Capítulo cinco: "Esos papeles arruinaron mi vida".

Pido perdon si tardo tanto en escribir y subir los capitulos... pero es que, o tengo demasiadas ideas que no concuerdan con el desarrollo de la historia y la linea temporal, o se me va la inspiracion y no se que hacer.

Por suerte, tengo pensados ya este y el proximo capitulo, y espero tenerlos listos lo antes posible, antes de que se me olviden las ideas!!!

Sin mas preambulos, el capitulo cinco. [esperado? O.o]

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Cuando Yothuel se levanto de la mesa y se dirigio a la biblioteca, justo en ese momento, a Miaka se le ocurrio que ese hombre ocultaba algun secreto. "Por supuesto", penso, "el no confia en mi, es normal sentir que tiene secretos". Pero, despues de pasar unos minutos en silencio sentada, mirando su desayuno apenas probado, comenzo a pensar que quiza el secreto que Yothuel guardaba era demasiado importante, y que no se lo contaba no porque no confiara en ella, sino porque saberlo podria destruir su vida.

-No has probado el desayuno Miaka, tendras problemas de salud si comes poco- Kaimy saco a Miaka de sus pensamientos. Ella desvio su cabeza y la vio de pie ante ella, con cara preocupada y con su curvacion corporal de siempre.

-¡No te preocupes! Es que esta mañana me he levantado sin demasiada hambre- Miaka fungio lo mejor que pudo que su falta de hambre no era debido por nada en especial. Kaimy la miro de reojo, como desconfiando, y finalmente suspiro resignada, levantando las manos en gesto de rendicion. Miaka sonrio ante su gesto y le dio un abrazo. Penso que Kaimy era una persona muy cariñosa, que debia haber sido muy doloroso para ella perder a su hija. Le hubiera gustado hablar con ella sobre ese tema, sentarse tranquilamente y escucharla, llorar, gritar, ... lo que fuera, pero recordo cuál era su mision y la razon por la cual estaba en esa casa. Le dijo a Kaimy que le gustaria ir a leer un rato, y la dejo en la mesa del comedor sola, mientras se dirigia con parsimonia hacia la biblioteca. Cuando entro, cerro la puerta lentamente y sintio deseos de leer algo que contuviera fantasia, sobre todo mucha fantasia, porque en ocasiones ella odiaba ver la realidad de la que estaba rodeada.

Buscando entre el gran numero de libros, encontro uno que se titulaba: "La historia interminable". El titulo en si no le habia atraido, lo que habia hecho que se parara frente a aquel libro fue su portada: era azul y de cuero, pero estaba bastante desgastada, aunque aun conservaba parte de la esencia de ese olor a nuevo. Cuando lo tomo en sus manos, vio que en la parte delantera, el titulo estaba inscrito en relieve, en letras doradas y cursivas. Lo toco con la yema de sus dedos, y lo sintio suave al tacto, como si una bonita historia se escondiera en ese libro. Penso en que el titulo era algo ironico, ya que si la historia era interminable de verdad, ¿por que el libro terminaba?

Distraidamente miro a la columna de donde habia tomado el libro, y fruncio el ceño al ver que justo detras de donde habia estado el libro, habia un pequeño boton, apenas visible, pero desde esa cercania posible de ver. Movida por la curiosidad, y en parte tambien por saber si descubriria el secreto que guardaba Yothuel, pulso el boton. Acto seguido la columna se movio sin producir el minimo ruido, y Miaka dio dos pasos hacia atras, asustada. La columna se abrio en dos, y ante Miaka aparecieron unas escaleras rodeadas de oscuridad. Vacilo un poco entre bajar o quedarse ahi, sobre todo penso en la cara que pondria Yothuel si se llegaba a enterar de que habia estado hurgando entre sus cosas, pero finalmente la curiosidad gano y sus pies se movieron solos, bajando lentamente por las escaleras. Fueron unos minutos apenas los que estuvo descendiendo, hasta que se topo con una habitacion, un sotano, penso, totalmente oscuro si no hubiera sido por una pequeña lampara encendida y colgada en el centro del cuarto. Miaka estornudo al aspirar la gran cantidad de polvo que habia alli, ademas de que olia a humedo, viejo y abandonado. Pronto comenzo a observar esa habitacion: no tenia suelo, era todo de piedra, y quiza era por eso por lo que se filtraba tanta humedad. Las paredes no habian sido pintadas, y eran asperas debido a que no se le habia dado una mano de pintura. En una de las esquinas habia una silla media rota, y en la otra esquina una camilla con varias cadenas oxidadas encima de ella. Se acerco a la mesa que habia en medio de la silla y la camilla, y vio que tenia una gruesa capa de polvo, y que encima de esta, habia varios libros y documentos. Reparo en un papel tan viejo que se habia vuelvo amarillento, y lo tomo en sus manos con cuidado, temerosa de que fuera tan antiguo que se deshiciera entre sus dedos. Entonces vio que procedia de una clinica psiquiatrica.

"Informe preliminar: al paciente Yothuel Kamit, ingresado en esta clinica hace un año y medio, despues de hacerle las pruebas correspondientes, se le ha determinado un retraso mental de dos años que le produce esquizofrenia nerviosa, haciendole violento

Japon, 2003".

Miaka volvio a releer el informe, con ojos bien abiertos, puesto que no daba credito a lo que estaba leyendo. Miro de nuevo la fecha, 2003, habia sido el año pasado. Miaka se paso la mano por la frente y descubrio que estaba sudando, y justo en el momento en el que iba a seguir leyendo, algo muy pesado cayo sobre ella, tirandola al suelo y haciendole gritar.

-¡Nadie te ha dado permiso para entrar aqui!- Miaka logro reconocer la voz de Yothuel debajo de este tono de impaciencia y temor que nunca habia imaginado que tuviera.

-Yothuel... ¡lo siento! Yo... - Miaka apenas podia respirar, tenia el peso absoluto de Yothuel encima de ella. El se levanto y la jalo del brazo, agarrandola fuerte y dañinamente por los hombros, clavandole sus dedos y mirandola fijamente, con la furia resaltada en sus ojos.

-¡Te dije que casi nada era lo que parecia Miaka! Esos papeles arruinaron mi vida, ¡no tenias derecho a leerlos!- Yothuel la zarandeo violentamente, y Miaka cerro los ojos con miedo. Yothuel la solto casi de un empujon, y se puso a caminar por la habitacion.- Si... esos papeles arruinaron mi vida... yo tenia una vida feliz... y de repente un dia... no se lo que paso, y cuando desperte estaba metido en esa ratonera, con muchas personas mirandome de tal forma que me sentia intimidado. Estuve ingresado... y cuando esos papeles llegaron... - Yothuel sudaba, y tenia los ojos realmente abiertos, mirando a todos lados, como si alguien lo observara. Hablaba con rapidez y temor, como si lo que dijera fuera un secreto que se dicen dos niños de cinco años.- esposa se alejo de mi, dijo que era lo mejor para el bebe...- Se paro justo delante de la mesa, y dio un puñetazo tan fuerte que Miaka oyo como se resquebrajaba la madera de la mesa- ¡maldita sea!- Yothuel volvio a mirar a Miaka, con ojos freneticos, y se acerco rapidamente a ella- ¡pero yo soy buena persona! ¿Verdad que sí Miaka? Soy buena persona... - comenzo a zarandearla nuevamente- pero estoy harto de esperar, voy a demostrarte que soy buena persona- Acto seguido empujo a Miaka con una sonrisa malvada y una lujuria sin fin en sus ojos, y la arrincono contra la pared.

-¡No!- Miaka grito e intento zafarse pero Yothuel la golpeo y ella se estuvo quieta.

-Quieta Miaka... cuando estas quietecita me gustas mas... - Yothuel le hablaba casi al oido, mientras sus manos se movian torpes y temerosas por su cuerpo. Arranco violentamente la camiseta de tiras roja que llevaba Miaka, dejando a la vista un sujetador de encaje blanco. Miaka sintio como el miembro de Yothuel crecia y se endurecia mas dentro de sus pantalones, y gimio de miedo, intentando salir del rincon.

-Yothuel, ¡no me hagas daño! Por favor Yothuel, no lo hagas... - Yothuel la miro, y sonrio de lado, aspirando el aroma de su cuello, y deleitandose con el temor que infundaba en ella. Eso le excitaba aun mas.

-Shhtt... Miaka no grites, sore wa himitsu desu- Susurro en su oido.

Yothuel siguio tocando a Miaka, se acercaba mas a ella y encajaba su cuerpo con el de ella, metio una de sus manos en el sujetador de Miaka, tocando uno de sus pezones, a lo que Miaka respondio con un grito ahogado de terror. El desabrocho los pantalones de Miaka y acto seguido desabrocho los suyos, bajandolos rapidamente dejando a la vista unos boxers que apretaban su miembro, excitado. Miaka gimio una vez mas e intento zafarse de nuevo de sus brazos, consciente de que Yothuel la superaba en lo que a fuerza se referia. Comenzaba a pensar que no podria salir de esa situacion.

- Señor, por favor, no lo haga- Miaka miro rapidamente al lugar de donde provenia la voz, y vio a Kaimy, encorvada como siempre, con las manos entrelazadas y una expresion neutral en su rostro. Yothuel tambien la miro.

-¡Kaimy no te metas en esto y vuelve a tus quehaceres!- Yothuel le grito en tono imperativo, pero Kaimy no se movio.

-No le haga daño señor, se lo suplico- volvio a repetir Kaimy. Yothuel se descontrolo y saco de uno de sus bolsillos una pistola. Miaka grito, pero eso no logro ensorceder el disparo, que dio de lleno en el pecho de Kaimy. Sus ojos se quedaron en blanco y cayo desplomada al suelo, sin emitir ningun tipo de sonido, sin esperarlo siquiera.

-¡Kaimy!- Miaka, con una fuerza que no habia esperado que saliera de ella, empujo a Yothuel y salio corriendo hacia Kaimy. Cuando llego a su altura se arrodillo ante ella, y le acaricio su cabello, encanecido por el paso de los años, mientras que unas lagrimas saladas y llenas de dolor inundaban sus ojos- Kaimy... no... - Miro y Yothuel, y una furia desconida de adueño de ella- ¿¡Por que lo hiciste!? ¡Ella no tenia derecho a morir asi!-

Yothuel se acerco a ella y al cadaver de Kaimy, alrededor del cual la sangre comenzaba a unirse formado un charco, del que se desviaba un pequeño hilo que seguia una grieta en el suelo. Agarro a Miaka por su cabello y la empujo tirandola al suelo.

-Callate la boca Miaka, o acabaras igual que ella. Ahora vete de aqui antes de que no siga con lo de antes, porque tengo que pensar como deshacerme de ella- miro el cadaver de Kaimy con repugancia.

Miaka obecedio, no sin antes volver a mirar el rostro de Kaimy. Sus ojos cerrados, no mostraban que hubiera sentido dolor. Y pensar que hacia unas horas habia querido hablar con ella sobre todo...