Por: Kigai Chiyuu
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Nota a los reviewers:
Asuka de Black:
Cláro que voy a actualizar pronto!!! HAHAHAHAHAHA, pues si ya tengo mucho por adelantado. Hehehehehehe.
Kalid:
Muchas gracias. Y sobre lo de las clases de Aikido. Celeste no asistio a ninguna :P Y yo tampoco!!! Hahahaha, no he tenido tiempo de ir a ver. Yo quiero clases de Iai-do, pero estan caras. Prefiero continuar con clases de japonés ;)
gaby (hyatt:
Qué bueno que te agrade mi fic. :)
Yoh-kun:
Niño hermoso!!! *Kigai lo abraza* Gracias por dejar review!!! No saves que alegría me da. ^___^
(Hahahahahaha, se nota que es mi niño preferido verdad? )
Síííí, tenia que haver algún dragón en algún lado. Son las creaturas mas facinantes!! LAS ADORO!! Qué bueno que te haya gustado. :)
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Muchas horas después, Celeste finalmente despertó.
Tenía vagos recuerdos de lo que había pasado después de la pelea. Vagamente recordaba un par de sombras acercándose a donde ella se encontraba. Luego escucho voces, pero no entendió nada. Después sintió como si alguien la estuviera levantaba del suelo, cargándola. Y al último un tibio calor que le infundió caer en un profundo sueño.
Abriendo los ojos poco a poco, observó el lugar en donde se encontraba. Una vela que estaba en una lámpara rectangular de papel arriba de una pequeña mesa de madera, que iluminaba el cuarto, podía distinguir el olor del incienso encendido. El olor la reconfortaba, haciendo que su mente y espíritu se calmaran. Continuó observando lo que se encontraba a su alrededor.
Madera. La madera predominaba en el cuarto.
Ella se encontraba acostada en una especie de colchón que parecía abrazarla. Pero este estaba literalmente en el suelo. Su cabeza reposaba en una extraña pero cómoda almohada cilíndrica. Una cobija cubría su cuerpo, calentándola.
Ladeando un poco su cabeza a un costado, reconoció algo que la sorprendió muchisimo. Eran las puertas shoji japonesas, hechas de madera y un papel especial hecho de arroz. Analizando un poco más, llego a darse cuenta de que todo el cuarto era al estilo tradicional japonés, el suelo consistía en cuadros de esterilla llamado tatami, las puertas shoji corredizas, la cama donde ella se encontraba era un futón, que es como un colchón que se pone en el suelo. Celeste se encontraba maravillada observando cuando de pronto...
"Ya despertaste." Dijo una voz masculina con acento oriental del otro lado del cuarto, donde la luz de la vela no alcanzaba a iluminar.
Celeste se espantó. Torpemente se incorporó y observó a sus lados, buscando su shinai o algo con qué poder defenderse.
"Tranquila. No te haré daño. Ayudaste a la mujer de un amigo del maestro." Hablo el muchacho, por que intuía la razón por la cual ella había reaccionado de esa manera.
"Te debemos un favor." Diciendo esto, el muchacho se levantó de donde se encontraba y caminó hacia Celeste.
Cuando este se acercó más a la luz, Celeste pudo observar detenidamente al muchacho.
Era delgado, pero se notaba que hacía ejercicio. Ojos y cabello negros, lo tenía largo con copete, con mechones de cabello corto tapando parte de sus mejillas y orejas, el resto del cabello era largo y amarrado en una cola de caballo alta. Tenía una cicatriz en forma de cruz en la mejilla izquierda. Era más alto que ella. Vestía una camisa y pantalones negros.
"Esto te pertenece." Le entrego la shinai a Celeste. Luego paso por un lado de ella, deslizó la puerta y antes de salir voltea a verla y le dice. "Por cierto. Mi nombre es Himura Kenshin. Si me necesitas, estaré en los alrededores." Y diciendo esto, Kenshin salió y nuevamente deslizó la puerta cerrándola detrás de sí.
Celeste se quedó un rato en el cuarto abrazando su shinai, escuchando como los pasos de Kenshin se alejaban, y como los latidos de su corazón regresaban a su ritmo normal. Se había sacado un buen susto. Su mente no comprendía lo que estaba pasando.
Se sentó en el suelo, agarrando su shinai, queriendo descifrar qué era lo que estaba pasando.
Al parecer alguien se la había llevado cuando esta se encontraba desmayada y por lo que había dicho el muchacho, estas personas que la recogieron eran conocidos de las personas que pudo defender. O al menos eso creía ella.
Después de estar pensando un rato regresó al futon.
Dejó a un lado del futon su shinai y examino su cuerpo. Encontró vendas en las zonas más lastimadas de su cuerpo. Alguien la había vendado y curado.
Se hubiera quedado ahí más rato escuchando el silencio del cuarto, disfrutando del olor del incienso que provenía de al parecer un cerdo sin hocico hecho de barro. Se sentía maravillada por el lugar en el que se encontraba. Pero su estómago empezó a regañarla por que habían pasado ya varias horas desde la última vez que injirió algún alimento. Así que se puso de pie, deslizó la puerta y salió del cuarto, dejando la shinai ahí ya que senía que estaba segura en ese lugar. Caminó por el lugar sin importarle el dolor que tenía en piernas y brazos ya que no era mucho, y no era problema soportarlo.
Celeste, tenía emoción y miedo. Emoción por que era la primera vez que se encontraba en una casa con el estilo tradicional japonés y miedo por que no sabía dónde estaba, que había pasado y si se encontraba sola con ese muchacho.
Caminó por un pasillo de madera, luego se decidió y deslizó una puerta shoji y entro en un cuarto considerablemente grande. Había tatami cubriendo todo el suelo, en el centro un orificio cuadrado no muy profundo donde había leña, y del techo suspendía un tronco mediano que sostenía una olla arriba de la leña y un par de cojines para sentarse llamados zabuton, se encontraban a los lados del cuadro.
Celeste se encontraba fascinada por el lugar. Caminó alrededor del cuarto observando lo que la luz de las velas la dejaban ver. Abrió otra shoji que se encontraba en el extremo opuesto por la que entró y se asomó a donde se encontraba un extenso jardín, que lo delimitaba una barda.
En este jardín, se encontraban algunos árboles, tachi-gatas [linternas de piedra] con velas encendidas que ayudaban a apreciar un poco más el jardín, y un estanque. La luz de las velas le daba un hermoso toque místico al lugar.
Apenas y podía ver el lugar. Aún era de noche, pero parecía que no tardaba en amanecer.
"¿Conque ya despertaste?" Una voz mucho más grabe que la del muchacho, la distrajo de sus pensamientos.
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Ahhh, se nota que me interesa mucho la cultura japonesa, verdad? Creanme que hago un esfuerso enorme por describir los lugares y usar los nombre correctos.
