CAPÍTULO 9: Nueva profesora de Oclumancia
-¡Míralos! Están compartiendo tostada... ¡y en público!
-Ron haz el favor de calmarte- dijo Harry- Ginny ya es mayor para saber lo que se hace, además Dean es amigo tuyo y sabe que....
-¡Sabe que si le pone la mano encima tendremos más que palabras!-le interrumpió.
Hermione y Helena aparecieron entonces y se sentaron juntas enfrente de los chicos.
-¿Qué le pasa ahora?- dijo Hermione.
-Ginny y Dean...- respondió Harry mientras se preguntaba cuánto tardaría en dejar de asombrarse al ver a Helena por Hogwarts.
-¿Están juntos? Pues hacen muy buena pareja, además Dean es de lo más simpático.
Ron la miró con cara de incredulidad, resopló y no volvió a dirigirle la palabra durante todo el desayuno.
-Lo ves- le susurró Hermione a la vez que intentaba disimilar un bostezo.
-Tenéis mala cara, ¿cuánto habéis dormido?-dijo Harry mientras servía zumo de calabaza en cuatro copas.
-Poco, Parvati estuvo contándonos batallitas del verano y después Helena...
-Eh...-interrumpió Seamos- no sabréis si alguna de las Patil tienen novio, ¿verdad?
-Vamos, Seamus, no seas paliza, ¿por qué no se lo preguntas a ellas?- contestó Ron malhumorado.
-Habló el experto del amor- añadió Hermione entre dientes- ¿y vosotros de qué estuvisteis hablando?
-De lo poco que se parecen los hermanos Weasley entre ellos - respondió Seamus.
-¿Qué te parece la prisión de menores de San Bruto?- dijo Harry ajeno a las miradas de odio de sus dos amigos.
-De lo más estricto... hoy me han pegado media hora con la vara por llevar falda.-ambos rieron- Es el lugar más increíble del mundo... está en la lista de cosas que nunca le perdonaré a mi padre, como el que se comprara una casa al lado de la tuya sin decirme quién eras.
-¿Cuándo lo supiste?
-Después del ataque te desorientaste mucho, me contaste "cosas" y simplemente uní los cabos sueltos.
-Y yo que pensaba que me había vuelto loco porque oía a Snape a la hora de la siesta.
El correo de la mañana irrumpió en el Gran Comedor con un coro de graznidos y gorjeos. Cuando Hermione hubo pagado a la lechuza que le llevaba el periódico, Ron y Harry se inclinaron sobre la mesa para escucharla.
-Investigación sobre el incidente del viernes, página 3- leyó ésta en voz alta- «Un equipo del Profeta se ha trasladado a la pequeña población de Cornie (Escocia) donde numerosos testigos aseguraron ver la marca tenebrosa durante la noche del pasado viernes. Hasta el momento no se habían encontrado indicios que confirmaran dichas declaraciones, pero tras peinar la zona del bosque se han hallado huellas de al menos 20 personas que se adentraron en las profundidades del mismo. Expertos en la fauna local afirman que un 80% de los animales que allí habitaban han huido a tierras del norte. "No sólo han desaparecido la mayor parte de la fauna local" afirma Gilbert Hayes, biólogo de Cornie "sino que ahora en vez de permanecer el bosque en silencio, se escuchan unos extraños sonidos que hemos sido incapaces de identificar."
-Atención, muchachos, los horarios de este curso-interrumpió McGonnagall.
-Supongo que ya sabréis lo que hacían en ese bosque...- comentó Hermione en voz baja.
-¡Con 20 mortífagos!-exclamó Helena- esto se pone feo.
-¡No más que nuestra mañana!- dijo Harry- otra vez, otro lunes, doble de pociones a primera hora.
Con bufidos, gruñidos y ceños fruncidos, los pocos gryffindors que habían obtenido un extraordinario en el TIMO de pociones, se dirigieron a las mazmorras para dar su primera clase del curso. Allí se encontraron con el grupo de los slytherins casi al completo.
-¡Qué curso más aburrido! ¿Dónde os habéis dejado al bufón de Longbottom?
-¡Cállate, Malfoy!-respondió automáticamente Hermione.
-¿Y esas dos moles que tú llamas amigos?-le respondió Ron que tenía las orejas rojas de ira-¿no tenían dinero suficiente para sobornar al tribunal?
- Está claro que tú sí que no lo tienes... ¿Qué han tenido que hacer tus padres para que aprobaras? ¿Vender a uno de tus hermanos?
-Lo mato- murmuró.
Harry y Hermione se pusieron entre los dos y lograron separarles sin que se causaran ningún daño.
-No en la clase de Snape-le susurró Harry.
Y como esperando a que Harry lo nombrara, el profesor Snape hizo su habitual entrada en la clase, acompañado por un portazo y el revuelo de su túnica. Desde el extremo de la sala escrutó a sus alumnos de sexto con todos los músculos de la cara contraidos.
-Dumbledore, llega tarde- dijo al verla entrar.
-¿Pero no venía con nosotros cuando salimos del Gran Comedor?- preguntó Ron.
-Sí, ya me suponía que el Ministerio le había cedido un giratiempos-dijo Hermione-. Ayer estuvimos practicando algunos hechizos en el dormitorio y... sencillamente, nadie con tan sólo un mes de clase puede tener ese nivel de magia.
-Por lo visto hay cosas que nunca cambian, ¿verdad, señorita Granger?-gruñó Snape- Háganos un favor a todos y cállese, para variar. Y usted, siéntese aquí delante.-le ordenó a Helena.
-¿Con Malfoy? ¿Se ha vuelto loco?- preguntó Harry desquiciado-¿Desde cuándo las dos casas se sientan juntas?
-15 puntos menos para Gryffindor... y ahora, si ya han terminado de perder puntos, por favor, déjenme dar clase. ¿Quién podría decirme las propiedades de la adalonta?
Los primeros minutos los dedicó a hacer preguntas de repaso, a las cuales Hermione no pudo responder por mucho que su brazo se agitara en el aire. Snape se empeñó en preguntarle a la nueva alumna, que supo defenderse bastante bien, lo que le valió a Gryffindor 5 puntos y a Slytherin 7 (por sus excelentes servicios prestados). El resto de las dos horas las emplearon en realizar la poción Mementorium, empleada desde la Edad Media para reavivar la memoria.
-Sea cual sea el brebaje que hayáis hecho, enfrascadlo y llevadlo a mi mesa. Dos vueltas más en el sentido de las agujas del reloj, Parkinson. Dentro de dos semana podréis probarlo... yo que usted, Potter, me pondría enfermo para esa clase.
En el caldero de Harry burbujeaba una mezcla con olor a coliflor y de color verdusco muy distinto al azul cielo de la mayoría de sus compañeros. Por primera vez en su vida, Harry deseó que Snape se lo hubiera vaciado. Como deberes les mandó 100 centímetro de pergamino sobre la evolución de las leyes que han controlado las pociones olvidantes durante toda la historia.
-Potter, acérquese a mi mesa. Y usted también- añadió apuntando su larga nariz hacia Helena.-Me han hablado de sus progresos en Oclumancia durante el verano, aunque dado el poco interés que usted mostró durante el curso pasado, me cuesta creerlo.
Harry le miró desafiante.
-Dumbledore me ha pedido que le diga que él no podrá darle las clases... No me mire así, yo no pienso tener horas extra con usted.-hizo una pausa en la que pareció meditar profundamente sobre lo que iba a decir- Helena lo hará.
Harry se quedó asombrado, ¿cuántas sorpresas más se guardaba esta chica?
-Harry, no te quedes ahí parado, Transformaciones ya ha empezado.
Harry no atendió a ni una sola palabra de lo que McGonnagall dijo, y eso que el codo de Hermione permaneció clavado en sus costillas toda la clase.
Eso sí que era un alivio, no tendría que volver a preocuparse de que Snape hurgara en sus recuerdos y le odiara por lo que le hizo su padre. Definitivamente, cuanto menos tiempo pasara con Snpae, más probabilidades tendría de ser un experto en Oclumancia. Una nota le sacó de sus pensamientos:
Parvati y yo nos preguntábamos si este año el ED iba a seguir adelante. Seguro que Dumbledore no pone ningún reparo. ¿Qué dices?
Lavander.
Leyó la nota y la guardó antes de que McGonnagall o Hermione la vieran.
-Preste atención, Potter, o esta noche la pasará entera estudiando.
Sin embargo, Harry fue incapaz de transformar su gusano en erizo, pero casi nadie más lo logró.
-No te preocupes, siempre lo ponen difícil el primer día- dijo intentando tranquilizar a Helena.
Esa noche aparecieron en todas las salas comunes carteles anunciando las clases del ED. Dumbledore parecía encantado con la idea pero le puso la condición de que cualquier alumno que quisiera pudiera acudir a ellas. Extrañamente, ningún anuncio llegó a las mazmorras de Slytheirn. Mientras que en Gryffindor corría la voz de que las pruebas para golpeadores serían el próximo día al terminar las clases.
-¿Adónde vas, Harry? Todavía no has terminado los....
-Llego tarde a Oclumancia- dijo y salió disparado a través del retrato de la Señora Gorda.
-Siento el retraso. Tuve un inesperado encuentro con Peeves.
Dumbledore les había conseguido una discreta y desocupada clase alojada en una de las torres.
-No tiene gran cosa, pero es perfecta para que nadie nos moleste- añadió ella como si no le hubiera oído.
Helena no supo cómo comenzar, sonrió nerviosa ante la mirada de Harry y se sentó en la mesa.
-Llevo todo el día pensando en esta clase.-confesó con la cabeza agachada- para empezar, he estado pensando en cómo hacer esto más agradable de lo que fue el curso pasado. Sev-v-Snape- se corrigió- me ha contado lo que sucedió... y bueno... cuando habla de ti parece estar refiriéndose a otra persona.
-Sí, a mi padre.
-¿Tu padre?
- Le hizo la vida imposible durante sus años en Hogwarts y ahora la está pagando conmigo.
-El caso es que la Oclumancia es lo suficientemente importante como para que no lo dejes tirado a la primera de cambio.
-Lo sé.
-Sí, sé que eres consciente de ello, pero mi ti-el el profesor Dumbledore-Harry no pudo evitar sonreírse- ya, es muy raro para los dos, me hizo prometer que la dominarías al terminar el año. Tiene muchas esperanzas puestas en nosotros, como durante el verano nos hicimos amigos cree que lo pasarás mejor conmigo... todo lo bien que se lo puede pasar uno cuando hurgan en sus secretos.
Harry sintió como el calor subía hasta sus mejillas a la vez que la temperatura aumentaba. Él no tenía secretos para sus amigos, y estaba dispuesto a que Helena formara parte de su círculo de amistades más ¿íntimo?, sugirió una voz en su cabeza. Sí. De hecho la quería en el centro de la circunferencia, pegada a él, dentro de él.
-¿Harry? ¿Has escuchado lo que te he dicho?
-¿Eh? Estaba...
-No tienes buena cara, pareces sofocado.
Helena abrió una ventana y la brisa se coló formando un remolino que terminaba escapándose por debajo de la puerta.
-Como te decía, he estado dándole vueltas a esto todo el día. Necesito encontrar la forma de enseñarte a cerrar la mente sin que te canses demasiado.
Harry asintió.
-Así que voy a utilizar la forma más pura del hechizo, es más sutil pero a la vez más peligrosa si uno no está alerta.
-¿En qué se diferencia del de Snape?
-Pues en que éste no tiene faltas gramaticales. Verás, el tiempo siempre ha jugado en contra de los magos. La pronunciación exacta, la sintaxis... son cosas que no se conservan tal cual con el paso de los años, lo que nos ha llevado a tener una magia más tosca... pero no nos alejemos de lo importante. Prepárate.
Ambos se pusieron en guardia. Harry agarró su varita con fuerzas y se dispuso a vaciar su mente... pero no pudo, Helena tenía sus ojos clavados en él y Harry no podía pensar en nada que no fuera ese botón desabrochado de su blusa.
-¡Legerementem!
Entonces Harry pudo ver su mano temblorosa escribiendo la convocatoria de los nuevos golpeadores, a Cho sonriéndole en el pasillo, a Malfoy mirándole cuando Helena se sentó con él en Pociones... "Vamos, Harry, sabes que puedes conseguirlo". Se concentró con todo su empeño, pero aún así las imágenes seguían escapándosele de la mente. Al verse a sí mismo en la ducha le entró el pánico. No quería que ella viera eso. Gritó. Abrió los ojos y se encontró tirado en el suelo, jadeando.
-Has tardado demasiado, Harry.
-Ya, ha sido un día de muchas emociones. Tú has contribuido a ello.
-No le eche la culpa a terceros, señor Potter. Túmbate, voy a enseñarte unos ejercicios de relajación.
El contacto con el frío suelo le ayudó a despejarse. Helena se sentó a su lado.
-La clave es algo tan tonto como la respiración.-puso una mano sobre su pecho y la otra sobre su estómago-. Tienes que conseguir respirar desde aquí- dijo haciendo presión sobre su tripa, pero Harry estaba muy lejos de sentirse más relajado- así, muy bien... y a un ritmo más lento, como cuando duermes.-le llevó unos minutos hacer que su respiración no se acelerara-¿Ves? Incluso tu corazón late más despacio.
Esperó y cuando vio que Harry mantenía un ritmo estable, dijo:
-¡LEGEREMENTEM!
Nada. Tan sólo se topó con una luz blanca y después con un Harry que la miraba desde abajo.
-Estupendo. ¿Te sientes muy cansado?
-No mucho, nunca me había resultado tan fácil.
Helena le ayudó a levantarse.
-Así aprendí yo. Pero nuestro caso no es el mismo. Tu vínculo con él es muy estrecho, debes estar preparado para lo peor.
Le pidió que se sentara y que leyera algo para recuperar energías mientras ella iba a por té. Encontró entre sus libros uno sobre teoría de quidditch que jamás había caído en sus manos. Se quedó rápidamente inmerso en la lectura, memorizando tácticas y movimientos, de modo que cuando Helena entró, ni se percató de su presencia... ni de:
-¡LEGEREMENTEM!
El libro cayó al suelo con un ruido seco. Harry se vio de nuevo en el baño, apoyándose contra la pared de baldosas, jadeando, su mano subiendo y bajando...
-¡NO, NO! ¡¡¡PROTEGO!!!
El hechizo rebotó como contra un espejo y, ayudado por la ira y la vergüenza que sentía Harry, se adentró en la mente de Helena, ésta cayó al suelo de espaldas y fue incapaz de defenderse.
Ahí estaba Helena. La estaba viendo a través de sus recuerdos, tendiéndole una bolsa de hielos a Malfoy. Se acercó para oír lo que decía, pues hablaban en susurros, y al instante tuvo que protegerse los oídos. Ambos habían estallado en un aullido desgarrador y Malfoy perdía el equilibrio al intentar sostener a Helena por la túnica. Una mancha negra atravesó el cuerpo inmaterial de Harry, era Snape, que había oído los gritos desde fuera. Ayudó al slytherin a levantarse, pero ninguno consiguió reanimar a Helena. Tuvo que correr para no perderles de vista, ya que se dirigían velozmente a las mazmorras.
El colegio se encontraba vacío, por lo que Harry pudo deducir que este recuerdo era del verano... cuando todavía Helena era tan sólo la vecina de Privet Drive. Entraron en un cuarto que Harry jamás había visto, pero rápidamente dedujo que se trataba del dormitorio del profesor Snape. Con cuidado depositaron a Helena en su cama y al instante Malfoy cayó de rodillas, atormentado por un dolor que surgía de su brazo izquierdo.
-Vamos a tener que despertarla, si está inconsciente no podrá cerrar su mente al Señor Oscuro- al ver que Malfoy no respondía se dio cuenta de que tenía que hacer algo para que el dolor de los dos jóvenes remitiera. De su mesilla de noche sacó una pomada de elaboración casera que aplicó sobre sendos tatuajes.
Al instante Helena se incorporó en la cama con la mirada perdida. Harry no pudo evitar un grito al ver en su cara semejante mueca de terror. Pero más fuerte gritó cuando Snape la ocultó entre sus brazos. No tuvo la fuerza suficiente para acercarse y oír qué le susurraba éste mientras mecía a la joven. Malfoy tenía la misma cara de asombro y repugnancia. Cuando Helena volvió a tener consciencia de dónde se hallaba y con quién, intentó en vano cubrirse el brazo pero la mano firme de Draco se lo impidió. Notó cómo su mano le apretaba firmemente mientras su mirada se le clavaba en el alma.
-¿Qué te has hecho en la marca?
-De todo... la última vez intenté quemarla.
-Muy estúpido por tu parte, por eso ahora te duele más de lo normal.- le regañó Snape.
Al oír la voz de Snape, Malfoy se alejó unos pasos, dándose cuenta de que no estaban solos.
-Ha intentado... es decir, ¿nos estaba convocando?- preguntó.
-Sí, he venido en cuanto he sentido que la mía se ponía al rojo vivo... hemos descubierto que planeaba llamarnos a todos, incluso a los más jóvenes.
Helena y Malfoy se miraron asustados.
-No se dará por vencido tan fácilmente, pero por desgracia yo no me puedo quedar con vosotros. Utilizad esto cuando vuelvan los dolores- dijo dejando el ungüento sobre la almohada-. Mañana por la mañana vendré a buscaros, mientras tanto pasaréis aquí la noche, cerraré la puerta con llave para que no se os ocurra salir
Cuando Snape abandonó la habitación, Harry seguía sin aceptar lo que estaba ocurriendo. Había llegado a la conclusión de que era viernes por la noche, la misma hora a la que se vio al ingente grupo de mortífagos en los bosques de Cornie, pero no podía creerse que Helena fuera uno de ellos.
-Tal vez sí que puedas llegar a sorprenderme- dijo Malfoy mientras se echaba en la cama.
-¿No te esperabas esto?
-¡No! Pensaba... yo que sé, que tu madre sería una maestra de las Artes Oscuras que se le fue la mano al enseñarte cosas de pequeña y que por eso tu padre había huido del país, de la magia y de ella.
-Frío, frío.
Se tapó con las sábanas y se quedó mirando las arrugas que sus dos cuerpos dibujaban sobre ellas.
-Puedes contármelo- dijo seriamente mientras apartaba un mechón de su cara- y después haremos una gráfica para saber quién tuvo la peor infancia.
Ambos rieron y Helena decidió confiar en él. Harry se dio cuenta de que las piernas no aguantarían su peso más tiempo, y se sentó en el suelo, al lado de la puerta.
-Verás, mi padre, como un buen Dumbledore, no sólo se convirtió en un gran mago, sino también en un acérrimo oponente de quien-no-debe-ser-nombrado. Pero en su escala de prioridades, antes de ser un Dumbledore y un miembro de la Orden del Fénix, mi padre era (y es) el mayor experto de Prehistoria de la Magia desde hacía varios siglos. En uno de sus primeros viajes por los lugares más recónditos del planeta conoció a mi madre, que no era partidaria de las Artes Oscuras ni nada por el estilo- añadió para sacarle del error- . Su nombre era Alecés Eastun, descendiente semihumana de la estirpe más antigua de la Gente del Agua.
-¿Un sémifer? Pensaba que era imposible que de un...
-Ya- le interrumpió- tan sólo se había oído hablar de estos seres en las leyendas griegas, pero mi padre encontró una, y se casó con ella. Contra la voluntad de mi padre, que quería mantener a su familia apartada de Inglaterra, mi madre le convenció de lo útiles que serían ambos para derrotar a quien-tú-ya-sabes...
-¿Empleando Magia Antigua?
-Sí. Así que decidieron venirse. Todo marchó bien hasta que la noticia del embarazo de mi madre, lejos de mantenerse en secreto, llegó rápidamente a oídos de los tenebrosos. Por aquel entonces habían conseguido que muchos hijos de magos oscuros aprendieran el arte de sus padres desde la cuna, como te pasó a ti-Malfoy asintió y le pasó un poco de pomada- Vieron en mí una conjunción de fuerzas bastante poderosas... tiene gracia porque he resultado ser bastante inútil... y al poco de nacer, tras morir mi madre, me secuestraron. Estuve un año desaparecida, incluso tras la caída de quien-no-debe-ser- nombrado me retuvieron y, bueno, creo que puedes imaginarte el resto.
-Hasta que Snape te salvó.
-Sí, hasta que él me encontró y le dejaron verme con el pretexto de enseñarme Legeremancia... fue leyendo mi mente como se enteró de que- Helena apartó su pelo a un lado dejando su cuello al descubierto, sobre el cuál se veían dos lunares muy profundos- un día uno de ellos trajo consigo una criatura que hasta antes no había visto... creo que era un vampiro. Le dejaron beber hasta que me quedé con el mínimo de sangre indispensable para seguir con vida... y luego yo bebí también.
Hubo un silencio eterno que se rompió por la impaciencia de Malfoy.
-¿Sangre? ¿De qué?
-No lo sé. He ido acordándome de esto poco a poco... en mis pesadillas. Severus me ha ayudado mucho, entiende que necesito saber qué me pasó, sin embargo mi padre ha estado intentando que lo olvidara todo, por eso huimos, por eso no sé hacer nada de magia que no tenga que ver con el sufrimiento y la muerte... Por eso algunos me consideran un peligro, si no hubieran hecho más que enseñarme magia negra no habría problema... pero el ritual de la sangre lo realizaron más de una vez y todavía no sabemos qué consecuencias ha tenido sobre mí.
Una nueva oleada de pinchazos nació de sus marcas. En un mismo movimiento sus cuerpos se aproximaron y quedaron abrazados en un nudo de manos y sábanas. Bajo su barbilla Malfoy notaba cómo rodaban las lágrimas de Helena. Cuando el dolor pasó, Helena se apoyó en su hombro para poder mirarle a los ojos.
-¿Y a ti que te ocurrió?
-Mis padres estuvieron de acuerdo en dejar que me marcaran... desde entonces no he hecho más que oír a mi padre hablar sobre lo orgulloso que se sentirá de mí cuando llegue el Momento, creo que su mayor sueño sería que matara al niño Potter.- dijo con cierto rencor- Quiere que sea un asesino.
-¿Cómo es posible que dentro de ese ambiente no hayas seguido los mismos pasos de tu padre?
-¿Quién dice que no los esté siguiendo?
Helena le miró incrédula.
-Para que te responda a eso necesitarás un par de citas más.-afirmó girando la cabeza y haciendo que sus narices se tocaran
-No te hagas ilusiones, nunca saldría contigo.
-Dime eso sin sonrojarte.
-¡¡PROTEGO!!- escuchó Harry a lo lejos y al segundo volvió a encontrarse en la destartalada clase.
-¿Estás bien?-preguntó cuando se percató de que Helena estaba en el suelo.
Se acercó a ella y al ver que no despertaba comenzó a ponerse nervioso. Le golpeó la cara suavemente, la intentó incorporar, y finalmente, después de unos minutos que a Harry se le hicieron eternos, abrió los ojos.
-Mi cabeza...-murmuró en un hilo de voz.
-No intentes moverte, voy a llevarte a la enfermería.
-Harry, ¿qué ha pasado?- preguntó el profesor Lupin al verle entrar con Helena en brazos.
-Estábamos...- hizo una pausa mientras la dejaba en una de las camas- ¿dónde está Madam Promfey?
-Ha ido a por mi poción revitalizante.- se levantó y se acercó a su cama.-¿Cómo se ha dado este golpe?
-Lupin, aquí traigo tu poción-dijo una voz asqueada que correspondía al profesor Snape- ¡¡Apártate de ella!!
-No seas absurdo, Snape. No se me ocurriría hacerle nada.
Le respondió con una mirada negra y emponzoñada.
-¿Qué está haciendo aquí, Potter?
-He traído a Helena, estábamos practicando Oclumancia cuando mi hechizo de protección la derribó y se quedó inconsciente.
-¡Maldita bestia! Si le pasa algo haré que te expulsen.
Lupin apretó el hombro de Harry fuertemente y se interpuso entre los dos.
-Será mejor que te vayas y avises a Poppy. No te preocupes, se pondrá bien.
Al cruzar la puerta pudo oír como se gritaban el uno al otro.
-NO PUEDES AMENAZAR A HARRY.
-ESE NIÑO NO ES EL ÚNICO ALUMNO QUE NECESITA PROTECCI"N.
-LA CUESTI"N ES SI NECESITA PROTEGERSE DE ELLA.
-ESTÁ VISTO QUE NO... ESE NIÑO NO TIENE RESPETO HACIA NADA NI NADIE, YA ME LO DEMOSTR" EL CURSO PASADO.
-ESTOY SEGURO DE QUE HA SIDO UN ACCIDENTE.
-¿Qué está pasando ahí dentro?- Harry acababa de cruzarse con Dumbledore y la enfermera.
-Helena se ha dado un golpe y Lupin y Snape están...
-A ver cuando aprenderá este par a estarse callados en la enfermería-exclamó ella.
-Ven con nosotros-dijo Dumbledore guiñándole un ojo.
El director hizo a Snape salir de la enfermería, y en cuanto Lupin se tomó la pócima hizo lo mismo con él.
-En Oclumancia es muy frecuente este tipo de accidentes. Supongo que para que respondieras así, Helena tuvo que ver algún recuerdo importante o embarazoso para ti- decía Dumbledore mientras Poppy le curaba la herida- así que imagínate lo que le habrías hecho al profesor Snape.
Harry lo había olvidado. Cuando no pudo esconderle ese recuerdo a Helena, pensó que se moriría de vergüenza la próxima vez que la mirara a los ojos, pero después de lo que había visto... necesitaba tiempo para asimilar tanta información y tan desconcertante. Pero cuando se incorporó y afirmó no sentir ya ningún dolor, Harry volvió a encontrarse con su amiga, la que tan sólo tenía la cicatriz de una quemadura en el brazo.
Juntos se volvieron a la Sala Común y terminaron sus deberes.
Desde el exilio de lo que mis padres consideran "vacaciones" actualizo el noveno capítulo, que en mi mente tenía mucha mejor pinta (he hecho todo lo que he podido) y en el que por fin empiezan a ocurrir COSAS. Así que, afanado lector de fanfics que alivias el aburrimiento del verano con el fandom de hp, no te olvides de dejar un review, no te cuesta nada y a mí me hace muuuy feliz y me empuja a seguir escribiendo. Un besazo para mis dos betareaders (weno, a la beta y a la gammareader) por su apoyo incondicional y sus cojo-ideas, así como a Náyade, Lladruc y MerlinJJ (en cuanto me quede atascada te pediré ayuda a gritos, muchas gracias) por sus reviews, que tardaron en llegar y ya estaba entrando en crisis. Espero que éste también os guste. ¡Nos leemos!
