Nota: Hola a todos! este es mi primer fic... lo escribi hace un tiempo, pero recien he decidido publicarlo. La historia ya esta terminada, pero solo voy a publicar los 6 primeros capitulos y luego esperare que dejen criticas para ver si les gusto la historia. El personaje principal de mi historia salio de una idea que queria escribir, pero termino siendo una persona mas del mundo de Harry Potter. Espero que les guste y no se olviden de dejarme mensajes..

----- La Vida Continua-----

En las estrechas calles de un desolado vecindario, se puede divisar una casa que aún tiene una luz encendida. Son las 4 de la madrugada, día 31 de Julio, y todos están dormidos... mejor dicho, casi todos. Casi lo olvido; hoy es cumpleaños de Harry. No, hoy no vamos a ir directo a él; primero haremos una pequeña visita a la aún alumbrada casa del desolado vecindario. Estamos en San Francisco, California. Estados Unidos de América... el país de la libertad, ¿o me equivoco? Les voy a contar un poco acerca de la vida de este chico.

Su nombre es Rob, Rob Ling, y es descendiente de una familia asiática. Sus padres no se encuentran con él; murieron cuando aún era un bebé. Su abuelo lo cuidó – le dio alimento, vestimenta, educación y, lo más importante, le dio un lugar al que pudo llamar hogar. Su padre fue nacido en América, pero supo mucho acerca de la cultura oriental... su historia, su arte y, por supuesto, las artes marciales; todo lo aprendió de su padre. Rob no tuvo la misma suerte, pero su abuelo le enseñó... y lo hizo bien.

La madre de Rob, bueno... ella era descendiente de una poderosa familia mágica, lo que lo convertiría en un mago. Sus padres se enamoraron hace unos 20 años y formaron una familia, aunque nadie aprobaba la idea. De esa unión salieron 3 hijos, de los cuales Rob era el segundo, pero David (que era el mayor) y Lucy (que era melliza de Rob, pero es la última por haber nacido minutos después que él) también habían muerto. Sólo quedaban Rob y su abuelo, a quien llamaremos Sr. Ling.

El Sr. Ling ya era muy mayor, era sabio en todos los sentidos y estaba lleno de energía. El le enseño todo acerca de la historia de los chinos, la filosofía, el arte y, por supuesto, las artes marciales. Rob era un buen aprendiz, era brillante, elocuente y también estaba lleno de energía. Siempre trataba de hacer feliz a su abuelo, ya que era la única persona de su familia que estaba con él. A parte de aprender cosas sobre su herencia cultural, también asiste a la escuela. La Escuela Dongead Realm de Magia y Hechicería.

Rob está a punto de terminar su último año en la escuela, tiene 17 años, y éste será su último año como un estudiante. El no está tan interesado en la magia, prefiere aprender de su abuelo, pero él recibió una carta de aceptación a los 11 años... y bueno, lo hizo para ver de qué se trataba. La verdad es que preferiría estar con su abuelo; en la escuela nunca se sintió a gusto, pero supo ocultarlo bien. Como siempre, fue buen estudiante... sacaba buenas notas, se llevaba bien con todos – hasta con los profesores. El no era el típico chico popular... la gente lo adoraba, él tenía ese carisma único, pero nunca se sintió a gusto.

De pronto, la luz de la casa se apagó y se oyeron los pasos de alguien dentro de ésta, que bajaba las escaleras. Repentinamente, la puerta se abrió y un joven de 1,80 m., cabello corto, oscuro y lacio, salió de la misma. Era Rob y cargaba consigo una maleta mediana y un gran baúl. Luego, de la oscuridad de la calle, apareció un hombre que parecía tener unos 70 años. Ambos se encontraron debajo de uno de los postes de luz que había en la calle. Rob tenía unos hermosos ojos azules y rasgados, su cabello tenía un ligero color azul –obviamente se lo había teñido. Tenía el rostro muy fino, pero se veía muy varonil... tenía cuerpo atlético, debido a su entrenamiento. En cambio, el otro hombre era ya mayor, tenia el pelo ligeramente largo y era gris; era más o menos de la altura de Rob debido a la pequeña encorvadura de su espalda. Tenía el rostro un poco arrugado, pero tenía una mirada intensa y, a la vez, tranquilizadora.

El hombre que estaba con Rob era el Director de su Escuela, Julius McNamus, y con una sonrisa, llena de buenas intenciones, le dijo:

- Todo está listo. Hogwarts no debe ser un problema para ti, Rob. Eres un excelente alumno, no debes preocuparte... todo saldrá bien.

Hubo un momento de incómodo silencio, en el cual los dos se miraron a los ojos. Luego, el Director de Dongead Realm continuó:

-Espero que la muerte de tu abuelo no te impida seguir con tu vida. Tienes que seguir adelante, Rob... tienes un brillante porvenir. No puedes echarte la culpa por todo lo que le sucedió a tu familia. No creo que a ellos les hubiera gustado verte de esta forma...

Rob interrumpió de forma tajante las palabras de su mentor:

-Ya s que no soy culpable de nada, yo no me culpo por lo que le pasó a mi familia. El único culpable que debe pagar es Voldemort... él no es más que un asesino.

McNamus se quedó atónito, el nombrar a Voldemort en estos tiempos no era más que llamar a la muerte. El miró a Rob y éste se disculpó, pero la idea de ir a Londres para vivir con una familia adoptiva no le parecía una buena idea. Eso significaba que estaba huyendo de él. Luego de que Voldemort recuperará su cuerpo, y matara a su abuelo, lo único que quería hacer era vengarse, pero luego escuchó la voz de su ya fallecido abuelo, y le decía:

-La ira no te llevará a ningún lado, éste te llevará al camino del mal. Respira, concéntrate, siente tú alrededor. Todo lo que está fuera de ti, es uno solo contigo mismo. Encuentra la armonía de los elementos. No pelees por pelear, esto es un arte...

-No se preocupe, profesor. No lo defraudaré (no defraudaré a mi abuelo), puede confiar en mí. Además, el profesor Dumbledore estará ahí... todo estará bien.

Diciendo esto, Rob cogió sus cosas y subió a un auto.

-Ah, profesor... casi lo olvido. Voy a viajar de la forma tradicional; me dará más tiempo para acostumbrarme. Y no se preocupe... los Lindley ya lo saben, me irán a recoger al aeropuerto.

McNamus asintió con la cabeza, entonces Rob encendió el motor y puso el carro en marcha. Se pudo ver el auto desapareciendo por la calle. Luego, el viejo Julius cerró los ojos y dijo para si mismo:

-Buena suerte, joven Ling. No dudo acerca de tu brillante futuro, deberás superar muchos obstáculos en tu nueva vida... pero estoy seguro de que lo lograrás.

El camino hacia el aeropuerto era largo, tenía dos horas para estar solo en el auto y, luego, tendría que estar más de 10 horas en el incómodo avión. La soledad es algo bueno, te deja pensar... reflexionar. Ahora estoy solo, no tengo a nadie... bueno, creo que Hogwarts no puede ser peor. La verdad es que nunca fui feliz en mi escuela... todos creían que me conocían, pero no era así. Creo que es un buen momento para cambiar de actitud, debo de sacar algo bueno de todo esto...

En realidad, tengo mucha curiosidad de ver cómo es Hogwarts, he oído tantas cosas de esa escuela... además, si no me equivoco, Harry Potter asiste a clases ahí. Eso deberá ser interesante... nunca he conocido a alguien como él. WOW! El niño que vivió...

Cuando se dio cuenta que había llegado al aeropuerto, bajó sus cosas. Eran ya más de las 6 de la mañana. De pronto, su teléfono celular sonó.

-¿Aló? ¿Diga? Hola, Jeff...

-¡Hey, Rob! ¿Ya estás en el avión?

-No, recién he llegado. Pero me acabo de dar cuenta que no tengo a nadie para que se lleve mi auto... oye, ¿crees que puedas venir y llevártelo?

-Por supuesto, y mejor aún... ¿qué te parece que te vaya a despedir?

A Rob no le gustaba la idea, pero aceptó la oferta de "su amigo". Su avión salía a las 9 de la mañana, así que tenía 3 horas para hacer todos los chequeos.

Jeff llegó a las 8 de la mañana... Rob ya había embalado sus maletas, y visto todos sus documentos. Le dio la llave y lo miró a los ojos. Jeff le respondió la mirada con unas palabras que hicieron pensar a Rob.

-No te preocupes, todo saldrá bien... te conozco bien, aunque no lo creas. Probablemente ya has escuchado lo mismo de McNamus... ese viejo siempre sabe que decir. Espero que te vaya bien... y recuerda, cuando creas que todo te va mal... piensa en lo que tienes aquí. Acá tienes un amigo, Rob.

Luego de esas palabras, Jeff lo abrazó y Rob respondió el abrazo.

-Cuida bien mi auto, ¡sino sabes que te mataré!

Con esto dicho, Rob se puso su maleta en el hombro y se fue alejando, dejando a Jeff con las llaves. Pasó los puestos de seguridad, el detector de metales, la máquina de rayos x y, finalmente, presentó su boleto. Se fue directamente a su puerta de embarque, donde luego de unos minutos, embarcó su avión hacia Londres.

Pasó su primera hora pensando en lo incómodo que estaba, pero luego... Rob empezó a cerrar los ojos. Tenía sueño; después de todo, había estado despierto toda la madrugada. Luego de unos minutos, quedó profundamente dormido.