Hojaverde y el Amigo de los Elfos.

Por The Balrog of Altena




Capítulo 7mo: Otras numerosas separaciones e historias junto al río.


1 de Mayo del año 3020 de la Tercera Edad. Ésta es una fecha que cabe recordar. No sólo por el hecho que Gimli el Enano y Legolas el Elfo comenzaron su viaje de partida al Reino de los Bosques, sino también por un acontecimiento muy importante ocurrido a otro de los miembros de la Compañía del Anillo: Samsagaz Gamyi.

En éste maravilloso día, Sam contraía matrimonio al fin con la encantadora Rosita Coto, enigmática mujer entre los Hobbits; Sam era el segundo miembro de la Compañía en tener la felicidad de unirse en matrimonio a su amada.

Aquella mañana los aldeanos de Hobbiton despertaron con mucha excitación y el alboroto amenazaba con durar el resto del día. Mientras que con los primeros rayos del sol y el sonoro canto del gallo despertaban Frodo Bolsón, Merry Brandigamo y Pippin Tuk nerviosos de alegría por su buen amigo en éste día tan especial, encontrando a Sam ya en pie y yendo de un lado a otro porque no había podido conciliar el sueño en toda la noche, muy muy lejos de ahí, en el lejano este, Legolas el Elfo despertaba con un terrible dolor de cabeza (una jaqueca, por supuesto) y se encontraba sin mantas que lo cubrieran (pues habían ido a parar al suelo con la 'movida' de la noche anterior) y con los pies asomándole por borde de la cama.

Se incorporó y sacudió la cabeza, intentando librarse del mal estar que le pesaba sobre los hombros. Abrió las cortinas dando la bienvenida al nuevo día; y como cada mañana saludó al sol, al viento y a los pájaros que madrugaban para cantar temprano.

"Aiya Sol, Fruto de Laureli,
que cada día me ofreces
un lindo y alegre amanecer.
¡Ya estoy deseando caminar bajo tu luz
y sentir tu calor rozarme la piel desnuda!"

"Aiya viento, que sopla del oeste
llevándome recuerdos en tu brisa.
¿Qué noticias me traes del oeste?
¿Se mueven las hojas de mi bosque
en tu no visible ser?"

"Aiya humildes pájaros,
que cada mañana me despertáis
con vuestro bello canto.
¡Que las hojas de vuestro árbol
de la vida nunca se marchiten!"

Entonces se abrió la puerta, y Legolas supo que no podía ser otro que su amigo Gimli.

"Buenos días, Legolas. ¿Has tenido un buen sueño?"

"Tan bueno que ni siquiera me acuerdo de cómo llegué a mi cama." - sonrió Legolas.

"¿Cómo te encuentras, amigo?"

"Creo que tengo resaca, si eso es posible...¿Qué pasó anoche?" - preguntó, no estando seguro de querer saber la respuesta.

"Bebiste unas cuantas jarras de más, y ya me ven arrastrando a un Elfo ebrio hasta su cama." - rió Gimli - "¿Te acuerdas de algo de lo que pasó?"

Legolas se sonrojó y tímidamente dijo "No estoy seguro, pero juraría que me puse a cantar la canción '¡Ho! ¡Ho! ¡Ho! A la botella acudo'."

"Sí, sobre la mesa."

"¡¿Sobre la mesa has dicho?!" - ahora no sólo las mejillas, sino todo el rostro de Legolas se sonrojó profundamente - "Ay, por los Valar, qué escandalo monté. ¿Llegué a cantar la última estrofa?"

"No, mi buen amigo, yo te detuve a tiempo." - dijo Gimli y echó una repentina carcajada - "Pero he de admitir que fue de lo más divertido verlo, y oirte decir cosas bonitas a todo el mundo sin vergüenza alguna. ¡Oh! y lo mejor de todo fue cuando empezaste a recitar poemas de amor a esa mujer Enano, Dana, la dama que se sentaba a nuestro lado en la mesa, ¿te acuerdas?"

"¡¿Qué hice que?!" - le interrumpió Legolas todo alarmado.

Gimli no pudo contener la risa al ver la cara de preocupación y espanto en Legolas. Entonces Legolas rió melodiosamente como el agua.

"¡Una broma muy ingeniosa, Gimli!" - dijo entre risas - "¡Por un momento te creí! Ahora hablemos en serio."

Gimli volvió a ponerse serio de repente. "Estoy hablando en serio."

Hubo un silencio. Legolas se inclinó hacia Gimli y la sinceridad que vio en sus ojos hizo que la sonrisa se borrara de su cara, para ser reemplazada por un expresión de ligero espanto. "¿No..No es broma?" - Gimli negó con la cabeza. Legolas se sonrojó por segunda ve en menos de cinco minutos y se encogió como a un niño que acaba de ser reñido por sus padres.

Una sonrisa se formó bajo el espeso mostacho de Gimli, antes de que estallara a carcajadas y diera un golpecito amistoso a Legolas en la espalda. "¡Calma, Legolas amigo, que es broma! " - dijo - "¡Increible! ¡Nunca pensé que lograría engañar el buen sentido común de un Elfo!" - rió.

"No le veo la gracia..." - dijo Legolas sentándose para intentar calmar su corazón mientras que su amigo Enano seguía riéndose de la gracia. Y no era de extrañar la reacción de Legolas, porque los Elfos son distintos a las demás razas en cuestiones de amor. Para ellos cada uno está destinado a una pareja, y cuando éstos se conocen ya nada puede separarlos. Incluso si uno de los dos no siente lo mismo, el otro seguirá amándole hasta el fin. Por eso los Elfos cuidan lo que dicen cuando hablan de amor. - "¿Hice algo más fuera de lo común? ¿A parte de lo de la canción?"

"Umm, a parte de eso, nada grave; sólo alguna que otra palabra bonita." - Prefirió no mencionar lo que ocurrió después de apartarlo del lado de Dofur, Hofur y Tebur. Gimli sonrió maliciosamente - ¡Ya estoy deseando contárselo todo a Aragorn! ¡Será un buen tema para reír cuando volvamos a vernos! ¡Los Hobbits no se lo podrán creer!" - rió.

"¡Ay no, Gimli! ¡Eso no tienes que contárselo a nadie! ¡Lo que pasó anoche que quede entre nosotros dos!"

Entonces llamaron a la puerta con tres golpes firmes pero suaves. Gimli dio permiso de entrar entre carcajadas. Tan pronto como asomó la barba blanca reconocieron a Glóin.

"Buenos días hijo, Legolas." - dijo, y los ancianos ojos grises brillaban con la luz del día - "Todo está listo para la partida. El caballo y el equipaje os están esperando afuera."

"Gracias, padre." - dijo Gimli. Legolas también dio las gracias. Glóin cerró la puerta despacio y se fue.

"¡Muy bien!" - dijo Gimli poniéndose en pie - "Cuanto antes partamos, antes llegaremos. ¡En marcha!"

Gimli se alejaba a grandes pasos y Legolas aceleró el paso para cogerle. "¡Espera que aun no he terminado contigo! ¡Hablaba en serio con eso de que no se lo cuentes a nadie!"

"Eso ya lo discutiremos por el camino." - rió el Enano.

Los dos amigos no se sorprendieron al ver todo el Pueblo Enano esperándoles a la salida. Todos se acercaron sonriendo (aunque con tristeza en los ojos) y de uno en uno estrecharon manos y se despidieron de los dos.

"Sentimos mucho lo que pasó anoche, Legolas..." - dijo Dofur, y detrás de él asintieron Hofur y Tebur. Legolas les sonrió y les dio un pequeño abrazo.

"No tiene importancia. La verdad es que fue divertido mientras duró." - les dijo.

Cinco Enanos ancianos se abrieron paso hasta Gimli. Eran Dwalin, Dori, Nori, Bifur y Bofur. "¡Espero que volvamos a vernos pronto!" - dijo Dwalin dando un fuerte abrazo a Gimli, pues eran muy buenos amigos. Legolas, por su sorpresa, también recibió un abrazo, no sólo de Dwalin, sino de todos los cinco. - "¡Cuida bien de nuestro Gimli!" - le dijeron.

"¿No os iréis sin despediros de mí, verdad?" - les llamó una vieja, grave y amistosa voz - "¡Gimli, Legolas! ¡Acercáos que yo no puedo levantarme!" - dijo Bombur. Bombur era ahora tan gordo que necesitaba la ayuda de seis jóvenes Enanos para trasladarse de la cama al asiento de la mesa. Estaba sentado sobre un sillón, entre la multitud. Gimli y Legolas abrazaron al enorme Enano. - "He engordado un poco desde que estuve en el Bosque Negro;" - rió - ";si tu padre volviera a encerrarme ahora seguro que me soltaría pronto, por no tener suficiente comida para alimentarme." - bromeó.

"¡Bueno!" - dijo Glóin - "Antes de que os marchéis, quisiera Legolas que aceptaras un regalo del pueblo. Teníamos muchas cosas que darte, pero no tenéis con qué transportarlas hasta tu hogar, así que te pedimos que escojas una cosa al menos, la que quieras. Armadura, espada, cota de malla... puedes elegir."

"Se lo agradezco, mi Señor, pero creo que con los regalos que me hicieron los niños ya tengo suficiente. Los guardaré en mi hogar con mucho celo, como recuerdo vuestro y de la montaña."

Glóin asintió. "En ese caso, acepta al menos ésto como signo de amistad con la familia de Dúrin." - y le dio un colgante de mithril donde podían verse los emblemas de Dúrin tallados en diamante blanco.

Legolas lo apretó contra su pecho, sintiendo la frescura del metal pulido en su mano. "Lo llevaré siempre conmigo." - dijo y se lo colgó por el cuello. Glóin sonrió y con un suspiro se volvió a Gimli y le tomó en sus brazos.

"Buen viaje, hijo mío. Mándame noticias tuyas tan pronto como puedas; cuando lleguéis al Bosque Negro, si es posible."

"Lo haré padre."

Legolas se inclinó sobre una rodilla para estar más a la altura de el viejo Enano y se dieron la mano. "Buen viaje a ti también, Legolas. Y ya sabes que siempre serás bien venido en Erebor. Vuelve cuando quieras y haznos una visita. ¡Adiós! y si por casualidad recibís alguna noticia de Bilbo, ¡hacédmelo saber! ¡Cuanto me gustaría volver a ver a ese viejo Hobbit!"

Gimli y Legolas compartieron una mirada. Había llegeado el momento de partir. Mas cuando Legolas estuvo a punto de recoger el equipaje del suelo, sintió que alguien le tiraba de la túnica marrón y verde. Eran las pequeñas Dwuna y Jidda. Le miraban con sus tiernos ojos llenos de lágrimas. Glorir y Dolir habían tomado a Gimli también, y Barin, y Fofur y todos los niños los rodeaban ahora.

"¡No te vayas, Legolas! ¡Gimli, no os marchéis!"

Gimli empezó a abrazarles y a secarles las lagrimitas. Legolas se sentó al suelo (pues los niños Enanos le llegan no mucho más arriba de la rodilla) y los niños se aferraron a él rodeándole con sus pequeños brazos. Se los sentaba en su lecho y les secaba las lágrimas con los pulgares, que ahora se deslizaban por sus mejillas sonrojadas, y luego les besaba cariñosamente el cabello. Legolas, apenado como estaba al ver tristes a unos niños tan tiernos que se habían convertido en sus nuevos amigos, les cantó una canción para que se calmaran, y por un momento consiguió que dejasen de llorar, pero pronto, cuando volvían a ponerse en marcha, los niños empezaron a llorar de nuevo.

Al final sus padres tuvieron que tomarlos y apartarlos para que pudieran irse. Llevaban poco equipaje, y se lo cargó Gimli, que montaría en la grupa de Arod, detrás de Legolas. Ayudó al Enano a subir y luego montó él ágilmente con un ligero salto. Acarició la crin blanca del caballo (que todo ese tiempo había estado a los cuidados de los Enanos mientras Legolas estuvo en cama enfermo.) y le susurró una palabras élficas. "Noro na bar, Arod, mellon nin."

El majestuosos corcel de Rohan relinchó y comenzó a trotar sendero abajo. Detrás de ellos la montaña se iba alejando, y haciendo más diminuta. Los Enanos se quedaron ahí, en pie, mirándoles hasta que los perdieron de vista en la distancia. Jidda fue la única niña que pudo hablar cuando los vió partir: "Namárie, an sí, mellyn nin."

Legolas detuvo a Arod a las orillas del Río Rápido, y tanto él como Gimli dieron una última mirada a la Montaña Solitaria antes de partir. No intercambiaron palabras, pero los dos echarían de menos a sus fuentes y canales, a sus calzadas de piedras de distintos colores, a las salas y calles subterráneas con arcos tallados como árboles, y las terrazas y torres que se alzan en sus faldas.

"Gimli."

"¿Sí?"

Legolas guardó silencio. Al final a Gimli le pareció que suspiraba, y habló. "Nada."

Gimli no le preguntó, porque le entendía perfectamente. Él tampoco tenía palabras para decir lo que sentía. Y no necesitaban decirlas, porque ambos ya sabían que sentían lo mismo, y eso les bastaba.

Siguiendo las corrientes del Celduin hasta Esgaroth en el Lago Largo, trotaron velozmente, y las patas de Arod parecían volar sobre la hierba, y su movimiento era suave y rápido como el viento.

Gimli y Legolas no se tomaron el viaje con prisas. Cuando cabalgaban, lo hacían tranquilamente, y otras veces andaban para estirar un poco las piernas. Se detenían a menudo, pues al Elfo le gustaba parase a observar el paisaje, o simplemente a escuchar el viento y los pájaros, como si pudiera entender de alguno forma su lenguaje.

Siguieron hablando de lo del tema de la borrachera de Legolas, por supuesto. Gimli seguía diciendo que se lo contaría todo a Aragorn, y por más que Legolas le amenazara su venganza de mil formas distintas, el Enano no cedió, sin el menor miedo (ni creencia) en las palabras de su amigo. Así que Legolas se rindió al fin. Con un poco de suerte, Gimli ya no se acordaría de lo ocurrido para cuando volvieran a ver al Rey Elessar.

Por más que Legolas ansiase volver a ver los árboles del Reino de los Bosques, la prisa no le apremiaba, porque el bello paisaje natural entre la montaña Solitaria y el Bosque Negro le reconfortaba el corazón (sobretodo después de haber pasado tres semanas y tres días encerrado en las cuevas de Erebor). No se acostaban ni tarde ni pronto a dormir, y por la mañana se levantaban cuando les apetecía: a veces cuando ni las primeras luces del amanecer habían aparecido en la distancia del este y a veces bien entrada la mañana, cuando la fuerte claridad de la Fruta de Laurelin les quemaba la cara y les molestaba en los ojos. Nunca se levantaban juntos, pues casi siempre lo primero que veía Gimli al abrir los ojos era la figura de Legolas, como una sombre frente al sol, que abría los brazos dando la bienvenida al día y cantando una sencilla canción. Pocas veces era el Enano el primero en despertarse y encontrarse al Elfo tumbado cara al cielo, con las suaves manos cruzadas sobre el pecho, los rayos de sol brillando en su tez blanca y su pelo dorado, y los ojos abiertos, pero perdidos en sueños élficos.

Extraños son los sueños de los Elfos, pues no son como los del resto de criaturas que habitan en la Tierra Media. Cuando los Elfos duermen, al contrario de las demás razas, pueden sentir, oír y ver todo a su alrededor a la vez que sueñan. Pueden soñar que caminan por prados verdes bajo una lluvia de colores en un cielo plateado, pero a la vez son conscientes de la realidad, y saben donde están, que hacen y que pasa a su alrededor. No es de sabios atacar a un Elfo precisamente mientras duerme, pues sería lo mismo que hacerlo cuando está despierto.

Incluso se dice que los Elfos pueden dormir de pie y andando, y Gimli lo había comprobado ya con Legolas. Cuando ellos dos y Aragorn estuvieron en la caza de Uruks-hai, Legolas así lo hizo a menudo, caminado con los ojos abiertos a la luz del mundo. Gimli al principio no lo sabía, y cuando le llamaba él no le respondía, entonces Aragorn le dijo que el Elfo estaba durmiendo, por más increíble que pareciera. Después de todo, "dormir", para un Elfo significa descansar la mente, apartarla de las penas y el cansancio hasta caer en un mundo extraño de quietud y sosiego.

Una noche pararon junto a las orillas del caudaloso Río Rápido (como muchas otras) y allí se sentaron en silencio, mirando la aguas oscuras, donde unas brillantes luciérnagas se paseaban en su superficie, parpadeando a sus ojos. Arod pastaba cerca, yendo a su aire, acariciando la hierba fresca y húmeda con su hocico gris, y relinchando alegremente a cada bocado de esa hierba verde.

Gimli sacó sus pipa y empezó a fumar e instintivamente Legolas se cubrió la nariz con la mano y se apartó. No le gustaba el olor a humo y, no odiaba, pero desagradaba tal hábito en los mortales. Gimli rió al ver la inmediata reacción de su amigo al olor.

"Deberías probarlo." - le dijo.

"Jamás." - contestó él - "¿Dónde se ha visto a un Elfo fumando?"

"Entonces tú podrías ser el primero." - le dijo - "Seguro que pronto le encontrarías el gusto."

"Prefiero tragar aire antes que humo. El humo marchita las flores, cubre la luz de la resplandeciente sol y desprende un olor desagradable."

"Pero fumar es algo entretenido; te relaja." - dijo Gimli soltando un anillo de humo por la fisura de los labios.

"Para relajarme prefiero una buena historia." - dijo Legolas. Entonces guardó silencio un momento, y luego se sentó otra vez junto a Gimli, ignorando el humo de la pipa. - "¡Cuéntame una historia Gimli!" - le dijo alegremente - "Yo también quiero relajarme ahora y una buena historia de Enanos sería perfecta."

Gimli apartó la pipa de sus labios, la apagó y la guardó. "¿Qué tipo de historia quieres que te cuente?" - le preguntó, acomodándose mejor en la tierra húmeda con las piernas cruzadas. - "¿Una de héroes, de dragones, o de grandes tesoros de los tiempos antiguos?"

"No." - dijo Legolas, y los ojos le brillaban con entusiasmo. - "Ya me has contado muchas de éstas, y de este modo parece que la visda de los Enanos sólo se centra en batallas y tesoros. Lo que yo quiero oír es una historia de amor. Estoy seguro que incluso los Enanos tenéis alguna."

Gimli le sonrió. Miró al cielo estrellado, las diminutas estrellas reflejándose en sus ojos de fuego, y pareció estar vacilando un momento. Luego se volvió a su amigo. "De acuerdo." - dijo - "Te contaré una historia de amor. Es una historia triste, sin embargo, y llena de desgracias. Es la primera que se me ha ocurrido ahora, pues me la cuentan desde que era muy pequeño, pero pensaré en una de más alegre para la próxima vez."

Gimli se aclaró la garganta, y Legolas se sentó frente a él con entusiasmo y prestándole toda su atención. Gimli comenzó a hablar. "¿Te fijaste en las viejas ruinas que hay tras Erebor? Tras ella, a sus pies, se encuentra una antigua construcción de los primeros Enanos que poblaron la montaña, mucho antes de la llegada del Dragón Smaug, me atrevería a decir que incluso antes de tu llegada al mundo. Dicen que es un viejo cementerio, aunque no se sabe con certeza. Es un edificio desgastado por los años, y sus paredes estás construidas con enormes rocas apiladas, que sólo varios Enanos fornidos podrían arrastrar. Pero en el techo, que aun se conserva intacto, falta una piedra; no es que hubiera caído o algo, sino que simplemente esa piedra que falta nunca estuvo ahí. Es algo extraño dejar un edificio sin acabar, sólo por una simple roca más."

"La historia que voy a contarte explica la falta de esa piedra y también la existencia de un antiguo pozo cerca de aquel lugar, escondido entre la maleza que ha crecido en los últimos cientos de años. Un pozo seco, y que por casualidad en el muy fondo se encuentra una de esas enormes rocas, de la misma edad que las que forman aquella construcción inacabada."

"Te diré que nadie ha afirmado que esta historia sea cierta. En verdad es una leyenda. Según dice, en los primeros años vivía aquí un pequeño pueblo Enano, no muy numeroso aun, que habitaban más en los lindes de la montaña en lugar de dentro de ella, porque las cuevas estaban por aquel entonces en construcción, y los Enanos aun no habían descubierto las riquezas de su interior, por lo que sus viviendas eran simplemente cuatro paredes y un techo de piedras sobre la tierra desnuda."

"En aquel pueblecito vivían dos hermanos. Eran gemelos, y los mayores de la familia. Por eso siempre competían entre ellos, para ver cual de los dos era el mejor y cual ocuparía el lugar de jefe de la familia cuando su padre marchara a las Estancias de Mandos."

"Resultó que allí vivía también una humilde mujer Enano, amiga desde la infancia de los gemelos. Siempre jugaban juntos cerca del río, y la niña les quería a los dos como sus propios hermanos. Pero llegó el día en que ella dejó de ser niña y se convirtió en mujer, al igual que los hermanos se hicieron hombres, y entonces los Enanos dejaron de mirarla como una amiga; la miraron como una bella dama que les había robado el corazón."

"Un día, uno de ellos se armó de valor, y se llevó a la mujer a las aguas claras del Río Rápido durante la noche, donde las luciérnagas revoloteaban luminosas sobre la superficie, como ahora. Allí le confesó su amor, pero ella no le dio la respuesta que esperaba. Dijo que necesitaba tiempo para pensarlo, y él, con una sonrisa, asintió, con la esperanza de que tras meditarlo su respuesta sería -sí-."

"Pero lo que la mujer no le dijo fue que su corazón estaba confuso, partido, pues ella amaba a los dos hermanos. Tras tres días de pensarlo, la mujer decidió compartir con él sus sentimientos, pues éste le había confesado su amor y el otro no, así que ¿para qué rehusar a éste y después lamentarlo cuando ninguno de los dos la quiera? Aquella misma noche se lo diría."

"Sin embargo, ése mismo día ocurrió algo que no esperaba: el otro hermano se presentó ante ella con un ramo de margaritas y le juró amor eterno. Aquello la confundió otra vez, pues volvía a tener el corazón partido en dos, y se echó a llorar. Cuando el Enano pudo consolarla con palabras cariñosas, la mujer le explicó la situación: le contó que su hermano también le había prometido amor eterno, y que ella no sabía a quien amar."

"Entonces hubo una gran enemistad entre los dos hermanos, y muchas disputas, tras las cuales al final llegaron a un acuerdo: competirían de nuevo, y el premio del ganador sería el amor de la mujer. Así decidieron que uno cavaría un pozo, y el otro construiría un edificio, solos y sin ayuda, y el que primero terminase el trabajo sería el ganador."

"Trabajaron días y días sin descanso, pues los dos ansiaban las caricias de aquella doncella. Una mañana, cuando acababa de salir el sol, el Enano que construía el edificio apareció sonriendo, pues arrastraba la última gran piedra de su obra: el amado premio estaba al alcance de su mano. De repente, la voz de su hermano gemelo se oyó por todo el pueblo, gritando con gran alegría -¡agua! ¡agua!-: el pozo estaba terminado; le había vencido en el último minuto."

"El Enano se dirigió al pozo de su hermano. Abajo, muy profundamente, la luz de una linterna mostraba al Enano ganador, riendo mientras tomaba y tiraba agua al aire con las manos. Cegado por la rabia y el odio, el otro lanzó su última piedra en el pozo, sepultando a su hermano ahí. Pero no le importó la muerte de él. Es más, se alegró enormemente de haberle matado, porque ahora la mujer sería para él."

"Al final las cosas no salieron bien, pues cuando ella se enteró de los sucedido se echó a llorar y le dijo a él que ya no le amaba; no podía amar a un asesino. Él no perdió la esperanza aun, y esperó a que la mujer se calmara y curara de la tragedia, y llegado el momento volvería a pedirle su amor. Pero ella no curó, y cada día la veía más triste, abrumada por la pena y el sentimiento de culpabilidad. A penas comía, y ella enfermó. Jamás volvió a mirarle a él a los ojos."

"Desvanecida ya toda esperanza, y abrumado por el dolor al ver a su amada en ese mal estado, el Enano escaló hasta la cumbre de Erebor y allí se quitó la vida, tirándose por un barranco. Tiempo después murió la doncella, enferma en la cama."

Gimli hizo una pausa y tomó aire. "Por eso a aquella antigua construcción le falta una piedra, y en el fondo de aquel pozo se encuentra una enorme roca, cubriendo, según la leyenda, el cuerpo de uno de lo hermanos."

Miró a Legolas. El Elfo parecía estar ahora perdido en pensamientos o recuerdos. Sus dedos jugueteaban con las pequeñas florecitas blancas, rojas y amarillas que se movían el la hierba como las olas del mar en la brisa de la noche. "Una historia triste." - dijo casi en susurros - "Mas me ha gustado. En verdad vi aquel edificio en ruinas, lo que no vi fue el pozo. Me hubiera gustado verlo."

Gimli le sonrió. "Lo verás. La próxima vez que vayamos juntos a la Montaña Solitaria, yo te lo mostraré."

Legolas se tumbó en la hierba, las florecitas rociadas con gotas de humedad acariciándole el pelo y la piel. Gimli no se movió, pero pronto habló. "Legolas, ¿es cierto eso que dicen?"

"¿Qué dicen?" - preguntó Legolas sin apartar la vista del cielo.

"Que los Elfos pueden morir de un corazón roto."

Legolas le miró entonces. Su amigo le miraba fijamente. "Es cierto." - dijo - "Los Elfos tenemos el poder para recuperarnos de nuestras heridas físicas, pero somos débiles en cuanto a heridas psíquicas. Un Elfo puede morir de tristeza por la trágica muerte de un familiar o un amigo, pero más a menudo muere por la pérdida de un amor. Nosotros sólo amamos una vez en la vida (la mayoría de veces, aunque ha habido excepciones); sin ése amor estamos solos, y la vida ya no tiene más sentido, se convierte en sufrimiento."

Legolas calló un momento, y volvió a hablar, titubeando. "Me dijeron que cuando mi... madre murió al darme a luz, mi Señor estuvo apunto de perecer por la pena. Un día, cuando aun era niño, me decidí a preguntarle como había hecho para sobrevivir, si tanto quería a mi madre."

"¿Qué te respondió?" - preguntó Gimli, curioso.

"Que hubiera muerto si no fuera porque tenía una razón para vivir: yo. No podía dejarme solo en el mundo. Tenía que cuidar de mí."

A Gimli le conmovió aquello, pero se perturbó al ver tristeza en los ojos azul grisáceos de su amigo Elfo. "Qué ocurre, Legolas?" - le preguntó con preocupación e inclinándose hacia él - "¿Te ha entristecido mi historia?" - Legolas no respondió. - "Lo siento. No debí haberte hecho esa pregunta. Por mi culpa han despertado en ti malos recuerdos. ¡Pero anímate! Mi madre también murió, hace mucho tiempo, y estoy convencido de que tanto la mía como la tuya gozan juntas de la nueva vida en las Estancias de Mandos."

Legolas quiso sonreír ante las palabras de consuelo de su amigo, pero no pudo hacer más que suspirar. "Gracias por tus palabras reconfortantes, amigo mio, pero no estaba pensando en mi madre, sino en mi padre." - una expresión de pesar se formó en su hermoso rostro élfico - "No se como explicarlo..Yo..Sé que mi Señor me quiere. Sin embargo, a veces siento que me odia. Por una parte me quiere, pero por otra me odia porque le arrebaté los más precioso de su vida. Como la doncella de la leyenda que seguía queriendo al Enano pero a la vez le odiaba por haber matado a su hermano, que también era una persona querida para ella."

"¡No digas eso!" - dijo Gimli - "¡Tu padre no te odia! ¡Ningún padre podría odiar a sus hijos! ¡Tú no tuviste culpa en la muerte de tu madre! No elegiste nacer."

Legolas se incorporó. Se encontró con los ojos de Gimli. El viento sopló fuerte. Sus cabellos se movieron y revolvieron. En seguida cesó, y la brisa nocturna volvía a ser suave. Las luciérnagas se habían arrastrado sigilosas hasta ellos, envolviéndoles en una lluvia de lucecitas blancas.

No dijeron nada, pero una sonrisa le dijo a Gimli que Legolas se lo estaba agradeciendo. Volvieron a tumbarse, con la mirada a las estrellas. La niebla les había estado cubriendo, pero aquella súbita ráfaga de viento apartó el velo de bruma y pudieron ver claramente sobre las crestas del mundo a la reluciente Espada del Cielo, Menelvagor, y su brillante cinturón. Aquella noche, Legolas le había abierto el corazón a Gimli por primera vez.

"¿En qué estás pensando?" - le preguntó Legolas tras un silencio, en el que sólo oían algún que otro relincho de Arod sobre el rumor de la hierba y las hojas moviéndose, el repico cantarín de los grillos acompañando al canto de las ranas del río y su relajante voz.

"En que lo mejor para los dos es que pasemos una vida de solteros..." - bromeó.

The Balrog of Altena: ¡Final del capi! Éste me ha salido larguito La historia que ha contado Gimli es una adaptación de una leyenda muy típica de mi pueblo. ¡Espero que os haya gustado!

Lothluin: ¡Aiya! ¿Así que en México lo llamáis un hidalgazo? Aquí, en Menorca, lo llamamos un "Gule gule"( jeje ¿qué mal suena, no?) Eso "del hidalgazo" me recuerda al caballero andante español "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha" jeje ¡Tenna rato!

Noki: Estic molt contenta de que t'hagi agradat lo de la borraxera d'en Legolas! jeje no sería bo que en la tercera película els hobbtis aconseguisin emborretxarlo a la festa de celebració de la destrucció de l'Anell Únic? Em fería un fart de riure! Fins un altre i, per cert, aquells dibuixos que em vas mostrar son genials! Has millorat desde la darrera vegada que vaig trobar uns dibuixos teus per l'internet.

Anariel: Gracias por leer mi fic y dejarme tu review a pesar de estar tan ocupada.

Arwen Black: ¡Yay! ¡Una nueva lectora! ¡Estoy muy contenta de que te guste mi fic! Y lo has adivinado: ¡Gimli y Legolas irán a la Comarca! Y de vuelta...¡a Gondor! ¡Muchas gracias por tu review!

CARMENCHU: Tienes razón CARMENCHU, Legolas está un poco gafe con los ríos jeje será mejor que no se acerque a ellos por un tiempo. ¿Te ha gustado en cap 6? va bien escribir un poco de humor de vez en cuando. ¡Oh! antes que se me olvide, ¿ya has oído que entrará con el DVD Edición Especial de Las Dos Torres? ¡¡Una estatuilla de Gollum!! (aunque eso sólo son rumores...)

VaniaHepskins: Aiya! ¿te ha gustado el cap? Díme que te ha parecido porfa, ¿crees que debería explicarme mejor en la historia que cuenta Gimli?

Namárië, an sí.

Noro na bar, Arod, mellon nin = Cabalga hacia casa, Arod, amigo mio. (Lengua Sindarin)

Namárie, an sí, mellyn nin = Adiós, por ahora, amigos mios. ("Namárie, an s" es de la lengua Kwenya; "mellyn (plural de "mellon") nin" es Sindarin.)

Para los Elfos y Medianos el sol es de género femenino.