Onna-musha.
Por: Kigai Chiyuu

Los personajes de Kenshin Himura y Hiko Seujuro pertenecen a Nobuhiro Watsuki. Aunque en este fic los modifico en varios aspectos.

Capítulo 1: Mamoru

Vamos a hablar de una muchacha llamada Celeste y lo que le paso. Primero empecemos con la descripción de ella. Celeste tiene unos dieciocho años. Tiene una larga y obscura cabellera. Sus ojos son cafés, casi negros, al igual que su cabello. Usa lentes, es miope. No es muy alta, pero tampoco es chaparra. Su piel es blanca, muy blanca.

Un día, Celeste iba caminando hacia lo que iba a ser su primera clase de Aiki-do. Se encontraba vistiendo unas ropas de samurai que había mandado a confeccionar. Como era casi igual al uniforme de Aiki-do, decidió usarlo.

Consistía en un kimono azul y algo llamado hakama. La hakama que usan los samurai, es como un pantalón muy amplio que parece falda, pero tiene una división en medio con pliegues para ambas piernas. Su hakama era blanca. También traía puestas unas sandalias y unos calcetines morados. En su costado izquierdo traía una shinai, que es una espada de bambú japonesa, entre las ataduras de la hakama.

Colgando de su hombro derecho, traía una pequeña mochila, que guardaba algunas vendas, un cambio de calcetines, un discman [que por cierto, estaba escuchando mientras camina], un pequeño cuaderno, una pluma morada, y algunas otras cosas.

Celeste estaba muy emocionada por su primera clase de Aiki-do. Finalmente había encontrado un lugar donde aprender un arte marcial japonés. Su fascinación por todo lo relacionado con Japón, era enorme. Ya había estudiado un poco de japonés y tenía algunos amigos japoneses. Su máximo sueño era ir a Japón.

Otra de sus ambiciones, era convertirse en samurai. Ella estaba consciente de que esa era una tarea sumamente difícil y casi imposible. Pero eso no la desanimaba y estaba decidida a perseguir su sueño, ya que por su sangre corría un gran impulso que la hacía seguir adelante en tan tortuoso camino.

Se encontraba caminando en una larga y solitaria calle. Por un lado, estaba la pared de un seminario, y por el otro lado un canal de aguas fluviales y de lluvia. Eran alrededor de las seis y media de la tarde. Estaba considerablemente obscuro, se verían los tonos rojos, morados y anaranjados del atardecer, si no fuera por que estaba densamente nublado.

Celeste alcanzó a escuchar algo entre la música de su discman. Eran unos gritos. Alguien estaba gritando. Removió los audífonos para poder escuchar mejor. Un hombre estaba golpeando a una mujer, y había unos niños llorando.

Celeste se heló. No sabía que hacer. En lo primero que pensó fue en dar la media vuelta y marcharse de ahí, pero había algo que no la dejaba.

Su mente se debatía en que hacer. Qué decisión tomar. Su lado de 'samurai' le decía que debía de averiguar que estaba pasando y ayudar a esa mujer. Pero su otro lado le decía que como podría defender a alguien si aún no entraba a clases de defensa personal, además de realmente no sabía usar la shinai.

Entre los gritos escucho: "¡Oriental del demonio! Regrésate a tu país! Aquí no los queremos!". Esto hizo que a Celeste le hirviera la sangre.

Su mente se quedo en blanco. Deposito en el suelo su pequeña mochila y removió la shinai de las ataduras de la hakama. Con paso firme y silencioso camino hasta donde se encontraban.

"Por favor señor, nosotros no hicimos nada." Decía la mujer con acento oriental.

"¡No me importa! Yo solo sé que ustedes no son de aquí. A mi se me hace que nos están invadiendo poco a poco. Luego nos quitaran nuestras tierras como muchos han hecho." Vociferaba el señor y estaba a punto de soltarle una tremenda bofetada a la señora cuando...

"¡No se atreva a golperala!"

El señor se detuvo y volteó a ver quién había osado interrumpirlo, y se encontró con una muchacha con ropas muy extrañas y con algo importante. Una espada. "¿Y tú quién eres?"

Celeste solo respondió. "Eso no importa. Lo que importa es que deje a la señora en paz."

El señor visiblemente irritado suelta bruscamente a la mujer y se dirige hacia Celeste. Esta escucha que la madre le habla a sus hijos en otro idioma y reconoce al instante que era japonés.

"Este no es tu asunto muchacha. Así que mejor vete antes de que salgas lastimada." Le dijo el señor.

"Quizá no lo sea. ¡Pero no voy a permitir que lastime a esos japoneses!" Respondió Celeste, mientras sostenía su shinai con ambas manos para poder defenderse o atacar.

"¡Te vas a arrepentir!" Grito el señor realmente molesto y atacó a Celeste.

La pelea no fue muy complicada. Al principio Celeste tenía miedo, no le gustaba la idea de herir a las personas, además de que estaba consciente de que los golpes de la shinai eran profundos.

Los primeros golpes fueron a los brazos, probando cuanto dolor podía infligir en el sujeto. Su esperanza era de que con el dolor, el señor prefiriera retirarse, pero no fue así. Pero sus pensamientos se fueron retirando al fondo de su conciencia, siendo sustituidos por un vacío, haciendo que fuera perdiendo el miedo poco a poco, y ganó más confianza en sí misma. Ahora golpeaba con más fuerza.

El señor alcanzaba a entrar en su espacio y propinarle golpes. Celeste se concentraba para ignorar el dolor y no descuidar a su oponente. Era la primera vez que alguien la golpeaba. Nuevamente los pensamientos fluían desde las profundidades de su mente, atormentándole. Esto se reflejo visible mente, ya que recibió otro puñetazo que la tiro al suelo.

Casi inmediatamente, Celeste se puso de pie. Ya que estaba en cierta desventaja al no ser fuerte ni estar entrenada, decidió finalmente golpearlo con toda su fuerza. Mientras intentaba pensar como atacarlo, el señor se le adelantó y la atacó nuevamente, esta vez agarrando la shinai.

Sin pensarlo dos veces, Celeste lo pateo con todas sus fuerzas, ya que si lograba quitarle la shinai, quedaría totalmente indefensa.

La patada no ayudo mucho, pero al acercarse dando un paso hacia adelante y propinarle un puñetazo en la cara que le dolió más a ella que a él, y así logró que soltara la shinai.

Celeste se apartó un poco. Estaba agitada. Si el señor decidía atacar nuevamente, Celeste golpearía con toda la fuerza de la shinai. Ya no le importaba si lo lastimaba gravemente, por que no solo ella corría peligro, sino que también la madre y sus hijos también lo estarían si perdía la pelea.

Ella sentía que algo rugía en su interior. Un dragón. Sí, un dragón que se encontraba dentro de ella, rugía en sus adentros haciendo que su sangre hirviera, se callara su mente y dotándola con más determinación.

Una pausa. Celeste observaba detenidamente al señor, con los nervios listos para reaccionar a cualquier movimiento.

Nuevamente, él atacó y Celeste gritó. "¡BAKA! [Idiota]" Unos golpes más de la shinai, uno que otro puñetaso y el señor se encontraba en el suelo agarrandose las costilla, gimiendo de dolor y teniendo dificultades para respirar.

Celeste se arrodilló recargándose en su shinai, cansada, agitada.

La mujer rápidamente se acercó a Celeste, preguntándole que como se encontraba.

"Daijoubu de gozaru. [Estoy bien]" Fue lo que Celeste respondió.

La señora se sorprendió mucho. Además de que Celeste había hablado en japonés, usaba un japonés muy antiguo. El que era usado por los samurai y los ninja. Esto también lo notaron un par de personas que presenciaron la pelea.

Celeste comenzó a marearse. Sentía la cabeza ligera, quería meditar sobre lo que acababa de hacer, pero no podía, su mente seguía en blanco, negándose rotundamente a pensar. Sus miembros comenzaron a no querer responderle, iba perdiendo fuerza y poco a poco su cuerpo no pudo con su peso. Sintió como todo lo de alrededor desaparecía haciendo que ella cayera en un vacío.

Finalmente se desplomó en el suelo.

Fín del capítulo 1.

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Qué les pareció? Sé que esta un poco raro, en los próximos capítulos se esclareserá el por qué de esta pelea. En el siguiente capítulo sabremos que pasó con Celeste.