Disclaimer: Los personajes no me pertenecen (por desgracia), todos ellos, los lugares, los nombres, etc, son únicos y genuinos de la inigualable J.K.Rowling.

Respuesta a los Reviews:

ClaudyTonks: Me tienes emocionaíta con tus reviews, gracias por decirme esas cosas, reviews como los tuyos son los que me animan a seguir con la historia. Realmente estoy en una parte un poco complicada, y te mentiría si te dijera que no me ha costado mucho atar cabos. Pero por fin lo he solucionado y creo que he dado con un buen final. Espero que te siga gustando y que me sigas mandando los reviews que me alegran mucho!!!!!

Ophelia Dakker: Ya querías tu "temita" no? Pues no te preocupes, que tema va a haber, y sin ninguna interrupción sorpresa por parte de Sirius!!!! Ya verás como éste te gusta aún más... je je je. Sigue mandando reviews, please!!!!

Ithae: Me alegra mucho tener nuevos lectores. Me has subido mucho el ánimo con tu review. Me gusta que pienses eso, nunca me habían dicho algo así. La verdad es que nunca he pensado que mi historia fuera muy buena, pero es gratificante saber que hay gente a la que le gusta y espera para leer más capítulos. Muchas gracias!!!

Deniko: Vaya, me encanta que pienses que soy buena escritora!!!!! Espero que te sigan gustando los demás capítulos y que sigas dejando reviews, gracias por tu apoyo, yo por mi parte intentaré estar a la altura de lo que os merecéis!!!!

Indhira Morillo: Ya sabía yo que te iba a encantar lo del puñetazo!!!! Je je je, las ganas que tenías tu ya de que el pobre Stephen cobrara. La verdad es que esa pelea también es mi parte favorita del capítulo, y con la que más me divertí escribiendo!!!! Sigue leyendo y mandando reviews!!!

Polillofobica: Je je je, Has dado en el clavo!!!! La orquilla es de Voldy, desde que se ha dejado esos rizos a lo Bisbal necesita algo para quitárselos de la cara mientras come, además, él es "Loreal, porque él lo vale". Je je je, sigue leyendo y mandando reviews. Con este capítulo te enterarás de qué es la dichosa orquilla. Espero que te guste y no te defraude!!!!!

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Cap. 6: La verdad.

La historia se repetía. Una vez más, estaban en San Mungo, pero esta vez el protagonista había cambiado. En la sala de espera los miembros de la Orden esperaban ansiosos noticias del estado de Sirius.

Los señores Weasley conversaban con un triste Dumbledore, quien hacía todo lo posible por ocultar el nerviosismo que en estos momentos lo invadía. El hombre se sentía culpable por inducir a Sirius a un peligro de tal magnitud, mientras Arthur y Molly Weasley le animaban, asegurándole que Sirius sabía perfectamente dónde se metía y que lo hizo voluntariamente. Después de todo, es un Gryffindor.

Al otro lado de la sala, Tonks, visiblemente afectada, se mordía el labio inferior mientras jugueteaba con sus temblorosas manos. Remus la acarició el pelo mientras la ofrecía la más tierna de las sonrisas que ella correspondió echándose a sus brazos. Él, estrechó aún más el abrazo pasando sus dos fuertes manos por la espalda de la chica. Ella, al sentir el contacto, se estremeció y deseó quedarse a solas con él aunque fuera un minuto. Al momento de pensar eso se sintió un poco culpable por haberse olvidado durante unos minutos del motivo por el cuál estaban allí.

-"¿Estás bien?, te noto más preocupada que hace un minuto"- Remus le miraba a los ojos pensando lo mucho que le iba a costar reprimir las enormes ganas que tenía de besar a la chica en ese mismo momento.

-"No, estoy bien. Es sólo que... no, no es nada"- Tonks se puso un poco más nerviosa al notar los profundos ojos marrones del hombre clavados en ella. ('No, por favor, no me mires así...').

El resto de los que se encontraban allí les miraban incrédulos. Sabían que entre ellos dos había una relación algo más estrecha de lo habitual, pero cualquiera que los viera en ese momento, pensaría sin ninguna duda que eran una pareja recién casada. En todo ese tiempo Tonks y Remus no se habían separado ni un milímetro, ajenos a las suspicaces miradas de sus compañeros.

Tardaron bastantes horas en tener alguna noticia de cómo se encontraban Sirius y Severus Snape, que después de haber avisado a Dumbledore también ingresó en San Mungo, aunque en un estado menos grave que el de Sirius.

Por la puerta principal entraban y salían sanadores y enfermeras que lo único que hacían era asegurarles que no sabían nada, que lo único que podían hacer era esperar pacientemente, algo de lo que ellos, en este momento, carecían.

Cuando ya, harto de la espera, Remus decidió entrar al pabellón donde se encontraba Sirius, un hombre le detuvo el paso impidiendo que entrara.

-"No entres, aún están haciéndole pruebas"- Severus Snape había salido completamente recuperado de sus heridas.

Con paso sereno se acercó a Dumbledore para ponerle al corriente del estado de Sirius. Tonks, al verle, se acercó inmediatamente para cerciorarse de si se encontraba bien, y para preguntarle por su primo.

-"Lamentablemente no sé mucho, pero por lo que he podido oírles a los sanadores, está en una especie de coma...".

Tonks, al oírlo, palideció al instante y notó cómo sus piernas le fallaban. Remus, al verla, la agarró inmediatamente de la cintura para evitar que se cayera.

-"Snape, podías tener un poco más de tacto ¿no?"- dijo Remus mirándole gravemente mientras abrazaba a Tonks, que lloraba en sus brazos desconsoladamente.

-"Ella me ha preguntado y yo la he respondido"- con un gesto de su mano, se dio la vuelta y se sentó en una de las sillas de la sala de espera- "Ah, por cierto, Tonks, no te preocupes porque está en buenas manos. Tu amiguito Stephen le está tratando".

Tonks levantó la cabeza al tiempo que Remus la miraba fijamente. El hombre se puso tenso al instante. Odiaba ese nombre sobre todas las cosas, sabía que estaba ahí y sabía que quería estar con ella, pero no iba a dejar que se la quitaran. Si Stephen no había tenido suficiente con lo del otro día, él estaba dispuesto a repetirlo una vez más.

-"Oh, vaya..."- la chica dirigió a Remus una mirada cariñosa que hizo comprender al hombre que no tenía nada de que preocuparse. Después, con paso lento se sentaron cerca del resto que esperaban impacientes a que Snape comenzara el relato de los hechos.

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FLASH BACK

Sirius se miró al espejo una vez más, quería estar seguro de que no se pasaba ningún detalle por alto. Snape, impaciente, paseaba de un lado para otro de la gran sala del número 12 de Grimmauld Place.

-"¿Quieres darte prisa?"- Dijo Snape visiblemente malhumorado.

-"Ya voy, al menos déjame despedirme. No sé si voy a volver"- Sirius hizo un gesto dramático simulando que se caía desmayado. Sabía que iba a ir en busca de su probable muerte, pero no quería dejarles con un mal sabor de boca.

-"¿Cuándo dejarás de comportarte como un crío?"- Snape se dio la vuelta y salió por la puerta.

-"El día que tú te laves el pelo"- Sirius dijo esto último en un pequeño susurro que Tonks llegó a oír.

Entre risas, Sirius se despidió de Remus y de su prima, prometiéndoles que estaría de vuelta muy pronto. Primero se acercó a Remus, a quien hizo prometer que se cuidaría esa noche, acto seguido se acercó a Tonks, quien le miraba con una mezcla de preocupación y temor en sus ojos.

-"No te preocupes, primita, estaré bien"- Sirius la abrazó y le dio un beso en la mejilla-"Y oigas lo que oigas esta noche, no salgas de tu habitación. Todo va a estar bien".

Ante la mirada incrédula de Tonks, salió por la puerta hacia la chimenea, tras Snape, quien le esperaba con un puñado de polvos flu en la mano. Al llegar a la chimenea, Snape le empujó dentro tras echar un puñado de polvos a las llamas, que se volvieron verdes al instante.

-"Número 6 de Dark Hill"- la voz de Snape resonó por toda la habitación.

Después de oír la voz de Snape, Sirius notó cómo la cabeza le daba vueltas mientras miles y miles de chimeneas giraban a su alrededor. Esa sensación desapareció al caer precipitadamente en un salón oscuro y húmedo con signos notables de estar deshabitado. Se puso de pie para poder observar mejor dónde se encontraba cuando un ruido a sus espaldas le hizo girarse. Había llegado Snape.

-"¿Dónde estamos?"- Sirius estaba realmente desconcertado.

-"En mi casa".

-"¿Tu casa?, ¿tienes casa?"- dijo Sirius mientras andaba de un lado para otro curioseando todos los rincones del salón.

-"Por supuesto que tengo casa. ¿Algún problema con eso?. Sígueme".

-"No, faltaría más".

Sirius esbozó una media sonrisa y siguió al hombre, que había comenzado a subir las escaleras. Según iba subiendo miraba a su alrededor. Le costaba creer que en aquella casa tan acogedora se hubiera criado el amargado de Quejicus. Todo el recorrido de la escalera estaba adornado con numerosas fotos de lo que parecían ser familiares, ya que todos poseían una larga nariz ganchuda.

A pesar de estar llena de polvo, la casa era confortable y estaba decorada con muy buen criterio ('seguro que Snape es adoptado'). Nada más subir la escalera, giraron a la derecha, donde un amplio pasillo se abría paso. Siguieron andando hasta el final, hacia una puerta oscura. Snape entró y le hizo un ademán para que le siguiera.

Entraron a un dormitorio bastante amplio, al menos, era lo que podía intuir Sirius, quien debido a la oscuridad, se tropezó varias veces con distintos muebles. A diferencia del resto de la casa, la habitación no parecía estar decorada con buen gusto. Las paredes estaban empapeladas con unas horribles rayas verdes y blancas que se desconchaban en algunas zonas, los muebles, muy aparatosos, estaban llenos de frascos y tubos de ensayo que contenían lo que, a su parecer, eran ingredientes para pociones.

-"No me digas que ésta es tu habitación...".

Snape emitió un gruñido como respuesta, mientras le tendía un libro viejo y rajado titulado "Mil y un usos del enebro y cómo ocultarlo para que los muggles no sepan que lo fumas".

-"No me digas que me has traído hasta aquí para que te ayude a dejar de fumar..."- Sirius le miraba con aire burlón mientras Snape hacía una mueca de exasperación.

-"Es evidente que no. El libro es un traslador"- dijo Snape señalando el libro- "O qué pensabas... ¿Qué era tan fácil entrar en la sede de los mortífagos?".

Sirius, al oírlo, se puso serio de repente. Aunque quisiera evitar pensar en ello, sabía que dentro de poco tendría que enfrentarse a ello.

-"Bueno, y si aquí no está la sede de los Mortífagos, lo cual es una pena, porque las puntillitas de las cortinas harían juego con sus túnicas... ¿Me puedes decir dónde vamos?".

-"Eso lo sabrás cuando lleguemos"- dijo Snape intentando obviar el comentario de Sirius. Sin mediar palabra, Snape le miró fijamente y puso su mano en el lomo del libro.

En ese momento, los dos notaron como si un gancho invisible les agarrara del ombligo, levantándoles del suelo. La sensación de vértigo se apoderó de ellos durante unos instantes, hasta que por fin notaron cómo sus pies tocaban la dura tierra. Por unos momentos perdieron el equilibrio.

Cuando Sirius logró estabilizarse, miró a su alrededor, y lo que vio le dejó pálido. Se encontraba en un cementerio oscuro, rodeado de lápidas semiderruidas y abandonadas. Las flores secas que estaban esparcidas por todo el terreno daban una sensación espeluznante al lugar.

Sirius se giró para preguntarle a Snape porqué se habían trasladado a un cementerio, cuando vio algo detrás de él que le dejó sin habla. En una de las lápidas se podía leer claramente "Tom Sorvolo Ryddle". Un frío helado invadió el cuerpo de Sirius, allí fue donde Lord Voldemort resurgió, donde casi mató a Harry... Si, ahora sabía porqué Snape lo había llevado allí.

-"Sígueme"- tras oír las palabras de Snape, Sirius reaccionó y se giró para seguir los pasos del hombre.

-"Bien, ya hemos llegado, así que dime ¿adónde vamos?".

-"A la casa de Tom Ryddle. Es allí donde se encuentra la sede, debajo de ella. Hay unos túneles que llevan a unas viejas catacumbas que eran usadas en la Edad Media para enterrar vivos a los que pensaban que poseían el arte de la brujería. Voldemort lo descubrió y decidió establecer allí su refugio. Irónico ¿no?".

-"Oh si, no sabes cuánto...".

Estuvieron andando durante unos minutos que a Sirius se le hicieron eternos, hasta que llegaron a una gran verja de hierro que se alzaba sobre una enorme colina. Con un chirrido, la abrieron y entraron a un jardín bastante descuidado y lleno de hierbajos donde correteaban varias ratas.

Haciendo caso omiso de los animales, entraron a la casa, que estaba semiderruída. Snape giró hacia la izquierda, donde un pequeño acceso en el suelo estaba tapado con maderas viejas. Teniendo cuidado de no clavarse ninguna astilla, la abrió y bajó por ella, seguido de Sirius, que no se despegaba de él ni un solo momento.

Bajaron con cuidado la angosta escalera de piedra. El recorrido estaba completamente oscuro, tanto, que Sirius se vio obligado a agarrarse a la túnica de Snape para no perderlo de vista. Nada más bajar las escaleras llegaron a un pasillo. Se podía sentir la humedad, y el olor rancio que daba el llevar siglos ocultando cuerpos enterrados.

Sirius, al notar el olor, se tapó la nariz con una mano mientras con la otra agarraba fuertemente la varita. Afortunadamente allí había algo más de claridad, y, al fondo, podía verse claramente una luz muy intensa. Su corazón empezó a palpitar más deprisa de lo que ya lo estaba haciendo, todo era igual que en su sueño...

Al final del pasillo se hallaba la habitación que Sirius había visto en su sueño, la misma habitación en la que Voldemort, rodeado por sus mortífagos, reía cruelmente mientras proclamaba la muerte de los muggles. Nada más pasar, Sirius sintió un escalofrío y miró a Snape con temor.

-"Llegó la hora, no metas la pata".

Snape echó a andar hacia el centro de la habitación. En ese momento, un enorme sillón de cuero negro estaba colocado junto a una mesa llena de pergaminos. A espaldas de ellos se encontraba una figura alta, imponente, pero terrorífica. Al oír los pasos de los hombres se giró revelando un rostro malvado con ojos de diablo.

-"Travers"- dijo Voldemort con voz aguda y silbante-"Veo que has regresado. Pero no tenías que venir sólo. ¿Dónde está Nott, Snape?".

-"No conseguí liberarle, Señor"- dijo Snape haciendo una reverencia al tiempo que hablaba-"Los dementores ya lo habían besado cuando yo llegué".

-"Oh, una pena"- Voldemort miró a Sirius, quien temblaba ligeramente. Andando despacio, se acercó a él y le miró fijamente a los ojos. Al cabo de unos segundos dio un paso hacia atrás y le volvió a mirar-"Me alegra que estés aquí, eres un miembro importante"- Hizo una pausa mientras le escrutaba con sus ojos de serpiente- "Pero has cometido un error, y tu Señor no perdona errores"- la voz de Voldemort inundó toda la estancia resonando en sus oídos como el siseo de una serpiente. De repente, y sin que Sirius se diera cuenta, sacó la varita y la alzó-"¡Crucio!".

El cuerpo de Sirius se retorció en el suelo ante la inexpresiva mirada de Snape, quien no movió ni un solo músculo por ayudarle. Se debatía en su interior entre el deseo de ayudarle y el temor de ser descubierta su tapadera por Voldemort.

Durante unos instantes el cuerpo de Sirius siguió convulsionándose y gritando de dolor, hasta que "su Señor" bajó la varita por fin.

-"Llévatelo, Snape. Más tarde hablaremos"- sin mediar palabra, Snape asintió con la cabeza y rápidamente se acercó al hombre, que todavía seguía tirado en el suelo. Con cuidado, lo alzó por los brazos y, medio arrastrándolo, lo sacó de allí.

Con mucha dificultad, lo llevó hacia una habitación contigua. Le colocó lo más despacio que pudo en uno de los sillones que ocupaban la sala y, tras aplicarle cuidadosamente una poción, salió del lugar.

Sirius despertó a las dos horas de haber entrado allí. Cuando abrió los ojos se incorporó de golpe, no reconocía el lugar. De lo único que se acordaba era de sus ojos... y el dolor...

-"Veo que ya estás despierto"- Sirius giró su cuerpo hacia la puerta. Una mujer deteriorada por sus años de encierro en Azkaban le miraba, desde el umbral, maliciosamente tras sus caídos párpados.

-"Bellatrix".

-"Veo que nuestro Señor te ha dado la bienvenida".

-"Sí, es lo normal, ¿no?"- Bellatrix le miró con una ceja alzada, analizándole detenidamente. Sirius, al darse cuenta, se metió una vez más en su papel-"Le fallé y tenía que pagar por ello".

-"Claro, pero ahora déjame que yo te cure..."- la mujer se acercó sinuosamente hacia él con una mirada anhelante de intimidad. Sirius, al verla, se encogió en su asiento, buscando un modo de librarse de aquella situación. Aunque era su prima, no le suponía ningún esfuerzo odiarla con todas sus fuerzas.

-"Bellatrix, sal de aquí"- Snape acababa de entrar y la miraba muy seriamente. La aludida se giró y le sonrió de una manera tan vil que a Sirius se le retorcieron las tripas- "¿No has oído? Nuestro Señor nos espera".

La mujer, al oírle, cambió el gesto de su cara y, con un descarado orgullo, salió de la habitación, dejando a los dos hombres completamente solos.

-"Gracias... supongo".

-"Dámelas cuando salgamos de ésta. Voldemort nos espera. ¿Sabes todo lo que hay que decir? No quiero ni un error, hay demasiado en juego. Tiene que resultar convincente...".

-"Sé perfectamente qué es lo que tengo que hacer. Pero lo que no sé, es porqué nos ha mandado llamar".

-"Pues en eso, estamos igual"- y sin mediar palabra, salió de la habitación seguido de un preocupado Sirius.

Volvieron a entrar a la sala donde Voldemort lo había recibido unas horas antes. Pero en este caso se hallaba rodeada por una veintena de mortífagos, que los miraban expectantes. Voldemort se encontraba en el centro del círculo formado por sus vasallos, mirando a los dos hombres con la superioridad y arrogancia dibujadas en sus ojos.

Con paso vacilante, Sirius se colocó al lado de los demás mortífagos completando el círculo. A su derecha pudo observar cómo Snape apretaba fuertemente sus puños y los músculos de la mandíbula se le tensaban.

-"Ya falta poco, mis siervos. Dentro de poco La Llave estará en mi poder, y en ese momento todos los impuros caerán ante mi presencia. Exterminaré a todo lo indigno que existe en el mundo, y ese día me alzaré como dueño y señor de todas y cada una de las personas dignas de pertenecer a mi círculo. Éstas serán reconocidas y recompensadas por su fiel servicio a su Señor."

Sirius notó cómo su corazón se aceleraba y se llenaba de ira y odio hacia el ser que tenía ante sus ojos. Si hubiera podido, en ese mismo momento le hubiera aniquilado con sus propias manos. No podía comprender cómo podía hablar tan libremente de cometer un genocidio para proclamarse dueño del mundo. Si en ese momento pudiera... Pero no, debía seguir ocultando su ira bajo la máscara de impasible frialdad que se había prometido a sí mismo mostrar durante toda la reunión.

-"Pero he de decir que no todo sale según mi plan previsto. Por desgracia, varios de vosotros me habéis fallado. He visto un retraso en mis planes, el grupo que envié a buscar La Llave no consiguió su objetivo. No me gustan los fallos, y es por eso que voy a daros una última oportunidad. Cinco de vosotros iréis de nuevo en busca de la bruja, ella posee La Llave. Se la quitaréis y después la mataréis, después de todo, no me hace falta, ya tengo una Black para poder abrir el Cofre...".

Cuando Sirius oyó estas palabras no pudo reprimir un gesto de odio y asco por el ser que se hacía llamar Voldemort. Aunque fue un gesto breve, no pasó desapercibido para Bellatrix, quien con una sonrisa pérfida, reconoció inmediatamente a su primo.

-"El Cofre contiene una poderosa arma. Un legado que la fiel familia Black me ofreció como tributo, mi leal sierva Bella será la encargada de abrirlo, ya que sólo los miembros de la familia Black pueden hacerlo. Es por ello que necesito que traigáis el objeto que me abrirá las puertas del dominio del mundo. En ese momento será cuando muera la raza de los sucios y nazca la sangre de los puros".

Una vez concluida la reunión, todos los mortífagos se giraron para abandonar la sala. En ese momento Bellatrix se acercó a su Señor y le dijo unas palabras al oído.

-"Creo Travers, que no me has confesado todo lo que pasó aquel día"- Voldemort se giró hacia Sirius, y con la mano, le instó a que se acercara hacia él. Sirius, nervioso, le obedeció y caminó unos metros hasta colocarse frente a él. Alrededor, los mortífagos les miraban curiosos mientras un sorprendido Snape rogaba porque todo saliera bien.

-"Señor, estoy a sus órdenes".

-"¡Finite Incantatem!"- Voldemort le apuntó con su varita para revelar su verdadera identidad- "¡Crucio!".

Sirius, ya con su verdadero aspecto, era sometido de nuevo a una de las maldiciones imperdonables más crueles. Su agotado cuerpo cayó de nuevo al suelo, agitándose. Sintiendo como si un millón de agujas se clavaran en su piel, gritó de dolor mientras juraba que jamás conseguiría su objetivo. El resto de los mortífagos les miraban impasibles con las varitas preparadas, dispuestos a matar.

Snape, revolviéndose, sacó el libro que utilizó como traslador de su túnica y corrió hacia el centro de la habitación, no iba a permitir que mataran a Sirius, aunque eso supusiera descubrirse ante Voldemort. Intentando esquivar los hechizos que mandaban sus "compañeros", llegó hasta el cuerpo prácticamente inerte del hombre. Colocó sus manos, junto con las de él, en el lomo del libro y desaparecieron justo cuando un fuerte Cruciatus le golpeó en la espalda.

FIN DEL FLASHBACK

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Cuando Snape terminó su relato, todos los que se encontraban en la sala le miraron sorprendidos y asustados ante el peligro que corrieron sus vidas.

-"Después de esto no puedes volver allí, supongo que ya es hora que desempeñes nuevas funciones dentro de la Orden"- Dumbledore le miró con gesto grave y se levantó de su asiento, dejándoles a sus espaldas- "Ahora todo es más complicado de lo que suponía, no debemos dejar que consiga La Llave, es necesario protegerla en un lugar seguro".

-"Si, no quiero que le pase nada a Tonks, hay que alejarla de aquí lo más posible"- Remus se mostraba preocupado ante la situación que tenían delante. No iba a permitir que le pasara nada malo a la persona que más quería en el mundo.

-"No, no creo que sea buena idea. Deberíamos..."

-"Es necesario, Nymphadora"- Dumbledore interrumpió a la chica- "No sabemos ahora cómo va a actuar Voldemort. Estos días atrás podríamos haber fijado un plan... Las visiones que Sirius y tú tuvisteis nos fueron dando unas pautas importantes, pero no podemos permitir que corras más riesgo del necesario".

-"Profesor Dumbledore, si me permite..."- el director miró a Tonks, que se mostraba completamente disgustada ante la idea- "Si esas visiones nos dieron antes pautas, podrían seguirnos ayudando. Es demasiado importante lo que está en juego, no sabemos de qué se trata ese arma... y hay demasiadas vidas inocentes como para que yo me preocupe por la mía. Además, Sirius... Sirius está en coma, y yo soy la única aparte de esa mujer que puede abrir el Cofre. Si yo sigo teniendo visiones, es posible que averigüe de qué se trata la dichosa arma. Después de todo, ya estoy amenazada... Déjeme ayudar...".

Tonks le miraba suplicante ante la mirada sorprendida de Snape y los señores Weasley. Remus le negaba con la cabeza, y le aseguraba que jamás iba a permitir que se enfrentara innecesariamente a un peligro tan grande. Ella se giró y le prometió que no le pasaría nada, si era tan buena auror como le habían dicho, no se iba a dejar vencer tan fácilmente. Además, iba a estar protegida, no estaría sola en ningún momento.

Remus la miró, y sin importarle las miradas curiosas de sus compañeros, la tomó entre sus brazos y la besó. Las reacciones no se hicieron esperar, y un conjunto de sonidos de alegría se entremezclaron con un gesto de asco por parte de Snape, mientras Dumbledore sonreía, sin sorprenderse en absoluto. Las miradas de los dos jóvenes les delataron hacía mucho tiempo.

Estaban tan absortos con la situación que ninguno se percató que un joven sanador estaba observando toda la escena desde la puerta de la sala. Stephen no daba crédito a lo que veía, cerró los puños fuertemente y, tras quitarles la vista de encima, cerró violentamente la puerta de la sala de espera, sobresaltando a todos los allí presentes.

-"Stephen, estás aquí, ¿cómo está Sirius?"- la señora Weasley se levantó de un salto al ver allí al sanador. El resto de los presentes se acercaron al hombre, interesados en la salud de Sirius. Remus y Tonks, por el contrario, se quedaron rezagados mirándose de reojo, nerviosos por cómo se lo iba a tomar Stephen. Aunque a Remus, en el fondo, le satisfacía el que Stephen se diera cuenta de una vez por todas de que Tonks jamás sería para él.

-"Ehhh... Sí, Sirius..."- Stephen reaccionó intentando olvidar lo que acababa de ver hacía un segundo- "Bueno, ahora mismo está estable, le hemos puesto sedantes para calmarle los dolores. Según nos explicó el señor Snape, recibió bastantes Cruciatus. Se debilitó bastante y, ciertamente, durante unos minutos, pareció entrar en un extraño coma. Pero es cuestión de horas que despierte, se recuperará".

Todos emitieron un suspiro de alivio, en especial Tonks que, aunque seguía sin recordarle, le había cogido un enorme cariño. Stephen miró a la pareja de reojo y, tras unos segundos de duda, se acercó a ellos. Mientras tanto, Snape salió de la Sala de Espera para dirigirse a Hogwarts alegando que al día siguiente tenía clases que dar. Los señores Weasley salieron tras él, para ir a la Madriguera.

Dumbledore también abandonó el lugar, pidiendo previamente permiso para poder ver a Sirius. El sanador aceptó con la cabeza y le hizo prometer que no tardaría en salir, ya que las visitas estaban prohibidas.

Una vez que los tres se hubieron quedado a solas, la tensión no se hizo esperar.

-"Pensaba que teníamos algo"- Stephen miraba a Tonks con resentimiento. No podía creer que hubiera jugado con él de esa manera- "Al final te has salido con la tuya ¿no?, te has quedado con la chica. Enhorabuena"- Remus le miró con lástima. Comprendía perfectamente cómo se sentía, y no le habría gustado estar en su lugar.

-"Stephen... Yo, déjame que te explique"- Tonks le miraba triste, sin saber qué decir. Sabía que había jugado con sus sentimientos y se sentía mal por ello, pero ella estaba enamorada de Remus y, por mucho que le doliera a Stephen, lo tendría que aceptar.

-"No hace falta que me expliques nada, me ha quedado muy claro cuando te he visto besándote con ése..."- el sanador, sin darse cuenta, empezó a elevar el tono de voz, gesticulaba airadamente mientras se daba la vuelta y comenzaba a andar hacia las escaleras.

-"Pero, verás... Yo no quería hacerte esto"- Tonks salió detrás de él y consiguió agarrarle de un brazo en el borde de las escaleras-"Entiéndelo, yo le quiero...".

-"¿Pero cómo le vas a querer si ni siquiera te acuerdas de él? Esta situación es estúpida"- Stephen ya gritaba. La miraba enfurecido mientras la zarandeaba de los hombros. La chica comenzó a llorar, estaba empezando a asustarse.

-"¿Pero qué haces, idiota? No vuelvas a tocarla"- Remus había llegado a su altura y, al ver la escena, le gritó hecho una furia.

-"Déjame tu, ¿es que no tienes suficiente con lo que me has humillado ya?"- Stephen se giró para encarar a Remus, al hacerlo soltó sus manos de los hombros de Tonks, quien perdió el equilibrio, y al estar al borde de las escaleras, se precipitó rodando por ellas.

-"¡¡¡Tonks!!!"- gritaron los dos hombres al unísono.

Como una exhalación, bajaron las escaleras hasta llegar al cuerpo inconsciente de la chica. Una multitud de personas ya se habían arremolinado a su alrededor. Al llegar hasta ella, pudieron ver una gran brecha en su cabeza, que no paraba de sangrar. Stephen convocó una camilla con su varita y, tras colocarla delicadamente encima, la llevó a una habitación, seguido de un preocupado Remus, que se negó en rotundo a quedarse fuera.

Tras muchas pruebas, los sanadores comprobaron que Tonks se encontraba perfectamente. A pesar del aparatoso golpe, no le había dañado ningún órgano vital. Pero, a pesar de las buenas noticias, Tonks no despertaba.

Remus y Stephen no se separaron de ella en un solo momento, la miraban con preocupación. Ella, por su parte, parecía tranquila, dormía plácidamente, ajena a los sentimientos que despertaba en los dos hombres en aquellos momentos.

Al cabo de una hora, Tonks empezó a moverse, sobresaltándoles. Poco a poco, fue abriendo los ojos, acostumbrándose a la luz, que en esos momentos llenaba la habitación.

-"Remus...".

-"Shhh, aquí estoy. No hagas ningún esfuerzo".

-"Me duele la cabeza..."- Tonks hizo ademán de levantarse, intento que fue evitado por los brazos de los dos hombres.

-"Es normal, te diste un golpe muy fuerte. Contigo no ganamos para sustos"- Stephen la sonrió dulcemente intentando quitarle tensión a la situación.

-"Oh, no, estoy bastante acostumbrada. Desde pequeña siempre me han pasado este tipo de cosas".

-"¿Desde pequeña?, ¿te acuerdas...?"- Remus la miraba con los ojos desorbitados al comprender el alcance de esas palabras.

-"Si, claro, me acuerdo de una vez que estaba en casa de mis abuelos y no vi el gato que estaba a mis pies, así que..."- Tonks se quedó callada unos segundos, mirando al vacío. Poco a poco notó cómo su respiración se agitaba y su cara expresó una enorme sonrisa- "¡Me acuerdo!, ¡lo recuerdo todo!, cuando era pequeña, cuando estudié en Hogwarts, en la academia de aurores... ¡todo!".

Remus no pudo más con la felicidad que le invadía, y se abrazó a ella, diciéndole al oído lo mucho que la quería. Stephen sintió que sobraba y, sin hacer ruido, se levantó para salir de la habitación.

-"¡Stephen!, espera, no te vayas"- Tonks se dio cuenta y le impidió que saliera. Después, con una mirada dulce, se giró hacia el licántropo- "Remus, ¿te importaría dejarnos a solas un momento?, creo que le debo una explicación".

Remus, a regañadientes, salió de allí sonriéndole amablemente a su novia. Stephen se sentó a su lado, mientras ella le cogía sutilmente una mano.

-"Me alegro de que hayas recuperado la memoria".

-"Bueno, mucho te lo debo a ti... Y supongo que a la caída también"- Tonks sonrió, intentando quitarle hierro al asunto.

-"Lo siento, yo no pretendía que pasara esto. Pero es que al veros...".

-"No, perdóname, la culpa es mía"- La chica le miró suplicante- "Debí decírtelo antes. Ahora que he recuperado la memoria, puedo explicártelo todo. Yo... yo estoy enamorada de Remus desde mucho antes del ataque, supongo que por eso sentí algo especial cuando le vi por primera vez después de perder la memoria...".

-"Vaya, entonces sólo he sido un estorbo".

-"No, jamás has sido un estorbo. Por el contrario, has sido un gran amigo. Y no me gustaría perderte, pero sólo puedo pensar en ti como eso... como un amigo".

-"Lo entiendo, y créeme que me duele, pero si sé que estás bien, no me importará todo lo que yo sufra, tarde o temprano se pasará. Y yo seguiré siendo tu amigo...".

-"Gracias, no sabes la falta que me hacía oírlo"- Tonks y Stephen se abrazaron mientras una persona tras la puerta sonreía tranquilo. Remus, curioso, no había podido evitar el querer enterarse de la conversación, y ahora estaba feliz, ella le quería, siempre le había querido.

Stephen se levanto y abrió la puerta de la habitación, indicando con un gesto a Remus que Tonks lo estaba esperando. Cuando se giró para irse, Remus le paró y le tendió la mano.

-"Gracias por todo. Y siento lo del puñetazo, sé que no eres mal tío".

-"Ha sido un placer, y no te preocupes por lo del puñetazo, supongo que acabaré devolviéndotelo"- Stephen aceptó la mano y le hizo una media sonrisa con la que fijaron una tregua- "Será mejor que pases, te espera"- Remus inclinó la cabeza a modo de despedida y entró en la habitación donde una sonriente Tonks le esperaba con los brazos abiertos.

-"¿Por qué has tardado tanto?"- Tonks le abrazó de la cintura mientras apoyaba su cabeza en el hombro del castaño, quien se había sentado en la cama, al lado de ella.

-"Bueno, digamos que estaba enterrando el hacha de guerra..."- Tonks sonrió al saber perfectamente a qué se refería- "Y dime... ¿es verdad?".

-"¿El qué?"- Tonks le miró confusa.

-"Que me querías antes de perder la memoria".

-"¿Cómo lo sabes?".

-"Digamos que me lo ha contado un pajarito".

-"Si, es cierto. Te he querido desde siempre...".

Remus la miró embobado. Con su mano, acarició los rosados mechones que le cubrían los hombros mientras miraba sus ojos ámbar y sus preciosos labios.

-"¿Cómo he podido estar tan ciego...?"- Y, sin poder aguantarlo más, la besó larga y profundamente.

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Al cabo de un rato, Dumbledore entró sonriente en la habitación donde los dos jóvenes no paraban de hacerse carantoñas. Con aire despistado, se sentó en un butacón que se encontraba a la izquierda de la cama. Tonks y Remus pararon inmediatamente de besarse y, con una gran sonrisa de felicidad que no pudieron ocultar, saludaron al recién llegado.

-"Bueno, menudo susto nos has vuelto a colocar, Nymphadora"- dijo el anciano mirándola con ojos alegres- "Pero veo que a merecido la pena, tras un susto han venido dos alegrías. Ya me he enterado que has recuperado la memoria".

-"Tonks, gracias. Sí, afortunadamente ya me acuerdo de todo"- dijo Tonks mirando pícaramente a Remus mientras le estrechaba la mano.

-"Profesor, ¿cómo ha encontrado a Sirius?"- Remus expresó su preocupación por su amigo.

-"Débil, pero no sufráis, se recuperará. Es un hombre fuerte".

-"Profesor Dumbledore, me gustaría terminar la conversación que quedó pendiente antes"- Tonks, con gesto serio, le dirigió una mirada al director que no admitía réplicas.

-"No te entiendo, Nymphadora".

-"Tonks. Me refiero a la orquilla, sabe que no tiene alternativa"- dijo Tonks empezando a molestarse por la insistencia del hombre a llamarla Nymphadora.

-"Creía que eso ya estaba solucionado. No pienso dejar que te expongas a un riesgo así"- dijo Remus mirándola severamente. No estaba nada de acuerdo con su actitud.

-"Sabes que no. Y también sabes que no me vas a persuadir, ahora sé que soy buena auror. Ya he recuperado la memoria y voy a hacer todo lo que esté en mis manos para ayudar. Las visiones son importantes, y en estos momentos sólo yo puedo tenerlas"- Tonks hablaba deprisa, sabía que le iba a costar mucho convencerles, pero ahora por fin se sentía útil, y no iba a dejar escapar esta oportunidad.

-"Tonks, no seas cabezota, ya has oído a Snape, van a matarte. Si te pasara algo, no lo soportaría..."- Remus se levantó de su asiento, agitando las manos.

-"Nymphadora, compréndelo, es por tu bien...".

-"Entonces... déjeme ayudar...". Los tres se quedaron mirando durante unos minutos, las reacciones eran completamente diferentes. Por un lado, Remus se agitaba nervioso por toda la habitación, mientras Dumbledore apoyaba sus manos entrelazadas en el bordillo de sus rodillas, con la mirada perdida en el vacío, pensativo, intentando descifrar qué camino sería el correcto. Por último, la joven pasaba su mirada del gesto preocupado de su novio hasta la expresión sabia de su ex director, intentando comprender los pensamientos de cada uno.

-"Está bien"- la voz de Dumbledore sobresaltó a los dos jóvenes, que se giraron para mirarle-"Te daré la orquilla. Pero quiero que entiendas el gran peligro al que te estás exponiendo. Nunca deberás estar sola y al más mínimo indicio comunicarás con nosotros estés donde estés"- la chica se alegró notablemente mientras que la cara de Remus expresaba todo lo contrario. Sabía que esto no era una buena idea, pero si era lo que ella había elegido, la protegería con su vida.

-"Bueno, creo que eso no supondrá ningún problema"- Tonks sonrió amablemente al anciano.

-"Lo sé, supongo que Remus estará encantado de seguir "cuidándote". ¿No es así?".

-"Por supuesto, será difícil... y seguramente acabaré harto... pero todo sea por el bien de la humanidad. Si es mi obligación, cumpliré con ella"- Remus contestó intentando provocar a su novia, quien, como respuesta, le lanzó la almohada a la cara, mientras reía sin parar.

-"Pues, si no hay más problema, me voy a la habitación de Sirius"- dijo Dumbledore poniéndose en pie y dirigiéndose a la puerta.

-"Esto... Profesor... ¿No se le olvida algo?"- Tonks le llamó con una ceja alzada y mirada divertida.

-"No te entiendo, Nymphadora".

-"¡La orquilla! No me la ha dado..."- contestó Tonks obviando el "Nymphadora".

-"Oh, cierto, perdona..."- Dumbledore metió la mano en el bolsillo de su túnica y sacó el pequeño objeto que tendió inmediatamente a la chica. Ella lo cogió temerosa de tener una nueva visión, pero eso no sucedió. Respirando tranquila, la metió con cuidado en una pequeña caja que guardaba en su túnica.

Después de despedirse, Dumbledore se fue, dejándoles nuevamente a solas, donde con una sonrisa, se volvieron a besar.

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Después de algunas horas de estar esperando el alta, por fin se pudieron ir a casa. Tonks insistió reiteradamente en volver a su apartamento, asegurándose, eso sí, de que Remus estuviera con ella.

Cuando llegaron, la casa estaba hecha un completo desastre. En el salón, un par de macetas estaban caídas con un montón de tierra esparcida a su alrededor. Los muebles de la casa estaban todos descolocados. A la derecha de la mesa, que tenía encima de ella todas las sillas del comedor, estaba colocada una librería a la que le faltaba la mitad de los libros, que estaban tirados por el suelo.

Tonks, al ver el desorden, pensó que no podía sentir más vergüenza. La otra vez que estuvo allí para recoger su ropa, estaba tan asustada y tan confundida que no se percató de las condiciones en las que había quedado su casa.

Tras una sonrisa tímida, subió lentamente las escaleras, seguida de Remus, quien sonreía al ver el sonrojo de la chica. Cuando llegaron a la habitación, si Tonks había pensado que no podía sentir más vergüenza, comprobó repentinamente que se había equivocado.

La habitación estaba completamente desordenada. Sin prestar atención a la cama, que tenía el edredón colgando hacia un lado, salió corriendo hacia el tocador, donde tres sujetadores y varias mudas interiores estaban esparcidas. Intentando que Remus viera lo menos posible, las guardó en un cajón al igual que unas medias y un par de pantalones vaqueros.

Remus, desde la puerta, reía divertido al ver el nerviosismo con el que se estaba comportando Tonks. Sin importarle lo que la chica estaba haciendo, se acercó lentamente por detrás y, apartándole el pelo del cuello, empezó a besarla suavemente. La chica cerró los ojos y dejó caer lo que tenía en la mano, mientras el hombre la agarraba de la cintura y la daba la vuelta para llevarla paso a paso hacia la cama, donde la dejó caer. Muy suavemente, empezó a quitarle la ropa sin dejar de recorrerle un solo centímetro de su piel con sus labios, mientras ella le acariciaba y pensaba que no podía llegar a ser más feliz. Estaba segura que nada podía ir mal esa noche...

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Tonks despertó sobresaltada. Había oído un ruido en el piso de abajo. Intentando no despertar a Remus, que dormía profundamente a su lado, se levantó de la cama apartando el brazo del hombre de su cintura. Se puso su túnica y, agarrando la varita, bajó a comprobar qué era.

Cuando llegó a la puerta del salón, salió corriendo despavorida e, intentando subir las escaleras lo más deprisa posible, gritó el nombre de Remus todo lo que sus pulmones le dieron de sí.

En la sala, cinco mortífagos intentaban terminar lo que hacía unas semanas no habían conseguido. Al escuchar el grito de la chica, salieron corriendo hacia las escaleras para acabar con ella. Pero no fueron los únicos que escucharon el grito, Remus, asustado, acudió inmediatamente a la llamada de la chica, que le esperaba con el corazón latiéndole fuertemente y los ojos desorbitados. A su mente le llegaban las imágenes del primer ataque... Estaba aterrada.

-"¡Tonks!, ¿estás bien?".

-"¡Remus! ¡Mortífagos! ¡Están aquí!".

-"Hay que avisarles, necesitamos ayud... ¡¡¡Ahhhhhh!!!".

Dos de los mortífagos habían llegado a su altura y le habían mandado un Cruciatus sin darle la oportunidad de defenderse. Tonks miraba cómo se retorcía mientras intentaba defenderse de los hechizos que los mortífagos restantes la mandaban.

Remus cayó inconsciente. La maldición había sido demasiado fuerte para que su debilitado cuerpo por su reciente transformación lo soportara. Tonks le miraba horrorizada, rogando que siguiera con vida, se agachó hacia el cuerpo desmayado del hombre y le llamó con insistencia para que abriera los ojos, pero él no dio respuesta alguna.

Uno de los mortífagos la agarró fuertemente del brazo y le preguntó por La Llave. Tonks, con los ojos abiertos como platos, no le respondió, esperando que no se le ocurriera mirar en el bolsillo de su túnica.

-"Contesta, ¿dónde la tienes?".

-"No sé de qué me hablas"- la chica recordó de nuevo el primer ataque, la situación, exactamente igual, estaba en obvia desventaja hacia ellos. Pero la diferencia estribaba en que ahora ella sí sabía qué era lo que habían ido a buscar, y no sólo su vida estaba en juego. Sabía que ella moriría, y, silenciosamente, pidió perdón a Remus por haberle fallado en ese momento.

-"Está bien, asquerosa Sangre Sucia, si no me respondes a mí, lo harás ante nuestro Señor"- el mortífago agarró a la chica fuertemente dejándola inconsciente y, tras un gesto seco de su mano, desaparecieron.

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Cuando Tonks recuperó la consciencia, lo que vio le heló la sangre. Le parecía estar en una de sus visiones.

En el centro de un amplio círculo rodeado por una veintena de mortífagos, se encontraba, altivo, el ser más despreciable que hubiera existido jamás. Imperturbable, la observaba detenidamente mientras que con una sonrisa sádica, se acercaba lentamente hacia ella.

-"Veo que te empeñas en no colaborar, repugnante bruja"- Voldemort se acercó a ella ante la mirada aterrada de la chica, quien sintió un escalofrío al ver la figura del terrible "hombre". Éste se acercó aún más y, agarrándola fuertemente del pelo, la levantó por encima suyo-"¿Dónde está La Llave?".

-"No... sé... de qué... me hablas..."- Tonks hacía un esfuerzo sobrehumano mientras sentía como su pelo tiraba fuertemente de su piel. Estaba separada a escaso medio metro del suelo, pero el dolor de su cabeza le hacía sentir que la distancia era mucho mayor.

Intentando no mostrar un solo signo de debilidad, aguantó estoicamente el dolor que se iba apoderando de ella. De repente notó cómo una mente extraña se adentraba en sus pensamientos y le desgarraba el cerebro.

-"Oh, veo que me has facilitado el trabajo... La tienes aquí... ¡Accio Llave!".

La pequeña orquilla voló rápidamente del bolsillo de la túnica hasta la mano de Voldemort, que la miró con una sonrisa de triunfo y poder. Después giró su cabeza para poder observar el cuerpo semi desfallecido de Tonks, quien lloraba amargamente, sabiendo que les había fallado a todos.

El débil cuerpo de la chica tiritaba bajo la atenta mirada de los mortífagos, que se habían inclinado para rendir tributo a su Señor. Ella vio, con horror, cómo su prima reía victoriosa y la decía sin pronunciar sonido alguno que al fin había llegado su hora.

Con violencia, Voldemort tiró a Tonks al suelo, quien gimió al sentir cómo su tobillo crujía, partiéndose en dos. Después, el Señor Tenebroso se giró hacia Bellatrix y caminó hasta ella lentamente.

-"Ahora ha llegado tu turno, Bella. Es hora de que hagas tu trabajo"- ella hizo un gesto afirmativo con la cabeza seguido de una reverencia, dándole a entender a su Señor que estaba dispuesta a hacer su cometido.

Acto seguido, Voldemort se giró hacia el resto de sus siervos con una risa macabra y alzando en alto La Llave. Tonks ahogó un grito de terror, sabiendo perfectamente las palabras que diría a continuación.

-"Ha llegado su hora... Morirán, ¡Todos morirán!".

Su Visión se había cumplido.

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Bueno, ya está aquí el penúltimo capítulo!!!! Intenso ¿eh?. Perdonad que haya tardado tanto en actualizar, pero es que este capitulo... ¡¡¡se las trae!!!

Quería que fuera bueno, y espero haberlo conseguido. Realmente me he tenido que estrujar el cerebro para darle sentido a las Visiones. Bueno, espero que sea coherente y que os haya gustado. ¿Qué os ha parecido? Contestadme, por favor, quiero q me dejéis muuuuuchos reviews!!!!!!

Siento haberos defraudado un poco con la escena de cama, pero prefiero que os la imaginéis vosotros... No me van ese tipo de escenas, lo siento.

El siguiente capítulo ya es el último, aquí acabará toda la historia, pero me gustaría después publicar un epílogo que reflejara la vida de la pareja después de todo este lío...

Bueno, pues leedla y contadme qué os parece, ya sabéis ¡¡¡¡todos los reviews q podáis, q me hacen muxíiiisima ilusión!!!!!

Un saludo

Bye

Leonysse Weasley