Los personajes utilizados aquí no son de mi propiedad, así que antes de meterme a la cárcel piensen eso, además, Yo no gano nada por medio de esto, simplemente criticas.
Gracias. Ahora si. ¡Lean, por favor!
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Capitulo 8: Sentimientos.
Milo ya había hecho todo un plan de actividades para aquel día. Pues a su manera de ver las cosas, unas vacaciones que se dignaran de serlo debían incluir un largo paseo por la ciudad. Solo algunos unieron a la idea del caballero del Escorpión: Shura, Camus, Death Mask, Afrodita, Dohko y Aldebaran. Aún faltaba preguntarle a Saga, Aiolia e Ikki. Y justamente en ese instante, el Fénix hizo su aparición en la Mansión Kido.
"¡Ikki!" exclamó Milo, acercándose, entusiasmado. "Estoy organizando una salida a la ciudad ¿nos acompañas? La verdad sería conveniente que vinieras… no nos gustaría perdernos en la ciudad toda la tarde…"
"Cielos, me encantaría ir, pero…" no estaba de humor para ser guía de turistas de los santos dorados, debía darle una excusa. "Pero más tarde iré a casa, con mi hermano Shun. Le prometí que comería con él esta tarde, además de acompañarlo a hacer unas compras. Lo lamento…"
"Bueno, supongo que nada se puede hacer, entonces." Dijo, decepcionado. "Pero en todo caso de que ocurra algún cambio, solo dilo."
"¡Seguro, gracias!" el Fénix dejó el recibidor, encaminándose a su habitación.
Ya después de lograr escapar de la idea de Milo, Ikki entró en su cuarto. Continuaba pensando en lo que su hermano le hubo dicho. ¿Esperar, le había sugerido? Algo debía andar mal con la mente de Shun para pedirle semejante cosa a él. Pero eso de no darle importancia a los actos de Saga no le parecía tan absurdo… quizás si le demostraba al santo de Géminis que él no sentía nada por Shakka lograría que dejase de molestar. Sí, la próxima vez que Saga tratase de sacarle de sus cabales le daría a entender que ni en lo mínimo le importaba el caballero de Virgo.
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Milo se dirigía a su habitación; necesitaba cambiarse para la salida de esa tarde. Y en su camino se topó con el santo de Acuario, quien se acercó al Escorpión.
"¿Qué tal va tu reclutamiento?" se burló Camus, refiriéndose a las invitaciones hechas a los demás caballeros.
"Igual… Bueno, ellos se lo pierden." Se cruzó de brazos. "Solo lamento que Ikki no nos acompañe… podría habernos mostrado algún lugar interesante de esta ciudad."
"Estás encantado con él ¿verdad?" le reprochó Acuario, fulminándole con la mirada.
"La verdad es que sí." Bromeó Milo. Pero a Camus, al parecer, no le cayó en gracia el comentario, y comenzó a avanzar, dejando al Escorpión detrás.
"¡Era una broma!" dijo, persiguiendo al hombre. "Sabes que Ikki no me interesa en lo mínimo."
"Pues eso no me pareció a mí" dijo Camus, secamente.
El caballero del Escorpión se lanzó bruscamente hacia el hombre frente a él, acorralándole contra la puerta de una habitación.
"¿Qué debo hacer para convencerte?" después de preguntar eso, le suspiro al oído, pues de sobra sabía que esto volvía loco al santo de Acuario. "Porque tengo algunas ideas que podrían hacerte cambiar de opinión."
Finalmente el semblante de Camus se desvaneció, dando paso a una sonrisa bastante comprometedora. Milo no pudo resistir más a besarlo. Una vez más había logrado hacer de lado la fría postura de su amado. Y no iba a renunciar a su maquina de nieve personal por un simple affaire con un jovencito que era, aunque apuesto, inexperto en toda comparación.
Justo cuando el beso comenzaba a ser más intenso, alguien aclarándose la garganta detrás de ambos los sorprendió. Los dos hombres buscaron al causante.
"Disculpen que los interrumpa, pero…" comenzó Aiolia, bastante apenado. "Si no les molesta… ¿podrían dejarme entrar a mi habitación?"
Fue entonces que Camus se dio cuenta de que se encontraban bloqueando la entrada de la habitación del caballero de Leo. Musitando una apenada disculpa, se quitó de la puerta en la que le había acorralado Milo. Trató de recobrar la compostura ante su compañero, en un intento para mantener un poco de su dignidad, pero no le servía de mucho esto, teniendo al caballero de Escorpión colgándole del cuello.
"Aiolia, estoy organizando una salida esta tarde." Dijo Milo, despreocupadamente. "¿Estás interesado en acompañarnos?"
"¿Va a ir Kanon?" preguntó el santo de Leo, dudoso.
"La verdad él y yo no tenemos una muy buena relación, así que…" dijo Milo, meditando sus palabras. "La idea era que él no se enterase del asunto."
"Cuenta conmigo para esta tarde." dijo, desapareciendo detrás la puerta de su habitación.
Los dos hombres comenzaron a alejarse del lugar. Bueno, Camus comenzó alejarse del lugar con el otro caballero aún adherido a él.
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Kanon entró a su habitación. Saga notó que su hermano tenía un humor del infierno, y… ¿que mejor que hacerle enfadar más?
"Así que ahora la víctima es Aiolia." dijo Saga, sonriendo divertido. "¿Acaso ya te cansaste de la 'experiencia milenaria' de Dohko?"
"¿Podrías por favor dejar de entrometerte en 'mis' asuntos?" espetó Kanon, molesto.
"¿Por qué de tan mal genio?" se burló Géminis. "¿Es que Aiolia te está poniendo las cosas difíciles? Cuidado, tal vez estás perdiendo tu encanto, hermanito."
"Cállate, idiota." Gruñó Kanon.
"No deberías de hablarme así." Dijo Saga, acercándose. "Podría cambiar de opinión, y no decirte en donde va a estar Aiolia esta tarde… y mira que te conviene mucho saberlo…"
"¿Qué…?" Maldición… ¡Odiaba cuando su hermano hacía eso! Ahora seguramente le pediría algún tipo de tarea imposible (o vergonzosa) para decirle aquella información sobre el caballero de Leo. "¿Qué es lo que tengo que hacer?" dijo, resignado.
"Debes sacar al Fénix de la mansión toda la tarde." tomó asiento en la cama. "De hecho, quiero que saques de la mansión a todos los caballeros, exceptuando a Mu."
"¡¿Qué?!" exclamó, sorprendido. "¡¿Cómo se supone que voy a hacer eso?!"
"Ese es 'tu' problema, hermanito."
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Kanon comenzó su trabajo. Al parecer tenía suerte, pues Shura, Camus, Death Mask, Afrodita, Dohko, Aldebaran y Milo ya tenían planes para esa tarde. Y, por información del Escorpión, se enteró de que el Fénix pasaría el día con su hermano Shun. Ahora solo le faltaba sacar a Shakka de la casa. Vaya, el más difícil para el final… Fue directo a la habitación del santo de Virgo. Llamó a la puerta.
Shakka escuchó el sonido de alguien afuera de su habitación, pero decidió no contestar.
"¿Shakka?" dijo el hombre, tocando la puerta levemente. "Soy Kanon ¿puedo pasar?"
¿Kanon? Era extraño que Kanon fuese a visitarle, especialmente a su habitación. ¿Qué querría? Hum… No pensaba quedarse con la duda.
"Adelante, pasa." Respondió Shakka.
"Hola." saludó Kanon, entrando al lugar. "Espero que no estés ocupado…"
"No, no, claro que no." le indicó con el brazo que tomara asiento. "Terminé de meditar hace cierto rato." Lo cual era una mentira, ya que ni siquiera había logrado meditar un poco.
"¿Y como está todo?" se acomodó junto al rubio.
"Bien, bastante bien…" mintió Shakka, pareciendo muy poco convincente, pero a Kanon no le importó mucho. "¿Y tu?"
"Excelente, excelente…" se hizo un silencio en la habitación. ¿Cómo rayos iba a convencer al santo de Virgo para salir, si era la persona más aburrida del universo? "Y… ¿tienes planes para esta tarde?"
"¿Qué?" dijo Shakka, sorprendido.
"Te pregunto que si tienes algún plan para esta tarde." Repitió Kanon. "No sé… salir por ahí…"
Ay, no… ¡Kanon lo estaba invitando a salir! ¡Eso no podía estar pasándole a él! ¿Acaso lo había elegido como la víctima en turno? No, no, no, no… debía pensar rápido, decir lo que fuera para zafarse de la invitación, pero sin parecer grosero…
"De hecho, si tengo cosas que hacer…" dijo, nervioso.
"¿Y estarás ocupado la tarde entera?" inquirió Kanon, esperanzado. "¿Fuera de la mansión?"
"Sí, voy a estar muy ocupado haciendo…" ¿qué clase de actividad podía ocuparte durante tantas horas? "Voy a ir a… ehh… bueno, no tiene caso que te aburra con mis cosas…"
"¡Muy bien!" dijo Kanon, quien ya había llegado a la puerta de salida. "¡Eso era todo, muchas gracias!"
Cerró la puerta, totalmente feliz, dejando al rubio completamente desconcertado.
Ese debía ser su día de suerte ¡Incluso Shakka tenía cosas que hacer! Y él no había tenido que arreglar nada. Ahora iría a reclamar su paga.
Llegó a su habitación, encontrando a su hermano cómodamente recostado en la cama.
"Terminé."
"¿Qué?" preguntó Saga, sorprendido de la rapidez con que Kanon hubo regresado.
"Dije que ya terminé." respondió el menor de los hombres, cruzándose de brazos. "Todos los caballeros tienes planes para esta tarde, incluso Shakka."
"¿Incluso Shakka?" No dudaba que su hermano se las arreglara para sacar a todos los caballeros de la Mansión Kido, pero convencer al rubio no era fácil, y mucho menos en tan poco tiempo.
"Si me vas a hacer repetir las cosas dos veces, esto nos va a llevar toda la tarde, hermanito." Se quejó Kanon. "Si no me crees, ve a preguntárselo tu mismo. Pero ahora ¿qué es eso que Aiolia va a hacer esta tarde que tanto me conviene saber?"
"Bien, creo que te lo has ganado." Dijo Saga, incorporándose en la cama. "Esta tarde, Aiolia irá en compañía de Milo, Camus, Death Mask, Afrodita, Dohko, Aldebaran y Shura de paseo en plan de turistas. Tengo entendido que lo primero que harán será visitar un famoso Spa que se encuentra en el centro de la ciudad."
"¿Cómo se que eso es verdad?" preguntó Kanon, desconfiado. Ya otras veces su hermano le había jugado sucio, aunque siempre había logrado vengarse, creando un interminable círculo vicioso.
"Porque Milo me lo dijo." Declaró el hombre en la cama. "Vino a invitarme justo después de que Aiolia le confirmó que los acompañaría."
"¿Y cómo es que yo no me enteré?"
"Porque Milo no quiere que vayas." Dijo Saga, con una sonrisa burlona. "Al parecer no le agrada mucho la idea de tener a un libertino como tu cerca de su querido Camus."
"¡Ese maldito escorpión!" gruñó Kanon. "Pero la sorpresa que se llevará al verme cuando él y los demás lleguen al Spa."
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Horas más tarde, la Mansión Kido se encontraba prácticamente vacía. Kanon había dejado el lugar mucho antes que los demás, para adelantarse. Así que ahora en la casa solo se encontraban Saga, Mu, Ikki, y Shakka, ya que Saori, como de costumbre, pasaba toda la tarde en las oficinas de sus empresas, gritándole a sus pobres empleados.
Saga se encontraba planeando las cosas para encontrarse a solas con Mu. Le diría todo esta vez… ya era suficiente de estar aguantando aquella estúpida incertidumbre de si era o no correspondido por ese hombre. Necesitaba saberlo, y lo averiguaría ese mismo día.
Salió de su habitación, decidido a llegar a la habitación del santo de Aries, pero en su camino se encontró con otra persona que, según el inepto de su hermano menor, no se encontraría en la Mansión: El Fénix.
"¿Qué haces aquí, Fénix?" preguntó Saga, fastidiado. ¿Es qué ese idiota no iba a dejar de entrometerse en sus planes jamás? Bueno, al menos lo molestaría un rato. "Porque si buscas a Shakka, dudo que lo encuentres. Salió junto con los demás."
Era el momento perfecto para poner en práctica la idea de su hermano menor. Le daría a entender al santo de Géminis que Shakka no le interesaba.
"¿Y qué te hace pensar que busco a Shakka?" inquirió, haciéndose el desentendido.
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Vaya… casi todos sus compañeros se marcharon, incluyendo a Kanon, por suerte. Al menos había logrado zafarse de aquella invitación a salir. Ya tenía suficientes cosas en que pensar como para aducir al hermano menor de Saga al asunto. Además, se decían muchas cosas sobre los hábitos de ese hombre. Shakka no solía juzgar a las personas por los comentarios que se hacen sobre ellas, pero de todas maneras prefería no arriesgarse a tratar de comprobar los rumores.
Bueno, ahora tenía libertad de ir a donde quisiera en la Mansión Kido, sin correr el riesgo de ser molestado por el incesante ruido de los demás caballeros de oro. Iría al jardín. El día era cálido, y necesitaba distraerse al menos un poco. El encierro no le hacía bien, sino al contrario, le provocaba todo tipo de malestares insoportables.
Salió de su recámara y comenzó a avanzar por uno de los pasillos. Se detuvo al escuchar voces. Tal vez serían algunos santos dorados que cambiaron de opinión, prefiriendo quedarse en la casa. Lo mejor era no acercarse. Ya se había dado la vuelta, cuando le pareció escuchar su nombre en una frase. Continuó hacia el lugar de donde provenían las voces… ¿quiénes estaban hablando? ¿Saga? ¿Ikki? Se aproximó a la pared más cercana a donde estaban los dos hombres, y se dispuso a escuchar.
"¿Y qué te hace pensar que busco a Shakka?" escuchó decir al Fénix.
"¡Por favor! Sé muy bien que te mueres por Shakka." Respondió Saga.
Una vez más estaban discutiendo esos dos. ¿Acaso iba a tener que intervenir? Probablemente sí, o terminarían haciendo una nueva Guerra Santa en medio de la casa.
"¿Y cómo sabes eso?" continuó Ikki, hablando con toda tranquilidad.
"Alguien me lo dijo."
"Déjame adivinar… ¡Afrodita!"
"No trates de hacerte el listo conmigo, Ikki." Advirtió el santo de Géminis. "Conozco los sentimientos que tienes hacia Shakka."
¿De qué demonios estaba hablando Saga? ¿Cómo que Ikki tenía sentimientos hacia él? ¡No era posible! Él mismo le escuchó a Ikki decir a Shun que no le amaba. ¿Es que había estado en un error?
"No se a que sentimientos te refieres, porque a mi ese hombre no me provoca nada." Se cruzó de brazos. "Ni amor, ni odio, ni nada. Podría decirse que me es total y completamente indiferente."
El guardián del Tercer Templo se quedó en silencio. Las palabras de Ikki parecían bastante sinceras… ¡Pero no podía haberse equivocado! ¡Porque entonces todo el problema en que se había creado con respecto a Shakka fue en vano!
"¡Por favor, Saga! ¿De verdad creíste que estaba interesado en el rubio insípido?" El Fénix soltó una carcajada al ver el rostro confuso de Géminis. "¡Dioses! ¡Si lo creíste! Shakka en verdad está muy bien, debo aceptar que es bastante atractivo y que no estaría nada mal para divertirnos un rato…" comenzó a avanzar, pasando de largo junto a Saga. "Pero de eso a yo poder amarlo… Lo dudo, y mucho."
Shakka pudo escuchar los pasos de Ikki, alejándose. Ahora conocía los verdaderos sentimientos del Fénix hacia él, provenientes de sus propios labios: una simple atracción física. Eso era todo lo que él significaba para aquel hombre a quien tanto amaba… una posible noche de placer… Bien, pues no le daría el gusto. Y él que por un momento pensó en que se había equivocado, que quizás Ikki le correspondía…
Se sentía infeliz, destrozado… pero más que todo, enfadado. Aquel hombre era un maldito. ¿Cómo podía expresarse de una manera tan rastrera, y pensar en los demás como simples juguetes para su íntima diversión?
Necesitaba sacar de su interior toda esa furia que estaba sintiendo, en algo, o en alguien. ¿Y quién mejor para ayudarle a relevarse que Saga? Después de todo ¿por qué no? El santo de Géminis era atractivo, y nada podía perder. Ya no le importaba nada. Salió al encuentro de Saga, quien aún se encontraba en el pasillo.
"¿Shakka, qué…?" antes de poder terminar la pregunta, los brazos del rubio lo tomaron de los hombros, llevándole a la primera habitación que encontró. "¿Shakka…?"
"Shhh." lo silenció, pasando sus labios por el cuello del santo de Géminis, conforme le desabrochaba la camisa. "No digas nada."
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NOTAS:
Bien, bien… ¡Capitulo 8 terminado!
No hay mucho que decir… solo me queda agradecerles por seguir leyendo esto ^-^
¡Bueno, eso es todo por ahora!
¡Bikes!
Gracias. Ahora si. ¡Lean, por favor!
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Capitulo 8: Sentimientos.
Milo ya había hecho todo un plan de actividades para aquel día. Pues a su manera de ver las cosas, unas vacaciones que se dignaran de serlo debían incluir un largo paseo por la ciudad. Solo algunos unieron a la idea del caballero del Escorpión: Shura, Camus, Death Mask, Afrodita, Dohko y Aldebaran. Aún faltaba preguntarle a Saga, Aiolia e Ikki. Y justamente en ese instante, el Fénix hizo su aparición en la Mansión Kido.
"¡Ikki!" exclamó Milo, acercándose, entusiasmado. "Estoy organizando una salida a la ciudad ¿nos acompañas? La verdad sería conveniente que vinieras… no nos gustaría perdernos en la ciudad toda la tarde…"
"Cielos, me encantaría ir, pero…" no estaba de humor para ser guía de turistas de los santos dorados, debía darle una excusa. "Pero más tarde iré a casa, con mi hermano Shun. Le prometí que comería con él esta tarde, además de acompañarlo a hacer unas compras. Lo lamento…"
"Bueno, supongo que nada se puede hacer, entonces." Dijo, decepcionado. "Pero en todo caso de que ocurra algún cambio, solo dilo."
"¡Seguro, gracias!" el Fénix dejó el recibidor, encaminándose a su habitación.
Ya después de lograr escapar de la idea de Milo, Ikki entró en su cuarto. Continuaba pensando en lo que su hermano le hubo dicho. ¿Esperar, le había sugerido? Algo debía andar mal con la mente de Shun para pedirle semejante cosa a él. Pero eso de no darle importancia a los actos de Saga no le parecía tan absurdo… quizás si le demostraba al santo de Géminis que él no sentía nada por Shakka lograría que dejase de molestar. Sí, la próxima vez que Saga tratase de sacarle de sus cabales le daría a entender que ni en lo mínimo le importaba el caballero de Virgo.
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Milo se dirigía a su habitación; necesitaba cambiarse para la salida de esa tarde. Y en su camino se topó con el santo de Acuario, quien se acercó al Escorpión.
"¿Qué tal va tu reclutamiento?" se burló Camus, refiriéndose a las invitaciones hechas a los demás caballeros.
"Igual… Bueno, ellos se lo pierden." Se cruzó de brazos. "Solo lamento que Ikki no nos acompañe… podría habernos mostrado algún lugar interesante de esta ciudad."
"Estás encantado con él ¿verdad?" le reprochó Acuario, fulminándole con la mirada.
"La verdad es que sí." Bromeó Milo. Pero a Camus, al parecer, no le cayó en gracia el comentario, y comenzó a avanzar, dejando al Escorpión detrás.
"¡Era una broma!" dijo, persiguiendo al hombre. "Sabes que Ikki no me interesa en lo mínimo."
"Pues eso no me pareció a mí" dijo Camus, secamente.
El caballero del Escorpión se lanzó bruscamente hacia el hombre frente a él, acorralándole contra la puerta de una habitación.
"¿Qué debo hacer para convencerte?" después de preguntar eso, le suspiro al oído, pues de sobra sabía que esto volvía loco al santo de Acuario. "Porque tengo algunas ideas que podrían hacerte cambiar de opinión."
Finalmente el semblante de Camus se desvaneció, dando paso a una sonrisa bastante comprometedora. Milo no pudo resistir más a besarlo. Una vez más había logrado hacer de lado la fría postura de su amado. Y no iba a renunciar a su maquina de nieve personal por un simple affaire con un jovencito que era, aunque apuesto, inexperto en toda comparación.
Justo cuando el beso comenzaba a ser más intenso, alguien aclarándose la garganta detrás de ambos los sorprendió. Los dos hombres buscaron al causante.
"Disculpen que los interrumpa, pero…" comenzó Aiolia, bastante apenado. "Si no les molesta… ¿podrían dejarme entrar a mi habitación?"
Fue entonces que Camus se dio cuenta de que se encontraban bloqueando la entrada de la habitación del caballero de Leo. Musitando una apenada disculpa, se quitó de la puerta en la que le había acorralado Milo. Trató de recobrar la compostura ante su compañero, en un intento para mantener un poco de su dignidad, pero no le servía de mucho esto, teniendo al caballero de Escorpión colgándole del cuello.
"Aiolia, estoy organizando una salida esta tarde." Dijo Milo, despreocupadamente. "¿Estás interesado en acompañarnos?"
"¿Va a ir Kanon?" preguntó el santo de Leo, dudoso.
"La verdad él y yo no tenemos una muy buena relación, así que…" dijo Milo, meditando sus palabras. "La idea era que él no se enterase del asunto."
"Cuenta conmigo para esta tarde." dijo, desapareciendo detrás la puerta de su habitación.
Los dos hombres comenzaron a alejarse del lugar. Bueno, Camus comenzó alejarse del lugar con el otro caballero aún adherido a él.
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Kanon entró a su habitación. Saga notó que su hermano tenía un humor del infierno, y… ¿que mejor que hacerle enfadar más?
"Así que ahora la víctima es Aiolia." dijo Saga, sonriendo divertido. "¿Acaso ya te cansaste de la 'experiencia milenaria' de Dohko?"
"¿Podrías por favor dejar de entrometerte en 'mis' asuntos?" espetó Kanon, molesto.
"¿Por qué de tan mal genio?" se burló Géminis. "¿Es que Aiolia te está poniendo las cosas difíciles? Cuidado, tal vez estás perdiendo tu encanto, hermanito."
"Cállate, idiota." Gruñó Kanon.
"No deberías de hablarme así." Dijo Saga, acercándose. "Podría cambiar de opinión, y no decirte en donde va a estar Aiolia esta tarde… y mira que te conviene mucho saberlo…"
"¿Qué…?" Maldición… ¡Odiaba cuando su hermano hacía eso! Ahora seguramente le pediría algún tipo de tarea imposible (o vergonzosa) para decirle aquella información sobre el caballero de Leo. "¿Qué es lo que tengo que hacer?" dijo, resignado.
"Debes sacar al Fénix de la mansión toda la tarde." tomó asiento en la cama. "De hecho, quiero que saques de la mansión a todos los caballeros, exceptuando a Mu."
"¡¿Qué?!" exclamó, sorprendido. "¡¿Cómo se supone que voy a hacer eso?!"
"Ese es 'tu' problema, hermanito."
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Kanon comenzó su trabajo. Al parecer tenía suerte, pues Shura, Camus, Death Mask, Afrodita, Dohko, Aldebaran y Milo ya tenían planes para esa tarde. Y, por información del Escorpión, se enteró de que el Fénix pasaría el día con su hermano Shun. Ahora solo le faltaba sacar a Shakka de la casa. Vaya, el más difícil para el final… Fue directo a la habitación del santo de Virgo. Llamó a la puerta.
Shakka escuchó el sonido de alguien afuera de su habitación, pero decidió no contestar.
"¿Shakka?" dijo el hombre, tocando la puerta levemente. "Soy Kanon ¿puedo pasar?"
¿Kanon? Era extraño que Kanon fuese a visitarle, especialmente a su habitación. ¿Qué querría? Hum… No pensaba quedarse con la duda.
"Adelante, pasa." Respondió Shakka.
"Hola." saludó Kanon, entrando al lugar. "Espero que no estés ocupado…"
"No, no, claro que no." le indicó con el brazo que tomara asiento. "Terminé de meditar hace cierto rato." Lo cual era una mentira, ya que ni siquiera había logrado meditar un poco.
"¿Y como está todo?" se acomodó junto al rubio.
"Bien, bastante bien…" mintió Shakka, pareciendo muy poco convincente, pero a Kanon no le importó mucho. "¿Y tu?"
"Excelente, excelente…" se hizo un silencio en la habitación. ¿Cómo rayos iba a convencer al santo de Virgo para salir, si era la persona más aburrida del universo? "Y… ¿tienes planes para esta tarde?"
"¿Qué?" dijo Shakka, sorprendido.
"Te pregunto que si tienes algún plan para esta tarde." Repitió Kanon. "No sé… salir por ahí…"
Ay, no… ¡Kanon lo estaba invitando a salir! ¡Eso no podía estar pasándole a él! ¿Acaso lo había elegido como la víctima en turno? No, no, no, no… debía pensar rápido, decir lo que fuera para zafarse de la invitación, pero sin parecer grosero…
"De hecho, si tengo cosas que hacer…" dijo, nervioso.
"¿Y estarás ocupado la tarde entera?" inquirió Kanon, esperanzado. "¿Fuera de la mansión?"
"Sí, voy a estar muy ocupado haciendo…" ¿qué clase de actividad podía ocuparte durante tantas horas? "Voy a ir a… ehh… bueno, no tiene caso que te aburra con mis cosas…"
"¡Muy bien!" dijo Kanon, quien ya había llegado a la puerta de salida. "¡Eso era todo, muchas gracias!"
Cerró la puerta, totalmente feliz, dejando al rubio completamente desconcertado.
Ese debía ser su día de suerte ¡Incluso Shakka tenía cosas que hacer! Y él no había tenido que arreglar nada. Ahora iría a reclamar su paga.
Llegó a su habitación, encontrando a su hermano cómodamente recostado en la cama.
"Terminé."
"¿Qué?" preguntó Saga, sorprendido de la rapidez con que Kanon hubo regresado.
"Dije que ya terminé." respondió el menor de los hombres, cruzándose de brazos. "Todos los caballeros tienes planes para esta tarde, incluso Shakka."
"¿Incluso Shakka?" No dudaba que su hermano se las arreglara para sacar a todos los caballeros de la Mansión Kido, pero convencer al rubio no era fácil, y mucho menos en tan poco tiempo.
"Si me vas a hacer repetir las cosas dos veces, esto nos va a llevar toda la tarde, hermanito." Se quejó Kanon. "Si no me crees, ve a preguntárselo tu mismo. Pero ahora ¿qué es eso que Aiolia va a hacer esta tarde que tanto me conviene saber?"
"Bien, creo que te lo has ganado." Dijo Saga, incorporándose en la cama. "Esta tarde, Aiolia irá en compañía de Milo, Camus, Death Mask, Afrodita, Dohko, Aldebaran y Shura de paseo en plan de turistas. Tengo entendido que lo primero que harán será visitar un famoso Spa que se encuentra en el centro de la ciudad."
"¿Cómo se que eso es verdad?" preguntó Kanon, desconfiado. Ya otras veces su hermano le había jugado sucio, aunque siempre había logrado vengarse, creando un interminable círculo vicioso.
"Porque Milo me lo dijo." Declaró el hombre en la cama. "Vino a invitarme justo después de que Aiolia le confirmó que los acompañaría."
"¿Y cómo es que yo no me enteré?"
"Porque Milo no quiere que vayas." Dijo Saga, con una sonrisa burlona. "Al parecer no le agrada mucho la idea de tener a un libertino como tu cerca de su querido Camus."
"¡Ese maldito escorpión!" gruñó Kanon. "Pero la sorpresa que se llevará al verme cuando él y los demás lleguen al Spa."
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Horas más tarde, la Mansión Kido se encontraba prácticamente vacía. Kanon había dejado el lugar mucho antes que los demás, para adelantarse. Así que ahora en la casa solo se encontraban Saga, Mu, Ikki, y Shakka, ya que Saori, como de costumbre, pasaba toda la tarde en las oficinas de sus empresas, gritándole a sus pobres empleados.
Saga se encontraba planeando las cosas para encontrarse a solas con Mu. Le diría todo esta vez… ya era suficiente de estar aguantando aquella estúpida incertidumbre de si era o no correspondido por ese hombre. Necesitaba saberlo, y lo averiguaría ese mismo día.
Salió de su habitación, decidido a llegar a la habitación del santo de Aries, pero en su camino se encontró con otra persona que, según el inepto de su hermano menor, no se encontraría en la Mansión: El Fénix.
"¿Qué haces aquí, Fénix?" preguntó Saga, fastidiado. ¿Es qué ese idiota no iba a dejar de entrometerse en sus planes jamás? Bueno, al menos lo molestaría un rato. "Porque si buscas a Shakka, dudo que lo encuentres. Salió junto con los demás."
Era el momento perfecto para poner en práctica la idea de su hermano menor. Le daría a entender al santo de Géminis que Shakka no le interesaba.
"¿Y qué te hace pensar que busco a Shakka?" inquirió, haciéndose el desentendido.
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Vaya… casi todos sus compañeros se marcharon, incluyendo a Kanon, por suerte. Al menos había logrado zafarse de aquella invitación a salir. Ya tenía suficientes cosas en que pensar como para aducir al hermano menor de Saga al asunto. Además, se decían muchas cosas sobre los hábitos de ese hombre. Shakka no solía juzgar a las personas por los comentarios que se hacen sobre ellas, pero de todas maneras prefería no arriesgarse a tratar de comprobar los rumores.
Bueno, ahora tenía libertad de ir a donde quisiera en la Mansión Kido, sin correr el riesgo de ser molestado por el incesante ruido de los demás caballeros de oro. Iría al jardín. El día era cálido, y necesitaba distraerse al menos un poco. El encierro no le hacía bien, sino al contrario, le provocaba todo tipo de malestares insoportables.
Salió de su recámara y comenzó a avanzar por uno de los pasillos. Se detuvo al escuchar voces. Tal vez serían algunos santos dorados que cambiaron de opinión, prefiriendo quedarse en la casa. Lo mejor era no acercarse. Ya se había dado la vuelta, cuando le pareció escuchar su nombre en una frase. Continuó hacia el lugar de donde provenían las voces… ¿quiénes estaban hablando? ¿Saga? ¿Ikki? Se aproximó a la pared más cercana a donde estaban los dos hombres, y se dispuso a escuchar.
"¿Y qué te hace pensar que busco a Shakka?" escuchó decir al Fénix.
"¡Por favor! Sé muy bien que te mueres por Shakka." Respondió Saga.
Una vez más estaban discutiendo esos dos. ¿Acaso iba a tener que intervenir? Probablemente sí, o terminarían haciendo una nueva Guerra Santa en medio de la casa.
"¿Y cómo sabes eso?" continuó Ikki, hablando con toda tranquilidad.
"Alguien me lo dijo."
"Déjame adivinar… ¡Afrodita!"
"No trates de hacerte el listo conmigo, Ikki." Advirtió el santo de Géminis. "Conozco los sentimientos que tienes hacia Shakka."
¿De qué demonios estaba hablando Saga? ¿Cómo que Ikki tenía sentimientos hacia él? ¡No era posible! Él mismo le escuchó a Ikki decir a Shun que no le amaba. ¿Es que había estado en un error?
"No se a que sentimientos te refieres, porque a mi ese hombre no me provoca nada." Se cruzó de brazos. "Ni amor, ni odio, ni nada. Podría decirse que me es total y completamente indiferente."
El guardián del Tercer Templo se quedó en silencio. Las palabras de Ikki parecían bastante sinceras… ¡Pero no podía haberse equivocado! ¡Porque entonces todo el problema en que se había creado con respecto a Shakka fue en vano!
"¡Por favor, Saga! ¿De verdad creíste que estaba interesado en el rubio insípido?" El Fénix soltó una carcajada al ver el rostro confuso de Géminis. "¡Dioses! ¡Si lo creíste! Shakka en verdad está muy bien, debo aceptar que es bastante atractivo y que no estaría nada mal para divertirnos un rato…" comenzó a avanzar, pasando de largo junto a Saga. "Pero de eso a yo poder amarlo… Lo dudo, y mucho."
Shakka pudo escuchar los pasos de Ikki, alejándose. Ahora conocía los verdaderos sentimientos del Fénix hacia él, provenientes de sus propios labios: una simple atracción física. Eso era todo lo que él significaba para aquel hombre a quien tanto amaba… una posible noche de placer… Bien, pues no le daría el gusto. Y él que por un momento pensó en que se había equivocado, que quizás Ikki le correspondía…
Se sentía infeliz, destrozado… pero más que todo, enfadado. Aquel hombre era un maldito. ¿Cómo podía expresarse de una manera tan rastrera, y pensar en los demás como simples juguetes para su íntima diversión?
Necesitaba sacar de su interior toda esa furia que estaba sintiendo, en algo, o en alguien. ¿Y quién mejor para ayudarle a relevarse que Saga? Después de todo ¿por qué no? El santo de Géminis era atractivo, y nada podía perder. Ya no le importaba nada. Salió al encuentro de Saga, quien aún se encontraba en el pasillo.
"¿Shakka, qué…?" antes de poder terminar la pregunta, los brazos del rubio lo tomaron de los hombros, llevándole a la primera habitación que encontró. "¿Shakka…?"
"Shhh." lo silenció, pasando sus labios por el cuello del santo de Géminis, conforme le desabrochaba la camisa. "No digas nada."
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NOTAS:
Bien, bien… ¡Capitulo 8 terminado!
No hay mucho que decir… solo me queda agradecerles por seguir leyendo esto ^-^
¡Bueno, eso es todo por ahora!
¡Bikes!
