Hojaverde y el Amigo de los Elfos.
Por The Balrog of Altena
Capítulo 14to: Telcontar y Undómiel.
"Te lo digo en serio, Gimli. ¡Te han salido canas! Y además has ganado unos kilitos..." - añadió en voz baja.
Gimli el Enano miró a Legolas con el ceño fruncido y gruñó.
"Bueno, ¿y qué?" - dijo, lanzándole una mirada retorcida - "Al fin y al cabo tengo... noventa-y-cinco años." - carraspeó.
"Creía que tenías ciento-cuarenta-y-uno."
Gimli pretendió hacer que no le escuchaba. Alzó la mano y señaló con el dedo - "¡Mira! ¡Ya hemos llegado!"
Frente a ellos, allí donde terminaban las Montañas Blancas de Nimrais, se podía ver la mole oscura del Monte Mindolluin, las profundas sombras bermejas de las altas gargantas, y la elevada cara de la montaña, blanca a la creciente luz del día. Allí, en un espolón, estaba la Ciudad de los Reyes, con siete muros de piedra, tan antiguos y poderosos que mas que obra de hombres parecían tallados por gigantes en la osamenta misma de la montaña. El sol trepaba por encima de las sombras y un rayo bañaba la cara de la Ciudad, y resplandecía en un blanco que la aurora arrebolaba apenas. La Torre de Ecthelion se alzaba en el interior del muro más alto; resplandecía contra el cielo como perlas en el mar, rutilante, esbelta, armoniosa y brillante como una aguja de nácar y plata. Sus pendones ondeaban con la brisa temprana. El pináculo centelleaba como una joya de cristal tallado.
"¡Minas Tirith! ¡La Ciudad de los Reyes!" - clamaron Elfos y Enanos, contemplando maravillados la esplendida fortaleza.
Unas banderas blancas aparecieron de pronto en las almenas y flamearon en la brisa matutina y se oyó, lejano, el claro y vibrante sonido de las trompetas de plata, anunciando su llegada.
La compañía bordeó el campo de batalla del Pelennor y tanto Gimli como Legolas sintieron un ligero escalofrío al recordar la cruenta batalla que se llevó a cabo ahí, más de un año atrás. En ella se perdieron muchas vidas, entre ellas las del Rey Théoden de Rohan y del Dúnadan Halbarad, primo de Aragorn. También fue donde por poco le dieron muerte a Faramir, y donde Éowyn, la Dama Blanca de Rohan, dió muerte al Rey Brujo de Angmar con la ayuda del Hobbit Merry. Aquí, en Pelennor, fue donde Aragorn y ellos dos llegaron con los Corsarios de Umbar, trayendo consigo el temido Ejército de los Muertos. Aun recordaban el monótono sonido de los tambores de los grandes Trolls y los gritos de guerra y terror, mezclados con los de lujuria del enemigo. Aun podían sentir el temblor bajo sus pies cuando recordaron a los Mûmakil, que con sus pasos hicieron temblar la tierra. Recordaban el desagradable hedor a fuego, sangre y miedo que les inundó los pulmones.
Aspiraron fuerte, pero no hallaron en el aire ninguno de esos olores, sino el fresco aroma del campo húmedo en una hermosa mañana de Septiembre, el sol amaneciendo con los últimos rayos veraniegos del año. Los Campos del Pelennor ya no estaban cubiertos con los incontables de cádaveres, sino cubiertos por cientos de dientes de león, que se movían suavemente como olas en el mar. Una pequeña ráfaga sopló del Este y los pétalos blancos se alzaron para luego caer sobre los viajeros como diminutos copos de nieve.
Habían llegado a los pies de La Ciudad Blanca el Día de Cormarë, veintidós de Septiembre, tal como habían previsto. Donde antes se alzaba la Gran Puerta ahora no había nada (pues, como bien recordaréis, había sido destruida durante la guerra, y ese era uno de los motivos por los que los Enanos habían ido a Minas Tirith), y podía verse el primer patio interior, donde miles de hombres, mujeres y niños les esperaban para darles una calurosa bienvenida.
Las tropas de los Elfos fueron las primeras en entrar, seguidas de las de los Enanos, pero en el frente marchaban Gimli y Legolas, los futuros Señores de las Cavernas Centelleantes y de los Elfos de Ithilien. Las trompetas de plata aun cantaban con un claro repique de bienvenida. Los hombres, mujeres y niños sonreían al verles y se inclinaban en una reverencia. Muchos reconocieron al Enano y al Elfo que marchaban al frente: los inseparables miembros de la Comunidad del Anillo; eran un par de lo más peculiar, por ser Enano y Elfo, y por eso algunos se divertían viéndolos unidos. Un año atrás, cuando Gimli y Legolas entraron juntos por primera vez en Minas Tirith, la gente que los había visto pasar había contemplado maravillado a esos dos extraños compañeros: porque Legolas era de una belleza más que humana, y mientras caminaba en la mañana entonaba con voz clara una canción élfica; Gimli en cambio marchaba junto al Elfo con un andar reposado, y se acariciaba la barba, y miraba todo alrededor. Algunos niños que les habían reconocido empezaron a dar voces a sus padres, entusiasmados, mientras que éstos les hacían callar y les decían era descortés señalar a alguien con el dedo.
Soldados Gondorianos vestidos con brillante armadura de acero plateada les esperaban en el centro del patio. Informaron a los recién llegados, y les dijeron que su majestad el Rey Elessar les recibiría en el gran Patio de Piedra, lugar del Árbol Blanco. Ahora bien, antes los instalarían y alzarían sus campamentos en los patios inferiores de la fortaleza, con la ayuda de los soldados de Gondor y algunas gentes del pueblo que amablemente se habían ofrecido voluntarias. Así fue como en pocas horas todos los patios de los primeros cuatro muros estaban cubiertos por cientos de tiendas de campaña: aproximadamente, habían llegado unos cinco mil Enanos y ocho mil Elfos, por lo que no había suficientes casas disponibles para ellos, y del único espacio del que disponían eran los patios de la Ciudadela. Pero en los días de frío serían bien acogidos por familias en sus hogares, donde les darían techo y una hoguera.
Ahora bien, a Gimli hijo de Glóin y Legolas hijo de Thranduil les prestaron una bonita casa en la Ciudadela: la misma casa en la que los Compañeros del Anillo habían vivido con Gandalf después de la guerra. En esa casa habían pasado unos tiempos muy felices, los siete juntos, yendo y viniendo a su antojo, sentándose por las noches junto a la hoguera a contarse historias antes de echarse a dormir, comiendo y riendo todo el día, sin pensar más en la guerra ni el futuro. Fueron días felices, e incluso Frodo pareció olvidar el sufrimiento por el que había pasado. Pero Legolas no estuvo muy amenudo con ellos: se sentó la mayor parte del tiempo en los muros, mirando hacia el sur, en dirección al mar, hasta que Gimli (o uno de los Hobbits, a veces incluso Gandalf) se lo llevaba, casi arrastras, con los demás.
Glóin, quien había venido con los Enanos, ansioso por ver la Ciudad de los Reyes y, sobretodo, las Cuevas Centellenates de Rohan, y Elenshael, quien se había despedido de sus padres para irse a vivir a Ithilien, también se instalaron en esa casa.
Los cuatro se sintieron muy a gusto en su nuevo hogar. Era una bonita casa de paredes blancas, suelos tapizados, cortinas de seda y muebles de leña marrón claro con ornamentos de hojas de lebethronpintadas con pálida policromía. Tenía un comedor enorme, con una gran mesa redonda en el centro (en la cual tiempo atrás se sentaron los siete compañeros a comer juntos), donde había un jarrón con flores silvestres. De dormitorios había de sobra, mas no les costó decidirse por una; Glóin tomó la más espaciosa (y también lujosa), por supuesto, que había pertenecido a Gandalf en sus tiempos; Gimli no era menos comodón que su padre, y tomó la que había pertenecido a Frodo Bolsón (otra espaciosa y lujosa habitación.); Legolas tomó la misma de la última vez: un bonito dormitorio con tres ventanas que daban a los hermosos jardines traseros, por lo que la habitación estaba muy bien iluminada, tal a su gusto; por último Elenshael tomó la de Samsagaz, al lado de donde ahora se instalaba Gimli, blanca y luminosa, con una ventana que daba al jardín interior y otra al lado opuesto, que daba a las calles de Minas Tirith. Había una cocina digna de maravillosos cocineros (donde Sam disfrutó con su trabajo), aunque tenían el presentimiento que no necesitarían cocinar nada para ellos mismos durante su nueva estancia en Minas Tirith. Pero la parte que más gustaba a los Elfos de aquella casa era el baño (tapizado de mármol y con una gran bañera donde uno podía tumbarse y aun sobraría espacio para estirar los brazos) y el jardín (privado, por lo que se podía pasear en él y ponerse a pensar durante horas sin temer que algún ciudadano viniese y estorbara; lleno de alegrías y no-me-olvides, de abetos, bellos lebethronde madera negra y diminutas hojas verdes pálidas y blancas, y un bebedero de pájaros blanco en el centro, en el que siempre había algún que otro pajarito revolviéndose y cantando.)
Tras deshacer el equipaje (o al menos la parte imprescindible de él) Gimli y Legolas acostaron a Glóin, que ya era viejo y el viaje le había dejado exhausto. El Enano al principio se quejó, diciendo que aun tenía las piernas fuertes y que no necesitaba ayuda para subir las escaleras e ir a acostarse, pero tan pronto como le tumbaron en la cama comenzó a roncar, profundamente dormido. Legolas y Gimli salieron de puntillas meneando la cabeza y riendo suavemente.
La bañera estaba llena de agua caliente cuando llegaron, y Elenshael fue la primera en darse un baño. Mientras tanto, Gimli descalzó sus grandes botas que de tanto caminar comenzaban a dañarle los dedos de los pies y se tumbó en la cama, y al cabo de un rato estaba roncando como su padre. Legolas le miró con una sonrisa y sin hacer ruido dejó a su amigo solo para que reposara tranquilo y se marchó al jardín privado.
Por aquel entonces las primeras flores extendían sus pétalos al sol de la mañana. Las árboles lebethron susurraban con la brisa matutina y un diminuto alcedo, o azulito como lo llaman algunos, se estaba bañando en el bebedero de marfil (hecho, por cierto, con los mismos cuernos de los olifantes muertos en la guerra) chapoteando felizmente, cuyo sonido era más hermoso y alegre que la risa de un niño.
Legolas contemplaba maravillado al pajarito, porque en la Floresta del Norte no se contemplan pájaros de tan bello color azul claro; en la tierra de Legolas la mayoría de animales eran de pelaje o plumas negras. Cuando el alcedo alzó al vuelo con un pio-pio que mostraba su contento por el baño, Legolas rió, pues era muy bonito su vuelo entre los árboles porque su color armonizaba con el verde predominante del jardín.
Justo entonces llamaron a la puerta -clinc clinc- sonó la campanita. Legolas suspiró y se apresuró a ir a ver quien llamaba antes de que quien-fuera despertara a su amigo y al anciano Enano con sus toques de campana.
Resultó ser un muchacho (Legolas no podía asegurarlo, pues estas cosas son difíciles para un inmortal, pero le pareció que debía tener no más de veinte años de edad, y sólo lo dedujo por sus facciones joviales), pálido de cara, rizos negros que le acariciaban los hombros y, en verdad, delgaducho. Vestía la indumentaria de la corte, por lo que podía tratarse de un Guardián de la Ciudadela, aunque Legolas dudaba que llevara ese cargo tan alto. Pero el Elfo no necesitó preguntar porque el muchacho se inclinó agachando la cabeza con las manos en el pecho, saludando a la usanza de Gondor, y habló.
"Mis más sinceras disculpas por estorbar su descanso, mi Señor. Soy Damras hijo de Damrod, Heraldo de su Majestad el Rey Elessar Telcontar. Traigo un mensaje de su Majestad; el Rey les espera a usted, Señor Legolas Thranduilion y al Señor Gimli, hijo de Glóin, en los jardines del manantial, cuando se encuentren disponibles. ¿Quisiera usted que les escoltara hasta su Majestad?"
"Se lo agradezco, Damras hijo de Damrod, pero no es necesario que nos escolte; conocemos el camino."
"Como usted desee, mi Señor." El muchacho se despidió inclinándose otra vez y se alejó con paso decidido hacia la Torre de Ecthelion.
Elenshael ya había salido del baño y se había puesto ropa ligera y aun no se había arreglado el pelo anaranjado, que húmedo le mojaba los hombros. - "¿Quieres que despierte a Gimli?" - le preguntó a Legolas, pues había escuchado la conversación con Damras.
"No te molestes, ya lo haré yo." - respondió él con una sonrisa, recordando lo difícil y "peligroso" que puede ser despertar su amigo Enano.
Menos mal que fue Legolas quien despertó Gimli y no ella: Gimli estaba tan profundamente dormido que, como bien sabía Legolas, no bastaba dándole toquecitos en el hombro para despertarlo.
Legolas se plantó delante de la cama. Gimli roncaba y con cada resoplido su enorme barriga se movía arriba y abajo. Parecía estar muy cómodo, con los brazos y piernas bien estiradas, ocupando todo el colchón de plumas (que era del tamaño adecuado para un Hombre alto, no un Enano). El Elfo le miró durante unos segundos, pensando cual sería la mejor forma para despertarle, de todas las que había aprendido desde que se hicieron amigos en el Bosque de Oro. No quiso gritarle, porque no quería despertar a Glóin, así que optó por saltar encima de su cama y sacudirle, aun sabiendo las consecuencias de ese acto.
Legolas tragó aire y saltó y sacudió violentamente al Enano dormido. De repente, una mano fuerte le agarró el brazo y el Elfo sintió el frío de la afilada hoja del hacha arrojadiza de Gimli en su cuello.
"¡Ay, Elvellon, cuidado! ¡Que me vas a degollar!"
"¿Legolas?" - dijo Gimli, perplejo y aun algo adormecido. Percatándose por primera vez que tenía el filo del hacha en la yugular de su amigo, retiró el arma rápidamente y le soltó el brazo; lo había agarrado con tanta fuerza que hasta le había marcado los dedos nudosos en la suave piel. - "¿Pero se puede saber que haces, Elfo loco? ¡Podría haberte matado!"
Legolas no estaba tan trastornado como estaríais vosotros en su lugar, porque él sabía por experiencia que algo como ésto iba a ocurrir. Era la primera vez que sentía el filo del hacha de Gimli, pero una vez, tratando de despertarle tras una borrachera que el Enano tomó en uno de sus muchos encuentros en la Ciudad del Lago, Gimli logró golpearle en la mandíbula. Por suerte el golpe no fue muy grave, porque el Elfo tuvo suficientes reflejos como para esquivarlo, aunque no escapó del todo al puñetazo, y el pobre tuvo la barbilla hinchada por el resto de la semana.
Legolas se acarició la suave garganta como queriendo comrpobar que aun seguía ahí. Luego de repente se echó a reír.
"¡Ay, ay! ¡Eso ha estado muy cerca! Pero mirándolo por el lado positivo, al menos no me has golpeado en la cara como la última vez." - dijo entre risas, y se levantó de la cama - "Lávate y vístete. Aragorn nos espera."
Así fue como se pusieron en camino. Dejaron a Glóin que siguiera durmiendo y reposando; Elenshael no les acompañó, pues les dijo que debía arreglarse para el recibimiento de Envinyatar el Restaurador en el gran Patio de Piedra.
Mientras cruzaban las calles, Legolas entonaba con su bella voz una canción del mar, porque se sentía muy feliz al volver a ver a su viejo amigo Aragorn. Gimli miraba de un lado a otro rascándose la larga barba marrón rojiza, estudiando cómo podían los Enanos mejorar la manpostería y el trazado de las calles. - "¡Los picapedreros de la Montaña convertiremos a Minas Tirith en una ciudad de la que Aragorn podrá sentirse muy orgulloso!" - dijo. Legolas dejó de cantar y se volvió a él.
"Como dije la última vez que estuvimos aquí, lo que necesita esta ciudad son más jardines" - dijo éste - "Las casas están como muertas, y es demasiado poco lo que crece aquí con alegría. Los habitantes del Bosque hemos traído pájaros que cantan y árboles que no mueren. Con nuestro trabajo, Elfos y Enanos, lograremos hacer de Minas Tirith la ciudad más hermosa y fuerte que se ha visto y se verá."
Hablando se estaban acercando a unos niños que jugaban con unos palos de madera utilizándolos como espadas y un tallo de leña que utilizaban de escudo. Gimli y Legolas no les habían estado prestando atención, pero un niño de melena castaña les vio. "¡Un Elfo!" - gritó.
"¡Y un Enano!" - añadió otro, más regordete y bajito. Pronto Gimli y Legolas se encontraron rodeados por varios niños pequeños que balbuceaban entre ellos.
"¡Son el Elfo y el Enano de la Compañía! ¡Papá me ha hablado de ellos!" - dijo uno, que parecía un listillo.
"Ya viste, Gimli, como siempre me ven y me llaman a mí primero." - dijo Legolas con una sonrisa de par a par, a lo que Gimli le miró pretendiendo enfurruñarse. A los dos les encantaban los niños, y contestaron pacientemente a las muchas preguntas que ahora éstos les hacían.
"¿Por qué estás tan gordo?" - preguntó uno de los niños al Enano.
"¡Gordo! Yo no esoty gordo, chico, ésto es todo músculo." - espondió él golpeándose el estómago firmemente. - "Para ser un buen guerrero como yo, necesitas un cuerpo musculoso."
"Entonces... ¿él no es un buen guerrero?" - preguntó otro niño, señalando con el dedo al alto, delgado y esbelto Legolas.
Gimli rió entre dientes. "Ah, en su campo, tiro con arco, diría que es suficientemente bueno. ¡Pero en combate cuerpo a cuerpo, creo que incluso tú podrías vencerle!"
"¿Probamos?" - preguntó Legolas, quien les había estado escuchando divertido. - "Vamos, pequeño señor, combatamos."
"¿En serio?" - preguntó el niño, entusiasmado.
Legolas le respondió con una sonrisa, dejando en el suelo su arco, y asintió.
El muchacho miró a Legolas con un poco de cautela, entonces dejó su espada y escudo de madera en el suelo y se lanzó sobre las piernas del Elfo. Legolas hizo como si no hubiera visto el ataque del niño, y cayó al suelo entre las risas de los otros. El niño golpeó a Legolas con sus pequeños puños, mientras el Elfo se cubría la cara con las manos.
"¡Ay, ay! ¡Me rindo! ¡Habéis ganado vos! ¡Tened piedad de mí!" - gritó el Elfo, haciendo como si no pudiera defenderse de los golpes del niño. El pequeño finalmente le dejó y se irguió de forma orgullosa, alzando los puños, disfrutando de su victoria. Los otros reían y aplaudieron, el alegre sonido mezclándose con las carcajadas de Gimli. Legolas se inclinó ante ellos, aceptando su derrota.
"¿A qué estabais jugando?" - les preguntó, echando una ojeada a las espadas de madera que todos sujetaban.
"¡Jugábamos a Orcos y trasgos!" - respondieron, algunos comenzando a luchar entre ellos.
"Oh, ¿jugábais a matar Orcos?" - preguntó Gimli.
"No. Somos Orcos y atacamos a las ciudades y robamos mujeres."
Gimli y Legolas rieron; el Enano rió como sin darle importancia al extraño juego, pero Legolas riño con falta de ganas. En realidad se había estremecido un poco.
"¿Y no preferiríais ser guerreros de brillante armadura como nosotros, que luchan por la justicia y por proteger sus mujeres?" - les preguntó Legolas.
"Bueno, también es divertido jugar a Orcos y trasgos." - respondieron, sin dejar de mandoblar con el palo y dar gritos de guerra.
"Aquí os dejamos jugando," - les dijo Gimli - "que mi buen camarada y yo tenemos cosas que hacer."
Los niños ya no les prestaban más atención, pero el pequeño curioso que había luchado con Legolas se despidió sacudiendo la mano en el aire - "¡Adiós Señor Elfo y Señor Enano!"
Cuando ya se habían alejado unos pasos de ellos, Gimli miró a Legolas alzando las cejas espesas y rió. - "¡Vaya, amigo! No tenías que tomártelo tan mal, sólo es un juego de niños."
"Cuando yo era pequeño jugaba a ser un gran guerrero, y mataba arañas y trasgos por salvar a doncellas. Elenshael solía ser mi doncella, aunque a ella le entusiasmaba más ser guerrera."
"Igual que yo." - respondió Gimli - "Yo también jugaba a esas cosas."
"Jugábamos a éso, porque éso era lo que queríamos llegar a ser al hacernos mayores."
"Sí, tienes razón. Pero eso no significa que esos muchachos quieran ser Orcos de mayores, Legolas. Sólo se divertían mirando las cosas desde otro punto de vista. Seguro que tú también jugábas a ser un perro, o un caballo, o incluso una araña, de pequeño."
Legolas se encogió de hombros.
Ahora bien, cuando dieron el primer paso dentro del jardín verde donde su Compañero del Anillo y querido amigo les esperaba, su alegría fue tan grande que empezaron a sentir un hormigueo en el estómago: los Tres Cazadores pronto volverían a estar juntos.
El viento arrastraba una voz melodiosa que cantaba, y Legolas la reconoció como una canción de Valinor, pues hablaba de las lejanas Tierras Imperecederas. A medida que se acercaban al lugar del manantial, la melodía se oía más cercana. Entonces, el corazón de Gimli y de Legolas dió un salto en el pecho: allí, entre rosas, sentado junto el manantial, estaba Aragorn. Sobre una camisa de lino negro vestía un manto de terciopelo rojo sin mangas y cuello alto, ribeteado de oro y con tres botones de plata con una estrella grabada. Legolas observó (y extrañamente le entristeció) como los cabellos negros de Aragorn se habían llenado de canas plateadas como las de Gimli. Con él estaba la Reina Arwen, vestida de azul celeste y con los largos cabello negros como el ébano cayendo libremente sobre sus hombros, como una visión de la misma Lúthien Tinúviel. Ella les vio llegar primero, y dejó de cantar para que una hermosa sonrisa se formara en sus labios de amapola y en sus ojos brillaran estrellas.
Aragorn se dio la vuelta entonces, y cuando les vio se puso en pie y se acercó a ellos con paso ligero. Pronto los dos sintieron el fuerte abrazo de su amigo, y ellos no pudieron hacer más que devolverle el gesto con fervor. El aire se llenó de risas; una dulce cantarina, otra grave pero suave, y una fuerte carcajada.
"¡Amigos! ¡Te todas las alegrías que he presenciado, ésta es la más grande!" - habló Aragorn, dando un último pequeño abrazo al Elfo. Gimli le dio una palmadas amistosas en la espalda, pero a Legolas le costó responder. Tenía tantas cosas por decirle a su amigo dúnadan, y ahora que se le presentaba la ocasión estaba tan contento al verle que no le salían las palabras.
"¡Ay Aragorn, me siento tan feliz al verte que me he quedado sin palabras! ¡Nosotros también nos alegramos de verte!" - respondió Legolas al fin, pero Gimli estaba inclinándose frente a Arwen a la usanza de los Enanos. En el corazón de Gimli había reaparecido el anhelo por la bella Galadriel al verla. Luego Legolas tomó con delicadeza la blanca mano de ella y se la besó.
"Undómiel, arwen vanima, guren linnen tíra le. Vanimale síla tiri sina aure."
"Elen síla lúmen' omentielvo, Legolas Thranduillion."
Se sentaron juntos al borde del manatial. En Gondor había llegado la noticia de la aparición de un Dragón en el Reino de Thranduil, cuya gente lo había derrotado. Esa notícia había tenido a Aragorn y a Arwen profundamente preocupados.
Legolas les explicó lo ocurrido, y habló amargamente de los daños causados y de las muchas muertes. Aragorn tuvo que tomarle de la mano y estrechársela cuando se dio cuenta que su amigo Elfo luchaba por contener las lágrimas. Habló también orgullosamente de las hazañas de Gimli y de Gandalf (y aquí Gimli interrumpió para contarles detalladamente su encuentro con Rukraf), pero con más orgullo y admiración habló de la valentía de su padre y de sus sacrificio, que por poco le había costado la vida.
"¡Ay! Si mi Señor hubiera muerto aquel día, juro sobre el trono del Único que la tristeza me habría consumido y que yo hubiera partido con él a las Estancias de Mandos. Ni las llamadas quejumbrosas de las gaviotas pudieron darme tanto pesar."
"¡No hables así!" - dijo Gimli - "Tu Rey es fuerte y nada ni nadie le hará doblar a rodilla. ¡Y, por favor, no hables de las gaviotas! Están muy lejos de aquí para que pienses en ellas. Aun hay cosas innumerables para ver en la Tierra Media y grandes obras por realizar. ¡Olvidate del Mar!"
"Eso que me pides, Elvellon, es un imposible..."
Estaban tocando un tema sensible para Legolas. Arwen lo vio, y cambió el curso de la conversación. "Elvellon." - dijo dulcemente, dirigiéndose a Gimli - "Así que el Rey Thranduil te ha llamado Amigo de los Elfos."
"¡Esas son grandes nuevas!" - dijo Aragorn, - "Es el primer paso de la reconciliación entre Elfos y Enanos. Me alegro por los dos."
"La verdad es que los Elfos me recibieron con los brazos abiertos en Eryn Lasgalen." - comenzó a decir Gimli.
"¿Eryn Lasgalen?" - le interrumpió Aragorn. Él sólo había conocido el Reino de los Bosques como Gran Bosque Verde y Bosque Negro.
"Mi Señor y el Señor Celeborn se reunieron el Día del Año Nuevo, y dieron al Bosque Negro el nuevo nombre de Eryn Lasgalen." - explicó Legolas, con una extraña sonrisa al pronunciar el nuevo nombre.
"Bosque de Hojas Verdes," - dijo Arwen - "Un padre nunca deja de ser padre" - añadió suavemente, a lo que Legolas sonrió. Lasgalen, era otra forma de la Lengua Gris para decir Legolas.
"Como decía," - continuó Gimli, tras carraspear para aclarar la voz (y pedir atención a los demás) - "Los Elfos del Bosque fueron muy amables al recibirme, y el Rey Thranduil me trató como a un Señor de los Elfos. Admito que de los nervios quería arrancarme las barbas cuando me encontré por primera vez cara a cara con él, pero creo que no era el único que se sentía tan nervioso." - dijo mirando de reojo a Legolas.
"Razón lleva." - dijo Legolas - "No me había sentido tan nervioso desde hacía por lo menos mil años (en excepción del día en que conocí a Maese Glóin). No había tenido tiempo de decirle a mi Señor quien era mi invitado. Lo más probable es que espera a un Hombre o a un Elfo, pero no a un Enano, y aun menos al hijo de Glóin."
"¿Y qué pasó con Glóin?" - preguntó Aragorn, ansioso por saber la respuesta. Con el fuerte temperamento de los Enanos, podía imaginarse cualquier cosa, y ninguna de ellas buena para el orgullo de un Elfo. Legolas se encogió tanto que pareció volverse pequeño.
"Bueno, Maese Glóin y yo tuvimos algunas discrepancias antes de llegar a entendernos el uno al otro..."
"En otras palabras," - dijo Gimli - "Mi padre le dijo a la cara que no era un invitado bien recibido y le trató de perturbador de mentes infantiles y-"
"Está bien, Gimli." - le interrumpió Legolas - "No hacen falta más detalles." - insintió, mientras ambos Aragorn y Arwen reían suavemente. De pronto Legolas tenía ganas de terminar con la conversación; empezaba a temer que Gimli soltara demasiado la lengua y hablara del accidente con la cerveza. Silenciosamente suplicó a los Valar que por favor el Enano no cumpliera con su amenaza.
"¡Oh! Pero no sabéis lo mejor. Al parecer, a nuestro Elfo no se le ocurrió nada mejor que emborracharse con cerveza de malta para poder interrelacionarse con los Enanos."
"¡Gimli! No fue así como ocurrió, tu me-"
"Al final pudimos ver a un Elfo incapaz de mantenerse en pie por cinco minutos ni caminar en línea recta, sobre una mesa, en medio de la concurrencia, cantando '¡Ho! ¡Ho! ¡Ho! A la botella acudo'."
Aragorn estalló en risas, y Legolas se encogió aun más. Las risas se prolongaron mientras Gimli contaba todas y cada una de las estupideces que había cometido (aun algunas de las que no tenía recuerdo alguno y de las que no había sido informado anteriormente). Legolas sentía el calor en sus mejillas, y las orejas picudas le ardieron cuando Gimli contó los comentarios de Legolas después de que éste le dijera que se hiban a la cama.
"Bueno, Legolas, no sabía que las orejas élficas pudiesen cambiar de color." - rió Aragorn. A lo que Legolas refunfuñó algo en voz muy baja y subió la mirada levemente, sólo para encontrarse con la imagen de Arwen cubriéndose la boca con una mano y los hombros temblando violentamente: incluso ella, la Estrella de la Tarde, se estaba riendo de él.
"Creo que Gimli y yo deberíamos retirarnos. Debemos vestirnos apropiadamente para la celebración de esta noche." - dijo el Elfo poniendose en pie de repente y a su vez obligando al Enano a ponerse en pie también. Aragorn sonrió de par a par.
"Muy bien. Os sentaréis conmigo y mi esposa en la mesa. ¿Tenéis algún acompañante que deseés se le permita un sitio en nuestra mesa?"
"Mi padre nos acompaña," - dijo Gimli - "Y también una buena amiga de Legolas."
"Eso está bien." - asintió Aragorn, preguntándose de quien se trataría esa acompañante, y si no sería algo más que una amiga. - "Elladan y Elrohir están aquí y se sentarán con nosotros."
Legolas se alegró al oir aquello, pues había hecho buenas migas con los hijos de Elrond durante la Guerra del Anillo. Fue triste para él ser el único Elfo de la Compañía, y cuando los gemelos se presentaron Legolas se sintió muy a gusto en su presencia. Por otro lado, Gimli no pareció muy contento ante la noticia. Al Enano no le gustaban, porque ellos alguna vez se burlaron de él (siempre que Legolas no estuviera presente) o le dejaban en evidencia; siendo gemelos, eran totalemte idénticos, y le confundían con facilidad. Claro que nunca se burlaron del Enano con mala intención. La verdad es que ellos trataron de hacerse amigos con Gimli, algo que el Enano les puso difícil.
"¿Y qué hay de Faramir?" - preguntó Legolas. El Elfo y el Senescal se habían hecho buenos amigos cuando se conocieron en las Casas de Curación.
"Ah, tenemos buenas noticias de Faramir y Éowyn. Están esperando a un niño." - dijo Arwen. A Gimli y a Legolas se les iluminó el rostro. - "Ella lleva un mes de embarazo, pero no es conveniente que viaje. A demás, el niño debe nacer en Ithilien, su hogar. Por lo que Faramir ha preferido quedarse con su esposa en Ithilien."
"Faramir y Éowyn se trasladaron ahí hace pocos meses. Viven en una hermosa casa, pero les falta un jardín digno de su persona. Estoy seguro que tú podrás solucionar ése problema, Legolas." - dijo Aragorn.
"¡Ya lo creo que sí!" - respondió Legolas, saltando de alegría - "¡Diseñaré para el Príncipe de Ithilien y la Señora del Brazo Escudado unos jardines que gozarán de gran renombre en las tierras del Este!"
Cuando Legolas y Gimli regresaron a su casa, ni Elenshael ni Glóin estaban ahí. Probablemente habían salido a dar un paseo por la ciudad.
"Bien, Maese Gimli." - dijo Legolas - "Espero que lleves unas ropas adecuadas para la celebración de esta noche. El aspecto físico es imprescindible para cortejar a una doncella."
Gimli se sonrojó.
Al cabo de media hora el Enano salió de su habitación vestido con una maravillosa y rica túnica de terciopelo azul marino y una capa medio circular, cuyos extremos estaban adornados con grandes decoraciones geométricas en oro. La capa se sujetaba por dos cierres dorados con el símbolo de la Casa de Dúrin. La franja que cortaba en el centro, del pecho a la cintura, estaba rícamente adornada con lentejuelas de cristal y joyas. Legolas se mordió el labio cuando vio que llevaba puestos los guantes. No entendía porqué su amigo siempre ocultaba sus manos, y no le gustaba.
El Elfo silbó. "Mi querido amigo, Dwon no podrá resistirse a ti esta noche. ¡Te ves como un rey! ¿Pero no podías encontrar unas ropas más caras?" - bromeó.
"Ja, muy gracioso, Elfo. Pero quien fue a hablar." - respondió el Enano, contemplando a Legolas de pies a cabeza. El Elfo vestía una larga túnica de pálido color azul plateado con bordados blancos que le llegaba hasta el suelo (pronto los extremos dejarán de ser azules, pensó Gimli). Las mangas de la túnica eran anchísimas como dos alas y tenía el cuello alto, con un broche de plata en forma de mariposa justo debajo, por sobre el pecho. El pelo rúbio lo llevaba suelto, salvo por unos pocos cabellos peinados en una sola trenza tras su cabeza, y una diadema de plata que se asemejaba a una guirnalda de ramas jóvenes.
Así asistieron a la ceremonia de bienvenida del Rey Elessar, quien recibió a Elfos y Enanos y les agradeció su ayuda en la restauración de Minas Tirith con un discurso que había preparado con mucha antelación. Legolas recordó las horas que pasaba su padre escribiendo este tipo de discursos, y como despúes de tanto trabajo el discurso no duraba más de un cuarto de hora (normalmente el Rey Thranduil acababa ignorando lo que había escrito y hablaba directamente, con el corazón, como debía ser. Seguramente Aragorn hizo lo mismo, pensó Legolas.)
En la ceremonia encontraron a Glóin y a Elenshael que, por asombro de Legolas y Gimli, llegaron de bracete, sonriendo y hablando como una pareja. Las ropas de Glóin no eran menos caras que las de Gimli (sin contar los excesivos anillos de sus dedos), y Elenshael vestía túnica blanca y bordada en plata, con el hermoso pelo brillante suelto y una corona de flores blancas. Su colgante en forma de hoja de sauce no faltaba.
Aun estaban mirando a Glóin y Elenshael con la boca abierta cuando oyeron una voz que les llamaba. "¡Legolas! ¡Señor Enano!"
Gimli se dio la vuelta. A ellos se estaban acercando los hijos de Elrond. Elladan y Elrohir vestían con idénticas ropas estivales de color gris rosado y su pelo estaba peinado hacia tras, dejando ver los bellos rostros arrogantes, y cayendo sobre sus espaldas como cascadas negras relucientes a la tarde luz del día.
Mientras Legolas se acercaba a ellos y les saludaba hablando en élfico, Gimli no estaba muy contento. Malditos sean, se dijo a sí mismo. Odiaba que los gemelos se vistieran exaxtamente igual. Si casi no podía distinguirlos entre ellos, aun menos cuando vestían igual. No soportaba que los gemelos pudieran utilizar su nombre tranquilamente durante una conversación mientras que él luchaba por adivinar quién era quién, y no equivocarse al usar sus nombres. Algunas veces pensaba que lo hacían a propósito, para ver cuanto podían confundir a la gente (especialemte gente como él).
"¡Gimli!" - llamaron felizmente los Elfos morenos al unísono, parándose frente al Enano. - "¡Hacía tiempo que no sabíamos nada de tí! ¿Llegaste con Legolas?"
"Sí, hemos viajado juntos desde Eryn Lasgalen." - respondió él, secretamente mirando a los hermanos buscando marcas o distintivos característicos que pudiera ayudarle a distinguirlos. No encontró nada.
"¿Estuviste en Eryn Lasgalen? ¿Por cuanto tiempo, Gimli?" - preguntó uno de ellos con una sonrisa inocente, deliberadamente enfatizando el nombre del Enano, invitándole a que le devolviera el gesto.
"Un mes, más o menos." - respondió Gimli, analizando a los hermanos otra vez.
"¿Te trató bien el Rey Thranduil, Gimli? Hemos oído que no le agradan mucho los Enanos." - preguntó el otro, también enfatizando su nombre.
"Sobretodo a los que están relacionados con la compañía de Thorin. ¿No es cierto Gimli?" - añadió el otro sonriendo con inocencia. Legolas sabía a qué estaban jugando, y se aguantaba la risa como podía. Pero si le hubieran preguntado, él tampoco habría sabido decir quien era quien.
Pero entonces Gimli sonrió victoriosamente, y acariciándose la barba dijo "El rey fue muy amable conmigo. Al parecer no todos los Enanos le desagradan, Señor Elladan." - se volvió al otro - "Pero tu hermano, Elrohir, tiene razón. El accidente con Thorin y compañía no se olvidará en mucho tiempo."
Loa gemelos no pudieron disimular la sorpresa, que los dejó sin palabras por largos segundos. Miraron al Enano impresionados, a lo que Gimli respondió con una sonrisa más grande aun. Gimli había recordado lo que una vez le dijo Aragorn sobre sus hermanos adoptivos: Elladan llevaba siempre el anillo en la mano derecha, mientras que Elrohir lo llevaba en la mano izquierda. Aragorn le confesó una día que algunas veces sólo esto le ayudaba a distinguirlos cuando ellos le gastaban una broma.
Legolas no estaba menos impresionado que los gemelos, y estalló en risas de repente. Elladan y Elrohir se miraron confusos, no logrando entender como el Enano había descubierto sus identidades, tirándoles el juego a perder. Los dos se volvieron al Enano, como preguntándole en silencio que les explicara lo que acababa de ocurrir. Gimli sólo les mostró una sonrisa socarrona, engreídamente mostrando su satisfacción ante el triunfo.
The Balrog of Altena: Aiya! Siento haber tardado tanto en publicar esto. Espero que la espera haya valido la pena. En el próximo capítulo veremos como Gimli y Legolas planean conseguir el amor de Dwon para nuestro Enano.VaniaHepskins: Aiya! Tu has sido quien me ha escrito el review número 50! Muchas gracias!! ¡que ganas tenía de llegar a este número! Al final me he alargado y Gimli no hará de cupido hasta el próximo cap. Que bien que te gustara lo que le dijo Thranduil sobre el tesoro yo también lo encontré muy tierno... Sí, Legolas es virgen, listo para ti XD
Choichi: ¡Cuanto tiempo! me alegro de verte otra vez por aquí Pues si lo dejaste en el Abismo de Helm te queda mucho por leer. A ver si nos vemos más a menudo a partir de ahora. ¡Gracias por tu review!
Usagi-cha: ¡Aiya! ¿Qué te han parecido los gemelos? XD Al parecer no eres la única a quien le gustó lo que Thranduil le dijo a Legolas sobre su tesoro :-) ay, es que mi Thranduil es tan dulce... ¿Así que no te gustaban Gimli y Legolas especialmente? en realidad a mí leyendo el libro sólo me gustó Gimli, porque Legolas me pareció un inmaduro y un poco afeminado (por eso lo hago algo afeminado, y a veces infantil, en este fic ), pero lo que más me gustó del libro fue la relación de amistad que surgió entre Gimli y Legolas; casi lloré cuando supe que Legolas se llevó Gimli a Valinor con él «»
Hey! eres de Cataluña! yo soy de Menorca; ¡somos vecinas! he estado algunas veces en Cataluña (bueno, en Barcelona) y fui a propósito para ir al estreno del Retorno del Rey. Estuvo genial la peli, ¿verdad?
czjm72: ¡De nada! ¡Me alegro que te guste! Veo que sólo escribes fics en Inglés, ¿eres de habla inglesa? Si es así me emociona que alguien de habla inglesa se moleste en leer mi fic en español ;; mírame, si ya lloro. Bueno, espero que pronto me alcanzes este capítulo ¡Muchas gracias por tu review!
GrisseyKey: Aiya mellon nin! Espero que este cap haya sido de tu agrado. Creo que Gimli y Legolas no volverán a ver a Gandalf (¡que penita me da! al menos aun nos queda Radagast...). En cuanto a Dwon... ¡ay! ¡mejor no te digo que ocurrirá!
¡Muchísmas gracias por tu review!
lachica sexy: Ok aquí tienes el capitulo que tanto esperabas! No sabes lo contenta que me he puesto cuando me has dicho que te hice llorar. ¡Perfecto! tengo planeadas muchas otras cosas que te partirán el corazón...muajajaja!
¡Muchas gracias por tu review! Aprecio mucho los comentarios y opiniones de mis lectores.
Namárië an sí, mellyn nin!
Telcontar = Trancos (Nombre que se le dió a Aragorn como Montaraz en las tierras de Bree. Al hacerse rey lo adoptó en la forma élfica, y así es como lo llaman en su Casa.)
Undómiel = Estrella de la Tarde (Nombre de Arwen hija de Elrond y Celebrían dado por su pueblo.)
Ecthelion = Hijo/Hombre de la Fuente. (en Qwenya.)
Día de Cormarë = También llamado "Día del Anillo." Este día, el veintidós de Septiembre, fue destruido el Anillo Regente en los Fuegos del Orodruin, Monte del Destino.
Lebethron = Árbol de Gondor. Probablemente crecía en Ered Nimrais, muy apreciado por los ebanistas de Gondor.
Elessar = Piedra de Elfo (Nombre que le fue dado a Aragorn por Galadriel.)
Elvellon = Amigo de los Elfos (en Sindarin. La forma en Qwenya sería "Elendil", que también significa "Amante de las Estrellas".) Envinyatar = El Restaurador (título del nuevo Rey de Gondor, Aragorn Telcontar.)
Los Tres Cazadores = Título que Aragorn dio a Legolas, Gimli, y a él mismo, cuando durante tres días persiguieron a los Uruk-hai que tenían cautivos a Merry y Pippin.
Lúthien Tinúviel = Hija del Encantamiento Ruiseñor (Lúthien, la primera mujer Elfa que dio su amor a un mortal, es la antepasada de Arwen, pues su hija Elwing se casó con Eärendil, quienes tuvieron por hijos a Elrond y Elros; Elrond se casó con Celebrían y dieron a luz a Arwen Undómiel, la viva imagen de Lúthien.)
Arwen vanima = Hermosa Noble señora. (Qwenya)
Guren linnen tíra le = Mi corazón canta al veros. (Sindarin)
Vanimale síla tiri sina aure = Tu belleza brilla resplendorosamente en este día. (Qwenya)
