Inocencia ¿robada?
El momento de la verdad.
Un blanco manto de nieve cubría los otrora verdes paisajes que rodeaban el castillo de Hogwarts, recinto que servía de escuela a jóvenes aprendices de magia y hechicería. A pesar de los recios muros de piedra que componían la magna construcción, el frío se hacia sentir en cada rincón del colegio calándose hasta los huesos de quienes tenían la osadía de rondar el castillo a esas horas. Y es que había que ser muy intrépido para atreverse a salir a esa hora de la noche con la alta probabilidad que existía de ser descubierto por Filch, el celador del castillo. El viejo conserje conocía la mayoría de los pasadizos secretos del colegio y ayudado por su gata, la señora Norris, un espécimen felino flaco y con ojos saltones que parecía comunicarse telepáticamente con su dueño, rondaba cada noche los oscuros y lúgubres pasillos en busca de infractores.
En una de las tantas habitaciones que servían de dormitorio para los estudiantes, se encontraba Harry Potter, tratando de conciliar el sueño a pesar de sentir que se estaba congelando. No ayudaba mucho el pensar en el agradable (y templado) ambiente que reinaba hace un par de horas en la sala común de Gryffindor, mientras celebraban su nombramiento como capitán del equipo de quidditch de esa casa y la selección de su amigo Ron para guardián del mismo. Más de una vez se vio tentado en bajar a la sala común y encender una de las chimeneas, pero se contuvo al pensar en que por el sólo hecho de salir de su cama moriría de frío. Realizando un acto de valentía, sacó uno de sus brazos de debajo de las mantas para correr el rojo dosel de su cama. Ron no había llegado. ¿Estaría aun con Hermione?. Rápidamente volvió a su lugar tanto el cortinaje como su brazo, y sintiéndolo entumecido, lo pegó contra su cuerpo para devolverle la temperatura. Trató de pensar en algo que le hiciera entrar en calor o lo encontrarían al otro día muerto por hipotermia. Eso sería realmente sarcástico, pensó el ojiverde. Sobrevivir a una maldición imperdonable lanzada por el mismísimo lord Voldemort, pero morir debido a las bajas temperaturas invernales. Se concentró en encontrar algo que le hiciera avergonzar, eso siempre le producía una sensación de bochorno, un extraño y poco agradable calor (aunque en ese momento no lo consideraría desagradable, si no más bien una bendición). Cho... siempre que la veía sentía arder su cara de una manera incontrolable. Trató de visualizar el rostro perfecto de la oriental. Su boca sonrosada, siempre cubierta de un ligero brillo. Su sonrisa perfecta. Su nariz fina, respingada. Su piel blanca, pecosa. Su cabello rojo como el fuego... Harry abrió los ojos alarmado. ¿Desde cuándo Cho se parecía tanto a Ginny?. Más bien... ¿Desde cuando Ginny le hacía sonrojar?. Cerró los ojos nuevamente sintiéndose repentinamente sofocado. No sabía si por el descubrimiento que había hecho, o por el temor de la reacción de Ron si se llegaba a dar cuenta. Y lentamente fue cayendo dormido, pensando en chimeneas, pecas y cabelleras rojizas.
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En otro lugar del castillo, un par de alumnos no sentía frío a pesar de que sus ropas estaban desperdigadas en el piso del cuarto que los cobijaba. Lo más probable es que tanto el fuego que ardía en la chimenea, como la actividad en la que estaban inmersos evitaban que sintieran las inclemencias del clima.
No temían ser descubiertos, ya que se encontraban en un lugar del que muy pocos tenían conocimiento: Un cuarto Mágico que se transformaba según la necesidad del que lo requiriera, y en esa ocasión se había convertido en un salón con un cómodo sofá, ubicado frente a una chimenea en la que crepitaba una agradable fogata. La ambientación invitaba a tener una larga y agradable plática, pero no era precisamente eso lo que estaban haciendo Ron Weasley y Hermione Granger.
Una vez más esa sensación de plenitud lo invadía, era exactamente lo mismo que había sentido la primera vez que habían hecho el amor, o más bien, que él le había hecho el amor. No estaba seguro si para la chica había significado lo mismo, ya que se vieron obligados a hacerlo para conseguir uno de los ingredientes de la poción que salvaría a Dumbledore de la muerte. Sin embargo para él, incluso esa frase tenía un vano significado, el real descriptor para lo que había ocurrido no existía, él había entregado mucho más que su cuerpo y alma durante esa noche, tal como lo estaba haciendo ahora. ¿Por qué lo hacia?. La respuesta era más que obvia. La amaba, más que a nada en el mundo, más que a él mismo, más de lo que cualquiera pudiera imaginar. Dios... cuánto la amaba. Suavemente abandonó los labios de la castaña y descendió por su barbilla, por su cuello, rozando, besando cada milímetro de piel en su descenso.
Hermione se había abandonado completamente al juego de besos, caricias y al acompasado ir y venir de su pecoso amigo. Sus defensas habían sucumbido ante las atenciones que le brindaba el pelirrojo. Siempre ocurría lo mismo, él acababa convenciéndola de todo. Un gemido se escapó de su boca cuando Ron dejó de besarla en los labios y comenzó a trazar un camino de besos en su piel, que como notó enseguida la chica, tenía como destino sus pechos.
No era por placer que había buscado esta situación nuevamente. No negaba que se sentía en el cielo, pero lo que en realidad necesitaba era sentirla suya una vez más, que le pertenecía a el, nada más que a él, a ningún otro. Podía sonar egoísta, pero esa era la manera que él tenia de expresarle cuánto la amaba, quería dejarle claro cuánto necesitaba de ella, de su cuerpo, de su amor. Y si fuese posible, quería formar un solo ser con ella, para nunca tener que separarse de su lado. La necesitaba para ser feliz, para vivir. Y quería mostrarle con cada caricia, con cada roce, con sus besos, cuanto la amaba. Y parecía que lo estaba logrando, Hermione respondía a cada uno de sus avances, sin oponer resistencia, sin negarle el paso a ningún rincón de su cuerpo. Conocía muy bien a su amiga y sabía que no lo hubiese permitido si no sintiera nada por él. Podría ser que.. ¿lo amara?. Se sintió feliz, más feliz que nunca y con esta dicha recorriéndole cada centímetro del cuerpo se concentró en su objetivo principal, mostrarle a Hermione Granger cuánto la amaba.
Hermione sintió como Ron aceleró el ritmo y se aferró a la espalda de su amante. El chico aun seguía concentrado en sus pechos, aunque ahora sus besos eran más intensos, anhelantes. Le pareció que el pelirrojo intentaba fundirse en uno con ella y deseó que eso fuera posible. De esa manera estaría siempre con él, con su amigo, con su amor, con su todo. Ayudando a Ron en la utópica misión de convertirse en uno inicio un rítmico movimiento, que se sincronizó de inmediato con el del pelirrojo.
Ron sintió las suaves manos de la chica recorrer su espalda con ansias y el vaivén de sus caderas en respuesta a sus recientes acciones, pero necesitaba más. No entendía que era esa sensación de carencia que lo invadía, pero estaba seguro de que algo le hacia falta. Abandonó los senos de su amiga para besarla, creyendo que de eso se trataba, pero esto no alivió su vacío. Con esta incertidumbre a cuestas sintió que su cuerpo estaba a punto de estallar y sin poder controlarlo más, llegó a su clímax en ese instante.
Ron nuevamente buscaba sus labios y ella recibió su apasionado beso con la misma intensidad. Sentía que su corazón se le iba a salir de su pecho, que su sangre hervía en sus venas, que moriría de felicidad. Sintió como Ron llegaba a su punto culmine y su cuerpo entero se tensó en ese preciso momento, haciéndole sentir que tocaba el cielo con sus manos.
Y así, el par de amigos culminó esta danza, la danza más antigua practicada por la raza humana, y con suaves besos y dulces caricias continuaron demostrándose su mutua devoción, hasta que el sueño los venció y cayeron rendidos en los brazos de Morfeo.
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Se despertó aun rodeada por sus brazos. Lo observó con una expresión de dulzura y tristeza. Había cometido una locura, se había dejado llevar por sus sentimientos y ahora se arrepentía de ello. Ron había bebido y de seguro su actuar estaba influenciado por el alcohol, por lo que lo más probable es que cuando se despertara y la viera a su lado recordaría muy poco de lo sucedido. O quizás... la rechazaría. El sólo hecho de pensarlo hizo que un nudo se formara en su garganta. Si eso pasaba, si se disculpaba por lo que había hecho justificándose en la presencia de hidromiel en su cerebro, ella no lo soportaría. Se mordió los labios para reprimir un sollozo mientras que las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas. Lentamente se deshizo del posesivo abrazo en que se hallaba envuelta y se levantó del sofá en el que ahora solo Ron dormía. Recogió su ropa y se la puso lo más rápido que pudo, intentando no despertar al pelirrojo mientras lo hacía. Se dirigió a la puerta y antes de abrirla miro nuevamente a su durmiente amigo. Un susurro apenas perceptible salió de sus labios antes de que abandonara la habitación.
-Te amo...
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Genial. La persona con la que menos quería encontrarse estaba sentada en uno de los sillones de la sala común, leyendo concentradamente la nueva edición de Corazón de bruja. Bajó silenciosamente lo que quedaba de la escalera, confiando en tener la fortuna de salir de la torre pasando totalmente desapercibido para todos los que estaban en ese momento en el lugar, especialmente para una persona.
-¡HARRY!- Gritó Colin
Debió sospecharlo, nunca había sido afortunado, es más, los problemas parecían perseguirlo.
-¡Te estaba esperando!- exclamó emocionado el chico, con su inseparable cámara fotográfica en las manos. Harry muchas veces pensó que ya debía formar parte de su cuerpo. – Quiero una foto tuya en tu primer día como capitán.
Harry entorno los ojos – Ahora no Colin.
-Tienes Razón, sería mejor más tarde, durante el entrenamiento- dijo meditativo –Así hay más acción.
Harry suspiró.
-Buenos días- saludó Ginny. Y aquí seguía su "suerte".
-Buenos días- contestó Harry, desganado y se sentó al lado de la chica.
-¿Te ocurre algo?- Interrogó Ginny, mirándolo inquisidoramente –Te ves raro...
Harry se sonrojó. No podía confesarle que lo que lo tenía preocupado es que según parecía, ya no le gustaba Cho, si no ella.
-Ehh... – Buscó una excusa que lo salvara de la situación –Es Ron, no llegó a dormir- soltó a la rápida, como temiendo ser descubierto en su mentira.
-Ayer se fue con Hermione, quizás...- Ginny abrió los ojos a mas no poder – Creo que debo dejar de leer esta revista- Dijo ceñuda, lanzándola al sillón de en frente.
Harry rió, la pelirroja tenia un sentido del humor muy parecido al de Ron, era agradable conversar con ella, aunque eso solo lo había descubierto ese año. Antes lo único que la pelirroja hacia en su presencia era sonrojarse y de su boca no había oído mas que un "hola" y un "adiós". Pero parecía que desde que había comenzado a salir con Dean había perdido toda vergüenza para con él.
-Ya aparecerá- dijo tranquilamente, poniéndose un mechón de cabello tras la oreja. Harry la miró embobado.
-¿Harry?- Lo llamó pasando repetidas veces su mano frente a su cara para hacerlo reaccionar.
-¿Si?- Preguntó Harry avergonzado, saliendo de su trance.
- Definitivamente estás extraño hoy- Ginny miró su reloj – tengo que irme, se me hace tarde.
-¿Tienes una cita con Dean?-
-Ya no salgo con Dean- Contestó cansinamente, como si nada pasara.
Harry trató de fingir consternación, pero su alegre expresión lo delató, aunque esto pasó desapercibido para la pequeña Weasley.
-Entonces bajo a desayunar contigo- Invitó Harry con tono casual.
-Lo siento Harry, pero tengo una cita- se disculpó Ginny
-Pero no acabas de decirme que tú y Dean....
-Zabini- Lo cortó Ginny
-Oh... – la cara de Harry ya no parecía alegre. -¿él no es Slytherin?-
-Si, pero es muy guapo- Dijo Ginny encogiendo los hombros.
-No creí que fueras de esas- Dijo Harry, no pudiendo ocultar su molestia.
Ginny bufó –Ya te pareces a mi madre
Y con este comentario se puso de pie y caminó hacia la salida.
Harry la siguió con la mirada y se maldijo a si mismo. ¿Por qué diablos tenía que ser tan cabezota?. En ese preciso instante, alguien entró por el retrato de la señora gorda.
-¡Hermione!, ¿sabes dónde...
Hermione pasó de largo sin tomarlo en cuenta, perdiéndose en la escalera de caracol que llevaba hacia los dormitorios de las chicas.
-¡Mujeres!- Exclamó disgustado.
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Se desperezó lentamente, extendiendo sus brazos con el afán de encontrar a alguien a su lado. Extrañado por no sentir la presencia que esperaba, abrió los ojos y descubrió que estaba completamente sólo. Se incorporó para echar un vistazo a la habitación. No había ninguna señal de Hermione. ¿Por qué ella se había ido antes de que él despertara?. Una tras otra, miles de ideas bombardearon su mente, dejándolo aturdido por un momento. Segundos después, una lágrima caía por su mejilla.
-¿Y creíste que ella podría amarte?, ¿a un perdedor como tú?- Se preguntó en voz alta, hipando. Más lágrimas acompañaron a la primera.
Para el pelirrojo la situación era muy clara. Hermione solo se había dejado llevar por sus hormonas, lo había utilizado para divertirse. Y obviamente, como no quería tener ningún compromiso con él, se había marchado mientras él dormía.
Furioso, le dio un puñetazo al sofá. Ella no se burlaría más de él, no lo permitiría. Se pasó el dorso de una mano por los ojos, secando las lágrimas que aun seguían brotando, en un infructuoso intento por detenerlas.
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Una fuerte tormenta de nieve se desató durante la mañana, impidiendo a cualquiera abandonar el castillo, por lo que las salas comunes de todas las casas estaban atiborradas de estudiantes. Sin embargo, dos alumnos pertenecientes a Gryffindor no se encontraban en la sala común de esa casa. En la biblioteca, Hermione hacía infructuosos intentos por avanzar en el pergamino de metro y medio que les había dejado Snape sobre los diferentes usos de la poción agigantadora. Aunque el verdadero motivo de su estadía en ese lugar era el querer evitar a Ron. Lo había conseguido en la mañana, yendo a desayunar directamente a las cocinas. Los elfos domésticos ya estaban acostumbrados a su presencia, debido a que desde que su apetito era incontrolable, iba a buscar algo con que saciarlo a ese lugar. Y como no trataba de darles alguna prenda (cosa que lo elfos creyeron que haría cuando la vieron en ese lugar, ya que entre ellos se había corrido la voz informando cual era la humana loca que pretendía dejarlos en libertad), si no más bien solicitaba sus servicios, las pequeñas criaturas la recibían encantadas. Inmediatamente después de desayunar se había "atrincherado" en la biblioteca, a sabiendas de que Ron no podría hacer un escándalo ahí. Aunque sinceramente dudaba que lo hiciera, lo más seguro era que la tratara como si nada. Y precisamente eso era lo que quería evitar, una reacción así por parte del pelirrojo terminaría por destrozar sus ya alterados nervios.
Agotada ya del frío ambiente de la biblioteca, pensó en volver a las cocinas. Hacía ya un rato que su estómago imploraba una ración de tarta de nueces y miel, y una taza de chocolate caliente
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Cansado de los interrogatorios de Harry, Ron vagaba por los gélidos corredores del castillo sin un rumbo fijo. No quería pensar en nada, solo caminar y caminar, hasta desfallecer del cansancio. Pensó en conseguir un poco de poción para dormir sin soñar con la señora Pomfrey, pero no sabía con qué pretexto pedírsela.
-Estoy enamorado y no me corresponden, y creo que esta noche no podré dormir- Dijo en voz alta con tono de burla.
Soltó un suspiro y siguió caminando. Recorrió pasadizos que no había visto en sus 5 años en Hogwarts, la mayoría tenía sendos cuadros con personajes que no logró reconocer, pero que lo saludaban amistosamente. Sin saber cómo, llegó al corredor que daba a la biblioteca. Seguro ella estaba ahí, así que lo mejor era tomar un rumbo diferente. Con esta idea giró sobre sus pies y aceleró el paso, manteniendo sin embargo la vista en la entrada del recinto que era custodiado por la señora Pince.
¡PUM!
Chocó con alguien y la fuerza del impacto los hizo caer a ambos, aunque Ron había recibido la peor parte, ya que la otra persona se hallaba sobre él. Un largo cabello castaño y enmarañado le hizo caer en cuenta de quien se trataba.
-He... Hermione- Tartamudeó.
La chica se incorporó con avidez y Ron la imitó.
-Lo siento, no veía por donde iba- se disculpó Hermione.
-No hay problema, yo tampoco lo hacía- Explicó Ron –Fue culpa de ambos.
Se produjo un incómodo silencio, que ninguno se atrevía a romper. O bien, ninguno de ellos sabía qué decir.
-Me tengo que ir- Dijo por fin Hermione –Debo terminar el pergamino de pociones....
-Ya veo- Interrumpió Ron, con tono severo –Un deber es más importante que hablar conmigo...
-Ron no empieces...
-¡Tú eres la que siempre empieza!- Exclamó el chico con rabia, sin ser capaz de contener su enojo.
-¿YO?- Gritó enfadada – ¡PUES REFRESCAME LA MEMORIA PORQUE NO RECUERDO NINGUNA!
-¡FUISTE AL BAILE CON VICKY!
-¿Vas a seguir con esa estupidez? – Dijo Hermione en tono exasperado - No seas idiota Ron.
-¡Prefiero ser idiota a una cualquiera que se acuesta con chicos por diversión!- soltó Ron, colérico.
Una de las manos de Hermione se estrelló contra el rostro del pelirrojo, que llevó su palma a la mejilla malograda al instante.
-Me das lástima- dijo Hermione –No entiendo cómo puedes ser tan imbécil... te detesto Ronald Weasley, ¡NO QUIERO VERTE NUNCA MAS EN MI VIDA!
Una palabra se repetía una y otra vez en la cabeza de Ron. "Lástima". Como si de una película se tratara todos los hechos ocurridos durante su amistad con la bruja más inteligente del colegio se revivieron en su mente. Ahora comprendía todo con claridad.
-No quiero tu lástima, quédatela, Granger- Dijo en un tono que recordó a cierto rubio de rostro afilado – ¡NO QUIERO TU MALDITA LASTIMA!
-Pues es lo único que me provocas, Weasley- Declaró la chica imitando el tono de su amigo.
-Tampoco quiero verte nunca más en mi vida, ¿oíste? ¡NUNCA MAS!
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-¿Aun no se hablan?- Ginny se miraba las puntas del cabello mientras emitía la pregunta.
-Siguen ignorándose- Respondió Harry, con su mirada fija en la pelirroja.
Dos semanas habían pasado desde el "incidente", como llamó Harry a lo que fuera que hubiese ocurrido entre Hermione y Ron.
Sentados en un banco de uno de los pasillos que daban hacia el exterior del castillo, Ginny y Harry trataban de sacar conclusiones al respecto, sin obtener muy buenos resultados. La más obvia de las hipótesis era habían tenido una de sus acostumbradas peleas. Pero, ¿qué insultos se habían dicho para que ahora mantuvieran esa "guerra fría"?.
Harry miró el paisaje ante su vista. El lago estaba completamente congelado y el sol que alumbraba en ese instante realzaba el blanco de la mullida capa de nieve que cubría todo en derredor.
El chico se estiró en el asiento y comentó – Estoy cansado de todo esto. Y siendo sincero, no le veo solución. No se qué se habrán dicho o qué habrá sucedido, pero es la peor pelea que han tenido. ¡Ni siquiera se miran!
-Tienes razón, Hermione no soporta oír el nombre de Ron-
-Y cuando yo se la nombro a él, se sulfura tanto que parece que lo hubiera insultado- Harry se inclinó hacia delante y colocó sus manos sobre su cabeza, revolviéndose aun más la ya desarreglada cabellera –Me van a volver loco, me siento en medio de una batalla de la que ni siquiera se la razón. Si al menos me dijeran algo, quizás podría ayudar a que se reconcilien. Pero no, Harry sólo es su amigo para aventuras, en lo demás no cuenta...
Ginny pasó una de sus manos por la cabeza del chico, en un gesto de apoyo, dejando a Harry de piedra.
-Tal vez no quieren darte más problemas- Ginny continuó acariciando la azabache melena.
-Ta.. tal vez- Tartamudeó Harry, mirándola con una expresión que denotaba tanto vergüenza como agradecimiento. Ginny quitó la mano de la cabeza de Harry y un leve rubor cubrió sus mejillas.
-Será mejor que entremos, está haciendo mucho frío- Dijo Ginny enseguida, mientras se ponía de pie e invitaba a Harry a seguirla.
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Tenía que reconocerlo, generalmente él era el culpable de los pleitos que solían tener. Pero ahora, era ella la causante de todo. Ella y su lástima tenían la culpa. Pero, ¿qué mas podía esperar?. Siempre había sido un perdedor, nada de lo que tenía valía la pena. Era pobre y sin talento. La pobreza era algo a lo que estaba acostumbrado, pero ser siempre la sombra de alguien más, de sus hermanos, de Harry y hasta de ella, no lo toleraba. En cierto modo la entendía, simplemente era demasiado buena para él, ella merecía más. Sin embargo, su lástima era algo que él no quería, él quería su amor y lo otro, lo hería demasiado. Quería odiarla, aborrecerla con toda su alma por tratarlo de la manera que lo hizo, pero no podía, el amor que sentía por ella se lo impedía. Pero eso no significaba que la perdonara, su resentimiento seguía ahí, tan latente como cuando oyó la palabra que ahora, y desde que la chica la pronunció, resonaba en su mente causándole un dolor tan grande que sentía que su corazón dejaba de latir. Y es que su corazón ahora estaba roto en mil pedacitos, y dudaba mucho que algún día alguien pudiera repararlo.
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Los cuchicheos incesantes de Parvati y Lavender la estaban volviendo loca. Quería salir de la habitación pero no tenía el valor de cruzar nuevamente su mirada con Ron, no podría enfrentar su desprecio una vez más sin estallar en llanto. Le dolía su indiferencia, le dolía verlo tan triste. Y lo que más le dolía, es que sabía que esta vez, nada volvería a ser como antes. Todo se había acabado, la amistad que los unía estaba rota, para siempre. Se secó con la manga de su túnica las lágrimas que habían comenzado a brotar de sus ojos, mientras se ponía de pie dispuesta a abandonar la habitación, no aguantaba más a esas dos.
-¿Ves?- Le dijo Parvati a Lavender en ese mismo momento –tiene unos kilitos de más-
-Pero es muy poco- Comentó Lavender mirando a Hermione detenidamente –Solo una experta como tú puede verlo así tan fácil- Parvati se irguió con orgullo –Aunque si sigues por ese camino- esta vez se dirigía a Hermione –Vas a terminar como un puffskein-
Parvati soltó una risita burlesca y luego dijo –Y Ron ya no te querr
Hermione les dio una mirada resentida y se mordió el labio inferior tratando de contener sus sollozos, pero las lágrimas salían sin que ella lo pudiese evitar.
-Oye, no es para tanto, Lavender también tiene exceso de peso, si eso te consuela-
-¡Hey!- Lavender cogió un almohadón y se lo lanzó a su amiga.
Hermione aprovechó el momento para salir del dormitorio, necesitaba desahogarse.
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La tenue luz que alumbraba la mazmorra en la que se impartían clases de pociones le daba al aula un aspecto tenebroso y provocaba que las sombras de las personas ahí presentes tomaran formas gigantescas y grotescas. Severus Snape se paseaba por todo el salón supervisando el trabajo de sus alumnos, que en ese momento trataban de seguir las instrucciones del pizarrón para elaborar la poción desmemorizante.
Harry observó a Ron, el chico parecía tan desconcentrado que estaba seguro que de un momento a otro su poción estallaría.
-Ron- lo llamó tan bajo como pudo, para que el profesor de pociones no lo oyera. Ron no contestó.
-Ron- intentó nuevamente, arrojándole a la vez un trozo de pergamino arrugado. Esta vez tuvo éxito, el pelirrojo lo miró, con el ceño fruncido.
-Trata de concentrarte o nos matarás a todos- le recomendó Harry en un susurro.
-Eso intento- contestó Ron en el mismo tono, aunque no parecía muy convencido de lo que decía.
-Deja de pensar en lo que sea que pasó con Hermione-
Ron rodó los ojos –Harry, no quiero hablar de eso, no intentes sonsacarme...
-Por lo que veo el pobretón y la sangre sucia están enfadados- El rubio Slytherin había escuchado toda la conversación. –¿Acaso se dio cuenta de que ni para una sangre sucia vale la pena un Weasley?- su tono susurrante provocaba que arrastrara aun más las palabras.
Ron no contestó, agachó su cabeza y continuó agregando ingredientes a su poción. Harry miró a Draco con el rabillo del ojo, su cara no se veía nada feliz, pero la presencia de Snape en los alrededores le impidió seguir atacando a Ron.
-Muy bien, ¡la clase terminó!- bramó el profesor de grasoso cabello. –Pongan un poco de poción en los recipientes y la dejan sobre mi escritorio.
Todos siguieron las instrucciones sin siquiera chistar. Hermione fue la primera en poner el frasco con un líquido rojo brillante sobre el pupitre y se disponía a salir del salón cuando la voz del profesor la detuvo.
-No se vaya aun señorita Granger, el director me solicitó llevarlos a su oficina, a usted y a los señores Weasley y Potter- El último apellido lo mencionó con especial desagrado.
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Caminaban a un paso rápido en dirección a la oficina de Dumbledore. Hermione se sentía cansada, últimamente hasta el más mínimo esfuerzo parecía costarle trabajo. Miró al pelirrojo. Ron no le había dirigido la palabra y ni siquiera se había dignado a mirarla durante todo el camino recorrido. Suspiró aliviada cuando llegaron a la gárgola que resguardaba la entrada a la oficina y a pesar de su estado de ánimo, no pudo evitar reír ante la frase articulada por Snape.
-Chicle de gusamoco- El gesto que hizo el profesor al pronunciarla también ameritaba una gran carcajada.
Entraron por la abertura entre las paredes y subieron la escalera de caracol, hasta que por fin llegaron a la puerta de roble. Snape golpeó y un "adelante" les indicó que podían entrar.
Dumbledore estaba tras su escritorio, tal como alguna vez lo encontraran cuando estaba moribundo. Lucía una túnica escarlata con duendecillos bordados, que lo hacía ver particularmente gracioso. Sin embargo el tono serio de voz que usó para dirigirse a ellos les hizo olvidar al instante ese detalle.
-Muchachos, que gusto verlos- les saludó –¿Supongo que saben porqué les he llamado?-
Los tres Gryffindor negaron con la cabeza.
-Severus ¿nos harías el favor?-
-Por supuesto director-
El profesor se dirigió a la salida, no sin antes obsequiarles una mirada iracunda a sus alumnos. Tras un sonoro "fru fru" de su capa salió del despacho.
-Bien, ahora si, ¿en que nos quedamos?- Interrogó el director.
-En que no sabíamos porqué nos había mandado llamar- Hermione no perdía su costumbre de responder a todo lo que le preguntaban.
-Cierto... – Dumbledore se quedo pensativo, como buscando la mejor manera de decirles algo. –¿Recuerdan cuando la señorita Granger estaba enferma y Poppy tuvo que asistirla?- Dijo por fin, observando fijamente al trío.
Hermione lo miró asustada.
-¿Pero ella está bien?. Creíamos que no era nada grave o que ya había sanado, como ha pasado ya bastante tiempo y no nos había dicho nada... – Intentó explicar Harry.
-No es nada grave, nada que pueda dañarla, aunque sí es algo por el que preocuparse- Declaró Dumbledore, acomodándose los anteojos de media luna sobre la nariz. Sus ojos denotaban inquietud. -¿Sus síntomas no le dicen nada?- El anciano mago dirigió la pregunta a la chica.
Hermione comenzó a atar cabos, no por nada era alumna más brillante de Hogwarts. Pero no podía concebir que lo que estaba pensando fuera cierto. A pesar de que le aterraba la respuesta, tenía que salir de la duda ya mismo.
-Profesor, por favor- Rogó Hermione –¿Qué tengo?- Su voz sonaba quebrada al realizar la pregunta.
Dumbledore la miró con semblante serio y dijo: Señorita Granger, usted esta embarazada.
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(La autora aparece con una armadura, escondiéndose tras un escudo)
No me maten!! !
Si, lo se, soy muy mala pero ya estaba larguísimo!
Y además, me gusta dejarlo en suspenso =D XD!!
Lo primero es pedir disculpas por no haber actualizado, pero la verdad es que no me quedaba tiempo para escribir, la practica de mi carrera requiere prácticamente el 100% de mi atención.
Bueno, lo segundo... se que le había prometido un lemon a mi novio, y que le dedicaría el capitulo a el... pero hubo un cambio de planes XD!! Bueno, el lemon sigue siendo dedicado a el, pero el capitulo en si no, va para una amiga de años, que logró su sueño de convertirse en profesional. Este capitulo va para ti ichan . De verdad me alegro muchísimo, no sabes lo orgullosa que me sentí cuando me entere (el rudoph me contó, creo que no te lo dije). No quería felicitarte hasta que vieras esto en el fic, lo primero que pensé fue escribirlo como un presente para ti, pero... tb hubo un cambio de planes XDD!!! Pero fue para mejor, me alegró mucho verte después de tanto tiempo, corroboré lo que pensaba: nunca cambiaremos, seguiremos riéndonos de todo y hablando incoherencias para siempre! XDDDD! Y sinceramente deseo que tus sueños se sigan cumpliendo, que seas un excelente profesional, que tu talento sea reconocido y que algún día, llegues a ser la famosa arquitecto ichan. Te acordaras de las pobres nutricionistas que apenas ganan para comer, cierto? TT XDDDD!
Bueno, dejándose de bromas, este es mi pequeño regalo por tu titulación, humilde, pero con mucho cariño. Trate de que fuera uno de los mejores, no se si lo logré, pero puse todo de mi en ello, porque mi amiga así lo merecía .
Así que agradézcanle a la ichan que se tituló, esta actualización Uuu XDD! (ella acepta encantada maní, café, animes varios y libros de arquitortura.. perdón, arquitectura U XDD!).
Y bueno, a mi pollo... no te pongas celoso! Que habrá un tercer lemon y ese cap ira dedicado a ti!!! ( TE AMO UCHO! O )
Y ahora, los agradecimientos!! No voy a responder cada review esta vez, son muchísimos! No saben lo feliz que me pone eso, es una de las razones que me impide el pensar siquiera en abandonar esta historia. Les prometo a todos que no lo haré, quizás tarde algo, pero esta historia llegara a su fin. A todos los lectores, hayan dejado review o no, muchas gracias por leer mi historia, esa es la mayor recompensa para quienes nos dedicamos a escribir (o tratamos de escribir XD).
Pero si tengo que agradecer a mi Beta, CLAU! COMADRITA!! La quiero muchísimo! Tenemos que ver cuando nos vamos a juntar! Que te debo un heladote por toda tu ayuda!!!
Y a mis amigas, lily, Sara y chica, por tenerme tanta paciencia, por no matarme por no escribir durante tanto tiempo y por ser tan buenas amigas . (Sara, prometo que el prox. Lemon será mas largo y con mas detalles! XDD).
Bueno, eso seria, un besote a todos! Y dejen sus opiniones!
Jany
