CAE LA ESTRELLA

Amaneció el siguiente día, y así con el la fatalidad; ocurrió que al fin los ojos de Gilgarad se posaron sobre la bella Lissema, la de las manos dulces, y se perdió en su encanto, como se cuenta en otra parte. Sin embargo deseara el destino que estuviese allí.

Pasaban los minutos y no creía cuanta hermosura desbordada esa extraña de sus ojos; de rubios cabellos jugando con las olas del mar, con sus ropajes mojados y adheridos al cuerpo, resaltando su figura fina y delicada, mientras sonreía e iluminaba al mundo con su sola existencia, pensaba y callaba. Pasaban estas cosas cuando repentinamente unos hombres de aspecto sucio, corpulentos y sin honor, revoltosos subordinados de Dhurog, enviados por Lizerel, sorprendieron a Gilheniel indefensa y aun tratando ella de oponer resistencia no pudo impedir su captura. Viendo ocurrir todo aquello salió rápidamente a su auxilio pero los hombres montando caballos la llevaban sobre la cruz de la silla y partieron con prisa hacia el este. Gilheniel gritaba, pero se le perdía la voz en la carrera y solo ahogados "Aiwan!" se escuchaban.

Varyanien corrió detrás de los raptores y siguiéndoles el rastro alcanzó a ver hacia donde se dirigían: Hacia las montañas.

El no lo sabia, pero iban hacia unas cuevas poco profundas al pie de las ultimas montañas de la cadena de las Ered Meneltobas o solo llamada Meneltobas (techo del cielo) donde tenían su guarida. En tiempos anteriores, los enanos venidos de Erebor, habían hecho algunas excavaciones en ese lugar en busca de algunas vetas de oro, pero se suspendieron los trabajos luego de la extracción del metal y la inestabilidad del sitio.

Gilharad aun no les daba alcance y la noche cayo sobre él cuando aun corría tratando de llegar a tiempo. Mientras tanto Aiwan en la locura que da la desesperación, ardía de furia al ver que su amada había desaparecido y no pensaba en nada bueno ya que la espada y la daga de Gilheniel estaban con él, las encontró junto algunas ropas en las cercanías de la playa. Y siguiendo algunos rastros extraños se guío como pudo y buscaba pistas en las cercanías.

Para esas horas ya todo el Reino estaba al tanto de la noticia de la desaparición de Gilheniel, y ya habían sido ya habían sido organizadas para la búsqueda y preparadas para cualquier posible ataque. Gilorod que conocía algo de lo que sucedía, no estaba del todo tranquila así que decidió acompañar a Vilendil en la búsqueda. Junto a ellos iban también Anamoriel, Arendilë, Thinedhel y Caledhel.

Atanvardo sobre Altari, pidió noticias al viento y éste solo le dijo:

""Una estrella ha caído en medio del mar, donde dos corrientes la buscan con desesperación y apremio para ganar su brillo, y aunque una de las dos llegase a ser mas fuerte y logre sacarla de las aguas profundas existe la posibilidad que su luz se extinga sin remedio, solo el rostro de Isil podrá aclarar lo que vendrá""

Con urgencia sujeto a Vilyië entre sus manos y elevo un mensaje al aire y este corrió como una brisa huracanada hacia Sein Cair Andros (la nueva Cair Andros) donde la torre del duque Arioch estaba situada, para avisarle la situación y pedirle asistencia hacia la zona del norte del reino, ya que había ataque de hombres salvajes y si las sospechas de rapto de Lissema por parte de esa gente era cierto había que estar preparados para cualquier ataque sorpresa o una inminente batalla.

Rápidamente bajó hasta donde el grupo de búsqueda se encontraba y habló con Haeré para que permaneciera en el reino junto a Aradhel y alistaran las tropas en caso de alguna emergencia y ellos asintieron.
El mensaje del Viento, no era claro y mucho menos alentador, y no sabia Vilendil ni nadie si alguno de ellos jugaría algún papel en el desenlace así que con prontitud partieron en la tarde del día siguiente a la llegada de Thinedhel con las noticias de la desaparición; la misma tarde cuando aun tras el rastro de los hombres corría Varyanien, y mas atrás aun Aiwan envuelto en una nube de ira.

A mitad de la noche, la luna hizo su aparición alumbrando con su luz a Gilharad que ya con los pies cansados, se detuvo por unos momentos mientras reponía sus fuerzas.

De pronto sobre un caballo de pelaje negro, apareció un guerrero que hablaba con extraño acento la lengua común, el cual dirigió una pregunta a Varyanien que estaba recostado de una piedra:

"Señor de extraño habito, que ronda en la noche de luna blanca y llena, ¿sabe usted cual es el camino cierto que lleva a la ciudad con muros de brillo de plata?"

Ante tal expresión mas rebuscada que parecía casi trabalenguas, respondió colocándose en guardia:

"No lo sé y mis pasos quisiera yo dirigir hacia allí, pero una empresa urgente necesita toda mi atención y no pretendo descuidarla mientras hablo con usted! Así que si viene en son de pelea os pido se apresure, si no, déjeme partir cuanto antes! Ya he recobrado el aliento perdido!"

El jinete sonrió levemente y respondió:

"De haber venido por este sendero en tónica de enfrentamiento sin sentido, muy poco provechoso tanto para mi como al parece para usted, ya habría sido decido el resultado, ya que la guardia que muestra ahora fue ninguna o nula, al momento de mi arribo. Le suplico me pueda explicar su apresuramiento y quizás pueda ayudaros en algo, vengo con palabras de paz y percibo en vuestra merced, una causa noble que le aqueja."

Gilharad aun mas desconcertado, pero sintiendo que podía confiar en aquel extraño respondió:

"Noble es en verdad! Una doncella se encuentra en peligro ya que fue capturada por criminales y me apresuro en su auxilio. Aunque ella misma es culpable de un crimen contra mi persona igual deseo rescatarle! Ya que se ha robado entero mi corazón y con el mis anhelos y esperanzas. ¿Que sentido tendría llegar a la bella ciudad si no puedo siquiera defenderme de semejante daño y peor aun defenderla a ella mientras espero aquí el tiempo correr?"

Con presteza y rapidez, el jinete bajó del caballo y le ofreció la mano:

"Losserondo Ninquelantë, mi nombre es dicho en estas tierras, pero podéis llamarme también Kazuya, o como gustéis. Os ofrezco mi ayuda y este corcel, que amablemente me ha sido ofrecido por los pequeños sonrientes de un poco mas al sur. Si es velocidad lo que necesitáis tomadlo y dadle buen uso entonces! Solo espero verle luego y estrechar su mano de nuevo"

Sorprendido mas aun Varyanien, se presento y dijo:

"Extraño es vuestro acento y desconozco vuestra procedencia, pero no me queda duda de que se ha convertido en alguien de valor para mi. Espero regresar con vida y poder brindarle mas que mi mano: mi espada y mi amistad! Gilharad Varyanien a vuestro servicio! Me marcho entonces!"

Tomando las riendas del caballo emprendió la carrera volteando solo una vez para saludar con un gesto a Losserondo, que ahora se sentaba en la piedra:

"Prisa.. vaya que la tiene! Yo aun no tengo ninguna. Que tal una merienda de media noche Ninquelantë?" se dijo a si mismo. Y sonriendo como un niño saco de un pequeño fardo unas crams (galletas dulces) y tomando un poco de saw (jugo de fruta) que tenia en una bolsa de cuero, se quedo viendo la luna pasar quieta, mientras masticaba lentamente.

Adentrada la noche, después de una media hora de la partida de Gilharad, Aiwan apareció de pronto corriendo como desbocado y casi vio a Losserondo sentado tarareando una canción a un lado del camino. Con poca educación y prisa, Aiwan Uvanwë preguntó:

"Hey usted! Sabe usted si alguien ha cruzado este mismo camino con una hermosa doncella prisionera? Me urge hallarle y si no logro encontrarla podría morir de odio por quien la ha llevado de mi y que desconozco, pero también morir de amor por no tenerla conmigo; Siendo entonces mis días grises y sin sentido alguno. Responda!"

Losserondo atónito, levantando las cejas de asombro respondió en su peculiar forma:

"Usted! Hombre o elfo de mucha prisa, permita a mi persona decirle que no he visto lo que usted me dice pasar por aquí.
Solo puedo decir que alguien con igual carrera que su merced, buscaba desesperado a una dama también. Y se ha dirigido hacia las montañas, hacia allá - apuntando con la mano hacia el norte- con el corcel que le ofrecí. Ahora le pregunto yo: ¿Le ha robado ella a usted también y por eso la busca?"

No comprendiendo bien lo que decía, solo dijo:

"Me ha robado la vida! ya que en eso ella se ha convertido y ahora me ha sido arrebatada! La buscare hasta donde tenga que hacerlo, removeré cada piedra de esa montaña hasta que no quede nada por revisar y al fin la encuentre! Y si alguno de sus rubios cabellos ha sido arrancado o una hebra de su vestido mancillado, conocerá la furia de mi ser, que es la del mismo Ulmo, del cual llevo su égida y creerá justa por tal afrenta que se me ha hecho!"

Saliendo de su apacible carácter, al escuchar el nombre del Vala, se puso de pie en el acto y respondió:

"¿De Ulmo!?¿ Señor de los mares? Si es el quien dirige tus pasos, no he de ser yo quien os atrase el andar! Hacia las montañas! Ese es nuestro próximo destino! Ya que Tulkas el grande me anima a ayudar a un hermano de causa! Aun cuando desconozca vuestro nombre! Losserondo me podéis llamar, luego vendrán las cortesías! Apresuremos el paso entonces!"

Y solo alcanzando a decir: "Llamadme Aiwan, ya que ni yo mismo recuerdo mi nombre! " Emprendieron el camino el cual dirigía Ninquelantë siempre adelante.

De vuelta a la desembocadura del río Sirineldion, pero una hora antes, los hombres de Gilharad no encontraban a su líder y se disponían a buscar a los otros en el caradh, ya que no sabían nada de él y menos que hacer en esa situación. Ya estaba por levantarse la luna de un momento a otro, cuando apareció la compañía unificada a caballo con gran velocidad y los halló allí indefensos en plena costa.

Allí Vilendil sobre Nixelotë pregunto sin miramientos quienes eran y que les traía por esas tierras, ya que aunque eran algo diferentes a los hombres cetrinos, no les inspiraba ninguna confianza.

Respondieron rápidamente y hablaron de la perdida de su líder y que eran hombres del sur que venían en busca de la ciudad entre las montañas, donde nace un río hermoso. Y la mirada del Atar y la de sus compañeros cambio de pronto. Atanvardo le pidió a Caledhel y Anamoriel que buscaran pistas de Gilheniel hacia la costa oeste de la desembocadura del río y averiguaran la veracidad de lo que decían los desconocidos y partieron con dos de ellos.

Mientras tanto se dividirían en grupos para buscar mas fácilmente en la zona, pero en ese momento uno de los seguidores de Varyanien indico que su jefe había decidido ir en dirección este, por la costa; pero que cuando trataron de buscarle por esos lados al llegar el final de la tarde, un hombre que parecía elfo, gritaba desesperado y casi mata a uno de ellos, mientras le preguntaba por el paradero de una doncella de rubios cabellos:

"No sabíamos nada al respecto y nos dejo ir de pronto, ya que al parecer se percato de algo y se fue rápidamente hacia tierra adentro, hacia el llano, con una ira que ardía en sus ojos"

Rhinhiriel, que había escuchado el relato aconsejo ir por ese camino, ya que percibió la verdad de las palabras del hombre, y algo le indicaba que la desaparición del jefe de los hombres del sur, la furia del hombre-elfo y el rapto de Lissema estaban conectados. Y así se hizo. Solo se quedo Gilorod por si había alguna nueva y junto a ella permaneció un grupo de
los Sirineldrim y el resto partió con Vilendil, Arendilë y Thinedhel hacia el este por la costa y luego a tierra adentro como le indicara los haradrim.

Al fin, luego de una rápida cabalgata llegó hasta el lugar, "Maltrota Casarion", la cueva de oro de los enanos como se le llamó en un tiempo; pero ahora solo era una guarida de vándalos y criminales. Mató a los centinelas y se adentro en la caverna iluminada por antorchas débiles que casi alumbraban el camino.

Al parecer no había muchos hombres, solo dos cuidando la entrada y 10 dentro: dos a lado de Lissema que yacía sobre unos sacos de granos, tomados a la fuerza quizás de algún silo; una especie de riachuelo corría dentro de la caverna, al parecer se estaba comenzando a filtrar un río subterráneo y se escuchaba un goteo lento y constante. Habían también muchas piezas de valor apilados en un rincón mas lejano, como oro, joyas, espadas y demás. Gilheniel yacía inconsciente, al parecer la habían golpeado al hacer resistencia y le habían dado de beber algo que la dejo en ese estado; los demás comían trozos de carne de algún animal asado en una especie de horno que estaba dispuesto para ello, mientras bebían y se jactaban de lo robado.

Reían y bebían mientras la ira y la indignación crecía en Varyanien. El cabecilla de la banda ordeno que tomaran a la rehén y la levaran a una especie de cueva mas lejana y discreta ya que había decidido entre pelea y golpes con otros del bando, tomarla esa misma noche y convertirla en su mujer. En una esclava a su disposición.

No soportando tal humillación, Varyanien no se contuvo y desenvainando a Mornaur grito en una lengua desconocida para el:

"Avá veryalyë na cares umeä!"
( No se atrevan a hacerle -algún- mal! )

Y destajando con suprema habilidad dio muerte a tres de ellos, mientras ya se dirigía a segar la vida de dos más. Los que llevaban a Lissema, la levantaron y la apretaron por el cuello amanezantes. Pero la furia de Gilharad era peor y mas rápida al cabo de unos segundos ya habían muerto 7 dentro de la caverna y solo quedaban el jefe y los guardias de Gilheniel. Asustados por la sentencia que se avecinaba sobre ellos soltaron a la doncella y se echaron a correr. Varyanien mato a uno y el otro escapó.

Con un veloz movimiento tomo a Lissema en brazos que despertaba por ratos en su delirio y la coloco en un lugar seguro y luego, sin piedad alguna, con el mango de la espada le dio en la mandíbula del jefe y le dio de patadas y golpes como si fuese un muñeco de entrenamiento; luego vengándose por la ofensa contra Lissema, mientras el cabecilla de rodillas estaba frente a el, se preparo para matarle.

Cuando de pronto un zumbido en el agua le susurro que estaba en peligro y al percatarse, habían muchos hombres que habían sido avisados del ataque y que apenas llegaban de saquear otros sitios. Apresuro la muerte del hombre y colocándose frente a Gilheniel, sirviéndole de protección, le hizo frente a los enemigos. Pero eran demasiados y la muerte sonreía esta vez con torcida muesca, sin embargo Gilharad como era su costumbre se dijo: "Acá te devuelvo la sonrisa! Jaja. "

Y lanzando un hechizo de aguas oscuras y fétidas retraso la embestida de la horda contra el. Sin embargo estaba acorralado, no había escapatoria alguna y Lissema aun permanecía inconsciente.

De pronto como una gran ola arrasando todo a su paso apareció Aiwan con una voz de trueno y relámpago, llevando a Valkirsereg y Deamenor en cada mano cortando miembros como quien sesga el trigo tierno, y junto a él, Losserondo reía con malicia mientras atacaba también con Tintallë brillando en su mano.

Así acabo de súbito el combate y solo quedaron en pie nuestros héroes: Aiwan y Losserondo hacia la entrada junto a la pila de cadáveres alrededor y en el otro extremo Gilharad aun en guardia protegiendo con su cuerpo a Lissema, que apoyaba la espalda en la pared.

Creció de pronto una tensión en el lugar y las miradas de Aiwan y Varyanien eran fijas el uno contra el otro. Pronto las aguas goteaban mas y cada vez mas seguido y comenzó a sentirse un temblor en la caverna: Uvanwë quería recuperar a su amada a cualquier precio y Gilharad no permitiría que nadie la tocara. Ninquelantë se percato de la lucha que se libraba en silencio y se coloco en medio de ambos diciendo:

"Caballeros nobles, cierto es que han ganado en la carrera por rescatar a esta doncella de la que solo había oído hablar. Realmente veo que justificadas eran sus premuras, pero seria inútil que peleéis entre ambos ahora, tratando a la mujer que queréis como una joya o un objeto que solo uno sobre la tierra tiene que poseer, olvidando todo honor y sensatez!
Una vez unas joyas dividieron, según he sabido, reinos y hasta hermanos y al final se perdieron irremediablemente.¿Dejareis entonces que la joya de vuestros corazones que yace mal herida aquí, se pierda entonces mientras también se pierde la vida de uno de ustedes, valientes caballeros?"

Al terminar de decir esto, Vilendil y los demás llegaban a la entrada del lugar y contemplaron la escena. Viendo el estado en que se encontraba Gilheniel se precipito enseguida a auxiliarle y con el Thinedhel. En ese instante Aiwan habló:

"He sido egoísta en verdad, ya que ya me había hablado ella, que pertenecía a una familia, a un reino donde todos servían en bien común para el beneficio de todos y no de uno solo. Yo queriéndola solo para mi la retuve y este es el resultado! La mujer que amo esta en peligro. No pienso combatir con nadie! Solo ella me importa!"

Y estallando también Gilharad dijo:

"Entonces que así sea! ya que he venido a ayudarle, y no pienso ahora dejar que todo el esfuerzo sea en vano, sacadla de aquí! Este lugar esta por colapsar de un momento a otro! "

Tomándola en brazos sin ningún tipo de impedimento de parte de Gilharad Vilendil la saco del recinto que temblaba cada vez mas y que comenzaba a inundarse levemente. Thinedhel y Arendilë lo siguieron mientras gritaban a los otros para que salieran. En ese momento Varyanien continuó:

"Solo te digo una cosa a ti que dices amarla. Vigilare de cerca como me sea posible para que esta estrella encarnada, sea feliz a cualquier precio. Ya que llegaste a ella primero que yo y de lo que ha despertado en mi ella no sabe nada. Quedara entre nosotros tres - dirigiéndose también a Losserondo que asintió sin mediar palabra- y no se hablara jamás! Solo te advierto! Jamás le hagas daño por que entonces si probaras la llama negra de mi espada! "

Aiwan solo contesto: "Que no te quepa duda.. su felicidad siempre ha sido y será mi norte.. "

Diciendo esto el techo comenzó a venirse abajo y los tres guerreros al fin salieron fuera de la caverna que quedo anegada al fin y en ruinas, guardando bajo sus piedras y las aguas las palabras dichas por ambos rivales y sirviendo de tumba para los cadáveres de los enemigos.

Sobre las alas del viento, llevando a Lissema sobre Nixelotë, Atanvardo se dirigía con rapidez a Olostion, ya que recordaba el mensaje en la torre: Aun existe la posibilidad de que su luz se extinga sin remedio. Y el no lo iba a permitir! Detrás corrían Gilharad sobre el corcel de Losserondo, y este sobre otro que le prestara Arendilë en el cual iban junto a Aiwan. Arendilë cabalgaba a la cabeza siguiendo de cerca de Atanvardo y sin embargo lejos. Thinedhel viajaba al encuentro de Gilorod para comunicarle la nueva del rescate y partió en seguida en la busca de Anamoriel y Caledhel que estaban en el caradh, hacia el sur.

Vilendil estaba próximo a llegar al valle de Sirineldion, sin sospechar las malas nuevas que allí les esperaba... La incertidumbre extendería sus manos para alcanzarlos a todos.