Disclaimer; por si alguien no lo sabe los personajes que aquí aparecen no son míos, sino de su autora J.K. Rowling y demás socios comerciales. Esto se hace sin ánimo de lucro.

Advertencias; Contiene Spoilers de toda la serie de Harry Potter, además que hay SLASH (relaciones homosexuales) si té molesta o no te agrada no continúes, por favor no continúes.

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Capítulo; Preludio II.

La cena en la mansión Malfoy seguía sirviéndose a la misma hora, Narcisa Black de Malfoy quería que todo continuara igual, intentaba mantener las cosas antes de que su marido fuera llevado a Azkaban. Ahora sólo cenaba con su hijo, ella seguía sentándose en uno de los extremos de la mesa, la cual era enorme ya que en ella había espacio para cuarenta comensales, su marido que solía sentarse en el otro extremo estaba vacío y su adolescente hijo ocupaba su lugar habitual en medio de la mesa. La cena transcurría en su habitual silencio, disfrutando de los ricos manjares.

- Draco ¿has estudiado lo que te mande?- la voz dulce de la hermosa mujer hizo que su hijo fijará la atención en ella.

- Sí, madre. He aprendido mucho.

Narcisa levantó levemente sus cejas, si bien sabía su hijo le estaba mintiendo. De hecho el heredero Malfoy no se había mirado ningún libro, ni anotación de lo que le habían mandado desde principio de verano, ni siquiera diciéndole que era una orden expresa de su padre. Definitivamente había malcriado a su hijo, esta noche corregiría ese error.

Por su parte Draco sonreía ante el hecho de poder seguir haciendo lo que deseara, como esta mañana, practicando con su escoba "Nimbus 2001". Este año pensaba derrotar al imbécil de Potter y al idiota de Weasley, eso era lo único que importaba que Slytherin ganará todos los premios posibles.

- Hijo hoy he hecho un pastel especial para ti. Debo recompensar tus esfuerzos en aprender más y para que en el futuro seas el digno heredero de los Malfoy. - una elfa traía un trozo de pastel, que depositó con cuidado delante del joven amo, que la miraba con asco y desprecio. - Disfruta de esta maravilla gastronómica, porque nunca has tomado algo así.

El joven comenzó a comer, al primer mordisco encontró que era una de las cosas más exquisitas que alguna vez había probado, un sabor dulce y amargo al mismo tiempo.

- Esta delicioso madre.

- ¿Qué te parece su sabor?.

- Único, muchísimas gracias, siempre me complaces madre.

- Yo espero que tu también, mi dragón- hizo una señal a la elfa que también trajo un trozo para ella.

Una vez que los dos terminaron de comer, Draco se disponía a retirarse a sus habitaciones, pero se percató que su madre bebía el contenido de un frasquito azul.

- Madre ¿qué no os encontráis bien?

- Tranquilo estoy bien, simplemente las cosas que suceden a mí alrededor no son de mi agrado - dijo en un tono lastimero.

- Debéis estar muy afectada por lo que le ha sucedido a padre.

- No, su situación podría ser peor - murmuro para sí misma.

- ¿Cómo? -preguntó confuso su hijo.

- Solo estoy tomando el antídoto- sonrió ella jugando con el frasquito.

- ¿Qué antídoto?- el chico la miraba totalmente confundido, acaso su madre se encontraba enferma, se la veía frágil en ocasiones y está seguro que su madre no sabía nada de que su padre fuera un mortífago.

- Draco, Draco, en esta vida hay cosas que no debes hacer nunca. Una de ellas es mentirme y la otra desobedecerme.- ahora su voz ya no sonaba tan dulce, tan amorosa.

- No sé que me estás hablando.

- Las cosas van a cambiar. Se acabó tratarte como a un niño, ya no lo eres. Compórtate de acuerdo a quien eres. Ahora retírate.- eso era una orden que no admitía discusión alguna.

El muchacho se fue sin despedirse, cómo se había atrevido a hablarle así, nadie ordena a un Malfoy. Pero lo que no sabía es que su adorada y complaciente madre estaba cansada de su comportamiento infantil y de niño mimado, venían tiempos difíciles para todos. Y esta noche iba a ser el comienzo de una nueva vida para Draco.

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Después de la reunión, sus asistentes se fueron yendo de forma escalonada. Algunos como los Weasley decidieron quedarse, los gemelos esperaban que sus hermanos menores estarían despiertos y esperándoles, se harían suplicar un rato, bueno hasta que Ginny perdieran la paciencia y les hiciera contar todo, nadie pensaría que la menor de los Weasley podía ser muy persuasiva.

Otros como Kingsley y Tonks se fueron, tenía que presentarse ante el Ministro de Magia. En los últimos días se había discutido como se enfrentaría al problema de una población aterrada ante la posibilidad de una nueva guerra y el regreso del innombrable.

Los demás regresaron a sus hogares.

El animago sólo quería estar con su ahijado y pareja, subió después de los gemelos a hablar a los no tan niños, los tres habían prometido no decir nada de la reunión, bueno no decir nada que llevara a los más jóvenes a emprender acciones perjudiciales para ellos. Desde el piso superior vio salir a Snape, pero en vez de marcharse cerró las puertas y se apartó de estas apoyándose en la pared, cruzó los brazos y esperó. Sabía que quedaban tres personas a una de ellas no tenía intención de dejarla a dormir esa noche, siguió a las habitaciones de los chicos.

El espía de la orden se quedó no porque Dumbledore se lo había pedido, sino por el licántropo había algo distinto en su mirada parecían tan triste cuando en realidad tendría que brillar más que nunca. Definitivamente pasaba algo, fuera lo que fuese era muy grave.

En el interior del salón antes lleno de personas sólo quedaban tres; un director de colegio, un exauror y un licántropo confundido. Los tres guardaba silencio, Alastor había puesto un hechizo silenciador en la habitación, impidiendo que sonido alguno pudiese oírse en otro lugar que no fuera la estancia. El Director se peinaba la barba, pensando en las palabras más indicadas para esta tensa situación. Y el licántropo no hacía nada, sólo esperar, sentado en el mismo sitio desde que había llegado, con los puños cerrados.

- ¿Por qué fuiste a ver a Tom?- Dumbledore sabía ahora que ya no había vuelta atrás, tendría que explicar al niño ahora hombre la verdad.

- Fui a suplicarle que detuviera esta guerra, pero fue inútil como la otra ocasión.

- Eso fue una insensatez muchacho, podría haberte lanzarte una maldición imperdonable - el antiguo auror estaba furioso.

- Eso ahora no importa, me dijo que mi madre no murió en un accidente - miraba fijamente al director del Colegio Hogwarts - Murió por una... una maldición imperdonable que... que usted le lanzó - nadie más que él sabía lo duro que había sido pronunciar esas palabras.

- Es cierto.

Remus Lupin abrió los ojos ante la confirmación de su protector, todavía en su corazón tenía la esperanza que aquello era una mentira más de Lord Voldemort. Esperaba oír lo de siempre que su madre tuvo una accidente, que por culpa de esto él se había quedado huérfano a la edad de los cuatro años, huérfano y maldito. Pero dos simples palabras hacían que su creencia en Dumbledore se tambaleara.

- ¿Por qué?- era lo único que podía decir, ahora quería respuestas. Por Merlín quería una explicación, algo que justificara la mentira o la verdad. Debía haber algo. Pero qué puede justificar una muerte.

- Fue un accidente -ahora era Moody quien volvía a hablar, su rostro estaba entre las sombras del salón debido a la escasa visibilidad.

- ¿Cómo pudo ser un maldito accidente si le lanzó un Avada Kedravra?- su voz había subido de tono, empezaba a perder la calma y eso no era bueno.

- Porque la maldición no era para ella, sino para Tom Riddle. Tu madre se interpuso - ante las palabras del anciano, el licántropo se levantó y comenzó a pasearse por el salón principal de la mansión- Sí, Remus yo nunca quise matarla, no hay día en que no me cambiaría por ella- se hizo un silencio muy tenso.

- Cuando tu madre murió, él dejó de ser definitivamente Riddle para ser Lord Voldemort - Alastor se acercó al licántropo - No debimos haberla traído con nosotros, lo siento muchacho. Tu madre era una bellísima persona que creía que todo el mundo merecía una segunda oportunidad.

El silencio se hizo de repente, Remus se sentó, sabía la verdad. Sí había sido un accidente en cierta manera, pero seguía siendo un homicidio. Además cómo se había librado de ir a Azkaban, Dumbledore había utilizado un maldición imperdonable su uso era cadena perpetua en la prisión. Todavía había muchas preguntas. Pero hoy tampoco se responderían la puerta se había abierto, Mcgonagall estaba muy nerviosa, ella no había asistido a la reunión.

- Albus, algo ocurre en el castillo.

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Horas más tarde de la cena habitual en la mansión Malfoy, el joven heredero no podía conciliar el sueño, al cabo de unos minutos después de acabar su alimentación nocturna, la sensación de pesadez se había ido, siendo sustituida por el dolor. Se levantó de la cama, el dolor aumentaba, apenas podía estar de pie, todo le daba vueltas.

- ¡Madre! - había gritado, necesitaba ayuda.

La puerta de su habitación se abrió lentamente, una figura elegante le observaba indiferente, ella nunca lo había mirado así.

- ¿Qué te sucede Draco? -su voz era fría.

- Dolor y calor - apenas podía hablar.

- ¿De que puede ser estos síntomas?

- No... lo... sé - comenzaba a faltarle el aire, cayendo de rodillas. Pero por que su madre no hacía nada.

- Por tu bien, espero que no vuelvas a mentirme.

- Yo no te he mentido nunca.

- ¿Me crees estúpida?¿Crees que no sé que te dedicas a practicar ese estúpido juego todo el día en vez de estar estudiando? - Narcisa entró en la habitación y se aproximó a su vástago que yacía en el suelo temblando - Si hubieras estudiado te habrías percatado al primer mordisco que el pastel tenía una sustancia nada saludable para el organismo humano.

- ¿Me has envenenado?- enseguida le vino a la mente el frasco y como su madre se tomaba su contenido - ¿Por qué?

- Porque es el único modo de que aprendas que esto no es un juego, la vida que tu quieres tener es peligrosa y la muerte te acecha en cada momento. - se arrodilló al lado de su hijo, aproximando un frasco a su boca, se lo hizo beber - Esto sólo te aliviará, pero tienes está noche para encontrar un antídoto- señaló hacia la mesa llena de libros y pergaminos- Tienes todo lo necesario para encontrarlo.

Draco se sintió mejorar y enseguida que tuvo un poco de fuerza se separó de su madre, mirándola con odio.

- Te detesto madre.

- Draco es por tu bien. Es lo único que puedo hacer, hablarte no sirve de nada- ella se puso de pie.

- Espera que padre sepa de esto.

- Él no te hubiera dado el calmante, incluso te hubiera hecho algo peor.

- Yo soy el futuro para el señor tenebroso. Yo soy el heredero de los Malfoy y él lo sabe.

De pronto la mirada de Narcisa se volvió fría, antes de que Draco se diera cuenta su madre le había bofeteado.

- Escúchame bien, porque sólo lo diré una vez - el joven miraba a la mujer no reconocía a su madre en ella, era una desconocida. Nunca había visto esa mirada asesina y esa aura de poder que emanaba invisible del cuerpo de Narcisa pero que si podía sentir - Para Voldemort no eres nadie, simplemente el hijo de sus sirvientes, no dudaría en matarte ni un segundo.

- Pero yo soy un sangre limpia y...

- ¡CÁLLATE!- los ojos azules de Narcisa brillaban de furia y bofeteó a su hijo nuevamente.

El joven comenzaba a tener verdadero miedo, ni su padre le había llegado aterrar como ahora lo estaba haciendo su madre, esa era la auténtica Narcisa Black de Malfoy, recordaba que su padre le había dicho que su madre podría ser terrible, que no le engañasen sus máscaras.

- No importa que seas sangre limpia ni que tengamos tanto oro que no sepamos que hacer. Si dejas de ser útil, te mata. Si eres presentado y no cumples con sus expectativas, te mata. Si le fallas una vez, te mata. Si le abandonas, te mata. Si lo desea, te mata. Tu tío Régulus Black es un claro ejemplo, quiso dejarlo y él ordenó su muerte, tu tío tardó tres días en morir, al Señor tenebroso le agrada de ver muertes lentas y dolorosas.- hizo una pausa cerrando lo ojos tratando de calmar la furia que en estos momentos sentía ante su hijo y el recuerdo de la tortura de su primo a manos de su hermana, no deseaba ver a su hijo en semejante condición - Draco te conviertes en un mago excelente e indispensable o te matará antes de que recibas esa marca- dejó la habitación de su hijo, Draco tenía que entrar en mundo donde no tendría ningún privilegio, su nombre no era nada. No quería ver muerto a su hijo, ninguna madre debe ver eso nunca.

La hermosa mujer se dirigió hacía los aposentos que compartía con su marido en ocasiones, pero realmente eran las habitaciones privadas de ella. Entró en su despacho privado tras pronunciar la contraseña, nadie podía entrar allí ni siquiera los elfos domésticos, era su santuario el único lugar donde se sentía realmente a gusto. Cuando se casó con Lucius trasladó todo lo que para ella tenía un recuerdo o un significado, su primera varita, su primera poción, muchas fotografías de la familia guardadas por años, los libros de magia que nunca devolvió a la biblioteca, claro que nadie sabía que ya no estaban allí, el tapiz de la genealogía de la casa Black, aunque el suyo tenía todos los nombres no había querido tachar ninguno, incluso había de añadidos, como el de Tonks. Pero lo que más apreciaba era una fotografía que siempre la tenía a la vista y no guardada.

- ¡No me mires así! - le decía a la fotografía sobre la mesa - ¡No va a morirse, sólo va tener un poco de dolor!- en la fotografía había dos personas, una estaba furiosa mientras que a la otra tenía expresión indiferente - No es un niño, yo he tenido algo de compasión, Bella no dudo en lanzarme un crucio cuando le dije que no quería saber nada de Lord Voldemort ¡Por Merlín sólo tenía once años! ¡Yo sí era una niña!. Además él quiere formar parte de este mundo, del nuevo mundo de Riddle, ese sangre mestiza loco- la persona atónita cambió su expresión al miedo, mientras que la otra miraba de calmarla - Tranquilo no sabe que pienso eso, Severus no es el único bueno en oclumancia, yo soy mejor, sólo el mejor sobrevive - tocó su brazo, donde tenía la marca, la había recibido a los dieciséis años, a esa edad la perfecta mortífaga, ya había matado y torturado, no le importaba hacerlo y sigue sin importarle, su hermana había sido una buena maestra.

La mujer se acercó al espejo de cuerpo entero, se miró estaba perfecta como siempre su rostro era una máscara, que no dejaba traslucir las emociones que ella no quería mostrar como en estos momentos la preocupación por su hijo, por los planes de su señor, los Desterrados, seguro que la reunión con Vladimir ya se había celebrado.

- Sirve a tu señor, pero sírvete a ti misma antes- murmuró para sí misma, ese era su credo.

Volvió su vista al escritorio nuevamente, vio el libro, a simple vista parecía un libro más, pero no ese era uno de sus libros no devuelto a la biblioteca, claro que ningún a alumno podía acercarse a ellos, sección prohibida. No para ella.

Tenía mucho trabajo para esa noche. Nadie iba a dormir en la mansión Malfoy esa noche.

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Ante la noticia el Director de que algo extraño estaba sucediendo en Hogwarts se marchó junto a la Profesora Minerva Mcgonagall y Profesor Severus Snape, al igual que Alastor, el cual decía que debía ser obra de Voldemort.

Remus se sentía abatido después de la esclarecedora conversación con su protector, pero no había quedado satisfecho, todavía existían demasiadas preguntas sin respuesta que hoy no se contestarían y seguramente en los días siguientes tampoco.

Se dirigió a la habitación que compartía con Sirius, antes de que este muriera. Ya que una vez muerto había cambiado de habitación. Su pareja estaba viva, el amor de su vida había regresado al igual que hacía algo más de dos años.

- Sirius está aquí conmigo una sonrisa iluminó su rostro, por un momento la tristeza desapareció.

También tenía que hablar con él, había ocultado cosas muy importantes era el momento de confiar en alguien sus temores, ya que nunca tuvo el valor suficiente para sus amigos de explicar sus orígenes, temía tanto el rechazo, no les creía tan comprensivos una cosa es acepten que seas un hombre lobo y otra ser familiar de Lord Voldemort, aquel que sólo traía dolor y muerte a todo el mundo.

- Por favor que Sirius entienda, que Harry entienda.

- ¿Qué es lo que hay que entender Profesor Lupin? - la voz del adolescente le sacó de sus pensamientos, no había visto salir al muchacho del baño.

- Nada Harry. Cuántas veces tengo que decirte que me llames Remus, ya no soy tu profesor- le dijo con una sonrisa triste en los labios.

- ¿No va a ser el profesor de defensa contra las artes oscuras?

- No lo creo Harry, a los padres no les gustaría a una criatura oscura cerca de sus hijos, sobretodo con la nueva legislación.- el muchacho le abrazó, el licántropo se quedo paralizado ante el gesto afectuoso y espontáneo.

- Todo irá bien - murmuró Harry separándose de Remus.

- Harry ¿dónde estabas? Es hora de descansar, mi madre no castigará si nos ve que no nos hemos ido a dormir- el amigo pelirrojo de Harry se dirigía hasta ellos.

- Buenas noches, profesor Lupin.- ambos chicos se marcharon.

- Buenas noches.

El antiguo profesor se dirigió hacia la puerta del final del pasillo, la abrió despacio. Pero nada más traspasar la dos fuertes brazos le abrazaron, mientras unos labios recorrían su cuello.

- Remus, mi Remus- susurraba Black a su oído, con sus manos intentaba quitarle la túnica.

- Sirius- el mismo había ladeado su cabeza instintivamente ante el nuevo placer para que su amante tuviera un mejor acceso a su cuello, uno de sus puntos erógenos, algo que el animago sabía muy bien.

- Mañana duerme todo lo que quieras, pero esta noche no. Sé mío.

- Lo siento, pero no estoy con ánimos- en su mente oía las palabras de Dumbledore, de Lord Voldemort y de Alastor.

- Por favor Remus- le empujaba hacia la cama de matrimonio.

- Lux- las velas se encendieron - ¡No, Sirius! - Volteo para mirar los ojos grises de su amante -Esta noche no, por favor.

El animago lo miró suplicante, iba a intentar convencerlo pero cambió de idea al ver la mirada triste del licántropo, el dorado de sus ojos no se veía tan resplandeciente como siempre.

- ¿Qué té pasa Moony?

- Nada, ya se me pasará- abrazó al exconvicto con todas sus fuerzas -Necesito dormir sólo eso, hace tiempo que no duermo bien - no podía decírselo no esta noche.

- De acuerdo, vamos a dormir. Te notó más delgado- palpando del cuerpo de su persona amada.

- Sirius, esas manos.

- Ya sabes que me eres irresistible.

Los dos se pusieron sus prendas de noche, seguían estando donde las habían dejado la última vez. Se acostaron en la cama, abrazados, Remus se acurrucaba entre los brazos del animago, se sentía un poco perdido y Sirius lo estrechaba contra su pecho, temía perderlo otra vez, tenía esa sensación desde que lo había visto entrar en el salón de Grimauld Place.

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Notas y agradecimientos; En realidad este capitulo es más confuso que el anterior, tenía que ser uno pero no terminaba de gustarme, bueno de esta manera tampoco me convence mucho... Sé que el fic es extraño pero pronto tendrá sentido. Si luego sustituyo un capítulo ¿se borran los comentarios? Y otra pregunta hasta dónde puedo llegar con el rating R, no quiero pasarme. Agradecería que alguien me lo dijera.

- Luadica: Hola de nuevo, si el capítulo anterior fue la presentación de este. Espero que este capítulo te agrade. Hasta pronto.

-Katie-Soul-Sieth: ¿De dónde sacaste la idea de que Harry está emparentado con Vladimir? Pobre Harry ya tiene suficiente con estar emparentado con los Dursley, la única relación que habrá será la de intento de asesinato por parte de Vladimir. Sí me gusta el mundo de la magia, pero sobretodo el de la mitología y las leyendas.

A todo el mundo que lee el fic muchísimas gracias.