VELO DEL SOL

La obras de Altari recién estaban culminadas. Apenas dos meses habían transcurrido desde que fuese colocada la ultima piedra y parecía, para cualquiera que la viera por primera vez, que estuviese allí desde siempre, desde edades remotas quizás.

Vilendil, sentado frente a un gran ventanal, en la habitación principal de la torre, revisaba algunos pergaminos y escritos sobre un hermoso mesón de madera de corte fino, que resaltaba por su talla labrada con maestría, mientras la brisa fresca se colaba de a ratos, así como la luz de la tarde.

Zagart, uno de los señores enanos venido desde las montañas grises, se la había obsequiado al medio elfo; desde hacia bastante tiempo que conocía su afición por la escritura y el dibujo, así que no dudo en ser él quien le alegrara el corazón con tal detalle. El mismo Thinedhel, constructor de barcos habido, acompaño al casar (en Quenya, "Khaza" en sindarin: Enano) en busca de buena madera para hacerla y fue él quien le sugirió algunos toques élficos que realzaron la belleza natural del mueble, aun siendo solo muy sutiles detalles.

Thinedhel, también conocía al medio elfo, y a veces adivinaba lo que le pasaba por la mente. Aunque no siempre fue así.

Desde el encuentro en el Anduin, Vilendil se le adelantaba a Thinedhel en pensamiento; lo aconsejaba aun cuando él no le comentaba sus propósitos, que por ese entonces eran bien conocidos: La muerte de su padre, le había producido una sed de venganza que no saciaba, ni matando 30 orcos con sus manos. Además de eso, Vilendil era de amistad abierta para con el elfo y en ocasiones le hablaba de sus anhelos y esperanzas, de sus ideales y metas, logrando fortalecer una hermandad entre ellos, aun a través del tiempo, aun cuando no siempre estuvieron en contacto. Ahora volvían a reunirse, justo cuando el tiempo era el indicado; no antes ni después.

Vilendil aun en la torre, seguía inmerso en documentos y rollos escritos, hasta que uno de entre ellos llamó su atención repentinamente:

" ... 'Noleman de las costas del sol....' , año ilegible... - se decía a sí mismo- continua...... 'Generaciones han pasado y aun permanecemos como los guardas de......' no se lee bien.... 'lo.. c...imie..o...' conocimientos? -se preguntaba- de ser así... 'de los conocimientos sagrados........' "

Atanvardo mientras leía, murmuraba frases y medias palabras con las que se encontraba, a medida que avanzaba en la lectura de aquel extraño documento.

Al parecer lo había encontrado muchísimos años antes, aun cuando vagaba en busca de eso que no sabía que era ni donde estaba, la ahora creciente ciudad.

Una humilde familia en las afueras de Ithilien, que le diera cobijo en una de esas noches frías y desoladas de invierno, le regaló un hermoso dibujo montado en un marco de madera sencillo. En él se veía claramente el bosquejo de lo que parecía un mapa costero, que para el medio elfo, no tenía ninguna correspondencia a costa alguna que conociera, y lo tomó como un dibujo inspirado en alguna canción, un relato o algo por el estilo.

Desde ese entonces, lo había llevado consigo sin detenerse en detallarlo demasiado. En un momento tuvo que desprenderlo de su marco y lo plegó para guardarlo, pasando así desapercibido hasta este momento.

En el dorso, en letras pequeñas y casi legibles, había una inscripción que trataba ahora de descifrar. "Noleman de las costas del sol" le resonaba en la mente como algo que alguien escucha o lee una vez y no sabe donde, o si fue un sueño quizás. Lo cierto es que ese nombre le llamaba ahora la atención.

Seguía leyendo y no entendía del todo lo escrito allí:

" ...' aun cuando el tiempo de volver no nos corresponda.....' no se lee..... ' algún CALE..IN deberá buscar a los ........' ...hmm.. 'en las profundas..........' ' donde nuestra madre nos espera' ....'La espada mostrará el camino hacia.......aunque......' ...aunque?....... '....llanto y sufrimiento de nuevo...' ....... ' ella aliviará todo dolor' "

"Parece como una plegaria, como un recordatorio, quizás como una máxima familiar; una familia guerrera. La espada es el camino, aunque ese camino a veces nos trae muchas penas así como victorias.... quizás esas victorias suplan las perdidas y derrotas, sean entonces las que alivien todo dolor" - Reflexionaba Vilendil mientras terminaba de leer el ultimo fragmento.

El tiempo pasaba de prisa y la tarde llegaba a su fin, sin que el medio elfo lo notara. Cuando a su puerta alguien llamaba para saludarle: Thinedhel, que regresaba del poblado en el valle. Largas horas charlarían como en otrora, sin embargo la idea de lo leído regresaba a la mente de Atanvardo de cuando en cuando... Al parecer un velo se había corrido; uno que estuvo allí siempre y hasta ahora se hacia notar. .

Anar cayó en el oeste entonces; la seda fina aun no caía.