-----En La Estacion Kings Cross-----

Y la semana pasó volando, ya era Septiembre... época de comenzar las clases. Todos los estudiantes de magia de Hogwarts estaban ahí, caminando con grandes baúles... tratando de ser, bueno, muggles. Los únicos que pasaban casi desapercibidos eran los magos que venían de familias no mágicas; comúnmente denominadas muggle.

Todos estaban ahí, correteando de aquí para allá, buscando por el andén nueve y tres cuartos. Baúles pasando por todas partes, nuevos y viejos alumnos, pero no había señal de los Weasley, Harry o Hermione. De pronto, un enorme grupo de gente aparece en una de las entradas de la estación; eran los Weasley, acompañados por Harry, Hermione y sus padres. Los padres de Hermione se despidieron rápidamente por que se les hacía tarde a todos, lo mismo hicieron el Sr. Y la Sra. Weasley.

-Vamos, vamos... corramos. ¡Se nos hace tarde! – gritó Ginny. No quiero perder el tren...

-Pero Ginny, olvidas que podemos usar otro medio de transporte para llegar – le recordó Ron.

-No, gracias... no deseo terminar empotrada en medio del Sauce Boxeador.

-Oh... vamos, Ginny; fue divertido... pregúntale a Harry.

-Ah... este... - tartamudeó Harry.

-Mira, Ron... si no te apuras te voy a sacar lo que tienes de pelirrojo. Es tu culpa, sólo tuya... si no te hubieras olvidado de arreglar el reloj de mamá cuando lo rompiste...

-Ella tiene razón, Ron... - intervino Hermione.

-Harry me apoya... ¿verdad? – preguntó Ron.

-No, ya sabes que no me gusta interferir en discusiones familiares... - contestó Harry.

-Pero ¿de qué hablas? Hermione no es de la familia... - contestó Ron.

Ginny y Harry se rieron calladamente entre los dos. Finalmente, lograron cruzar el mar de gente que se encontraba en la estación, y llegaron al andén nueve y tres cuartos. Ginny cruzó primero, seguida rápidamente por Harry y Ron, por último llegó Hermione con su enorme baúl cuando se le cayó uno de sus libros. Pero ella sin darse cuenta, sigue avanzando.

-¡Hey, espera! – un chico la llama, recoge el libro y mira la cubierta. – Hermione Granger, se te cayó.

-¿Qué sucede? – Hermione contesta, sin darse cuenta de que se le había caído el libro.

-Se te cayó el libro – el chico lee la cubierta nuevamente – Historia de la Magia Volumen 7 para clases avanzadas... hmm... interesante.

-Este, hmm... - Hermione no sabía qué decir.

-¿Estudias en Hogwarts? – le pregunta el chico.

-Este... hmm – Hermione aún no sabía qué decir...

-Es una simple pregunta... - la molestó.

-Si, si estudió ahí, y si me disculpas, se me hace tarde...

-Ya lo sé... ¿Necesitas ayuda con tu baúl?

-¡No!

-Está bien, está bien... ¿estás segura? – el chico cogió el baúl de Hermione y lo cargó con bastante facilidad.

-¿Te conozco de algún lado?

-No, no sé. Tal vez, la semana pasada estuve en el Callejón Diagon, de repente me viste ahí; después de todo, todo Hogwarts estuvo ahí...

El chico puso el baúl en el tren y acompaño a Hermione hasta que ella se despidió. Hermione se fue caminando hasta el compartimiento donde se encontraban sus amigos. En el camino recordó.

-El chico del Callejón Diagon... - pensó ella.

Finalmente encontró a Harry y a los demás. Estaban en un compartimiento al fondo del Expreso a Hogwarts, 4 asientos ocupados por Ron, Harry y Ginny.

-¡Hey! ¿Qué te demoró tanto? – preguntó Harry.

-Bueno, bueno... eso no importa. La cosa es que te guardamos sitio. – dijo Ginny.

-De todos modos... ¿Por qué te demoraste? – preguntó Ron.

-Se me cayó uno de mis libros...

De pronto la conversación fue interrumpida por Luna Lovegood, mejor conocida como Loony ya que era un poco diferente a los demás. Llamó a Ginny, y las dos se fueron del compartimiento, dejando al trío de Hogwarts solos.

Hermione les explicaba lo que le había sucedido cuando perdió su libro y les contó con quién se encontró. Al saber que Hermione había sido ayudada por el chico del Callejón, ese tipo que la había dejado sin habla, Ron se puso colorado... pero no por la vergüenza, sino por la rabia. Estaban a punto de comenzar a pelear, mientras Harry rezaba para que no suceda, cuando de pronto fueron interrumpidos.

-Discúlpenme, ¿Está ese asiento ocupado?

-No, no lo está – dijo Hermione volteando la mirada, cuando ve quién habla, se queda muda.

-Si, si lo está – intervino Ron. – Mi hermana está ahí...

-Pero, Ron... - interrumpió Harry. – Ginny se fue con Luna, ¿no?

-Si, Ron, no seas mala gente...

-Entonces... ¿me puedo sentar ahí?

-Si... - afirmaron Harry y Hermione, contra un enojado Ron.

El chico se sentó en el asiento disponible, al costado de Hermione y frente a Harry. La luz que entraba al compartimiento por la ventana, iluminaba su cabello haciendo notar que era azul. Su tez clara, pero con un poco de color. Sus rasgos orientales lo hacían misterioso.

-Oh... disculpen mi educación, déjenme presentarme... mi nombre es Rob.

-Hola, Rob. Gusto en conocerte – respondió una ruborizada Hermione. Como sabes, yo soy Hermione, Hermione Granger. Él es Ron – señalando a un molesto pelirrojo – Ron Weasley, y él es...

-Potter, Harry Potter. – interrumpió Rob. Pero por supuesto, quien no lo va a conocer. El niño que vivió... eres toda una celebridad, no solo aquí... en todas partes del mundo. A decir verdad, estaba ansioso de conocerte.

-No es para tanto – dijo un nervioso Harry. Ya le había sucedido encuentros así, y bueno, él sabía que cualquiera podía ser enviado de Voldemort. Algo no le gustaba de Rob, pero no sabía qué era, y mientras no lo supiera, no podría hacer nada.