Le dedico este capítulo a sara fénix black porque su review me animó a
seguir escribiendo y a Steven Westover (prometo que el capítulo 5 es más
largo). Muchas gracias por sus reviews.
4. En el Callejón
James acababa de llegar a la mansión Black. A pesar de ser de buena familia, James no era bien visto por casi todos los Black allí presentes. De hecho, el único que le sonreía sinceramente allí era Sirius, quien venía a saludarlo.
-¡Vaya, amigo! Hasta que llegaste- abraza a su amigo y le susurra- ... estábamos por irnos sin tí. -Buenos días, disculpen la tardanza- saludó James con una inclinación de cabeza una vez que Sirius lo soltó.
La Sra. Black puso una de esas sonrisas falsas que tan bien le salían y dijo:
-No hay problema querido.
Por otro lado las primas de Sirius no se molestaban en disimular. Bellatrix lo ignoró completamente, mientras que Narcisa lo miraba reprobadoramente, para ella era un insulto el revuelto pelo de James y sólo verlo le daba nauseas.
Se acercaron a la chimenea y por turnos fueron desapareciendo entre las llamas verdes, rumbo al Callejón Diagon.
Luego de haber discutido con Petunia durante un buen rato Lily había convencido a sus padres para que la dejaran quedarse, y así poder irse de una buena vez.
En el camino la pelirroja no dejaba de ver ansiosamente todos los carteles para saber a cuanto estaban del centro de Londres. Al llegar allí la pequeña comenzó a mirar a todos lados en busca del Caldero Chorreante.
- ¡Allí!- exclamó antes de comenzar a arrastrar a sus padres hacia un destartalado bar, del que colgaba un cartel en el que se podía leer el nombre del lugar.
Una vez dentro prefirieron evitar distraerse con el entorno y hallar al cantinero rápidamente, pues consideraban que todo lo que debían comprar sería difícil de encontrar.
Rápidamente un hombre se acercó:
-¿Puedo ayudarles en algo? Yo soy Tom, el dueño del bar. -Buenas tardes, ¿podría ayudarnos a llegar al Callejón Diagon?- preguntó Lily con un brillo especial en los ojos. -Muggles- sonrió Tom mientras depositaba una bandeja sobre la barra- Por aquí, síganme. -¿Muggles? -Gente no mágica
La pelirroja ya había acabado con la compras, y se encontraba con sus padres tomando un helado en Florean Fortescue. Caminaban en busca de una mesa cuando un chico tropezó con Lily tirándole encima su helado.
-Pe...Perdón- se disculpó el chico mientras intentaba limpiarla con una servilleta.
El chico era más alto que ella. De cabello color arena y ojos ambamarinos. Se lo veía algo nervioso pero sólo bastaba con verlo para saber que era una buena persona.
-No te preocupes- le sonrió- Soy Lilian Evans, pero puedes decirme Lily. -Yo soy Remus Lupin pero puedes llamarme Remus- contestó algo confundido.
Al final terminaron conversando, Lily hacía hablar hasta a las piedras. Prometía ser el comienzo de una buena amistad. Lupin la invitó a pasear por Diagon, y después de avisar a sus padres, Lily fue con él.
Estaban frente a la tienda de Quidditch:
-¿Y uno puede volar en eso?- preguntaba algo escéptica, señalando a la escoba de la vidriera. -Claro Lils- Remus sonreía mientras respondía a todo con infinita paciencia. -¡¡Apártate de mi camino, SANGRE SUCIA!!- exclamó un chico de pelo negro y grasoso luego de empujarla intencionalmente. -¿Estás bien, Lils?- preguntó un preocupado Remus. -Sí, gracias por atajarme- la chica se levantó enojadísima.
Un chico de pelo negro azabache bastante revuelto acababa de salir de la tienda y había presenciado todo.
-¡Aquí el único sucio eres tú, Snape! ¿Por qué no vas a bañarte?- le espetó James al chico de pelo grasoso, provocando risas en la gente que los observaba.
El aludido estaba por abalanzarse sobre Potter cuando vio acercarse a Black y vislumbró a Lupin, todos visiblemente enojados con él. Decidió retirarse.
-¡Me vengaré, Potter! -¿Están bien?- preguntó el amenazado volviéndose a Remus y Lily. -Sí, gracias -No nos hemos presentado. Yo soy Remus Lupin y ella es Lily Evans. -Nosotros somos Sirius Black y James Potter- Sirius hizo las presentaciones mientras señalaba quien era cada uno.
Ni bien terminaron de estrecharse las manos aparecieron los padres de la pelirroja quienes le indicaron a Lily que ya era hora de irse. Se despidieron y la niña regresó al mundo muggle ansiosa por volver a verlos.
4. En el Callejón
James acababa de llegar a la mansión Black. A pesar de ser de buena familia, James no era bien visto por casi todos los Black allí presentes. De hecho, el único que le sonreía sinceramente allí era Sirius, quien venía a saludarlo.
-¡Vaya, amigo! Hasta que llegaste- abraza a su amigo y le susurra- ... estábamos por irnos sin tí. -Buenos días, disculpen la tardanza- saludó James con una inclinación de cabeza una vez que Sirius lo soltó.
La Sra. Black puso una de esas sonrisas falsas que tan bien le salían y dijo:
-No hay problema querido.
Por otro lado las primas de Sirius no se molestaban en disimular. Bellatrix lo ignoró completamente, mientras que Narcisa lo miraba reprobadoramente, para ella era un insulto el revuelto pelo de James y sólo verlo le daba nauseas.
Se acercaron a la chimenea y por turnos fueron desapareciendo entre las llamas verdes, rumbo al Callejón Diagon.
Luego de haber discutido con Petunia durante un buen rato Lily había convencido a sus padres para que la dejaran quedarse, y así poder irse de una buena vez.
En el camino la pelirroja no dejaba de ver ansiosamente todos los carteles para saber a cuanto estaban del centro de Londres. Al llegar allí la pequeña comenzó a mirar a todos lados en busca del Caldero Chorreante.
- ¡Allí!- exclamó antes de comenzar a arrastrar a sus padres hacia un destartalado bar, del que colgaba un cartel en el que se podía leer el nombre del lugar.
Una vez dentro prefirieron evitar distraerse con el entorno y hallar al cantinero rápidamente, pues consideraban que todo lo que debían comprar sería difícil de encontrar.
Rápidamente un hombre se acercó:
-¿Puedo ayudarles en algo? Yo soy Tom, el dueño del bar. -Buenas tardes, ¿podría ayudarnos a llegar al Callejón Diagon?- preguntó Lily con un brillo especial en los ojos. -Muggles- sonrió Tom mientras depositaba una bandeja sobre la barra- Por aquí, síganme. -¿Muggles? -Gente no mágica
La pelirroja ya había acabado con la compras, y se encontraba con sus padres tomando un helado en Florean Fortescue. Caminaban en busca de una mesa cuando un chico tropezó con Lily tirándole encima su helado.
-Pe...Perdón- se disculpó el chico mientras intentaba limpiarla con una servilleta.
El chico era más alto que ella. De cabello color arena y ojos ambamarinos. Se lo veía algo nervioso pero sólo bastaba con verlo para saber que era una buena persona.
-No te preocupes- le sonrió- Soy Lilian Evans, pero puedes decirme Lily. -Yo soy Remus Lupin pero puedes llamarme Remus- contestó algo confundido.
Al final terminaron conversando, Lily hacía hablar hasta a las piedras. Prometía ser el comienzo de una buena amistad. Lupin la invitó a pasear por Diagon, y después de avisar a sus padres, Lily fue con él.
Estaban frente a la tienda de Quidditch:
-¿Y uno puede volar en eso?- preguntaba algo escéptica, señalando a la escoba de la vidriera. -Claro Lils- Remus sonreía mientras respondía a todo con infinita paciencia. -¡¡Apártate de mi camino, SANGRE SUCIA!!- exclamó un chico de pelo negro y grasoso luego de empujarla intencionalmente. -¿Estás bien, Lils?- preguntó un preocupado Remus. -Sí, gracias por atajarme- la chica se levantó enojadísima.
Un chico de pelo negro azabache bastante revuelto acababa de salir de la tienda y había presenciado todo.
-¡Aquí el único sucio eres tú, Snape! ¿Por qué no vas a bañarte?- le espetó James al chico de pelo grasoso, provocando risas en la gente que los observaba.
El aludido estaba por abalanzarse sobre Potter cuando vio acercarse a Black y vislumbró a Lupin, todos visiblemente enojados con él. Decidió retirarse.
-¡Me vengaré, Potter! -¿Están bien?- preguntó el amenazado volviéndose a Remus y Lily. -Sí, gracias -No nos hemos presentado. Yo soy Remus Lupin y ella es Lily Evans. -Nosotros somos Sirius Black y James Potter- Sirius hizo las presentaciones mientras señalaba quien era cada uno.
Ni bien terminaron de estrecharse las manos aparecieron los padres de la pelirroja quienes le indicaron a Lily que ya era hora de irse. Se despidieron y la niña regresó al mundo muggle ansiosa por volver a verlos.
