Disclaimer: los personajes no me pertenecen, son propiedad de J.K. Rowling
y de las firmas que compraron los derechos. Hago esto por mera diversión y
sin fines de lucro.
Por favor, dejen reviews!!! Antes de que lean les aclaro algo: SOY
PRINCIPIANTE HACIENDO FAN FICS, este es el primero y espero que lo lean y
disfruten.
1. Lilian Evans
El sol se elevaba en los jardines e iluminaba el bronce de la puerta de entrada de la familia Evans. Esta familia era completamente normal, un matrimonio feliz con dos hijas a las que querían mucho: Petunia y Lilian. Nada podría haberlos tomado más por sorpresa que lo que estaba a punto de ocurrir la mañana de ese cálido martes.
-¡Lily, Petunia! ¡El desayuno!- llamó desde el descanso de la escalera su madre.
Lily se arrebujó entre las mantas de su cómoda cama, aún tenía sueño. En cambio Petunia se había levantado de inmediato al oír el llamado de su madre y ahora se encontraba frente al espejo peinando su rubia cabellera.
Lily era una niña de once años recién cumplidos. Tenía una larga y hermosa cabellera roja como el fuego que le llegaba debajo de los hombros, y unos centelleantes ojos verde esmeralda. Algo pequeña para su edad, siempre fue ágil y aplicada. A su alrededor, de vez en cuando, ocurrían cosas extrañas. No se parecía en nada a su hermana. Petunia tenía doce años. Delgada, rubia y con un cuello más largo de lo normal, ideal para su actividad favorita: espiar. Fanática de la limpieza y enemiga de las cosas fuera de lo común, razón por la cual no es muy unida a su hermana.
Petunia estaba sentada a la mesa terminando su desayuno cuando Lily entró, aún en camisón y restregándose los ojos. Su padre le sonrió desde su posición detrás del diario mientras sorbía un poco de su café y su madre le indicó que se sentara mientras le preparaba el desayuno.
-¿Cómo has dormido?- quiso saber el Sr. Evans.
Lily se tapó la boca para ahogar un bostezo provocando algunas risitas por parte de su hermana que llevaba su taza a la pileta de la cocina para lavarla. A continuación las cosas sucedieron rápidamente. Petunia soltó un grito agudo que llamó la atención de varios vecinos además de la de su familia. Soltó la taza, que se hizo añicos contra el piso, y salió corriendo a esconderse detrás de su padre. Lily olvidó el poco sueño que aún le quedaba y, junto a su madre, se acercaron a ver qué había visto la rubia mientras el Sr. Evans la calmaba un poco.
Una gran lechuza gris estaba dentro de la pileta de la cocina tomando agua tranquilamente como si fuera un bebedero, esa no era una conducta normal en una lechuza. Las lechuzas sólo salían de noche y ya eran las once de la mañana. El animal desplegó sus alas y salió de la pileta, al ver a la pelirroja, voló hacia ella. La pequeña se quedó petrificada en el lugar mientras su madre la sostenía por los hombros. El ave volaba frente a Lily esperando que ésta tomara la carta. La pequeña al percatarse del sobre lo observó detenidamente, era amarillento y tenía unas hermosas letras en color esmeralda.
-¡Mamá! ¡Ahí están mi nombre y dirección!
La chiquilla algo asustada extendió la mano para tomar el sobre, algo pesado si se lo comparaba con cualquiera de las cartas habituales, apenas se lo quitaron la lechuza giró y se posó en la mesada de la cocina. Con manos temblorosas la niña comenzó a abrir la carta mientras se dirigía a su lugar algo shockeada. La carta estaba escrita en pergamino y con la misma letra esmeralda, Lily leyó:
Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería
Director: Albus Dumbledore (Orden de Merlín, primera clase, gran hechicero, jefe de magos, jefe supremo, Confederación Internacional de Magos)
Querida señorita Evans:
Tenemos el placer de informarle que usted tiene una vacante en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Adjuntamos una lista con el equipo y los libros necesarios.
La clase comienza el 1º de septiembre. Esperamos su lechuza no más tarde del 31 de julio (puede utilizar la misma que le entregó esta carta). Una vez nos haya respondido le enviaremos otra carta con la información acerca del lugar donde puede comprar los útiles escolares.
Muy cordialmente
Minerva McGonagall
Subdirectora
Observó que había un segundo pergamino con un listado de cosas extrañísimas, no entendía nada. Simplemente las brujas NO existían, sólo formaban parte de cuentos y leyendas que la gente había inventado ¿Cierto? Ese día por más que intentó no pudo olvidar la carta y cada tanto la releía y se pellizcaba para asegurarse que no estaba soñando por lo que al ir a acostarse no se asombró de ver su brazo colorado en varios lugares, y sin embrago seguía sin poder creerlo. Es una broma pensó antes de dormirse.
Al día siguiente no hizo falta que su madre la despertara, casi no había dormido, se giró para ver el reloj que tenía sobre la mesita. Las seis de la mañana. Seguía conmocionada por aquella carta. Para ser una broma era de muy mal gusto. Resolvió bajar a desayunar. Estaba preparándose una rica leche chocolatada. Comenzó a imaginarse como sería ser bruja mientras tomaba su desayuno. Sus pensamientos fueron interrumpidos por un suave aleteo. Una lechuza acababa de dejarle una carta al lado de su taza vacía. La tomó.
Señorita Evans:
Para comprar sus útiles escolares le recomendamos ir al Callejón Diagon. Para llegar allí debe ir al centro de Londres e ingresar al Caldero Chorreante, allí pida instrucciones al cantinero.
Muy Cordialmente
Minerva McGonagall
Subdirectora
Subió rápidamente a la habitación de sus padres y les tendió la carta. A diferencia de ella, parecía que sus padres no dudaban que ella fuera bruja, claro que ella no sabía de la carta que habían recibido ellos de parte del Colegio.
1. Lilian Evans
El sol se elevaba en los jardines e iluminaba el bronce de la puerta de entrada de la familia Evans. Esta familia era completamente normal, un matrimonio feliz con dos hijas a las que querían mucho: Petunia y Lilian. Nada podría haberlos tomado más por sorpresa que lo que estaba a punto de ocurrir la mañana de ese cálido martes.
-¡Lily, Petunia! ¡El desayuno!- llamó desde el descanso de la escalera su madre.
Lily se arrebujó entre las mantas de su cómoda cama, aún tenía sueño. En cambio Petunia se había levantado de inmediato al oír el llamado de su madre y ahora se encontraba frente al espejo peinando su rubia cabellera.
Lily era una niña de once años recién cumplidos. Tenía una larga y hermosa cabellera roja como el fuego que le llegaba debajo de los hombros, y unos centelleantes ojos verde esmeralda. Algo pequeña para su edad, siempre fue ágil y aplicada. A su alrededor, de vez en cuando, ocurrían cosas extrañas. No se parecía en nada a su hermana. Petunia tenía doce años. Delgada, rubia y con un cuello más largo de lo normal, ideal para su actividad favorita: espiar. Fanática de la limpieza y enemiga de las cosas fuera de lo común, razón por la cual no es muy unida a su hermana.
Petunia estaba sentada a la mesa terminando su desayuno cuando Lily entró, aún en camisón y restregándose los ojos. Su padre le sonrió desde su posición detrás del diario mientras sorbía un poco de su café y su madre le indicó que se sentara mientras le preparaba el desayuno.
-¿Cómo has dormido?- quiso saber el Sr. Evans.
Lily se tapó la boca para ahogar un bostezo provocando algunas risitas por parte de su hermana que llevaba su taza a la pileta de la cocina para lavarla. A continuación las cosas sucedieron rápidamente. Petunia soltó un grito agudo que llamó la atención de varios vecinos además de la de su familia. Soltó la taza, que se hizo añicos contra el piso, y salió corriendo a esconderse detrás de su padre. Lily olvidó el poco sueño que aún le quedaba y, junto a su madre, se acercaron a ver qué había visto la rubia mientras el Sr. Evans la calmaba un poco.
Una gran lechuza gris estaba dentro de la pileta de la cocina tomando agua tranquilamente como si fuera un bebedero, esa no era una conducta normal en una lechuza. Las lechuzas sólo salían de noche y ya eran las once de la mañana. El animal desplegó sus alas y salió de la pileta, al ver a la pelirroja, voló hacia ella. La pequeña se quedó petrificada en el lugar mientras su madre la sostenía por los hombros. El ave volaba frente a Lily esperando que ésta tomara la carta. La pequeña al percatarse del sobre lo observó detenidamente, era amarillento y tenía unas hermosas letras en color esmeralda.
-¡Mamá! ¡Ahí están mi nombre y dirección!
La chiquilla algo asustada extendió la mano para tomar el sobre, algo pesado si se lo comparaba con cualquiera de las cartas habituales, apenas se lo quitaron la lechuza giró y se posó en la mesada de la cocina. Con manos temblorosas la niña comenzó a abrir la carta mientras se dirigía a su lugar algo shockeada. La carta estaba escrita en pergamino y con la misma letra esmeralda, Lily leyó:
Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería
Director: Albus Dumbledore (Orden de Merlín, primera clase, gran hechicero, jefe de magos, jefe supremo, Confederación Internacional de Magos)
Querida señorita Evans:
Tenemos el placer de informarle que usted tiene una vacante en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Adjuntamos una lista con el equipo y los libros necesarios.
La clase comienza el 1º de septiembre. Esperamos su lechuza no más tarde del 31 de julio (puede utilizar la misma que le entregó esta carta). Una vez nos haya respondido le enviaremos otra carta con la información acerca del lugar donde puede comprar los útiles escolares.
Muy cordialmente
Minerva McGonagall
Subdirectora
Observó que había un segundo pergamino con un listado de cosas extrañísimas, no entendía nada. Simplemente las brujas NO existían, sólo formaban parte de cuentos y leyendas que la gente había inventado ¿Cierto? Ese día por más que intentó no pudo olvidar la carta y cada tanto la releía y se pellizcaba para asegurarse que no estaba soñando por lo que al ir a acostarse no se asombró de ver su brazo colorado en varios lugares, y sin embrago seguía sin poder creerlo. Es una broma pensó antes de dormirse.
Al día siguiente no hizo falta que su madre la despertara, casi no había dormido, se giró para ver el reloj que tenía sobre la mesita. Las seis de la mañana. Seguía conmocionada por aquella carta. Para ser una broma era de muy mal gusto. Resolvió bajar a desayunar. Estaba preparándose una rica leche chocolatada. Comenzó a imaginarse como sería ser bruja mientras tomaba su desayuno. Sus pensamientos fueron interrumpidos por un suave aleteo. Una lechuza acababa de dejarle una carta al lado de su taza vacía. La tomó.
Señorita Evans:
Para comprar sus útiles escolares le recomendamos ir al Callejón Diagon. Para llegar allí debe ir al centro de Londres e ingresar al Caldero Chorreante, allí pida instrucciones al cantinero.
Muy Cordialmente
Minerva McGonagall
Subdirectora
Subió rápidamente a la habitación de sus padres y les tendió la carta. A diferencia de ella, parecía que sus padres no dudaban que ella fuera bruja, claro que ella no sabía de la carta que habían recibido ellos de parte del Colegio.
