Capítulo 12

Zelgadiss depositó a la joven con suavidad sobre la cama y se sentó a su lado. Se quedó observando por unos instantes su vulnerable rostro angelical. Después dirigió su mirada al vientre de la muchacha, y más tarde depositó una mano sobre ella con mucha delicadeza. La qumiera se arrodilló en el suelo para así poder tener su vientre a la altura de su rostro y analizarlo mejor. La profunda respiración de la joven llenaba la habitación. El muchacho estaba tranquilo, tan solo observaba y acariciaba el abultado vientre con curiosidad. Zelgadiss apoyó su barbilla sobre la otra mano, la cual reposaba sobre la cama, y continuó con la misma operación, hasta que una dulce mirada y una tierna sonrisa se formaron en su rostro.

Xellos apareció delante de la nevera del Palacio de Seyruun. Tal y como había hecho anteriormente en las últimas semanas, roció los alimentos con aquel extraño líquido. Más tarde desapareció y reapareció en la habitación de la joven princesa. La observó durante un momento, estaba sola, acurrucada entre las mantas con una dulce sonrisa. El demonio se acercó a ella y posó su mano izquierda a escasos centímetros de su vientre mientras repetía la misma operación con la otra, pero depositándola sobre su frente. Una fuente de energía negra ramificada comenzó a emerger de sus manos. Ameria frunció el ceño con incomodidad. Mientras tanto, el demonio cerró los ojos fuertemente para poder concentrarse mejor y se le pudo escuchar un débil susurro:

-"Luz que brilla más allá del mar del caos... ven a la oscuridad"

La energía en respuesta pareció concentrarse en el vientre de la muchacha. La joven comenzó a sudar y más tarde a jadear mientras aquella "cosa" parecía acariciar e introducirse en su vientre y su mente.

Poco después Xellos volvió a abrir los ojos y disipó la energía a la vez que retiraba sus manos y la princesa parecía volver a la normalidad. El demonio murmuró:

-Nada.

Y desapareció.

Al día siguiente todos, incluído Xellos, paseaban por Seyruun.

-Hmmm... Hace un buen día... -Suspiró la princesa- Aunque algo frío...

-¿Tienes frío? –Inquirió la joven quimera, quien se encontraba a su lado.

-No, estoy bien. –Sonrió.

Sus dos compañeros, Lina y Gourry, caminaban los primeros mientras iban discutiendo sobre algunos buenos alimentos y los mejores platos de la capital. De vez en cuando se detenían para observar las especialidades de algún restaurante o para echar un vistazo en las tiendas de hechicería.

Zel y Ameria caminaban juntos. De cuando en cuando omentaban algo acerca de la ciudad, los templos de la zona, cómo solía ser allí el tiempo, e incluso cómo lo harían apara vivir ahora (a pesar de ser un tema que ambos preferían no hablarlo mucho y en todo caso en privado), pero sobretodo comentaban las anécdotas que les había sucedido mientras habían estado separados.

Tras ellos iban Filia y Xellos. La dragona dorada, tal y como era de esperar, no iba muy contenta a su lado, y de vez en cuando se adelantaba hacia sus compañeros para ver qué se contaban. Sin embargo Xellos, en lugar de intentar meterse con ella, caminaba en silencio y serio. Observaba a la princesa, cada movimiento que hacía, expectante, como si esperase ver o encontrar algo. Absorto en sus pensamientos no hacía caso del resto que lo rodeaba.

Después de disfrutar de la comida que habían organizado bajo los desnudos árboles del Palacio de Seyruun, Gourry se quedó completamente dormido, mientras Lina y Filia hablaban y reían de sus cosas, dejando a Zel y Ameria haciendo lo mismo.

Xellos seguía mirando a la princesa. Suspiró y comenzó a alejarse del grupo para airearse un rato sin que nadie, excepto Zelgadiss, se percatase de ello.

-Ameria ¿Me disculpas un momento? –Inquirió la quimera interrumpiendo así el relato de la joven de cuando había viajado a Dills y se había encontrado con una muchacha que resultó ser su prima lejana.

Ameria, extrañada, contestó mientras veía levantarse a su compañero:

-Claro.

A unos cuantos metros de allí, Zelgadiss hizo voltear al demonio agarrándolo por su capa. Después lo cogió del cuello de su ropa con violencia y lo estampó contra el árbol más cercano. Xellos gimió de dolor:

-¿Q-qué haces Zelgadiss?

-¿Crées que no me doy cuenta de cómo miras a Ameria, eh? –Preguntó peligrosamente mientras aplasbata aún más al demonio- Eres un maldito bastardo.

-¡Ah..! No es lo que crées Zel... –Se quejó sin intentar defenderse por si acaso.

-DE-JA-LA EN PAZ. –Ordenó- Ni te acerques a ella...

-Vamos... –Sonrió- No he hecho nada, no tienes motivos para actuar así.

-Tsk.

Zelgadiss gruñó con impaciencia.

-¿Crées que no se que los Mazoku estáis detrás de algo? Cada vez que apareces no haces más que traernos problemas. No sé qué planeas hacer con Ameria...

...pero sí sé que no es nada bueno... ¡Aléjate de ella! O yo mismo acabaré contigo... –Volvió a ordenar mientras le soltaba con violencia y le dejaba coger aire.

Momentos después de observar al demonio, el cual ahora se encontraba de rodillas en el suelo intentado recuperar el aliento, se alejó.

Zelgadiss volvió donde el grupo se hallaba. Lina estaba dormida y filia hablaba con la princesa. El joven se sentó a su lado con una expresión seria.

-¿Dónde estabas Zelgadiss? –Preguntó Ameria inocentemente.

-En el baño –Contestó serio y sin dirigirle la mirada.

Filia continuó con su historia.

-Pues verás, entonces entró Guraboss sin saber que Jirass estaba...

Xellos apareció ante su ama.

-¿Y bien?

-Nada.

-¿¡Nada?!

-Ceiphied parece no haber hecho nada en Ameria. Sigue igual, no ha cambiado nada, ni en ella ni en el bebé.

-Tsk. ¡Mierda! –Tras unos segundos xellas se calmó- Sigue como hasta ahora.

-Bien. No será fácil, Zelgadiss sospecha algo.

-¡Pues si tienes que matarlo mátalo! –Gritó exaltada.- ¡Necesitamos al bebé!

Xellos desapareció y el ama de las bestias encendió un cigarrillo rápidamente.

Había pasado una semana y Xellos no parecía haber dado señales de vida en la capital de la magia blanca. Aunque la única que pareció notar su ausencia fue Filia, quien lo hizo notar con algún que otro comentario como "¿No os parece raro que Xellos no esté aquí?""Dónde estará ese Mazoku..."

Horas después la lluvia comenzaba a golpear ligeramente en los cristales de la biblioteca de Palacio en la que Zelgadiss Greywords se encontraba. De pronto, unos gritos enormes le sacaron de su trance:

-¡¡Ameria!!¡¡Ameria!!

La puerta de la estancia se abrió abruptamente y dejó ver a un jadeante Phillionell:

-Zelgadiss... Ah, ah... Has vis- ¿Has visto a mi hija?

El hechicero pestañeó extrañado:

-No... ¿Ha ocurrido algo?

-¡Sí!¡Algo estupendo! Hace unas semanas mándamos un tratado de paz al Reino de Servia, y estos han aceptado! Para celebrarlo decidimos dar una cena y un grandioso baile aquí mismo! Ya sabes.. por el estado de Ameria... -Zel asintió.- Será la próxima semana. ¡Voy a decírselo corriendo!

El joven sonrió levemente.

-Muy bien. Principe Phillionell...

-¡Oh, llámame Phill! ¡O Papá si lo prefieres! Jajajaja –Dijo giñándole un ojo.

-B-Bueno... eh.. Phill... Cuando la vea.. dígale... ehm...

-¿Sí?

-Dígale que... Que me gustaría invitarla esta noche a cenar –Susurró, tan rojo como el atardecer que asomaba por las ventanas.

Phillionell río estronduesamente haciendo que el joven se sintiera aún más incomodo:

-Por favor.. ya es bastante difícil decírselo a usted....

-¡¡Zelgadiss!! –El príncipe se acercó a él y le dio una fuerte palmada en la espalda haciendo que el joven perdiera momentaneamente el equilibrio- ¡Trátame de tú! Chico, si lo que quieres es pasar una velada romántica, yo os puedo preparar algo aquí mismo. Os prometo que nada de interrupciones –Volvió a guiñar un ojo, sonriente.

-N-no.. deje, prefiero... prefiero que salgamos fuera. Pasamos demasiado tiempo aquí.

-Muy bien, como quieras.

Minutos más tarde Ameria entró "corriendo" (no podía debido a su estado) por la puerta de la biblioteca, con un hermoso vestido ancho.

-¡Zel! ¿¡De verdad que vamos fuera a cenar!? –El muchacho asintió sonriendo ligeramente.

Habían escojido un restaurante no demasiado elegante, debido a la apariencia quimérica del hechicero. Aun así, se trataba de uno de los restaurantes más prestiogiosos de la ciudad, pero debido a ello, sus precios eran demasiado altos y no iba demasiada gente, tan solo la selecta.

-¿Qué vas a tomar tú, Zelgadiss?

-Mmmm... déjame ver...creo que tomaré el menú.

-Muy bien, entonces yo también -. Para acompañarte –Susurró con un leve rubor que el joven correspondió.- Pero cogeré doble ración –Comentó sonriente.

-¿¡Doble ración?! ¿No será demasiado?

-¿Qué? –Inquirio disgustada- ¿Me-me ves gorda?

El muchacho se alarmó en seguida, sabía lo que esa pregunta le podría acarrear y comenzó a sudar frío.

-¿Eh? ¡No no, Ameria! ¡Para nada! ¡Estás.. estás estupenda!

-¿De verdad? –Pregunto mientras la inocencia llenaba sus ojos.

-De verdad. Lo decía porque podría sentart-ros mal...

-Oh. No te proecupes, desde que tengo al bebé como más de lo normal, ya sabes, alimento para dos -.

-Entiendo. Por cierto, me he enterado de lo del Reino de Servia.

-¿Señores qué van a tomar?

-Tres menus normales, por favor.

-En seguida –Contestó mientras se retiraba.

-¿¡No es estupendo?!

-Sí, lo es.

-No solo el poder de Seyruun se extiende cada vez más, si no que tendremos más aliados en caso de guerra o crisis, ¡Y por supuesto nosotros también estaremos con ellos! ¡Ayudaremos a ser un país fuerte y unido en nombre de la justicia! ¡No habrá hombre maligno que pueda resistirse a nuestro poder, y el amor prevalecerá por encima de todo!

Zelgadiss se quedó silencioso por un momento, mirándola atónito.

-¿Q-qué?

De pronto sin saber cómo, el joven comenzó a reír de manera reprimida.

-Ze-zelgadis... ¿¡Estás riendo?!

-jeje... lo siento... Hacía mucho que no te oía uno de tus discursos justicieros. Me ha traído buenos recuerdos. –Sonrió.

Ameria sonrió satisfecha por lo ocurrido, en muy contadas veces había visto y oído reir al muchacho, y era un sonido que le llenaba el corazón "Tengo que conseguir que nos acerquemos más.... Quiero verle reír todos los días..."

Mientras tanto, Xellos los observaba desde fuera "Maldición.. tendré que esperar a que esta noche le entre hambre a Ameria para poder darle su dosis..."