-----Un Sueno Particularmente Extrano-----
Rob abrió los ojos, pero no estaba en el avión. Era obvio que estaba soñando, lo presentía... además él SI había abordado el avión. De pronto escuchó unos gritos ensordecedores, que eran capaces de romperle los tímpanos a alguien si uno se encontraba a una cercana distancia, pero los gritos eran lejanos... – Gritos de dolor, de sufrimiento, de horror. Aquellas personas maldecían a alguien, trataban de salvar sus vidas. Luego vio un resplandor verde que lo cegó momentáneamente, y escuchó la risa diabólica de alguien.
-Sé quien eres... – le decía en tono lúgubre – Ling, un fuerte apellido... lástima que tu familia murió, mejor dicho, fue asesinada. Tendrás el mismo destino, nada te salvará. Vendrás a mí...
De la nada, una sombra enorme apareció y fue tomando forma humana... Rob sentía su corazón latiendo fuertemente, sentía la sangre subiendo a su cabeza y sentía el sudor en sus manos. Sus rodillas se debilitaban y no podía hablar.
La extraña forma humana se puso en posición de combate, y Rob sabía qué hacer, pero no podía moverse... estaba totalmente inmóvil. El hombre dio un golpe con el brazo izquierdo que tumbó a Rob. Se elevó unos tres metros en el aire y, cuando cayó al piso abrió los ojos nuevamente, encontrándose en el avión. Su respiración estaba acelerada, y se le hacía muy difícil. Miró alrededor y se dio cuenta que muchos lo miraban, se disculpó con todos y se tranquilizó.
¿Qué habrá sido eso? – pensaba. Me parece haber vivido eso antes, pero no recuerdo cuándo o dónde. ¿Por qué se habrá acelerado mi corazón? Era solo un sueño, ¿o no? Pero...
-¿Se le ofrece algo, joven? – lo interrumpieron.
-Hmm... No, gracias. Pensándolo mejor, solo déme una Coca Cola con hielo. – La aeromoza sirvió la bebida y se la dio; luego se fue por el pasillo.
-¿Cuánto faltará para llegar a Londres? – Rob miró su reloj y solo habían pasado seis horas; aún tenía un largo camino que recorrer. Ya no quería pensar más porque sabía que si lo seguía haciendo terminaría pensando en su familia.
Ya no podía seguir durmiendo, era ya de tarde. Luego se dio cuenta que estaban dando una película, así que decidió verla. Se quedó dormido, al parecer la película no fue muy interesante.
Rob abrió los ojos y se encontraba en otro lado, otra vez estaba soñando. El ambiente se parecía mucho al de su último sueño, y se escuchaban los mismos gritos. Él ya sabía qué se acercaba... el hombre ese que se apareció de la nada. Esta vez lo iba enfrentar, pero pasó algo inesperado. Algo lo cogió por el cuello y lo empezó a ahorcar; pronto, ese algo tomó forma y era el mismo hombre que lo había derrotado en su sueño anterior.
-Esta vez no te escaparás, Ling. – dijo con un tono diabólico.
Rob ya casi no podía respirar, y estaba a punto de perder el conocimiento, pero volvió a abrir los ojos y estaba sofocándose en el avión. La aeromoza y varios pasajeros lo estaban mirando. Se levantó de su asiento y se fue al baño...
¿Qué demonios sucede conmigo? – se reprochó mentalmente. Abrió el caño y se mojó la cara, estaba sudando. No sabía porqué.
Salió del baño y le dijeron que tenía que tomar asiento porque ya estaban a punto de aterrizar. A él le pareció extraño porque el viaje no le pareció largo... bueno, creo que debió haber sido porque pasó la mayor parte del tiempo dormido. Las horas en el avión pasaron volando, y Rob ya se encontraba en territorio británico. Era la primera vez que salía de Estados Unidos. Se sentía extraño, los oídos le dolían y no sabía a donde ir por lo que siguió a la multitud.
Pronto se encontró casi fuera del aeropuerto, pero no encontraba a su nueva familia. Bueno, su familia era mágica... tal vez no sabían como llegar o algo así. Luego vio una pequeña figura que se le iba acercando rápidamente, era una señora de estatura baja. Por lo menos era 30 cm. Más pequeña que él. Tenía el pelo castaño largo y ondulado, su rostro era delgado y un poco pálido. Ella se le acercó y le dijo:
-Tú eres Rob, ¿verdad? Te reconocí por la foto que nos mandó el Profesor Dumbledore. – al decir esto, la señora sacó una foto del mundo mágico y se la mostró a Rob. Todos voltearon sus cabezas para ver cuál era el escándalo, por lo que él le arranchó la foto y la guardó. Yo soy la señora Lindley... mi nombre es Lydia, pero puedes llamarme mamá si lo deseas... no me molestaría.
-Bueno, señora... este, Lydia. La verdad es que nunca se me ha sido fácil todo este tipo de cosas – le fue sincero Rob.- Me imagino que Dumbledore ya le habrá dicho mi historia, y espero que comprenda.
-Hijo – le dijo la señora Lindley. – Sé que cuando estés listo, podrás hacerlo. No te presiono... lo único que te pido es que no me trates como usted y me empieces a tutear... vas a tener que confiar más en mi.
-Está bien, Lydia... lo intentaré.
-Vamos, Rob... tenemos muchas cosas de que hablar. Dumbledore nunca fue muy específico en los detalles, pero tenemos un largo camino. Howard nos está esperando en ese auto muggle que tuvimos que aprender a usar. Aún tiene algunos problemas con el funcionamiento.
-Lydia, si desea –s, yo puedo conducir...
-Eso sería de mucha utilidad, nos ahorraríamos horas de camino...
Así, Rob y la señora Lindley cogieron las maletas y se dirigieron al auto.
El auto estaba un poco maltratado; al parecer, el señor Lindley había tenido muchos problemas para manejar. Rob ya podía divisar a un hombre que estaba sentado en el asiento del conductor, estaba vestido extrañamente... bueno, era un hechicero. Finalmente, llegaron al carro y vio que el señor Lindley efectivamente era un poco raro, tenía puesta su capa esmeralda. Tenía una mirada perdida, como si no supiera que estaba haciendo, su rostro era también delgado y un poco pálido. Tenía una barba marrón y era calvo.
C-ariño – le dijo Lydia a su esposo. Muévete y ponte en otro sitio, Rob conducirá. El tiene más experiencia con el funcionamiento muggle del auto.
-Entonces tú eres Rob – le dijo el señor Lindley. Mucho gusto en conocerte, hijo. – le extendió la mano que Rob saludó.
Howard Lindley se movió al asiento trasero para darle sitio a Rob. Él se sentó y encendió el auto.
