Disclaimer: Harry Potter y todos los personajes, lugares, y etcétera relacionados con alguno de los 5 libros y las películas son propiedad de J.K. Rowling y de Warner Bros. No gano ni un miserable céntimo con este escrito, y si lo hiciera ya me hubiera arruinado.

Eso sí, las palabras aquí enlazadas son mías, mías, mías, y por muy malo que sea el fic, nadie te da derecho a ponerlo en ninguna clase de publicación, virtual o impresa, sin pedirme permiso o al menos, reconocerme como autora de la misma. Muchas gracias.

FULL MOON

CAPÍTULO 7: AHOGADO

Severus se despertó con la luz del amanecer en la cara. Se levantó sobresaltado, porque en su habitación de las mazmorras nunca entraba el sol. Miró a su alrededor y contuvo una exclamación de sorpresa al ver a la persona que dormía junto a él.

No sólo había pasado la noche en la cama de otra persona, sino que esa persona... era Remus Lupin.

Lo observó durante unos minutos. Dormía pacíficamente, con el cabello desarreglado tapándole los ojos. Los rayos del alba hacían que su piel se viera dorada y suave, borrando las arrugas de su cara y las canas de su cabello. Todo junto lo hacía parecer más joven, hermoso y feliz que normalmente.

Mientras lo miraba, fue creciendo en su interior algo incomprensible. Era una seguridad que no había tenido desde sus tiempos de recién graduado de Hogwarts, la certeza de que su vida tenía sentido, una finalidad.

Era como si hubiera encontrado una razón para vivir.

Sin apartar la vista de Remus, recordaba fragmentos de la noche anterior. Uno en especial le puso la piel de gallina.

Jadeando y sudando, Remus había caído encima de él, totalmente agotado. Severus tenía los ojos cerrados, saboreando la sensación de vacío, intentando recuperar el aliento. Entre jadeos escuchó dos palabras articuladas muy suavemente al oído:- Te quiero.

No había tenido aliento para responder.

Pero... ¿Sería verdad? ¿No estaría Lupin mintiendo, conducido tal vez por esa sensibilidad post-orgásmica que rayaba en lo femenino? ¿Qué sentiría realmente Lupin? ¿No lo querría sólo para el sexo?

Severus rememoró las palabras de la noche anterior, la confesión que le había hecho Lupin junto al lago hace unos meses... toda su confianza se le escapó como un fino polvo que las manos no pueden retener.

Ya no sabía qué pensar. Como siempre que no tenía la respuesta para algo, sintió una irritación que empezaba a quemarle en el estómago.

Entonces la figura a su lado comenzó a moverse, y después de unos momentos Remus estaba sentado en la cama, desperezándose.

-Buenos días, Severus.- dijo entre bostezos.

-Buenas- contestó Severus, y se metió entre las cobijas. No tenía ganas de hablar, ni de salir a dar clase.

Lupin se levantó y comenzó a recoger la ropa del suelo, arrojando la túnica y pantalones de Severus a la cama, y se marchó al lavabo. Mientras tanto, Severus cerró los ojos, intentando recordar todos los detalles de la noche anterior...

"-No ha estado nada mal, especialmente para alguien que no lo ha hecho en mucho tiempo- estaba diciendo Lupin.

Severus no contestó, arrepintiéndose de haberle confesado sus varios años de celibato. Sin embargo, de pronto se acordó de la razón por la que había ido a ver a Lupin en primer lugar.

-Aunque yo tampoco me quedó atrás. No me gusta ir a los clubs muggle para-

-Háblame de Black.- lo interrumpió Severus.

-¿Cómo dices?

-Háblame de... de cómo era estar con él...

-¿Por qué insistes tanto en ese tema?

-Es... sólo curiosidad.

-Supongo que no descansarás hasta que te hable de ello.

-Exacto.

-Hum. De acuerdo, te hablaré de él, pero será la última vez.

-Vale. Empieza.

-¡No tan deprisa! Déjame pensar...

-¿Cuándo empezó todo?

-Veamos... fue uno o dos años después de que tu... en nuestro último año en Hogwarts. Parece que llevaba varios meses fijándose en mi, pero no me lo dijo hasta casi finalizado el curso. ¿Te acuerdas del último partido de Gryffindor contra Slytherin?

Severus gruñó. Lupin rió suavemente y prosiguió.

-Fue en la fiesta que siguió... estábamos todos muy borrachos, y con ganas de... ya me entiendes... En fin, estábamos solos en nuestra habitación, entonces va y me suelta que le gustaba, y esa misma noche nos acostamos.

Remus se volvió para ver la reacción de Severus, pero éste lo escuchaba con una expresión inpenetrable en el rostro.

-Lo más divertido fue que cuando nos despertamos estábamos llenos de pintadas en la cara- Remus sonrió con el recuerdo- que llevamos durante varios días...

El corazón de Severus dio un vuelco, que se esforzó por disimular. ¿La fotografía que tenía en el bolsillo podría ser...?

-Incluso fuimos juntos al Baile de Graduación, ¿te acuerdas?

-¡Por eso llegasteis sin pareja los dos! A mi me extrañaba mucho...

-Pero tú fuiste acompañado, ¿verdad?- dijo Remus de repente.

-No quiero hablar de ella- contestó Severus secamente.

-Soy yo el que tiene que hablar de ex novios...

-¿Y qué pasó después?- insistió Severus, ahora más por desviar la conversación que por interés.

-Ya te lo imaginarás. Eran tiempos difíciles. Alquilamos un pequeño piso, donde vivimos juntos un tiempo... apenas si podíamos pagarlo. Pero yo estaba muy a gusto. Sirius es... era una persona muy divertida. Nunca me aburría con él. Aunque no había ocasiones para aburrirse. Era horrible, cada vez la situación con lord... Quien-tu sabes era peor, moría más gente...- Remus suspiró, mirando tristemente al vacío. Tal vez por eso no se dio cuenta que Severus se tocó el antebrazo izquierdo.

Sabía que era una pregunta delicada, pero no pudo evitarlo. -¿Estabais juntos cuándo...?

-Rompimos unas semanas antes. Dejamos el piso. La última vez que le hablé estaba gritando. Yo...- su voz se quebró, y no volvió a hablar del tema, por mucho que Severus insistiese."

-Severus. Severus... ¡Snape!

-¿Sí?

-¿No te vas a vestir? Ya casi es la hora del desayuno.- Remus estaba frente a él, completamente vestido y peinado, listo para bajar al Gran Comedor.

-Ah. Enseguida voy, adelántate tú.

-¿No quieres que nos vean juntos?

-Ajá- respondió Severus distraído, su mente todavía perdida en los recuerdos, ignorante del segundo de tristeza que pasó por el semblante de Lupin.

-De acuerdo. Hasta pronto.- Dicho esto, dio media vuelta y se marchó de la habitación.

***

Después de vestirse apresuradamente, Severus bajó al Gran Comedor con precaución, procurando no ser visto por nadie que luego se preguntara qué hacía él tan lejos de las mazmorras.

Usando un atajo (una estrecha escalera escondida detrás de una tela que representaba un jardín soleado) logró llegar al Comedor a la hora habitual.

-Buenos días- le saludó la profesora Vector mientras Severus se sentaba a su lado. No contestó.

Entre el bullicio matutino habitual de la mesa de los profesores, Severus logró distinguir a Remus, hablando con la profesora Sprout. Por un segundo, Remus miró en su dirección y sus miradas coincidieron. Remus apartó la vista casualmente, como si no lo hubiera visto.

El profesor de Pociones siguió observándolo durante unos minutos antes de hacer una mueca cansada y concentrarse en el desayuno.

***

Pasó una semana. Severus tenía mucho trabajo, ya que los exámenes de fin de año se acercaban y tenía que presionar especialmente a los alumnos de quinto y séptimo.

Sin embargo, la gran cantidad de trabajo que tenían todos no evitó que el viernes, al salir del Gran Comedor a la hora de la comida, Lupin se le acercara y susurrara-: A las diez en mi despacho, Snape.

Tampoco el montón de redacciones que tenía por corregir evitó que Snape se encontrara esa noche, a las diez en punto, en los brazos del hombre lobo.

Brevemente se preguntó, mientras Lupin intentaba morderle el cuello y quitarle la túnica al mismo tiempo, por qué haría todo esto, qué tipo de relación era aquella.

No tuvo tiempo para pensar en ello, ya que las manos de Lupin ya habían logrado quitarle la túnica. "Qué demonios," pensó, "lo necesito."

***

Cuando Severus despertó a la mañana siguiente, no había nadie más en la cama. Todavía medio dormido, miró la hora e inmediatamente se levantó, sobresaltado. ¡Era tardísimo! Después de un momento de pánico se dio cuenta de que, afortunadamente, era sábado.

"¿Dónde se habrá metido Lupin?"

En respuesta a su pregunta, la puerta de la habitación se abrió y Remus se asomó, con una expresión de ligero fastidio en la cara.

-¿Todavía no te vistes? Apúrate un poco, Severus, que tengo mucho trabajo que hacer.- dijo, y volvió a cerrar la puerta sin más.

"¿Pero qué le pasa? Hace unas horas no se despegaba de mí, y ahora..."

Se arregló lo más rápidamente que pudo y salió de la habitación para encontrar a Remus en su escritorio, trabajando. Severus se detuvo. Esto no podía quedarse así, quería saber, quería preguntar... "¿qué soy yo para ti? ¿por qué ahora esta frialdad? ¿mentías cuando me dijiste que me querías?" Abrió la boca para hablar, pero ningún sonido salió de ella.

Finalmente, Remus alzó la vista y miró a Severus con total inexpresividad. -Cierra la puerta al salir, por favor.

Conteniendo las ganas de gritar, Severus salió del despacho sin decir palabra.

"Tu juego, Lupin. ¿Qué...?"

Caminó hacia las mazmorras instintivamente, con los ojos abiertos pero sin ver nada. Sus pasos hacían eco en los pasillos vacíos, su estómago le reprochaba la falta de desayuno, unos estudiantes hablaban cerca de allí... todo lo sentía y lo percibía, pero igualmente le parecía ser un muerto caminando a la luz del día.

Dobló una esquina y se encontró con una escena que le retornó en parte a la realidad. Un lugar de su mente se activó con la sospecha; era una paranoia que tenía desde hacía años y que muchas veces resultaba acertada. Potter y Longbottom, tan lejos de la sala común de Gryffindor.

Sonrió maliciosamente. Después de mandar a los niños a su sala común, se detuvo un momento. "Cuánto me gustaría pillar a Potter por alguna cosa..." pensó mientras examinaba una estatua de una bruja tuerta que había en el pasillo. ¿Un pasadizo secreto? ¿Indicaba un lugar de reunión? "Interesante..."

Esta estatua le recordaba algo... después de tantearla un poco, logró situar ese recuerdo. "Una reunión..."

"-Anoche casi nos ve Filch. Suerte que habíamos descubierto-

-¡Calla! Viene alguien.

Las voces se apagaron al instante. Un Severus de trece años también se detuvo, abrazando con fuerza sus libros. ¿Por qué tenía que encontrarse con ellos justo ahora? Sintió la familiar rabia y miedo que le envenenaban el estómago cada vez que escuchaba esas voces. Podía regresar por donde había venido, y no pasaría nada.

Dudó unos segundos. ¿Por qué tenía que huir como cobarde? ¿Por qué tenía que demostrar que les tenía miedo a esos cuatro?

Sin embargo, antes de que pudiera decidirse James Potter se había asomado por el pasillo que Severus había estado a punto de pisar. Una sonrisa despectiva le apareció en la cara, como siempre que lo miraba.

-Es nuestro amigo Snape- dijo, y acto seguido Sirius Black se unió a él. A Severus se le secó la boca. Tenía las manos ocupadas con varios libros, así que no podía coger la varita que tenía en el bolsillo.

-¿Espiándonos de nuevo, eh?- preguntó Black mientras se acercaba a él. Severus retrocedió un paso involuntariamente.

-Yo... yo no estoy haciendo nada. Dejadme en paz- logró decir.

-¡Ay, ay! El nene quiere que le dejen en paz. ¿Qué harás, pedir ayuda a mamá?- se mofó James con una burlona voz infantil.

-Sabes... sabes que te puedo echar una maldición- tartamudeó Severus, aguantando las ganas de salir corriendo.

-¿Para que se te regrese en la cara como la otra vez?- dijo Black, y rió estruendosamente.

En ese instante, los otros dos miembros de la pandilla más popular de Gryffindor se habían reunido con los cabecillas. Pettigrew sonreía divertido, y Lupin miraba hacia el otro lado del pasillo, su cara oculta entre las sombras.

Severus no tuvo la ocasión de fijarse en ellos dos, porque Potter y Black estaban avanzando con las varitas apuntadas en su dirección.

-¿Te pondrás a llorar esta vez, enano?

-Aquí no hay ningún prefecto como Malfoy para venir a rescatarte.

Severus respiraba con dificultad. Iba a hacerlo, quería hacerlo. Sólo tenía que soltar los libros y alcanzar su varita... pero su cuerpo no respondía. Se quedó inmóvil, viendo como Potter, Black y después Pettigrew lo rodeaban, impidiéndole escapar.

-¿Qué son esos libros que llevas ahí?

-"100 métodos para quitar la grasa del cabello"?

-O más bien "100 métodos para esconder una nariz gigantesca"?

-Déjame ver, anda- dijo Black, alargando la mano para coger uno de los volúmenes que llevaba.

Sólo entonces pudo reaccionar Severus-: ¡NO!- dijo, apretando fuertemente los libros contra su pecho con un brazo mientras el otro se soltaba, en dirección al bolsillo de la túnica.

James Potter fue más rápido. No sólo era de los mejores estudiantes de su curso, también era un jugador de Quidditch con reflejos muy rápidos. Antes de darse cuenta de lo que pasó, Severus había caído hacia atrás, sus libros desparramándose por todo el suelo.

Pasaron unos lentísimos segundos de pánico hasta que Severus, mirando hacia Potter, descubrió que le había hecho caer con una rápida y suave zancadilla.

-Snape... ¿de dónde has sacado estos libros?- dijo Black repentinamente, con una voz que ya no tenía el tono socarrón que usaba para dirigirse a él. Tenía un volumen negro y mugriento entre las manos.

-¡NO! ¡Déjalo!- gritó Severus más agudamente de lo normal. Aprovechando que todos se habían vuelto hacia Sirius con curiosidad, logró sacar la varita del bolsillo.

Potter se había acercado a Sirius para ver el libro que había recogido. Palideció un poco y miró a Severus con algo distinto que el usual menosprecio. Severus escondió la varita detrás de la espalda.

-No entiendo lo que pone- murmuró Pettigrew a su derecha. Había recogido otro de los libros, uno delgado y tan mohoso que apenas se podían leer las runas antiguas en la que estaba escrito.

-¡Suéltalo!-le dijo Severus, levantándose de un salto y apuntándole con la varita.

Instantáneamente se encontró dos varitas en la cara. –Atrévete- le gruñó Potter con una mueca amenazante.

Severus reaccionó inmediatamente, pero ni siquiera había abierto la boca cuando un "Expelliarmus!" lo arrojó de espaldas nuevamente. Cayó dolorosamente haciéndose daño en la espalda, y su varita aterrizó a los pies de Lupin. Éste no se movió; siguió mirando con la cara volteada hacia el pasillo oscuro.

-¿A quién has robado para conseguir esos libros? Son demasiado caros para ti- susurró Black, acercándose a él.

-Me parece que nos llevaremos unos de estos- dijo Potter, recogiendo los libros.

-¡NO! ¡Dámelos! ¡No son tuyos, déjalos!- empezó a gritar Severus, intentando levantarse. Black alzó la varita, sonriendo-: ¿Nos lo podrás impedir?

Severus se levantó con un grito de rabia y los puños apretados, dispuesto a una pelea cuerpo a cuerpo; al mismo tiempo, Black abrió la boca, la varita apuntada directamente a su corazón. Justo entonces-

-No creo que sea buena idea- una voz amable pero firme sonó detrás de ellos. Lupin, todavía entre las sombras, había recogido la varita de Severus y miraba fijamente a Potter.

-¿Son de magia oscura, verdad? Podríamos meternos en problemas si alguien nos descubre con esos libros- explicó.

-No seas aguafiestas- le dijo Potter, pero ahora ya no se veía tan seguro de sí mismo.

-No son libros de magia negra cualquiera- corroboró Black, frunciendo el ceño.

Potter dudó un momento más, y después arrojó los libros en dirección a Severus. –Prefiero dejarle ese problema a Snape.

Severus se agachó para recoger los libros. Cuando estaba a punto de recoger el último, Black lo pateó fuera de su alcance.

-Serás...-murmuró.

Potter y Black se alejaron riendo, Pettigrew detrás de ellos. Lupin se quedó un momento parado, y después arrojó la varita de Severus en su dirección y se marchó sin mirar atrás.

Severus tenía lágrimas en los ojos al intentar recoger su varita sin soltar ninguno de los libros. Si uno solo de los libros se hubiera roto, o peor, se lo hubieran llevado esos cuatro... Severus lo hubiera pagado muy caro. Los Gryffindor eran unos bravucones presumidos y molestos, pero los Slytherin eran mucho más sutiles, vengativos y muy, muy peligrosos. Sólo tenía trece años, pero eso lo sabía muy bien."

Severus abrió la puerta de su despacho. Sus pies le había llevado hasta allí por costumbre, mientras su mente seguía sumida en días pasados.

Entonces se le ocurrió. ¿Por qué Lupin no había hecho nada? Se había quedado allí parado, sin atacar pero sin defenderlo. Y así había sido siempre... también en otras ocasiones más horribles-

Forzosamente logró detener allí su línea de pensamientos. Ese recuerdo en especial era demasiado doloroso... sus mejillas ardían de vergüenza, sentía náuseas y su estómago se comprimía en un estrecho nudo tan sólo en rozar aquel pensamiento...

Tenía mucho trabajo por delante. Eso debería proporcionar suficiente distracción.

***

No había pasado mucho tiempo cuando alguien empezó a tocar la puerta de su despacho. "¡Lupin!"

Abrió la puerta en seguida, listo para saludar a Remus con un rápido beso. Sin embargo...

-¿Profesor?

-Oh, Malfoy. ¿Qué puedo hacer por usted?- Severus disimuló lo mejor que pudo la decepción y bajó la vista hacia Draco Malfoy, su cabello rubio platino y la túnica llenos de un lodo pestilente. Estaba jadeando, y sus ojos le brillaban con una emoción extraña.

-Tengo una historia que puede interesarle- dijo.

***

Severus estaba eufórico. El momento que tanto había ansiado por fin estaba al alcance de la mano. Ahora sí. Potter no tenía escapatoria posible.

ERA PERFECTO.

Condujo a Potter a su despacho, con una tormenta en la mente, entre la cual destacaba un sólo pensamiento, una sola emoción...

Venganza

A cada intento de Potter de explicar su situación, cada vez más patético, le aumentaba el temblor de las manos, sentía su respiración más agitada.

Le llegaban a la mente, nítidos y odiosos, tantos recuerdos... en todos ellos aparecía un rostro tan conocido como despreciado, casi idéntico al rostro que ahora le miraba, disimilando mal su temor.

"Snape grasienta cabezota, y su asquerosa narizota..."

James Potter había sido un bastardo presumido... Obviamente, su hijo no tenía ni idea. Lo defendió con una fuerza que tomó a Severus por sorpresa. Pero Harry ignoraba la broma que casi le había costado la vida, ignoraba todas aquellas burlas, las miradas socarronas, las interminables tardes de soledad...

"¿Acaso quieres que te vuelva a bajar los pantalones, eh?"

Sintió un veneno que le corría por las venas, se le subía a la cabeza, le recorría todo el cuerpo inflamándolo con una furia como no la había sentido en muchos años. Tenía ganas de hacerle daño al chico delante suyo, mucho daño...

"No entiendo como te puede gustar alguien tan feo..."

Esta vez, sería su risa cruel la que resonaría en lo oídos de Potter, una y otra vez.

-Vacía tus bolsillos- le ordenó.

Al instante supo que sus sospechas eran ciertas. Pero... ¿serían todos estos dulces y artículos de broma prueba suficiente? ¿Y aquello? Ese pergamino viejo tenía un aire decididamente sospechoso.

Y a él le encantaban los misterios... especialmente cuando salía Potter de por medio.

En el pergamino aparecieron palabras. Palideció. No era nada serio; sólo insultos, estúpidos e infantiles... sin embargo esas palabras eran demasiado familiares. ¡Pero que descaro! ¡Cómo se atrevían a insultarle ahora, que era adulto, fuerte, poderoso, temible!

Casi le parecía que volvía a escuchar aquellas risas, le parecía que volvía a aquellos días en que miraba hacia el suelo, conteniendo las lágrimas, mientras a su alrededor sonaban, una y otra vez, aquellas palabras fastidiosas que ahora leía en el viejo pergamino de Potter.

Y sentía una voz imparable, fría y cruel, que decía verdades que dolían más que un millón de burlas.

"Criminal despreciable, traidor. ¿Qué es lo que eres después de todos estos años? Nada. Un viejo profesor fracasado y amargado cuyo único placer es hacer sufrir a los estudiantes. Nada, nada, no importas, a nadie importas.

Todos te manipularon a su antojo: los Slytherins, Voldemort, los Death Eaters, Dumbledore, Lupin... no les importas realmente, sólo eres un instrumento más para ellos."

-Despreciable- parecían sonreírle las palabras del maldito pergamino.

Otra parte de su mente, que permanecía fría e impasible en toda ocasión, le despertó abruptamente. Snape se levantó y sin ningún temblor en las manos, llamó a Lupin por la red de polvos flu.

Pero dentro de pocos segundos, al mirar aquellos ojos indescifrables, la expresión hermética y la voz amable de Lupin, intentando convencerlo (mintiéndole) que no era nada más que un pergamino de broma, se arrepentiría.

Otra vez.

***********************

Hasta aquí dejo el siguiente capítulo. Pensaba hacerlo más grande, pero creo que ya los he hecho esperar lo suficiente.

IMPORTANTE: Sería aconsejable acordarse un poco de las escenas finales del "Prisionero de Azkaban" para entender mejor este capítulo. No he querido transcribir las palabras exactas que vienen en el libro, por razones diversas, así que he decidido omitirlas y dejar sólo los pensamientos y el punto de vista de Snape. También he modificado algunas referencias a hechos del quinto libro que se me escaparon.

Ah sí!! Era algo que me preocupaba desde hacía tiempo. Yo planeaba terminar el fic antes de que saliera "La Orden del Fénix", pero me temo que no ha sido posible. Por suerte, el libro no modifica nada de forma muy significativa, así que más o menos seré capaz de continuar con el argumento planeado para la segunda parte. Más o menos. Pero digamos que el libro ha revelado "cosas" sobre algún que otro personaje que cambian mucho mi concepción sobre su personalidad y pasado. Y que afectan un poco a hechos de capítulos anteriores. No sé si modificarlo para ceñirse al nuevo canon, a dejarlo así y continuar con lo nuevo a partir de la segunda parte...

Pasando a otros asuntos, creo que les debo una disculpa. Lo cierto es que también tengo vida propia, y últimamente ha dado un vuelco de 180 grados. El encuentro con mi primera pareja, la enorme cantidad de trabajo a final del curso de bachillerato, preparar la Selectividad, una mudanza transoceánica, el verano más agotador y estresante de mi vida, y el empezar una carrera universitaria y una vida nueva (BASTANTE nueva) son factores que me quitaron el tiempo (y la costumbre) de escribir.

Tengo muchos planes, y no tengo la intención de dejar sin terminar ninguno de mis fanfics. Pero, maldita sea, a veces me falta voluntad, me faltan ganas, me falta energía y flaquean mis fuerzas... ¡yo también tengo una vida!

Gracias por seguir leyendo, en todo caso (los que todavía sigan leyendo, claro está). Conservemos todos la esperanza de poder continuar, día a día, sin pausa, seguir deseando, sufriendo, trabajando para cumplir sueños insignificantes y vanos... viviendo, vaya.

Saludos,

Mitchell de Quevedo, amante del amor y poeta ocasional (los días que toma demasiado café).