Añadió Kaoru sin titubear un instante, ella quería infundirle miedo que le suplicara perdón, pero nada de esto sucedió en cambio Kosuke solo se limitó a mirarla con una sonrisa burlona.
Al ver esto Kaoru intentó un ataque con la espada, la escopeta de Kosuke no la intimidaba en lo más mínimo, pero falló. Kosuke dio dos disparos, uno pasó rozando la mejilla de Kaoru, mientas que el segundo, se impacto contra el pecho de Yahiko. Kaoru observó horrorizada como su hermano se desplomaba. La bala lo había matado en el instante. Kaoru inmediatamente corrió junto al cuerpo de su hermano y lo tomó en sus brazos, su hermano había muerto y todo por su culpa, era como si ella lo hubiera matado. Estaba en total shock.
Kosuke inmediatamente fue a llamar al jefe de policía, la situación se había salido totalmente de control.
El jefe de policía llegó media hora después, Kaoru aun sostenía a Yahiko en brazos, su Yukata estaba manchada de sangre, mientras que su expresión estaba en blanco. La apartaron de allí y le comenzaron a hacer muchas preguntas. Ella no escuchaba lo que le estaban diciendo, no sentía nada, lo único que podía percibir era los sollozos de Ayame y los gritos histéricos de su madre. Sabía que, había cometido algo imperdonable. Se la llevaron a la jefatura y la siguieron interrogando, querían acusarla de intento de asesinato. Soujiro se enteró de inmediato así que se dirigió a la jefatura para apoyar a su amiga, durante toda la noche no se apartó de ella. El jefe de policía se percató de que Kaoru tenía marcas que indicaban que había sido golpeada la muchacha estaba al borde del colapso así que decidió parar el interrogatorio y le permitió quedarse en casa de los Seta.
Al día siguiente Kosuke consiguió retirar la acusación, ya que sabía que si investigaban más a fondo se sabría que él era el culpable de la muerte de Yahiko.
Se cerró el caso y se calificó la muerte de Yahiko como accidental y Kosuke fue acusado de intento violación hacia una menor. Kaoru no volvió a ver a su madre, y a su hermana hasta el funeral de Yahiko al que acudió acompañada de Soujiro y Sarah. A la ceremonia asistieron amigos de Yahiko y su novia Tsubame, la cuál lloraba sin cesar.
Yahiko fue enterrado junto a su padre. Fue un día que Kaoru jamás podría olvidar. La jóven permaneció un buen rato mirando al cielo, la vida era distinta, todo había cambiado, ya todo había terminado, ya no le quedaba nada.
Solo el remordimiento, las mentiras y un gran dolor, el haber perdido a su padre y a su hermano. Toda su vida iba a cargar con la culpa, tendría que vivir sabiendo que su ira, había provocado la muerte de su hermano. Habría estado dispuesta a todo por evitarlo, incluso si eso significaba dejar a Kosuke sin castigo. De todos modos ya no podría hacer nada, no se le podía devolver la vida a Yahiko. Inmediatamente entendió que la vida de su hermano había terminado y la suya estaba marcada para siempre.
Kaoru estaba sumida en sus pensamientos y no se percató de que su madre se acercaba hacia donde ella se encontraba.
- No vuelvas al Dojo, ahora ya no está tu padre ni tu hermano, para defenderte.
La joven inmediatamente la interrumpió, no quería escuchar un sermón más de parte de su madre.
- No vas a tener que luchar contra mí madre, no quiero volver, el Dojo es todo tuyo, me voy, no me lo tenías que haber dicho.
Soujiro se acercó a ella y le dijo suavemente.
- Vamos Kaoru, ven conmigo.
Las lágrimas resbalaban lentamente por sus mejillas. Kaoru permaneció en silencio durante el camino de vuelta a casa de los Seta. Al llegar allí, se fue a dar un largo paseo entre las hierbas, bordeando la orilla de un arroyo y cantando en voz baja las canciones que tanto le gustaban a su padre. Y fue cuando experimentó una gran soledad. Tenía que hacer lo que años atrás había prometido a su padre. Tenía que irse a otros lugares sola. Pero acompañada siempre por los recuerdos que en parte mitigaban su dolor pero eran al mismo tiempo eran su condena. Si tan solo no hubiera tenido ese arrebato de ira, si tan solo no hubiera sacado esa espada, Yahiko estaría vivo. Nada ni nadie podrían quitar ese remordimiento.
- Adiós, Yahiko... adiós papá, los quiero, dijo en voz baja.
Kaoru se quedó unos días con Sarah, ella hubiera querido marcharse después del entierro pero no se sentía lista. Acompañada de Soujiro fue por sus cosas al Dojo. En varias ocasiones había preguntado cuánto costaba viajar en barco hacia América. Ya tenía el dinero suficiente, así que era el momento de partir.
-¿Pero a dónde irás? Le preguntó Sarah preocupada.
Kaoru había escuchado de San Francisco, algunos japoneses partían para allá en busca de suerte así que ese sería su destino, por ahora, ya estaba decidida.
- A San Francisco, buscaré un trabajo y cuando tenga el dinero suficiente iré a Hollywood.
No tenía nada que perder y quería probar suerte.
- Eres demasiado joven para vivir sola, le dijo Soujiro preocupado.
Sarah no pudo contenerse y comenzó a llorar. Pero Kaoru sabía que podía enfrentarse a todo.
- ¿Qué edad tenías cuando te alistaste en el ejército?
- Dieciocho
- Pues, eso debió de ser mucho más duro que vivir sola ¿no lo crees?
- No se trata de eso. Yo no tuve más remedio que ir.
- Lo mismo que yo.
Soujiro percibió en ella una gran fuerza interior, era increíble la manera en que se había recuperado sabía que su sueño era lo único que la impulsaba a seguir, así que no tuvo más remedio que ceder. Sus amigos la acompañaron hasta el puerto de Osaka. El viaje fue largo, pero en ella comenzaba a surgir cierta emoción. Después de todo haría realidad su sueño. También tenía otro objetivo, ese nadie lo sabía era un secreto que celosamente guardaba, y era el encontrar a Kenshin. Al llegar al puerto Kaoru prometió que les escribiría. Nunca le habían agradado las despedidas.
- Cuídate mucho, le dijo Soujiro. Era como una hermana para él, Kaoru por su parte los consideraba como su única familia, y se le partía el corazón tener que dejarlos, pero un mundo lleno de esperanzas y promesas le esperaba.
Subió al barco y se despidió de su amigo con la mano, después contempló en silencio lo que alguna vez, fue su hogar, tal vez jamás regresaría. Pero no dejó que la tristeza la agobiara de nuevo. El mundo estaba lleno de hermosos lugares que deseaba ver. Tenía toda una vida por delante, estaba decidida a comenzar de nuevo.
El barco fue un total descanso para ella, durante todo el viaje conoció personas maravillosas, todos fueron realmente amables con ella. Le escribía con mucha frecuencia a Soujiro y Sarah, nunca les preguntó por su madre o su hermana, realmente no quería saber de ellos.
Conoció a un caballero inglés muy amable durante el trayecto, su manera de vestir y de comportarse le recordaba a Kenshin, era imposible no hacer comparaciones, aunque había pasado más de un año que no había tenido noticias del capitán Kenshin Himura, Kaoru lo tenía más presente que nunca. En una ocasión se lo comentó a su amigo inglés, con quién había entrañado una profunda amistad.
- Señorita Kaoru durante todo el trayecto la he notado muy pensativa, no sé como decirle esto. sin que me considere un entrometido pero.
Kaoru solo mostró una dulce sonrisa.
- Puede llamarme Kaoru, no hay razón de tanta formalidad.
- Tú puedes llamarme John, Kaoru.
- Y no te preocupes John yo no te considero un entrometido, al contrario gracias por preocuparte por mí, está bien te lo confesaré, estaba pensando que te pareces a una persona que hace tiempo no veo, me recuerdas mucho a él, dijo en un tono un poco melancólico
- Debe de ser alguien especial.
Kaoru lo miró con extrañeza.
- Pero, pero.. ¿Como sabes..?
El joven inglés solo rió ante la expresión de sorpresa de su amiga.
- Tranquila, lo sé, porque tu mirada cambió con el solo recordarlo, y te entiendo, yo también tengo una persona especial a la que estoy buscando.
- ¡OH! Ya veo, espero que la encuentres.
- Muchas gracias, yo también espero que lo encuentres.
Sin duda el viaje, fue mucho mejor de lo que Kaoru esperaba. Había pasado un mes desde su partida, a veces por las noches los recuerdos de su padre y hermano agobiaban su mente. Así que salía a cubierta para admirar las estrellas y aquel implacable mar.
El Barco llegó a su destino una hermosa mañana de abril.
- Creo que es hora de despedirnos John..
- Cuídate mucho Kaoru, pero no creo que sea una despedida, solo un hasta pronto.
- Tienes razón, nos volveremos a ver algún día.
Cuando bajó del barco miró todo su alrededor, era algo completamente nuevo para ella. Le daba un poco de miedo, pero al mismo tiempo era un sensación de aventura. Lo primero que tenía que hacer era encontrar un lugar en donde pasar la noche. Pero no sabía dónde buscarla. Un taxista que iba a lo lejos observó a la joven caminando insegura por las calles, le pareció realmente muy bonita, se veía que era extranjera por la vestimenta que portaba. Se paró a un costado de la calle y amablemente le preguntó.
- ¿Oye necesitas ayuda? ¿Estás perdida?
Kaoru al principio no entendió muy bien, estaba demasiado distraída. En varias ocasiones su amiga Sarah le enseño un poco inglés lo mismo que John.
- Pues sí, bueno en realidad. yo. estoy buscando un lugar en donde hospedarme.
El hombre inmediatamente supo que era extrajera por su acento extraño. Se preguntó que estaría haciendo una muchacha tan linda y tan joven sola en San Francisco.
- Yo conozco una casa de huéspedes, ¿quieres que te lleve?
- Pues sí. muchas gracias.
El taxista había decididlo no cobrarle ni un centavo, tenía que hacerle el favor a esa niña, recién llegada a la ciudad.
- Y dime, ¿has venido a visitar a alguien? De pronto se pregunto si aquella joven había escapado de su casa, tal vez sus padres estarían preocupados por ella.
- No, no tengo familia aquí. Kaoru quería aparentar seguridad, no quería que aquel hombre se diera cuenta de lo inexperta que era.
- ¿De donde eres?
- Vengo de Tokio, Japón.
El hombre estaba sorprendido, aunque ya sospechaba de eso por sus ropas orientales, esa niña había cruzado todo el pacífico.
- Pues ya llegamos, esta es la casa de huéspedes, creo que te llevarás bien con la propietaria. Ella también es japonesa su nombre es Yumi Komagata.
Kaoru observó la casa, era pequeña y sencilla, y estaba ubicada en el barrio chino, esto representó un alivio para ella, ya que se le facilitaba mucho más el chino que el inglés.
- Muchas gracias, ¿cuánto le debo del viaje?
- No te preocupes no me debes nada.
- Pero es que...
- No te preocupes, fue un placer haberte ayudado.
El taxista bajó el equipaje de Kaoru y partió, dejándola frente a la casa de huéspedes.
En el pórtico de ésta se encontraba una mujer de mediana edad, vestía un kimono rojo, era bella, pero su rostro lucía endurecido, tal vez a causa de los ratos amargos de la vida, no parecía tener mucho amigos.
Tomó su equipaje y armándose de valor se acercó hacia la mujer.
- Disculpe ¿usted es la señorita Yumi Komagata?
- Así es, ¿Qué deseas?
- Quisiera ver una habitación
Yumi solo se limitó a mirarla con recelo, no muchas jóvenes japonesas estaban por ahí. Y menos en busca de una habitación.
- ¿No se supone que tendrías que estar en la escuela?
- No, ya la he terminado. Obviamente esto era una mentira, solo le faltaban unos meses para terminar sus cursos. - ¿Podría ver la habitación? No iba a permitir que la intimidara.
- Tal vez ¿Tienes trabajo?
Kaoru sonrió aparentando confianza. ¿Qué tal si le exigían trabajo para el alquiler de una habitación? Tenía miedo, pero decidió decir la verdad, por lo menos una parte de ella.
- Todavía no. Acabo de llegar esta mañana, empezaré a buscarlo cuando tenga una habitación.
- ¿De donde eres?
- Vengo de Tokio
- ¿Tus padres saben que estás aquí?
Al igual que el taxista, temía que se hubiera fugado de casa.
- Mis padres han muerto.
Yumi se le quedó mirando un momento, no parecía que la estuviera engañando.
Te ensañaré la habitación, ven conmigo. Kaoru sonrió, no había sido tan difícil, aunque esta mujer aparentaba mucha dureza sabía que en el fondo tenía un buen corazón. Mientras subía las escaleras, sólo podía pensar.
*Lo hiciste Kaoru, lo hiciste, ahora debes de encontrar trabajo, y después... encontrar a Kenshin*
Continuará...
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Espero que les haya gustadoo^_____^!!! Y disculpen el retraso, lo que pasa es que ya voy a entrar a exámenes, y pues ya saben a estudiar -_____- Muuuuuchas gracias por sus reviews!!!! ( Muchísisisisismas gracias a Chizuru, mer, Madam Spooky, Kaily el Angel Diabolico y jennifer. ^______^!!!! Gracias por sus reviews, espero que el cap, haya sido de su agrado. Y ahora sí jaja lo prometo Kenshin ya se va a encontrar con Kaoru, solo esperen un poco más jeje.
Y bueno ya lo saben. Manden Reviews!!!!!!!! Porfaaa porfaaaa porfaaaaaa si si si?????^_______^ en verdad son muy muy importantes para mí.
Fuusina ^.~
