Segunda parte: RUSO.

- repite conmigo leo... "me llamo Leo, mucho gusto"- el atractivo seminarista, le dirigió una sonrisa, de confusión a su primo... satoshi rió con nerviosismo –por el día de hoy, dejemos las lecciones hasta aquí ¿esta bien? – el seminarista cerro los ojos con alegría –buenos días, satoshi.- el joven entrenador, se congelo...

Leo, no sabia hablar español, a penas sabia unas cuantas frases "buenos días" "come galletas chips" "se feliz" "gracias"... su vocabulario no le era muy diverso, aunque ya llevaban 6 días de practica continua.

Algunas frases las sacaba de la televisión, pues la veía a ratos, habiendo terminado sus deberes en la casa...

Era notable que la relación de satoshi, con su primo, era de muy pocas palabras, bilma lo sabia. Se reía de la situación.

Sin embargo, ambos primos, se comprendían a miradas.

El seminarista, hablaba ruso, una pizca de ingles y un poquitito de español, no era muy bueno pronunciando y ordenando ideas, sin embargo, podía entender a la perfección lo que la gente le decía.

Era un joven muy inteligente.

En el pueblo , comenzaron los rumores de que "un muy atractivo y guapo seminarista , se hospedaba en casa de los sekai" [su uniforme le delataba] y que "era tan mono al no saber hablar español" .

Las chicas notaban su presencia a diario, pues leo era muy caballeroso y ayudaba a bilma con todas las tareas del hogar. Desde regar sus plantas, hasta limpiar ventanas y barrer las afueras de la casa.

Sobra decir que Todas las chicas del pueblo, se reunían a las afueras de la casa de satoshi, en punto de las 12:00 de la mañana los miércoles y sábados, hora en que, el joven leo y su primo satoshi, salían a colgar la ropa al tendedero...

A hurgadillas, les veían pasar apuradamente del traspatio al la casa.

Todas las jóvenes, identificaban a leo, pues nunca variaba su ropa, solo consistía en el uniforme de seminarista, negro, que le daba un aire de sensualidad y elegancia.

La cruz de plata también era notable.

Mientras que satoshi, era igualmente perseguido, pues aunque cambiaba de ropa a diario, su muy reconocible arete, lo distinguía.