a/n: Lo siento mucho por el horrible, horrible retraso! Bloqueo de escritor! Aquí esta el capítulo uno (el anterior fue un prólogo).
Advertencia: Shounen-ai/yaoi/Daiken. ¡No lo leas si no te gusta!
// diario //
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Atormentado
Por Anairb Black
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Capítulo Uno
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// 18 de Marzo, 2009.
¿Puede alguien explicarme cómo suceden estas cosas? ¿Alguien? ¿Quien sea...? Yo... yo no tenía pensado cometer esta... locura. Porque eso es lo que es, ¿o no? Una locura. ¿Alguien puede decirme qué clase de amigo trata así a su mejor amigo? Sólo alguien con problemas: un ezquisofrénico tal vez, pensando que se trataba de su novia cuando en realidad estaba abrazando y besando a su mejor amigo; o a lo mejor un loco de verdad, alguien que simplemente no podía remediar los problemas en su cabeza y que tuvo que desaserse de ellos de alguna manera. O un psicópata o un homosexual. ¿Pero yo? ¿Yo, en esta situación...?
Y eso no es todo lo que ha sucedido. Todo pasó tan rápido, y ahora estoy aquí, sentando en mi escritorio por última vez antes de irme a no sé dónde por mucho, mucho tiempo. En la mañana cuando me levanté no tenía idea de lo importante y lo horrible que sería este día. Es íncreible como mi vida puede cambiar tan rápida y drásticamente sin consultármelo... no me gusta el cambio. No me gusta mi vida, no ahora.
Creo que Ken y yo jamás volveremos a ser los mismos. //
Ken le dirigió una sonrisa nerviosa.
"Daisuke, tengo algo que decirte".
Daisuke lo había temido. Cambió su posición en el pequeño sofá del pequeño apartamento de Ken en Tokyo, en el que vivía desde que ambos estudiaban la universidad y el había decidido irse a Tokyo a estudiar con él. Hacía algunos días que Daisuke no entraba al apartamento, puesto que Ken había ido a visitar a sus padres por una semana y Daisuke decidió quedarse a trabajar en la ciudad. Habían pasado dos días desde que Ken había regresado y su mejor amigo podía notar que algo andaba mal. Las miradas nerviosas, los ojos nublados, la tez palideciendo a cada hora... la voz dubitativa y el ambiente triste. Parecía como si sus padres le hubieran dado una terrible noticia y Ken la estuviera asimilando.
El día anterior había regresado alrededor de las cinco de la tarde, y Daisuke lo había llamado para ver cómo estaba. Ken no había contestado las llamadas sino hasta las diez de la noche, diciendo que se había quedado dormido y estaba muy cansado. Le había dicho que quería verlo porque tenía cosas que contarle, y que fuera a su apartamento al día siguiente para ponerse al corriente.
Daisuke lo había hecho, y ahora que se encontraba ahí, sentado frente a un Ken nervioso y algo triste, había deseado que el ambiente hubiera sido diferente. Ahora sabía que sin lugar a dudas algo malo había ocurrido.
Por su lado, no era nada fácil para Ken. No sabía cómo decirlo. No sabía ni siquiera si debía decírselo así a Daisuke. Este tipo de noticias eran de las que debían de ser dadas a conocer en una fiesta, con la emoción colgándole en la garganta, de la mano de aquella otra persona... y Ken se la daría su mejor amigo de una manera silenciosa y hasta trágica, sentados ambos en su apartamento. No sabía si era lo correcto... pero francamente no sabía qué hacer. No se podía hacer nada más, simplemente darlo a conocer.
"¿Ken? ¿Son tus padres? ¿Les ocurrió algo?"
La pregunta lo hizo volver en sí. Ken negó suavamente con la cabeza.
"No. No, Dai. Verás..."
A cada segundo el mundo le pesaba sobre la espalda. A cada minuto se sentía incapaz... como si el agua le llenara los pulmones y fuera ahogándose.
// En esos momentos sólo miraba a Ken. Siempre me había parecido fascinante hacerlo. Ahora, cuando estoy escribiendo esto, comprendo todo lo que siento por él. Pero en esos momentos, cuando estaba sentado en el sofá frente a él, no lo sabía... no tenía ni idea. La realidad vino hacia mí rápidamente y me impactó saber todo lo que sentía hacia él... hacia mi mejor amigo.
Me di cuenta de ello cuando me dijo aquello que temía tanto decir. Y en ese momento el mundo se me vino encima. //
Finalmente levantó la vista del suelo y miró en sus pupilas oscuras. "Voy a casarme".
Daisuke quedó en silencio, mirándolo, como si no hubiera dicho nada. Miles de pensamientos lo asaltaron. ¿Casarse? ¿Por qué ahora, si tenemos 18 años? ¿Con quién se va a casar, es alguien que yo conozco? ¿Por qué me lo dice de esta manera? ¿Por qué sufre tanto? ¿Por qué me siento tan desgraciado? ¿Por qué estoy sufriendo?
// Al principio me preguntaba toda clase de tonterías, pero mientras me quedaba ahí, sin decir nada ante la noticia, me percaté que estaba sufriendo. Me sentía triste. Tenía tantas ganas de ir a matarme, de lastimar a alguien, de vengarme de quien quiera que sea que me estaba causando tanta desgracia... y no sabía por qué. Que mi mejor amigo fuera a casarse debería de haber significado un gran cambio, pero al mismo tiempo una gran alegría en mi vida... pero en lugar de eso era algo diferente.
Sentía como si en ese momento algo dentro de mi se rompió. Como si hubiera perdido algo. //
Ambos permanecían en silencio hasta que Ken sintió que debía extenderse. "Voy a casarme... con Miyako, Dai. Mis padres me lo han dicho".
// ¡Con Miyako! ¡Sus padres se lo habían dicho...! //
Daisuke volvió en si de pronto. Miró a Ken con ojos sorprendidos, sin comprender. "¿Vas a casarte? ¿Con Miyako?". De pronto no supo qué más decir. Empezó a reírse irónicamente, y se paró del sofá y empezó a dar vueltas por la pequeña sala.
Ken lo seguía con la vista, una expresión de dolor latente en su rostro.
"¿Pero en qué estás pensando?" exclamó Daisuke de pronto, con ira en su voz.
Ken se paró de su asiento. Daisuke se cubrió la cara con las manos por un segundo, antes de volver a mirarlo.
"No lo estoy", dijo Ken, su voz silenciosa. "Aun no lo entiendo. Mis padres quieren que me case".
"¿Por qué, Ken? ¿Por qué ahora? ¿Por qué con Miyako? ¿Por qué no te negaste, demonios?" sin darse cuenta Daisuke había alzado la voz.
Ken empezó a hablar rápidamente, sin mirarlo. "Mis padres... necesitan sacar adelante a la familia. Mi padre ya no es joven. Le queda poco tiempo y todo lo que quiere ahora es tener nietos. Yo soy el único que puede hacerlo... soy el único hijo en la familia. El orgullo de la familia. Todo su testamento va dirigido hacia mí. Para eso quieren que me case... y ellos saben que Miyako y yo siempre hemos sido buenos amigos, y podría funcionar—"
"¿Entonces tu amas a Miyako? ¿Por eso es que aceptaste?"
Ken calló en silencio y se dió la vuelta, dándole la espalda.
// Observé que Ken se alejaba de mí, y entonces hice algo que nunca me hubiera creído capaz de hacer en otra situación, si hubiera estado usando bien mi cabeza. Caminé hacia él, lo tomé del brazo, y lo hice girar rápidamente. //
Sentía a Daisuke respirar sobre su rostro, sus ojos inmersos en los suyos y la mano en su brazo que lo agarraba con fuerza. Quería salir de esa prisión, correr a su habitación y encojerse en el rincón para no saber nada de nadie nunca más. Pero Daisuke lo obligaba a seguir vivo, lo obligaba a que lo mirara a los ojos, y entonces vino la pregunta.
"¿A quien amas, Ken?"
Y el tembló bajo su cuerpo, y se negó a responder con palabras... parecían tan inútiles en ese momento. A ti, quería decirle. A ti, te amo a ti y por eso se me hace tan horrible decirtelo. Parpadeó unos segundos y en los ojos oscuros de Daisuke pudo ver que éste sufría por lo mismo; que él también pensaba lo mismo en ese momento. Tal vez Daisuke lo quería en realidad, sería el por qué de todo este interrogatorio y este sufrimiento.
Ken lo tomó del cuello y se acercó a él, y antes que Daisuke pudiera moverse hacia atrás, lo besó en los labios. Se quedó así por unos segundos y luego se apartó para mirarlo, su mirada muy cerca a la de él. Había querido descifrar algo, leer en sus ojos lo que Daisuke había sentido en aquel momento tan corto de su existencia en la que habían estado juntos. Pero Daisuke lo volvió a acercar y siguió besándolo, con más fuerza, con deseos de seguir besándolo hasta que ambos quedaran desgastados.
Y de pronto Ken se dió cuenta de lo que estaba sucediendo. Se aferró a Daisuke y luego lo aventó hacia atrás.
// Había algo. Había algo en sus ojos que me decía que acababamos de hacer algo que jamás se borraría- marcaría nuestra relación y no podía hacer nada para cambiarlo. Sus pupilas azules destellaban, pero su mirada... me dolía. Era algo que no podía soportar.
No podía hacer nada; no sabía ni qué decirle. Después de quedarme en silencio casi por un minuto, me fui en silencio y salí despacio del apartamento, cerrando la puerta detrás de mi, y seguí bajando escaleras y abriendome paso hasta que llegué afuera a la banqueta y el ruido de la ciudad me distrajo un momento. Traté de repetirme en mi cabeza que todo estaría bien, que podría superarlo y Ken lo ovidaría...
¿Pero a quién estaba queriendo engañar? Por una vez en mi vida tenía que ser realista. Mi vida había terminado. Lo supe cuando caminaba por la banqueta rápidamente y se me llenaron los ojos de lágrimas, y quería gritar de ira, quería que alguien me golpeara hasta la muerte, quería caer por la banqueta y jamás levantarme...
Y mientras caminaba escuché que Ken venía detrás de mí.
Nunca me había sentido peor. O eso creí. //
Lo alcanzó mientras él caminaba con paso rápido por la banqueta. Había mucha gente a sus alrededores, lo cual no le extrañaba, y hasta parecía favorecer la situación. Nadie estaría al tanto de sus acciones, nadie se atrevería a mirarlos. Sin detenerse a pensarlo, le había tomado un brazo a Daisuke y lo obligó a detenerse. Con su mano firme en el brazo sintió que el muchacho respiraba tensamente. No lo miraba, aún...
Ken dio unos pasos más hacia él de modo que se encontrara en frente de Daisuke. Sin soltar su brazo lo miró mientras el muchacho seguía cabizbajo, aparentemente inspeccionando algo interesante en el suelo.
De pronto pareció recordar en realidad quién era esta persona frente a él: Daisuke Motomiya. Si le hubiera preguntado quién era en ese momento, el le hubiera respondido sin pensarlo: tu eres Ken, mi mejor amigo. Siempre lo has sido.
Se preguntó si Daisuke lo sabía- si acaso le importaba, si estaba pensando en él en ese instante. Él si pensaba en Daisuke; pensaba sólo en lo que había ocurrido hace un minuto... pensaba en todas las sensaciones, los sentimientos que le habían recorrido como una montaña rusa. Aún tenía su sabor en la boca, y era extraño... nunca nadie lo había besado así. Había sido tan rápido, pero tan completo, tan lleno de un sentimiento que Ken no podía nombrar en ese momento. Lo había sentido muy cerca de él, más cerca que cualquier persona en su vida, y aún sentía su lengua explorándolo, sus labios cálidos en los de él, y... no sabía el cómo, ni el por qué, de su existencia. No podía enojarse con él, porque no estaba enojado; estaba confundido. Había sido como si parte de él había pensado que no era correcto, pero otra parte lo había querido, y...
Ken se empezó a preguntar por qué lo había aventado hacia atrás. Lo había rechazado, y se convenció de que Daisuke estaría pensando que era odiado, por él, por su mejor amigo, simplemente por algo que había ocurrido hace unos minutos y había durado dos segundos. Era irónico, como un momento podía cambiar toda una existencia. Se dio cuenta de que si él se sentía mal, Daisuke estaría aún peor. Después de todo... Ken lo había iniciado. Todo esto había sido una gran confusión por todo lo que habían hablado allá arriba en el apartamento. Un error en el tiempo.
Le acarició el cabello pelirrojo con una de sus manos largas, delgadas y pálidas, observando como su cabello se entrelazaba entre sus dedos y hacía un hermoso contraste. Lentamente, Daisuke miró hacia arriba, hacia él. Ken no sonreía, pero tampoco estaba molesto; más bien, sus ojos parecían melancólicos.
// Conocía esa mirada. Cada vez que me encontraba con ella, me daban ganas de llorar, por alguna razón. Me quedé mirándolo entonces, tratando de descifrar lo que estaba pensando en ese momento. Sentí sus largos dedos entre mi cabello, acariciándome, y el ruido de la gente hablando y el tráfico de la ciudad; nada era más importante que él en ese momento. Observé su cabello oscuro, índigo, sus ojos azul profundo mirándome de aquella manera, observé su tez tan pálida que a veces parecía blanca, la boca que acababa de besar, la línea de su cuello, el brazo que extendía hacia mí. No sabía si perdonarme lo que había hecho; tal vez lo había lastimado más profundamente de lo que me imaginaba.
Pero... lo quería.
Observé que su boca se partía y me susurraba algo. //
"No quiero casarme, Daisuke. Quiero quedarme contigo".
// ¿Qué decir? ¿Qué decir en ese momento? ¿Que me gustaba? ¿Que lo quería? ¿Que no quería perderlo, a pesar de lo que sucedió? ¿O que sólo había sido un error, que me había imaginado a Hikari, o algo parecido, y que el debía olvidarlo y casarse con Miyako? ¿Que estaba diciendo estupideces solamente, y que debería actuar como si nada hubiera sucedido? De cualquier manera, ya no podía seguir mintiendo; sería demasiado. ¿Pero cómo decirle la verdad, si ni yo mismo la sabía?
Pero él me ganó, como siempre... apenas lo había mirado y mi boca se había partido para responderle, y había dudado unos segundos. Y entonces se acercó a mí y me besó de nuevo.
Nadie tiene o tendrá idea de lo que sentí en ese momento. Ni siquiera yo lo sé, y si yo no lo sé entonces nadie lo sabrá porque no saldrá nunca de mi y lo tendré aquí, llenándome el vacío. Fue como si me pegaran un tiro en el corazón y me hubiera muerto lenta y dolorosamente... pero no morí. Seguía allí y quería morirme, pero no lo hice, y fue todo lo que pedí a gritos mientras lo tenía en mis brazos y me abrazaba como si jamás me quisiera soltar nunca, nunca más. Quería morirme, lo juro... pero a la vez quería quedarme con él. ¿Quedarme, o morir? Le estaba haciendo daño y lo sabía. Me estaba haciendo daño a mi mismo y lo sabía mejor que nadie, pero aun así, yo me negué, me negué a arrebatarlo de mis brazos y decirle que no estaba bien. Me lo negué y no lo hice. En lugar de eso acepté el momento y me dejé llevar. Y eso es probablemente lo peor que he hecho en toda mi vida.
Y hubo un momento en que ninguno de los dos pudimos más; llegó y yo me quité de inmediato, y caminé hacia atrás, respirando el aire como si fuera el último que me quedara y sin mirarlo nunca, nunca, aunque se encontraba justo frente a mi, pero yo... yo no quería mirarlo, no quería mirarlo de nuevo y desearlo, querer otro momento.
Y él...
El me miró. //
"No quiero casarme..." repitió Ken, con la voz débil. Se le destrozaba el corazón al ver a Daisuke ahí, sin mirarlo, con los ojos abiertos, mirando el suelo, sin ser capaz de decir algo... sin saber nada de sus sentimientos.
// Me eché para atrás y ahí me quedé, parado sobre la calle sin saber qué contestarle. Siempre he buscado las palabras adecuadas para contestar. El consejo perfecto. La oración triunfante. Y ahora... ¿qué me quedaba? ¿Qué me quedaba cuando fue mi culpa que acababa de fragilizar años de amistad, años de la relación que más importancia tenía en mi vida? Y peor aún... Ken se iba a casar con Miyako. Miyako era mi amiga y él también, pero él, él era diferente. El era Ken y ahora eso se había vuelto mucho más complicado. //
Daisuke empezó a hablar rápidamente, sin mirarlo aún.
"¿Casarte, Ken? ¿Vas a casarte? ¿Peor aún, te obligan a casarte... con Miyako...?" la voz se le había perdido y entonces calló en silencio.
A pocos pasos de distancia, Ken se había quedado inmóvil.
Daisuke lo miró de nuevo, y se esforzó por no sentir nada, al verlo ahí, dudando e igual que él, incapaz de hacer algo para arreglar la situación. ¿Qué podía hacerse? ¿Qué podía hacer él, Daisuke, para impedir el matrimonio? Y si lo impedía... ¿qué más? Estaba seguro de que nadie aceptaría la verdad entre Ken y él, nadie... tal vez sus amigos, pero, ¿y los padres? Era imposible. Sabía de antemano que diría su padre, lo odiaría por el resto de su vida. Jun jamás lo entendería... jamás. Sería una traición, un deshonor a toda su vida y lo dejarían en la calle. Pero lo que sería peor aún sería enfrentar a los padres de Ken. Si ellos estaban obligandolo a casarse era porque querían a toda costa que tuviera una familia sana y de esa manera continuara con la línea familiar. Apenas podía imaginarse lo que sucedería si de pronto llegaran ambos a la casa, de la mano, a darles la noticia de que se querían y pensaban vivir juntos, hacerles entender que Ken no quería tener hijos... no quería casarse con Miyako ni con ninguna otra mujer.
Se dió cuenta de que eso los destrozaría, a todos.
No era correcto... y ahí en la calle, con todos esos pensamientos dándole vueltas en la cabeza, Daisuke decidió lo que tenía que hacer, lo hizo por él, por Ken, por toda la gente en su vida y para evitar lo que dirían sobre él...
Lo miró fijamente antes de decírselo. "Ken, creo que debo irme".
El otro pareció no comprenderlo. "¿Irte? ¿A casa?". Lo dudó un momento, herido en el corazón porque sólo apenas de su confesión de amor a Daisuke, éste le estaba diciendo que se iría a casa... significaba que entonces no era correspondido. El rostro se le tensó y los ojos se le nublaron. "Oh... comprendo", susurró, sin confiarle a su voz un tono más fuerte. "Entonces... te llamaré luego..."
Daisuke comprendió que no se había explicado bien. Le dolió tanto tener que volver a sacar su voz y su coraje para decirle la verdad. "No, no me refiero a eso. Me voy de aquí. De la ciudad..."
Pareció que algo se rompía dentro de Ken, sin poder aceptarlo. "¿Qué? ¿Qué? No... no, Dai, ¿qué quieres decir?"
Daisuke empezó a hablar rápidamente de nuevo. "Tengo que irme. Alejarme de ti. Será por un tiempo. Tienes una boda que preparar, y Miyako necesita de tu apoyo... ¿entiendes? Si me quedo, sólo seré un problema para ti--"
"¡Un problema!" exclamó Ken de pronto. "¡Tu nunca serás un problema! ¿No lo entiendes? ¡No quiero casarme! Te lo acabo de decir. Te lo acabo de demostrar... o es que acaso... ¿acaso tu no... no me quieres también?" agregó, una vez que empezaba a comprender el silencio de su receptor.
Se quedó callado, asimilando, esperando que Daisuke contestara inmediatamente que lo quería también... que estaba en un error. Pero por más que los segundos pasaron, y que su mirada suplicante nunca dejó de observarlo, Daisuke permaneció callado y sumiso, mirándolo con ojos profundos y una expresión imposible de desifrar. A Ken casi se le partió el corazón cuando no hubo respuesta. De pronto sintió un dolor agudo en el pecho, y su rostro se llenó de agonía, una agonía incapaz de desaparecer a pesar de que odiaba verse vulnerable. "Tienes... ¿tienes idea de lo que estoy sintiendo?" susurró más para si mismo.
// Y la tenía. Sentía lo mismo que yo. Se estaba derrumbando igual que yo... excepto que él no sabía. Le estuve haciendo creer que yo no lo quería como él a mi. Pensé... pensé que era lo mejor para él. Porque así se daría cuenta de que lo nuestro era un caso perdido y que jamás debió sentir eso por mi y así se concentraría en casarse con Miyako y jamás volvería a pensar en lo que había sucedido hacía sólo unos segundos...quedaría en el pasado y sólo yo lo recordaría. Pero es mejor así. Prefiero torturarme yo mismo con el recuerdo, con la esperanza de lo que pudo ser entre nosotros dos, que hacerlo pasar a él por lo mismo. Quiero que lo olvide... todo, por su bien. Aunque nos dolía tanto. //
Daisuke no dijo nada y desvió la mirada tan pronto como escuchó aquello. Sabía lo que tenía que hacer. Sabía que lo mejor sería caminar, irse lejos de ahí... era lo más aceptable y sabía que haciéndolo podría salvar su sanidad y la de Ken también. Pero sin embargo...
Sin embargo sintió un montón de emociones. Como si todo corriera por él. Pero no pudo dejarlas salir, simplemente no pudo. Deseaba hacer tantas cosas... sólo abrazar a Ken en sus brazos y correr con él hacia un lugar en donde nadie jamás los obligara a casarse con otra persona. Quería decirle a Ken que había estado mintiendo todo este tiempo, que en realidad estaba enamorado de él, que estaba muriendo del dolor que lo consumía; que había sido el peor día de su vida. Y que si pudiera aceptar sus sentimientos, y por un milagro ambos estuvieran enamorados y dispuestos a enfrentar el mundo solos, entonces todo estaría bien, estarían juntos, y ese sería el final.
Pero parecía tan imposible.
Con un nudo en la garganta, Daisuke asintió levemente e intentó tragar saliva antes de continuar. Tenía la boca seca. Cerró sus manos y las mantuvo a sus lados, temblando, tratando de ganar valor. Finalmente sacó la voz y sólo se atrevió a dirijirle a Ken una mirada distraída y rápida. "Te llamaré luego", dijo fuerte y claramente. Por dentro, su corazón se estaba destrozando.
Ken dio una pequeña risa irónica antes de que sus ojos se llenaran de lágrimas inevitablemente. "He sido un imbécil", susurró.
Daisuke no pudo más. Se dió la vuelta y salió de ahí con pasos cortos y rápidos, sin voltear hacia atrás y con toda su voluntad por encima de él impidiéndole regresar.
Mientras lo veía marcharse a Ken se le había escapado el primer sollozo, y sin ánimos de seguir mirando, se dió la vuelta e inició su marcha a su apartamento, ignorando que los ojos le ardían por contener las lágrimas y el cuerpo amenazaba con no responderle en cualquier segundo.
A metros de distancia Daisuke había empezado a correr.
// Lo dejé. Esa es la última vez que lo ví. Lo pensé varias veces antes de llamarle... incluso pensé en no llamarle antes de irme para evitarme escuchar su voz y sentirme como el más idiota del mundo al haberlo abandonado así. //
Ken escuchó el teléfono al siguiente día alrededor de las tres de la tarde.
Ayer, en todo el día, no había vuelto a hablar con nadie. Después de la noticia sus padres habían decidido dejarle su tiempo para pensar en su compromiso con Miyako y en sus planes para el futuro, de manera que no tuvo ninguna molestia en lo que restó del día. Había sido mejor para él. Se había sentado a leer todo el día sin estar realmente leyendo, pues su mente divagaba por otros lugares y los ojos se le nublaban en sólo minutos. Finalmente se había rendido y había ido a dormir temprano, pero el dolor no lo dejaba... permaneció el atardecer y la noche despierto. Miyako no llamó en todo el día. Tal vez no le habían avisado, o simplemente no había sabido qué hacer.
Y al siguiente día, solo en su apartamento, el teléfono había sonado. De todas las personas que podrían estarle llamando, Ken supo en seguida que se trataba de Daisuke dando su mensaje de despedida.
No levantó el auricular. En lugar de eso se sentó en el sofá, observando el telefono en la mesa en el otro extremo de la habitación. Esperó que la grabadora contestara. La voz de Daisuke le causó un temblor en la boca y de nuevo lo invadía el dolor agudo.
Ken... soy yo, Daisuke. Espero que estés bien. Si estás ahí... Un suspiro. Demonios, ya sé que estás ahí. Pero está bien si no contestas. Sólo quería decirte que me marcho hoy en la noche. No puedo decirte cuándo voy a volver, nisiquiera yo mismo lo sé. Ya lo arreglé todo, no hay nada que me detenga. Ken... es lo mejor. Para ti y para mi... Hubo una pausa y otro suspiro. Lo siento mucho.... agregó con la voz rota. Parecía como si estuviera en lágrimas. Luego volvió a hablar y ya no se escuchó ningun rasto de aquella voz. Cuídate. Ve a ver a Jun si algún día quieres saber algo de mí.
La máquina dejó de hablar. Ken se levantó del sillón y fue hacia ella. Oprimió un sólo botón y en un segundo había borrado el mensaje para siempre.
// Aún no sé qué es lo que voy a hacer pero en realidad no quiero pensarlo. Escribo esto antes de irme. Llevaré este cuaderno conmigo porque sé que desde ahora no puedo sacarlo que mi mente. Se me hace tan díficil.. tan difícil estar sin él. Sé que voy a sufrir quizás toda mi vida porque no podré jamás verme a su lado como yo quisiera estar.
Entre mis fotografías que llevo está una de él. La tengo aquí, en mi bolsillo. Sólo tengo que tomarla en mi mano y en un instante todo regresará a mí.
Pero esta es la única manera. //
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Jun había terminado de leer el día y francamente no sabía qué pensar. Le invadía el coraje por su hermano y al mismo tiempo una enorme compasión. El recuerdo de aquel día en que Daisuke había llegado a casa a hacer su maleta seguía vívido y lo recordaba empacando, diciendo estupideces de que quería tomarse un tiempo para sí mismo e ir a trabajar a otro lugar. Su padre y ella habían estado extrañados, pero no intentaron detenerlo. Sabían que tarde o temprano regresaría a casa.
Se había bebido la copa de café completa y el día seguía su curso al otro lado después de las paredes de su apartamento, como si en su mente no ocurriera nada.
Pero ella sólo se paró para servirse más café. Luego volvió a sentarse en su silla y siguió a la siguiente página.
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