La pesadilla de Dudley

- Creo que ya he corrido por lo que me queda de vida. - los tres muchachos jadeaban apoyados en un muro tratando de esconderse de alguien. - en serio ¿los veranos no son para descansar? no pienso correr ni un solo metro más. - E.J. se sujetó la barriga e hizo una mueca con la boca como si fuera a devolver, éste era bajito, un poco más que Harry, teniendo en cuenta que durante esos dos últimos años había crecido muchísimo, a veces se preguntaba si el estrés tendría algo que ver; además de rubio y con pequeños ojillos de color azul que nerviosos lo recorrían todo tratando de no omitir ni un solo detalle.

- Eddie, si estamos escapando de Dudley es por tu culpa, así que deja de quejarte. - en cambio Natalie era bastante alta para ser una chica, tenía los cabellos muy finos y le llegaban hasta la cintura, pero siempre los llevaba recogidos en una coleta o en una trenza, era bonita, a ser verdad, preciosa y tenía dos grandes ojos almendrados que según la claridad del sol parecían de color ámbar.

- Ahora somos tres ¿no? podríamos plantarles cara. - Harry y Natalie se lo quedaron mirando - yo soy optimista, en vez de matarnos, sólo nos dejarían hechos polvo, pero seguiríamos vivos.

- Dudley sólo piensa con los puños, no parará hasta encontraros, nunca se da por vencido.

- Harry, tú no tienes porque hacer esto, será mejor que te marches antes de que a tu primo se le crucen los cables y te toque a ti también. - Natalie se dio la vuelta para mirar si podían salir de su escondite.

- Me quedo, además ¿no os pasaréis todo el verano corriendo, verdad?

- ¿Y que propones que hagamos?

- Bueno... tal vez si me contáis porqué os persigue Dudley... - E.J. puso los ojos en blanco y se dejó caer en el suelo.

- Bueno, digamos que Dudley... - Natalie dudó antes de seguir.

- Le mola Natalie y se la quiere ligar, pero como que la chica es gilipollas perdida, pues no sabe como decirle que no, así que yo le hice un favor rechazándolo y ahora quiere partirnos los morros.

- Gracias por la explicación. - le reprochó Natalie sentándose a su lado.

- A Dudley le falta cerebro...

- Cuéntanos algo que no sepamos. - E.J. chasqueó la lengua en modo de disgusto.

- ...y sé del cierto que podéis asustarlo con algo, algo que recuerde cada vez que os vea.

- Empiezo a comprender tu maquiavélico plan...

- Simplemente sería atacarle con lo que más le duela, algo que le cause verdadero terror.

- Es genial, una idea magnifica...

- ¿Y qué es lo que le causa terror? - los dos chicos se la quedaron mirando.

- Eres una maldita agua fiestas. - se quejó E.J. para luego regresar la mirada a Harry - ¿qué es lo que le causa terror?

La magia, pero obviamente no se lo diría, también podría intentar amenazarlo, decirle que no se volviera a acercar a ellos sino le haría uno de sus conjuros, pero eso sólo serviría por lo que quedaba de verano, nada podía asegurarles que en Navidades no siguiera persiguiéndolos.

- Pues... - proponerlo era fácil, pero llevarlo a cabo era otra cosa.

- ¿Habéis oído hablar del método Freud?

- ¿Ein? - E.J. miró a Natalie con cara de espanto.

- La interpretación de los sueños - Natalie se levantó y empezó a pasearse frente a los chicos - de algún modo podríamos crearle una especie de pesadilla, sería atacarlo psicológicamente y provocar en él un trauma.

- ¡Bien pensado! por las noches nos convertiremos en duendecillos verdes, nos introduciremos en los sueños de Dudley y con polvo de hadas lo embrujaremos. - ironizó E.J. a Harry le hubiera gustado decir que no sonaba tan extraño a sus oídos, pero decidió reír por el sarcasmo del chico.

- Sólo era una idea... en el libro parecía sencillo.

- Nat ¿cuántas veces tengo que decírtelo? Deja el crack de una vez. - Natalie puso los ojos en blanco.

- Bueno, sea lo que sea lo que hayamos tramado, ahora mismo podemos ponerlo en marcha - comunicó Harry mostrando como Dudley los había encontrado y se acercaba a ellos rápidamente.

Entonces Harry improvisó, porque era lo que mejor se le daba, aprovechando que había visto unas ramas rotas de algún vecino que quería hacerle la liposucción a su jardín. Cogió un par de ramas y se las entregó a los dos chicos, que se lo miraron extrañados.

- Ahora seguidme el rollo - les susurró justo a tiempo de que Dudley llegara.

- Tú márchate, no tienes nada que hacer aquí. - le ordenó su primo.

- Pues yo diría que no, Dudleito. - sacó su varita de su bolsillo y le señaló con ella. Dudley dio unos pasos atrás.

- No puedes... no puedes hacerlo... lo tienes prohibido...

- Dudletin, de sobras sabes que hago lo que me da la gana y creo que te lo he demostrado verano tras verano... - Harry le mostró a los dos chicos que tenía detrás. - Te presento a mis amigos, ellos lo saben y les he dado un par de clases ¿verdad chicos? - los dos se quedaron en silencio.

- Por supuesto que sí Harry - dijo E.J. plantándose a su lado y señalándolo también con la rama - ahora tenemos algo que tú no tienes y no dudaremos en utilizarlo contra ti, porque a diferencia de Harry, nosotros sí podemos y cree, somos buenos alumnos. - terminó con una sonrisa.

Natalie también se puso al lado de los chicos y los imitó, tratando de fingir una sonrisa.

- Ahora, vas a coger a tus amigos y os vais a marchar por donde habéis venido a no ser que quieras recibir la dosis que te corresponde este verano...

Dudley trató de hablar pero sólo logró cacarear y salir corriendo, seguido de unos amigos muy confusos por todo lo sucedido.

- Dios mío ¿ha funcionado? - Natalie dejó caer su rama sorprendida por los hechos.

- Yo tenía mis dudas, pero se lo traga todo... - y se calló de golpe esperando a que no hubiera halado más de la cuenta.

- Pues claro que sí, cuando yo me propongo interpretar un papel, soy el mejor.

- Por favor, eres tan fantasma que no sé como aún sigues siendo de carne y huesos, deberías estar rondando por las casas cargado de cadenas y asustando a la gente.

- ¿Te he dicho alguna vez que tu sentido del humor me mata? - Harry siguió muy sorprendido - vamos Harry, tomemos ese maldito helado de una vez.

Sorprendido porqué ninguno de los dos le habían hecho la pregunta ¿a qué venía todo eso de las ramas? ¿por qué tenía un palo escondido en el bolsillo de sus pantalones? ¿por qué Dudley lo temía tanto? ¿Qué es lo que no podía hacer y teóricamente les había enseñado? si él hubiera sido un muggle, haría todas esas preguntas y muchísimas más, en cambio, ellos se limitaron a reír y hacer bromas y agradecerle su ayuda con un helado y su nueva amistad.

Pensó que tal vez él era extremadamente desconfiado y que por alguna extraña razón, el resto del mundo debería realizarse las mismas preguntas. Pero la realidad era muy distinta, esos dos chicos lo habían admitido en su grupo y lo trataban como si fuera un amigo de toda la vida, no le hacían preguntas sobre cosas raras que pasaran a su alrededor, ni se metían en su vida, simplemente procuraban que lo pasara bien y eso lo hacía sentir... normal, como un chico normal y gracias a ello pasó el mejor verano de toda su vida ¿quien le iba a decir que un par de muggles se convertirían en buenos amigos y lo ayudarían a superar la pérdida de Sirius y la soledad a que debía enfrentarse verano tras verano?

Los días tachados en el calendario cada vez se hacían más y más cortos, sin tan siquiera darse cuenta, se despertaba una mañana y al poco tiempo ya se acostaba esperando volver a despertarse al día siguiente. Ron y Hermione eran sus mejores amigos y habían pasado miles de aventuras que jamás olvidaría, estaba deseando volver a Hogwarts para verlos y estar con ellos, pero Nat y E.J. eran muggles y la amistad que le ofrecían a Harry era completamente distinta, deseaba que ese verano no terminara jamás. Le gustaba pasar las tardes riéndose de las ironías y sarcasmos de E.J., le parecía un muchacho increíble y muy gracioso, adoraba estar en compañía de Natalie, era dulce y cariñosa, cuando lo miraba todo a su alrededor desaparecía, incluidos los problemas y se sentía realmente tranquilo y aliviado, se había enamorado como un tonto.

Pero el verano ya llegaba a su fin y eso no podía evitarlo.

- ¿Hogwarts? - le preguntó dando un mordisco a su sándwich.

- ¿Lo conoces? - a Harry le había dado la impresión que esa pregunta había sido más bien afirmativa.

- Pues no, nunca lo he visto ¿está muy lejos, no?

- Un poco - sonrió pensando que estaba paranoico al tener esas sensaciones tan extrañas.

- Hola chicos.

- Llegas tarde. - E.J. se levantó para ir a buscar el sándwich de Natalie.

- ¿Ya está de mal humor? - le preguntó la chica sentándose en la acera, al lado de Harry. Éste se limitó a sonreír. - aunque no es difícil... debe estar molesto porque te echará de menos cuando regresemos al instituto, da vértigo pensar que sólo quedan dos años para terminar ¿has pensado que carrera vas a estudiar? - Harry la miró extrañado, lo tenía muy claro, pero no podía decirle que quería ser auror.

- Pues... no sé...

- Que pena que estas Navidades no puedas venir. - Natalie cambió de tema.

- No, es que... pudiéndome quedar en el colegio, dudo que mis tíos accedan a tenerme en casa para Navidad. - lo cierto es que nunca se lo había cuestionado, puesto que hasta ahora siempre había intentado permanecer el menos tiempo posible con los Dursley, pero ahora las cosas cambiaban.

- Ya... también podrías venirte a mi casa... o bueno, mejor a casa de Eddie... si te parece bien. - entonces pensó en Ron y Hermione, que seguramente se quedarían con él en Hogwarts o seguirían exiliados en Grimmauld Place, pero de todos modos, con ellos podría pasar nueve meses, a Natalie y a E.J. sólo podía verlos tres meses al año.

- Podríamos intentarlo.

- ¡Claro! podríamos hacer una acampada, ir de excursión...

- O largarnos a una isla tropical... ¿de qué estáis hablando? - E.J. le tendió el sándwich a Natalie.

- De las vacaciones de Navidad.

- Genial ¿qué vamos hacer? - Harry se sorprendió al ver que E.J. no mostraba reproche ni sorpresa, era como si desde el primer momento ya hubiera dado por sentado que pasarían las Navidades juntos.

- Yo había pensado en pasar las Navidades en tu casa. - propuso Natalie.

- ¿En mi casa? - se lo pensó detenidamente - sip, no es mala idea, mis padres tienen que ir a miles de congresos y esas fiestas en que todos se sonríen pero a la primera que tiene ocasión se dan la gran puñalada... así que estaremos solos, Harry te vendremos a buscar a la estación, pero de eso ya hablaremos ¿os hace un remojón antes de empezar con la digestión?

Y el verano llegó a su fin, a última hora, ignorando completamente las cartas de sus amigos de quedar para ir a buscar el material escolar juntos, no tubo otro remedio que ir él solo, compró todo el material repasando la lista varias veces para no olvidarse de nada, teniendo en cuenta que al día siguiente debía tomar el Hogwarts Express.

Sus amigos muggles le hicieron una pequeña fiesta de despedida y quedaron para las Navidades, Harry estaba realmente entusiasmado, los echaría mucho de menos y entonces recordó y deseó que no pasara nada en Hogwarts que le impidiera como todos los años hacer vida de estudiante normal. Se sorprendió al descubrirse pesando eso ¿hasta que punto su amistad muggle lo había hecho cambiar?