Capitulo 3: "Casi nunca es lo que parece".

Durante los dias que siguieron a la decision de Miaka, Yothuel fue mucho mas amable con ella. A decir verdad, ahora la trataban como una reina. Yothuel sabia perfectamente que Miaka no se escaparia, la tenia comiendo de su mano, pues una sola persona, de nombre Tamahome, podia hacer que sus deseos fueran ordenes para ella. Asi pues, la instalo en el piso de arriba. La habitacion era confortable: de gran espacio y luminosidad por unos grandes ventanales, en el centro se encontraba una cama tallada en madera barnizada. Tenia puesta una colcha de color azul oscuro, con extraños simbolos que la recorrian. A la derecha de la cama se encontraba la mesa de noche, con una lampara antigua y blanca. Una pequeña mesa redonda, con dos sillas, se encontraba justo enfrente de los grandes ventanales, los cuales estaban tapados con unas cortinas de diseño exclusivo, azules tambien, de seda; que se encontraban a la izquierda de la cama. Habia tambien un baño, al cual se accedia por una puerta que estaba al lado de la pequeña mesa. A Miaka le gustaba mucho esa habitacion, sobre todo porque era silenciosa y, al despertar, podia mirar a traves de los ventanales y disfrutar de la hermosa vista que se le ofrecia a primeras horas de la mañana: varios arboles, pero lo que mas podia divisar era el mar, azul, con su caracter dulce o rebelde, haciendo que las olas rompieran y se pelearan con las rocas o bien tranquilo, sereno, meciendo el agua con infinita ternura. Miaka pensaba que, si no estuviera alli con esos propositos, le gustaria quedarse a vivir en esa casa para siempre. Ahora la trataban bien, era una invitada. Cuando se despertaba, Kaimy ya le habia dejado la ropa nueva y limpia encima de la mesa. Ella se vestia con serenidad, sabiendo que nadie le metia prisa o se apuraba en el piso inferior. Despues iba al baño y se miraba al espejo. Tomaba un peine bañado en plata, y se lo pasaba por su sedoso y desenredado cabello, a veces dejandolo suelto y a veces recogiendolo en una bonita coleta. Seguidamente salia de la habitacion, caminaba por el largo pasillo que contenia muchisimas mas habitaciones a las que nunca habia entrado, y bajaba por las escaleras, que eran largas y curvadas. Desayunaba, y, a lo largo del dia, practicaba diversas actividades, entre las cuales se decantaba por leer y jugar a seguir a Kaimy. La casa contaba con una gran biblioteca, en la cual Miaka se pasaba practicamente todo el dia, inmersa en libros de aventura, romance o accion. Comenzo a apreciar la sabiduria de las palabras, y, en silencio, leia y disfrutaba del placer de una frase, un verso o una simple palabra. No se preocupaba por nada, ni siquiera de su familia, supuso que ellos pensarian que estaba bien, que quiza habia vuelto al pais de Conan, y que esperaban con entusiasmo su regreso. Incluso habia perdido la nocion del tiempo, y ajustaba la hora a la posicion del sol y la intensidad del mismo. Aunque queria negarlo, lo cierto es que le gustaba vivir alli. Se sentia misteriosamente hechizada por esa casa, pero, sobre todo, se sentia misteriosamente atraida por Yothuel, y no de manera sentimental, romantica o sexual, sino de otro modo que aun no habia logrado entender. Cuando los ojos de este escudriñaban a Miaka, ella se sentia como una diosa colocada en un altar, se sentia alagada, sí, pero tambien se sentia debil y desprotegida, desnuda ante aquel hombre que no conocia de nada pero que sin embargo abarcaba todos los temas en una conversacion. Ese hombre alto y educado hacia que la curiosidad de Miaka a veces la abordase a preguntas que deseaba hacerle, pero que nunca eran pronunciadas, porque en ese momento venia a su mente la frase de Yothuel que era imprescindible tener en cuenta para poder convivir de manera cordial con el: "Sabras lo que quieres saber a su debido tiempo, ni antes ni despues". Miaka intentaba en vano no dejarse seducir por el encanto de tantas comodidades, el hechizo bajo el que se veia envuelta cuando miraba a Yothuel, pensando incluso, en ocasiones, que debia irse de alli. Pero un solo nombre, un solo recuerdo hacia que Miaka reflexionara, diera media vuelta y volviera a la cama: Tamahome.

Un dia cualquiera, con amanecer nublado y con amenaza de llover, Miaka tuvo una pesadilla. En ella, veia que intentaba salvar a Tamahome de morir, pero no lo lograba, y entonces presenciaba su muerte, se desangraba lentamente, y Miaka sufria, gritaba en silencio, y nadie la escuchaba. Desperto sudando, con los ojos casi salidos de sus orbitas, y respirando agitadamente. Se dio cuenta de que ya era de dia, se desperezo y salio de la cama en busca de la ropa que Kaimy habia dejado sobre la mesa, como hacia habitualmente. Se trataba de un pantalon vaquero hasta los tobillos y una camiseta negra, de tiras, y algo ajustada. Decidio dejarse el pelo suelto, y bajo a desayunar. En esta ocasion, cuando llego a la mesa, vio que Yothuel tambien estaba sentado.

-¿Desayunas hoy conmigo? Tu siempre desayunas mucho antes...- comento Miaka mientras se sentaba. Yothuel leia distraidamente un periodico.

-Si, hoy desayunare contigo- y sin mas, coloco el periodico delante de su cara y no pronuncio ninguna palabra. Miaka se encogio de hombros, y al poco tiempo un chico con aspecto jovial y moreno, sirvio el desayuno. Miaka tomo un criossant y lo unto con mantequilla, bebiendo un sorbo de su vaso de leche.

-Ha pasado mucho tiempo desde que estas aqui, Miaka- Yothuel uso una voz tierna, y Miaka supo que estaba decidido a introducirse en una conversacion importante.

-Si, lo sé, me siento bien aqui- ella lo dijo con sinceridad.

-Se que te sientes bien aqui, Kaimy me habla de ti con mucho entusiasmo. Dice que te considera la hija que perdio hace tiempo- su voz ahora sonaba burlesca, y Miaka se sintio ofendida.

-No creo que sea educado burlarse de las desgracias de las demas- dijo ella, seriamente- ¿perdio una hija?- se sentia realmente estremecida.

-Si, se llamaba Siake. Tenia nueve años cuando un coche la atropello y la dejo sin vida- un escalofrio recorrio a Miaka de arriba a abajo, poniendole los pelos de punta.

-Vaya... no lo sabia- comento Miaka, bajando la cabeza.

-No, Kaimy no suele contar sus intimidades- Yothuel tomo tambien un criossant- espero que no hayas olvidado la razon del por que estas aqui- dijo Yothuel en modo cortante. Miaka se atraganto.

-No, no lo he olvidado... en absoluto- respondio ella- pero tu no me has dicho nada, ni me has dado ninguna orden-

-Creo que lo primero que debes saber son los deseos que quiero, porque tus deseos seran para mi- la voz de Yothuel sonaba imperativa.

-Te escucho- dijo Miaka, bebiendo otro sorbo de leche.

-Bien, te los dire, pero no quiero que hagas preguntas sobre las razones de mis deseos.- Miaka lo miro y asintio con la cabeza- Deseo volver a ver a mi familia unida, deseo que mi hijo vuelva a hablarme y que mi esposa deje a su amante y vuelva conmigo- Miaka tenia los ojos realmente abiertos.

-Nunca... espere esos deseos de ti- dijo.

-¿Por que? ¿Acaso crees que nadie puede o pudo amar a alguien como yo, y darme un hijo?- La pregunta de Yothuel le dolio a Miaka, y eso era lo que queria el.- Pues te equivocas... y puedo demostrartelo cuando quieras- esa mirada lujuriosa volvio a los ojos de Yothuel. Es realmente atractiva, penso.

-No... yo... lo siento mucho. Las cosas nunca son como parecen- comento.

-Casi nunca es como parece- corrigio el.

Miaka se quedo confusa ante tal frase, y Yothuel se levanto de la mesa, diriendose a la biblioteca.