¡QUIÉN LO HUBIERA IMAGINADO!
10. Descubrimientos Misami Aroku
Oh-oh... creo que alguien me va a matar. ¡Más de un año dejé esto en espera!... Primero fue la flojera, luego la universidad... Wow..
Harry Potter pertenece a JKRowling.
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Con los ojos perdidos y temblando de frío, miedo, rencor y celos, Jamie pudo ver a Alexis acercarse a Draco, levantar una mano pequeña y apoyarla en la mejilla del muchacho. La sangre de la chica de Gryffindor hirvió.
- Hazla corta, Alexis, mañana tengo que levantarme temprano - apremió Malfoy, incómodo.
- Si no te callas, nos quedaremos acá toda la noche -
Esa frase hizo que a Jamie se le pusiera la piel de gallina: ¿Cómo diablos iba a salir de allí, entonces? Seguramente habría revuelo entre sus amigos. Podía ver a Hermione preguntándole con el rostro desencajado "¿Que estabas D"NDE??", y a Ron, pálido y con los ojos sombríos, agregando "¿Con QUIÉN??" Sacudió la cabeza, asustada. Tenía que salir de allí, de algún modo, por alguna parte... Además, no le gustaba la idea de quedarse a mirar cómo Draco era desvestido por esa niña idio... ¿Desvestido?
Las llamas de la chimenea de mármol iluminaban las gotas de sudor que comenzaban a nacer en el cuerpo del joven. De pronto, la fría Sala Común empezó a entibiarse, a brillar... Alexis estaba deslizando su mano por el cuello del rubio, acariciando sus clavículas, la blancura del pecho que se podía ver, semioculta por la camisa entreabierta... La chica Slytherin no pudo menos que asombrarse por la hermosura que se ocultaba tras aquel rostro serio y esa mirada helada. Era una ilusión, una fantasía erótica, no podía ser verdad... Pero ahí estaba, el chico que durante tanto tiempo le quitó el sueño, por el cual armó tantos enredos sin saberlo, por el cual desobedeció las órdenes de su padre...
- Será mejor que te recuestes en el sofá... - murmuró la niña, con sus extraños ojos más brillantes que nunca. Malfoy no pudo resistirse. Jamie, encogida en un rincón, se extrañó. "¿Por qué no alega, por qué se deja conducir?" Supo la respuesta cuando lo vio caminar... Sus ojos grises estaban sin vida, vidriosos, inertes. Había perdido la conciencia.
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La Sala de Gryffindor estaba sumida en el silencio, iluminada sólo por la luz de la luna. Aunque la chimenea estaba apagada, el ambiente estaba cálido. Pero, aunque hubiese hecho frío, a la persona que se hallaba sentada en un sillón no le hubiera importado. Tenía su mente en otra parte.
"¿Dónde estás metida, Jamie?" La cama de la joven estaba intacta, lo que quería decir que ésta podía encontrarse en cualquier parte de Hogwarts, expuesta a Filch, Snape o cualquier otro peligro. No veía a su amiga desde hacía horas. La buscó por todos lados, esperó que llegara a la Sala Común y siguió confiando en que regresaría, aún después de que todos se hubiesen ido a dormir.
"Gracias a Dios, Ron no se ha dado cuenta de su ausencia" pensó, aliviada. No quería ni imaginar la cara que pondría su amigo si éste se daba cuenta de la desaparición de Jamie. Sus reacciones irían desde retarla a ella por haberla perdido de vista hasta romper alguna cosa, de pura rabia. Porque ya era innegable lo que Ron sentía por la pequeña niña de ojos verdes: aunque se muriera de celos y envidia, tenía que admitir que su amor no era correspondido... Oculta entre las sombras de la habitación, recordaba cómo había sido todo antes de que Harry se convirtiera en mujer, la unión que les había caracterizado... Todo eso ahora era nada. Hermione no era tonta, y sospechaba que Jamie también sentía algo especial por Ron. Sin embargo, la confusión que le pudo haber provocado este cambio de sexo tan extraño y repentino debió haber alterado también su equilibrio emocional y, por lo tanto, los sentimientos que tenía por los demás. Eso podía explicar por qué veía a Weasley como algo más que amigo, pero no bastaba para responder por qué se notaba tan atraída por quien fue su peor pesadilla, Draco Malfoy, por qué sus mejillas se sonrojaban cada vez que lo miraba, por qué temblaba cada vez que él le decía algo, y así podía seguir la lista. Jamie estaba realmente confundida; lo peor es que eso estaba afectándole a Hermione también.
"Al menos no lo hace con mala intención... Eso espero", se dijo, entristecida. Siguió mirando la Sala, entre cabeceos, sumida en las tinieblas, cuando un crujido le hizo despertar. "¡Es Ron!" fue lo primero que se le ocurrió pensar. Luego meneó la cabeza, echándole la culpa a sus nervios, pero como era precavida, decidió volver a su habitación.
Otra vez los crujidos. Al parecer, venían de la pieza de los muchachos. Dios, ojalá no fuera Ron...
Apenas había alcanzado la puerta de su dormitorio, cuando la de los chicos se abrió, apareciendo el joven pelirrojo en el umbral.
- ¿Qué haces despierta a estas horas, Hermione? No me digas que estabas esperando a alguien... - Sus ojos azules se convirtieron en una fina línea que intimidó un poco a su amiga.
- ¡Qué cosas dices! Es sólo que... no podía dormir... -
- El maldito insomnio... A mí me ha ocurrido lo mismo. Desperté de pronto, y no pude volver a conciliar el sueño -
Aunque la joven deseaba volver a su cama lo antes posible, para no despertar las sospechas de su compañero, no pudo ocultar su curiosidad:
- ¿Por qué? -
- No sé ... Recuerdo que, cuando abrí los ojos, tuve la sensación de que algo le había ocurrido a Jamie...-
"¡Maldito seas, Ronald Weasley! ¿Por qué te preocupas tanto de ella? ¿Por qué no puedes volver atrás, y quererme tanto como entonces? ¡Yo siempre sentí lo mismo por tí, ¿por qué no te diste cuenta?!". Sus facciones debieron contorsionarse, pues Ron lo notó. Con seriedad, comenzó a interrogar a la nerviosa Hermione:
- ¿Por qué pones esa cara? ¿Acaso le ha ocurrido algo malo a Jamie?...-
- No, no le ha ocurrido nada malo. ¡Buenas noches! - Y un portazo violento le puso el punto final a su furiosa respuesta. Mientras el pelirrojo observaba, atónito, el lugar donde antes había estado el rostro de Hermione, ésta se hundía entre sus almohadones, rompiendo a llorar.
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Recostado en el sofá, pálido, y perdido, se encontraba Malfoy. El alma de Jamie se fue al suelo: si Draco estaba inconsciente, entonces...
- Así es, intruso... o intrusa. Ahora puedo hablar contigo con tranquilidad - murmuró sonriendo Alexis - No creas que soy tan tonta como para no notar tu presencia. Ya sé quién eres, no temas hablar -
Como la Gryffindor seguía en silencio, Alexis se encogió de hombros y continuó con su placentero trabajo de recorrer el cuerpo del alumno de Slytherin. De pronto, la mano que lo acariciaba con suavidad fue bruscamente separada de él, quedando suspendida en el aire. La niña sonrió.
- Vaya, vaya, parece que estamos celosas... - Con un movimiento rápido, se soltó de su invisible captora y trató de tocarla, pero Alexis ya se había alejado.
- Deja a Draco tranquilo - espetó Jamie, indignada por el descaro de Darken. Ya no le importaba que hubiese sido su rubio enemigo quien le hubiera metido en este enredo, había descubierto que había sido tentado por Alexis y, por lo tanto, ella era la responsable de todo. ¡Y, encima, se atrevía a manosearlo!. La rabia le corría por las venas...
- Está tranquilo, no sabe nada de lo que está ocurriendo. Me conmovió tanto el cariño que te tiene (hizo una burlona mueca de asco) que preferí evitarle el sufrimiento de una relación sin su consentimiento - y sonrió.
- P-pero... ¿cómo puedes hacer eso? - exclamó Jamie, atónita. No podía creer lo que estaba viendo: una niña de primer año estaba a punto de "violar" a un muchacho de quinto...
- Así - contestó Alexis y, tomando entre sus manos el rostro de Draco, acercó el suyo para besarlo, pero algo la echó hacia atrás. La niña se enfureció.
- Bueno, ¡qué te pasa, maldición! ¿Quieres irte? ¡Ah, claro! Probablemente tus amigos... perdón, tu amigo el pelirrojo, debe estar muy preocupado por tí - Jamie, bajo la capa de invisibilidad, se ruborizó violentamente, mientras que la otra agregaba - Veo que he dado en el blanco... Quizás estuve atacándote por el lado equivocado - Miró a Draco dormido con el ceño fruncido. La verdad es que se veía tan... apetecible... Pero no podría hacer nada si Jamie estaba dando vueltas por ahí.
- Muy bien, niña invisible - remarcó la palabra "niña" con una mueca sarcástica - Te daré la oportunidad de regresar a tu Casa. Simplemente, abriré la puerta y tú te irás -
Lástima que Potter no fuera tan tonta.
- ¿Y a Draco lo dejarás así? -
- Lo que yo haga o deje de hacer con él no te incumbe -
La mente de la Gryffindor trabajaba a toda velocidad bajo la capa invisible. Ya se le había ocurrido algo, pero no estaba segura de que funcionara. En todo caso, no perdía nada con intentarlo.
- OK, entonces me voy. ¡Chao! - Dicho esto saltó sobre el cuerpo de Draco, poniendo sus pies en el abdomen del muchacho inconsciente e impulsándose para saltar el respaldo del sofá en el cual el otro estaba tendido.
- ¡UFF! -
Un par de ojos se abrieron, enrojecidos y cansados, mirando alrededor con aire de interrogación. Alexis se enfureció. Pensó en dejar encerrada a Jamie y obligarla a presentarse a Malfoy, pero dudó.
- ¿Qué demonios está pasando acá? - La voz de Draco sonaba soñolienta y pastosa, como si hubiera bebido alcohol.
La duda en la que Darken se encontraba desapareció. No podía hacer nada aún. Era necesario que cumpliera las órdenes de su padre pronto. Malfoy podía esperar: al menos ya sabía que podía dormirlo cuando quisiera.
- Nada. Simplemente te quedaste dormido y la presencia te despertó -
- ¡Que no hay niguna presencia, mujer! - se exasperó el rubio, pero calló cuando Darken se dirigió a la puerta y habló.
- Di la contraseña, alto y fuerte, para que la puerta te escuche. Sé que la conoces. Házlo, o te quedarás acá hasta que amanezca -
Jamie tragó saliva. Si Draco reconocía su voz...
- Oculis Ocultatem -
Malfoy volvió a ponerse verde. "No puede ser, no puede ser, Alexis tenía razón... ¡Apuesto lo que sea a que esa era la voz de Jamie!".
La puerta de la Casa de Slytherin se abrió. Luego se cerró sin hacer ruido.
- Muy bien, Draco Malfoy. Vete a dormir. Mañana será un día duro - murmuró la joven de primero. Sin embargo, no había ninguna sonrisa en su semblante. Estaba seria y tenía el ceño fruncido.
Sin decir una palabra más, subió a su habitación.
Malfoy se quedó un rato abajo, mirando el fuego. Pero no pensaba. Más bien se preguntaba qué pasaría si se arrojaba al fuego mágico... Después de unos minutos se levantó del sofá en el que estaba sentado y subió a su habitación, cansado.
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La Sala de Gryffindor estaba a oscuras cuando Jamie entró. Las sombras que ocultaban los sillones de terciopelo rojo eran grandes y muy oscuras, lo que le recordó a Filch. Temblando, se dirigió con paso rápido hacia su pieza.
- Detente, Jamie -
Un silencio incómodo y aún más sepulcral se instaló en la sala.
- Sé que estás bajo la capa de invisibilidad. Quítatela. Necesito hablar contigo -
La joven suspiró resignada, dejando caer la capa y mirando tristemente a Ron. Lo que más la asustó no fue descubrir que la tormenta estaba a punto de comenzar, ni las sombras que parecieron cobrar vida de pronto, ni lo que había vivido en la Casa de Slytherin.
Los ojos de Weasley estaban fríos y brillaban de un modo extraño, como si sólo fueran un espejo. El fuego se encendió repentinamente en la chimenea, reflejándose en sus pupilas, lo que le dio un aspecto aún más atemorizante.
- Hola, Ron - murmuró la niña, algo asustada.
- Siéntate - fue la seca respuesta.
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¡No me maten! La verdad es que ya falta poco para terminar este fic... Lamento mucho la demora, pero no sabía cómo continuar la historia. Además, me dejé ganar por la flojera (sí, es el peor defecto que puede tener un escritor).
Creo que después de esto haré sólo historias cortas. Aún no estoy lista para escribir cosas con muchos capítulos
Eso, saludos. La próxima semana se viene el número 11, sí o sí.
