n/a: Este es el penúltimo capítulo. Sólo este, otro más y un epílogo, y la serie termina, no hay vuelta de hoja. Realmente hubiera querido actualizar más seguido, pero circunstancias en mi vida no me dejaron...pero aquí está, para el querido lector que ha seguido leyendo y no ha perdido el interés.

AGRADECIMIENTOS a aquella hermosa (as) persona (as) que me nominó o nominaron para los Anime Awards con "Crónica de Doce Muertes"...un abrazo a esa persona (Kini-chan!!!!! ),o esas personas, ya que si no fuera por ellas, el concurso se hubiera ido sin mí... y una vez más a las personas que votaron y lograron que ganara (ganamos!!!!), GRACIAS! Fue increíble. Siempre estaré muy agradecida

Aqui va, el capitulo más... romántico. Y es la última vez que lo voy a decir, SI NO TE GUSTA EL SHOUNEN-AI NO LO LEAS, y va en serio, luego no quiero comentarios o preguntas del por qué de lo que escribo... Y a los demás yaoi fans como yo, espero que les guste mucho.

Atormentado

Por Anairb Black

Diario en italics

Capítulo Cuatro

1 de Julio, 2009.

He descubierto que mi vida ya no tiene ni el más pequeño sentido.

No sé a donde voy ni a donde quiero llegar con esto, simplemente estoy avanzando, aunque ya ni eso parece, parece que retrocedo a los mismos lugares sin final. Ken ha dicho que me ha extrañado. Incluso ayer, cuando dejé de escribir mi última nota, vino a verme, empapado por la lluvia. Ken me ha besado y no quiere separarse de mí, aunque sabe perfectamente lo que tiene que hacer en tres días - y no me involucra para nada a mí.

Realmente, todo se volteó de cabeza con esa estúpida boda, y ni siquiera es la mía, sin embargo aquí estoy; pobre Daisuke, siempre en problemas que no son suyos... pero ¿qué hacer ahora? Ya intenté irme y no dio resultado- se siente aún más el miedo, y sobre todo, la culpa- y ahora que estoy aquí, que es donde debo de estar, las cosas ya no tienen cabeza porque Ken ha venido a verme, a mostrarme que me quiere, como si no le importara que fuera a casarse...

Aquí, en estas páginas, puedo decir que por un momento deseé que no existiéramos, que no existiera para nada esto que hay entre nosotros...pero luego, después de nuestro encuentro en la entrada, sucedió algo que me dejó en mi abismo de nuevo, sin poder salir.

Ken entró en mi departamento; me contó todo lo que había sufrido en los preparativos, en silencio. Yo simplemente lo escuché y no dije nada. Cualquiera hubiera pensado que estando solos en mi apartamento, después de aquel arrebato que tuvimos del otro lado de la puerta, habríamos llegado más allá...no fue así. En lugar de eso me recosté en la cama con él, que estaba exahusto, y lo observé con atención cuando se quedó dormido.

Respiraba lenta y tranquilamente, por siempre inmune a los estallidos de la tormenta de afuera, sumergido en el más profundo sueño - y era fascinante. Daisuke lo observó toda la noche; tendido, en su cama, con los ojos cerrados, sobre las cobijas, y la luz de los relámpagos iluminándole el cuerpo en cada minuto. Daisuke no sabía lo que quería, ni lo que haría ahora; sólo se quedó mirando el cuerpo dormido, como soñándolo para siempre.

Así, en esa habitación, en paz, era como debían permanecer para siempre.

No me atreví a tocarlo de ninguna manera. Era tan hermoso así, sin interrupciones, sin perversiones, tan sólo así, en aquella bella quietud... así era como quería estar con él. Lo observé, acostado a su lado, a pocos milímetros de su calor, pero aún sin tocarlo, mirándolo hasta que yo mismo me quedé dormido, pero eso no fue sino hasta el amanecer y el cesar de la lluvia.

Cuando por fin desperté, no lo vi más a mi lado. En lugar de eso, Jun estaba de vuelta. No recuerdo bien qué le dije, pero ella me informó que los demás estaban enterados de mi visita.

Sin pensarlo más fui a visitar a Hikari.

La puerta de la casa estaba muy malgastada, y daba la impresión de que se trataba de un hogar sucio y maloliente, pero Daisuke sabía que Hikari no era así. Tal vez estaba muy ocupada con el trabajo,él nunca sabría. Pero el resto de las casas en aquella calle desolada y arrinconada en algún lugar de Odaiba no tenían nada que ver con su rostro cálido ni con su sonrisa soñadora.

"Kari-chan. Soy yo, Daisuke".

Y ella abrió la puerta. Después de tres meses, Hikari parecía algo... deprimida. El pelo largo y húmedo le caía por la cara y los hombros, ocultando entre sí parte de su frente y la piel de su rostro por siempre tan suave. Pero ella no era la misma, estaba cambiada. La preocupación y el estrés de varios días se asomaba por sus pupilas y las manos apenas entreabriendo la puerta eran más viejas de lo que Daisuke recordaba. Sin embargo, ella sonreía, y su sonrisa traía un montón de recuerdos, algunos tan viejos y olvidados que eran los más hermosos de todos.

"¡Vaya, Dai-chan! Pensé que no volveríamos a verte por aquí... después de lo que pasó..."

Daisuke se detuvo a media puerta, con un pie dentro de la pequeña salita de estar, y el otro aun pisando el tapete de la entrada. Hikari estaba adentro, sonriendo nerviosamente. "¿Lo que pasó? Sí... con Ken, ¿no?" dijo, más como una afirmación que como una pregunta.

Pero ella sonrió rápidamente e invitó a Daisuke a pasar. Una vez que lo hubo hecho, cerró la puerta, con más seguros de lo normal. Luego se fue a sentar con Daisuke en su pequeña salita, formada por dos sillones individuales color rosa viejo y una mesita con flores, margaritas en su mayoría. La casa irradiaba a Hikari- una Hikari más triste de lo usual.

"¿Ya hablaste con Miya? Estaba histérica cuando me habló para contarme que estabas aquí... ¡no sabes el bien que nos has hecho! No han sido buenos días. Toda esta idea de la boda parece como una obsesión de los padres de Ken. Pero Miya dice que quiere casarse. Yo creo que funcionaría, después de todo..."

Daisuke, impacible, no dejaba de observarla. "Kari-chan, sabes que no vengo a hablar de eso. Ya tengo suficiente con todo lo que me han dicho Takeru y Jun. Quisiera ver a Miya...pero quería saber cómo estabas. No te ves bien".

Ella se mostró insegura, callada. Daisuke estaba en lo cierto y ambos lo sabían.

No comprendo qué nos ha pasado. Solíamos ser tan sencillos con todo y con todos. Aún cuando andabamos por ahí salvando al mundo, no había nada que pudiera detenernos.

Sin embargo, aquí, en la salita de estar... Hikari, la Luz. Mi Hikari, con quien soñaba de joven... ella estaba frente a mi y a la vez no lo estaba. Podía ver que algo malo le había pasado. Y a mi también me sucedían muchas cosas. El recuerdo de Ken dormido en mi cama.... el rostro que siempre amé, mojado, en la lluvia. Las manos que en tres días ya no serían mías... que nunca lo fueron.

Hikari no me dijo nada. Ella sabía que estaba mal – pero por siempre silenciosa, no dijo nada cuando yo le conté de Ken. Sabía que en algun momento tendría que decírselo. Ella era como mi mejor amiga. Siempre me escuchaba y nunca me interrumpió... No sé cuánto me tardé en contárselo, pero fue lo suficiente.

"Aquél día no se me ocurrió hacer nada más. Pensé en todos... menos en mí y en él. Pero de alguna manera parecía lo correcto... no siempre lo correcto es lo que nos gusta, pensé. Pensé que en unos días se iría, que ambos nos acostumbraríamos, que tal vez yo podría llegar algun día y decir... 'Hola, Ken. ¿Que tal tu vida de casado?'. Y podríamos platicar como si nada hubiera sucedido. Pretendiendo o en verdad, no me importa. Tan sólo tener una conversación normal con él. También me imaginé que si eso no fuera posible, entonces simplemente no volvería a verlos – a nadie. Igual no me importaba si yo no me olvidaba de él... por lo menos él se olvidaría de mí, y hubiera sido algo bueno. Pensé que las confusiones se habrían acabado – ni él ni yo nos veríamos, él casado, yo para siempre fuera de la ciudad.... el olvido sería fácil...

"Creo que fui muy idiota. Pasaron tres meses y estoy de vuelta, y me encuentro con que todo este asunto de la boda es un asco, pero que es verdad. Nadie hace nada por impedirla. Es sólo un compromiso. Ni siquiera quiero que Miyako se case – ella siempre ha querido casarse, pero quiero que sea feliz. Verdaderamente feliz. ¿Por qué es que nadie ha hecho nada, Kari? Estamos sentados viéndolos, como continúan con su estúpida mentira..."

"No es algo que esté en nuestras manos, Dai-chan. Ken... él nos pidió que no lo intentáramos, que todo estaría bien así".

"El no sabe lo que hace." Hikari miró a Daisuke, asustada por su voz de pronto tan desafiante. Por sus ojos, pudo ver que no había terminado. Lo miró, con tristeza, mientras Daisuke continuó. "Ken sólo... él... él fue a verme anoche". Hikari palideció. "No hemos podido evitarlo..."

Daisuke calló, y por el momento no necesitaba decir nada más. Hikari, inmóvil, guardó silencio con él por varios segundos; después se levantó de su asiento, y se sentó a un lado del muchacho, en el piso. Tocó sus manos morenas que descansaban en sus rodillas, y su mirada encontró la suya.

"Está bien. Yo no voy a darte la espalda".

El muchacho no supo qué decirle en señal de agradecimiento. La sonrisa amable en el rostro de Hikari hizo lo suficiente como para que sus ojos se humedecieran. "Yo... yo quiero estar con él. Kari... no me preguntes por qué. Pero ayer... ayer lo he sabido. Lo he sabido mientras lo miraba cómo dormía. Me di cuenta de que.... de que yo lo quiero. Pero él..."

"Sí. Sí, Dai. No me digas más. No puedes evitarlo..."

Y entonces algo extraño, venenoso, se apoderó de mí, sacudiéndome con fuerza. Estaba tan desesperado. Me puse a llorar. Hacía mucho tiempo que no lo hacía... las lágrimas y la dificultad para respirar, los suspiros, los sollozos... parecieron ajenos a mí. Pero no podía controlar la manera en la que no paraba de decir las cosas como eran, cómo continuaba diciendo que lo quería, que ahora en ese preciso instante lo extrañaba como si hubiésemos muerto...

Hikari también lo hizo. Llorar, me refiero. Entre sollozos me dijo como todos la habían abandonado, cómo sobrevivía a solas. Y entonces sucedieron muchas cosas de las que no tengo memoria suficiente, ni valentía o fuerzas para volver a recordar.

Sólo sentí sus labios en mi rostro, muy cerca, sus manos acariciándome hasta ya no poder. Hikari... Hikari estaba tan triste. Estaba tan desconsolada...y yo lloraba, y entonces...

No sé cómo sucedió... volví a casa de Jun, en silencio, tras haberla dejado dormida, descansando. Siempre dejando a la gente dormida en su profundo sueño hermoso... la abandoné, presa de mi propio dolor y mi vergüenza, para regresar a mi refugio, donde horas atrás Ken había dormido en mi cama, y yo lo había amado en silencio, tan sólo mirándolo. Su recuerdo era ahora como algo que me desangraba.

Llegué a la puerta, y sin abrirla, sabía que había alguien adentro. No podía coordinar, ni pensar en quien podría ser, aunque en esos momentos yo sólo pensaba en Ken y cómo lo haría sufrir después de lo que acababa de hacer por cobardía, y por que soy un débil que no puede vivir sin su amor...sin su prescencia.

Era Ken, y Daisuke no pudo haberse esperado menos.

Recordó todo lo de la noche anterior, y la mañana de ese mismo día, todo dando vueltas en círculos interminables, insoportables. Ni siquiera se atrevió a acercársele, porque sentía de pronto una repugnancia consigo mismo... ni siquiera Hikari había tenido la culpa. Era él... en su intento de olvido, de sacárselo de la cabeza, lo que había provocado aquello. Quería que Ken lo odiara. Quería que lo odiara para siempre y no tuviera que vivir la agonía de querer amarlo y estar con él, sabiendo que jamás podría.

"Pensé en darte una visita, porque quería verte", dijo Ken, sin saludo.

Daisuke no dijo nada. La tormenta en su cabeza no paraba de molestarlo.

"Cuando desperté esta mañana y no te ví... decidí irme y regresar luego, tan sólo para... Suke-chan... no te encuentras bien, ¿verdad?"

Aun así, no podía contestar. Pero entonces lo miré y de nuevo sentí el deseo, y la necesidad, y el amor... esto no podía ser... no podría ser nunca, y sin embargo él estaba aquí sufriendo... y yo quería detenerlo.

No sabía por que lo hacía, ni qué lograría con eso, pero en ese momento Daisuke no deseaba otra cosa mas que lastimarlo, o lastimarse a él mismo. Una corriente de dolor hacia todo le estremecía el corazón, y quería sacarla de adentro, hacerla vivir en carne viva. Miró al suelo, miró a Ken...entonces comprendió lo que debía decirle.

"Hoy estuve con Hikari".

Tal vez la oración no decía mucho en sí, si Ken la hubiera leido de una carta o la hubiera escuchado por teléfono... pero no necesitó saber más. Los ojos de Daisuke le decían algo que era inevitable; las palabras, muertas en su boca, no necesitaban más explicación.

Traición. Engaño, tal vez... venganza. Era un sabor amargo y lejano, de muchos años atrás... Ken lo conocía, conocía a el dolor y la soledad; pero nunca por amor. Por amor, le sabía a un terrible vacío. Sangre incluso, porque era tan latente, tan viva, y tan dolorosa...

"¿Por qué?", dijo, y su pregunta salió como algo inesperado.

Daisuke no respondió, y en lugar de eso lo miró con ojos sombríos, callados. Antes de que Ken pudiera dar un paso más, se dió la vuelta y desapareció por la puerta de su habitación. Luego ya no escuchó nada.

El silencio le cayó encima a Ken como un peso insoportable, formándosele un nudo en la garganta al no tener idea de qué hacer. Finalmente cerró la puerta detrás de él, con un sutil movimiento. Lo siguió hasta la habitación y ésta vez dejó esa puerta entreabierta.

Miró a Daisuke por un largo rato, mientras él estaba sentando en el otro extremo del cuarto, en el suelo, apoyando los brazos en las rodillas y la cara oculta entre ellos. Por un instante pareció que oía una pequeña risilla; pero todo estaba en silencio. Y en la ventana el cielo nublado apenas alcanzaba a alumbrar la habitación. Era un día tranquilo afuera, lleno de paseos y pájaros volando por el cielo, gente sonriente, llenas de calidez, a pesar del cielo sin Sol y sin azul incandescente... pero dentro, en esa habitación, Ken sólo podía mirarlo, cómo Daisuke escondía la cara como si se tratase de un dolor de cabeza fuertísimo, y no hacía ningun movimiento.

Lentamente se le acercó, como quien se aproxima a un niño pequeño. Se puso de rodillas, apoyando una mano contra la pared para soportar su peso; bajo su cuerpo tan cercano al de Daisuke, sintió que él se estremecía. Y entonces con su mano libre le acarició el cabello castaño, como tantas veces había solido hacerlo.

Se sentía triste, más allá de sus expectativas, y el dolor en el pecho no lo dejaba... pero aún así quería verlo y no quería dejarlo ir; pensaba que no tenía caso resignarse, no tenía caso dejarlo todo a un lado, si ambos sabían que siempre estaría allí...

Su mano se deslizó a su rostro moreno y le levantó la cara: Daisuke lo miró tras ojos húmedos y abiertos de par en par. Quería ser el primero en hablar, decirle que no huyera de sus sentimientos, pero Daisuke le ganó una vez más la palabra.

"Vete de aqu", le decía, aunque su voz era insegura. "Ya hice lo que tenía que hacer. Puedes odiarme y seguir ahora. No hay nada más que te retenga conmigo".

Parecía que sus palabras no le hubieran afectado, porque Ken lo abrazó por el cuello sin decirle nada. Luego sintió algo cálido y ajeno a él que se deslizaba contra su piel, llenándolo de un sentimiento seguro e infinito... ambos se incorporaron y voltearon a verse. Ken distinguió en el rostro de Daisuke, siempre tan alegre y seguro, una lágrima atrapada en sus pestañas. Y volvió a tomarlo por el rostro. "Estás tan triste..."

Daisuke respondió enseguida, aunque encontraba difícil hablar por el momento, y era complicado sostenerle la mirada. "Es por tu bien. Mejor vete de aqu".

Pero por más que lo hubiera deseado, Ken no alejaba sus ojos de los suyos. "Estás mal. Sé bien que estás tratando de huir, y me estás lastimando. Pero yo si te quiero..."

Daisuke se sintió como si algo duro y ardiente le hiciera una herida en el pecho, y esa calidez tan fuerte se hubiera apoderado de él, esparciéndose hasta disiparse, dejando una gota de placer y de dolor ahí donde había nacido. Bajó la mirada, luchando contra las lágrimas; pero finalmente decidió que ése era el momento, y de nuevo miró a Ken, esta vez tras los ojos empañados.

"En realidad...la verdad es que no quiero dejarte, nunca", susurró, viéndolo con un reflejo de anhelo, de agonía, pero sobre todo de amor. Y Ken lo besó, muy suavemente, hasta presionarlo contra la pared. Continuó hasta dejarlo exhausto.

Me entregué a él completamente y lo hice como nunca antes. Lloré como nadie tiene una idea, y le rogué que jamás me dejara, porque me parecía que un minuto sin él sería el infierno mismo y no quería agonizar nunca más. Y el me silenció, y me trató como nadie me había tratado, y borró de mi a Hikari y cualquier rastro que ella dejó. Me abrazé de él y lloré. Derramé todas mis lágrimas sobre su hombro, mientras él me hacía suyo y me decía que me amaba.

Cuando todas mis lágrimas se habían ido, respiré tranquilo en su cuello y me arrullé con sus brazos alrededor de mi cintura y sus piernas a mis costados. El me sostuvo en sus brazos, y me llevó hasta la cama, me recostó y me cubrió con la sábana la mitad del cuerpo. Luego se recostó a mi lado, y me sostuvo muy cerca de él. Me besó en los labios y yo lo besé de regreso, lentamente. Estabamos tan cansados que nos quedamos dormidos en un instante.

Eran las siete de la tarde cuando Daisuke y Ken estaban de nuevo conscientes, y apenas anochecía. El atardecer lucía rojizo a travéz de las cortinas y el Sol iluminaba con una vaga luz cálida la habitación, mientras se iba ocultando lentamente con los minutos. Era una tarde callada y el departamento se encontraba en silencio. No había señales de que Jun hubiera regresado, y tampoco sonaba el teléfono ni el timbre.

El cuarto estaba desordenado, y la puerta seguía entre abierta, tal y como Ken la había dejado cuando entró. Aun seguían abrazados y con la sábana entrelazada en sus cuerpos.

Desperté primero. Ken me tomaba la mano y aún estaba dormido. Recuerdo besarlo en la frente y en el cuello. Ya no me sentía triste - a su lado, nunca. Sabía que en el momento en que dejara de abrazarlo la realidad volvería a mi y no quería que sucediera. Respiré el olor de su cabello y apoyé la cabeza en la almohada que él ocupaba, mirándolo de frente. Seguía tomándome la mano cuando despertó y me vió.

Daisuke dejó de mirarlo y vio al techo, y ambos se quedaron en silencio. La mano de Ken dejó la suya, y le tocó la mejilla. Sus dedos eran cálidos y su tacto muy suave.

"Por favor, no me dejes de nuevo", le susurró al oído, tan cerca que sus labios lo tocaban.

El otro volteó a verlo, Ken sin retirar la mano de su rostro. "¿Dejarte?" preguntó, en voz baja y confuso.

"Por Hikari", respondió Ken. Sus ojos lo miraban, suplicándole.

"No lo haré. Pero tú... tu me dejarás por Miyako", le dijo Daisuke, observándolo fijamente. Pero Ken negó levemente con la cabeza.

"Yo sólo tendré mis hijos con Miyako. Sólo eso". La mano que tocaba su mejilla acarició su cabello y su frente, y luego volvió a su lugar. "No te dejar", agregó, casi inaudible.

Lo amaba. En ese instante lo comprendí. Ya no sabía si podía ser posible, o si sólo era un espejismo de mi amistad con él. Sólo sabía que lo amaba. Y nunca nadie podría tomar su lugar. Nadie me conocía mejor que él, y yo lo conocía mejor que a nadie... ¿por qué tienen que cuestionar nuestro amor?

"Te amo", le dijo Daisuke entonces.

Lo abrazó por la cintura y quedaron unidos, cuerpo con cuerpo.