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Dedicado a: SaraMeliss, por ser la que más sufrió con la muerte de Ginny (me amenazó y todo ¬.¬) jajaja y por conocer el día a día de esta historia y mis progresos con ella .!

Bueno, bueno... aquí estoy con un nuevo capítulo. Muchas me preguntaron si iba a matar a Ginny. ¿Soy yo capaz de matar a Ginny?. ¿Quieren saber la respuesta? Comiencen a leer.


In The Shadows
Séptima parte

Apenas alcanzó la salida se dispuso a dar media vuelta pero alguien ya estaba allí, y ese alguien lo tomó por el cuello y le apuntó con su propia varita a la cabeza... y le dijo con una voz que se le hizo conocida:

-Creías que ibas a escapar con demasiada facilidad de mi. ¿Verdad Draco? -

Ese definitivamente era su padre.

-No he dicho eso... -murmuró.

-Mata a la chica, luego sube, tenemos que salir de aquí lo antes posible -le dijo luego, con la misma voz fría, al tipo que apuntaba a Ginny.

Draco sintió como si se le cayera el mundo a los pies. ¿Ginny... muerta?

-Pa... padre, espera, que no la mate -dijo él, viniéndosele una idea repentina, loca y repentina, a la cabeza. Detestaba tener que rogarle a su padre, pero no le quedaba otra salida. Puso la voz lo más seria que podía poner en ese momento, y habló en un susurro bajo, no quería que Ginny escuchara-. Por favor...

-¿Que no la mate? -respondió éste, impresionado, mirando a su hijo con astucia-. A ver, espera -subió la voz-. ¡Quieto, Kelly! No hagas nada aún -bajó la voz otra vez y se dirigió a su hijo-. Tú planeas algo...

El chico sólo asintió con la cabeza, tratando de mantener esa mirada sin parpadear, para que no se notara todo el nerviosismo que llevaba por dentro.

-Kelly, subamos ahora, trae a la niña contigo

Soltó a Draco y le apuntó con la varita.

-Un movimiento en falso y no desearás estar vivo Draco -le dijo Lucius.

¿Qué clase de padre hace esto con su hijo?

-Camina

Draco entró en el túnel derecho, seguido de su padre, quién le apuntaba con la varita. En un rápido vistazo hacia atrás notó que venía Ginny seguida -y también apuntada por la varita- del otro Mortífago. Subieron la extensa escalinata de piedra por un par de minutos hasta llegar a una especie de recibidor, donde la salida estaba tapada con un retrato que daba a la sala de los Slytherins.

¿Qué estaban haciendo ahora, en qué lío se habían metido, a dónde iban a ir a parar? Ginny estaba sumida en una confusión total. No entendía por qué el señor Malfoy desistió de matarla, ni por qué ahora subían los cuatro hasta aquella sala común. ¿Qué les tenían preparado, se la llevarían con ellos también? No, que estaba pensando... Mejor morir antes de tener que convertirse en Mortífago. No... pero ella no podía ser Mortífago... ¿o sí? Después de todo igual era de sangre limpia... pero su apellido era la "deshonra de los magos de sangre limpia", según los mismos Mortífagos. Seguro la iban a matar, tarde o temprano lo harían. ¿Y Draco?

Salieron del retrato y entraron a la habitación. Ella nunca había estado allí, y no dejaba de mirar hacia todos lados, hasta que se dio cuenta del lugar donde estaba. Y se paralizó.

Al menos unos 10 Mortífagos los estaban esperando. Todos encapuchados, todos con máscaras, todos oscuros y sombríos.

Draco tomó aire profundamente, no podía hacer nada frente a esa pequeña multitud, aunque se preguntaba cómo habrían logrado colarse en el castillo. Claro, eso no debiera haber sido tan difícil, después de todo, todos habían estudiado alguna vez en Hogwarts, o eso se imaginaba él. ¿Pero pasar a Dumbledore? Por supuesto, los Demetores en el Gran comedor para distraerlos. Quizás les había sido tan fácil como quitarle un caramelo a un bebé.

Su padre dejó de apuntarlo y levantó su varita al cielo, realizando un conjuro que rodeó a todos con una nube espesa de color verde musgo, y al momento siguiente sintió como se levantaban y trasladaban, desapareciendo, hacia algún lugar extraño.

De pronto, sus pies pisaban tierra otra vez. Estaban en un lugar oscuro, en el estudio de una mansión antigua, al parecer. Las paredes se alzaban altas e imponentes, cubiertas de libros hasta el cielo como una gigantesca biblioteca. Bajó la vista, pero todos los Mortífagos y Ginny miraban hacia la misma dirección, a su derecha. Se giró y vio un escritorio antiguo de madera sobre una tarima, con algunas plumas y libros encima, y más atrás, había alguien sentado. Lord Voldemort.

Todos se arrodillaron. De algún lugar salían más y más Mortífagos, que a medida que entraban, se iban arrodillando también. Sintió una mano pesada en su hombro, obligándolo a doblar sus rodillas e inclinarse. En tanto se agachaba dirigió su mirada a Ginny, quien también se arrodillaba con la mirada perdida en alguna parte.

Así continuó por varios minutos, hasta que se dejó de escuchar movimiento alguno. Draco podía notar perfectamente la tensión del lugar, y él que había pensando que nunca en su vida llegaría a estar en una reunión con los criminales más buscados del mundo mágico...

El Señor Oscuro se levantó de su sillón, quedando ante todos, recorriendo con su mirada a cada uno de los esclavos allí presentes. Sus ojos eran perversos, a kilómetros podía verse que sus intenciones nunca eran buenas, que no era una persona, era un monstruo.

-Espero que hayan cumplido perfectamente sus misiones -dijo de repente, con una voz fría, terrorífica, que a Draco le heló las venas.

Algunos Mortífagos asentían, igual que su padre. ¿La misión de Lucius había sido el sólo hecho de ir a buscarlo a él?. ¿Tan importante era su entrada a ese peculiar -y por no decir aterrador- grupo? Sintió los ojos de Voldemort en él; claro, era demasiado evidente su lugar entre todos los encapuchados, enmascarados y aterradores asesinos. Siguió la vista de el Señor Oscuro, que ahora iba hacia Ginny.

¡Auch! Otro peso en el estómago. ¿Qué rayos iba a hacer con Ginny? Le había hecho entender a su padre que tenía un plan, pero era mentira, no tenía ninguno, no sabía que clase de cosa le iba a inventar luego. ¿Y qué si Voldemort no quería escuchar y de todas maneras mataban a Ginny como lo habían hecho con tantas otras personas inocentes en el pasado?. ¿Cómo pudo meter a la pelirroja en este problema? Y ella parecía no responder ante este hecho. ¡Quizás qué estaría pensando!

Pero ella estaba en shock. No podía asimilar que sucedía a su alrededor, quería creer que todo era una pesadilla demasiado real, que ella ahora estaba en su cama con dosel en el dormitorio de chicas de quinto año de Gryffindor, y que mientras más rápido terminara esto más pronto despertaría y volvería al día antes de que hubiera pasado todo, antes de que hubiera salido a recorrer el colegio con Draco, antes de tener el menor contacto con él. El volver a ser la "pobretona Weasley" de siempre.

Varis Mortífagos salieron de sus lugares y se adelantaron hasta la mesa frente a Voldemort, entre esos Lucius, quien le indicó con un gesto de la mano que se mantuviera en ese lugar o se arrepentiría, pero Draco sabía perfectamente que de nada valía tratar de escapar de ese lugar completamente extraño para él, y menos lleno de gente que preferiría matarlo antes de dejar que se uniese a ellos.

Unos minutos bastaron para que su padre regresara hacia donde él y lo tomara por el brazo, llevándolo hasta Voldemort y susurrándole rápidamente en el oído:

-No te atrevas a desafiar a mi señor, o te las veras mal... -Notó que Draco volteaba la cabeza para mirar a Ginny, quien también era llevada por un Mortífago hacia delante-. No te preocupes por tu amiguita, la Weasley -Draco se estremeció al saber que su padre sabía quién era-. La haremos pasar como recluta... no creo saber qué es lo que quieres de ella, pero supongo que más rato nos lo revelarás

Ya habían llegado. Su padre se alejó hacia atrás, a reunirse con los otros que ya se empezaban a dividir en grupos. Se fijó en los que estaban a su lado. Eran varios chicos y chicas de más o menos su edad, probablemente algunos mayores, y seguramente todos habían accedido por voluntad propia a unirse a los Mortífagos, por la expresión, además de temor, de orgullo que notaba en sus ojos. Miro al frente y se encontró con el Señor oscuro mirándolo atentamente, y le sonreía.

-Siéntanse elegidos, siéntanse especiales niños, porque Lord Voldemort los acepte como seguidores de las inconfundibles y misteriosas Artes oscuras, y más aún, reconocidos en su grupo como los nuevos Mortífagos. Todos ustedes -y recorrió al grupo- han de saberse superiores a los demás magos impuros e imbéciles, con nada de astucia, partidarios de lo que creen es lo correcto para ellos y para el mundo. Que estupidez. Ustedes saben para que están aquí. Desde ahora ya no son simplemente magos y brujas, ahora son verdaderos Mortífagos, y con el paso del tiempo irán aprendiendo las cosas que quieran saber. Si cumplen bien, serán gratamente recompensados, como bien deben saber, ya que todos conocen este estilo de vida desde pequeños... ¿no? -soltó una carcajada sombría-. Bien, ahora procederemos a la acción -rió de nuevo-. La Marca Tenebrosa

¡¿La Marca Tenebrosa?!, pensaron Draco y Ginny al mismo tiempo. También, que esto no era un simple juego, que todo lo que siempre habían repudiado ahora entraría a sus vidas para siempre, y que no había vuelta atrás. Que quedarían marcados para siempre.

Lord Voldemort se acercó a el chico de más a la izquierda del pequeño grupo, que parecía tener unos 18 años. Con la varita le levantó la manga del brazo izquierdo de la túnica hasta el codo y con la mano libre le tomó por debajo, mientras cerraba los ojos y ponía la punta de la varita sobre el antebrazo del chico, que ahora temblaba ligeramente.

- Joey Blaster -dijo ceremoniosamente-, que todas las fuerzas de la oscuridad te tomen como un nuevo miembro, porque tú eres un elegido, porque ahora tú eres la sombra, ahora tú eres un Mortífago de Lord Voldemort

Unos segundos pasaron, y era una situación muy extraña la verdad. Voldemort parecía muy concentrado, mientras chispas verdes comenzaban a centellear desde la punta de la varita, y que las mismas chispas luego se separaban de ésta y patinaban sobre la piel del muchacho, formando los bordes de una calavera. Todos los muchachos miraban embelesados el espectáculo, menos Draco y Ginny; el primero porque le daba una repugnancia enorme, y la segunda porque aún parecía estar en otro lugar.

El Señor Oscuro abrió la boca, y lanzó algo como una maldición, pero en parsel, porque Draco no entendió absolutamente nada además de un suave siseo, salvo que aquel siseo sólo fue opacado por el grito que lanzó el muchacho a la vez que una potente luz salía de su antebrazo, formando la Marca. Cuando estuvo lista, el chico cayó de rodillas al suelo sujetando su brazo.

-Gracias señor, gracias... muchas gracias -dijo besándole la parte baja de la túnica a Voldemort, quien lo hizo a un lado mientras exclamaba:

-Siguiente

Así fueron pasando uno tras uno los chicos y chicas que iban siendo demarcados de a poco, con precisión y lentitud.

Ya sólo faltaban dos personas para que le tocara a Draco... y él estaba ahí, quieto, con demasiado miedo como para hablar o moverse. Y ahora faltaba uno... le echó una rápida mirada a Ginny, quien estaba pero aún que él, porque a decir de lo pálida que estaba pareciera que ya no le quedase sangre en su cuerpo. Y ahora le tocaba a él.

Caminó con lentitud hasta quedar frente a Lord Voldemort. Éste le subió la manga del brazo izquierdo, puso la varita sobre su piel.

-¡Draco Malfoy!

Pero esa voz no vino de Voldemort, al contrario, se escuchó desde el otro lado de la sala. Y allí, lejano y seguido de cientos de aurores, estaba Albus Dumbledore.

Continuará...