Los personajes son de S. M., la trama es de mi autoría.

Una mujer sin corazón

de la saga La vida de ellas

XXV Sobre cómo una sexta cita ocurre

Angielizz (Anbeth Coro)

Agradecimiento especial a: Noriitha, JadeHSos, SeireneOz, Terewee, MarisolPattinson, Sandy56, Rosiichita, Adriu, Viridianaconticruz,

Respiré hondo y ataqué, pero el bastardo infeliz de mierda hijo de perra me lanzó al suelo con un movimiento de su mano en mi espalda, sujetó mi brazo para que mi cuerpo no cayera con fuerza contra el suelo, pero al final el resultado era el mismo. Yo estaba acostada sobre la colchoneta y él mirándome burlón desde arriba.

—De nuevo —exigí poniéndome de pie de un brinco, con las manos en puños lista para pelear.

—Ríndete, Alice —mi pose de ataque le daba más risa que miedo, pero eso no sería por mucho tiempo.

—De nuevo.

Y me lancé contra él, pero esta vez usé mis piernas detrás de las suyas como palanca para hacerlo perder el equilibrio, con lo que no contaba es que el bruto iba a sujetarme para llevarme al suelo consigo. El resultado: James en el suelo y yo encima de él, sonreí victoriosa porque esto era lo más cerca que había estado de ganarle luego de tres horas entrenando. Escuché el sonido de una garganta aclarándose y miré hacia atrás para encontrar a Jasper mirándonos con severidad, con sus cejas encontradas, su boca fruncida y su mandibula tensa.

—Hey, Jasper —me puse de pie de un brinco ignorando a James en el suelo que gimió de dolor cuando le hinqué mi codo en la costilla para impulsarme hacia arriba, sí, a propósito.

—¿Qué estás haciendo?

Pero la pregunta no iba dirigida a mí si no a James que se estaba hincando y limpiando sus rodillas.

—Defensa personal —dice James aún recuperándose de ese último ataque de mi parte.

—Eso no es defensa personal.

—Por supuesto que lo es, ya aprendió a lanzar patadas y puñetazos —intervino James.

—¿Y para qué necesita ella unas clases de artes marciales? —James no respondió, porque no era un tema de James, sino mío.

—Voy a romperle los dientes a un chico de mi clase —respondí cruzándome de brazos. Jasper levantó ambas cejas, supongo que no se esperaba esa respuesta.

—¿Por qué?

—Porque es un idiota —es todo lo que respondí, no necesitaba que Jasper le contase a Edward mis problemas personales. Jasper miró a James en espera de una mejor respuesta.

—Me ofrecí a golpearlo, pero Alice quiere hacerlo por su cuenta.

—Un diente es todo lo que necesito romperle —por lo menos uno. Jasper miró de mí a James un largo minuto, pensé que iría a acusarme con mi hermano pero en lugar de todo lo que esperaba dijo a secas:

—Vamos.

—Jasper —James se terminó por poner de pie y se cruzó de brazos mostrando su desacuerdo.

—Es un idiota de la universidad, eso queda a dos horas de aquí —aclaré.

—Y yo dije vamos —insistió Jasper.

—Alice, no —intentó detenerme James.

—Ya lo escuchaste, dijo vamos y yo iré.

Y tres horas después estacionamos afuera de un edificio de departamentos estudiantiles.

—¿Segura que es aquí? —asentí, había conseguido su dirección hace tres semanas, era imposible estar equivocada.

—Esa es su moto —apunté hacia donde estaba la motocicleta roja con calaveras.

—Una motocicleta vale más que un diente nuevo —habló Jasper, apreté los labios considerando esa contraoferta— y va a dolerle más, créeme —lo creía, Edward enloqueció cuando le saqué un rayón a su automóvil cuando aprendí a conducir—. ¿Por qué estamos aquí? —preguntó finalmente. Habíamos realizado ese viaje de autopista con la música a todo volumen para evitar esta conversación.

—¿Si digo que se lo merece no sería suficiente para ti? —y le sostuve la mirada apretando los labios, no iba a contárselo. James lo sabía sólo porque necesitaba aprender a romper dientes, pero si no fuera por eso me habría llevado a la tumba lo que ocurrió con Rick, Enrique, pensé con enojo. No merecía diminutivos de mi parte.

—Están locos —dijo James en el asiento trasero, claro, la música a todo volumen también era para evitar escuchar a James actuando como nuestra conciencia.

—Tú le estabas enseñando defensa personal —dijo Jasper sin despegar sus ojos negros de los míos.

—Era lo que ella quería y lo que ella necesita, sacar su enojo funciona así.

Lo necesitaba, un poco de venganza, por supuesto que no me venía mal.

—¿Alice? —Jasper insistió. Volví a mirar la motocicleta. Un diente no valía tanto como eso.

—Edward no va a enterarse de esto, ¿no?

—No es la clase de conversación que quiero tener con tu hermano mayor —respondió Jasper y suspiré tranquila, si Jasper decía algo lo cumplía.

Miré a la motocicleta de nuevo, no era un diente, pero iba a dolerle más, no físicamente, pero sí emocional y económicamente y eso me bastaba. Eso le enseñaría a no tener sexo con mujeres inconscientes y borrachas.

—James, tú vigilas —era todo lo que necesitaba oír de Jasper.

Despierto por un sonido a lo lejos, toc, toc, toc, toc, toc, toc, toc, un constante repiqueteo cerca de mi oído. Tardo en comprender que ese sonido en realidad son los latidos del corazón de Jasper. Mi cabeza está sobre su pecho, una de sus manos puesta encima de mi cadera pasando por debajo de mi cuello y la otra sostiene mi mano.

Con cuidado levanto la mirada hacia su rostro y lo encuentro durmiendo. ¿Qué hora será? ¿Será lo suficientemente tarde para Jasper? ¿O será del tipo que duerme hasta después de mediodía? No presiono, yo insistí en que se quedara aquí anoche. ÉL estaba dispuesto a volver a su apartamento y yo lo evité. Él estaba buscando su ropa alrededor de la cama cuando desperté luego de una espectacular tanda de sexo.

—Llámame cuando quieras repetir —dijo Jasper acercándose a mí y dejando un beso en mi frente. Asentí con mi cabeza contra la almohada incapaz de conseguir mantener los ojos abiertos. Y pensé que si yo estaba tan cansada él también debería estarlo, ¿cierto?

—Puedes quedarte aquí, si quieres —ofrecí palmeando al espacio vacío en mi cama.

—¿Por qué?

—Porque sería irresponsable enviarte cuando has tomado alcohol a tu casa. No vives cerca y yo mañana no tengo planes.

—No tengo problemas en conducir —escuché que seguía buscando su ropa.

—Porque quiero que te quedes —admití sin abrir los ojos, esperando que él pensara que estaba más dormida que consciente.

—No quiero presionarte, Alice.

Palmeé de nuevo el colchón.

—Sin pantalón, odio la mezclilla.

Y me quedé dormida, así que hasta que desperté me di cuenta que su elección había sido quedarse conmigo, es decir, pasar la noche conmigo.

Mientras lo veo dormir comprendo que esta es la primera vez; hemos compartido cama dos veces antes y en ambas se ha despertado antes que yo así que para cuando yo abría los ojos él ya no estaba a mi lado.

Pero está dormido y yo demasiado despierta. Paso mi mano por su cabello rubio. Mis dedos se pasean por su rostro de manera cuidadosa para no despertarlo. Y entonces me encuentro recorriendo su rostro, ya no con mis dedos sino con mis labios. Jasper siempre me pareció más joven que Edward y James a pesar de compartir la edad con ellos. Tal vez porque ambos tenían barba y las facciones más marcadas y varoniles. No es que Jasper tengo un rostro femenino, simplemente parece más joven, aunque no sé si sólo se debe a que no tiene barba o que es el más sonriente entre ellos. Incluso más que Matt, y el esposo de Rose es como un niño metido a la fuerza en el cuerpo de un hombre. Pero Matt sí aparenta su edad, porque Matt también tiene barba, claro.

Recorro con mi boca de manera lenta su mejilla. Me gusta lo suave que es, ventajas de que sea tan lampiño. Me quedo en solo su cara, odiaría despertar al lado de alguien y que me estuviera lamiendo el cuerpo sin mi permiso, así que paso mis labios sobre su piel, ni siquiera como una repartición de besos sino como una caricia.

Y huele tan bien.

Lo que me recuerda que debo lavarme los dientes, cepillar mi cabello y ponerme un poco de rímel antes de que despierte. Pero estoy segura que apenas ponga un pie fuera de la cama va a despertarse. Así que estoy siendo cuidadosa con mis movimientos. Cierra la boca, esto no es raro y tampoco es algo cursi. ¿De acuerdo? Solo estoy… olfateando a un hombre sexi. Maldición, eso es raro. Raro. ¿Raro? Demencial.

Contrólate, Alice. ¿Qué hay de malo conmigo?

Pero contrario a lo que pienso, sigo pasando mis labios por su mentón y ahora subiendo a sus labios, como si fuese una toxina… no, una trampa. Jasper es una trampa a la que las mujeres caen sin aviso.

Lo he visto salir con suficientes mujeres y todas ellas siempre lo adoran hasta que eso termina abruptamente o hasta que ellas enloquecen de celos por cualquier tontería y termina todo abruptamente. Venga, que he sido testigo de más de tres exnovias locas de Jasper teniendo un arranque absurdo de celos por mi culpa.

No es una exageración, a él le atraen las locas… lo que explica que esté olfateando su rostro mientras duerme. Eso es, Jasper es una trampa y luego cuando caes en su cama se convierte en una toxina que enloquece al cerebro.

Y eso pienso cuando noto que su mejilla revela el hoyuelo derecho. Está sonriendo. Estoy atrapada y lo mejor que se me ocurre hacer es pasarle mi lengua por su cara hasta su nariz. Sí. Lo lamo. Como una mascota a su amo, porque al parecer preferible actuar como perro que como una mujer con sentimientos.

—Y yo pensaba que eras adorable al despertar.

—¿Y no lo soy?

Niega con su cabeza, aunque la sonrisa sigue ahí.

—Tienes baba seca —apunto su labio donde no hay nada. Sujeta mi mano y la aleja de su rostro.

—Eres una mentirosa —pero pone la almohada que estaba tras su cabeza sobre su rostro.

—Estás fracasando en tu rol de follar, ¿sabes?

—Ayer nos acabamos los condones que traía.

—¿Quién sale con solo dos condones?

—¿Quién no tiene condones en su casa?

Claro, yo no tengo condones, porque el último que tenía lo desperdicié con el idiota que invité a venir en mi primera cita con Jasper, lo que supongo que es karma.

—Creo que me iré. Seguro que tienes que ir a trabajar o de compras —giro sobre mi cuerpo y me siento con los pies fuera de la cama.

Se irá. No me importa, tengo muchas cosas que hacer hoy. Me levanto de la cama y voy al closet, saco las tangas mas bonitas que tengo y me las pongo. Y luego me agacho hasta el último cajón dejando mi trasero a la vista, buscando algun pantalón bonito para hoy. Saco un par que están hasta el fondo y me pongo de pie.

—Estás siendo mala conmigo —se queja Jasper detrás de mí. Me doy la vuelta sin cubrir mis pechos, pretendiendo total normalidad.

—¿No te gustan estos pantalones?

Se levanta de la cama y camina con pasos decididos hacia mí, lo miro a los ojos y puedo ver el deseo en ellos. Lo que me saca una sonrisa orgullosa. Se acerca a mí y sin pedir permiso mete su mano debajo de mi tanga, introduciendo un par de dedos a mi interior, sin dificultad porque aparte de rara soy una pervertida que se excita solo viéndolo dormir, parece ser.

Sonríe satisfecho al comprobar ese detalle.

—¿Acaso estabas siendo cursi viéndome dormir? —sacudo mi cabeza mientras aprieto los labios.

—Jamás.

Sostengo mi mentira, aunque mi cuerpo me delate. Jasper introduce un segundo dedo y yo envío a la mierda mi orgullo porque lanzo mi cuello hacia atrás y entierro mis uñas en el brazo de Jasper para instarlo a continuar.

—No hay condones —le recuerdo, aunque mis palabras no impiden que me mueva junto con él.

—No necesito condones para darte placer, ¿o sí?

—N-no.

¿O sí?

Definitivamente no, lo que sea que esté haciendo debería solo seguir haciéndolo.

Mientras uno de sus dedos presiona contra mí, otro está dentro moviéndose de una manera lenta y tortuosa.

—¿Te gusta? —asiento seis o siete o diez veces, y él se ríe sin dejar de moverse, idiota ególatra. Introduce sus dedos con un poco más de fuerza y lentitud dentro de mí—. Di lo que quieres.

—Mmhm… —aprieto los labios.

Dilo.

Se retira por completo y sólo me clava los ojos atentos a los míos. Muerdo mi labio inferior y con la mejor voz de actriz porno le suelto:

—A ti, por favor, Jasper —sonríe con gracia.

—¿Tomas pastillas?

—Sí.

—¿Quieres…

—¿Tú quieres?

Me lleva de la mano a mi baño, me quito la tanga con una mano y lo beso jugando con el resorte de su ropa interior. Prueba la temperatura del agua con su mano y entra, lo sigo.

Miro hacia la pared y me inclino abriendo las piernas. Espero. He visto porno lo suficiente para saber de qué va esto.

—¿Estás de acuerdo?

—Mucho —asiento manteniendo mis ojos en el azulejo de la pared. Sus manos recorren mi espalda mojada. Soy consciente que esto debería ser especial, no he tenido sexo sin condón nunca. Esto al menos significa que confío en que no va a pasarme una ETS. Respiro hondo y dejo salir el aire por la nariz despacio. Pero sabes que las primeras veces nunca son memorables cuando se trata de mí.

Al menos es mi baño, y está limpio. Podría ser peor. Y por lo menos sé que es Jasper es bueno en lo que hace, muy bueno. Así que será buen sexo. Aunque el sexo contra la pared siempre es algo bruto y si beso algo será a la pared, lo que le resta por completo cualquier clase de atractivo a esto. Va a gustarme, me digo a mí misma. Será divertido. Vuelvo a respirar hondo.

Me inclino un poco más llevando mis pechos a mis manos contra la pared y espero. Mantengo mi vista en el azulejo. Va a gustarme. Es Jasper. Jasper que dejó de acariciarme.

—¿Por qué estamos usando la regadera cuando tienes jacuzzi?

Miro hacia el otro lado del baño donde está el jacuzzi. Me encojo de hombros, pero Jasper pierde el interés en la ducha y va a llenar la tina. Una sonrisa tímida lucha por salir.

—Quedate aquí —y sin decir más sale desnudo del baño hacia quien sabe dónde.

Cierro el agua de la regadera y voy al jacuzzi. Aprovecho que no está Jasper y le pongo un poco de liquido para crear espuma. Espero parada, pero el agua es más rápida que Jasper y cuando se llena el jacuzzi no me queda más que entrar. Miro hacia la regadera, al menos no será contra el frío azulejo. Aunque al ver toda la espuma como nubes a mi alrededor me arrepiento, esto se ve ridículo como una de esas películas románticas. Soplo para alejar la espuma de mí.

Juego a hacer remolinos con mi dedo índice debajo del agua.

—Sabía que tenías una vena romántica —dice Jasper volviendo sin poder dejar pasar la oportunidad para molestarme.

—Se vació por accidente el jabón.

—¿El que estaba encima del mueble del baño cuando salí?

—Ese mismo. Tengo fantasmas en casa.

Jasper deja el tazón con frutas al lado del jacuzzi antes de meterse. ¿Voy a él? ¿Viene a mí? La respuesta llega en forma de pelea de espuma. Jasper manotea la superficie de espuma y la lanza hacia mí.

—¿Qué te pasa?

—¿A mí? —y vuelve a tirarme agua, me cubro la cara para evitar que me entre espuma a los ojos, pero cuando la retiro vuelve a lanzarme. A la mierda con la mandurez. Le devuelvo la ola de espuma pero apenas le llega a la barbilla. Estamos cada uno en una orilla jugando como niños a tirarnos agua y espuma. Al parecer su plan era acerca de estar en el jacuzzi exclusivamente. Yo había notado que su baño no tenía tina, pero ahora veo porqué. Es tan infantil que si tuviera una tendría patitos de goma y todo eso, así que se lo digo consiguiendo que se ría en lugar de que se ofenda.

—¿Eso crees?

—Serían personajes de comics de goma —rectifico.

Me toma desprevenida y jala mi brazo debajo del agua tirando de éste hacia su cuerpo. Y tal vez, sólo tal vez, yo no pongo resistencia así que termino casi encima de él.

—Retractate —sacudo mi cabeza. ¿Qué podría hacerme? Y como si escuchara lo que pienso me acerca aun más a él hasta que termino recostada casi encima suyo, sintiendo su erección. Sonrío.

—Nunca.

Y ahora realmente quiero saber qué podría hacerme.

/

Recarga su cabeza contra mi hombro. Me besa ahí y yo sonrío. Su mano se enreda en mi cabello mojado. Respiro por la nariz y suelto ruidosamente el aire por los labios, sigo intentando recuperar mi respiración. Cosas que he estado haciendo mal todo este tiempo: tomar vino con velas y sola metida en el jacuzzi, cuando pude estar teniendo un baño con espuma, frutas y a Jasper.

—¿Alguna vez has tenido una cita decente?

—Eres un poco malo contigo mismo, no estuvo tan mal nuestra cita del restaurante.

—No podemos decir lo mismo de la cita en la cafetería —¿se refiere a esa desastrosa cita? Niego con mi cabeza—, déjame compensar eso.

—¿Me vas a invitar a una cafetería?

—A desayunar —levanto una ceja y me hago para atrás para mirarlo a la cara.

—Cielos, ya me salieron arrugas y canas con solo escucharte decirme eso.

—Al menos ya nos ves envejeciendo juntos.

Le ruedo los ojos y me pongo de pie.

Me enredo en la toalla y tomó el tazón con fresas y uvas del suelo para llevarlo conmigo a la cama. Envejeciendo juntos. Sí, claro. Cosas que nunca iban a pasarme: envejecer con alguien. Aunque tampoco planeaba envejecer, por algo se inventó el botox, las cremas para cuidados de la piel y las mascarillas.

Estoy comiéndome la tercera fresa cuando Jasper sale del baño con una toalla envuelta a su cintura dejando que aun las gotas de agua se deslicen por su abdomen. Creo que no hay manera de cansarme de verlo así.

—¿Y a dónde iremos?

—Hay un restaurante cerca —dice sin mirarme y recogiendo su ropa del suelo para comenzar a vestirse. Genial. Muerdo otra uva. ¿Qué quería que le dijera? Sí, Jasper, nos veo envejeciendo. No. Eso sería mentira. Si él iba por ahí mintiéndole a sus exnovias no era mi problema. Pero yo no iba a mentir por elevarle el ego. Envejecer con alguien significaría ser una de esas mujeres que tienen oportunidad de uno de esos estúpidos finales felices, y esa no era yo. Y jamás me permitía pensar en ridiculeces de ese tipo, ¿para qué? ¿Atormentarme con lo que nunca tendría? No.

Sin embargo, no planeo permitir que un comentario fuera de lugar de su parte arruine nuestra oportunidad de divertirnos hoy. Dejo el tazón vacío en la mesita de noche. Jasper está terminando de subir el cierre de su pantalón sin despegar su vista de sus manos.

—Nunca había hecho eso, ¿sabes?

—¿Sexo en el jacuzzi? —pregunta con su tono neutro, sin emoción y sin siquiera mirarme. ¿Había sido tan agresiva con él al salir de la tina? Supuse que sí y que Señor A-mi-ego-no-me-lo-tocas no le había gustado mi respuesta.

Lo pienso unos segundos.

—Pues no, tampoco había hecho eso antes —sonríe levemente y se agacha por su camisa arrugada del suelo. Respiro hondo y vuelvo a hablar—. Tener sexo sin condón.

Sus ojos oscuros se encuentran con mis ojos.

—¿Nunca? —ahora sí tengo toda su atención, niego con mi cabeza.

—Las pastillas son solo para asegurarme de no quedar embarazada.

Si había algo que no quería en esta vida era tener hijos. Miro a mis bonitas uñas que necesitarán un retoque en unos días.

—¿Y qué tal estuvo?

—Nada mal. Casi estupendo —sonríe y sube a la cama hasta acomodarse sobre mí. Me encuentro atrapada entre sus brazos y bajo su cuerpo con nuestras narices a punto de encontrarse.

—¿Casi?

Le levanto una ceja retándolo. Levanto el rostro y comienzo a besar su cuello, pero retrocede. Ahora levanto ambas cejas en espera de una explicación.

—Lo parezco, pero no soy una máquina de sexo, Alice. Necesito unos minutos todavía. ¿Qué opinas de ir a desayunar y luego, si no tienes un mejor plan, pasar a mi departamento para mostrarte una colección que tengo…

—¿De condones? —lo interrumpo.

—Tengo eso también, aunque yo me refería a —vuelvo a interrumpirlo.

—¿De juguetes eróticos?

Levanta una ceja y sonríe.

—Podría tener una de esas.

—¿Ah sí?

—¿Qué opinas si hacemos esa cita de ensueño que querías?

—¿La de ir de compras y terminar en una sex shop? —la idea ya me parece excitante, aunque no por ir de compras, sino por la posibilidad de hacer algo tan íntimo y a la vez desvergonzado como elegir juguetes juntos.

Y la mejor parte es que eso la convertiría en nuestra sexta cita. La Alice de la primera cita del boliche estaría decepcionada de mi falta de voluntad para rechazarlo, pero la envío a la mierda y me pongo con prisas de pie.

—De acuerdo —acepto.

De acuerdo tarda dos horas en llegar, porque tengo que cepillar mi cabello, elegir la ropa apropiada y luego vamos al apartamento de Jasper para que se cambie de ropa, lo espero en su vehículo para mantenerlo presionado, sabemos que si subo no saldremos de ahí sin tener sexo.

Después de eso vamos a uno de mis centros comerciales favoritos, lo mejor de Jasper es que le gusta ir de compras. Edward las aborrece y James es un minimalista en ascenso que compra y vive con lo esencial. Pero Jasper disfruta ir de compras, no tanto como yo y posiblemente no va seguido de compras, pero no se queja mientras recorremos una tienda y otra.

Ser amigos con derecho significa sexo, no significa noviazgo y sentimentalismos. Así que, aunque caminamos uno al lado del otro sé dónde están mis manos y dónde las de Jasper -cargando las bolsas, no sujetando mis manos-. Pero por un par de brevísimos segundos fantaseo con esa estúpida idea. Lo admito. He caído en la trampa y ahora siento las toxinas de Jasper jodiendo mi cerebro.

—Escoge —le pido.

En mi mano derecha sostengo un baby doll con liguero color negro y en el otro un brassier con encaje traslucido color azul.

—Voy a cancelar esta cita si sigues jugando conmigo —y cuando termina de hablar su lengua pasa sutilmente por su labio inferior.

—Escoge —repito sacudiendo mi cabeza para despejarme y moviendo ambas manos frente a mí.

Jasper toma las dos prendas y comienza a caminar hacia la caja. No había pensado que ver a un hombre formarse en la fila de una tienda con ropa interior de mujer pudiera parecerme sexi, pero me lo parece.

—Tienes que escoger uno —insisto al llegar a su lado, con nuestros brazos rozándose, apaciguando momentáneamente la extraña necesidad de mantenerme cerca.

Una mano de Jasper trae dos bolsas de compras de las tiendas anteriores y en la otra trae las dos prendas.

—¿Por qué elegir cuando podría quitarte más tarde una y ponerte otra?

Jasper se gana con ese comentario la atención de las dos empleadas de la caja y de las tres mujeres que están formadas frente a nosotros.

—Pero no escogí unas tangas para el bra.

—No vas a necesitarlas, Alice.

Y entonces sí, siento el calor subiendo a mi cabeza e instalándose en mis mejillas, ¿estoy ruborizándome? ¿Yo? Miro hacia el otro lado para escapar de la mirada de Jasper, respiro hondo y parpadeo veloz, pero el calor se mantiene en mi cara. ¿Cómo mierda se quita esto?

Las risitas tontas de las clientes frente a nosotros me demuestran que siguen atentas a nuestra conversación. Las ignoro, aunque el calor aumenta y ahora también lo siento en la frente.

Intento llevar mis pensamientos a algo diferente, que no sea ropa interior o sexo. Lo que es difícil cuando estas en una fila al lado del área de ropa interior.

—¿Te dejé sin palabras? —por primera vez sí. Pero no le diré eso.

—No. Estaba decidiendo si el babydoll funcionaría como disfraz de dominatrix.

Jasper se aclara la garganta y cuando me giro a verlo noto que está sacudiendo su cabeza.

—¿No te gustaría?

—Tengo una respuesta no apropiada para ti, pero no.

—Tú te lo pierdes —y así mi temperatura regresa a su normalidad.

La siguiente tienda a la que vamos es una boutique con ropa de mujer. Jasper ni siquiera finge que será divertido verme elegir vestidos, entra y se sienta directamente en las sillas frente al área de calzado a esperar. Lo veo a unos metros y está jugando con el celular o enviando mensajes o lo que sea. Sigo buscando un bonito vestido con mangas largas y cuando levanto la mirada hay una mujer sentada al lado de Jasper sacándole conversación mientras finge probarse unas botas, astuta.

—Yo también tengo ese videojuego en mi celular —le dice ella para atraer la atención de él.

—¿En serio? —pregunta con su estúpida sonrisa que pronto podría quedarse sin dientes… ¿qué mierda conmigo?

Vuelvo mi mirada a la ropa, ahora quiero una chaqueta de cuero que le vaya bien al vestido, sí, esas chaquetas que están justo a medio metro de Jasper. Esas necesito.

—¿Qué te parece? —le pregunto a Jasper al pasar junto a él. Deja de mirar su teléfono y mira el vestido.

—Bonito.

Agarro una de las chaquetas negras y la pongo encima del vestido que elegí, para hacer una prueba de combinación. La mujer que estaba al lado de Jasper se levanta y se aleja en silencio, sonrío. ¿Acaso no soy sutil?

—¿No tienes ya una chaqueta igual a esa? —pregunta Jasper levantando una ceja confundido.

Ugh.

—Sí, ¿y?

—Sólo te lo recuerdo, pequeña compradora compulsiva.

Dejo la chaqueta en su lugar rodandole los ojos con falsa indignación.

—¿Y tú por qué sabes que tengo una chaqueta igual a esta?

—¿Y tú por qué haces tantas preguntas? —se pone de pie y me arrebata el vestido azul de las manos—. Vayamos a pagar para ir a buscar una corbata que le combine a esto.

Por suerte me da la espalda y no nota mi desconcierto. ¿Realmente había estado prestando atención a mis respuestas en nuestra primera cita? No que creyera que me ignoró, pero tampoco que lo memorizó.

Me acerco a la caja mientras desliza su tarjeta.

—Yo iba a pagarlo —uso mi tono de queja.

—Tú vas a pagar en la siguiente tienda.

—¿Y por qué iba a querer pagar una corbata?

Jasper me mira y sólo sonríe lentamente, haciendo relucir su hoyuelo izquierdo marcando su sonrisa.

—Porque voy a usarla contigo —la cajera suelta una risita que intenta ocultar con una falsa tos que no engaña a nadie, y yo tampoco engaño a nadie mientras la piel de mi cara vuelve a aumentar de temperatura. Y como el idiota de Jasper está frente a mí con sus ojos atentos se da cuenta del rubor porque su sonrisa crece. Me cruzo de brazos sin mirar a otro lado, porque eso mostraría que estoy avergonzada.

—O yo la usaré contigo —replico esperando que vuelva a funcionar devolverle con sarcasmo, pero el calor se mantiene y sólo consigo hacer que Jasper siga sonriendo. Es-tu-pen-do. Pone una mano sujetando mi rostro, pasando con su pulgar sobre la piel de mi mejilla.

—Eso sí sería interesante de ver —¿estoy a doscientos grados centrigrados? Porque así se siente esto. Se acerca a mí y entrabro mis labios creyendo que va a besarme. Pero reacciono a tiempo: estamos en una tienda con personas alrededor. No es que nunca me haya besado con personas alrededor, sólo que usualmente siempre estoy borracha, o con algunos tragos encima, o es un bar o una fiesta o sencillamente de noche.

—La elegiré rosada —y me giro con prisas para salir de ahí sin esperarlo.

Amigos con derecho. Eso. No más y no menos.

Después de eso encuentro a unos metros una tienda de caballeros, cuando Jasper me encuentra yo ya estoy pagando en la caja su corbata color rosa.

—Eso no combina con tu vestido —se queja.

—Lo elegí azul y el rosa combina con el azul.

—Ya. Claro.

Y al fin llegamos a la mejor parte:

La tienda con luces neón y paredes negras está llena de toda clase de objetos fálicos. Colores, tamaños y formas. Me comporto tan seria como puedo para que no parezca que es la primera vez que vengo acompañada a uno de estos lugares o la primera vez en general. Mi succionador y consolador los conseguí por internet.

—¿Qué estamos buscando? —pregunto sin querer mantener la vista por más tiempo en los penes falsos de cincuenta centímetros. Venga. ¿Para qué criatura son hechas esas cosas?

Me acerco a un cinturón al que se le amarra un consolador.

—Ja. Muy graciosa —y con eso me jala a la siguiente sección.

—¿No te gustaría experimentar?

—No lo creo.

Nos detenemos en una vitrina con consoladores. Estos son los caros consoladores. Los reales. Los que tienen posiblemente muchas funciones y niveles de vibración. Se me contrae el estomago pensando en Jasper haciendo uso de uno de esos en mí.

—¿Quiere que le muestre alguno? —pregunta el chico que atiende con su aspecto ñoño parecería que está en una tienda de comics, y no atendiendo mujeres para cumplirles sus más locas fantasias sexuales.

Jasper apunta a uno. Rosado. El joven abre la vitrina y me lo da. Luego va hacia la caja y regresa con un pequeño control, del tamaño de un pulgar. Se lo entrega a Jasper y se retira en silencio. ¿Acaso los clientes pueden probarlos? Ugh. Asqueroso.

—Por supuesto que no, Alice —dice Jasper como si pudiera leerme el pensamiento. Me hace darle la espalda y pone el consolador en mis dos manos con las palmas hacia arriba. Recarga su mentón contra mi hombro y entonces comienza a vibrar.

No puedo evitar la risa tonta que sale de mis labios. Presiona otro botón y vibra en diferentes puntos, un botón más y la frecuencia aumenta. De nuevo y las vibraciones ahora están a lo largo de todo el aparato. Paso saliva sintiendo un estremecimiento en mi interior, respiro hondo intentando mantener un rostro inexpresivo. Jasper vuelve a presionar otro botón. La lengua de Jasper se desliza sutilmente contra la piel de mi cuello, cierro los ojos y recargo mi cabeza contra él.

—¿Qué te parece?

Siento como la gravedad se contrae en mi estómago mientras mis ojos están en el juguete y Jasper pasando lentamente su lengua entre mi cuello y hombro, buscando mi punto débil.

—No lo decido —digo en su lugar y Jasper vuelve a cambiar la vibración. Él cambia su boca a mi oreja y muerde levemente mi piel. Aprieto los dientes para no gemir aunque echo hacia atrás mis caderas y me encuentro con la dureza de sus pantalones, bueno, al menos no soy la única que se excita manoseando juguetes sexuales.

—¿Qué les ha parecido? —pregunta el encargado detrás de Jasper, interrumpiéndonos.

—¿Y bien, Alice?

—¿Qué otro tiene? —venga, que no se lo pondré tan fácil.

—Tenemos también anales.

No.

—¿Qué dices? —me propone Jasper aun parado a mis espaldas, sostengo el aire y respondo con voz entusiasta.

—Bien.

No.

—¿Podría mostrarnos? —pregunta Jasper y el joven comienza a caminar hacia otro punto donde pequeños aparatos nos esperan.

No quiero.

Mi única experiencia anal fue horrible, y estoy segura que no voy a repetirlo. Aunque camino hacia ahí, porque no voy a ponerme a expresar todas esas inseguridades en voz alta frente a un desconocido y mucho menos frente a Jasper. Así que me obligo a sonreír entusiasta.

Siento como he perdido el color en mi rostro y mi corazón bombea con fuerza, pero no me detengo porque cuando se trata de sexo yo no sé retractarme.

¿Te gustaría doble actualización? Deja tu comentario.

Nos leemos pronto