CAPITULO 2- EL DUELO CON TRYSEO
-¿QUÉ ERES HIJA DE QUIEN?- aunque era una reacción común sorprenderse, Hermione encontró que la sorpresa de Alejandro fue demasiada, como si estuviera infundada por otro motivo oculto, pero prefirió no darle importancia.
-Hija de Paris.
-Esto si que es bueno, acabo de salvar a la que dentro de poco será mi princesa.
-¿No me crees?- su voz era tan segura y firme que no dejaba lugar a dudas.
-Pues claro que te creo, siempre he creído en que algún día aparecería la misteriosa hija de Paris, la que sacaría a Troya de la pobreza.
-Solo tengo dos caminos: o sacar a Troya de la pobreza o reunirme con mi padre.
-Pero aunque seas la hija de Paris, no creo que consigas vencer a Tryseo, el jefe del batallón que reside en Troya-bastaba ver el rostro de Hermione para percatarse que el comentario de Alejandro la había molestado, pero poco pareció importarle al chico, porque con un tono irónico, añadió- Sobretodo si has heredado de el su "magnifica valentía"
Antes de que Alejandro pudiera ni tan siquiera parpadear, volvía a tener el cuchillo a tan solo unos centímetros de su cuello.
-Vuelve a insultar el nombre de mi padre, y será lo último que digas- y mientras decía esto, Hermione apretó el cuchillo contra el cuello de Alejandro, provocándole una pequeña herida que no tardo en sangrar, pero de forma muy leve.
-Mensaje captado.
Hermione volvió a guardar el cuchillo entre sus ropajes.
-Ahora haz el favor de llevarme ante Tryseo.
-Como ordenéis.
Ambos jóvenes empezaron a caminar por entre la ciudad, y esta vez si que llamaban la atención de toda la gente, pues Hermione lucia limpia y bestia con un traje sencillo y no muy lujoso pero limpio también, ha diferencia de los demás troyanos, que apenas tenían ropas con las que cubrirse, y sin embargo, no parecía espartana ni proveniente de algún otro reino de Grecia.
Continuaron caminando hasta que dieron con lo que buscaban: en el centro de la ciudad se alzaba una enorme casa, relativamente nueva y llena de lujos.
-Mi pueblo se muere de hambre y apenas tienen donde dormir y ellos se dedican construirse casas lujosas con el sudor del pueblo- murmuro Hermione furiosa y indignada.
-Aquí es donde reside el hombre que buscas.
-Gracias.
Hermione se adelantó, mientras iba observando como la gente se acercaba hasta el lugar llevados por la curiosidad e iban formando un circulo a su alrededor. Una vez estuvo delante de las mismísimas puertas de la casa, se detuvo.
-¡TRYSEO!- su voz era potente, sin lugar a dudas ni vacilaciones-¡SAL AHORA MISMO!
Varios guardias corrieron hacia la joven y la apuntaron con sus lanzas y espadas.
-¿Quiénes sois y con que derecho exigís a nuestro señor salir de su estancia?
-No responderé ante unos simples soldados que además tienen la osadía de apuntar con sus armas a una mujer que además esta desarmada.- Hermione ni siquiera se digno a mirarlos.
Las dos grandes puertas se abrieron y de ellas salió un hombre algo mayor rojiza, con el cabello oscuro cayéndole por los hombros de forma aleatoria y una espesa barba. Sus pequeños ojos marrones escudriñaron a la mujer que estaba ante el.
-Supongo que tu debes de ser Tryseo.
-Así es, la pregunta es ¿Quién eres tu? Como puedes apreciar no te apunto con ninguna arma- y con un gestó de la mano, hizo que sus soldados se retiraran.
-Yo soy Hermione de Troya, hija de Paris y vengo a reclamar lo que me pertenece, para poder sacar a mi pueblo de la miseria.
Enseguida los murmullos se extendieron entre la gente del pueblo y la sorpresa se dibujo en el rostro de Tryseo.
-¿Tenéis alguna prueba de que sois quien decís?- pregunto con fingida calma
Hermione se llevo las manos al cuello y estiro de una cadena plateada que colgaba de su cuello y entonces se quito la cadena. De ella colgaba un hermoso anillo, fino y sencillo pero elegante, con dos cenefas de oro y plata enredándose entre ellas.
En el centro había un emblema, el sello de Troya. Aquel anillo había pasado de generación en generación de rey en rey, era el símbolo de la familia real.
-Por tu cara veo que esto es prueba suficiente- y Hermione volvió a colgar-se el anillo mientras los murmullos crecían entre la multitud.
-No ahí duda, es la hija de Paris......
-La profecía decía que ella traería la prosperidad a Troya....
-¿Y si es solo una campesina que se ha encontrado el anillo?
-No digas tonterías, el anillo únicamente pueden llevarlo los miembros de la familia real troyana
-Entonces el rumor era cierto.....
-¿Y que es exactamente lo que pretendes?- preguntó Tryseo arrastrando las palabras.
-Creo que ya te lo he dicho: recuperar lo que es mío, el Reino de Troya, y sacar a mi pueblo de la miseria en que lo habéis sumido.
-¿Y realmente crees que únicamente por presentarte aquí con el anillo de los de tu linaje Grecia te va a entregar Troya?
-Bueno, pensaba que los griegos apreciabais la vida, por eso he preferido primero darte la oportunidad de que tu y tus soldados os fuerais de mi país por las buenas, pero sino, la muerte es el camino que os queda- Hermione clavo sus ojos en los de su enemigo, y este hizo lo mismo, la furia se veía patente en ellos, se sentía humillado porque una mujer le escupiera tales palabras.
-Estas muy equivocada si crees que saldrás de aquí con vida o que no te daré muerte por ser una mujer. Tienes 10 minutos para prepararte para nuestro duelo.
-¿Me estas retando?- preguntó la otra de forma burlona.
-Exacto y si la cobardía no es tu mayor virtud como fue la de tu padre te espero aquí dentro de 10 minutos.
Hermione iba a estallar de ira, sino fuera por que lo encontraba indigno, habría degollado allí mismo a aquel desgraciado que se había atrevido a insultar el nombre de su padre.
-No hables de quien no conociste viejo loco, pues con tales palabras te has ganado una muerte indigna y un sufrimiento mayor al que puedas imaginar, acepto tu reto.
-¡ESPERAD!- para sorpresa de ambos enemigos, Alejandro se adelantó de entre la multitud- ¡Yo luchare en su nombre!
-Nadie va a luchar en mi nombre, se defenderme sola- le espeto Hermione más indignada de lo que ya estaba.
-No lo dudo, pero seria una verdadera lástima que dejaran una cicatriz en tan hermoso rostro.
-¿Quién te ha dicho que Tryseo pueda conseguir ni tan siquiera herirme?- pregunto con sarcasmo mientras miraba de forma fugaz a Tryseo.
-En ese caso, será todo un honor que aceptéis mis servicios como vuestro escudero.
-Sucia rata traidora ¿A quien le debes lealtad?- Tryseo miraba a Alejandro con un odio y una rabia mayor a la normal con la que un amo mira a un esclavo que se ha pasado al campo enemigo. Tryseo movió los labios para escupir algún que otro insulto, pero cuando los ojos de Alejandro se clavaron en los suyos de forma amenazadora cerro la boca con rapidez, dio media vuelta y se dirigió hasta su casa.
-Acepto vuestros servicios como escudero- dijo Hermione para luego llevarse dos de sus dedos ha sus labios y emitir un largo y suave silbido.
Acto seguido, de entre la multitud hubo gritos y exclamaciones, y entonces apareció un hermoso caballo de pelaje suave y negro como la noche, galopaba con elegancia y estilo y su crin era ligeramente ondulada. En su lomo no silla alguna, tan solo una manta donde habían atado una espada, un arco y un carcaj lleno de flechas.
El caballo se detuvo delante de Hermione, y esta le acaricio entre las orejas con ternura a lo que el caballo respondió con un feliz relincho y golpeando suavemente la mano de su dueña con su cabeza.
-Nunca he contemplado un ejemplar más puro y hermoso, y puedo aseguraros que he visto a miles de caballos- dijo embelesado Alejandro mientras miraba al caballo.
-Se llama Príncipe, y es un caballo real. Es el mas hermoso y veloz de todos los caballos que ha criado Troya, y es mucho decir, pues Troya siempre había gozado de los mejores criadores de caballos. Su pureza y elegancia han sido reconocidas en todos los reinos. Es mi mejor amigo desde que era pequeña, nos conocemos desde que era un potrillo- entonces hizo una pausa como si recordara algo- Fue un regalo de mi padre.....
-Lo siento, te he hecho recordar algo doloroso para ti, os ruego que me disculpéis.
-No has hecho nada para que yo deba disculparte, tan solo has alabado a mi caballo- respondió la chica esbozando una sonrisa.
Era la primera vez que Alejandro la veía sonreír, y realmente pensó que era la mujer más bella que jamás había contemplado.
-Disculpad- ambos jóvenes se voltearon y se encontraron con un anciano de cabello blanco que se arrodillaba ante los pies de Hermione- yo serví a vuestro padre y siempre he esperado este momento princesa.
El anciano hizo ademen de besar sus pies, pero Hermione rápidamente lo incorporo cogiendo-lo por las axilas y elevándolo hasta que se puso en pie. Entonces se dio cuenta de que toda la gente que antes formaban un circulo a su alrededor se habían ido acercando y ahora estaban arrodillados ante ella.
-Levantaos, pues aún no he hecho nada para merecer vuestras reverencias y vuestro respeto, y si consigo que Troya vuelva a ser tan esplendorosa como lo fue, no será el merito de una sola persona, será el merito del pueblo troyano.
Todos se levantaron mirando con sumo respeto a su princesa.
-Mi señora ¿dónde esta vuestra armadura?- pregunto un hombre de mediana edad, alto y corpulento.
-No tengo ningún tipo de armadura, mis padres son campesinos, no guerreros.
-¿Pensáis enfrentaros a Tryseo sin armadura?- preguntó sorprendido y preocupado un chico de aproximadamente unos 20 años.
-Así es- respondió la otra con firmeza-Este combate será un cuerpo a cuerpo, en una batalla me hubiese preocupado por conseguir una armadura, pero en un duelo contra Tryseo la armadura me restara movilidad y agilidad.
-Pero así el será más fácil provocaros alguna herida.
-Las armaduras no impiden que las lanzas o las espadas atraviesen tu carne y te envíen de cabeza junto a Hades, además, la Diosa Artemis me protege.
En ese instante las puertas de la casa de Tryseo se abrieron, y este apareció vestido con su armadura y empuñando su espada. Tan pronto lo vio, Hermione sacó la espada de la funda que estaban atadas a su caballo y acto seguido la gente empezó a murmurar.
-Es la espada de Troya......ahora si que no ahí duda de que es la hija de Paris.
La chica le susurro algo al caballo y este emitió un pequeño relincho y se alejo un poco de su dueña, al igual que los demás aldeanos, que formaron un circulo alrededor de los combatientes, por una lado estaba el pueblo, y por otra los soldados de Tryseo.
-¿Preparada para morir?- preguntó Tryseo.
-Un guerrero siempre tiene que estar preparado para la muerte, pero la mía no se producirá ni
aquí ni ahora.
-Tienes mucha lengua, pero veremos a ver que tal eres con la espada ¿Pero que es lo que veo? ¿Te crees tan poderosa que ni te pones armadura?
-No es que yo sea poderosa, es que tu eres débil.
Estaba claro que nadie la ganaba a un duelo de palabras, así que Tryseo prefirió pasar a la acción y se abalanzó sobre la chica, quien no tubo ningún problema para esquivarlo y asestarle un golpe en el brazo derecho, de esta forma su movilidad con la espada quedaba bastantea afectada.
-Aunque he dicho que te daría una muerte indigna, me lo he pensado dos veces, si lo hiciera me pasaría como a los griegos, que no tenéis honor, así que para demostrarte que los troyanos somos diferentes, te daré una muerte digna a manos de mi espada.
Esto enfureció a Tryseo, quien volvió a abalanzarse sobre la chica, pero esta volvió a esquivarlo y esta vez clavo su espada de forma mortífera en el pecho de Tryseo, quien cayó al suelo sin un hálito de vida.
