-----Una Casa Como Ninguna-----
El camino a la casa de los Lindley fue tranquilo y callado. El ambiente estaba lleno de ese molesto silencio... Hasta que la Sra. Lindley comenzó a hablar.
-Rob, querido. ¿Alguna vez has estado en Londres?
-La verdad, no – respondió Rob. Es la primera vez que salgo del continente americano, a decir verdad... Mi familia nunca tuvo grandes sumas de dinero.
-Bueno, entonces te llevaremos en un tour por Inglaterra, antes de que comiencen las clases... ¿te parece?
Rob no sabía que contestar, conocía poco a esas personas, pero era una invitación por parte de su nueva familia...
-Está bien – contestó.
Cuando llegaron a la casa, Rob quedo con la boca abierta porque lo primero que vio fue una reja que se hacía visible poco a poco, esta era la entrada a lo que parecía un bosque. Cuando el carro paro frente a la reja, esta se abrió lentamente por si sola.
Rob condujo por un camino luminoso que aparecía en el bosque y notó que los árboles se apartaban de su camino, era asombroso. Finalmente, llegaron a lo que parecía una pequeña casa en medio del bosque.
La Sra. Lindley salió del auto rápidamente junto con el Sr. Lindley; Rob tardó un poco en salir de su asombro (un camino tan increíble, para llegar a una casita), pero cuando lo hizo para sacar sus maletas, vio que los Lindley habían abierto la puerta y lo que vio dentro lo dejó más aturdido. La casita que veía en medio del bosque, no tenía nada que ver con la mansión que se veía dentro...
Escaleras de mármol, cuadros de pintores del mundo mágico, estatuas que cambiaban de posición y muebles que parecían muy caros. La Sra. Lindley al ver su rostro, sonrió y le dijo alegremente:
-¿Asombrado? No tienes porque estarlo. Es un simple hechizo para que la casa sea más amplia por dentro que por fuera... ¿no crees que una mansión en medio del bosque es un poco llamativo?
-Hmm... es verdad. – Sonrió Rob.
Subió los 4 peldaños de la escalera de madera y entró en la casa. Era una hermosa mansión que parecía tener más de 3 pisos; las escaleras se movían y cambiaban de posición, los cuadros paraban de moverse y empezaban a saludarlo conforme el caminaba por el pasadizo. En medio de la sala de estar, había un cuadro que flameaba como si fuera una chimenea de verdad, y cerca de las vitrinas llenas de adornos de todas las partes del mundo, había un cuadro que mostraba 3 puntos – uno de ellos tenía su nombre. Era un mapa de toda la casa, este le confirmó a Rob lo que pensaba... la casa era un laberinto sin fin.
Rob dio un pequeño salto cuando vio bajar al Sr. Lindley de las escaleras, ese hombre de edad media que parecía tan callado y tranquilo, se deslizaba por la baranda de la cambiante escalera.
-¡Hey, Rob! – le dijo energéticamente. Sígueme que te voy a enseñar cuál es tu cuarto y por dónde debes venir para que no te pierdas.
Rob y el Sr. Lindley se encontraban caminando por el segundo piso. Ahí también había un cuadro con 3 puntos que parpadeaban; Rob notó que la Sra. Lindley se encontraba en la cocina porque había un punto que decía 'Lydia' en el área que decía 'Cocina'. El Sr. Lindley empezó a decir que esos eran mapas de la casa, en caso de que alguna vez alguien se perdiera.
Rob ya estaba cansado de caminar con su maleta y su baúl, y solo quería llegar a su cuarto. El notaba que el Sr. Lindley hablaba y hablaba, pero él no prestaba atención – estaba demasiado cansado para hacerlo. Sus ojos estaban rojos y sentía que estaba a punto de caer al piso hasta que el Sr. Lindley dijo que habían llegado.
Cuando abrieron la puerta, Rob dejó de pensar en lo cansado que estaba – su cuarto... su cuarto era algo ¡increíble! Nunca hubiera imaginado un lugar así...
-Hmm... - dijo un poco nervioso.
-¿Qué sucede? Preguntó Howard Lindley.
-Ahh... ¿éste es mi cuarto? – preguntó inseguro.
S-i, ¿hay algún problema? – le contestó Howard.
-Bueno, es que... ¿no cree usted que es muy grande?
-Rob, ya te dijo Lydia que nos tutees – de ahora en adelante soy Howard. Y, bueno, NO. Este es tu cuarto, y no es muy grande... a comparación de la casa. Además Lydia pensó que te sentirías más cómodo si tenías todos estos objetos muggle. Los encontré bastante fascinantes, a decir verdad. Bueno, hijo – te dejo para que desempaques.
Diciendo esto, el Sr. Lindley dejó a Rob en su inmensa habitación.
Cerró la puerta y se encontró asimismo en medio de un cuarto inmenso lleno de cosas; cosas como un televisor plasma de pantalla ancha y plana inmensa, un gran equipo de sonido con parlantes de sonido, un reproductor de DVD, una computadora con escáner, cámara digital, cámara de video digital, parlantes y una pantalla plana de 21 pulgadas. Era el paraíso para cualquier adolescente, una gran fortuna, y todo era para él... después de todo, parecía que a Rob le iba a gustar vivir con los Lindley.
Dejó su maleta en el piso y abrió su baúl para sacar sus cosas. Dejó sus cosas en los estantes de la pared, y guardó su ropa en los cajones y roperos. Se sentó en la cama y dio un suspiro. Estaba en Londres.
