CAPÍTULO 10: LA DESPEDIDA Y EL JUICIO
Aioros llegó a la casa de Sagitario. Sin soltar a la pequeña, sacó de la caja de su armadura la flecha dorada y encendió su cosmo.
-Tengo que irme de aquí- se dijo- tengo que llevar a Atena a un lugar seguro, porque el Santuario ya no lo es para ella... pero antes...-
Con la flecha dorada comenzó a escribir un mensaje en la pared: 'A los caballeros que se han reunido aquí, encomiendo a Atena a su cuidado...'
Escuchó pasos y gritos muy cerca. Tenía que terminar. Escribió: 'Aioros'. Tomó la caja de su armadura dorada, la puso en su espalda y corrió hacia la salida del Santuario. Al hacerlo, pasó cerca del Recinto de las amazonas.
-Perdóname, Ariadna- murmuró en voz baja, deteniéndose unos segundos- pero sé que tu hubieras hecho lo mismo... te prometo que regresaré por ti-
Y siguió corriendo.
x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x
-Despierta, Ariadna...- dijo una amazona de cabellos rojos y castaños, quien con una mano sostenía una vela y con otra sacudía a Ariadna.
-¿Raquel?- murmuró ella, bostezando- ¿qué pasa?-
-¿No has visto a Aioros por aquí?-
-¿Aioros?- preguntó ella- ¿por aquí? ¿qué estaría haciendo por aquí?-
-Ariadna, Aioros trató de matar a Atena, y huyó con la armadura de Sagitario...-
-¿Qué dices?- dijo ella, levantándose de un salto.
-Lo que oyes- dijo Raquel- lo están buscando por todo el Santuario... ya lo buscamos por todo el Recinto de las amazonas, y no está...-
Ariadna miró a Raquel, incrédula. ¿Aioros, tratar de matar a Atena?
-Ya buscaron en casi todo el Santuario, solo falta en las casas de los aprendices...-
-¡Aioria!- exclamó Ariadna. Sabía muy bien lo crueles que podían llegar a ser los guardias del Santuario. Se puso su máscara y salió corriendo a ese sitio.
x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x
Aioros era seguido por una docena de guardias. El caballero los venció a todos. Cuando estaba a punto de continuar, sintió un dolor punzante en su hombro, y una de las correas de su armadura fue cortada. El caballero levantó la vista, y se encontró con alguien conocido.
-¡Shura!-
-Aioros, no puedo creer que seas un traidor...-
-No lo soy- dijo Aioros- Shura, escúchame...-
-No hay nada de que hablar- dijo Shura- trataste de matar a Atena, y eso no te lo perdonaré...-
-¡No, Shura!- dijo Aioros- eso no fue lo que pasó...-
-¡Calla!- dijo Shura- así como Saga encerró a su hermano en Cabo Sunnion, castigándolo por sus crímenes, así te castigaré yo por los tuyos, como el caballero más fiel a Atena que soy...-
-Ya que te niegas a escuchar, tendré que vencerte- dijo Aioros, dejando al bebé en el suelo para pelear- perdóname Shura...-
Aioros estaba en desventaja contra Shura, hasta que la armadura de Sagitario decidió ayudarlo. El chico encendió su cosmo.
-Trataré de no matarlo...- se dijo Aioros- ¡ATOMIC PLASMA!-
Shura salió despedido hacia atrás.
-Tengo una oportunidad- se dijo Aioros- solo tengo que tomar al bebé que traía, y...-
Pero sintió un escalofrío que recorrió todo su cuerpo. La bebé no estaba donde la había dejado, sino a los pies de Shura.
-¿Qué, no vas a atacarme, Aioros?- dijo Shura. Aioros frunció el entrecejo. No podía atacarlo mientras tuviera a la pequeña Atena tan cerca- grave error, ahora morirás. ¡EXCALIBUR!-
Con un grito de dolor, Aioros cayó hacia el hoyo detrás de él.
-Hasta nunca, Aioros...-
Shura trató de matar a la pequeña que había utilizado como escudo, pero una fuerza invisible lo detuvo. También pensó en la pequeña Junet, y decidió perdonar la vida a la niña. Se retiró de ahí.
Minutos después, Aioros subió por el hoyo, con su cuerpo cubierto de heridas.
-Tengo...que...llevarla a...un lugar seguro...-
Con mucha dificultad, se quitó la armadura y la guardó en la caja, tomó a la pequeña y siguió corriendo fuera del Santuario.
x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x
-¿Dónde está?- gritó un guardia enfurecido, lanzando una silla contra la pared- ¿dónde está Aioros?-
-No...no lo sé...- dijo Aioria, temblando desde un rincón, rodeado de al menos diez guardias del Santuario, quienes habían llegado de pronto a su casa.
-¡Debes saberlo, pues es tu hermano!- rugió otro.
-¿Qué... que ha hecho mi hermano?-
-Tú hermano nos traicionó- dijo un tercer guardia, tomando otra silla y lanzándola contra la pared.
-Bah, no tiene caso- dijo el primer guardia- no nos dirá nada, porque es el hermano del traidor...-
-¿Mi...mi hermano, un traidor?-
-Pero antes de irnos- dijo el segundo guardia, tronándose los dedos- le daremos una lección, ¿no, chicos?-
-¡Basta!- dijo Ariadna, llegando en ese momento- déjenlo en paz-
-Pero...-
-Pero nada- dijo Ariadna duramente- él no ha hecho nada malo. Ahora fuera...-
Los guardias salieron a regañadientes.
-¡Ariadna!- dijo Aioria, abrazándola por la cintura. Ella se arrodilló para estar cara a cara a él.
-Aioria, me han dicho que tu hermano...- pero se interrumpió al ver los ojos vidriosos de Aioria. Suspiró- ven, te llevaré con Milo... no debes estar solo-
Ariadna así lo hizo. Cuando dejó al pequeño en casa de Milo, Aioria la detuvo, tomándola de la mano antes de que ella se fuera.
-¿Dónde está Aioros?-
-Lo buscaré- dijo ella, cerrando la puerta- no creo que haya hecho nada malo-
-Te equivocas- dijo Shura detrás de ella. Ella se dio la vuelta asustada.
-¡Shura!- dijo Ariadna- ¿qué dices?... tenemos que encontrar a Aioros...-
-Ya lo encontré-
-¿Sabes donde está?- preguntó Ariadna.
-Está muerto- dijo Shura fríamente, y le indicó donde lo había dejado.
x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x
Aioros siguió caminando, tambaleándose a cada paso. Su cuerpo estaba cubierto de heridas. Pero ya estaba fuera del Santuario. Miró a su alrededor. Estaba en las antiguas ruinas, y ya había amanecido.
Mientras bajaba, se resbaló con una roca y cayó al suelo de espaldas. Su armadura cayó junto a él. La pequeña Atena comenzó a llorar. Aioros trató de levantarse de nuevo pero no pudo. Cada una de sus heridas estaba sangrando.
Alguien se acercó, atraído por el llanto de la pequeña. Un hombre japonés, algo mayor.
-¡Joven!- exclamó el hombre al verlo tan herido- ¿qué te ha sucedido? Espera, llamaré a un médico...-
-Espere...- dijo Aioros, dándose cuenta de que era un hombre bueno- tengo algo...importante que decirle...-
x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x
Minutos después, Ariadna no encontró a Aioros donde Shura le había indicado. Encontró, en su lugar, un rastro de sangre.
-Está muy herido- se dijo- pero aún está vivo...- y siguió el rastro. Salió del Santuario siguiéndolo.
Ariadna encontró a Aioros cerca de las antiguas ruinas, cubierto por las heridas producidas por el ataque Excalibur de Shura. No había rastro de la armadura dorada.
-No, Aioros- dijo ella, arrodillándose junto a él y quitándose la máscara- no estés muerto...-
Aioros abrió débilmente los ojos, y sonrió.
-Tú... tú eres la que no me deja morir...- dijo tocando la mejilla de Ariadna y limpiando sus lágrimas con su dedo- ya veo...tenía que... vivir un poco más para... despedirme...-
-No te vayas, Aioros- dijo ella, sollozando- me prometiste que no me abandonarías...-
-No lo haré- respondió él- siempre , recuerda... cada vez que...que el viento acaricie tu rostro... ahí estaré...-
Ariadna ya no pudo decir ni una sola palabra, pues no podía dejar de llorar. No podía creer lo que estaba sucediendo.
-No llores- dijo él- no soy... no soy un traidor...-
-Lo sé- dijo Ariadna- no podrías serlo...- sollozó- Aioros, no te mueras...-
-Estaré siempre contigo...- dijo él- a través de las cosas que vivas... yo viviré... y así, nada podrá... nada podrá separarme de ti...-
Aioros tomó su rostro lleno de lágrimas y lo acercó al suyo. La besó en los labios con ternura, por última vez. Luego, le dejó un beso en la frente.
-Sé fuerte...un día volveré por ti, mi cielo...- dijo él.
-Aioros...-
-Adiós, mi amor...- dijo Aioros cerrando los ojos, esta vez para siempre.
x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x
-Maestro- dijo el guardia- no encontramos el cuerpo de Aioros donde el caballero Shura nos indicó. Al parecer aún estaba vivo...-
-¿Qué dices?-
-Además, tampoco encontramos a Ariadna de Corona Boreal-
-Tal vez esa chiquilla lo ayudó- dijo el Maestro- encuéntrenla y tráiganla-
-De inmediato-
x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x
Ariadna estuvo llorando un rato sobre el cuerpo sin vida de Aioros. Le quitó la cinta roja que siempre llevaba en su frente, y se la colocó en la suya. Luego, la chica se quitó su collar, que tenía una moneda griega, y la colocó alrededor del cuello de él.
-Con esto, Caronte te llevará a través del río Estigia- murmuró ella mientras movía la mano de Aioros y la colocaba sobre la moneda. Luego, tomó un puñado de tierra y lo puso sobre el pecho del caballero- no puedo sepultarte, pero al menos así, con un puñado de tierra, tu alma llegará a su destino...-
Ariadna escuchó ruidos. Se levantó y se escondió tras un pilar. Vio como llegó una ambulancia que recogió el cuerpo de Aioros. Vio a un hombre japonés que llevaba a un bebé en brazos, y sacó varios billetes.
-Sí, llévenlo ahí- dijo el japonés, entregando los billetes a un hombre- y sepúltenlo como se merece un buen hombre...-
Con un último sollozo, Ariadna se limpió los ojos con el dorso de su mano y se colocó la máscara. Volvió al Santuario.
En la entrada, unos guardias la estaban esperando.
-¿Eres Ariadna de Corona Boreal?- preguntó uno. Ella asintió- el Maestro nos ha ordenado que te llevemos con él...-
-No hace falta- dijo ella- de todos modos iba hacia allá...-
Un hombre obeso, de cabello largo y con un diamante en un ojo se acercó. Ariadna lo reconoció: era Gigars, el ayudante del Maestro Arles.
-Lo siento, chiquilla, pero el Maestro ha ordenado que te llevemos ante él con las manos atadas, y sin máscara...-
Ella asintió tristemente y entregó su máscara. Otros dos guardias ataron sus manos.
-Ahora vámonos...- dijo Gigars.
x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x
Ariadna se dejó conducir a la habitación del Maestro. Cuando llegó ante él, vio que otros guardias traían a Aioria, temblando de miedo. Ella lo miró con tristeza: el chico aún no sabía que su hermano estaba muerto. Levantó la mirada, y se encontró primero con Shura, recargado en una columna y con la vista clavada en la pared. Luego se encontró con la fría máscara del Patriarca.
Saga sintió que se le partía el corazón, al ver a Ariadna así. Tenía los ojos ligeramente enrojecidos, a pesar de que intentaba mantener su rostro sereno. La chica llevaba la banda roja de Aioros en la frente, y su mejilla y sus manos estaban manchadas de sangre. Sin que se dijera una sola palabra, Saga lo comprendió: Aioros estaba muerto.
-Maestro, la encontramos en la entrada del Santuario, y venía de afuera- dijo Gigars, el hombre con el diamante- sabe que está prohibido salir del Santuario...-
-¿Y bien?- dijo el Maestro-¿qué hacías afuera?-
Ariadna cambió su expresión de tristeza por una de orgullo.
-El Maestro ordenó buscar al caballero de Sagitario y no dejarlo escapar- dijo ella- y esta amazona no ha hecho más que obedecer...-
-¿Y lo encontraste?-
-Sí, Maestro-
-¿Dónde?-
-Cerca de las ruinas...-
-¿Está con vida?- preguntó el Maestro. Ariadna bajó la mirada y sacudió la cabeza. Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas. Shura dejó escapar un suspiro desde el rincón donde estaba.
-Pero, ¿cómo supiste que estaba ahí?- preguntó Gigars, el ayudante del Maestro- porque muchos lo buscaron y no lo encontraron...-
-Fui donde el caballero Shura me indicó- respondió ella- no encontré a nadie, solo un rastro de sangre. Lo seguí, y lo encontré cerca de las ruinas...-
-¿Y la armadura de Sagitario?- preguntó el Maestro- Shura me informó que Aioros la llevaba con él...-
-No encontré nada más que a él, Maestro- dijo ella- no había nada más...-
-¿Y el cuerpo?- volvió a preguntar Gigars- no está donde tú dijiste...-
-Una ambulancia se lo llevó...- dijo ella- al parecer un turista lo encontró y la llamó...-
-¿Y como lo compruebas?- dijo Gigars. Ariadna frunció el entrecejo.
-Llama a los hospitales de Atenas y verás...-
-Basta- dijo el Maestro- ¿Y Aioria? ¿tú ayudaste a tu hermano?-
-No, Maestro- dijo Aioria, saliendo de shock- yo... no sabía...-
-Yo lo encontré en su casa, Maestro, antes de ir a buscar a Aioros- dijo Ariadna- y yo fui la que lo dejó en casa de otro aprendiz para evitar que los guardias se aprovecharan de él-
-¿Qué planea hacer con ellos, Maestro?- preguntó Gigars- ¿mandarlos a Reina Muerte?-
Aioria puso cara de terror al escuchar esto, pero Ariadna siguió tan impasible como siempre, mientras el Maestro guardaba silencio.
-Maestro- dijo ella de pronto- ¿puedo hablar?-
-Puedes- dijo el Maestro.
-Sé que corro el riesgo de caer en el desagrado del Maestro- dijo ella- pero lo que debo decir vale incluso mi vida. El Maestro es una persona honorable- continuó, cambiando un poco el tono de su voz- es la justicia en persona. Es evidente que, sea cual sea el crimen de Aioros, lo haya cometido o no, Aioria y yo somos inocentes de todo cargo, excepto de haber sido personas cercanas a él-
Todos miraban asombrados a la chica. ¿El Maestro se enojaría? A Ariadna, sin embargo, no parecía importarle mucho eso.
-Yo le pregunto, ¿nos declarará inocentes, como lo somos, o a parte de la tristeza de haber perdido a Aioros también tendremos que ser castigados por un crimen que no cometimos?-
Esto anterior lo dijo con una mezcla de tristeza y orgullo que nadie jamás había escuchado antes. Aioria ya no estaba cabizbajo, sino miraba a Ariadna, asustado y sorprendido a la vez. Shura, sin embargo, seguía con su vista clavada en la pared.
-Ariadna- dijo el Maestro- veo que a pesar de lo mucho que amabas a Aioros cumpliste con tu deber. Eres orgullosa como el sol, pero fiel a toda prueba. Está bien- agregó- tu y Aioria son inocentes de todo cargo. Pueden irse...-
-Gracias, Maestro- dijo ella, inclinándose. Aioria la imitó. Al parecer aún no podía creer lo que había ocurrido. Gigars desató sus manos, y Aioria fue corriendo a abrazar a Ariadna con los ojos llenos de lágrimas. Ariadna lo abrazó también.
-Si quieres- dijo el Maestro- puedes irte del Santuario por un tiempo, porque sé que tu corazón debe estar lleno de tristeza, y este lugar te traerá tristes recuerdos...-
-El Maestro es bondadoso, así como justo- dijo ella, sin soltar a Aioria- sin embargo, esta amazona tiene un deber con su alumna, y se quedará a cumplirlo...-
-Que así sea- dijo el Maestro.
x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x
Durante los siguientes días, se corrió el rumor en el Santuario: que Aioros había muerto a manos de Shura después de haber intentado asesinar a Atena.
Aioria era blanco de las burlas de los guardias y del rechazo de algunos aprendices, entre ellos sus antiguos amigos Milo y Camus. Shaka no opinaba, y respetaba a Aioria a pesar de lo que decían. Y Marín parecía la única que aún creía en la inocencia de Aioros, porque el mismo Aioria ya lo dudaba.
-Di lo que quieras- le dijo Marín- tu hermano era bueno, no haría algo así...-
-¿Cómo lo sabes?- dijo Aioria.
-Por sus ojos- dijo ella- por su mirada... como miraba a Ariadna...-
-Le debo mucho a ella- dijo Aioria- me salvó de que me mandaran a Reina Muerte por culpa de mi hermano... ¡lo odio!- tomó un vaso y lo quebró en el piso.
-Aioria...-
-Todos me juzgan por culpa de él- dijo Aioria- porque era mi hermano... pero un día seré el caballero dorado más poderoso, y limpiaré su nombre y el mío...-
Diciendo esto, salió a entrenar. Marín lo miró alejarse con tristeza.
-¡Marín!- gritó Ariadna desde lejos.
-Ya voy...- dijo ella.
-¿Qué sucede?- preguntó Ariadna al verla llegar.
-Nada, maestra- dijo ella, algo entristecida. Ariadna lo entendió, y sentó a la pequeña en su regazo y la abrazó.
-Sé que es algo...-
-Me siento... triste...- dijo Marín.
-A pesar de que somos guerreras de Atena, también somos mujeres, Marín- dijo Ariadna- también tenemos esos extraños sentimientos que tienen todas las mujeres... y los hombres tampoco son de piedra-
-Estoy preocupada por Aioria- dijo Marín- cree que su hermano sí...-
-Yo también estoy preocupada- dijo Ariadna- y pese a lo que dije delante del Maestro, solo fue para salvar su vida... yo sigo creyendo en la inocencia de Aioros...-
Marín suspiró.
-Bueno- continuó Ariadna- la vida sigue... y tú tienes que continuar tu entrenamiento...-
Marín asintió. Mientras Ariadna vigilaba a Marín, su vista de desvió hacia un lado. Vio a su amiga Raquel entrenando a Shaina, ya que Níobe había muerto.
También estaba una chica llamada Josha, que había sido la rival de Leo cuando compitió por la armadura de Casiopea. Entrenaba a una chica llamada Nadia, la hermana menor de Níobe. Sintió tristeza por Nadia, porque, al igual que Aioria, había perdido a su hermana mayor como traidora a Atena.
x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x-x
CONTINUARÁ...
Hola, chicos, este fic aún no se acaba!!! Hay dos capítulos más, así que no se impacienten y sigan leyendo... prometo actualizar pronto.
Regina: sé que es triste, pero ni modo, así es la historia... gracias por tu review
Elena: sip, no tienes idea la que le va a tocar... gracias por escribir
Atalanta: me alegra que te haya gustado. Claro que le pondré continuación, bueno, si continuación son dos capítulos... y claro que no te dejaré con la intriga, es lo más rápido que puedo...gracias por tu review y saluda a Kasu y Shaina de mi parte... ah por cierto, ya estoy en la nueva historia T-T si mi hotmail funcionara... pero ni hablar, luego les digo que onda...
Silverhell: hola! Creo que lo del psiquiatra ya es demasiado tarde... por lo del muñeco inflable, está bien por mí, pero Poseidón-sama se va a enojar. Por lo que pasará con Ariadna, ya lo verás... gracias por el review
Remsie: Ariadna aún no morirá... pero ya verás más adelante... gracias por tu review
A todos los demás: paciencia, y dejen reviews, por favor!!!
Abby L. / Nona
