Capítulo 2: Una difícil decisión.
[ En primer lugar y antes de comenzar la historia, quisiera decir que PASO DELIBERADAMENTE de estar acentuando las palabras xDD. Y ahora, sin mas preambulos, os dejo con el capitulo dos del fic ]
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Miaka se levanto del sillon apenas sin aliento. El salon estaba debilmente iluminado, por lo que seguramente estaria atardeciendo. Tenia dos sillones pequeños y uno grande, los tres de color cafe, con cojines rojo sangre. Entre los dos sillones pequeños se encontraba el grande, y esa era la unica distancia que separaba a Miaka de Tamahome.
-¿Tamahome?- esta vez la pregunta fue mucho mas segura, al tiempo que Miaka se acercaba al sillon. Él estaba de espaldas, y parecia no escuchar nada. Miaka se acerco aun mas, colocandose a la altura de la cara. Entonces descubrio que se habia equivocado. Ante ella, con su sonrisa frivola y su porte elegante, se encontraba ese hombre que le habia hablado por primera vez y que la arrastro cuando estaba en trance. En los ojos de Miaka se reflejo la desilusion, la ruptura de un sueño imaginado muchas noches seguidas y, de nuevo, sin cumplir.
-Veo que te apena que no sea Tamahome, ¿eh sacerdotiza?-la voz del chico sonaba pero no carente de melodia, de ritmo, y sus palabras, dichas con tanto acento que parecian escupidas por una serpiente, formaban una mezcla un tanto contradictoria entre una apariencia tan elegante y un interior tan desprovisto de dulzura y delicadeza.
-No se ni siquiera quien eres, pero no me llames sacerdotiza. Eso ocurrio hace mucho tiempo, y forma parte del pasado- Miaka hablo con rapidez, con rostro serio y ensombrecido por el dolor de los recuerdos que se acumulaban en su mente con la misma rapidez con que un huracan lo destruia todo.
-Un pasado que echas de menos, ¿no es asi?- Miaka se sorprendio ante tal observacion, y de ese mismo gesto se aprovecho el hombre para suspirar con el pecho hinchado de orgullo por su victoria y para levantarse lentamente. Se quito la peluca, producto de la confusion de Miaka, e hizo una profunda y elegantisima reverencia.- Mi nombre es Yothuel. Hace muchisimo tiempo oi hablar sobre el Libro de los Cuatro Dioses y todo lo que él implicaba. Por aquel entonces yo era bastante simple- se rasco el menton, como gesto de estar pensando divertidamente en su pasado- pero pronto le encontre un beneficio a ese rumor. Me informe mas sobre ello, incluso intente leer el libro, pero nunca lo encontre- eso le encogio el corazon a Miaka. El libro lo tenia ella- y entonces quise encontrar a alguna sacerdotiza, pero por desgracia todas habian muerto- Yothuel hizo un fingido gesto de tristeza, al que le siguio uno maravillado que alumbro sus ojos- y entonces, te encontre a ti. - Yothuel chasqueo la lengua en gesto de desagrado, meneando la cabeza en forma de negacion lentamente- claro que no me ha resultado nada facil saber todo lo que se de ti, pero bueno... -en ese momento, los ojos de Yothuel tornaron tan lujuriosos que, cuando tomo suavemente la barbilla de Miaka, esta sintio real repugnancia- todo sea por una chica tan guapa como tu- sentencio. Miaka se aparto lentamente, primero mirando desconfiada a Yothuel y despues dirigiendo su mirada al suelo.
-¿Que quieres de mi?- aunque ya lo imaginaba, queria escucharlo con la propia voz del hombre.
-Quiero que seas de nuevo la Sacerdotiza de Susaku, y que me concedas tus tres deseos- dijo él, seguro de si mismo tanto como de sus palabras y su plan, brillante y original a sus ojos. Miaka cerro los ojos desde que lo escucho, consternada, consternada y tambien aterrada por esos recuerdos que traian consigo sentimientos, los cuales se abrian paso en el alma de Miaka a pesar de los esfuerzos de la misma por detenerlo, por detener su propio sufrimiento.
-Si ese es tu plan, lo siento, pero no puedo ayudarte. Solo se puede ser sacerdotiza una vez, y mi tiempo ya ha pasado. Buscate a otra- Miaka se dio media vuelta.
-No tan deprisa muchacha-Yothuel la agarro fuertemente del brazo- Sabia que dirias eso, te he dicho que se muchas cosas. Podras de nuevo ser Sacerdotiza- Miaka reparo en los ojos de Yothuel y se asusto de lo que habia en ellos: ambicion, deseo de poder. El hombre se percato, y deslizo suavemente su mano por el brazo de Miaka hasta soltarlo. Despues, se giro y cruzo sus brazos encima de su pecho, mirando a la nada- ¿donde esta esa Miaka?- Miaka alzo una ceja, confusa- esa chica parlanchina que, aunque no tenia gula, comia mucho, a veces demasiado. Esa chica inocente, dulce y cariñosa, que se preocupaba por los demas. Esa chica tan compleja por ser tan simple- por los ojos de Miaka escapaban debiles lagrimas, escasas, pero profundas. Giro la cabeza a un lado y penso en el, en Tamahome, y sollozo en silencio- ahora estas seca, carente de todo sentimiento amoro o de amistad. Ahora no existe para ti la sonrisa, y en tus ojos habita la mas profunda de las tristezas- esta vez la coz de Yothuel no sonaba fria, pero el reproche que habia en ella cayo en la espalda de Miaka como un pesado bloque, tirando su alma al suelo.
-¿Como... sabes tanto de mi?- Miaka intento controlar su voz, no dejar que sus impertinentes lagrimas le impidieran hablar con claridad. Sobre todo, pensaba, no podia mostrarse debil. Yothuel se giro de nuevo y sus ojos se clavaron en ella, como dos espadas que la atravesaban.
-Se lo suficiente, eso es todo- Yothuel hablo con voz seca y cortante.
-No volvere a ser Sacerdotiza, te he dicho que eso forma parte de mi pasado- Miaka cerro sus puños con fuerza y trago saliva. Los cerro mas bien para darse fuerzas a si misma y tener el valor de decir esa negacion. Miro hacia otro lado, con un gesto en el rostro que pretendia ser el de enfadada.
-¿No lo harias ni... por Tamahome?- susurro Yothuel, parandose y poniendo enfasis intencionadamente en el nombre de Tamahome, mirando a Miaka fijamente y descubriendo en su mirada su decision, antes de que ella misma pudiera saberla. Miaka lo miro, y su corazon dio un vuelvo. Tamahome, Yothuel lo habia nombrado, a el, a Tamahome. Venciendo las ansias de su corazon, de su alma y de su propia razon, se controlo e intento ser lo mas discreta e indiferente posible.
-¿Que tiene que ver en todo esto Tamahome?- Yothuel sonrio, de nuevo fria y ambiciosamente. Habia vuelto a ganar, la tenia en sus manos. Antes de hablar, escogio las palabras adecuadas.
-Bueno, no se si has parado a pensar que, siendo de nuevo Sacerdotiza, tendras a tu lado a tu estrella de Susaku mas querida, Tamahome. Si tanto le amas... Yothuel no termino la frase, lo hizo con intencion. Sonrio maliciosamente y se dirigio a la salida del salon con una arrogante parsimonia.
Si, Miaka lo amaba, siempre lo amo mas que a nada, pero sabia cual seria el final, sabia que tendrian que separarse de nuevo, porque ellos dos no podian estar juntos. Tenia la oportunidad de estar con el de nuevo, de sentir sus brazos, su voz, sus besos. Solo por un corto espacio de tiempo, seria de nuevo feliz junto al amor de su vida, pero ella queria ser feliz junto a el para siempre.
Antes de que Yothuel saliera del salon, obtuvo su respuesta.
-Esta bien Yothuel, acepto tus condiciones. Sere de nuevo Sacerdoriza- Miaka aclaro la voz- Tu Sacerdotiza.
