¡Hola a todos!, este es mi primer fic, basado en el quito libro de Harry Potter (La Orden del Fénix), a los que no se lo hayan leído todavía, les aconsejo que no lean este fic ya que podrían enterarse de algunas sorpresas que trae el libro quinto (algunas no muy agradables, pero otras muy interesantes). Hace poco me leí los dos primeros libros de una trilogía llamada la espada de Joram y de ahí me surgió la idea de hacer este fic al combinar elementos de ambas historias. Para no dar más rodeos, los dejo con mi historia que espero sea de su agrado.
HARRY POTTER Y LA MAGIA PERDIDA
1
¿Un cambio inesperado?
Una ola de calor extremo venía azotando todo el país desde principios de verano, lo cual había hecho que se decretaran medidas más rígidas que las adoptadas el año pasado por esa mismas fechas; el uso de mangueras se había prohibido; durante la noche se suspendía el servicio de agua ya que el inmenso calor estaba secando los ríos y lo peor era que los distribuidores de refrescos, viendo tan gran demanda por parte de sus clientes, habían aprovechado para aumentar considerablemente el precio de sus productos.
Ajeno a todo esto, en le número 4 de Privet Drive se encontraba un adolescente de casi 16 años, cabello negro azabache y oscuros ojos verde esmeralda. A tan corta edad él había sufrido mucho, primero fue la muerte de sus padres a manos del mago tenebroso más poderoso del siglo, luego criarse con su "familia", una partida de muggles que no lo querían y que lo trataban mal; después enfrentarse varias veces a Voldemort saliendo milagrosamente con vida, presenciar su renacimiento, ser tomado por loco y peligroso por sus propios compañeros de estudio y luego un golpe muy bajo que lo había sumido en la depresión; la muerte de su padrino Sirius a quien quería casi como a un padre.
Gruesas lágrimas se derramaban por el ahora demacrado rostro del muchacho. "Nadie entiende lo que me pasa, nadie nunca se ha puesto en mi lugar, nadie comprende el profundo vacío que siento en mi alma y nadie nunca lo har" pensaba amargamente aquel chico cuyo nombre era Harry Potter. "Por qué fui tan cobarde?, porqué no levanté el velo?, porqué me siento así, porqué?, porqué?, porqué? ..." cada vez que se hacía esa pregunta una fina pero dolorosa espina se clavaba más profundamente en su corazón.
Desde que había llegado de Hogwarts la escuela de magia y hechicería donde estudiaba, no había hecho más que permanecer encerrado en su cuarto (por voluntad propia), metido en continuas reflexiones que le dejaban como resultado un gran dolor de cabeza y ninguna solución a sus problemas.
Mientras el sol desaparecía en el firmamento, Harry cayó en un profundo sueño...
Estaba en el desierto, mirando un poco más adelante, Harry notó que la arena se confundía con brumas en donde reinaban la oscuridad y el silencio; y ahí en la frontera entre las dunas y las tenebrosas brumas, se encontraban gigantescas estatuas de nueve metros de altura, todas ellas tenían forma de personas, pero ningún rostro era idéntico a otro; algunas tenían expresiones similares que reflejaban odio, miedo, rabia, tristeza u otro mal sentimiento. La postura de todas era idéntica, excepto la de un hombre que tenía su puño cerrado en muestra de rebelión. Era extraño, pero aunque solo fueran estatuas, Harry sintió como si tuvieran vida y eso hizo que le recorriera un escalofrío por todo el cuerpo. Luego lo llenó una terrible necesidad de internarse en las brumas para saber que ocultaba tan terrible oscuridad, pero al dar un paso dentro de ellas, una fuerza como la de un hoyo negro, lo jaló hacia su interior y lo envolvió en tinieblas.
Harry se despertó sudando frío, ese lugar que había soñado no le gustaba nada, el sueño no parecía tener relación con Voldemort, así que pensó que era una especie de pesadilla, pero algo en su interior le dijo que aunque no quisiera volvería a ver ese lugar, en un día no muy lejano lo presenciaría de nuevo y esa vez no sería un sueño.
De pronto Harry vio que ya era de noche, el cielo estaba salpicado de estrellas que brillaban con mucha intensidad.
-¡Muchacho a comer! –lo llamó su tía Petunia
Harry intentó levantarse de la cama e ir a comer un poco, pero cuando puso un pie en el piso la cabeza comenzó a darle vueltas, la vista se le nubló y luego todo se volvió negro.
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-¡Despierta! ¡Chico despierta!- alguien lo sacudía con fuerza, su voz sonaba preocupada. Lentamente Harry abrió los ojos y se sorprendió con lo que vio, al lado de su cama estaba su tía Petunia poniéndole pañitos fríos en la frente.
-¡Al fin despiertas!- suspiró aliviada –pensé que tendría que llamar al medico, eso te pasa por no haber comido bien estos días, tras de que la comida es poca porque le estamos ayudando a mi hijo a hacer su dieta, tu tienes el descaro de no comer todo lo que te sirvo; ¡y a veces ni pruebas bocado!- recogió los pañitos húmedos y se los llevó, pero antes de salir del cuarto dijo –ahora que estás mejor te dejo, ahí en la mesa de noche tienes un vaso de agua y unas pastillas para que se te baje la fiebre, y mañana me haces el favor de comer como Dios manda!-(NA: un poco irónico, no?, ellos nunca le sirven comida suficiente y ella pretende que Harry coma como Dios manda).
Después de que su tía salió, él se quedó totalmente consternado por la actitud que ella había tomado para con él, nunca pensó ni remotamente que su tía se preocupara por su salud; además tan inesperada muestra de cariño, había asombrado tanto al muchacho que este se olvidó de los problemas de un momento a otro. Miró hacia su mesita de noche y se dio cuenta de que allí no solo se encontraban las pastillas para la fiebre sino, que también había medio sándwich de jamón y un vaso de jugo. "Gracias, tía" dijo mentalmente y sus ojos brillaron por un momento llenos de una alegría que no experimentaba hacía mucho.
Comió toda su cena, se puso su pijama y se acostó dormir. A diferencia de las anteriores noches esta vez durmió tranquilo hasta que un ruido lo despertó, lentamente abrió los ojos y vio como varias lechuzas entraban en su habitación; Ya era la una de la mañana del 31 de Julio y por lo tanto ahora Harry tenía 16 años. Feliz saltó de la cama a desamarrar los paquetes que las lechuzas traían amarrados a las patas y sentándose se dispuso a leer las cartas.
Querido Harry
¡Te deseo un muy feliz cumpleaños!. En tus últimas cartas te he notado un poco distante, ¡anímate!. Se que estos son tiempos difíciles, pero no te preocupes Ron y yo siempre estamos contigo. Si te sucede algo malo y quieres hablar con alguien, llámame estaré muy contenta de oírte y aconsejarte.
Besos de
Hermione
PD: Me esforcé mucho por conseguirte este regalo, espero que te guste y que te anime un poco.
Enseguida Harry abrió el paquete de Hermione y se quedó anonadado con lo que vio; era un estadio de quiditch miniatura, que venia con un hermoso estuche de terciopelo para guardarlo, al cogerlo, de el calló una nota bastante larga.
Harry:
Este es un estadio de quiditch miniatura, si miras bien, en una de sus esquinas hay un circulo rojo, cuando pones tu dedo encima de él y pronuncias tu nombre sale un humito que te vuelve lo suficientemente pequeño como para poder jugar dentro del campo. Al lado de una de las gradas están los vestidores, dentro de ellos hay un cuarto llamado salón de implementos, encontrarás allí un surtido de varios modelos de escobas, guantes, snitch, y todo lo necesario para jugar. Y hay una puerta en el fondo de ese cuarto, que dice "Salón de jugadores", si la abres verás dentro una mesa sobre la cual hay un álbum de los mejores jugadores del siglo, para escogerlos tu dices "mi equipo" y pones tu dedo sobre la imagen de los jugadores con los cuales quieras jugar, y dices sus nombres en voz alta, al instante se materializaran para poder jugar; para elegir al equipo contra el cual vas a competir, dices "equipo contrario" y sigues el mismo procedimiento de antes. Si no los quieres elegir tu, puedes usar la opción sorteo; el resto de las indicaciones están en el manual de uso; léelo.
Chao!
-¡Vaya!, esta vez Hermione se pasó con el regalo- dijo Harry en voz baja metiendo con cuidado el estadio dentro del estuche y colocándolo sobre su cama. Luego cogió otra carta:
Feliz Cumple!
Se que debes estar muy ansioso por noticias; sabes que por correo no te las puedo dar, pero no te preocupes, no ha pasado nada realmente grave. Disfruta el regalo que te envío. Si quieres hablar cualquier cosa conmigo yo siempre te escucharé. No te deprimas por lo que ha pasado, pues nos tienes a Hermione, a mí y a otros que te aprecian mucho.
Anímate!
Ron.
Harry abrió el paquete de Ron que contenía una bolsa de sus dulces mágicos preferidos y una garrafa mediana de cerveza de mantequilla. Adjunto a este se encontraba otro paquete ligeramente más grande con una nota pegada.
Feliz cumpleaños!
Harry, ya que gracias a ti pudimos hacer realidad nuestro sueño de inaugurar la tienda de "Sortilegios Weasley", te mandamos como regalo una muestra de todos y cada uno de nuestros productos que estamos seguros te serán de utilidad (cuando consumas la pastilla que hace toser, abrígate mucho o sino te dará una gripa bastante fuerte). Cuando los pruebes cuéntanos que tal te parecen. Si quieres, prueba las bolitas violáceas en tu primo, te harán pasar un rato muy divertido!
Bye!
Harry siguió abriendo las cartas, regalos y tarjetas. Hagrid le dio un libro titulado "Las criaturas más fascinantes del mundo mágico" y le dijo que tardaría un poco en volver a Hogwarts ya que tenía una "tarea especial" que hacer. Lupin trató de animarlo en su carta y le dijo que a Sirius no le hubiera gustado verlo tan triste; le regaló un medallón plateado muy hermoso, dijo que había sido de James y que lo llevara siempre consigo. La Sra. Weasley le había tejido su usual suéter y le decía que se cuidara mucho y que no se metiera en problemas.
Al terminar de leer las cartas, se acostó con varios sentimientos mezclados; algo de rabia porque lo siguieran tratando como a un chiquillo, impotencia por no poder hacer nada, dolor al recordar la muerte de su padrino y aunque no lo aceptara, una cierta satisfacción por sentir que al menos para algunas personas, él era importante.
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-¿Sabes? Estoy buscando seguidores y quiero que te unas a mí- decía Harry con una aguda y fría voz. -¡NUNCA!-respondió un hombre de cabello castaño parado con orgullo sobre lo que parecía ser una vieja alfombra.
-¡PAGARÁS POR DESAFIAR AL LORD OSCURO! ¡CRUCIO!-el hombre de cabellos castaños se retorcía de dolor en el suelo mientras Harry se reía con satisfacción. -Lástima que el imperius no funcione contigo, hubieras sido un gran servidor. ¡Avada Kedavra!-pronunció mientras los ojos de su víctima se clavaban en él, ni con miedo, ni con angustia, sino con un inmenso odio-
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-¡NOOOOOOOOOOOOOOO!-Harry se despertó sobresaltado, esa última mirada que el hombre le había lanzado antes de caer bocarriba con los ojos abiertos, lo había dejado en estado de shock.
-¡yo no fui! , ¡Yo no lo hice!- se repetía en voz alta mientras se agarraba fuertemente la cabeza-fue Voldemort! ¡Él lo hizo!, ¡yo no he atacado a nadie!-decía una y otra vez mientras abundantes lágrimas caían sobre las sábanas. Poco a poco se fue calmando, retomando el control de sí mismo. Miró alrededor, se encontraba en su cuarto de Privet Drive, no en la vieja y fría casa donde había visto morir a aquel hombre. Esta no era la primera vez que le pasaba, desde que había llegado a pasar las vacaciones de verano en casa de sus tíos, había tenido esas visiones en donde él era Voldemort. Varias noches se soñaba torturando gente o matándola. Continuamente se sentía contento o furioso según el ánimo del Señor Tenebroso. Estaba harto de eso, de su extraña conexión con el asesino de sus padres y culpable de la muerte de Sirius, harto de vivir en Privet Drive, sin noticias, aislado de todo y de todos los que le importaban. Tenía miedo, miedo de dormir y ver otra vez a las personas que habían muerto en sus visiones, de recordar el rostro de su padrino y saber que ya nunca más estaría allí para aconsejarle o reñirle cuando hiciera algo imprudente, de contarles sobre la profecía a sus amigos, sobre como el destino lo obligaba a convertirse en asesino o víctima de Voldemort, tenía también miedo de ser totalmente poseído, de hacerle daño a sus seres queridos, de defraudarlos...Realmente muchos sentimientos y pensamientos se arremolinaban en la angustiada y confundida mente de aquel muchacho de cabello azabache, eran demasiada carga emocional para él.
Después de un rato logró quedarse dormido nuevamente. Eran como las 10 de la mañana cuando se despertó, no había tenido más pesadillas después de lo de Voldemort. Su estomago rugió con fuerza así que decidió bajar a ver si podía comer algo, al entrar en la cocina, se sorprendió de no haber visto a Dudley pegado frente al televisor; ahora que lo pensaba mejor, desde que su primo había tenido una fuerte discusión con sus padres quienes al parecer se habían dado cuenta de sus andanzas, nunca estaba en casa durante el día, solo se le veía llegar en las noches muy exhausto junto a tío Vernon. Cundo Harry miró la mesa del comedor su sorpresa fue aun mayor, en el centro había un delicioso pastel que tenía escrito en letras doradas "Felicidades Harry".
-Feliz cumpleaños- dijo una voz detrás de él, al darse la vuelta vio a su tía Petunia que le dedicaba una cálida sonrisa.
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