CAPITULO 5: EL DESCUBRIMIENTO DE LEO
Aioros esperaba pacientemente a que Ariadna despertara, sentado en una silla junto a ella. Suspiró. Al voltear al sillón de su habitación, vio a Marín profundamente dormida en el hombro de Aioria, y éste en la misma situación con la cabeza apoyada en la de la niña, y no pudo evitar sonreír.
En ese momento, Ariadna emitió un gemido y abrió los ojos.
-¿Aioros?- dijo- ¿qué...?-
-Shh...todo está bien- le dijo Aioros- Marín y Leo están bien...-
Ariadna sintió una punzada de dolor en su cabeza, y se llevó la mano a la frente, dándose cuenta en ese momento de la ausencia de su máscara con una expresión de sorpresa. Aioros bajó la mirada.
-Lo siento- dijo Aioros- cuando Níobe te atacó, te dio en el rostro, y tu máscara se despedazó. Leo te cubrió con su paño, pero yo tuve que...-se interrumpió al sentir la mano de Ariadna en su mejilla, haciéndolo levantar la vista. Lejos de estar molesta, sonreía.
-Gracias, Aioros- le dijo en voz baja.
-¿No estás...?-
-Me salvaste- dijo Ariadna- te debo mi vida... ¿cómo puedo estar enojada?-
Aioros sonrió también, y acarició con delicadeza el bello rostro de la chica. Ella cerró los ojos, disfrutando la caricia. Aioros se inclinó hacia ella, y los labios de los dos hicieron contacto. Un torbellino de pensamientos y emociones pasó por la mente del caballero mientras la besaba. Pensó que él había sido el primero en hacerlo. Se sintió feliz de tenerla en sus brazos, segura de todo daño y alejada de esa Níobe y las otras. No podía entender como esa delicada flor a quien besaba había elegido esa vida de peleas, y realmente se había convertido en la mejor de todas las amazonas.
Al separar sus labios, Aioros puso su frente sobre la de ella, quien dejó escapar una risita nerviosa.
-¿Qué?- preguntó Aioros.
-Nada- dijo ella, sonrojada- no puedo creer que haya hecho eso...-
Aioros sonrió, y ella trató de levantarse. Lo logró, pero antes hizo una mueca de dolor.
-¿Estás bien?- preguntó Aioros al ver que se llevó la mano al costado- ¿una costilla rota?-
-No- dijo ella- no está rota, pero duele...- volvió su vista a Marín y Aioria, y sonrió- creo que Marín y yo deberíamos volver al Recinto-
Aioros estuvo a punto de pedirle que se quedara, pero pensó primero en el honor de la chica, así que solo asintió.
-Leo te manda esto- dijo Aioros, entregándole la máscara. Pensó que era un crimen que un rostro tan lindo estuviera siempre oculto de sus ojos tras esa máscara, pero también pensó que no quería que ningún otro hombre lo contemplara. Ariadna besó su mejilla antes de ocultar su rostro tras la máscara.
Aioros levantó a Marín, quien aún dormida se acomodó entre los brazos del caballero, y acompañó a Ariadna de regreso al Recinto.
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Al día siguiente, el Maestro había mandado llamar a Aioros. Éste se presentó ante él inmediatamente, sospechando el motivo de su llamado.
-Aioros- dijo el Maestro después de que el caballero se inclinó ante él- me informaron que anoche llevaste a una joven a la casa de Sagitario, y que esa chica no es otra que la jefa de amazonas- Aioros asintió, aunque respetuosamente, y el Maestro continuó- eso está prohibido y debe ser castigado. Sin embargo, yo los conozco bien y sé que tú no lo hiciste sin un buen motivo. Quiero escuchar de tus propias palabras lo que sucedió...-
Con toda sinceridad, Aioros le relató al Maestro lo ocurrido el día anterior, solo omitiendo el beso, para librar a Ariadna de problemas. El Maestro lo escuchó con atención.
-Hiciste bien, Aioros- dijo el maestro cuando Aioros terminó su relato- no hubiera esperado menos de ti...- Aioros sonrió- ahora, debo pensar como castigar a esa amazona...-
-¡Maestro!- dijo Aioros- Ariadna lo hizo porque...-
-No me refería a ella, Aioros- dijo el Maestro- Níobe, Claudia y la otras dos serán expulsadas del Santuario. No puedo tolerar esa conducta, menos ahora que se acerca el nacimiento de Atena.
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Shura no tenía nada que hacer esa tarde, así que decidió buscar a Leo. La chica estaba en el bosque, sentada en la hierba, admirando las flores. Shura llegó y se sentó junto a ella.
-¿Qué haces?- preguntó Shura.
-Mirar las flores- dijo la amazona- no las veré en cinco años... dicen que en la isla de Andrómeda no hay...-
Shura bajó la mirada.
-¿Siempre te irás esta tarde?- preguntó Shura, y Leo asintió- ¿porqué?-
-El Maestro así me lo ha ordenado- dijo Leo- es lo mejor...-
-Sé que no te he conocido mucho tiempo, pero te voy a extrañar- dijo Shura sin apartar la vista del suelo. Leo suspiró.
-Yo también, Shura, pero es mi deber, y...- pero se interrumpió. Había escuchado algo- ¿escuchaste eso?-
-Sí- dijo Shura- suena como...-
-Un bebé...- dijo Leo. Se levantó y buscó, adentrándose en el bosque, seguida por Shura. Encontraron a un bebé envuelto en mantas blancas. Leo se agachó y lo desenvolvió. Era una pequeña niña rubia, de aproximadamente dos o tres meses de edad.
-Pobrecita- dijo Leo al levantarla en sus brazos- ¿quién la habrá dejado aquí?-
Shura miró alrededor. No encontró a nadie. El caballero encontró algo brillante entre las mantas que Leo había dejado en el suelo. Una medallita, simplemente con una letra 'J', y estaba lazada con un listón color azul. Fuera de eso, no había nada más.
-¿Qué hacemos?- preguntó Shura.
-Vamos con Ariadna. Ella sabrá que hacer...-
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Ariadna estaba con Aioros y los aprendices de ambos cuando Leo y Shura llegaron con la pequeña y les contaron a detalle lo que había sucedido.
-Ir con el Maestro sería lo más indicado, Leo- dijo Ariadna.
-Leo no puede entrar con el Maestro- dijo Shura- debes ir tu en su lugar, Ariadna...-
-Yo iré también- dijo Aioros.
Ella asintió. Desganada, Leo le entregó a la niña.
-Espera aquí- dijo Ariadna, cruzando la puerta.
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Ariadna y Aioros contaron al Patriarca lo que Shura y Leo les habían dicho que había sucedido.
-Entiendo- les dijo- lo más indicado sería que una amazona se hiciera cargo de la pequeña. Ariadna, ¿podrías hacerlo tú?-
Ariadna tartamudeó al responder. Era lo que había temido.
-Maestro- dijo- pero yo...-
-¿No quieres?- preguntó el Maestro.
-Maestro- dijo Aioros- estoy seguro que Ariadna considera un honor que usted confíe en ella, pero está preocupada por su prima Leo de Casiopea, que tiene el mérito de haberla encontrado- hizo una pausa- con todo respeto, Maestro, yo le sugeriría que pusiera a Leo como encargada de la niña...-
El Maestro guardó silencio unos minutos, que a Ariadna y a Aioros les parecieron eternos.
-Está bien- dijo el Maestro- Leo de Casiopea será la guardiana de esa niña, e irá con ella a la isla de Andrómeda...-
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Leo esperaba afuera con impaciencia. Shura, Marín y Aioria estaban con ella.
-Tranquila, tranquila-dijo Shura.
-El Maestro no va a querer que la lleve a la isla de Andrómeda...- dijo Leo- Ariadna se...-
-Ariadna ya tiene a Marín- dijo Shura.
En ese momento, Ariadna y Aioros salieron, éste con la pequeña en sus brazos y una enorme sonrisa.
-¿Qué sucedió?-
-El Maestro quería que Ariadna se quedara con la pequeña- dijo Aioros- pero lo convencimos de que te asignara a ti como su protectora...-
-¿En serio?- dijo Leo, y ambos asintieron.
-Tómala- dijo Aioros, entregándosela. Marín y Aioria se levantaron de un salto.
-Tienes que ponerle un nombre, Leo- dijo Aioria.
-Uno lindo- agregó Marín.
-Y...que empiece con la letra 'J'- dijo Shura sacando la medallita que había encontrado.
-Esto va para largo- dijo Aioros, sentándose en un escalón.
-Hay muchos nombres con 'J'- dijo Marín- Joy, Jennifer, Jacqueline...-
-También puede ser Jessica, Janina, o Jane- dijo Aioria.
-Jane me gusta- dijo Ariadna, quien se había sentado junto con Aioros- es lindo, y no es muy largo...-
Aioros sacudió la cabeza.
-Tengo una mejor idea- dijo Aioros- estamos casi en Septiembre, pero estoy seguro de que ella nació en Junio... ¿y si la llamamos June?-
-¿June?- dijo Leo- ya se... se llamará Junet, y le diremos June...-
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Leo y June partieron para la isla de Andrómeda esa tarde. El Maestro en persona fue a despedirlas en la entrada del Santuario. El pequeño aprendiz de Leo, Albiore, era rubio y de la edad de Marín, aproximadamente.
Aioros y los otros se despidieron de Leo. Ariadna le puso una cajita en la mano.
-Ten cuidado, Leo- dijo Ariadna- te estaré esperando de regreso, y a la pequeña June también...-
-La cuidaré muy bien, Ariadna- dijo Leo- y tú cuida a Marín tan bien como siempre...-
-Hecho- dijo Ariadna.
-Cuídate, pequeña- le dijo Aioros.
-Te estaremos esperando- agregó Saga.
Leo, Albiore y la pequeña June se fueron del Santuario. Aioria vio a un niño de cabellos y ojos azules que también había ido a despedirlos. Lo recordó: era uno de los dos aspirantes a caballero de Escorpión. Una vez que desaparecieron, el niño pateó una roca con coraje y se sentó con los brazos cruzados, dando la espalda el resto de la gente. Aioria se acercó a él.
-¿Qué te sucede?-
-Nada- respondió el niño, escondiendo la cabeza entre sus brazos.
-Tú... ¿eras amigo de Albiore?- el niño no respondió, pero un sollozo le indicó a Aioria que sí- no te preocupes, su maestra es buena... verás como volverá pronto...-
-Gracias- dijo el niño, levantando la vista y limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano- soy Milo, aspirante a caballero de Escorpión...-
-Yo soy Aioria, aspirante a caballero de Leo- dijo éste.
-¿Y es verdad que tu hermano mayor es caballero dorado?- preguntó Milo. Aioria asintió- debe ser genial...-
-Lo es- sonrió Aioria.
-Escuché que entrenas con esa niña japonesa- dijo Milo- ¿cómo es?-
-Es muy buena- dijo Aioria- y su maestra también. Venció a Níobe dos veces...-
-Sí, lo supe- dijo Milo- es genial...y ella es muy bonita...-
-Sí- dijo Aioria- creo que a mi hermano le gusta-
-Yo hablo de esa niña Marín- dijo Milo, lanzándole una mirada pícara- y te gusta...-
Aioria se sonrojó.
-¡No!- dijo- es una niña...-
-¿Y porque hablas así de ella?- dijo Milo- apuesto a que es malísima, pero te gusta y dices que es...-
-¡Claro que ella es excelente!- interrumpió Aioria, algo molesto- y cuando termine su entrenamiento, será de las mejores amazonas que hay...-
-Oye, oye- dijo Milo- no te enojes. Mejor vamos a jugar con los otros chicos, aprovechando que es sábado y podemos descansar...-
-De acuerdo- dijo Aioria, y se fue con Milo.
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Aioros no encontraba a Ariadna esa tarde. Ya la había buscado por todos los sitios habituales. La encontró por fin a la s orillas del bosque del Santuario, sentada en una roca.
-Ariadna, ¿qué haces?- preguntó Aioros.
-Leo solía venir aquí- dijo ella- en la isla de Andrómeda no hay flores...-
-No había- dijo Aioros- ahora hay dos...-
-¿Dos?- preguntó ella.
-Sí- dijo Aioros- Leo y Junet. Dos flores muy lindas, pero la más hermosa de todas se quedó aquí en el Santuario-
Ariadna sonrió bajo la máscara.
-No te preocupes por Leo- dijo Aioros- ella estará bien, y cuidará muy bien a la pequeña June...-
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A la mañana siguiente, Aioros encontró a Saga aún más alterado de lo habitual. Y por más que intentó averiguar porqué, Saga se negó a decirle.
-No puedo, Aioros-
-Dime- insistió éste- tal vez yo pueda ayudarte...-
-No puedes- dijo Saga- pero te prometo que algún día te lo contaré todo...-
Varios guardias pasaron por ahí, corriendo muy agitados. Ariadna también llegó ahí en ese momento.
-¿Qué sucede, muñeca?- le preguntó Saga. (n/a: desde que la conoció, Saga le dice así. De hecho, Saga es el único que tiene permitido llamarle así)
-¿No lo han escuchado?- les dijo Ariadna- llaman a todos los caballeros a la sala del trono del Maestro...-
-¿Por qué?- preguntó Aioros. Ariadna tomó las manos del caballero entre las suyas.
-Atena está a punto de nacer...-
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CONTINUARÁ...
Aloha a todos!!! Espero que les esté gustando...
Silver: mejórate!! Los chicos siguen preocupados...
Atalanta, Kasu: hola chicas, apúrense con sus fics!!!
Shaina: mi piacerebbe parlare un giorno con te, Atalanta mi ha detto che tu sei italiana
Umi: no me dejaste review, fea... ahora que me acuerdo, yo tampoco a ti... mmm bueno, estamos a mano...
A los demás: gracias por sus reviews, sigan leyendo porfas
Abby L.
Aioros esperaba pacientemente a que Ariadna despertara, sentado en una silla junto a ella. Suspiró. Al voltear al sillón de su habitación, vio a Marín profundamente dormida en el hombro de Aioria, y éste en la misma situación con la cabeza apoyada en la de la niña, y no pudo evitar sonreír.
En ese momento, Ariadna emitió un gemido y abrió los ojos.
-¿Aioros?- dijo- ¿qué...?-
-Shh...todo está bien- le dijo Aioros- Marín y Leo están bien...-
Ariadna sintió una punzada de dolor en su cabeza, y se llevó la mano a la frente, dándose cuenta en ese momento de la ausencia de su máscara con una expresión de sorpresa. Aioros bajó la mirada.
-Lo siento- dijo Aioros- cuando Níobe te atacó, te dio en el rostro, y tu máscara se despedazó. Leo te cubrió con su paño, pero yo tuve que...-se interrumpió al sentir la mano de Ariadna en su mejilla, haciéndolo levantar la vista. Lejos de estar molesta, sonreía.
-Gracias, Aioros- le dijo en voz baja.
-¿No estás...?-
-Me salvaste- dijo Ariadna- te debo mi vida... ¿cómo puedo estar enojada?-
Aioros sonrió también, y acarició con delicadeza el bello rostro de la chica. Ella cerró los ojos, disfrutando la caricia. Aioros se inclinó hacia ella, y los labios de los dos hicieron contacto. Un torbellino de pensamientos y emociones pasó por la mente del caballero mientras la besaba. Pensó que él había sido el primero en hacerlo. Se sintió feliz de tenerla en sus brazos, segura de todo daño y alejada de esa Níobe y las otras. No podía entender como esa delicada flor a quien besaba había elegido esa vida de peleas, y realmente se había convertido en la mejor de todas las amazonas.
Al separar sus labios, Aioros puso su frente sobre la de ella, quien dejó escapar una risita nerviosa.
-¿Qué?- preguntó Aioros.
-Nada- dijo ella, sonrojada- no puedo creer que haya hecho eso...-
Aioros sonrió, y ella trató de levantarse. Lo logró, pero antes hizo una mueca de dolor.
-¿Estás bien?- preguntó Aioros al ver que se llevó la mano al costado- ¿una costilla rota?-
-No- dijo ella- no está rota, pero duele...- volvió su vista a Marín y Aioria, y sonrió- creo que Marín y yo deberíamos volver al Recinto-
Aioros estuvo a punto de pedirle que se quedara, pero pensó primero en el honor de la chica, así que solo asintió.
-Leo te manda esto- dijo Aioros, entregándole la máscara. Pensó que era un crimen que un rostro tan lindo estuviera siempre oculto de sus ojos tras esa máscara, pero también pensó que no quería que ningún otro hombre lo contemplara. Ariadna besó su mejilla antes de ocultar su rostro tras la máscara.
Aioros levantó a Marín, quien aún dormida se acomodó entre los brazos del caballero, y acompañó a Ariadna de regreso al Recinto.
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Al día siguiente, el Maestro había mandado llamar a Aioros. Éste se presentó ante él inmediatamente, sospechando el motivo de su llamado.
-Aioros- dijo el Maestro después de que el caballero se inclinó ante él- me informaron que anoche llevaste a una joven a la casa de Sagitario, y que esa chica no es otra que la jefa de amazonas- Aioros asintió, aunque respetuosamente, y el Maestro continuó- eso está prohibido y debe ser castigado. Sin embargo, yo los conozco bien y sé que tú no lo hiciste sin un buen motivo. Quiero escuchar de tus propias palabras lo que sucedió...-
Con toda sinceridad, Aioros le relató al Maestro lo ocurrido el día anterior, solo omitiendo el beso, para librar a Ariadna de problemas. El Maestro lo escuchó con atención.
-Hiciste bien, Aioros- dijo el maestro cuando Aioros terminó su relato- no hubiera esperado menos de ti...- Aioros sonrió- ahora, debo pensar como castigar a esa amazona...-
-¡Maestro!- dijo Aioros- Ariadna lo hizo porque...-
-No me refería a ella, Aioros- dijo el Maestro- Níobe, Claudia y la otras dos serán expulsadas del Santuario. No puedo tolerar esa conducta, menos ahora que se acerca el nacimiento de Atena.
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Shura no tenía nada que hacer esa tarde, así que decidió buscar a Leo. La chica estaba en el bosque, sentada en la hierba, admirando las flores. Shura llegó y se sentó junto a ella.
-¿Qué haces?- preguntó Shura.
-Mirar las flores- dijo la amazona- no las veré en cinco años... dicen que en la isla de Andrómeda no hay...-
Shura bajó la mirada.
-¿Siempre te irás esta tarde?- preguntó Shura, y Leo asintió- ¿porqué?-
-El Maestro así me lo ha ordenado- dijo Leo- es lo mejor...-
-Sé que no te he conocido mucho tiempo, pero te voy a extrañar- dijo Shura sin apartar la vista del suelo. Leo suspiró.
-Yo también, Shura, pero es mi deber, y...- pero se interrumpió. Había escuchado algo- ¿escuchaste eso?-
-Sí- dijo Shura- suena como...-
-Un bebé...- dijo Leo. Se levantó y buscó, adentrándose en el bosque, seguida por Shura. Encontraron a un bebé envuelto en mantas blancas. Leo se agachó y lo desenvolvió. Era una pequeña niña rubia, de aproximadamente dos o tres meses de edad.
-Pobrecita- dijo Leo al levantarla en sus brazos- ¿quién la habrá dejado aquí?-
Shura miró alrededor. No encontró a nadie. El caballero encontró algo brillante entre las mantas que Leo había dejado en el suelo. Una medallita, simplemente con una letra 'J', y estaba lazada con un listón color azul. Fuera de eso, no había nada más.
-¿Qué hacemos?- preguntó Shura.
-Vamos con Ariadna. Ella sabrá que hacer...-
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-Ir con el Maestro sería lo más indicado, Leo- dijo Ariadna.
-Leo no puede entrar con el Maestro- dijo Shura- debes ir tu en su lugar, Ariadna...-
-Yo iré también- dijo Aioros.
Ella asintió. Desganada, Leo le entregó a la niña.
-Espera aquí- dijo Ariadna, cruzando la puerta.
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-Entiendo- les dijo- lo más indicado sería que una amazona se hiciera cargo de la pequeña. Ariadna, ¿podrías hacerlo tú?-
Ariadna tartamudeó al responder. Era lo que había temido.
-Maestro- dijo- pero yo...-
-¿No quieres?- preguntó el Maestro.
-Maestro- dijo Aioros- estoy seguro que Ariadna considera un honor que usted confíe en ella, pero está preocupada por su prima Leo de Casiopea, que tiene el mérito de haberla encontrado- hizo una pausa- con todo respeto, Maestro, yo le sugeriría que pusiera a Leo como encargada de la niña...-
El Maestro guardó silencio unos minutos, que a Ariadna y a Aioros les parecieron eternos.
-Está bien- dijo el Maestro- Leo de Casiopea será la guardiana de esa niña, e irá con ella a la isla de Andrómeda...-
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Leo esperaba afuera con impaciencia. Shura, Marín y Aioria estaban con ella.
-Tranquila, tranquila-dijo Shura.
-El Maestro no va a querer que la lleve a la isla de Andrómeda...- dijo Leo- Ariadna se...-
-Ariadna ya tiene a Marín- dijo Shura.
En ese momento, Ariadna y Aioros salieron, éste con la pequeña en sus brazos y una enorme sonrisa.
-¿Qué sucedió?-
-El Maestro quería que Ariadna se quedara con la pequeña- dijo Aioros- pero lo convencimos de que te asignara a ti como su protectora...-
-¿En serio?- dijo Leo, y ambos asintieron.
-Tómala- dijo Aioros, entregándosela. Marín y Aioria se levantaron de un salto.
-Tienes que ponerle un nombre, Leo- dijo Aioria.
-Uno lindo- agregó Marín.
-Y...que empiece con la letra 'J'- dijo Shura sacando la medallita que había encontrado.
-Esto va para largo- dijo Aioros, sentándose en un escalón.
-Hay muchos nombres con 'J'- dijo Marín- Joy, Jennifer, Jacqueline...-
-También puede ser Jessica, Janina, o Jane- dijo Aioria.
-Jane me gusta- dijo Ariadna, quien se había sentado junto con Aioros- es lindo, y no es muy largo...-
Aioros sacudió la cabeza.
-Tengo una mejor idea- dijo Aioros- estamos casi en Septiembre, pero estoy seguro de que ella nació en Junio... ¿y si la llamamos June?-
-¿June?- dijo Leo- ya se... se llamará Junet, y le diremos June...-
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Leo y June partieron para la isla de Andrómeda esa tarde. El Maestro en persona fue a despedirlas en la entrada del Santuario. El pequeño aprendiz de Leo, Albiore, era rubio y de la edad de Marín, aproximadamente.
Aioros y los otros se despidieron de Leo. Ariadna le puso una cajita en la mano.
-Ten cuidado, Leo- dijo Ariadna- te estaré esperando de regreso, y a la pequeña June también...-
-La cuidaré muy bien, Ariadna- dijo Leo- y tú cuida a Marín tan bien como siempre...-
-Hecho- dijo Ariadna.
-Cuídate, pequeña- le dijo Aioros.
-Te estaremos esperando- agregó Saga.
Leo, Albiore y la pequeña June se fueron del Santuario. Aioria vio a un niño de cabellos y ojos azules que también había ido a despedirlos. Lo recordó: era uno de los dos aspirantes a caballero de Escorpión. Una vez que desaparecieron, el niño pateó una roca con coraje y se sentó con los brazos cruzados, dando la espalda el resto de la gente. Aioria se acercó a él.
-¿Qué te sucede?-
-Nada- respondió el niño, escondiendo la cabeza entre sus brazos.
-Tú... ¿eras amigo de Albiore?- el niño no respondió, pero un sollozo le indicó a Aioria que sí- no te preocupes, su maestra es buena... verás como volverá pronto...-
-Gracias- dijo el niño, levantando la vista y limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano- soy Milo, aspirante a caballero de Escorpión...-
-Yo soy Aioria, aspirante a caballero de Leo- dijo éste.
-¿Y es verdad que tu hermano mayor es caballero dorado?- preguntó Milo. Aioria asintió- debe ser genial...-
-Lo es- sonrió Aioria.
-Escuché que entrenas con esa niña japonesa- dijo Milo- ¿cómo es?-
-Es muy buena- dijo Aioria- y su maestra también. Venció a Níobe dos veces...-
-Sí, lo supe- dijo Milo- es genial...y ella es muy bonita...-
-Sí- dijo Aioria- creo que a mi hermano le gusta-
-Yo hablo de esa niña Marín- dijo Milo, lanzándole una mirada pícara- y te gusta...-
Aioria se sonrojó.
-¡No!- dijo- es una niña...-
-¿Y porque hablas así de ella?- dijo Milo- apuesto a que es malísima, pero te gusta y dices que es...-
-¡Claro que ella es excelente!- interrumpió Aioria, algo molesto- y cuando termine su entrenamiento, será de las mejores amazonas que hay...-
-Oye, oye- dijo Milo- no te enojes. Mejor vamos a jugar con los otros chicos, aprovechando que es sábado y podemos descansar...-
-De acuerdo- dijo Aioria, y se fue con Milo.
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Aioros no encontraba a Ariadna esa tarde. Ya la había buscado por todos los sitios habituales. La encontró por fin a la s orillas del bosque del Santuario, sentada en una roca.
-Ariadna, ¿qué haces?- preguntó Aioros.
-Leo solía venir aquí- dijo ella- en la isla de Andrómeda no hay flores...-
-No había- dijo Aioros- ahora hay dos...-
-¿Dos?- preguntó ella.
-Sí- dijo Aioros- Leo y Junet. Dos flores muy lindas, pero la más hermosa de todas se quedó aquí en el Santuario-
Ariadna sonrió bajo la máscara.
-No te preocupes por Leo- dijo Aioros- ella estará bien, y cuidará muy bien a la pequeña June...-
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-No puedo, Aioros-
-Dime- insistió éste- tal vez yo pueda ayudarte...-
-No puedes- dijo Saga- pero te prometo que algún día te lo contaré todo...-
Varios guardias pasaron por ahí, corriendo muy agitados. Ariadna también llegó ahí en ese momento.
-¿Qué sucede, muñeca?- le preguntó Saga. (n/a: desde que la conoció, Saga le dice así. De hecho, Saga es el único que tiene permitido llamarle así)
-¿No lo han escuchado?- les dijo Ariadna- llaman a todos los caballeros a la sala del trono del Maestro...-
-¿Por qué?- preguntó Aioros. Ariadna tomó las manos del caballero entre las suyas.
-Atena está a punto de nacer...-
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CONTINUARÁ...
Aloha a todos!!! Espero que les esté gustando...
Silver: mejórate!! Los chicos siguen preocupados...
Atalanta, Kasu: hola chicas, apúrense con sus fics!!!
Shaina: mi piacerebbe parlare un giorno con te, Atalanta mi ha detto che tu sei italiana
Umi: no me dejaste review, fea... ahora que me acuerdo, yo tampoco a ti... mmm bueno, estamos a mano...
A los demás: gracias por sus reviews, sigan leyendo porfas
Abby L.
