Nota de la autora: Wow, cuanto ha tardado esto! Permitid que os explique porque. Se ha borrado entero el disco duro del ordenador. He perdido ABSOLUTAMENTE TODO lo que tenia guardado, y era mucho. Pero en fin...
Lo mio con el slash es increíble...¿Habeis visto la peli del Rey Arturo?Si la habeis visto, decidme que visteis tanto Arturo/Lancelot como vi yo...ademas, el final era una mierda y sobraba muchísimo. Lancelot esta buenísimo. De hehco, todos lo estan. Tanto es asi que hemos decidido escribir Faramara y yo un fic a medias sobre Arturo y sus caballeros, pero sera una mezcla entre la película, el autentico ciclo artúrico y nuestras locas ideas. Ni que decir tiene que habra slash(que probablemente correra de mi cuenta, ya que ella esta flipada con Tristan). Pasaos por alli y leedlo, anda, y luego poned que os parece. Nuestro nick sera Bianca SolderiniandGabrielle de Lioncourt. Especialmente indicado para amantes de Lancelot, Tristan y el slash con Lancelot. Si, eso.
Ahora unas contestaciones a los reviews:
Emily Evans: muchas gracias, chica.
Faramara: Me das miedo...anda que no hace de los de La Coruña!Peor bueno, nos lo hemos pasado muy bien.
Ginn-potter: quien sabe lo que deparara el futuro? Este fic en concreto no va a ser slash, pero es porque es una introducción a mi fic general mas amplio, en el que definitivamente SI habra slash(no puedo dejar de escribirlo).
Este capitulo va sobre el nacimiento de Remus, y se me vino a la cabeza visitando Paris(cuando lo leais sabréis porqué). Paris es mi ciudad preferida de todas las que conozco(y no son pocas) y el frances me encanta. Por desgracia, los parisinos me parece que son una gente muy orde, por muy buenos que esten los tios.
Por Jaina-Altariel, parte de las Crónicas de los Merodeadores.
-Esta noche habrá luna nueva.
Marie Lupin se volvió desde la valla de madera del porche hacia el interior de su casa. Su silueta quedo recortada contra el sol poniente, cuyos rayos rojizos ya cubrian los bosques que circundaban la casa.
-Marie...
Ella dio la espalda a la voz y contemplo la puesta de sol.
Unos brazos fuertes rodearon su cintura. Unos labios suaves besaron su hombro.
-Marie, deberías descansar.
Al cabo de un rato, ella se volvió.
-Fel...-se detuvo, insegura-Fel, estoy bien. Pero sabes que no quiero seguir así. Nunca he criticado tus elecciones o tus acciones, pero esto...
Él la besó-No pasara nada. De verdad.
Ella trago saliva y asintió. Se volvió una vez mas hacia los bosques que circundaban la casa.
-Se que tienes miedo...-dijo él tras un rato-Pero no te preocupes. Lo tengo todo bajo control.
Ella se volvió y le miro, con cierta diversión en la mirada.
-He aprendido a temer esa expresión.
-Al menos has vivido para hacerlo, cherie.
Ella entrecerró los ojos, intentando disimular la sonrisa. Empezó a empujarle hacia el interior.
-Es usted un arrogante, monsieur Lupin-y le dio un empujón que le hizo caer en el diván del porche. Él la asió por la cintura y la recostó sobre él, con cuidado.
-Y es usted encantadora, mademoiselle Rembrant-dijo, acariciando sus cabellos color miel-No se donde habría acabado sin su luz guía entre la oscuridad de Lyon.
-Seguramente en el cementerio. Y no de visita-ella se volvió, con los ojos brillantes-Siempre flirteando con el peligro. No puedes evitarlo, ¿verdad?-le acaricio la mejilla-Te diré un secreto: es una de las cosas que te hacen mas irresistible.
-Mmm...¿y cuales son las otras? ¿Mi imponente físico? ¿Mi deslumbrante intelecto? ¿O mi dedicación a las actividades nocturnas?
-No me tires de la lengua, cher.
Ambos rieron.
Tras unos segundos de silencio, él acariciando los cabellos de ella distraídamente, Marie rompió la quietud de la joven noche.
-Oye, Fel...¿sabes que quiero que nos vayamos, verdad? Que cuando nazcan los niños...
-Lo se, lo se. Dame un año, cherie. Un año y nos iremos.
-¿A dónde?-pregunto ella, pensativa.
-¿A dónde quieres ir?-contesto él.
Ella giro la cabeza y fijó sus ojos azules en los dorados de su marido. Tras unos momentos murmuro:
-Grandísimo majadero...idiota...¡pero si ya lo tienes decidido!-y le empezó a dar collejas-¡Toma! ¡Toma!
Él se reía-¡Marie! ¡Seguro que te gusta! Hay muchas plantas y la fauna es fascinante.
-¿Ah, si? ¿Y cual es el "pero"?
-Pero...llueve-contesto él, entre risas.
-Vamos a ver...Un lugar con muchas plantas, fauna fascinante y donde llueve-se le iluminó el rostro- ¡San Petersburgo!
Él parpadeó. Ella se rió. Su risa se detuvo de pronto y le miro con los ojos muy abiertos.
-Fel...ya vienen.
Su marido salto del diván y la cogió en brazos. Ella gritó de sorpresa.
-¡Fel! ¿Qué haces? ¿Estas loco? Puedo andar, ¿sabes?
Pero el hombre no la hizo caso y se metió en a casa, dirigiéndose directamente al salón. Ella gimio de repente.
-¡Oh!
-¡Calma! ¡Ya llegamos! ¡Aguanta!-dijo él, con angustia. Cuando pasó la contracción, ella lo miro, incrédula.
-Fel...tranquilo, ¿eh?
Él la miró y forzó una sonrisa-Es que en las clases de pre-paternidad nos adoctrinan muy bien.
Se dirigió a la chimenea y cogió un puñado de polvos de una bolsita colgada a un lado. Los arrojo a las llamas, que encendió con solo mirarlas. La miró, obsequiándola con una pequeña sonrisa.
-Magia sin varita. Un pequeño truco del Jefe.
Después se introdujo en las llamas, que se habían tornado verdes, y dijo:
-¡A Les trois Louises!
Tras esto, desaparecieron.
Fèlix Lupin se dirigió a unos camilleros en cuanto aparecieron en el hospital mágico de Paris. A no mucha distancia de la Torre Eiffel, era un hospital lleno de gente a todas horas, y cierta relajación en el ambiente.
Los camilleros ayudaron a Marie a subirse a la camilla.
-¿Dónde esta el doctor?
-Ya viene-le contesto un camillero-¿Cómo se encuentra, señora?-preguntaron mientras Fèlix miraba a ambos lados del pasillo.
Una joven de unos 30 años salió apresuradamente de una habitación, recogiéndose el cabello rojizo. Se dirigió a la camilla y pregunto:
-¿Cuándo rompió aguas?
-Hará unos 15 minutos-se detuvo de pronto-¡Oh!
-Ya han comenzado las contracciones...¿ha realizado algún hechizo en la ultima media hora?
-Mi mujer es muggle-interino Fèlix. La doctora le miró por primera vez con unos felinos ojos verdes-Yo soy mago. Fèlix Lupin.
-Bien quítese de en medio-dijo ella haciendo un ademán impaciente. La camilla empezó a moverse hacia el quirófano-Madame Lupin, mi nombre es Sophie. Dígame como se siente en todo momento y váyame contando el resultado de las revisiones.
-Pues...-la puerta se cerró tras ellos, dejando a Fèlix plantado en medio de un gran corredor de un gran hospital.
"Típica parisina", pensó el, con un resoplido.
Habían pasado casi dos horas y el hospital bullía de gente. Todo el rato pasaban por delante casos horribles que los medimagos trataban con total naturalidad. Fèlix se alegró de no haber optado por esa carrera al final. Había faltado poco.
Estaba intentando buscar una nueva distracción, habiendo explorado todo el pasillo y reflexionado sobre los días que quedaban para la siguiente luna llena(cuatro), pensado sobre si el que sus hijos nacieran un Lunes era un presagio, repasado mentalmente las cartas que tenía que escribir aquel 26 de Mayo al volver a casa...
De repente, una niña rubia con trenzas se acercó a él.
-Oui, petite?
-Monsieur, me han dicho que le dé esto-dijo, tendiéndole un pergamino doblado. Él miró el pergamino y volvió a subir la mirada.
-Creo que te confundes, petite.
-No, me lo dijo ese señor de ahí-dijo señalando al final del pasillo. Allí no había nadie-¡Estaba allí, de verdad!-insistió ella-Vestía de negro y llevaba gafas de cristales violeta. Me dijo que le diera esto-repitió, tendiéndoselo nuevamente.
Fèlix vacilo, pero finalmente lo acepto.
-Merci-dijo educadamente.
La niña asintió y se le quedo mirando, expectante. Fèlix le devolvió la mirada, paciente. Pasado un rato, la niña se removió, impaciente.
-¿Qué es?
Fèlix sonrió-Eso es asunto mío, ¿no, petite?
Ella asintió de mala gana y se alejó, arrastrando los pies. Cuando estuvo a cierta distancia, Fèlix desdobló el pergamino.
"Cuídate del Espectro de la Muerte. Cuídate de la Sombra que camina. Cuando la luna brille, la oirás que se aproxima.
Te estaremos vigilando
EUna elaborada "E" cerraba la nota. Fèlix se puso pálido y tragó saliva. En ese momento se abrió la puerta del quirófano y la doctora salió, sonriendo.
-Ha habido algunos problemas pero todo ha salido bien. Tiene dos hijos estupendos. Están en la habitación C3-y dicho aquello, la viva imagen de la vitalidad, se precipitó al otro lado del pasillo, donde una señora gritaba histérica con un bebe al que le crecía una ortiga en la frente.
Cuando Fèlix entró, Marie dormía en la cama, con la frente empapada en sudor. La acarició las ondulaciones que hacia el cabello sobre los hombros, distraídamente, y sus ojos se posaron en unas urnas de cristal, a las que se acercó.
Dos pequeñas formas las habitaban. Al acercarse, notó que una se agitaba continuamente. Miró fascinado como uno de los pequeños bracitos alzaba la manita, abriéndola y cerrándola sin parar, sin siquiera abrir los ojos.
"Qué pequeño es" pensó "Qué frágil"
Su mirada se dirigió entonces a la otra figura, y se sorprendió al ver un par de ojos dorados idénticos a los suyos devolverle la mirada.
"¿Hereditarios?" se preguntó, asombrado. El bebe le miraba plácidamente, y de repente le sonrió.
El hombre apoyó la mano en el cristal.
"Romulus Jacques y Remus Jean Lupin. Mis hijos" pensó, sin creérselo.
Marie se agitó en la cama. Él volvió la mirada hacia allí.
-Ah. Hola-dijo ella, sonriéndole. Al ver que él se acercaba señaló con la cabeza a los niños-No, por favor. Admírales. Después de lo que me ha costado que estén aquí, es lo mínimo.
Él se quedó donde estaba y los miró. Tras unos segundos, sonrió.
-Son maravillosos.
-Más vale-dijo ella-Ven aquí-le invitó.
Cuando él se acercó a la cama, la sonrisa de ella desapareció.
-Fel, tienes un aspecto horrible. ¿Qué pasa?
-Nada-contesto él, esquivamente.
-Fel...-dijo ella cogiéndole de la mano cuando se sentó a su lado.
Él trago saliva y sacó el pergamino doblado, lentamente.
