Capitulo 9. Sirius.
-"Este es mi fin" fue el único pensamiento que llegó al chico.
Harry no reaccionó ante aquel ataque hasta que escuchó el potente grito de su padrino mencionando su nombre y un fuerte empujón que lo llevó al suelo. Parpadeó para situarse en la realidad, el vacío de su estomago fue sustituido por la adrenalina que corría sin piedad por todo su ser, miró hacía un lado y ahí lo vio: Sirius Black se encontraba tendido a su lado, tenía los ojos cerrados y actitud serena y pacifica.
-No... ¡NOOOO! ¡SIRIUS! -zarandeó el cuerpo que tenía a su lado sin obtener respuesta alguna. Estaba enfurecido, tomó su varita y sin murmurar nada, un potente rayo rojo salió de ella dando de lleno en el pecho del mortifago, el cual se estrelló en la puerta con un estrépito ocasionando que la mascara se le resbalara del rostro, sus sospechas sobre la identidad del hombre fueron confirmadas. El encapuchado dirigió su gélida mirada al muchacho antes de dedicarle una sombría sonrisa y desapareció, dejando al pequeño Potter junto al cuerpo de su padrino...
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-¡SIRIUS!.... Sirius... no... no me dejes... no de nuevo...
Harry se aferraba al cuerpo de su padrino, podía aun notar el calor que emanaba de él y que ahora disminuía, parecía que todavía estaba vivo, pero no podía ser, él había recibido un avada kedavra ¿No?
Los sonidos de la batalla que se desarrollaba en la sala iban desapareciendo gradualmente hasta extinguirse por completo.
Pero a Harry no le importó.
El solo lloraba por aquel al que amaba, por aquel con quien discutió por tonterías, por aquel que dio su vida por el...
Una mano se posó gentilmente en el hombro del chico quien se encontraba en estado de shock, por lo que no reaccionó muy bien al este contacto –lo que demostró safandose bruscamente y aferrando más el cuerpo de su padrino.
Esa insistente mano volvió a tocar al chico, quien al no tener a donde huir se vio obligado a levantar la mirada. Ahí estaba Albus Dumbledore, quien lo miró un momento, pidiéndole con la mirada que se tranquilizara y que le diera permiso.
El anciano se sentó a un lado del chico al notar el leve asentimiento que le dedicó. Tomó a Sirius delicadamente, sus ojos se abrieron de par en par antes de murmurar emocionado.
-No... No esta muerto...
-¿Qué?
-Tranquilo Harry, Sirius no esta muerto...
-P-pero ¡LE DIO EL AVADA KEDABRA, LA MALDICION ASESINA! ¡POR DIOS! ¡NO JUEGUE CONMIGO SEÑOR!
-No estoy jugando, nunca he hablado más en serio en toda mi vida. Será mejor ir a San Mungo.
El joven asintió nervioso mirando ávidamente a su padrino y al anciano, quien haciendo gala de su inusual fuerza, levantaba el cuerpo inconsciente de su padrino. Harry lo siguió a la vez en que colocaba una mano en el cabello de Sirius, acariciándolo tiernamente.
Dumbledore sonrío ante el gesto del joven mientras tomaba una vieja revista y con un movimiento de varita acompañado de su respectivo hechizo la convirtió en un traslador, el cual se encargó de llevarlos.
Luego del ya característico jalón a la altura del ombligo, los tres aterrizaron en la recepción del hospital.
Dumbledore interceptó a dos jóvenes medimagos que pasaban, ellos dedicaron una impresionada mirada al viejo (¿Quién no conoce a Albus Dumbledore?), otra a la cicatriz de Harry y una última al ex-prófugo de la justicia que ahora se encontraba inconsciente. Los dos asintieron con una evidente muestra de nerviosismo, del cual se recuperaron rápidamente.
Con un movimiento de su varita, uno de ellos apareció un a camilla en la que depositó al hombre mientras el otro le preguntaba a Albus lo que había pasado. Nadie se fijaba en el adolescente que estaba entre todos esos adultos con la mirada vidriosa fija en su padrino.
Lo cual fue una suerte.
Su –ya de por si- cansado corazón, no resistieron este impacto y comenzó a llorar como nunca antes. Pero era su alma la que lloraba, no sus grandes ojos esmeraldas que ahora parecían muertos ante la perspectiva de que la vida de su padrino pendía de un hilo, un fino hilo que tal vez no aguantaría otro golpe.
No pasó mucho tiempo para que los dos medimagos –y unas tres enfermeras- se llevaran al paciente a una de las tantas salas contiguas.
El tiempo pasó lentamente, una hora... dos... un día... una semana... para Harry era simplemente demasiado tiempo el que se tardaban, aunque eso era una señal inequívoca de que él seguía vivo...
Por fin una enfermera salió de la puerta, sin poder dar un paso más al verse acorralada por un joven de brillantes ojos verdes que murmuraba como un loco
-Dígame... por favor... como esta... se lo ruego... sálvelo...
-E... este...
-Por favor discúlpelo señorita, es que esta muy preocupado por el estado del señor Sirius Black, ¿podría decirme como se encuentra? –la joven suspiró y fijó su mirada en el anciano que sí parecía normal. Sonrió turbada antes de contestar gentilmente.
-Claro, déjeme decirle que el señor Black se encuentra estable aunque aún un poco delicado... es un milagro...
-¿Un milagro?
-Sí, parece ser que algo logró desviar la maldición lo suficiente para que no le causara un daño muy profundo, solo le quemó de manera considerable el torso. Aunque, para estar bien seguros del resultado primero debe despertar.
-Quiero verlo.
-No creo que sea prudente, además, repito que aun esta inconsciente.
-Por favor señorita, deje al joven Potter hablar con el.
-¿Potter? ¿Harry Potter?
-El mismo.
-Mil disculpas señor Potter, espereme aquí y vendré en un instante para hacerlo pasar, como sabrá, el doctor aun le tiene prohibidas las visitar y esto es ilegal... pero por usted lo que sea...
El chico sonrió apenadamente mientras murmuraba un tímido –gracias- que la enfermera aceptó sonrojada.
No pasaron ni diez minutos cuando Harry entró a la habitación. Las cortinas estaban abiertas, casi todo el piso cubierto de maquinas, tubos y pociones, en el centro se encontraba la camilla en la que se encontraba un Sirius más pálido de lo normal con el torso completamente vendado.
Pero respiraba.
Y eso era suficiente para él.
El joven se acercó a la camilla para contemplar mejor a su ángel.
-¿Desde cuando te volviste algo tan indispensable para mi?
-¿Qué haría sin ti Sirius?
-Te extraño...
-Te amo...
Ninguna de sus palabras parecieron tener eco en él, Harry pasó la siguiente media hora sentado a su lado tomándolo de la mano y observándolo... quería comérselo con la mirada aunque sabia que eso era imposible...
-Señor Potter, el tiempo ha terminado... -no se mueve -salga por favor o me despiden.
Con un asentimiento de cabeza, el ojiverde acercó sus labios a los de él para depositar en ellos un suave y tierno beso. –Buenas noches Sirius-
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Esta corto. Pero ya verán la sorpresa que les tengo (si Zaratustra me deja, claro XD)
Reviews!!!!
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-"Este es mi fin" fue el único pensamiento que llegó al chico.
Harry no reaccionó ante aquel ataque hasta que escuchó el potente grito de su padrino mencionando su nombre y un fuerte empujón que lo llevó al suelo. Parpadeó para situarse en la realidad, el vacío de su estomago fue sustituido por la adrenalina que corría sin piedad por todo su ser, miró hacía un lado y ahí lo vio: Sirius Black se encontraba tendido a su lado, tenía los ojos cerrados y actitud serena y pacifica.
-No... ¡NOOOO! ¡SIRIUS! -zarandeó el cuerpo que tenía a su lado sin obtener respuesta alguna. Estaba enfurecido, tomó su varita y sin murmurar nada, un potente rayo rojo salió de ella dando de lleno en el pecho del mortifago, el cual se estrelló en la puerta con un estrépito ocasionando que la mascara se le resbalara del rostro, sus sospechas sobre la identidad del hombre fueron confirmadas. El encapuchado dirigió su gélida mirada al muchacho antes de dedicarle una sombría sonrisa y desapareció, dejando al pequeño Potter junto al cuerpo de su padrino...
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-¡SIRIUS!.... Sirius... no... no me dejes... no de nuevo...
Harry se aferraba al cuerpo de su padrino, podía aun notar el calor que emanaba de él y que ahora disminuía, parecía que todavía estaba vivo, pero no podía ser, él había recibido un avada kedavra ¿No?
Los sonidos de la batalla que se desarrollaba en la sala iban desapareciendo gradualmente hasta extinguirse por completo.
Pero a Harry no le importó.
El solo lloraba por aquel al que amaba, por aquel con quien discutió por tonterías, por aquel que dio su vida por el...
Una mano se posó gentilmente en el hombro del chico quien se encontraba en estado de shock, por lo que no reaccionó muy bien al este contacto –lo que demostró safandose bruscamente y aferrando más el cuerpo de su padrino.
Esa insistente mano volvió a tocar al chico, quien al no tener a donde huir se vio obligado a levantar la mirada. Ahí estaba Albus Dumbledore, quien lo miró un momento, pidiéndole con la mirada que se tranquilizara y que le diera permiso.
El anciano se sentó a un lado del chico al notar el leve asentimiento que le dedicó. Tomó a Sirius delicadamente, sus ojos se abrieron de par en par antes de murmurar emocionado.
-No... No esta muerto...
-¿Qué?
-Tranquilo Harry, Sirius no esta muerto...
-P-pero ¡LE DIO EL AVADA KEDABRA, LA MALDICION ASESINA! ¡POR DIOS! ¡NO JUEGUE CONMIGO SEÑOR!
-No estoy jugando, nunca he hablado más en serio en toda mi vida. Será mejor ir a San Mungo.
El joven asintió nervioso mirando ávidamente a su padrino y al anciano, quien haciendo gala de su inusual fuerza, levantaba el cuerpo inconsciente de su padrino. Harry lo siguió a la vez en que colocaba una mano en el cabello de Sirius, acariciándolo tiernamente.
Dumbledore sonrío ante el gesto del joven mientras tomaba una vieja revista y con un movimiento de varita acompañado de su respectivo hechizo la convirtió en un traslador, el cual se encargó de llevarlos.
Luego del ya característico jalón a la altura del ombligo, los tres aterrizaron en la recepción del hospital.
Dumbledore interceptó a dos jóvenes medimagos que pasaban, ellos dedicaron una impresionada mirada al viejo (¿Quién no conoce a Albus Dumbledore?), otra a la cicatriz de Harry y una última al ex-prófugo de la justicia que ahora se encontraba inconsciente. Los dos asintieron con una evidente muestra de nerviosismo, del cual se recuperaron rápidamente.
Con un movimiento de su varita, uno de ellos apareció un a camilla en la que depositó al hombre mientras el otro le preguntaba a Albus lo que había pasado. Nadie se fijaba en el adolescente que estaba entre todos esos adultos con la mirada vidriosa fija en su padrino.
Lo cual fue una suerte.
Su –ya de por si- cansado corazón, no resistieron este impacto y comenzó a llorar como nunca antes. Pero era su alma la que lloraba, no sus grandes ojos esmeraldas que ahora parecían muertos ante la perspectiva de que la vida de su padrino pendía de un hilo, un fino hilo que tal vez no aguantaría otro golpe.
No pasó mucho tiempo para que los dos medimagos –y unas tres enfermeras- se llevaran al paciente a una de las tantas salas contiguas.
El tiempo pasó lentamente, una hora... dos... un día... una semana... para Harry era simplemente demasiado tiempo el que se tardaban, aunque eso era una señal inequívoca de que él seguía vivo...
Por fin una enfermera salió de la puerta, sin poder dar un paso más al verse acorralada por un joven de brillantes ojos verdes que murmuraba como un loco
-Dígame... por favor... como esta... se lo ruego... sálvelo...
-E... este...
-Por favor discúlpelo señorita, es que esta muy preocupado por el estado del señor Sirius Black, ¿podría decirme como se encuentra? –la joven suspiró y fijó su mirada en el anciano que sí parecía normal. Sonrió turbada antes de contestar gentilmente.
-Claro, déjeme decirle que el señor Black se encuentra estable aunque aún un poco delicado... es un milagro...
-¿Un milagro?
-Sí, parece ser que algo logró desviar la maldición lo suficiente para que no le causara un daño muy profundo, solo le quemó de manera considerable el torso. Aunque, para estar bien seguros del resultado primero debe despertar.
-Quiero verlo.
-No creo que sea prudente, además, repito que aun esta inconsciente.
-Por favor señorita, deje al joven Potter hablar con el.
-¿Potter? ¿Harry Potter?
-El mismo.
-Mil disculpas señor Potter, espereme aquí y vendré en un instante para hacerlo pasar, como sabrá, el doctor aun le tiene prohibidas las visitar y esto es ilegal... pero por usted lo que sea...
El chico sonrió apenadamente mientras murmuraba un tímido –gracias- que la enfermera aceptó sonrojada.
No pasaron ni diez minutos cuando Harry entró a la habitación. Las cortinas estaban abiertas, casi todo el piso cubierto de maquinas, tubos y pociones, en el centro se encontraba la camilla en la que se encontraba un Sirius más pálido de lo normal con el torso completamente vendado.
Pero respiraba.
Y eso era suficiente para él.
El joven se acercó a la camilla para contemplar mejor a su ángel.
-¿Desde cuando te volviste algo tan indispensable para mi?
-¿Qué haría sin ti Sirius?
-Te extraño...
-Te amo...
Ninguna de sus palabras parecieron tener eco en él, Harry pasó la siguiente media hora sentado a su lado tomándolo de la mano y observándolo... quería comérselo con la mirada aunque sabia que eso era imposible...
-Señor Potter, el tiempo ha terminado... -no se mueve -salga por favor o me despiden.
Con un asentimiento de cabeza, el ojiverde acercó sus labios a los de él para depositar en ellos un suave y tierno beso. –Buenas noches Sirius-
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Esta corto. Pero ya verán la sorpresa que les tengo (si Zaratustra me deja, claro XD)
Reviews!!!!
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