Disclaimer: Ya saben que esto no me pertenece, todo fue idea de JK ROwling, que por fin se ha apiadado de nuestras almas perdidas y nos dará HP5 el 21 de junio... ya lo tengo apartado *muahahahaha*.

Gracias a Diel por hacerla de mi beta... en verdad estoy en el hoyo. *Estùpidos exámenes* y gracias a todas las chicas que me han estado enviando mails de apoyo, esto va dedicado a ustedes!

So on with the fic!



Capítulo 23 – Encuentros y desencuentros



Lluvia y un cielo gris invernal. El frío del exterior era lo suficiente para congelar el corazón antes que el cuerpo. El frío se sentía en el alma.

"Es extraño que llueva en estas fechas." Habló James en la calidez del carruaje que los regresaba a él y a Alain a los techos de Hogwarts.

"La princesa no ríe, la princesa no siente... que tendrá la Princesa? Que ha perdido la risa... que ha perdido el color..." Alain no volvió la vista de la ventanilla. "Está llorando..." Se abrazó a sí mismo en busca de un consuelo. "... porque es su entorno desgarrado el que sufre su pena"

"Qué es lo que quieres decir?"

El chico pasó una mirada breve. "Tanto hay de ella en ti que casi podrías jurar que conoces cada una de las líneas de su rostro. Cuando trata de ser gentil dibuja una pequeña sonrisa, el morder su labio cuando no comprende algo, sus ojos en un verde opaco cuando acaba de despertar y ese semblante de bebé cuando está adormilada, el brillo de sus mejillas cuando recibe una nota excelente quizá... pero dime algo James, alguna vez viste su rostro triste o a sus ojos reflejar dolor?"

Silencio. La princesa no siente...

El rostro del rubio dibujó una sonrisa que sus ojos no compartían. "Yo casi lo he olvidado..." prosiguió en tono denso. "Puedes verlo?" apuntó el dedo índice en dirección al cielo. "Puedes ver cómo el cielo llora por ella? Lo ha hecho bien, si duda... siempre fue así, siempre prefirió sufrir sola..."

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"Déjenme en paz!" Lily repetía una vez más en su camino al hall del castillo. Las constantes persecuciones le habían dado nuevos ánimos, y algo más en que pensar: Mil y una formas para evitar al pelotón de chicos narcisistas que la estaba acechando. Había recurrido entonces a Vieth , quien caminaba a su lado lanzando miradas amenazantes a todo aquel que hiciera el mínimo movimiento a su paso.

"Debería colgar un letrero en su espalda." añadía el rubio en tono de burla.

"Ni siquiera un 'No Disponible' los alejaría." Añadió la pelirroja.

"Entonces un 'Tengo Novio' sería perfecto."

"Y quién me haría el favor?"

Bromea!? "Yo sería el primero en la fila... tal vez después estaría Potter..."

"Gracias..." Inició en tono irónico. "...no sé que haría sin ustedes..." se volvió y aceleró el paso.

Vieth apenas pudo sostener su muñeca, "Mademoiselle Fairy siempre dice que el mundo con el que sueño es una fantasía, sin embargo en los dos usted merece un caballero a su lado."

"Gracias." Se abrazó a él. "Es casi hora. Donde están nuestros valientes profesores?"

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"Albus?" Llegaba Minerva McGonnagall a uno de los balcones de los pasillos superiores. Uno que tenía una vista completa al hall del castillo.

"Minerva! Has llegado."

"Quería decirme algo?"

"Todos los estudiantes que no asistirán han sido enviados a casa? Nadie puede quedarse." Señaló sin apartar la vista de todas las personas reunidas en el hall.

"Todos."

"Bien. Los elfos serán ocupados en otros lugares."

"Sucede algo?"

"El ministerio ha decidido hacer de Hogwarts una base temporal."

Esto sorprendió a la profesora. "Quiere decir que lo del viaje-"

"El Señor LaRue fue muy amable en ofrecer esta idea." Cortó el anciano. Usó un hechizo sonorificador en él inmediatamente después y se dirigió a la gente que esperaba. "Estimados alumnos y profesores, ha llegado el momento. Como pueden ver a sus pies se encuentran algunas estatuillas. Tómenlas. Ellas serán sus trasladores. Serán enviados por parejas, así que cuando estén listos sólo deben pronunciar el nombre de una de las estrellas de la constelación de la osa mayor. Cada una los llevará a un distinto punto de llegada en el lugar. Esto con el propósito de no saturar las llegadas." Tomó su estatuilla y la profesora a su lado puso su mano sobre ella también.

"Duhbe!"

En un instante los dos profesores habían desaparecido.

"Creo que después de todo ese estúpido mapa me serviría para algo." Habló refunfuñando el recién llegado.

"Sirius!?" James se volvió al chico que tenía una gran sonrisa en el rostro. "Que haces aquí?"

"Ahhhhh!" Sirius adoptó su característica sonrisa pícara y miró a James. "Estaba con tu hermana y me pidió que te cuidara. Ya sabemos lo peligrosas que pueden ser las chicas de hoy... y más cuando son estudiantes..."

"Qué es lo que tienes en la cabeza? Son mis alumnas degenerado..."

"Lo que sea. Y que hay de nuestra Babyred?"

"Ella-"

"-James se ha dado cuenta que lo único que los une es una especie de amistad." Añadió rápidamente Alain. "No es así James?"

"Sé que ella quiere mi corazón..." asintió.

Los estudiantes empezaron a desaparecer a las voces de Alkaid, Mizar, Megrez, Alcor, Fegda, Merak y Alioth. Lily hizo el vano intento de alcanzar a Alain, puesto que uno de los chicos de séptimo se apresuró a su lado y en dos segundos se encontró en el centro de un magnífico solarium.

"Un placer haber sido su acompañante, Princesita." Inició el chico que viajó a su lado, hizo una reverencia exagerada y una sonrisa que pretendía encantar a Lily. "Mi nombre es Lockhart, pero tu puedes llamarme Gilderoy." Tomó su mano y la besó.

Encantada? Lily buscaba la vía de escape más rápida...

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Sólo había una palabra para describir Suiza en invierno, Hermosa. Elth Guineuve (formalmente llamada Blossoming Bleu) se ubicaba en lo alto de una colina. A uno de sus costados se extendía un bosque, formado por árboles de tonos azulosos: pinos, abetos, pequeños arbustos de moras y algunas flores típicas de la región, el conjunto hacía del extremo sureste el más bello de los paisajes. Al sur colindaba con un lago, que según lo que habían oído, aún en época de verano permanecía congelado. Excelente noticia, los patines no estarían de sobra.

La entrada principal se ubicaban en la parte norte, dos puertas de hermosa herrería victoriana custodiaban el trecho final. Se llegaba a ellas después de un largo recorrido por el camino de gravilla, tan rojo como siempre, aun con las frecuentes nevadas. Esto era, que tenía un encantamento repelente que lo llevaba impecable hasta la calle principal del pueblo millas distante. Lathres era su nombre, y permanecía resguardado en su apacible valle blanco.

Qué Lathres no esta en un mapa? Por supuesto que no! Cómo podría Hogsmeade estar en uno de esos pergaminos rayoneados que ni los propios muggles entienden? Si cada país podía contar con una comunidad enteramente mágica, Lathres era la de Suiza.

La casa en cuestión era sin duda la versión de los cuentos de hadas. Se trataba de una propiedad enorme, con ciertos tintes de lo que parecía barroco pero indecisamente victoriano. Blossoming Bleu no era menos que un castillo en el que cabía dos veces Hogwarts con todo y sus terrenos.

La imagen de impasible tranquilidad que del exterior se percibía de la casa de la colina , era en proporción inversa a todo el ajetreo de su interior...

Cientos de alumnos llegaban a distintos lugares, separados por distancias considerables... y no muy bien planeadas, Dumbledore había terminado colgado de un candelabro a unos cuatro metros de una piscina termal donde se encontraba la profesora McGonnagal, empapada hasta el alma, formando parte del grupo que trataba de salir.

"Qué lástima que nunca aprendí ese hechizo para volar" se lamentaba el director, calculando con la vista el punto donde no caer sobre alguien. "Me pregunto quien se encargó de los trasladores..."

El desgarrador grito de una mujer retumbó en el domo: "Sirius Black!"

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"Que hiciste QUÉ!?"

"Me hubiera gustado ver la cara de McGonnagall" Sirius rió para él mismo. "Me pregunto donde terminaron?"

"Te aseguro que no pudo ser nada peor que esto –cuidado" James se había puesto en pie sobre la resbalosa superficie en la que se encontraban varias personas. Ayudaba a una chica. "Esto es asqueroso."

"Te dije que no era bueno en astronomía, debía recordar que estrella no tomar. Megrez te llevaba al chalet del lago- bueno, a su fosa séptica-" Empezó a contar con los dedos. "Creo que otra a la piscina , oh si- Alioth al sótano en la lavandería, otra a los congeladores y creo que Merak a las cañerías y..."

"-Alkaid al establo. En serio Sirius, te produce algún placer estar embarrado de estiércol?"

"No, pero es divertido, incluso más que cuando escribí a Corazón de bruja pidiéndote una cita... me pregunto donde pusieron los caba- Hey! Cuidado!" Un chico a su lado caía sobre el trasero. "Eso dejará marca." -Menos mal que es donde el sol no brilla-

El chico lo miró extrañado y asintió levemente.

James suprimía una risa. "Arriba. Me tienes que ayudar a quitarnos de encima toda esta... mugre."

Pasaron algunos minutos haciendo hechizos para limpiarse. Las puertas se abrieron y por ellos entró una simpática muchacha. Vestía en negro y en puños y cuello llevaba ribeteado encaje blanco, que hacían juego con la tela de encaje que llevaba sobre pecho hasta el final del corto vestido, y la coronita de tela blanca que adornaba su negro cabello.

"Disculpen mi ret-rr-azo, tuvimos más p-rr-oblemas de lo espe-rr-ado con el grupo de las cañe-rr-ías." Se irguió un poco más sacudiéndose un poco la falda y añadió. "Soy Madeline, y se-rr-e su guía. Síganme po-rr- favo-rr-"

No necesitó repetirlo dos veces. La multitud la siguió en cuanto limpiaron sus ropas y quitaron de si el pestilente olor a caballo. No estaban muy lejos de la entrada posterior, y a pesar de que estaba anocheciendo podía verse la casa perfectamente. De cierta manera -James pensó- parecía rodeada de un brillo particular.

A uno de los costados se unían a ellos un grupo encabezado por el mismísimo Alain, que parecía no tener problema de saber a donde dirigirse.

"En donde terminaron?" preguntó James. "Nosotros en el establo."

"Batidos en abono." Dijo alegremente Sirius. "... y unos encima de otros, que lugar tan pequeño para colocar un punto de llegada eh?"

"Ya lo creo." Alain miró implícitamente a Sirius. "Me pregunto de quién fue la genial idea de mandarnos a las cañerías; cuado el lugar se saturó empezaron a caer por las tuberías laterales..."

"Quién habrá sido el idiota..." Añadió James.

"Eso no importa!" Dijo repentinamente Sirius pasando cada uno de sus brazos por los hombros de sus compañeros. "Lo único que hay que averiguar es quien es esa belleza llamada Maydeline." Empezaron a caminar.

"Deja en paz al servicio." Dijo Alain riendo.

"Ella?" "Servicio?"

Suspiró. "La familia que vivió aquí antes combinó en su servicio a humanos y elfos." Explicó. "La casa nunca fue abandonada aún después de que los dueños se marcharon, ha sido cuidada por ellos."

A James se le ensombreció la mirada. "Los Sinacroft debieron ser personas realmente buenas para conservar a tantas personas fieles."

Alain sintió escalofríos. Pero logró disimular a tiempo. "Lo eran sin duda" Se volvió a mirarlo.

"-Sólo sumé dos más dos." Cortó con el mismo tono de voz apagado. Contestando la pregunta sin voz.

"Raramente venían a esta propiedad -según dicen- sin embargo su nombre era muy conocido en el pueblo." Añadió.

Muy pronto entraban a la sala principal. Donde se encontraban reunidos casi todos. Al mismo tiempo entraba por otra puerta la dulce pelirroja de brillantes ojos verdes.

Su mirada se encontró con la de James. Y le dedicó la más tierna de las sonrisas, después de todo, era él quien le había dado una razón para sonreír de nuevo, pero no podía perder tiempo, no si quería perder de vista al patético remedo de Don Juan.

A James se le contorsionó el corazón. No supo que hizo en los breves segundos que siguieron, tal vez sonrió, tal vez sólo se quedó pasmado como un idiota viendo en cámara lenta cómo todo su alrededor se volvía borroso dejando ver solamente y con infinita claridad como los delicados rizos volaban en el corto espacio y desaparecían segundos más tarde.

Después de tanto, después de todo... Romeo moriría con o sin su Julieta...

"Herr Pout-rr-" llamaba por tercera vez otra mujer del servicio. Visiblemente fastidiada.

"Eh? Ah! Lo lamento, pero no hablo Suizo." Dijo distraídamente.

"Eso lo sabemos todos. Sólo síguela. Nos van a organizar." Replicó Alain divertido.

La concurrencia se dispersó rápido, habían formado grupos que subían distintas escaleras, ala norte, sur, este, oeste... primer, tercer piso. "Ni uno de esos papeles muggles serviría aquí dentro." Señaló McGonnagall, en el grupo en el que formaba parte. Sirius también iba en él, teniendo cuidado de permanecer francamente alejado de la mujer, que de vez en vez le lanzaba dagas con la mirada.

"No se preocupe profesora, si se pierde puede preguntar a cualquiera de los personajes de las pinturas, ellos conocen todo el terreno." Contestó Lestat, quien iba guiando al grupo. "Además habemos personas que conocemos cada rincón de ésta casa."

James se percató de las miradas de complicidad que se dirigían los franceses, pero se quedó en silencio. "Estaremos en habitaciones separadas?" preguntó en vez.

"Ya lo creo, profesor Potter... Mi hermana repartió a los invitados..." Dijo como si le pesara dirigirle la palabra ... y me temo que no ha sido muy justa en ello.

Al término de las escaleras pararon en la quinta puerta frente a un amplio corredor. "Profesora. Su habitación." Le acercó un pedazo de pergamino. "Pasillo Sur, segundo piso, el jardín de las hespèrides. Al cargo de su habitación estarán... er- Ah si, las señoritas Regine y Olga Shön, y Tamara Heissen. Llámelas si necesita algo. Sigamos."

Volvió a revisar su lista. Fueron a siete habitaciones más del segundo piso y catorce del tercero; en cada una hizo lo mismo. James pudo observar que cada habitación era por mucho diferente a la anterior, cada una tenía un estilo propio de decoración, y a él le hubiera gustado permanecer en la que le fue dada a Sirius, una perfecta habitación color ocre de duela, con alfombras, cojines y gobelinos por aquí y por allá... y que curiosamente, iba a ser atendida por Maydeline...

Habían llegado en su recorrido hasta la habitación de James. Último piso. Tercera puerta en ángulo recto desde la orilla de las escaleras. Justo frente al enorme candelabro que colgaba desde la bóveda del techo de vitral. El conjunto de piezas de vidrio impedían visibilidad alguna hacia las habitaciones del frente. Una pena... se preguntaba quien sería su vecino.

"Sueños de niña, una de las habitaciones principales." Dijo con cierto tono de desaprobación. Abrió la puerta y dio paso a su inquilino. Todo era oscuro, pero podía distinguir algunos reflejos brillantes. Se sorprendió cuando Alain chasqueó los dedos. En un momento todo se iluminó dejando ver una enorme habitación multicolor. Pero decir que estaba sorprendido era poco. James había quedado estupefacto.

"Le llamábamos el cuarto de las mariposas, por lo que puedes ver..." Añadió Lestat. "Supongo que habrás adivinado a quien pertenecía..."

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La primer semana de las vacaciones se fue en un suspiro, casi todos los días habían sido ocupados para excursiones al pueblo cercano. La mayoría había descubierto las maravillas de las golosinas suizas al verse en serio aprietos en sus ropas...

Lily prefería estar sola. Quería recordar cada parte de la casa, y el hecho de que todos estuvieran poco en ella le venía a la perfección. Los primeros dos días casi no salió de su habitación. Le había sido asignada la que había pertenecido a su padre. Era amplia, y según recordaba tenía tantos pasajes en ella sola como los que existían en todo Hogwarts... Lo que más le gustaba era el lugar de la chimenea. Una persona podría caber de pie en ella. Justo arriba se encontraba la única pintura de su madre que había quedado después de su muerte. Y Lily podía quedarse horas contemplándola sin cansarse.

"Siempre le pregunté por que dejarla aquí..." preguntó en voz alta. "Cada día descubro que sabía más que si hubiera nacido bruja..."

"Pàpa siempre dijo que Chris era una flor muy especial, por eso Albert la había escogido..." Provino la respuesta desde la recién abierta puertecilla de duela. El segundo Sinacroft entraba encorvado. "Estos pasajes no están hechos para mi espalda."

Lily se paró a la ventana. "Será por que fueron diseñados para elfos? Mi justo señor... para eso está la puerta del pasillo." observaba a quienes reconoció como Huffelpuffs de séptimo y cuarto año.

"Y perderme del riesgo de ser descubierto? Donde ha quedado nuestro- nuestro sentido de la aventura mi be- bella dama!?" trataba de recuperar la sensibilidad de sus músculos quebrándose en todas posiciones. "Pàpa se hubiera reído de mi si le dijera que tengo entumidas las-"

"-Sabes si algo le pasa a Potter?" dijo repentinamente la chica.

El cambio de tema sacó de balance al rubio, que casi se cae al enderezarse. "Creo que está confundido."

"De mi?"

"De todo Lil." respondió en un susurro mientras besaba su cabellera roja. Lamentaba en su interior el giro que habían tomado las cosas. Del giro que él le había dado a las cosas. Pero es necesario... se repetía una y otra vez.

Hubo algunos minutos de silencio llenados por el ruido de gritos de guerra del exterior, más chicos se habían unido a la contienda bélica que se llevaba a cabo por la conquista del gran abeto azul que resguardaba la entrada.

"Pero no he venido a ponernos tristes Mademoiselle Fairy!" Dijo en tono alto el chico al momento en que daba una palmada juguetona en el trasero de la chica (Hey!).

ACCIO!

De la misma puerta que él había usado salieron varias cajas de distintos colores que terminaron sobre la mesita de estar. Alain se dirigió a ellos con una gran sonrisa y destapó el primero.

"Tardó un poco más de lo esperado, pero cumplió su palabra, supongo que la seda de hada no es fácil de conseguir." Dijo ondeando ante el un vestido rojo.

Lily estaba extrañada. "Que-"

"-No pensarás que te dejaría usar esos viejos vestidos verdad? Además, la cosa es con disfraces, y a decir verdad Jon Corcound no es muy agraciado en ese aspecto. Las hilanderas de Gales tal vez lo sean, pero nunca conseguirían algo que se comparase con material como el que puedes conseguir en casa. Espera a ver las máscara-" Dijo más animado.

"-Espera un segundo" Dijo Lily en el primer momento que tuvo oportunidad. "Qué se supone que es esto!? Sabes que no creo en esa tontería del alma gemela!" El corazón le dio un vuelco interesante. " Yo-Yo no participo en eso."

La sonrisa del chico se hizo aún más amplia. "Por supuesto que lo sé, como sé que te encantaría asistir al baile que Forsoise prepara como aperitivo." Puso el vestido que sostenía en la cama. Y destapó el siguiente, y el siguiente... "Ohhh... y este lo reservaremos para el viernes de esperanza!"

"Me has puesto atención?" preguntó exasperada la chica.

"Por supuesto que si Cariño! No podrías participar aunque quisieras, no admiten a menores de 16 años, pero debes lucir espléndida como la directora de orquesta esa noche y-"

"LA QUÉ!?"

"No te lo dije? Te ofreciste como encargada del baile." Añadió el chico desviando oportunamente la mirada hacia la majestuosidad de la bóveda. "Qué cabeza la mía! Pero no te preocupes he pensado todo por ti..."

"Yo no estoy preocupada Monsieur Casi-Decapitado." Su tono se había vuelto serio y rayando en lo fatal. "Usted es quien debería procurar que mis manos no lleguen hacia los hierros a su espalda. Con tan sólo tres dagas le haría desistir de sus intentos de ayudarme..."

Alain había olvidado por completo el peligro: cientos de espadas, dagas, lanzas y garrotes yacían adornando las paredes a su alrededor. El espacio del caballero inglés, era su nombre. La tiendita del horror, como lo definiría Alain, en esos precisos instantes...

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La tarde con la que culminaba la segunda semana se presentaba como la más fría desde la llegada a Suiza, en el exterior aún podían verse personas, algunas jugando con la nieve y otras simplemente paseando por los alrededores.

"Cuidado con la bo- lo siento! Prongsie estás bien?"

"Tu que crees Padfoot?" Respondió James tratándose de poner en pie. Había salido del castillo como cada tarde en dirección al lago para admirar la puesta del sol cuando fue alcanzado por una bola de nieve perdida.

"Que tendrás una jaqueca aún más grande que el chichón..." Sirius le extendió una mano que tuvo a bien tomar.

James se sacudía la nieve. "Era una pregunta retórica animal..."

"Totalmente de acuerdo. La mas hermosa de las bestias."

"En realidad esperaba esquivar un golpe o al- ahhhh..." Justo a sus espaldas se encontraba un caballo flor de caña (A/N: Sipe, en caballos es un color), enorme. El rostro de Sirius era de total incredulidad, estaba admirado de la belleza del animal, y con justa razón. La bestia era en pocas palabras imponente.

Entonces recordó que, fiel a la tradición de los Black, Sirius había nacido amando los caballos, tanto o más quizá, de lo que amaba la mostaza.

"Percherón." Respondió antes que James pudiera preguntarlo. "Desearía que en Inglaterra hubiera de éstos." Levantó una mano queriendo alcanzar la cabeza del animal, pero desistió. "Los caballos ingleses parecen juguetes su lado. Con una sola patada te atravesarían el vientre... "

"Tal vez por eso los quitaron del establo cuando decidiste poner el punto de Alkaid a-"

"-Me pregunto si pertenece a los LaRue. Cielos, quisiera montarlo."

"Entonces deberías conjurar una silla." Respondió una voz detrás de ellos. "Bitalis es uno de los más viejos, pero aún así uno de los más fuertes."

Se volvieron hacia la chica que hablaba. Su quijada volvió a caer. Lily montaba otro magnífico animal como el primero, cuyo intenso pelaje se perdía entre las ropas de su jinete. Este era Negro. La poblada crin del animal caía en cascada a un lado de su lustroso cuello, y el pelo de las patas no parecía importunarse por permanecer hundido en la gruesa capa de nieve.

"Hola Lily." Dijo Sirius en un grito mientras se alejaba en dirección al flor de caña. No iba a desaprovechar la oferta...

"Buenas tardes James."

"Hola Lily."

Silencio.

Lily tenía una sensación extraña."James que-"

"-Crees que el tiempo empeore?" Cortó el chico rápidamente.

"Si lo hace hay barreras mágicas. El festival empieza mañana y no creo que permitan que se arruine por el tiempo." Contestó simplemente.

"Eso es genial. Tengo entendido que no participarás."

"Lo harás tu?"

James ignoró completamente la pregunta "Te contaré como estuvo." Hizo una pequeña reverencia y dio media vuelta.

"Ya lo he visto." Su respuesta fue nuevamente ignorada.

Los pasos de James eran grandes y rápidos. Y Lily no comprendía lo que pasaba. En dos segundos había conducido a su caballo para cerrarle el paso.

Evitó la mirada de la chica. "Es un animal hermoso. Y muy rápido." Dijo en vez, pasando ligeramente su mano por la cabeza del animal.

"Su nombre es BlackBerry. Hay más caballos en el establo si-"

"-Nunca he sido bueno montando." Volvió a cortar.

A Lily se le ensombreció la mirada. "Anda. Entonces ayúdame." Le extendía los brazos.

"A qué?"

"A decirle a Sirius que el caballo avanza del otro lado..."

Era la primera vez que reaccionaba ante sus palabras. Con una ligera sonrisa la tomaba de la cintura y la ayudaba a bajar. Fue en un momento en cuanto la tuvo cerca que se le olvidó todo. Sus miradas se habían cruzado y se habían perdido en la del otro.

"Sabes Lily?" James fue el primero en reaccionar. "Ya sé como quiero que sea mi alma gemela. Cuando la encuentre te la presentaré."

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"Esa jugada fue baja. Debería golpearte." Hablaba Richard recargado en el marco de las puertas a las que se aproximaba James. "Medio Hogwarts sabe que eres campeón de equitación de la copa Pegaso."

"Encontré esto." James le extendió un papel al rubio. Era una fotografía.

Richard la volvió. Era una imagen mágica, pues sus personajes se movían dentro de ella: bajo la sombra de un árbol se encontraba un par de adolescentes, una chica y un chico. Parecía que la chica había estado llorando, sus rizos pelirrojos caían tristes sobre el pecho del chico que en una u otra ocasión la oprimía en su pecho. También él parecía afectado, aunque trataba de consolarla. Se besaron.

"Fue tomada el día en que enterramos a mi padre. Lily y yo decidimos pasar un tiempo aquí antes de ir a Inglaterra." La foto empezó a arder en sus manos. "Forsoise estaba en esa etapa de 'fotografía artística'."

"Esa no es la respuesta que quiero." Se limitó a responder James.

"Ella lo es todo para mi." Respondió en un tono casi inaudible. "Me asigné el deber de protegerla hace tanto que casi no recuerdo cuando. La amo James. Siempre la he amado, y sé que ella siente lo mismo por mi."

Siempre fuiste tu... James dejó salir una sonrisa ácida. "Eso ya lo sabía, ella lo dejó claro... En tu arduo trabajo has tenido tiempo de preguntarte lo que es Amar?" preguntó sarcásticamente.

"Lo hice alguna vez." Respondió desafiante, "Y de todas las respuestas que he encontrado sólo entiendo una, y te sonaría tonta."

"Pruébame"

"Es lo más cercano a la perfección."

Silencio.

"Casi tienes razón." Reanudó su camino al interior. "Es por mucho la idiotez más grande que haya oído en la vida."

"... Amar es alcanzar la perfección James, es sentir que su vida da sentido a la tuya, que le añade la parte que siempre faltó." Continuó. "Es la suma de todos los momentos que ha llenado con su magia, esa magia que sólo tu puedes ver... Es ver a esa persona especial y llenarte de su dicha... es mirar sus ojos y ver que puedes quitar la tristeza que los llena." Hizo una pausa, James estaba consiguiendo que le hirviera la sangre. "Es sentir que puedes dar tu propia vida por ella... sin dudarlo."

"Perdona si soy egoísta." James exclamó. "Para que sacrificarme si al que ama es a ti, y a mi me quiere muerto?"

"No la mereces..."

El chico permaneció callado.

"Por qué no darle una oportunidad? Le agradas, lo sabes... así que deja de portarte como un bastardo ahora que lo sabes. Tu padre y tu hermana le dieron el beneficio de la duda y descubrieron que es la misma chica que tu conociste... solo dale la oportunidad..."

"ESO DE NADA ME SIRVE!"

"Somos contados los mártires. Caroline lo dijo." Dijo más sereno el francés, mientras veía alejarse al testarudo joven. "Ella morirá por aquellos a quienes ama, desearía que te lo hubiera enseñado..."

En un último vistazo al exterior observó a Lily y Sirius, éste último perseguido por el caballo que había tratado de montar...

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*SLAM!*

La puerta se cerró en un golpe sórdido. James había azotado la puerta con el coraje que pugnaba por salir.

"Ella no lo haría. Quiere acabar conmigo. Qué caso tiene... si ella-" quería romper algo, o golpear a alguien, se acercó al espejo de cuerpo completo junto a la ventana. "Esta no es tu historia Aidan, Issobelle te amaba... te... te... Y que soy yo para ella? Dímelo!"

-Los humanos son egoístas- fue la respuesta recibida.

"Qué sabes tu?" replicó a su mismo reflejo. Era el espejo con el que mantenía conversación.

-La he visto por años- la voz que sonaba como un eco continuó. -Como a todo lo que hay en este cuarto- la imagen de James se acercó más, hasta que pareció topar con la pared del vidrio -Por qué no acabas con esto de una buena vez?-

Se volvió hacia el lejano estante donde se hallaban sus pertenecías. Dentro, en una de las esquinas, se encontraba la espada que le había sido entregada días antes.

-No- dijo el espejo finalmente. -No lo harás, puedo verlo- finalizó. -Entonces... por qué no tomas el objeto que protege?-

Los tapices de la habitación estaban hechos en oropel finamente tejido con fibras que semejaban la seda de araña, sus bordados de mariposas alcanzaban tal perfección que parecía que los insectos tenían vida, y que saldrían volando en cualquier momento. Mas al centro se alzaba una pequeña fuente, en cuyas aguas se movían vigorosamente decenas de pececillos de brillantes colores. Y en el techo, se levantaba una bóveda de cristal parecida a la del pasillo, pero que se hallaba cubierta casi en su totalidad por una hiedra azulosa de pequeñas flores palo de rosa.

Pero los tapices no brillaban, los peces no se movían y las hiedras cerraban sus hojas. Todo esperaba instrucciones para seguir su ritmo. Todo estaba en espera de James y del la pequeña caja en sus manos.

"Trata de herirla y lo pagarás." Lestat habló desde la puerta.

"Supongo que me las tendré que ver contigo..." respondió desafiante James. Pero en tono de burla. "Soy tu invitado LaRue, no me obligues a ser descortés."

"No queremos tu muerte. Entrega tu poder y nosotros nos haremos cargo de lo demás." Replicó Lestat sin rodeos.

"De eso se trata todo, no es así?" James no se había movido de su lugar, pasó sus manos pesadamente sobre su cabellera.

"Querrá tu corazón cuando se entere. Alain puede detenerla. Si te perdemos todo se acaba."

Lo tiene desde hace mucho, pensó amargamente James, "Para obtener mi poder tendrá que matarme. Así lo dice el pacto..."

"Hay otra manera... entrégalo a mi."

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Las explicaciones de Forsoise y de Lily se habían quedado cortas en cuanto los visitantes vieron la magnitud del festival de invierno en Lathres, todo giraba alrededor de coloridos y brillantes fuegos pirotécnicos, cientos de máscaras y tantos tipos de comida que la mayoría tuvo que asistir a los comedores varios días, había muchos comerciantes, en especial de oro. Aunque no era un metal muy preciado entre magos tanto como entre muggles, tenía buena demanda en esas fechas. Algunos establecimientos de la calle principal permanecían abiertos las 24 horas, sobre todo los que vendían ropas y máscaras.

Lily había salido con una gargantilla de rubíes y esmeraldas la primer noche, no pudo evitar que Vieth lo comprara, había argumentado que resaltaba su mirada y daba vida a su cabello. También salió con un par de sombreros de lo más extraños, unos bolsos repletos de chocolates y unas esculturas de hielo que cantaban.

Perdió de vista a James por esos días, y la verdad estaba pasando tan buenos momentos al lado de Vieth que le importaba poco. Tampoco había visto mucho a Remì, sólo algunas noches cuando iba a visitarla. Poco a poco la había convencido de tomar parte en el festival, y tenía expectativas al baile que se realizaría antes. Se había topado con Forsoise repetidas ocasiones, y en cada una de ellas llevaba a un chico nuevo a su lado, en calidad de 'Carguero' de todas sus compras.

"Qué dice de probar este?" Preguntaba Vieth al llegar al lugar de las competencias de muñecos de nieve.

"Genial, que me darás si gano?" preguntó divertida.

"Es una sorpresa..."

"De acuerdo, espera y observa." Caminó decidida hacia campo abierto. Donde pudo distinguir a varios conocidos.

"Señorita Evans." Saludó cortésmente el primero.

"Potter!?"

"Hola." Dijeron momentos después Richard y Sirius detrás. "Qué gusto verte Lily, no he podido montar a ese caballo rejego." Continuó Sirius. "Pero lo he sustituido con algo más acorde a mi."

"Un pony..." Añadió discretamente Richard.

"Caballo miniatura si no te importa." Sirius respondió herido.

"Listos para comenzar?" dijo repentinamente James. "Esto es sin magia, así que veré que porquerías harás Paddie..." Se volvió a la pelirroja. "Suerte Lily." Dijo en voz baja.

"Hey! Por que a mi no me deseas suerte!"

"Porque tu eres un caso perdido!" levantó la voz al acercarse a Richard, que por seguridad, permanecía algunos pasos retirado. "Me gustaría que Remus estuviera aquí," le dijo. "Rodaría de la risa en cuanto viera lo que Sirius hará."

"Yo no estaría tan seguro de que lo haría por Sirius..." .Richard añadió. Sonrió para si. "Por que no esperamos a ver lo que los demás harán?"

En los últimos días James y Richard habían llegado a una especie de tregua, James había decidido que hablarían con Lily al regreso de las vacaciones. Sería lo mejor, no valía la pena desperdiciar los últimos días con ella...

En media hora Sirius anunció haber acabado. Los otros dos aurores se acercaron y prácticamente analizaron la figura como si tuvieran rayos X, "Debes admitirlo James..." fueron las palabras de Richard.

"Es buena Sirius..." finalizó James, sorprendiéndose de sus propias palabras. Mientras Richard tomaba una fotografía de Sirius junto a su muñeco de nieve.

"Claro que lo es... en cuanto veas la de Babyred se lo que dirás..."

"Cuál es?"

"Ésa..." señaló con el brazo.

"Esa es Lily." Señaló James.

"Lo que está a su lado idiota."

"Eso!... esooo..."

Lily había logrado un excelente... nada. Lo más cercano a parecer un muñeco de nieve era el sombrero y las dos ramitas secas de los lados.

"No te molestes... te lo dije." Habló Richard. Tomando una foto de Lily, junto a la plasta de nieve a su lado. "Lo llamaría arte abstracto. Sus manos son mejores en el piano... no lo crees?"

"Eso es definitivo..." Después de todo había algo que la Princesita no podía hacer... James se tragó la risa en cuanto vio acercarse a Lestat con un muñeco de felpa en la mano. Se lo entregó a Lily junto a un beso bien plantado en la mejilla. Pero antes que pudiera hacer algo una carta cayó a sus pies. El correo lo había encontrado.

Corazón de bruja

Querido Leon:

Me da gusto recibir otra de sus cartas... Nos complace informarle que ha habido una tremenda aceptación por parte de nuestras lectoras hacia su carta pidiendo desesperadamente ser amado, tiene 137 respuestas esperando ser leídas; como usted comprenderá es imposible mandarlas todas vía lechuza, así que le hemos creado un apartado postal en nuestras oficinas.

Nada me daría más gusto que conocer en persona al hombre que ha sido capaz de expresar en una carta todo lo que significa para él el amor...

Atentamente,
Marianne Walsh, jefa editorial

"SIRIUS GAYLORD BLACK! LO VOLVISTE A HACER PEDAZO DE IMBÉCIL! TRAE DE VUELTA TU INMENSO Y HELADO TRASERO EN ESTE INSTANTE!"

"Gaylord?..."

Sirius había volteado a ver al chico con una combinación de rabia y ofuscación en el rostro (además de una venita que se empezaba a poner de un color preocupante en su frente)... algo muy diferente a la sonrisa que había estado portando... a su lado, una chica dio un grito de horror, otra cayó desmayada...

... y una brisa de viento helado y hostil recorrió la zona...

"Gaylord!?"

"Le pasa algo?" Preguntó James.

Vieth estaba tratando de contenerse para no soltar una descortés carcajada. Que para variar le estaba tomando toda la fuerza. Permanecía callado y en un momento se tiró al suelo.

"Señorita Evans?"

"GAY-Lord?" continuaba repitiéndose la pelirroja.

"Aún no lo asimila. No la culpo, no cualquiera lo hace..." dijo comprensivamente James.

"Ya lo creo, detrás de ti hay dos chicas colapsadas, unos cinco chicos a tu derecha con ganas de tener otro par de pulmones y frente a ti se aproxima Sirius con el rostro de un Black completamente desquiciado... mi primera recomendación es correr..." añadió Richard.

"Podrías detenerlo un poco? Parece que el coraje le ha desentumido el cuerpo."

"No hay problema. Pero tendrás que ajustar cuentas con él de todos modos."

"Esperaré a que se le baje un poco. No quise decir su segundo nombre, no a propósito."

"Nadie querría..." Vieth alcanzó a pronunciar sus primeras palabras audibles...

"Menos de 10 segundos para que llegue" anunció Richard, "... si vas a correr será mejor que sea YA!"

James no necesitó que se lo volvieran a repetir. Salió disparado del lugar. Con Sirius muy cerca de los talones.

"Creo que tendré que hacer otro de esos encantamientos masivos, eso no lo olvidarán fácil..."*suspiro*

"En serio Gaylord es un nombre?" Dijo Lily observando la carrera de los dos aurores.

"Si Lil, cuando la palabra gay aún se podía aplicar a los hombres... umm... normales. Nos vamos? Hace un frío del infierno."

"En el infierno hace calor Cariño."

"Lo que sea, quiero una de esas tazas de cocoa y canela que prepara Madame Hauser. Vienes Les?"

"Los dejaremos fuera?" preguntó la chica.

"No te preocupes, cuando estén lo suficientemente helados regresarán..." Vieth trataba de recuperar el aire a bocanadas... la risa le había arrancado algunas lágrimas.

"... O se quedarán haciendo unas magníficas esculturas de hielo..." Richard continuó caminando a su lado de vuelta al castillo. Visiblemente divertido.

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Los días pasaban como el viento, tan breves como el sol de invierno y tan vacíos como sus noches.

Eran escasas las primeras horas de la madrugada en Suiza y ya podía oírse alboroto en la majestuosa propiedad. La servidumbre salía a los patios, a las distintas azoteas, a los incontables jardines y muchas más a las cocinas.

Que decir de los huéspedes?

Ellos permanecían dormidos en la comodidad de sus habitaciones. Todos menos uno, que se paseaba por los estantes de la biblioteca desde hacía algunas noches.

"Sé que estaba aquí." Se repetía una vez más. "Rollos, maldiciones, magia prohibida en brujos menores, hechizos aturdidores- no. Tenía otro titulo..."

"Puedo ayudarle en algo señor Sinacroft?" Dijo Maydeline. Recién llegada.

"Oh!- May, sabes que ya no uso ese apellido. Además seguimos siendo amigos no? Me gusta como dices mi nombre." Respondió con una encantadora sonrisa.

La chica contestó con una sonrisa. "Ahora te has vuelto la cabeza de la familia. Pensé que debía tratarte de otra manera... Puedo ayudarte?"

"Recuerdas si pàpa separó los libros de magia antigua?"

"Algún tema en especial?"

"Las doce familias."

La chica se llevó la mano a la barbilla mientras fruncía el entrecejo. Pensaba.

"Todo lo referente a las doce familias está en los estantes bajo el suelo; supongo que fue donde buscaste primero. Necesito algo menos general..."

"Hechizos de hurto. Hurto de magia."

"... familias, hurto de poderes..."

"Existe un libro. Pero no puedo recordar su nombre... Estaba en avalones y-"

La expresión de la chica se volvió seria. Los ojos se le iluminaron ante un recuerdo. "Sígueme."

"Qué sucede?"

"El señor Sinacroft tenía muchos escritos de investigación. Recuerdo que se paseaba en las madrugadas por la biblioteca como tu lo has estado haciendo..." La suave luz del candelabro en su mano daba la impresión de que había envejecido repentinamente. "... Llevaba libros todas las noches, algunos nunca regresaron. Tal vez permanezcan en su habitación... Remì... puedo preguntar algo?"

"A que viene eso? Somos amigos no?"

"Que clase de magia has estado practicando sobre Lily estos últimos días?"

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"Señorita Fairy, podría pasarme la jalea?!"

"Por supuesto Annie" respondió al momento de tomar el tarro.

"No está emocionada? La señorita Forsoise me ha dicho que la fiesta de esta noche será genial. He conseguido un vestido que es un sueño en una de las boutiques del centro-"

Por Dios, que pare ya!, pensaba Lily mientras asentía a la chica. Se enteró de todos los pormenores de la velada de esa noche y del tipo de atuendos que las chicas habían elegido.

"Y cómo vestirá usted?" Fue lo siguiente que pudo captar después de un rato de pláticas sin sentido. "Apuesto que será tan sofisticada como siempre." Lisonjeó la chica.

"Seré sólo Lily." Se paró de la mesa.

"Ohhhh! La señorita Nya irá vestida de Lily!"

Lily se retiró entre los ecos del salón, que no dejaban de repetir el tema de todos desde el desayuno. El baile de la noche previa al viernes de esperanza estaba lleno de expectación. Sería el primero desde la llegada, pero más parecía que lo que iba a acontecer sería el concurso de Miss Mundo Mágico por la competencia por ser la más bella de las chicas del baile. Se rumoraba que Heather Lambert, una Ravenclaw de sexto, había comprado no menos de ocho vestuarios diferentes y miles de galeones en joyería.

Lily no estaba tan emocionada como en otras fechas. El baile de aperitivo siempre lo daba una de las familias importantes del lugar. El año que le tocaba a los Sinacroft falleció Christine.

"Supongo que después de todo los vestidos servirán-" Dijo para si.

"Acaso lo dudabas?"

"Richard!?" la chica había dado un salto repentino. "Cómo hiciste eso!? No te sentí llegar!"

"Magia..." dibujó su clásica sonrisa pícara.

"Supongo que si tonto." Dijo como si fuera obvio. "Ya tienes disfraz?"

"Por supuesto. Es sorpresa. Lo que no puedo decir de ti, conozco todos tus vestidos."

"Oh no Monsieur Remì... Usted podría llevarse la sorpresa..." salió corriendo divertida.

"No tienes que decirlo. Basta con que de un vistazo a su pelirroja cabecita Mademoiselle." Corrió tras ella.

Era una suerte que las salidas principales estuvieran desiertas, porque no hubo testigos de la persecución que pasó por la sala de armas, el solarium, y los pasillos hasta las recámaras principales. Lily corría muy rápido, y Richard lo lamentaba al subir los últimos escalones. Estaba exhausto.

"Que ha pasado Monsieur Casier. Pensé que el entrenamiento de aurores incluía entrenamiento físico." Inició Lily. Perfectamente claro.

"Algunas veces. Pero sa- sabes que... nos enseñan co- como última opción?" estaba tirado sobre las escaleras, jadeando.

"Qué?" preguntó extrañada.

"ESTO!" y la jaló de las piernas haciendo que cayera cerca de él.

"Eso no fue justo!" Lily reía. Alain la estaba atrapando con las manos en el suelo.

"Se llama astucia Cariño. No confíes en el enemigo incluso cuando lo ves en el suelo."

"Reglas de guerra?"

"Reglas de un Sinacroft."

No se percataron que desde el otro extremo del pasillo, justo detrás del enorme candelabro, una puerta se abría. James salía de su habitación para el desayuno cuando se topó con la peculiar escena. Perdió el color y las fuerzas. Una pelirroja yacía en el suelo riendo, con su amado sobre el vientre. Por que te afecta James, los sabes ya... se repetía una y otra vez cuando sus puertas volvían a cerrarse silenciosamente frente a sus perdidos ojos azules.

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La noche era perfecta. Los jardines se habían adornado de miles de luces y esculturas de hielo, se habían hecho arcos de rosas, orquídeas y muèrdago también; pero éstos adornaban el interior de Blossoming Bleu, así como otras flores. La sala se hallaba llena al llegar las nueve, principalmente de chicos, que parecían aguardar impacientes a las chicas que aún no bajaban. Todos estaban pendientes de las escaleras principales.

Valió la espera, muchas de las chicas que bajaban arrancaban un –ohhh- colectivo por parte de la población masculina. Muchas vestían como hadas, otras habían optado por vestir femeninamente como elfos (A/N: imagínenlas con togas), con coronas de flores y brazaletes de metales preciosos. Hubo una que otra vestida como personajes muggles, podían encontrarse desde lo medieval hasta lo patéticamente futurista; o desde un gato hasta alguien que se creía pavorreal.

El salón cayó en silencio una vez más. Por las escaleras bajaba la más bella de las mujeres. La rodeaba un brillo especial, y la mayoría de los chicos no podían ni parpadear. Vestía de blanco, y usaba una máscara exquisita en piedras cristalinas. Su cabello caía sobre sus hombros en caireles negros, desde un medio rollo en lo alto de su cabeza. La delicada tela abrazándola parecía flotar a su caminar así como el par de alas en su espalda.

"Mi ángel" dijo alguien. "Debe ser una diosa" otro siguió. "O el demonio más bello que jamás haya visto"

Murmullos crecieron a medida que descendía la extraña. Que no podía evitar una sonrisa cuando veía las miradas clavadas en ella. Incluso Heather Lambert, que había terminado como una sexy mariposa de alas de seda, debía admitirlo.

"Que el baile de comienzo!"

Música empezaba a llenar el ambiente, y parejas empezaban a formarse. La esencia de la noche: bailar entre extraños.

Empezaba una suave melodía (A/N: estoy pensando en sonata in G minor, de Bach) con el que el sonido de la flauta daba una atmósfera de tranquilidad. Los ojos azules del soldado que aguardaba las escaleras se habían perdido en la música, no se dio cuenta del dragón blanco que se le acercaba.

"Esa chica vestida de ángel seguro que supo hacerlo. Se ve fantástica." Inició. El chico bajo la máscara había logrado la representación del animal. Su espalda y la especie de falda que representaba la cola estaban cubierto de pequeñas escamas tornasoles, así como gran parte de sus brazos, piernas y cuello. Su pecho desnudo y las demás partes sin escamas habían sido pintadas de un blanco cremoso. Mediante alguna clase de hechizo había conseguido lograr que sus pies y manos adquirieran la forma de garras. Y desde el casco-máscara que llevaba cubriéndole el rostro hasta la espalda baja podían observarse lujosos accesorios en oro. Un dragón blanco era uno de los mitos que vivían en Avalon, por lo que ocasionalmente se les llamaba así a los miembros de la familia Myrrdhin.

"Seguro que si, lo mismo piensan los otros cien chicos a su alrededor." El soldado respondió sin dar mucha importancia.

"Que dices de ti? Un soldado es algo común, mucho." Dio un sorbo a su copa.

"No soy un soldado, soy el Cascanueces. Acaso tu madre no te contaba cuentos de pequeño?"

"No, murió."

"Lo lamento."

"Yo debería. La verdad no la llegué a conocer. Pero fui criada por otra estupenda mujer-" el dragón prosiguió sin gota de remordimiento.

"-Basta. Sé lo que sigue."

"Ya somos dos." Sonrió un poco. "Vieth espera por Lily. Me pregunto que le toma tanto tiempo. May y cinco chicas más subieron a ayudarle."

"No entiendo el tipo de amor que sientes por Lily. Dices amarla pero no te importa que Vieth sea tan obvio."

"Tu también lo eres estimado James. Oh- ahí viene! Ea! Le- Merlín ven aquí!" gritó ondeando la mano en lo alto.

Merlín lo vio.

"No crees que vestir así es algo imprudente?" dijo al dragón cuando llegó.

"Esta noche no soy humano, mucho menos un Sinacroft; además Merlín era rubio." Señalaba la larga cabellera del enmascarado. "Puedo probarlo!" Añadió al ver la mirada del ofendido.

Algo captó la mirada de Merlín cuando se disponía a dar respuesta. "Sabes desde que edad asistirían a este baile?" preguntó en vez.

"Catorce. Igual que Hogwarts. Por-" La pregunta murió en lo labios cuando volvió también la vista. En el descanso principal se hallaba una dulce niña, que no alcanzaría los diez años. Su cabello era liso y corto a la barbilla. Sus bellos ojos verdes contrastaban con la pigmentación de su piel rosa y su cabello plata. Estaba prácticamente cubierta en flores, desde la suave corona de margaritas y nardos en su cabeza hasta el filo de su blanca toga. "-Ohh"

James fue quien se adelantó hacia la pequeña. "Quieres saber un secreto?"

La niña asintió con una sonrisa.

"No soy un soldado..." dijo James.

"Lo sé señor. Es cascanueces." Se ganó la mirada de asombro del chico. "Mucho gusto, mi nombre es Primavera." Hizo una pequeña reverencia al chico.

Le arrancó una sonrisa. "Dime Primavera, que te trae por aquí?"

"Vine a bailar." Contestó rápidamente con su sonrisa infantil.

James no podía estar más extrañado y a la vez maravillado de la ternura que le inspiraba Primavera. "Entonces..." se irguió frente a ella, "me concedería el honor de esta pieza, mi dulce Primavera?"

"No señor Cascanueces." Dijo al empezar a mirar sus pies nerviosa. "Espero a mis hermanas."

"Hermanas?"

"Ahí viene! Hermana! Hermana!" Salió corriendo a los escalones que llegaban al descanso por la derecha. Cascanueces se dio cuenta que corría descalza hacia una exuberante morena.

James tenía los ojos de plato. La 'hermana' de la niña no podía ser más diferente. Mientras se acercaba James pudo observar que no era el único que se había dado cuenta de su presencia; varios chicos de la pista se volvían a verla. Tendría unos veinte. Vestía de rojo, la tela de su largo atuendo abrazaba cada una de sus curvas; mientras que su cuello, hombros y espalda permanecían libres. Su rostro era interesante, nada lo cubría. Sus ojos eran de un ámbar cristalino, y parecía que uno podía perderse en ellos. Sus cabellos cienfuego, permanecían flotando en suaves ondas sobre su cabeza.

Dragón y Merlín se miraron uno al otro, realizando algo.

"No deberías dejar que tu hermanita ande sola, el lugar es muy grande-" Inició el joven.

"-Acaso me vas a regañar?" respondió irritada la chica. "Primavera ya tiene edad para saber lo que hace."

"Lo lamento yo-" Sipe, definitivamente diferente. Lo que le inspiraba esta chica era cercano al miedo y en cierta manera le encendía la sangre. Unas semanas antes la hubiera tomado a la fuerza, como lo había intentado con Lily. Pero habían descubierto la causa del problema, alguien había estado envenenando el agua con una poción que aumentaba el grado de las emociones; tanto en Hogwarts como en el Ministerio.

"Soy Lirio." Continuó seductoramente. "Cuál es tu nombre Cascanueces?" Se le acercaba peligrosamente.

"Eh- Primavera! Quisieras bailar conmigo?"

"Lo lamento, señor Cascanueces. El señor dragón me lo ha pedido." Decía la niña que corría escaleras abajo.

"Yo estoy libre, caballero. Si lo desea-" Continuó la chica de los ojos ámbar posando su mano en su pecho.

"Creo que el caballero no tiene deseos de bailar Mademoiselle. Me permitiría ser su acompañante?" Se apresuró Merlín.

La chica asintió embelesada. Este era tan guapo como el soldadito de plomo. -Cascanueces- Lo que sea!

"Quién demonios era esa? Espero que no la tenga de alumna." Dijo el cascanueces, que se había quedado nuevamente solo. "Me pregunto-"

"Hola!" detrás de él había llegado alguien más. El saludo había logrado que el corazón le diera un salto de proporciones olímpicas. Cayó de espaldas.

Un par de ojos olivo lo encontraron. "Esta bien?" le extendieron una delicada mano.

"Por supuesto. Gracias." Ya de pie pudo ver de quien se trataba. Una chica como de su edad, de piel clara (como amarillenta) y vestida de colores sin vida. "Ahhhh- tu debes ser la tercer hermana- déjame adivinar... Maple? Roble?... Otoño?"

"La última estuvo cerca." Contestó tranquilamente. "Estío. Mi nombre es Estío."

"Yo soy-"

"Cascanueces." Se volvió a adelantar.

"Cómo es que lo saben?"

"A nuestra madre le encanta esa historia." Respondió mirando al suelo. Se veía triste.

James extendió su brazo. "Me permite?"

A Estío el rostro se le iluminó por un momento. Su delicada sonrisa, parecía contagiar todo su cuerpo con una falsa vitalidad. Portaba un vestido ocre de falda de organiza bordada traslúcida, lo que hacía mostrar sus piernas. Toda la bastilla estaba hecha de hojas secas de distintos árboles. Parecía que su cabello había sido peinado con barro en la base de su cuello y su cabeza vestida por una gran corona de hojas de maple. Su piel era seca, parecía como si estuviera muriendo. Estío no tenía la vitalidad de sus otras dos hermanas; y James la sentía de distinta manera: le inspiraba melancolía.

No soy flor que pueda alegrar tu corazón
Tampoco septiembre que pueda derretirte con su lluvia
Que puedo ser que no sea el estío que siento en tu presencia?
Que puedo ser para verme eterno en ti?

Bailaron toda la velada. Lirio fue una de las chicas más peleadas, junto con ángel, y la pequeña Primavera. James había pasado momentos agradables con las tres hermanas, incluso con la impetuosa Lirio. Disfrutó los momentos con Estío, a pesar de sus pocas ganas de entablar conversación. La madrugada llegaba, y muy pocos quedaban en las pista, James bailaba con Primavera, a quien sostenía en sus brazos dormida (A/N: la niña se había negado a retirarse, sin bailar una última vez con James), Estío bailaba abrazada de Dragón y Merlín vigilaba con la mirada cada movimiento de Lirio.

"Cascanueces?" La niña habló en susurros.

"Dime Primavera" la abrazó tiernamente.

"Podrías hacer algo por mi?"

"Sólo pídelo."

"Baila con mi hermana. Ella siempre está triste."

"Ya lo he hecho Princesa. Estío está ocupada con el señor Dragón."

"No es ella. Es mi otra hermana, la he visto observándote."

Tragó saliva. "Escucha, Lirio-"

"-No es Lirio. Invierno está triste, igual que mamá."

Una cuarta hermana? "Por que no la vi cuando ustedes llegaron?"

"No le gusta que la vean. Siempre se oculta."

"Y donde debo buscar?"

*Bostezo* "En tu corazón Cascanueces..." volvió a caer dormida.

El chico se quedó pasmado en medio de la pista, con la niña en brazos. Cómo se supone que iba a encontrar a esa chica?

Podría ser la hoja de roble que no envejece
Pero tu no eres suelo fértil
Podría ser el sol abrasador que regresa cada mañana
Pero no eres de verano breve luna
Podría ser estrella (pero no eres cielo)
... Lágrima de tu tristeza (pero no eres sentimiento)...

El día se veía cada vez más cerca. Por una de las ventanas entraba un rayo de luz. El Cascanueces lo vio. Así como el recorrido que seguía el haz. Justo a la estatua de una Venus contigua a la chimenea. Era maravilloso los colores que adoptaba ese rincón, era como un caleidoscopio. Decidió acercarse. Y alcanzó a tomar de la muñeca a la sombra que trató de ocultarse a su paso.

No había duda de algo. Era la cuarta hermana. Lo supo en cuanto hizo contacto con ella. Sintió ganas de llorar por una infinita tristeza que lo invadía. Pero decidió hacerle frente con una gran sonrisa. "Tu debes ser Invierno."

Podría ser tantas cosas por ti
Incluso el bosque que duerme a tu paso

La extraña salió a la luz. Era una chica de unos 16, su figura lo podía decir. Llevaba una máscara de rostro completo, que dibujaba un rostro feliz. Estaba vestida en un blanco azuloso, un vestido de corte imperial, bastante sencillo. Una gasa blanca salía de la unión del peto hasta el suelo, y sobre ella miles de diminutos cristales iban en aumento hasta su bastilla. El peto sólo cubría el busto y parte de la espalda media, ya que el resto del pecho y la espalda permanecían descubiertas; dos largos guantes cubrían sus manos hasta muy arriba del antebrazo, los cuales terminaban en dos especies de grilletes de cristal y oro. Su cabello ondulado era blanco, sujeto por una corona enorme de cristal y bordes en oro, el cabello estaba adornado con lazos de azul por aquí y por allá.

Podría tanto
Pero no la azul sonrisa que quiero de tu rostro
Ni el cristalino fulgor de tus ojos
Ni el frío que abraza tu piel
O la tiara que corona tu triste cabellera

La chica asintió. Lentamente James acercó su mano para retirar la máscara. Ella lo detuvo. Algo extraño pasaba. James estaba dejando de ser él mismo otra vez. Estaba sintiendo algo dentro. Algo familiar. Alguien familiar.

Dio un paso atrás. Hizo una reverencia. "Me permite el honor de esta pieza?" No esperó una respuesta que seguramente sería negativa (por la poca disposición de la chica).

"No hay música. Lo siento." Respondió la chica tratando de huir después de unos segundos en sus brazos. James había conseguido atraparla. Y había olvidado el detalle de la música.

"Eso puede arreglarse." Tomó su varita y pronunció un encantamiento rápido. La orquesta comenzó una melodía. (A/N: tengo en mente la de Invierno –las cuatro estaciones- de Vivaldi, el allegro o como se llame.)

No bailaron. Sólo quedaron viendo los ojos del otro a la entrada de cada ráfaga de luz. El viento de próxima tormenta azotaba sobre los ventanales y muy pronto irrumpió en la atmósfera, logrando arrancar aquel rostro alegre bajo el cual la chica ocultaba el propio.

James la miró impactado. La música cesó en ese momento.

Entonces déjame ser tu aliento
Déjame ser el suave beso que persigue tus secos labios
Déjame ser la nieve, que a tu paso
Sea capaz de florecer las más bellas rosas
Cuyos rojos pétalos representen
La transformación de tu alma en primavera

"Eres preciosa..." Fue lo único que Cascanueces pudo decir. "Debí suponerlo... Lily..."




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Gracias por esperar todo este tiempo. Acaso pensaron que abandonaría mi preciado fic? Jamás! Espero apurarme con el que sigue, de todos modos en compensaciòn este chap ha salido de casi 30 hojas. Se aburrieron de leer? Yo sè que al menos se fastidiaron, y eso que mi propòsito era llegar al festival de invierno... pero bueno...

Recuerdan la primer parte? Una que decía La princesa está triste, la princesa... eso es parte de una poesìa, no me lo he inventado yo, se llama Sonatina y vale la pena leerla, su autor se llama Gustavo Adolfo Bèquer. Y la parte de Gaylord muchos la recordaràn de 'meet the parents' (olvidé cual es el título al español), la peli de Ben Stiler. Creo que eso es lo ùnico que he 'tomado prestado'.

Por esta ocasiòn solo voy a mencionar a los reviewers, pero saben que les agradezco (y les mando besos!) por el aguante con esto. You Rock!

Gaby, Carlita_Heart, Drydex Slytherin, Jeru (2), Gin-Gin (2), Mint Potter, Cathy, Katie Lupin, Jessica (2), Mena!, Catty_Shenka, Alpha, Lalwen de Black, Myrtle (ya estamos de buenas verdad?), Melianay, Hinkypunk, Lucìa, Arwen-Magic16.

Disculpen si los acentos andan al revès, aún no me acostumbro a que en este teclado el otro acento está en otro dedo. Seeya!