-¿Final feliz?-

Dos días más tarde fue el funeral de los padres de Edgar, y el recordatorio de la muerte del clan de Coral. El panteón de los McHamill nunca le había parecido tan triste, a pesar de las coronas de flores que habían mandado otros clanes de vampiros, acompañándole en la tristeza. Acompañando al último del clan, se encontraban: Brena, Dumbledore y Snape. Más los compañeros del padre de Edgar en el Ministerio, que uno tras otro le fueron dando el pésame por la pérdida. Una vez se hubieron ido los del Ministerio, los dos jóvenes se alejaron de los profesores.

Brena, con un largo vestido negro, iba de la mano de Edgar, caminando por el jardín donde habían sido esparcidas por el viento las cenizas de su madre al morir.

- Mi madre amaba su jardín... Incluso sin habérselo propuesto, Barron hizo algo que a ella le hubiera gustado, morir rodeada de sus amadas flores. – Dijo con aire sereno, acariciando un lirio.

La chica, simplemente asintió y le sonrió al ver que él también lo hacía.

- ¿Aún irás con Snape al acabar el curso? Sólo quedan dos semanas. – Le preguntó al fin.

- Los de la Guardia de Caesar aún no ha matado a todo el clan de Coral. De modo que el profesor Snape dice que estaré más seguro con él.

- Bueno... ¿Y qué vas a hacer con tu casa?

- Regresaré a ella cuando termine en Hogwarts. Quizá forme una familia, después de todo soy el único que queda para seguir el apellido. Es mi deber.

Brena sonrió.

- Pero cumpliré dieciséis años pasado mañana, así que eso no es algo por lo que deba preocuparme hasta dentro de un tiempo. – Respiró hondo. - ¿Volvemos con los profesores?

- Claro. – Se dieron de nuevo la mano y salieron del jardín.

Las dos semanas que siguieron, fueron intensas con exámenes y trabajos, pero pasaron deprisa. Al fin llegó el último día de clase, con la celebración para elegir la casa ganadora ese año.

- ...Y finalmente, con 520 puntos, la copa de la casa se la lleva... Slytherin. – Dijo Dumbledore. Toda la decoración del Gran Comedor se volvió plata y verde. Todos aplaudían, pero los de la casa ganadora incluso vitoreaban, hacía un par de años que no ganaban a Gryffindor, aquel había sido un buen año para ellos... o al menos para la mayoría de ellos.

Edgar se despidió de Brena en Hogsmade, mientras ella se preparaba para coger el Expreso que la llevase a casa.

- Nos veremos el año que viene. – Brena le dio un beso en la mejilla y se metió en el tren.

- Cuídate. – Le dijo él desde el andén.

- ¡Tú sí que tienes que cuidarte, que vas a vivir con Snape! – Le gritó por la ventana, mientras el tren caminaba ya.

Edgar se rió, aunque a Snape, que se acercaba para recogerle, no le hizo demasiada gracia el chistecillo de la muchacha.

- ¿Preparado para irnos?

- Sí, señor.

- Pues vámonos. Ah, una cosa, McHamill. – Dijo mientras se echaban a andar, se irían con un transladador desde la escuela.

- ¿Sí, señor?

- Llámeme Severus...

Edgar se le quedó mirando, pero el adulto seguía mirando para el frente.

- Sí, se... Severus. Pero sólo si usted me llama Edgar y de tú. – Levantó una ceja con una expresión traviesa. Snape le miró de reojo y se aclaró la garganta.

- Muy bien, Edgar... - Respiró hondo. – Sube, anda. – Le instó para que volviera al interior de uno de los carruajes negros que les llevarían de regreso a la escuela.

Una vez allí y recibiendo los mejores deseos para ese verano por parte de Albus, se fueron usando el transladador que esa vez llevaba a casa de Snape... y por ese verano, también de McHamill.

-Finite-