MAL VERDE

By: Darkness

"Todos llevamos un demonio dentro"

Un fan fic de Spiderman.

CAPITULO 2: El Enigmático Doctor Connors

La familia empieza por el amor a

aquél que tienes más cerca.

ANONIMO

Curt Connors es el tipo de persona a la que nadie parece conocer bien. Si le preguntas a todos sus alumnos que opinan de él, cada uno te dirá una cosa distinta, pero todos coincidirán en una: "Es un misterio". Peter era conciente de eso cuando lo conoció en la Preparatoria, cuando le proporcionó su primer trabajo serio –que inevitablemente perdió por sus andanzas como Spiderman-. Fue una verdadera sorpresa volver a encontrarlo en la universidad.

Con paso lento Peter Parker se acercó al escritorio. Solo ellos dos se encontraban en el aula vacía, puesto que la clase ya había terminado.  Connors estaba de espaldas a él, borrando el pizarrón. Traía puesta una gabardina café pulcramente planchada, cuya manga derecha –cuidadosamente doblada- colgaba en la ausencia de brazo. Siempre serio y reservado después de clases.

- Hoy llegaste tarde.- Habló de pronto Curt; no era un reproche, más bien parecía un observación.

- No fue culpa mía. El profesor Miles Warren me entretuvo. Puede preguntarle.-

- No hace falta, con tu palabra me basta.-

Peter quiso decir algo, pero sintió como si estrellara contra una pared de hielo. Si bien la cortesía de Connors atraía, su reserva paralizaba. A pesar de ser uno de sus alumnos más cercanos no conocía nada de él, ni tan siquiera sabía cómo había perdido ese brazo.

- Vamos al laboratorio.- Dijo el Doctor al momento de tomar su maletín y salir del aula. Peter lo siguió, tratando de ir a su paso. –Me alegra que te hayas repuesto en estos meses. Sería una verdadera lástima perder a un alumno tan dotado.-

Peter sonrió ante el cumplido. Mientras caminaban prestó más atención a los alumnos a su alrededor. Como todas las universidades públicas, la escuela era un circo donde desfilaban sonidos, olores y personas de tipo de tipo, desde los más listos hasta los más tontos, pasando por los populares y los don nadie. Los estudiantes iban y venían por los pasillos, hablando entre sí, concentrados en sus cuadernos o simplemente distraídos, llenando de vida el lugar. Se centró en un grupo de mujeres que hablaban animadamente cerca de un bebedero, pudo reconocer a tres de ellas: Elizabeth Allen, Felicia Hardy y Gwen Satncy. Tres mujeres hermosas de las que únicamente conocía el nombre. En sus años de preparatoria –sus horribles años de preparatoria- deseaba tanto que chicas como ellas le prestaran atención –cuando se convencía que Mary Jane era inalcanzable-, pero por supuesto jamás tuvo suerte con las chicas, después de todo él era un pobre muchacho que iba a la escuela con toda la ilusión de únicamente estudiar y aprender –aunque eso significaba las constantes burlas de gente como Flash- y estaba aquel inconveniente de los lentes de fondo de botella (¡Estaba más ciego que un topo!) y tras los lentes el pequeño inconveniente de alguien llamado Peter Parker. Horribles años de preparatoria.    

Curt Connors se detuvo de pronto y Peter chocó contra su espalda. Habían llegado  al laboratorio de ciencias. El doctor abrió la puerta al momento que el joven se disculpaba. Ambos entraron.

- Es una reacción sencilla, pero hay que practicarla para mañana.-

- Sí.-

- Bien. Procura llegar temprano mañana, te necesito como mi mano derecha. Literalmente.-

- No se preocupe… Me agrada ser su ayudante de laboratorio.-

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Harry permaneció sentado mirando fijamente el libro sobre el escritorio de madera. Lo leyó varias veces, permaneciendo en su silla hasta que su piel perdió toda sensación. Se aplastó contra el libro sin poder moverse. Sus ojos no pudieron desviarse de lo escrito era como si algo lo forzara a continuar allí, absorbiendo cada palabra que su padre escribiera en ese libro, en ese diario.   

- Todo saldrá bien Harry… si haces exactamente lo que dice el libro.- Le dijo la voz, aunque él no sabía si venía de su padre o de su mente.

De pronto el teléfono sonó. Desganado alzó la mano y lo contestó.

- ¿Qué quiere?.-

- Señor Osborn, hemos terminado lo que solicitó.-

- ¿En verdad? Voy a para allá.-

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El laboratorio se quedó en silencio una vez terminada la reacción. Connors estaba sentado frente a una mesa, tenía la cabeza apoyada en su mano. Entre los dedos sobresalía la punta de una pluma a medio utilizar. Con el ceño levemente fruncido miraba fijamente los papeles esparcidos sobre la mesa. Peter sabía que no debía interrumpirlo; desde que entró en la universidad el doctor trabajaba en esas hojas –un experimento de genética, según le comentó una vez-.

El joven limpiaba los matraces que habían utilizado mientras lo miraba. Deseaba iniciar una plática, pero no tenía ni idea de cómo hacerlo. Nunca había sido un buen conversador y Connors tenía una fría amabilidad que helaba cualquier intento de intimar con él, especialmente en las conversaciones. Así que optó por el silencio.  Continuó limpiando los matraces, colocándolos cuidadosamente sobre la repisa, hasta que un pequeño ruido llamó su atención.  Sobre la pared, cerca de un mueble vio al pequeño intruso. Aquel que había tratado de atrapar los últimos días sin éxito (¡Era más escurridizo que cualquier enemigo con el que se haya enfrentado antes!). El intruso se percató de que estaba siendo observado, puesto que separó su cuerpo de la pared alzando ligeramente la cabeza, pero pareció no importarle, porque desafiantemente regresó a la posición en la que estaba. Y entonces Peter presenció la escena más aterradora que jamás hubiera imaginado: ¡El intruso saltó sobre una araña y la devoró!. No pudiendo resistirlo más, Peter dejó el matraz sobre la mesa, se quitó un zapato y se acercó lentamente a la pared… ¡Zaz! Un golpe rápido al intruso, pero éste lo esquivó riéndose de él. Cayó al piso, emprendiendo la huida.

-No esta vez no feo bicho.- Murmuró Peter corriendo tras él, le lanzó el zapato pero el astuto intruso lo evitó. El joven se abalanzó sobre él, cayó al piso con un golpe sordo, pero sonriendo, en su mano podía sentir al intruso retorciéndose. 

- ¿Peter?.- La voz de Connors le hizo levantar la vista. El Doctor se puso en cunclillas, tomó la muñeca del joven, alzándola le hizo abrirla. El intruso saltó en cuanto se sintió libre y para sorpresa de Peter se metió en el bolsillo superior izquierdo de la bata del doctor. 

- ¿Qué es esto?.- Desgraciadamente Curt había apretado demasiado fuerte la muñeca de Peter, logrando que un poco del líquido de la telaraña escurriera. A los pocos segundos del contacto con el aire el líquido se endureció en los dedos de Connors. 

- Eso… es… Te-Telaraña… .-

- ¿De verdad? Nunca había visto de este tipo… ¿De dónde la sacaste?.-

- Se me ha de haber pegado cuando perseguía a ese intruso.- Contestó Peter con una sonrisa nerviosa tratando de distraer la atención del doctor.

- ¿Intruso? ¿Te refieres a mi Eublepharis?.- Indagó Curt poniéndose de pie y ayudando al joven a levantarse.

- ¿Su qué?.-

- Eublepharis macularius, comúnmente conocido como Gecko Lepardo.-

Peter siguió mirándolo sin entender ni una sola palabra.

- Es un saurio, un lagarto o minilagarto, como quieras decirle.-

- ¿Una lagartija?.- Preguntó el joven alzando una ceja.

- Sí, si así lo prefieres.- Curt le sonrió y regresó a sentarse en la mesa, después se limpió la mano con un trapo. Peter lo siguió hasta detenerse frente a él, entonces preguntó tímidamente: "¿Le gustan las lagartijas?"

- Cada quien tiene sus manías; unos aman a los perros, otros a los gatos, las aves, incluso a los insectos. Lo mío son los reptiles. Los considero criaturas maravillosas. Las más antiguas del planeta. Su piel dura, seca y escamosa es única en el reino Animal. No es húmeda ni permeable, como la de los anfibios, ni con plumas, como la de las aves, ni cubierta con pelo, como la de los mamíferos.- Paró un momento, como si meditara. Llevó su mano a su hombro derecho mientras ladeaba la cabeza y bajaba su tono de voz.- Además algunas tienen un increíble don: pueden regenerar partes del cuerpo. ¿Te imaginas lo extraordinario que fuera tener ese don?.-

Era raro que Curt Connors hablara tanto fuera del salón de clases por lo que Peter estaba verdaderamente atento y sorprendido. El intruso asomó la cabeza por el borde del bolsillo, Peter sintió la mirada penetrante –y burlona- de los ojillos amarillos. 

- ¿Y eso va a crecer?.-

- ¿Qué pasa Peter, no te gustan los reptiles?.-

- La verdad… no mucho.- No podía mentirle a Connors, pero tampoco podía decirle que los consideraba pequeños mostruos asquerosos.

- Sí, mi gecko crecerá. Llegará hasta los 25 o 30 centímetros.-

- ¿Cómo lo mantiene en su bolsillo?.- Preguntó inmediatamente Peter, mientras jalaba una silla y se sentaba a un lado del doctor. Por fin había encontrado una grieta en la pared de hielo.

- Está acostumbrado. Prácticamente desde que nació la ha pasado en algún bolsillo, además, parece estar cómodo… tu sabes, estos animales son ectodérmicos, o de sangre fría.-

- Sí, si, que necesitan una fuente externa de calor.-

- Así es.- El doctor sacó al gecko de su bolsillo y lo sostuvo en su mano. El animal era pequeño, como de unos 15 centímetros, de piel escamosa y moteada. Curt acarició al animal con el pulgar. Peter vio como el intruso mansamente se dejaba mimar. - En casa tengo más.- Continuó Connors.- Entre mis favoritos está el Basiliscos plumifrons, o "Basilisco de doble cresta", no es un animal doméstico pero sí que es hermoso. Un "pura sangre" entre los lagartos.- El intruso se revolvió ligeramente entre los dedos de su amo, el joven apostó a que se debía a celos. "Aparte de feo, celoso" pensó para sí Peter.- Desgraciadamente a mi esposa no le gustan.-   

Peter alzó las cejas, sorprendido. -¿Es usted casado?-

- Si, lo soy.- Dijo, haciendo un indiferente movimiento de hombros.- No soy una persona que guste hablar mucho de sí mismo.-

"Sí, eso se nota" quiso decir Peter, pero guardó silencio, él sabía sobre misterios y secretos.

- Como sea, también tengo un hijo, se llama Billy, cumplirá 11 años el Lunes de la semana entrante… y es un gran fan de Spiderman.-

- ¿De verdad? ¡Eso es grandioso!.-

- ¿Qué cosa?.-

- El que se fan de Spiderman, él es un… buen ciudadano.-

- Más bien un gran héroe. Ya ha salvado a mi hijo en dos ocasiones.-

- ¿A sí?.-

- No se si recuerdas, hace unos tres años, en el Festival del Día de Unión de OsCorp, cuando apareció el Duende Power Ranger –perdón, así le dice mi hijo-, Spiderman lo salvó justo antes de que le cayera encima uno de los grandes adornos del festival.- 

- ¡Oh, dios! ¿Era su hijo?.-

- Sí, ¿Por qué?.-

- No, es que yo también estuve en el festival, tomando fotos.-

- Ahora háblame de ti, Peter. ¿Cómo son tus padres?.-

- Bueno, yo me crié con mis tíos. A mis papás apenas si los recuerdo. Siempre que trato de profundizar en mi mente para sacar alguna imagen suya, todo se vuelve borroso….-

Y así continuaron, hablando durante horas.

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Sus manos carecían de tacto, su cerebro se hallaba vacío. Sólo actuaba movido por una fuerza superior a él. Por una voluntad ajena a la suya. Mecánicamente se quitó la camisa y se recostó sobre la tabla de metal. Un hombre con una bata blanca se acercó acomodando los seguros.

- Señor Osborn, ¿Está convencido de esto? Hace tres años suspendimos este proyecto por la muerte de nuestro científico más respetado… y el robo del planeador. Además nunca ha sido probado en humanos, las consecuencias con ratones-.

- ¡A callar! Aquí mando yo y tú obedeces.-

- Sí señor.-

- Comienza.-

Con base a los datos de los libros de su padre, Harry Osborn había logrado reproducir una cámara exactamente igual a la donde había nacido el Duende Verde. Les tomó a sus ingenieros seis meses construir ese lugar, debido principalmente a que los datos de ese experimento fueron destruidos por Norman Osborn –nadie sabía que había guardado algunos planos-.

Harry fue introducido dentro de la cámara. Estado sudando, se sentía totalmente aterrorizado ¿En verdad estaba seguro de lo que iba a ser?.

- No te preocupes Harry, todo saldrá bien. Dolerá al principio, pero después pasará.- La voz lo tranquilizó y lentamente sintió como el humo verde llenaba todo el lugar.

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- Ahora entiendo por qué no engordo.- Se dijo Peter Parker corriendo por la calle, había perdido la noción del tiempo en el laboratorio, cuando se dio cuenta iba ya tarde para la reunión con JJ en el Clarín, ¿Por qué lo había llamado?, no tenía idea.    ¡Si me la vivo corriendo!.-

Y todavía no terminaba el día.

CONTINUARA…

SIGUE EN: Un Gato en la oscuridad.