4. Soledad.

-Ah, por cierto, mañana en la noche me voy de Hogwarts –mencionó Harry como quien no quiere la cosa, intentaba hacer parecer su ausentismo durante las vacaciones para poder evitarse preguntas incomodas.

-¿A dónde? –Hermione se había ido por un libro a la biblioteca (¡antes de que cierre!) y Ron no le ponía mucha atención por estar concentrado en saber para cuando se le debía agregar púas de erizo a la poción revitalizante que Snape los obligó a hacer.



AAh, pues, por ahí.

-Mmmm, un momento, ¡¿Cómo que te vas?! –

al fin había reaccionado (el chico es despistado, ¿que le vamos a hacer? u_u) -Si, me voy de vacaciones.

-¡¿A dónde?!, ¡¿con quien?!, ¡¿Dumbledore sabe?!, ¡¿no pensarás hacer una tontería como huir, verdad?!

-¡Claro que no!, me voy a ir a pasar las vacaciones a casa de Lupin, dice que me necesito distraer un poco y por supuesto que Dumbledore sabe.

-Ah, creí que te quedarías aquí, con Hermione y conmigo... pero creo que Remus tiene razón, un cambio de aires te vendría muy bien, después de lo de Sirius, andabas un poco mal, por suerte, ya te noto más tranquilo.

-Eh... si, ¿verdad? Jeje. ¿Crees que podrías decírselo a Hermione?, no ando de humor como para soportar una ola de preguntas ni todas las recomendaciones que seguro me dará.

-Si, no hay problema, ¿Cuándo me dijiste que te vas?

-Mañana en la noche, por cierto, me llevaré a Hocicos.

-Si, esta bien –

Siguieron hablando sobre la partida de Harry, sobre el Quidditch, Snape, sobre todo, hasta que sintieron que Hermione volvía y tuvieron que volver a hacer los deberes.

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A la madrugada siguiente (aun no terminaba de salir el sol), el baúl de Harry se encontraba listo, al igual que su dueño, quien en ese momento se encontraba en el baño y se esforzaba por acomodarse bien la corbata y el alborotado cabello, sus compañeros de cuarto aun dormían, así que un hombre de ojos azules lo observaba arreglarse.



-Vaya Harry, pareces muy contento por irte de vacaciones.

-Y ¿Cómo no voy a estarlo?, estaré lejos de Snape y cerca de ti, para mí eso es suficiente como para celebrar toda la vida.

Jeje, me halagas, ay niño, deja que te arregle esa corbata –Sirius se acercó para abrochársela bien, estaban muy cerca.

-¡Oye!, no soy un niño, ya tengo dieciséis años y en unos meses tendré diecisiete.

-¿Ah si?, entonces, pruébamelo. –se acercaron mas (si es que era posible) y comenzaron a besarse, primero tiernamente, después la cosa fue subiendo un poco de tono, uno instante después, Harry ya se encontraba recostado en el suelo con su padrino arriba... para desgracia de ambos, se comenzaron a escuchar ruidos desde la habitación contigua y unos pasos se fueron acercando, la perilla de la puerta comenzó a girar lentamente, Harry estaba paralizado, ¿Qué dirían si lo encontraban en el piso del baño con prófugo de la justicia, quien por cierto había sido dado por muerto en aquella posición tan... incomoda?, por suerte, Sirius tenia buenos reflejos, le bastó darse cuenta de que alguien se acercaba para convertirse en perro y sentarse un poco alejado de su ahijado.



Finalmente, la puerta se abrió, era Ron (por primera vez en su vida, nuestro protagonista sintió un poco de furia al ver a su amigo) quien al ver a su amigo en el suelo con el pelo mas revuelto de lo normal, la camisa medio desabrochada y completamente rojo y sudoroso, cambió su cara de dormido por una de sorpresa.

-¡Harry!, ¿pero que demonios te pasó?, ¿estas bien? –Añadió mientras lo ayudaba a levantarse, al no recibir respuesta, repitió

-¿estas bien? –por suerte, su amigo ya se había recuperado de la sorpresa y por fin podía hablar.

-Si, estoy bien, es solo que... al estarme cambiando me tropecé y me caí.

-¿en serio? -Claro que si, no tengo razón para mentirte.

-Si tú lo dices... -

Si, yo lo digo, me voy al gran comedor de una vez, nos vemos ahí.

-OK.

Aún con la cara bastante roja salió del baño seguido de su fiel perro (quien se acostó en la cama de Harry dispuesto a dormir otro rato), no encontró a casi nadie en su camino hasta el comedor, donde solo se encontraban Dumbledore y Remus hablando seriamente en la mesa de Hufflepuff.

Al verlo, Dumbledore le habló:

-Señor Potter, ha venido usted muy temprano, ¿no le gustaría acompañarnos?

-Ah, yo... sí, claro señor –rápidamente se sentó bajo la atenta mirada de ambos profesores, al ver que se ponía nervioso, solo atinó a servirse un platón de avena.

-El profesor Lupin, me dijo que usted y su perro se hirán a quedar a su casa mientras están de vacaciones, ¿cierto?

-Si. -

-

Bien, sepa señor Potter que estoy de acuerdo en que se vaya, sin embargo, debo pedirle que tome unas cuantas precauciones para estos tiempos difíciles... –ahí comenzó a hablar y hablar hasta que vaciaron sus platos y el gran comedor comenzaba a vaciarse de los alumnos que ya habían terminado sus alimentos -... ¿pero pueden creerlo?, traía un cangrejo de fuego en mis calzoncillos, desde entonces tengo esta cicatriz, dejen se la muestro... -precisamente en el momento en que el profesor hacia el ademán de levantarse la túnica para mostrar esa "fascinante" cicatriz, Remus intervino.

-Mmmm, realmente sería interesantísimo ver esa cicatriz Albus, solo que las clases ya van a empezar y Harry y yo nos tenemos que ir.

-¡Ah!, es cierto, disculpen, a veces, los viejos olvidamos el tiempo, vayan, que tengan un buen día.

–profesor y alumno abandonaron al director y salieron casi corriendo rumbo a sus respectivas aulas, intercambiando una fugaz mirada como despedida, se dividieron y Harry fue rumbo a las mazmorras, bendita suerte que tenía: pociones a la primera hora y llegaba tarde.

-

Profesor, ¿me permite pasar? –toda la clase se encontraba tras sus calderos y Snape observaba a Harry con una mirada triunfal, casi alegre, de hecho, parecía estar a punto de comenzar a reír a carcajadas.

-Oh, vaya señor Potter, veo que la síndrome pre-vacacional ya lo alcanzó y llega tarde. -Me demoré por que el director estaba hablando con el profesor Lupin y conmigo.

-¿A sí?, pues solo por que era con el director con quien hablaba lo dejaré pasar, adelante

–Eso era demasiado bueno para que Snape lo dijera, Harry se cuestionó muy seriamente si ese tipo de cabello grasiento fuera su profesor o solo algún impostor que tomó un poco de poción multijugos, de hecho, fue tanta su impresión que se quedó ahí, en el marco de la puerta viendo con la mirada perdida a su profesor

-¿Es que no piensa entrar Potter? -Ah, si, lo siento señor. –se sentó en una esquina de la mazmorra aun pensando, cuando fue interrumpido por la melodiosa voz de su maestro.

-Por cierto señor Potter, cincuenta puntos menos para Gryffindor y tendrá tarea extra para las vacaciones, espero las disfrute.

–Sí, era demasiado bueno para ser verdad, ahora sabia que ese si era su profesor y que no había cambiado en nada.

Luego de la clase, tuvo que quedarse para copiar todas las tareas que le fueron asignadas, provocando que llegara con McGonagall tarde y con un humor de perros.

-Señor Potter, pase, ¿puedo saber la razón de su retraso? -Por supuesto profesora, me quedé después de clases para darle la oportunidad a Snape de fregarme horas extras.

-Que grosero señor Potter, cinco puntos menos. Ahora continuemos... -

a partir de ahí, el día de Harry no mejoro para nada, simplemente no se podía concentrar, era una maraña de sentimientos, primero estaba demasiado emocionado como para razonar la diferencia entre un dugbog (ver animales fantásticos y donde encontrarlos) y un leño, en segundo lugar, muy enfurecido por lo de Snape y en tercer lugar por las montañas de tarea que tenia, todo hacia que sintiera que esas vacaciones no serian lo que él quería.

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Al fin terminó el viernes, hacia una deliciosa tarde, estaba nublado, tibio y hacia un ligero viento, los estudiantes salieron con la mayor alegría posible rumbo al lago, al gran comedor o a las cercanías del bosque, al parecer a nadie se le antojaba estar dentro del castillo, a nadie, ni siquiera a Ron y a Hermione, quienes para variar se habían desaparecido dejando a Harry solo (cosa que no mejoró precisamente su humor), caminó a paso rápido hacia la torre de Gryffindor, por suerte no se encontró a nadie, solo a Malfoy, quien se le quedó viendo largo rato antes de hablarle.

-Vaya Potter, ¿Por qué tanta prisa?

-¿A ti que te importa?, quitate de mi camino –añadió mientras empujaba a Draco para pasar por el estrecho pasillo, para su suerte, su adversario no hizo nada para evitar ese empujón, al contrario, se hizo a un lado para dejarlo pasar, esto extrañó tanto a Harry que se volvió para mirarlo bien.

-¿Qué te pasa Malfoy?, andas raro.

-Que, ¿prefieres que nos pongamos a pelear?, creí que tenías prisa, ya es tarde.

-¿Tarde?, ¿para que?

-Ay Potter, deberías usar eso que tienes en la cabeza, se llama cerebro. Además, no mereces que pierda mi tiempo contigo, entiendelo, eres como un cero a la izquierda, parece que por fin la sangre sucia y el pobretón lo entendieron. Lastima que los únicos que te han querido estén muertos, como ese Black. –

después de eso se fue dejando a un Harry muy pensativo se sentía diferente, pero no pudo seguir pensando en eso, pues al mirar por la ventana, se dio cuenta de que efectivamente era MUY tarde, ya casi anochecía y aún no tenia todo su equipaje listo, tratando de olvidar la extraña conducta de Malfoy y sus palabras, salio corriendo rumbo a la torre, al fin llegó, dijo la contraseña y entró, tal y como lo sospechaba, la sala común estaba desierta, solo se encontraba una niña de tercero o cuarto viendo por la ventana (le recordaba a Luna), la ignoró y subió rápidamente a su habitación, aún no se le pasaba el mal humor, al contrario, había aumentado (como odiaba que Malfoy supiera algo que él no sabía, aunque claro, quedaba la posibilidad de que su comentario fuera simplemente por la hora que era...)

-Hocicos, ya llegué –Lanzó su mochila lo más lejos que pudo, a la vez en que comenzaba a quitarse la túnica enojado, (se iría con ropa muggle con Lupin) Sirius lo miraba desde su cama transformado en perro

-¿Por qué me miras así Sirius?, no te preocupes, no hay nadie cerca, te puedes transformar.

-¿Qué tienes? Andas... raro. -Pues si, es solo que... -comenzó a platicarle su día a la vez en que guardaba sus cosas, después de todo, Sirius no había tenido nada que ver con su mal humor, al contrario, era lo que le alegraba el día, al momento en que iba contándole a su padrino, el enojo iba siendo sustituido por una sensación de vació, de soledad, la ignoró y siguió hablando

–Y por ultimo Malfoy, andaba raro, me miró muy extraño, hasta me dio un escalofrío cuando me observó. De hecho, ahora que lo pienso, no se ha puesto a molestarme desde hace mucho tiempo, bueno, hasta hoy cuando me dijo todo eso.

–No continuó, no quería repetir esas palabras que si le causaban pena, es por que sentía que eran ciertas.

Sirius solo lo miraba sin decir nada, lo notaba triste, por alguna razón, el pequeño Potter estaba muy triste. Luego de una breve pausa en la que Harry seguía con medio cuerpo dentro de su baúl doblando las túnicas, Sirius se levantó de la cama y caminó hacia su ahijado, se arrodillo a su lado y sin previo aviso, lo abrazó, lo abrazó con fuerza, con cariño, Harry no entendía por que lo hacia, pero se dejó llevar, realmente se sentía protegido y en paz en medio de esos fuertes brazos, estaba tan contento que no quería que ese momento terminara nunca, Sirius se separó un poco de él (aun sin soltarlo), se quedó observando a su pequeño ahijado esperando a que dijera algo, pero no lo hizo, al contrario, solo apoyó su cabeza en el pecho de su padrino y una solitaria lagrima rodó por su mejilla.

-¿ahora vas a decirme que te pasa?

-No.

-¿Por qué?, ¿es que no confías en mí?

-No, no es eso, es solo que...

-¿Es por algo que ese Malfoy te dijo?

-Si, en parte, pero bueno Sirius –añadió secándose esa molesta lágrima, sus ojos brillaban por más lágrimas contenidas, pero se esforzó por esbozar una sonrisa, no quería que Sirius se pusiera triste por su culpa.

–Se nos hará tarde, debo terminar de hacer mi equipaje. –hizo ademán por soltarse de aquel abrazo pero su padrino no se lo permitió.

-No te soltaré hasta que no me digas que tienes.

-¡Es que no tengo nada!, nada... -quería que Sirius lo soltara, no quería que lo viera llorar, de hecho no le gustaba que lo vieran llorar, nadie, ni siquiera su padrino. A pesar de su resistencia, esas condenadas lágrimas salieron y no parecían dispuestas a detenerse.

Si no tuvieras nada no estarías así.

Ya basta Sirius, déjame solo, por favor.

-Ya te lo dije, no te dejaré solo nunca más, solo hazme un favor: no me alejes de ti. Quiero que seas feliz, como cuando en tercero te ibas a ir a vivir conmigo, o cuando me volviste a ver, o cuando nos besamos por primera vez... vamos Harry, solo dime que pasó y juntos encontraremos la solución.

–Ahora si, para que vean, Harry era un mar de lagrimas, pero ni él entendía por que, solo sabia que se sentía solo, pero había estado solo toda su vida, además tenia a Sirius, a quien amaba como nunca había amado a alguien, ni siquiera a Cho, tal vez, esa era la razón de su tristeza, ese sentimiento de tristeza al imaginar que Sirius lo abandonara tal y como Ron y Hermione lo habían hecho...

sin saber como, se sorprendió al escuchar que de su boca salían todos esos pensamientos, esos sentimientos que había intentado ignorar.

-Eso... es lo único Sirius, me siento solo, tú eres lo único que realmente siento cercano, lo cual me hace sentir peor.

-¿Por qué te hago sentir peor? –era la primera vez que hablaba desde que Harry se había puesto a llorar, (por suerte, Harry ya se estaba tranquilizando).

-Por que me estoy acostumbrando a ti, que va a pasar si algún día tú me abandonas, si me dejaras o me traicionaras, no creo poder soportarlo. Que patético suena esto.

-Pues si es así, que patéticos somos los dos, por que yo siento lo mismo que tú.

-Gracias Sirius, pero prométeme que nunca me dejarás, por favor.

-Sabes que nunca lo haré-

A pesar de lo cursis que fueron las palabras de Harry, él sintió que al fin expresaba lo que en verdad sentía, por fin pudo sentir una alegría total y pura al lado del hombre al que más quería, podía estar a su lado sin sentir que se iría, por que sabia que no lo haría. Por su parte, Sirius estaba feliz, antes de Harry, los únicos que le habían demostrado cariño habían sido James y Remus, pero el primero estaba muerto y con el segundo casi no podía hablar debido a su condición de prófugo y de que se supone que estaba muerto, aprovecharía al máximo estas vacaciones para platicar con Remus como en los viejos tiempos, aunque claro, en ese tiempo no descuidaría a su Harry, intentaría estar con él más tiempo todavía. Tiempo... un factor que le hacia falta, necesitaba mucho tiempo para ser feliz con la gente a la que quería.

-Sirius, alguien se acerca –Harry lo sacó de sus cavilaciones, es cierto, alguien venia subiendo las escaleras. Padfoot se transformó en perro y Harry fingió que seguía con lo de su baúl, la puerta se abrió era Ron.

-Hola Harry, ¿aun no terminas con eso? Harry sacó su cabeza para contestarle a Ron

–No, pero ya casi acabo.

-¿Estas bien?, parece que estabas llorando.

-¿Llorando? -se levantó para verse en el espejo del baño, su estado era lamentable, traía los ojos muy rojos, marcas de lagrimas por sus mejillas y la piel un poco pálida.

–No, como crees, seguro solo traigo irritados los ojos, pero dime, donde estabas. –quería cambiar de tema lo más pronto posible, al parecer lo logró, las mejillas de su amigo se pusieron rojas, dudó un momento antes de contestar.

-Pues... yo... asuntos de prefectos, una junta, muy aburrida. ¿Por qué te ríes?

-Por que es obvio que estas mintiendo.

-Eso... ¡no es cierto!, además, tú también estas mintiendo, se te nota.

-Si es cierto, pero eso no importa, sé que después me lo dirás, al igual que yo. Pero, ¿Por qué mejor no me ayudas con esto? ya es muy tarde. Ambos se pusieron a terminar el equipaje platicando trivialidades sobre todos los temas posibles. Al terminar, Harry echó un rápido vistazo a la habitación para comprobar que nada se le quedaba.

–Bien Ron, creo que ya terminé, me tengo que ir ya. Ya sabes, estaré en casa de Lupin, si me necesitas tu o Hermione, no duden en enviarme una lechuza, ¿entendido?

-Claro compañero, vamos, te acompaño hasta el despacho de Lupin.

-Gracias.

-¿Dijiste algo?

-No, nada ^__^ -al salir encontraron a Hermione tras una pila de libros.

-¿Nos acompañas Hermione? Harry ya se va.

-Claro que los acompaño. Los tres salieron rumbo al despacho de Lupin, seguidos por Sirius, hablaban como siempre lo hicieron desde que se conocieron, estaban contentos, Hermione y Ron seguían discutiendo por cualquier tontería y Harry solo se reía de ellos, Sirius caminaba a su lado moviendo la cola. Al final llegaron, con un rápido abrazo de despedida, Harry entró al despacho donde Remus lo esperaba.

-Hasta que llegan, creí que se habían arrepentido.

-Bueno, es que Harry y yo nos quedamos platicando.

–Sirius se había convertido en humano, en ese momento abrazaba a su amigo mientras Harry sentía una punzada de celos (n/a: Pero que celoso es Harry n_n), al fin se separaron, Remus prendió la chimenea, lanzo un puñado de polvos Flu a la vez en que le indicaba a Sirius y a Harry lo que tendrían que decir para llegar a su casa.

-Primero tú Harry.

–él entró a la chimenea perdiéndose en un remolino de luces y más chimeneas que pasaban ante sus ojos, al fin, todo se detuvo y fue a dar al suelo, del cual se levantó al instante. Un momento después, Sirius apareció a su lado y al final Remus, quien les sonrió a ambos, con un movimiento de varita prendió las luces mostrándoles una acogedora sala con sillones tapizados en cuadros cafés, la decoración era muy tierna, diferente a la de su despacho, seguro él no la había arreglado. Con orgullo, solo dijo.

–Bien chicos, bienvenidos a mi casa.