Hojaverde y el Amigo de los Elfos.
Por The Balrog of Altena
Capítulo 10mo: Un visitante inesperado y bienvenido.
"Thranduil Oropherion e-mbar Lasgalen, Aran-en-Eryn Forodrem!" - anunció Galdor el concejal.
El Rey Elfo se sentó, y de inmediato todos los Elfos se sentaron en círculo alrededor de la hoguera, sobre cepos de árboles talados. Al la derecha del Rey Elfo se sentaba su hijo Legolas, y junto a él estaban Gimli, Elenshael y compañía (Silinde no había podido acudir porque tenía turno de vigilancia, ya que desde la súbita aparición del dragón se había duplicado.). Galion el mayordomo, le sirvió al Rey Thranduil una copa del mejor vino de Dorwin que guardaban en la bodega para que brindara con su hijo y con el hijo de Glóin.
Le gente comía, bebía y reía alborozada. Se pasaban cuencos de mano en mano y algunos tocaban el arpa mientras muchos cantaban, sus bellas voces llenando el aire con alegría y esplendor. Las cáscaras de la nueces crujían al romperse y la plata de las copas repicaban como campanas al brindar.
Pronto los cantos y parloteos cesaron, porque Legolas y Gimli estaban contando cuanto podían para saciar a sus oyentes sobre la importante misión que se les encomendó en el Concilio de Elrond. Hablaban de los Compañeros del Anillo, las muchas batallas, emboscadas o apuros que superaron, y finalmente sobre las tres guerras: La Batalla del Abismo de Helm, La Batalla de los Campos de Pelennor, y la Guerra de Morannon, y la llamo así porque tuvo lugar frente a las Puertas Negras de Mordor; fue una gran batalla, ésta, pues el número de enemigos ascendió a más de trescientos mil (entre orcos, trols y Hombres Salvajes y Sureños).
"Allí Maese Gimli y yo propusimos hacer un juego: queríamos saber cual de los dos lograba matar más orcos." - empezó a contar Legolas, hablando de la Batalla del Abismo de Helm. - "Maese Gimli me ganó por un tanto. Cuarenta y dos decapitó. ¡Nunca habréis visto un hacha en unas manos tan hábiles!"
Los oyentes comenzaron a decir palabras de aprobación y alabanza al Enano, que pronto incluso se sintió incómodo y se ruborizó. "Puede que sea hábil con las manos" - dijo - "Pero no tan hábil como Maese Legolas, pues yo salí herido de la batalla mientras que él no sufrió herida alguna."
"¿Y dónde te hirieron? ¿Era grave? ¿Qué pasó?" - preguntaban, nunca hartos de hacer preguntas y preguntas.
"Oh, el rasguño de un orco no es bastante para retener a un Enano..."
"¡Rasguño!" - exclamó Legolas - "A eso yo no lo llamaría rasguño. Fue gracias al almete que tu cabeza no se partió en dos." - y dicho esto se volvió a los Elfos del Bosque - "Pero Maese Gimli, aunque herido, aun mantenía la voz firme y sonora cuando nos reencontramos tras la batalla, y se negó por completo a que los dejasen atrás cuando partimos a Isengard. ¡Lo único que le tenía preocupado era su hacha mellada!" - rió.
Los Elfos se echaron a reír.
"Nos damos cuenta de que sabemos muy pocos acerca de los Enanos." - dijeron - "Estamos aprendiendo mucho hoy."
"Y tenemos mucho más por aprender;" - rió Legolas - "A mí, que hace dieciocho meses que le conozco, no deja de sorprenderme aun."
Thranduil y Elenshael escuchaban asombrados, muy sorprendidos por el cambio que se había producido en Legolas; porque cuando él regresó al Reino de los Bosques no dijo palabra sobre lo ocurrido durante su ausencia y no comió bocado en la fiesta que su padre preparó para él, mas ahora hablaba y hablaba con ganas, y reía junto a Gimli como en sus felices días de niño cuando jugaba con Elen en un cercano claro del bosque, y comía y bebía con deleite.
Los Elfos también sentían curiosidad por la "aparición" del nuevo Rey de Gondor, y ambos hablaron con entusiasmo de la Coronación del Rey Elessar y su boda con la Reina Arwen Undómiel, que tuvo lugar el Día de Año Medio. Cuando por fin hablaron de la carta que habían recibido de sus compañeros Hobbit donde se hablaba del destino del Mago Blanco, todos estaban boquiabiertos. El velo nocturno se había extendido sobre el crepúsculo azul hacía tiempo cuando Gimli y Legolas concluyeron su larga aventura con aquel último relato. Los Elfos habían quedado muy satisfechos con su increíble historia y los dejaron tranquilos sin más preguntas.
"¡Bilbo el Magnífico!" - suspiró el Rey Elfo - "¿Qué ultimas noticias suyas me traes, hijo mio? No has dicho más de él desde el Concilio de Elrond. ¿No se decía nada del Señor Bolsón en esa carta?"
Legolas negó con la cabeza. "Nada se decía. La última vez que le vi fue durante la despedida de Imladris a la Compañía. Se instaló permanentemente en la Casa de Elrond, me dijo. También me dijo que le hubiera gustado visitar otra vez el Bosque Negro y la Montaña Solitaria, pero decía que la edad se había hecho presa de él. En verdad le vi muy débil y anciano. Pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo. El poder del Anillo le provocó un daño incurable..." - concluyó con un susurro, casi más bien hablando para sí mismo.
Thranduil asintió, no muy contento por la noticia, y luego se volvió a Gimli, su hermoso rostro élfico mostrando una genuina sonrisa. "Y bien, Maese Gimli, ¿qué le han parecido las cuevas del Rey? Fueron construidas por artesanos e ingenieros Enanos, como bien sabrás, durante el reinado de mi padre, el Rey Oropher." - dijo solemnemente. Oropher había sido el primer Rey de los Elfos del Bosque. Fue un hombre justo, de gran poder y autoridad. Todos lamentaron la muerte del Rey, que falleció en los Campos de Cormallen en la Última Alianza, y aun más la lamentó su hijo Thranduil, que por aquel entonces era un joven Elfo de lo más parecido a Legolas: un príncipe sin preocupaciones reales (pues no era su destino hacerse Rey; no era necesario, pues el por aquel entonces Rey, era inmortal como todo Elfo, por lo que el trono le pertenecía para toda la eternidad). Thranduil era intrépido, soñador, un guerrero que luchó junto a su padre en la Guerra. Cuando su padre murió, él se vio obligado a tomar el trono del Rey Oropher y a convertirse en el Rey Thranduil. Fue duro para él (a veces incluso se preguntaba si era tan buen Rey como lo fue su padre, o si no le llegaba ni a la suela del zapato; incluso en éstos tiempos se lo sigue preguntando); y cuando Legolas creció y se convirtió en el vivo reflejo de su pasado, le miraba y deseaba que su hijo no tuviera que pasar por lo mismo que él; que siempre fuera, simplemente, el Príncipe Legolas.
"Así me enseñó mi Señor y Señora, su majestad."- respondió Gimli - "Muchas historias me contaron acerca de las cuevas del Rey Elfo, construidas por mis ancestros en los tiempos donde aún había cierta amistad entre Elfos y Enanos. Maese Legolas también me habló de ellas, del Gran Bosque y de sus costumbres en varias ocasiones. Pero ni aun así imaginé un Reino tan bello. Y el poder verlo con mis propios ojos... ha sido más de lo que esperaba. Incluso estos bosques (de los que sólo había oído historias no muy agradables) me han impresionado con su grandeza. Aquí, sentado a la luz de las lámparas colgadas las ramas, más bien parezco estar metido en un mágico sueño, no en la tenebrosa negrura del sombrío bosque que creí, ignorantemente, ser el Bosque Negro."
Aquella palabras agradaron y conmovieron en cierto modo al Rey Elfo, sobretodo por la sinceridad que había en ellas. "Me enorgullecen tus palabras, Gimli hijo de Glóin, de veras que me enorgullecen. Y espero que tu estancia aquí sea de tu agrado, y que vuelvas de vez en cuando, pues cuan más feliz hagas a mi hijo con tus visitas, tanto más me sentiré complacido."
Lo que en realidad quería decir Thranduil era que si su presencia hacía brotar una sonrisa de felicidad en el rostro de su hijo, él también se sentiría feliz.
Gimli se levantó torpemente y se inclinó en una reverencia hasta que su barba marrón-rojiza acarició el suelo. Legolas sonrió, pues su amigo se había ganado el respeto de su padre, tal como él esperaba. Entonces Legolas le habló a su padre sobre el encargo que les había pedido el Rey Elessar: A Gimli, que reconstruyera la Puerta de Minas Tirith y ayudara en la reconstrucción de la Ciudad (a demás el Rey Éomer de Rohan le había concebido el permiso para embellecer las Cavernas Centelleantes con los trabajos enanos); y a él le había permitido formar un pueblo de Elfos en Ithilien, hogar del Príncipe Faramir, donde podrían crear los jardines más bellos de la Tierra Media. Para el año que viene, Gimli y él partirían con parte de su pueblo hacia Gondor.
Thranduil se alegró enormemente de la noticia. Un pueblo para su gente en la bella Ithilien era más de lo que podrían pedir. Y su hijo, Legolas, sería su Señor. Realmente aquellas eran las mejores noticias que había tenido desde el regreso de su hijo.
"Ven conmigo, Gimli." - El Elfo y el Enano se habían escabullido de la cena en plena noche. Bueno, 'escabullirse' tal vez no sería la palabra correcta, pues Legolas le había pedido permiso educadamente a su padre para poder levantarse de la mesa (o en este caso del suelo). Nadie los había seguido, y los que los habían visto marchar se preguntaron a dónde llevaría su Príncipe al Enano, y todos lo adivinaron. Hacía un rato que caminaban por el bosque, totalemente oscuro en aquellas horas nocturnas, pero Legolas llevaba una lámpara de aceite en la mano.
"¿A dónde?" - le preguntó Gimli. Legolas se volvió a él con una mirada tranquila y no le respondió, sino que sonrió y de un salto se colgó en la rama de un árbol. Era un árbol muy alto, rodeado por arbustos parduscos y achapanados, y su pico sobresalía de la espesura del bosque por arriba. Legolas se dió impuso y se sentó sobre la rama.
"Sube." - dijo.
"¿Qué suba? ¿Yo? Los Enanos nunca se suben a los árboles."
"Me dijiste que Maese Gloin, Gandalf y compañía una vez se subieron a los árboles para escapar de los wargos."
"Eso era distinto; aquí no hay ningún wargo sediento de sangre enana." - dijo Gimli sarcásticamente.
"¡¿Te subes o no?!"
"Elfo loco.." - murmuró Gimli y resopló diéndose por vencido. Luego trató de hacer como Legolas y agarrarse de un salto a la rama más cercana, pero no lo consiguió. - "No puedo subir. Es demasiado alto."
Legolas le extendió una mano al instante. Con un suspiro, Gimli se la tomó y con la ayuda del Elfo subió a la primera rama. "Ya está." - dijo una vez se sentó junto a su amigo Elfo. Entonces le miró y Legolas pudo leer en sus ojos que le estaba diciendo: 'Y ahora, ¿para qué nos hemos subido?'
"Arriba." - dijo Legolas señalando la cumbre con el dedo como respondiendo a la pregunta que Gimli no había formulado sino con la mirada - "Tenemos que subir hasta arriba del todo." - Antes de que el Enano puciera protestar, él ya estaba escalando de rama en rama ágilmente. La lucecita parpadeante de la lámpara de aceite se esfumaba rápidamente hacia arriba.
"¡No tan rápido, Elfo loco! ¡Esperame!" - aulló.
Gimli comenzó a subir trabajosamente. Al fin y al cabo no era tan difícil, pensó, pues encontraba muchas ramas donde apoyar los pies y las manos, sinembargo muchas eran pequeñas ramas enmarañadas, y más de una vez se le metió alguna en el ojo. Pronto tenía las manos y la ropa sucias por un tinte color verde y la suciedad de la corteza vieja. El árbol crujía alborotadoramente y hojas oscuras y largas caían con las sacudidas provocadas por Gimli. En cambio, el Elfo era totalemtne silencioso ligero y no causaba ninguna sacudida. "¡Vaya, Gimli!" - oyó el Enano, casi como una voz lejana, aunque no podía ver al Elfo por ningún lado. Arriba estalló una risa. - "¿Qué forma de escalar un árbol es esa? ¡Espero que no haya centinelas nocturnos por aquí, o te confudirán con un orco y abrirán fuego!"
"¡¿Orco, yo?!" - se quejó Gimli, mas la voz se le quebró cuando uno de sus pies se deslizó con el moho y la rama donde una de sus manos se sujetaba se rompió con un crujido ensornecedor. Gimli comenzó a caer hacia bajo, y la cosa pudo haber terminado mal de no ser por Legolas, quien como quien dice salido de la nada tomó a Gimli de la manga del brazo.
"¡Ay-oh! ¡Te tengo!"
"Gracias." - dijo el Enano un poco aturdido, al volver a encontrase de nuevo sentado junto a Legolas. No se dio cuenta, pero el Elfo le acercó la luz buscando preocupado algún rasguño en el cuerpo del Enano.
"Esa caída habría dolido."
"No me digas." - respondió Gimli, volviendo al sarcasmo de siempre. Legolas le sonrió, contento porque su amigo ya se había recuperado del espanto y, mejor aun, no parecía herido.
"Sigamos. Esta vez no iré tan rápido; de este modo podré echarte un ojo por si vuelves a hacer alguna otra tontería. ¡Y ten cuidado de no pisarte la barba!" - rió.
"No necesito que un Elfo cuide de mí." - balbuceó Gimli como enojado, pero los dos sabían que no lo estaba.
Una vez llegaron a la copa del árbol asomaron la cabeza fuera del oscuro follaje. El aire era fresco y puro allá arriba. No solo en frente, sino a su alrededor, se hallaba un boscoso paisaje que no parecía tener fin; un mar verde oscuro, rizado aquí y allá por la suave brisa. Gimli se percató de un gran movimiento sobre las copas de los árboles en la negra noche, y no era el movimiento de las hojas con la brisa. Parecían hojas en movimiento, sí, pero se movían demasiado rápido (como un frenético aleteo) y no hacía ventisca aquel día.
"¿Qué es eso?" - preguntó.
"Mariposas." - respondió Legolas - "Colonizan los árboles para que den fruto en Narquelië."
Había cientos de ellas. Eran grandes mariposas de alas negras aterciopeladas, sin ninguna otra marca. Esa era la primera criatura viviente que encontraba Gimli en el Bosque Negro (excluyendo a los Elfos), pero pronto descubrió a las pequeñas arañas que también vivían en el techo de hojas.
"¿Y bien, Legolas?" - preguntó tras un corto silencio - "¿Qué hemos venido a hacer aquí arriba?"
"A hacer, nada." - respondió el Elfo con una sonrisa - "A ver, sí. ¡Hemos venido a ver las estrellas!" - dijo alegremente. Hizo un gesto para que Gimli contemplara el cielo. Las diminutas estrellas brillaban en el firmamento como gotitas de oro en el negro carbón, como cristales en la roca. Gimli nunca antes se había parado a mirarlas, pero ahora lo hacía, y le parecieron hermosas. Por fin comprendió algo más a los Elfos, pues entendió que éstos amaran a las estrellas, pues eran hermosas. Alto en oriente parpadeaba Remminath, la Red de Estrellas, y tras las nubes asomó el rojo Borgil, brilando como una joya de fuego. Luego un movimiento de aire descorrió el velo de bruma que había estado ocultando el Borgil y trepando sobre las crestas del mundo apareció la Espada del Cielo, Menelvagor, y su brilllante cinturón. Aquella noche, la Hoz resplandecía más que ninguna.
Gimli miró a Legolas, y vio que el Elfo las obserava con un brillo de adoración en los ojos azul grisáceos, y le parecieron bellos, casi como si tuviera dos estrellas en su cara en lugar de globos oculares. Entonces Legolas habló con voz soñadora, pero sin volverse a él. "Cuando los Quendi despertaron del sueño de Ilúvatar, en Kuiviénen, las Aguas del Despertar, nuestros ojos contemplaron antes que ninguna otra cosa las estrellas del cielo. Por tanto, hemos amado siempre las luz de las estrellas, y veneramos a Varda Elentárië por sobre todos los Valar."
Gimli asintió. Al igual que los Enanos veneran a Aulë (pues él les dió vida y les enseñó todo cuanto saben, en especial la forja de joyas y miles de cosas hermosas que extraen de la tierra, y también esa extraña lengua secreta que poseen y que no enseñan a nadie; ya sea porque és secreta y porque a los otros pueblos que han intentado enseñársela nunca la han aprendido, o no del todo, pues es muy complicada.), los Elfos veneran a Varda por darles las estrellas, Valakirka, la Hoz de los Dioses. A Varda la llaman Elbereth, y es costumbre para los Elfos alzarla en cantos cuando las estrellas aparecen.
"Por eso el Vala Oromë nos llamó Eldar, Pueblo de las Estrellas." - concluyó Legolas, y entonces alzó la voz y comenzó a cantar dulcemente, y en su hermosa melodía hablaba de afecto por Elbereth y las estrellas. Como si de una nana se tratara, Gimli comenzó a sentirse pequeño, relajado y a salvo como un bebé en los brazos de su madre. La canción terminó y la voz de Legolas se apagó, y en aquel silencio Gimli creyó estar cayendo dormido, mas tras ese silencio Legolas se volvió al Enano - "Qué te ha parecido mi gente, Gimli?" - La pregunta tomó al Enano por sorpresa, y por un momento no respondió - "¿Qué opinas de los Elfos del Gran Bosque Verde, ahora que los has visto?" - volvió a preguntar Legolas, pensando que Gimli no había estado escuchando cuando le preguntó.
"Creo," - dijo Gimli tras un corto intstante de recapacitar - ", creo que tu gente es distinta a los Elfos de Rivendel y a los de Lothlórien. Vosotros sois gente alegre, y amáis la risa y el canto tanto como a los Elfos de Rivedel, pero en vuestra alegría también se encuetra un aire de tristeza; lo dicen vuestros ojos, que no pueden sonreír como vuestros labios. Esa tristeza o nostalgia me recuerda a los Galadrim. Sin embargo, creo que la vuestra es más profunda."
"Es el ëar." - dijo Legolas casi en un susurro, su mirada perdida en la distancia - "Los Eglath nos parecemos a los Teleri Sindar, pero nos rezagamos en las últimas compañías que nunca atravesaron las Montañas Nubladas y fundamos pequeñs reinos a ambos lados de los Valles del Anduin. No obstante, nunca nos vimos completamente libres de cierta inquietud y del anhelo por el Mar, que de vez en cuando empuja a algunos de nosotros a abandonar el hogar. A cruzar el Gran Mar hacia Valinor."
"Legolas. Cuando tú escuchaste el canto de las gaviotas, ¿se cumplió la profecía de la Dama Galadriel?" - ésa era un pregunta que rondaba en la cabeza de Gimli desde aquel día abordo de los Corsarios de Umbar, surcando el río Anduin dirección a los Campos de Pelennor. Hasta ahora no se había atrevido a pregunárselo. Y tal vez no lo hubiera hecho si se lo hubiese pensado antes de hablar.
Legolas no respondió. Si hubiera respodido a la pregunta de Gimli, su repuesta habría sido -sí, la profecía se cumplió-, pero su corazón todavía se negaba a aceptarlo. Miedo le dieron aquellas palabras de la Dama de la Luz, mas no las escuchó; decidío no escucharlas, y entonces oyó el canto de la gaviota... Desde aquel momento supo que su corazón ya no estaría en paz.
~Si escuchas en la orilla la voz de la gaviota,
nunca más descansará tu corazón en el bosque~
"¿Legolas?" - volvió a hablar Gimli, sintiéndose un poco culpable por haber preguntado. Legolas respondió negando con la cabeza, sin decir palabra ni mirar al Enano. Con ese solo gesto Gimli supo que estaba mintiendo.
Entre los dos amigos se respiró un aire sombrío que no le gustó a Gimli, pues le recordaba al aire que se respiraba entre ellos dos al principio de la Comunidad del Anillo, cuando aun no eran amigos y entre ellos había cierta enemistad y rechazo a las miradas. Como ahora, que Legolas rechazaba mirarle. Lo peor era el silencio, que sofocó a Gimli, pues no era como los otros silencios que habían compartido, porque en ellos se había respirado amistad y amor; en cambio en este silencio se respiraba incomodidad, tal vez incluso dolor.
Al final, Gimli no pudo aguantarlo más, y lo único que se le ocurrió fue intenrar cambiar de tema. Pero tan pronto como habló encontró que no sabía que decir. "Legolas, dime, ¿qué..uh..." - Gimli comenzó a sentir que sus mejillas se sonrojaban cuando Legolas se olvió a él con ojos extrañados - ¿...qué...uh...quésonlosEglath?"
"¿Perdon?"
"¿Qué son los Eglath?" - una estúpida pregunta, pensó Gimli.
Legolas aun le miraba extrañado, pero entonces sus ojos centellearon, como si fuera a hechare a reír (y en verdad Legolas estaba aguantando la risa); y si lo hacía, el Enano estaba dispuesto a tirarse del árbol sólo para que el Elfo no viera su cara roja por la vergüenza.
"Existen muchos pueblos élficos, Gimli." - dijo Legolas, hablando con una naturalidad que relajó al Enano. - "Eglath, es el nombre que nos dimos nosotros mismos, los Elfos de Eryn Lasgalen, y significa 'Los Abandonados'. Se nos llama por muchos nombres: los Elfos Grises, los Sindar... A mi pueblo y al de los Galadrim también se nos conoce como Los Elfos del Bosque o Los Elfos de la Floresta. Los Sindar somos los Lemberi, los Que no se Fueron, los Amigos de Ossë, los Elfos del Crepúsculo, los Elfos de Plata, los Encantadores, los Guardias de Melian, el Linaje de Lúthien, el pueblo de Elwë."
"Los Lindar son otro pueblo élfico. Ellos son los Altos Elfos, los más hermosos de los Quendi, también conocidosa como los Elfos de Aman. Luego están los Noldor; son los Elfos Profundos, y amigos de Aulë, al igual que tu pueblo. Los Noldor son los Sabios. También están los Falmari, los Elfos del Mar; viven junto a las costas y aman el Mar, también llamados Elfos de la Flecha, los Elfos Azules, Constructores de Barcos, Pastores de Cisnes y Recolectores de Perlas; son el pueblo de Olwë. A ellos les gusta hacer música junto al rompiente de las olas."
"Están los Calaquendi, los Elfos de las Luz. Los Avari y los Úmanyar son llamados Moriquendi, los Elfos Oscuros, pues nunca comtemplaron la luz que había antes del Sol y la Luna. Ellos nunca cruzaron el Gran Mar."
Gimli comenzaba a arrepentirse de haber formulado aquella pregunta. Cuando se trata de hablar sobre Elfos, Legolas puede hablar y hablar como un Hobbit hablando de los placeres de la comida.
"Los Vanyar son los Elfos Benditos. También están los Elfos de la Lanza, los Elfos del Aire, los Elfos Sagrados y los Immortales. Los Elfos Dorados, los Elfos Valientes, los Elfos de la Espada y los Elfos de la Tierra eran los mayores enemigos de Melkor. Están los Nandor, es decir, 'Los que se volvieron', son los que se negaron a cruzar las Montañas Nubladas en su viaje al Oeste. También se los conoce como Laiquendi (los Elfos Verdes), los Caminantes, los Elfos del Hacha y el Pueblo Oculto. Los Nandor son los que tienen mayos conocimiento de las criaturas vivientes, de árboles y hierbas, y de aves y bestias."
"Y los Elfos que llegaron al fin a Ossiriand son los Elfos de los Siete Ríos, los Cantores Invisibles, los Que no Tienen Rey, los Desarmados, y el Pueblo Perdido, porque ya no están."
"¿Legolas?"
Su amigo Elfo parpadeó como despertando de un sueño. "¿Sí, amigo Gimli?"
"Cierra la boca; me estás dando dolor de cabeza."
Gimli y Legolas se miraron a los ojos seriamente por un momento, entonces juntos estallaron en risas y carcajadas. Rieron tanto que teminaron por sentir dolor en el estómago, cosquilleos en el pecho y lágrimas en los ojos. Gimli tuvo que agarrarse bien para no caerse del árbol con tanta risa. El sonido conjunto de la risa ronca del Enano y la risa dulce del Elfo era realmente hermoso, como una canción que hablara de amistad y felicidad. Cuando el Enano dejó de sentir cosquilleos y recuperó el aliento miró al Elfo, que aun reía pero con suavidad. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en el rostro de Gimli, contento por volver a ver a su amigo feliz. ¡Qué agradable era el sonido de la risa de Legolas, parecida a la de un niño! - Después de todo, ha valido la pena preguntar. - se dijo Gimli.
"Me he puesto un poco pesado, ¿no?" - rió Legolas apaciblemente con su mirada alta hacia las estrellas de nuevo.
"¿Sólo un poco?" - respondió él con una larga carcajada.
Una lluvia de estrellas cayó del velo oscuro del cielo. Diminutas estrellas fugaces surcaron el manto negro de la noche dejando un rastro brillante como una larga cola. Legolas y Gimli la observaron maravillados. Poco después se estiguieron las luces y el cielo nocturno rergresó a su estado natural, con el rojo Borgil, Menelvagor y Remminath.
Por fin se retiraron para ir a acostarse. Desde el claro del bosque llegaban las voces élficas, cantando (y cantarían hasta el amanecer).
Legolas no dijo nada, pero sabía con que intención había formulado Gimli aquella pregunta. Por eso los ojos le habían centelleado; no porque fuera a reírse del Enano, sino porque le emocionó el modo discreto en el que Gimli intentó ayudarle.
Gimli hijo de Glóin despertó temprano aquella mañana del quince de Mayo del año tres-mil-veinte de la Tercera Edad. El colchón de plumas sobre el que estaba tumbado era muy cómodo, y la almohada que lo cubría muy suave y cálida. Por eso habría pasado durmiendo al menos una hora más, si no fuera porque algo lo despertó.
Había estado soñando con un dragón. Un dragón rojo y enorme, de duras escamas, alas inmensas y cola mortal. En su sueño el dragón descendía al Bosque Negro y quemaba árboles y hogares por donde pasaba, a diestro y siniestro. Su aliento de fuego provocó un gran incendio. La gente corría desesperada y la bestia alada los perseguía hasta que, agotada, su presa no podía correr más. Entonces apareció Legolas, montado en el blanco Arod y con el arco en la mano. Tomó una flecha de su carcaj y la disparó al dragón, ¡pero falló!
El dragón se abalanzó sobre Legolas, quien cayó porque el caballo se encabritó, dejándolo tumbado en el suelo solo e indefenso. El dragón abrió sus fauces ardientes hacia el Elfo y... de repente, se alzó mantuviéndose sobre sus dos patas traseras, estiró las grandes alas majestuosamente y empezó a cantar frente a un sorprendido Legolas que seguía de una pieza. El dragón no cantaba con la malvada voz ronca y desafinada que debería tener, sino que de su garganta brotaban voces bellas y armoniosas; voces que parecían élficas. Era un canto hermoso, mas Gimli despertó sobresaltado, no por el terror hacia el dragón sino por la humorística visión de semejante bestia cantando frente a un aturdido Príncipe Elfo.
Aun después de haberse frotado los ojos la melodía seguía en su cabeza, tan clara como si fuera real. Fue cuando se percató de que, en verdad, era real. No, el dragón había sido tan sólo un mal sueño, pero el canto lo estaba oyendo de verdad.
Se levantó, medio encantado por las hermosas voces y medio enfadado porque lo habían despertado del sueño (olvidándose de que había sido mejor despertar en lugar de seguir durmiendo y ver en pesadillas a su amigo Legolas ser devorado por un dragón.). Cuando miró a fuera por la ventana vio a un grupo de Elfos borrachos paseándose con su botella de vino en la mano, algunos riendo alborozados y otros cantando mientras alzaban su botella de tinto y dándose un trago en cada pausa.
Gimli suspiró sacudiendo la cabeza suavemente en negación y, como había sido desvelado, decidió vestirse y salir a tomar el aire. No había hecho más que salir del dormitorio cuando encontró a Legolas sonriéndole y saludándole con la mano desde la esquina del pasillo que daba a la derecha, hacia los aposentos del Rey, el Príncipe y sus súbditos. Legolas se acercó a él con un paso alegre y tomádole de la mano se lo llevó a tomar el desayuno, solamente para ellos dos, en su habitación, donde podrían tranquilamente escribir una carta de respuesta a sus cuatro compañeros Hobbit (los dos decidieron no mencionar la palabra -dragón- en la carta) y discutieron un poco sobre asuntos de dragones tras el cual Legolas le pidió a Gimli que se uniera al Rey, los consejeros y a él en la reunión que iba a tener lugar aquella mañana, donde se decidiría que hacer al respecto. Legolas estaba convencido de que necesitaban la opinión y los consejos de Gimli, pues él sabía más sobre dragones. Todos los Enanos saben más, pues para ellos estas bestias pertenecen a sus peores pesadillas.
Gimli aceptó, sin duda alguna, y acababa de dar su afirmación cuando la clara nota de un cuerno se elevó resonando por los pasillos del Rey.
"¿Qué es eso?"
"Es el cuerno que anuncia las visitas." - dijo Legolas, y levantándose de la mesa salió de la habitación, seguido por Gimli. - "Me preguntó quien será. No recibimos visitas muy a menudo. Y a demás tan pronto después de la caída del Sin Nombre, Sauron..." - y el nombre lo pronunció en un susurro, como si le dieron temor incluso oírlo de su propia boca - "...Tengo la extraña sensación de que, quien venga, ya le habremos visto antes. Los dos."
Diciendo esto ya habían salido de la Cueva del Rey Elfo y se asomaron a fuera, hacia el sendero, donde se acercaba un ruido de cascos, al principio a penas un estremecimiento del suelo que aumentó y se aclaró hasta que fue un golpeteo rápido. Allí apareció un caballo grande. Su piel blanca brillaba como la plata, las crines le flotaban en el viento. El jinete que lo montaba era un anciano. Llevaba un sombrero azul y puntiagudo que le ensombrecía las facciones excepto la punta de la nariz y la larga barba grisácea. Estaba envuelto en un manto gris, pero por debajo de las mangas sobresalían sus ropas blancas. Tras el jinete dos Elfos montados a caballo lo escoltaban.
"Mithrandir!" - exclamó Legolas y ambos salieron al encuentro del Mago.
Aquel caballo era Sombragrís, por supuesto, el jefe de los Mearas, señores de los caballos. El corcel aminoró el paso y relinchó con fuerza, alzando su orgullosa cabeza.
"¡Gandalf!" - llamaron Gimli y Legolas al mismo tiempo. El viejo Istari bajó del lomo del caballo y los miró desde abajo de las cejas largas y espesas, más sobresalientes que el la del sombrero que le ensombrecía la cara. Los ojos le chispearon bajo las cejas erizadas.
Gandalf soltó una risa larga y apacible. "¡Vaya, vaya! ¿Quién lo hiba a decir? ¡Gimli el Enano en el Gran Bosque Verde! Aunque en realidad no me extraño, después de todo. ¡Feliz encuentro, amigos míos!" - dijo con voz dulce. Se quitó el sombrero picudo y sus cabellos eran blancos como la nieve al sol; bajo las cejas espesas le brillaban los ojos, penetrantes como los rayos del sol. Aquel era Gandalf el Blanco, quien una vez fue Gandalf el Gris, el que contaba en las reuniones aquellas historias maravillosas de dragones y trasgos y gigantes y rescates de princesas y la inesperada fortuna de los hijos de la madre viuda. Aquel que hacía estallar sus maravillosos fuegos artificiales que se extendían hasta el crepúsculo en una lluvia de flores doradas. Aquel, responsable de que tantos jóvenes apacibles partiesen en busca de locas aventuras. Aquel quien fue su guía en la Comunidad del Anillo. Aquel que cayó en la oscuridad y volvió en los albores de la tempestad. Aquel era Gandalf, tal como lo vieron la última vez cuando la Compañía se disolvió junto al Bosque de Fangorn.
"¡Gandalf, feliz encuentro, en verdad!" - dijo Legolas felizmente.
"¿Pero cómo tú aquí, Gandalf? ¡Mas llegas en un buen momento! Siempre llegas donde más te necesitan y menos te esperan. ¿O no es casualidad que estés aquí y sabes del problema que tenemos entre manos."
"Sé de vuestro problema, pues estaba en Rhosgobel visitando a mi primo Radagast, pues debía discutir unos asuntos de gran importancia con él, cuando nos llegó el mensaje de los Elfos, avisándonos del peligro de un dragón en las cercanías. Decidí venir cuanto antes se me permitió.
"¡Y eres bienvenido! Tu llegada me alivia el corazón." - dijo Gimli. Legolas sólo sonreía.
Así fue como Gandalf se uniría a la reunión de aquella mañana y daría esperanzas a los Elfos. Poco después de aquel encuentro entre los tres amigos, Legolas le haría una pregunta a Gandalf en los establos (pues el Mago se encargó de llevar a Sombragris, porque aunque los Elfos son buenos con los caballos, Sombragrís no se dejaría llevar por otro que no fuera su dueño.); no queriendo parecer entrometido, Legolas le preguntaría por los asuntos que Gandafl fue a discutir con Radagast. El Mago le respondería esto:
"Esos asuntos sólo conciernen a los Portadores, mi querido Elfo."
Legolas no preguntaría más. Deduciendo que se trataba de Frodo y Sam, no sospechó que estaba un poco lejos de la verdad.
The Balrog of Altena: ¡¡Ya llevo 10 capítulos!! ^_^ Al final me he alargado y el dragón no aparecerá hasta el próximo cap. El capítulo 11 tal vez sea un poco violento, pero no llegará a 'R', sólo a 'PG-13', creo. Ya sé que he tardado mucho en escribir pero es que estos días no me siento inspirada... y este cap a salido algo soso, ¿no? ¡Ya me gustaría a mí poder escribir dos capítulos por semana!
En el capítulo 9 he cambiado los nombres de los Elfos. en realidad les he añadido un 'nombre materno', es decir, nombres que tienen que ver con la forma de ser o con acontecimientos futuros en la vida de quien lleva ése nombre. A Dambeth le he añadido un apodo.
~ VaniaHepskins: Aiya! Espero que este cap te haya gustado. Tengo ganas de darte algo de información sobre Sirion, jeje, mira, el Elfo en realidad sólo está resentido con Thranduil; ¿pero te imaginas cómo sería el tormento de un padre por la muerte de su hijo? Sirion sabe lo que se siente, y quiere que Thranduil también lo sepa. MUAJAJAJAJAJA!!! Tengo la lengua demasiado larga...¡No diré más!
~ Nienna: Aiya! ¡qué contenta estoy de saber que te gusta mi historia! Muchas gracias por tu review. Déjame alguno de vez en cuando y te estaré muy agradecida.
~ GrisseyKey: ¡Menudo pedazo de review! Me has hecho sentir muy halagada ^_^ Yo adoro a Gimli y a Legolas. Los Elfos son encantadores y los Enanos son geniales; leí sobre ellos en los libros de La Historia de la Tierra Media y me encantan. Para mí los Enanos, su forma de vivir, su forma de ser, son muy interesantes y misteriosos; los adoré cuando leí El Hobbit.
¿Te llegaron los dibujos de Elenshael? Te los mandé por e-mail, pero a veces mi correo no funciona adecuadamente y no se me envían los mensajes. Si no te llegaron, probaré de volver a mandártelos. Hasta otra, mellon nin.
~ Milyarie Thrilmaviel: Me alegro de que te gustara el cap 9, y espero que éste no te haya gustado menos. Perdon por tardar tanto, es que últimamente no me siento inspirada para escribir y en este cap se ha notado mucho: mientras que en algunas partes es una porquería, otras están bien escritas (los pocos momentos en los que tuve inspiración) ^_^
Namárië, an sí.
* Thranduil Oropherion e-mbar Lasgalen, Aran-en-Eryn Forodrem! = Thranduil hijo de Oropher de la Casa de Lasgalen, Rey del Bosque del Norte! (en Sindarin)
* Aulë = Un Vala, uno de los Aratar, el herrero y maestro de artesanía, marido de Yavanna. Domina todas las sustancias de que Arda está hecha. Aulë era quien más se parecí a Melkor en poderes y pensamiento, por lo que Melkor estaba celoso y no dejaba de estropear o deshacer las obras de Aulë. Aulë fue quien dió vida a los Enanos.
* Arda = El Reino (nombre de la Tierra como Reino de Manwë.)
* Narquelië = Segundo otoño, es decir, octubre. (En Qwenya)
* Quendi = Los que hablan con voces. (Nombre élfico original con que se designaba a todos los Elfos -aun a los Avari-)
* Varda Elentárië = "La Exaltada", "La Elevada"; también llamada la Dama de las Estrellas. La más grande de la Valier, esposa de Manwë; vivía con él en Taniquetil. Otros nombres de Varda en cuanto hacedora de las estrellas eran "Elbereth", "Elentári", "Tintallë".
* Ëar = Mar (en Qwenya)
* Eldar = El pueblo de las estrellas. (Nombre que les dió Oromë a los Quendi.)
* Gandalf = En las Tierras Imperecederas Gandalf fue el espíritu Maia Olórin, quien vivía en los campos de Lórien y a veces visitaba a Nienna la Compasiva. Cerca del año 1000 de la Tercera Edad, fue elegido uno de los Istari que fueron enviados a la Tierra Media. Llegó junto a su primo Radagast, aunque Saruman llegó a la Tierra Media mucho tiempo antes que ellos. Le llamaron Gandafl el Gris en el Este, Mithrandir o "Peregrino Gris" para los Elfos, Tharkûn para los Enanos, y Incánus para los Haradrim.
Portador del anillo de fuego, Narya, el qual se lo dió Círdan. Gandalf halló su espada Glamdring en el año 2941, durante su aventura a la Montaña Solitaria con Bilbo y los Enanos. En el año 3021, navegó por el Mar con el resto de Portadores de los Anillos: Frodo, Bilbo, Elrond y Galadriel.
Namárië, an sí.
