Este es un pequeño fic que se me ocurrió mientras veía una película. Quería hacerlo de un solo capítulo, pero me salió demasiado largo y tuve que partirlo. Francamente no se cuantos salgan, así que espero que sean pacientes con el final. No es una de las parejas de las cuales acostumbro a escribir, así que espero que esté bien redactado. Espero sus comentarios dando tomatazos.
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Capítulo I
La joven morena miraba por la ventana, como si buscara a alguien en especial, obteniendo un resultado nulo. En su rostro se podía leer el las claras tribulaciones de una persona a los principios de la veintena, cosa que también saltaba en sus movimientos, suaves y delicados, pero firmes a la vez. Su cuerpo curveado hacía que mas de una cabeza volteara cuando ella pasaba por las calles, arrancándole una sonrisa. Sus amigos le repetían a cada momento lo guapa que era, sin embargo, jamás acababa de creerlo.
Tomó la escoba en sus temblorosas manos y salió al patio trasero de su pequeña casa. Había dejado una rápida nota a sus padres, en caso de que se llegaran a preocupar. Montó la escoba después de haber encogido su maleta y guardarla en el bolsillo de su túnica violeta.
-Bien, aquí voy- Respiró profundamente un par de veces y alzó el vuelo. De todas las materias que había cursado en Hogwarts, la asignatura de vuelo era la única que aún le provocaba náuseas, ya que jamás había logrado hacerlo sin salir seriamente lastimada, o peor aún, terceras personas.
Las nubes provocaban que se empapara, y encima, constituían una delgada barrera, por lo cual agradeció que éstas escasearan, al menos en el primer tramo del viaje. Por momentos, su barredora se tambaleaba un poco, pero lograba dominarla segundos antes de caer.
Divisó por fin el punto de reunión, una cabaña que era usada normalmente para que los miembros de la Orden pudieran tomar unas vacaciones sin el peligro de que alguien los encontrara. Estaba oculto con el Fidelio, y extrañamente, el guardián secreto era el profesor Snape.
"¿Por qué aún le llamas profesor?"Aparentemente, su subconsciente quería comenzar una de esas pláticas que tanto le molestaba tener, mas aún después de haber salido de Hogwarts.
-Cierra la boca- contestó ella groseramente. Frunció el ceño. Ahora podrían considerarla loca. Estaba volando de una forma algo extraña, balanceándose de un lado a otro, tratando de mantener el equilibrio y para colmo, ahora comenzaba a hablarle al aire.
"No respondiste mi pregunta.." –Por que no hay nada que responder, le llamo profesor por que fue mi mentor por siete años, creo que uno se acostumbra-
"Dumbledore te pidió que le llamaras Severus" –Bueno, ¿Qué mugroso problema tienes tu con los nombres? Yo le puedo llamar como se me de mi regalada gana y tu puedes irte a ver a donde-
La voz guardó silencio. Fue en ese momento que se dio cuenta de que tenía los dedos engarrotados por el frío
"¿Por qué, de entre todas las personas, tenía que ser el guardián secreto?" Decidió ignorarse esta vez. Estaba mas preocupada por no caer.
Había notado que desde hacía tiempo atrás su escoba se inclinaba ligeramente hacia delante. Sus manos, a pesar de estar congeladas, se habían comenzado a desplazar hacia la punta del mango de la escoba. Para agrandar mas el problema, comenzó a caer en picada.
-¡Maldita sea! Harry me va a enseñar a usar esta cosa aunque sea lo último que haga- Trató de maniobrar la escoba, pero ésta parecía no querer responderle. -¡Auxilio!- Gritar en el aire era completamente estúpido, pero no sabía que hacer. Estaba cayendo cada vez mas rápido, hasta que la velocidad misma hizo que el aire no pudiera entrar a sus pulmones, por lo que en segundos lo vio todo negro.
Cuando volvió en si, pudo sentir la brisa fresca en su rostro y cabellos, haciendo que éstos se ondularan al viento libremente. Durante unos momentos tuvo la alocada idea de ir todavía en su escoba, sin embargo, la posición en la cual se encontraba y el hecho de que no iba a agarrada al mango hicieron que desechara ese pensamiento al instante. Estaba sentada en una escoba, lo sentía, aún a pesar de tener los ojos fuertemente cerrados. La voz fría de su acompañante la distrajo de su intención de frotarse la cabeza, en donde sentía un fuerte golpeteo.
-No se suelte señorita Granger, no pienso atrapar cosas cada vez que le venga en gana- Si, claro, de todas las personas en la Orden, tenía que ser precisamente él quien la rescatara. Puso ambas manos en la escoba, apretando mas fuerte que de costumbre, poniendo sus nudillos completamente blancos. Su acompañante notó el gesto. Abrió los ojos con dificultad, y el mareo se apoderó de ella nuevamente, ya que estaban bajando a la cabaña en picada. Su cuerpo fue impulsado hacia delante y casi al momento sintió la mano de él sujetándola por el talle. Un rojo fuerte tiñó sus mejillas mientras el mareo se iba y ella trataba de hacerse un poco mas hacia atrás.
-Si no deja de moverse nos va a tirar de la escoba- gruñó Snape descontento.
-Lo siento- musitó ella, tratando por todos los medios de estarse tranquila. Él comenzó a aflojar la mano que había colocado a su alrededor, todavía sin soltarla. –Profesor...- se atrevió a hablar. –Por casualidad... ¿No vio donde cayó mi escoba?-
-Señorita, si piensa que estoy al tanto de donde sus alumnos pierden las escobas está muy equivocada- contestó éste.
-Le recuerdo que ya no soy alumna- se atrevió a objetar la chica. Mas por amor propio que por otra cosa. Casi al instante se arrepintió, ya que el brusco aterrizaje le hizo ver que lo había provocado. –Gracias- Dejó la palabra en el aire. Había salido corriendo en dirección a la cabaña en cuanto vio aparecer a sus dos mejores amigos.
-¡Ron! ¡Harry!- exclamó alegremente, mientras los abrazaba efusivamente.
-Y aquí esta la chica mas guapa de Hogwarts- exclamó Harry con fingido aburrimiento, obteniendo un suave golpe por ella.
-¿Qué tal tu fin de semana? ¿Se enojaron tus padres por que los abandonaste tan rápido?- preguntó Ron, mientras pasaba una mano alrededor de los hombros de la chica. Snape contempló la escena en silencio.
-No, mis padres no estaban, así que no creo que los vaya a ver enojados- contestó ella pícaramente.
-Por cierto- interrumpió Harry –Encontré esto hace unos momentos, estaba cayendo al lago- y le mostró su flamante Barredora.
-¡Que bueno! ¡Pensé que la había perdido!- exclamó alegremente Hermione, tomando su escoba preciada entre sus manos.
-Jamás entendí por que la compraste, si en realidad no es tu medio de transporte favorito-
La morena le sacó la lengua mientras se encaminaba a guardarla en la parte trasera de la cabaña. Dumbledore les había pedido que todas las escobas que utilizaran y demás medios de transporte fueran depositados ahí. A medio camino se encontró con Snape, quien venía de guardar la suya. Lo hubiera negado, pero podría jurar que en cuanto él la vio cambió su rumbo, tratando de evitarla.
-Pues se pierde de mi agradecimiento- exclamó ofendida la chica.
-Vaya, estamos enojados hoy- una voz a sus espaldas la sorprendió.
-¡Remus!- exclamó alegremente, corriendo a abrazar al viejo licántropo. Tenía mas canas de lo usual, pero Hermione podía ver por su sonrisa que estaba mejor que nunca. Gracias a las pociones preparadas por el profesor Snape uno se percataba de la mejoría en Lupin.
-¿Con quien estás enojada y por que?- preguntó éste, mientras la chica se desprendía de sus brazos.
-Nada, nada, cosas de chicas supongo. De esas que los hombres no se quieren enterar- Encaró la ceja de modo significativo y un tono rojo se asomó en las mejillas de él.
-Bienvenida al cuartel- dijo otra voz.
-¡Nymphadora!-
-¡Si me vuelves a decir así no te doy abrazo!- exclamó la metamorfomaga con una sonrisa. La muchacha de ojos café ignoró el comentario y la abrazó alegremente. –Me alegra tener una chica aquí por fin. No sabes lo horrible que es estar encerrada con puros hombres- agregó.
-Bueno, unas amigas me han dicho que se llama suerte- declaró Remus. Hermione y Tonks le asesinaron con la mirada mientras se encaminaban a la cabaña.
Se unieron a Harry y Ron, quienes estaban en la sala tomando un agua y el otro vino. Aparentemente el profesor Dumbledore solamente había llamado a aquellos de la Orden que recién habían entrado poco después de salir del colegio. Fred y George llegarían en cualquier momento, al igual que Ginny.
-¿Y ustedes por que están aquí?- le preguntó a Tonks y Remus.
-Bueno, estábamos tomando unas muy merecidas vacaciones, las cuales se vieron interrumpidas por Severus, quien llegó dos días después que nosotros alegando que necesitaba esconderse.- contestó Remus, apareciendo un vaso con jugo.
-Pero ni se preocupen, ya tenemos misiones que cumplir, así que podrán de deshacerse de nosotros en poco tiempo- agregó Tonks.
-Lo cual será un verdadero placer- exclamó Snape en veneno puro, entrando al salón. Contempló a los habitantes y se dio cuenta con horror que solamente había lugar junto a la "sangre-sucia" Granger. Como la educación dictaba, se quedó de pie.
-Me alegra verte también Snape- contestó Tonks, quitándole importancia al comentario. Hermione se percató del comportamiento de su antiguo profesor y adivinó el por que.
"¿Te duele que sea de ese modo?"
-Pasa Severus, siéntate a tomar algo- le invitó Lupin con un tono de voz que indicaba que eso era lo último que deseaba. La muchacha se sorprendió con ello, pero no dijo nada.
-Gracias Lupin, pero no acostumbro a convivir con...- se detuvo a media frase. Había estado a punto de decirlo. –Me retiro a mis habitaciones- concluyó, y con paso decidido, salió de ahí.
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Había estado a punto de insultarla, lo sabía. La peor ofensa que podía existir en el mundo mágico y la estaba apuntando contra ella. Sabía de antemano que si hubiera estado Dumbledore presente no lo habría dicho. Ella era hija de muggles, no podía ser de otro modo.
"Pero ya no estás bajo las influencias de ellos " – Claro, pero eso no me quita los años de educación que me dieron-
"Entonces, ¿Todo lo que ha pasado fue en vano? Por que no estás dispuesto a renunciar a tus creencias" Se miró en el espejo. Encontró simplemente su rostro cetrino y su cabello grasiento, nada fuera de lo normal. Sabía su realidad, por lo que su mecanismo de defensa había sido insultarla desde el comienzo. Al menos desde que esa persona asaltaba su pensamiento en las horas menos esperadas.
-No- le espetó al espejo. ¿Desde cuando hablaba con objetos inanimados?
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Los gemelos llegaron pasado el mediodía, trayendo consigo a la mas pequeña de los Weasley, la cual se había convertido en una linda muchacha que llamaba mucho la atención. Todos lo habían notado. Incluso un joven de ojos verdes.
-Hermione, ¿Es cierto que tuviste un accidente en escoba?- preguntó Fred, mirando a la chica inquisidoramente.
-¿De donde sacaste tal información, si se puede saber?- exclamó ésta. Los gemelos señalaron a Harry y Ron, quienes se hacían los desentendidos. Ella se puso roja.
-Bueno, si, ya saben que la escoba no es mi medio... De hecho nada que me obligue a despegar mis dos pies del suelo y volar es mi medio... Pero no podría llegar jamás a tiempo si tomaba métodos muggles, y en casa de mis padres no había red Flu.- explicó ella.
-Yo la vi caer de su escoba, pero la mía estaba en el cobertizo, luego junto a mi pasó una ráfaga de aire y antes de que pudiera decir nada, Snape ya la había sujetado y subido a su escoba. Él la trajo- explicó Ron –De seguro quería arrojarte al lago, pero se detuvo por que entonces habría testigos y las cosas no están a su favor en estos momentos- dejó escapar una risita de complicidad. Las mejillas de Hermione se tornaron mas rojas. ¿Snape la había salvado por voluntad propia? Ahí estaban Harry y Ron, ¿por qué no los dejó actuar a ellos?
-Tranquila Mione, ya pasó todo- le dijo Ron protectoramente, abrazándola. Tal vez pensaba que se ponía así por haberse caído de la escoba. En esa posición los sorprendió Dumbledore, quien venía entrando a la sala seguido de Snape.
-Veo que ya estamos todos completos- dijo éste con una sonrisa. Todos saludaron al director con un asentimiento de cabeza y al instante se dio por comenzada la reunión. Hablaron de muchas cosas, como el hecho de que Voldemort había descubierto que Snape era un traidor y lo estaba persiguiendo. Se escondería en la cabaña de ahí en adelante.
Por ende, habían perdido su informador, pero no era gran problema, ya que Draco Malfoy estaba en vías de seguir los pasos de Severus, muy a pesar de lo que éste opinaba.
Lo habían enrolado con los Mortífagos en contra de su voluntad, pero éste se había puesto en contacto con Dumbledore rápidamente.
-Si, creo que las cosas viejas deben ser desechadas ya- exclamó Remus.
-Por favor, si no se desecha lo defectuoso, entonces no hay por que hacer eso con lo viejo- respondió Snape.
-¡Basta ya!- Dumbledore levantó una mano.-Como dije antes, si estamos en el mismo bando hay que tratar mínimo de que exista una forma de camaradería entre nosotros, de lo contrario y como dije antes, seremos presa fácil. Remus trata de no hacer ese tipo de comentarios-
-Lo siento señor- musitó el licántropo, pero se veía a leguas que no estaba arrepentido.
-Por último y no por ello menos importante...- comenzó Dumbledore –Me he dado cuenta que la mayoría de aquí se ha hecho muy dependiente de su varita, de su magia...-
-Claro que si, ¡Somos magos!- exclamó Fred casi ofendido.
-Así es señor Weasley, somos magos, nacimos con un don extra que los muggles no poseen, sin embargo, ese don se está convirtiendo en nuestra cruz. Por ejemplo, ¿Qué harían ustedes en caso de quedar sin varita en pleno combate?- Todos se miraron interrogantes. ¿a dónde quería llegar con eso?. –Me imagino que es algo que no se han planteado, y es por eso que he decidido someterles a una prueba... Tómenlo como una pequeña misión sin importancia aparente, pero que será algo grande para ustedes. La señorita Granger aquí presente podría ser la única que no la tome, pero esta vez quiero que ella sea la que apoye a todo el grupo...-
-¿Qué es lo que haremos exactamente?- se sorprendió George preguntando.
-Bueno, pasarán una semana aquí en esta cabaña... Viviendo como muggles.- La bomba explotó sobre ellos sin aviso. Snape miró al director, pero no encontró el menor signo de estar bromeando. Suspiró hondo. –No les quitaré sus varitas. Pero si les pediré que no las usen-
-Profesor, ¿Está usted loco? Jamás sobreviviríamos una semana- comenzó George
-A menos, claro está, que nos quiera matar de hambre...-
-¿Ya se quiere deshacer de nosotros?-
-¿Acaso no somos parte importante en la Orden?-
-Fred, George, por favor- tranquilizó Lupin.
-Claro, como usted y Tonks no estarán no tendrán nada de que preocuparse...- murmuró George.
-Te recuerdo que yo también ingresé joven a la Orden, es por eso que fui sometido a la misma prueba hace mucho, mucho tiempo- le explicó Remus sin perder la paciencia.
Ron miró a Harry, quien tenía sus ojos en el techo, con aspecto aburrido. No era que no le importara, sin embargo, había vivido siempre entre muggles, por lo que eso no era nada nuevo para él. Hermione estaba callada, mirando a cualquier parte que no fuera "él".
-Eso es todo chicos, los veré dentro de una semana- concluyó Dumbledore, y después de despedirse de cada uno de ellos, salió de la habitación, seguido por Snape, quien de seguro parecía gritarle algo de "trabajo de niñera". Todos se miraron entre sí, buscándole pies y cabeza a eso.
-Una semana como muggles totales- dijo Ron con pesar –De seguro Snape nos pondrá a limpiar toda la casa-
-No seas tonto Ron, el profesor Snape no tiene por que hacer eso- le defendió Hermione.
-Claro, a ti se te facilita eso, tu eres hija de muggles. Tenlo por seguro, va a aprovechar este tiempo para vengarse de nosotros y nos va a poner a trabajar duramente-
-Ron, no veo por que el profesor Snape tiene que hacer eso...-
-Y yo no entiendo por que le sigues llamando así. Dejó de ser nuestro profesor desde hace mucho tiempo- arguyó Harry.
-Si, todos le llaman Snape y Severus- comentó Fred.
-Bueno, tal vez para ustedes sea fácil, pero jamás podría llamar por su nombre a un profesor, es una falta de respeto-
-¿Y por que a Remus si le llamas por su nombre?- preguntó George sonriendo malignamente. Todos miraron a Hermione interrogantes, incluidos el aludido y Tonks. La chica deseó haber estado a kilómetros de ahí, pero se contuvo y dominó perfectamente, hasta que Severus entró en la habitación.
-Cuando gusten dejar de especular acerca de mis títulos los guiaré a sus habitaciones- exclamó molesto. Cada uno salió de la sala, llevando su respectivo equipaje. Lo habían agrandado segundos antes de que Dumbledore llegara. Hermione se quedó atrás, y pudo percibir la mirada escrutadora que le había dirigido su antiguo profesor de pociones.
"Sabe que lo defendí, me escuchó defenderlo.." tragó saliva. No sabía que lo peor estaba a punto de comenzar.
Snape mostró a la mayoría sus dormitorios, dejando el de las chicas hasta el final. Ginny y Hermione quedaban en un cuarto pequeño entre el de Severus y el de sus amigos.
-Señorita Granger, cuando acabe de instalarse la espero en mi oficina- espetó Snape, y salió de ahí. Ambas chicas recorrieron su habitación con una mirada. Había dos camas paralelas del lado derecho. En la pared de fondo había una gigantesca ventana con un mini palco, donde se podía observar el lago y el pequeño muelle que había ahí. Al lado izquierdo estaba el tocador y el ropero.
-¿Desempacar al estilo muggle?- farfulló Ginny enfadada. Lanzó su maleta a la cama, la cual se abrió en cuanto chocó con ésta.
-No es gran cosa- le contestó Hermione, y al punto le enseñó como hacerle para doblar unas cosas y colgar las demás, de forma que no se arrugara la ropa al depositarse en el guardarropa.
-Esto es mas complicado de lo que pensé- Exclamó la pelirroja después de una hora intensa de trabajo. Se tumbó en la cama -¿No tenías que ir a ver a Snape?- le preguntó a su "roomy".
-Si, bueno, yo... Ya me iba-
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Recorrió la pequeña cabaña, y por primera vez desde que la pisó, se preguntó a quien pertenecía. Pensaba que a Dumbledore, sin embargo, algo en su interior le decía que estaba equivocada. No había cuadros en las paredes, ni nada que le dijera quien era el dueño, todo estaba desierto por ahí. Bajó la escaleras de madera y apareció a su derecha la entrada a la oficina de Snape. Tocó la puerta discretamente.
-Adelante- La voz autoritaria de su interlocutor hizo que le recorriera un escalofrío de nervios por la espalda. Abrió y se encontró con una pequeña habitación, igualmente de madera, con un escritorio.
-¿Deseaba verme profesor?- preguntó la muchacha.
-¿Cómo quiere que la deje de tratar como una alumna si se empeña en llamarme profesor?- Sus ojos negros se posaron en la figura de la tímida muchacha, la cual sintió que la sangre se abultaba en sus mejillas.
-Bueno, yo... Lo siento... ¿Quería verme señor?-
-De no haber deseado verla no la hubiera llamado señorita Granger- Si algún Weasley se pudiera poner mas rojo que ella en esos momentos sería un milagro. El profesor Snape sacó su cabeza, como sacando otros pensamientos –El profesor Dumbledore habló conmigo y me pidió... que le diera clases de vuelo-
-¡¿Qué?!- Se le salió. Snape levantó una mano para hacerla callar.
-Serán dos horas por día, una en la mañana y una en la tarde. Tiene solamente una semana para aprender a volar y yo no soy un profesor paciente...-
-Y que lo diga- murmuró ella por lo bajo.
-¿Decía usted?- preguntó Snape. Parecía divertido con su comentario, claro que moriría antes que admitirlo.
-Nada profesor, solo que pienso que sería mejor si Harry o Ron me dan las clases...- comenzó ella sin fijarse en su pequeño desliz de "profesor".
-Señorita Granger, debe de saber usted que aunque no esté en la escuela ya- hizo énfasis en las últimas palabras –Por el momento sigue bajo mi autoridad, dado que Dumbledore me pidió que cuidara de ustedes. Por lo tanto tomará sus clases de vuelo tal y como el director de Hogwarts lo pidió que hiciera. Es necesario para su... "trabajo" que sepa volar- resopló Snape.
-Si señor- contestó Hermione, yendo hacia la puerta.
-La espero mañana por la mañana a las diez en el pequeño muelle- escuchó que decía él antes de salir.
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No se olviden de darme sus opiniones acerca del capítulo. Se los agradecería infinitamente, ya que, como dije antes, es la primera vez que hago un fic con esta pareja. ¡Saludos!
